“El liderazgo en las instituciones educativas” Jorge Capella Riera E-mail:jcapell@pucp.edu.pe El modelo de organización jerárquico tradicional que se emplea en muchas de las instituciones posee un flujo vertical de información y mando que se centra en eficiencia, control y prevención del fracaso; posee por ello, múltiples niveles administrativos, contables y burocráticos. Actualmente se postula un cambio del modelo hacia una organización en equipos, con nuevas funciones y responsabilidades, constituyendo una arquitectura de organización mucho más cercana a la de las empresas. Por otra parte, cuando hablamos de dirigir instituciones de cualquiera índole establecemos inmediatamente la asociación con el liderazgo. Ciertamente, existe una relación de concentricidad entre esas dos expresiones. Esto lo sostenemos porque, si bien los términos dirección, gestión, gerencia y liderazgo no son palabras equivalentes, entre ellas se establece una relación concurrente que dificulta mucho una clara diferenciación. La intención de esta ponencia es poner de relieve la importancia del liderazgo en las instituciones educativas y su repercusión en la gestión de las mismas. Para fines didácticos, he estructurado los materiales en que me baso en tres apartados: en primer lugar señalo el sentido del liderazgo, luego me ocupo de la dinámica del liderazgo y finalmente desarrollo la posición de Guédez frente a los estilos de liderazgo. 1. Sentido del liderazgo. Las nociones de líder y liderazgo han estado y están relacionadas a la historia y a las investigaciones en las ciencias sociales. Hace unas décadas se representaba generalmente al líder con éxito como una persona con inteligencia, imaginación, iniciativa, capacidad de tomar decisiones rápidas y acertadas, y habilidad para inspirar a sus subordinados. La gente se inclinaba a pensar que el mundo estaba dividido en "líderes" y ”seguidores". Campoy va más allá y señala que el líder tradicional es aquél que: No se da cuenta ni vislumbra el aceleramiento de los cambios. Mantiene un estado rígido hasta el final. Crea dependencia y rechaza la innovación. Confunde renovación con despersonalización. No percibe la realidad cambiante sino su pasado inmóvil. En forma gradual surgió el concepto de dinámica de grupos que centraba su atención en los miembros del grupo en vez de concentrarse solamente en el líder. Los esfuerzos de investigación de los científicos sociales habían subestimado la importancia de la cooperación del empleado y su participación en la toma de decisiones. La evidencia empezó a poner en duda la eficiencia de un estilo de dirección altamente constructivo, y se empezó a prestar más atención a los problemas de motivación y relaciones humanas. Poco a poco las nuevas ideas sobre liderazgo cobraron impacto y los líderes comenzaron deliberadamente a reducir su propio poder y a trasladar a los miembros del grupo la mayor responsabilidad posible con respecto al establecimiento de sus propios objetivos y métodos dentro del marco de las experiencias que se iban obteniendo. Algunos de los adherentes a este tipo de liderazgo comenzaron a adquirir la costumbre de dividir la conducta del líder en "democrática" y "autoritaria". El jefe que tomaba demasiadas decisiones por sí mismo era calificado como “autoritario" y su tipo de conducta directiva era atribuido exclusivamente a su personalidad. El resultado neto de los descubrimientos de los investigadores, y de aquellos programas de capacitación en relaciones humanas que se basaron en ellos, ha sido poner en duda el estereotipo del líder “efectivo”. Consiguientemente, el gerente moderno se encuentra a menudo en una posición mental incómoda. A menudo no está muy seguro de cómo debe comportarse; en ocasiones se encuentra atrapado en el dilema de tener que elegir entre ejercer un tipo de liderazgo "fuerte" o uno "liviano". Algunas veces los nuevos conocimientos empujan en una dirección (“realmente debería hacer que el grupo me ayudase a tomar la decisión"), pero al mismo tiempo su experiencia le empuja en otra dirección, ("realmente yo entiendo el problema mejor que el grupo y por lo tanto yo debería ser quien tome la decisión”). No está seguro de cuándo es realmente adecuado que el grupo tome la decisión y cuando la convocatoria de una conferencia del "staff" resulta ser simplemente un mecanismo para evitar su propia responsabilidad en la toma de decisión. De manera creciente, en los últimos años se ha venido destacando el problema de cómo podría el gerente moderno ser "democrático" en las relaciones con sus subordinados, y al mismo tiempo mantener la necesaria autoridad y control en la organización de la que es responsable. Para Perlman los líderes realmente efectivos captan las condiciones cambiantes del mundo y de sus grupos y son flexibles en adaptar su conducta a los nuevos requerimientos. Por su parte, Cornejo (1999) considera que un auténtico líder de excelencia ejerce su influencia con éxito en todos los diferentes aspectos de su vida; de lo contrario, el desequilibrio en algunos de ellos irremediablemente afectará en los otros. El reto es lograr una satisfacción plena de vida integral del ser humano para lograr la excelencia como líder. Un aspecto esencial en el estudio actual del liderazgo, nos refiere Warren (1990), lo constituye los mecanismos que un grupo crea para la eficiente consecución de sus objetivos y para que los miembros-satisfagan aquellas necesidades surgidas en el grupo. Por medio de un mecanismo de diferenciación de papeles, los grupos utilizan en su beneficio las características diferenciales de sus miembros, asignando tareas para las que cada uno se encuentre más capacitado. El liderazgo es un aspecto de este proceso. Estos equipos deben estar siempre listos para cambiar estrategias y productos, dar respuestas rápidas, reunir a personas competentes en algo, eliminar las burocracias tradicionales y prevenir otras. El trabajo es descentralizado y se organiza en forma de proyectos. 2. Dinámica del liderazgo. Adair (1980) afirma que la noción de liderazgo podría ser considerada como un proceso sin forma que comparten algunos o todos los miembros de un grupo, en la medida que se adapta a las características de cada grupo y, por consiguiente, a la de sus miembros. Cualquier miembro que, en un momento dado se encontrara desempeñando una función necesaria o efectiva para lograr las metas del grupo, resultaría el líder en ese momento. Este autor nos explica la dinámica del liderazgo en los grupos de trabajo que, según él, se asemejan a los individuos en el sentido que, a pesar de que aquéllos son siempre únicos y singulares (cada uno desarrolla su propia "personalidad de grupo") comparten, como sucede a los individuos, algunas necesidades comunes. En tales grupos se presentan tres áreas de necesidad las que en su momento deben ser satisfechas por el miembro que asume el papel de líder: La necesidad de desempeñar una tarea común. La necesidad de mantenerse como una entidad social coherente es decir, la "necesidad de conservación del grupo”. Las necesidades individuales de cada miembro del grupo. Las tres áreas influyen unas sobre otras, sea para bien o para mal. Se puede afirmar que las comunicaciones internas adecuadas y el espíritu de liderazgo bien desarrollado, entre otros elementos que influyen en la dinámica grupal, hacen que un grupo pueda cumplir mejor sus tareas, creándose un clima de satisfacción que permite el desarrollo del grupo. Por último veamos los factores o fuerzas que ha de tener en cuenta el líder a la hora de decidir cómo dirigir: Fuerzas que afectan al gerente. Fuerzas que afectan a los subordinados. Fuerzas que afectan a la situación concreta. De todas ellas sólo voy a ocuparme de aquellas que aportan a cualquier situación con que se enfrente. Si es capaz de concebirlas como fuerzas que, de forma consciente o inconsciente, afectan su comportamiento, podrá entonces entender mejor qué es lo que hace preferir actuar de una cierta forma. Y, al comprender esto, podrá a menudo llegar a ser más efectivo. Se trata de: Su sistema de valores. Su confianza en sus subordinados. Su capacidad de superar situaciones de incertidumbre. Algunos líderes tienen mayor necesidad que otros de predictibilidad y estabilidad de su medio. Esta "tolerancia de la ambigüedad" es considerada cada día más por los sicólogos como la variable clave en la forma en que una persona se enfrenta con problemas. 3. Los estilos de liderazgo. Guédez (1998) considera que los estilos de liderazgo gerencial son, en esencia, cuatro: autocrático, burocrático, desidioso y estratégico. El estilo de gerencia autocrático es aquél que se enmarca en la tesis de que el gerente todo lo sabe y todo lo puede. En consecuencia, su acción es totalizadora y omnipotente, pues tiene todas las respuestas posibles a todo tipo de problemas. El dispone y ordena todo conforme a su particular manera de entender las situaciones de una institución. No delega, ni interactúa, ni reconoce, ni forma a su personal; simplemente, ordena y manda con prepotencia y autosuficiencia. El segundo estilo coincide con el gerente burocrático, el cual ejerce sus funciones amparado por la seguridad de una normativa estable e inflexible. Este es el clásico gerente que, para tomar una decisión, precisa todas las normas, establece todos los antecedentes, asegura todos los controles, consulta a su jefe y, finalmente, espera la orden por escrito de sus superiores. El problema es que, después de todo este prolongado itinerario, es casi seguro que las decisiones ya resulten extemporáneas y desubicadas. Un tercer estilo de gerencia se denomina desidioso y consiste en aquella acción que se administra según el criterio de dejar hacer y dejar pasar. Aquí se delegan los asuntos en forma indiscriminado y opera un tácito desentendimiento de las acciones de seguimiento. La gerencia estratégica adopta una perspectiva totalmente distinta, ya que las acciones de dirección, persuasión, concertación y delegación se alejan de cualquier sesgo absolutista y de cualquier conducta estereotipada. Cada una de estas alternativas se adopta según las condiciones de la persona supervisada y se ajusta a las circunstancias temporales prevalecientes. Para comprender mejor este juego de flexibilidades, conviene ampliar los detalles sobre las referidas alternativas. Las situaciones gerenciales pueden desagregarse en cuatro posibilidades: En primer lugar, tenemos una situación de "dirección" en la cual el gerente debe asumir la responsabilidad total de una orden, con sus especificaciones y previsiones muy completas. Aquí el gerente asume el 100% de la decisión, en tanto que la madurez psicológica y la experticia del supervisado as! lo demandan. Luego encontramos una segunda opción que se asocia con la "persuasión”. En este ámbito se expresa aquella situación en la cual el gerente convence y motiva al supervisado respecto a su decisión. Esta posibilidad procede, generalmente, con aquellos empleados que tienen una relativa competencia técnica pero que asumen una deficiente madurez psicológica. Aquí la acción del gerente representa, aproximadamente, un 75% del peso total de la gestión. En un tercer momento, ubicamos la figura de la “interacción", la cual se inscribe en un interesante intercambio de ideas entre el gerente y el supervisado que, al final, se traduce en una decisión concertada. En este caso, la acción del gerente se asocia con un 50% aproximadamente. Por último, se aprecia la 'delegación', que recoge una imagen en la cual el gerente simplemente le concede al supervisado la tarea de llevar adelante una iniciativa. En este caso, el empleado responde a una suprema madurez técnica y a una alta madurez psicológica. Estas condiciones de dominio ocupacional y de disposición motivacional ameritan el reconocimiento de la delegación. Por lo que se observa, en tales casos, el esfuerzo del gerente se limita acerca de un 10%. Pues bien, la gerencia estratégica es básicamente una gerencia situacional, en tanto que se administra de acuerdo con decisiones diferenciadas que se sintonizan con las características específicas del momento y que consideran la madurez técnica y emocional de las personas. En este sentido: La madurez técnica representa la experticia, la capacidad y la preparación que se tiene en el área vinculada al trabajo que se ejerce. La madurez emocional, en cambio, se relaciona con la capacidad de identificación psicológica que se logra con una actividad. La combinación de estos dos aspectos permite establecer el esquema para analizar el quehacer gerencial. Situacionalmente hablando, podemos encontrar cuatro tipos de personas: Aquellas que se inician y que están en proceso de desarrollo, por lo cual requieren ser dirigidas en casi la totalidad de su desempeño. A este tipo de empleados hay que darle todas las pautas y definirle todas las especificaciones. Encontramos enseguida, otras personas las cuales permiten que, en lugar de dirigirlas, simplemente se les oriente porque son generalmente profesionales que tienen una alta madurez técnica pero poseen una baja madurez emocional, por lo cual reflejan poca identificación con el trabajo. Existe otro tipo de personas que asume un nivel de equilibrio entre la madurez técnica y emocional, lo cual permite la interacción mutua entre gerente y supervisado. El último grupo es aquel que tiene un nivel tan elevado de madurez técnica y emocional que permite, desde una delegación hasta una liberación total. Aquí tiene cabida una rápida diferenciación entre delegar y liberar. Puede sostenerse que, generalmente, la delegación u otorgamiento de poder, se hace bajo la condición de que la persona que recibe la delegación piense y decida dentro de los mismos marcos del delegatario. En cambio, liberar es ir más allá de la delegación: es conceder poder pero sin el "pero' que vendría después. Ello supone, ante todo, que se comparta una misión, una visión y unos valores; además de que se haya realizado un sólido proceso de formación y educación. Liberar se vincula con decidir las reglas del juego, entrenar al máximo y quitar los obstáculos que inhiben. Pero, además del sentido situacional y por encima de las diferencias entre delegación y liberación, la gerencia estratégica debe responder a otras exigencias importantes. Por eso se habla también de gerencia transformacional, meritocrática, transaccional y creativa. Para entender lo que significa gerencia transformacional, hay que partir de la tesis que sostiene que el gerente es fundamentalmente un formador que debe favorecer el desarrollo de los demás. El éxito del gerente está en influir en los otros, consiguiendo ayuda para asegurar la misión, para favorecer la visión y para enriquecer los valores preestablecidos. En este marco, el gerente debe asegurar que sus empleados se formen y que asuman una madurez global que les acredite como sujetos de delegación y liberación. El buen gerente toma de la mano al nuevo empleado y lo desarrolla hasta garantizar su máxima autorrealización. El desenvolvimiento normal de un trabajador empieza por ser sujeto de dirección, luego es elemento que recibe persuasiones, después es factor de interacción y, finalmente, es depositario de la máxima confianza, es decir, de la delegación o de la liberación. La dimensión meritocrática de la gerencia, por su parte, supone la conveniencia de conocer al personal y de retribuir los méritos que ellos conquisten. El gerente debe evaluar a sus supervisados y establecer una apreciación de acuerdo a criterios que reflejen el cumplimiento de las responsabilidades, la capacidad de innovación, la identificación con la organización y las relaciones con sus semejantes. A partir de esta visión global se podrán definir opciones diferenciadas de reconocimiento que se correlacionen con los merecimientos. Hay que reconocer a los más meritorios y estimular el mejoramiento de los menos eficientes. Pero, por encima de todos estos alcances, hay que utilizar los resultados de la evaluación como un recurso de ayuda a las personas. Se evalúa para reconocer los méritos, para corregir los errores y, sobre todo, para promover el máximo desarrollo de las personas. Por su parte, la dimensión transaccional nos remite a aceptar que todos tenemos en nuestra personalidad distintos componentes que, armonizadamente, conforman un equilibrio mental. Según Berne, nuestra psicología está integrada por tres partes: una corresponde al . padre', otra al "adulto" y otra al 'niño". Como "padre" se puede ser un padre “castrador” o un 'padre nutritivo', entendiendo al primero como un acusador o juez, y al segundo como aquel que estimula, fomenta y aconseja. - Igualmente, todos tenemos un 'adulto', que es la parte racional, objetiva, reflexiva, que permite interactuar para favorecer el intercambio de apreciaciones. Por su parte, el 'niño" es la parte emotiva y desinhibido que no responde a muchas restricciones. La presencia de estos tres elementos es normal en la personalidad de cada quien, pero lo importante es diferenciar el uso de cada uno de tales componentes de acuerdo al momento oportuno. Hay quienes experimentan desequilibrios en su personalidad porque tienen un 'padre' muy desarrollado, o un adulto, o un niño desproporcionadamente agigantado. Estos desajustes generalmente se traducen en usos descontextuados de alguna de esas partes: actuar como un niño durante una actividad académica, o ejercer una conducta de padre critico en una fiesta, representan conductas desubicadas. Finalmente, la dimensión creativa de la gerencia significa que ella no puede condicionarse a unos esquemas fijos ni puede circunscribirse a unas normas inflexibles. La previsión absoluta convertiría al gerente en un ente "pasivo y decorativo, en tanto que sólo repetiría lo ya pautado en unas instrucciones. Más allá de lo planeado y por encima de lo controlado, siempre aparecen emergencias que ameritan respuestas creativas. Lo que mueve a las organizaciones no son las reglas fijas que se recogen en los manuales, sino la presión generada por un entorno en permanente cambio. Más que respuestas definitivas, el gerente debe estar dispuesto a generar preguntas actualizadas. Identificar, reconocer y comprender el contexto es lo básico para encontrar las acciones que aseguren la sobrevivencia, la vigencia y la superación de una organización. La idea de organización no es más que una idea de reorganización permanente. El gerente debe acostumbrarse a caminar en la oscuridad, tiene que estar dispuesto a moverse en medio del ruido y del azar, amerita entender que su espacio fundamental está en el margen. Como puede percibiese, todo este enfoque se entronca, palabra por palabra, con todo lo referente al espíritu de nuestra época. Es en la incertidumbre del margen, más que en la certidumbre de la norma, donde se encuentran los alcances de la realización humana y organizacional. Con esto no queremos decir que el margen debe proscribir el espacio reservado a la norma, por el contrario, lo que deseamos enfatizar es una acción complementaria y conjugada a partir de la presencia de normas y de la existencia de espacios al margen. La norma aporta la seguridad legal y moral de lo previsto, mientras que el margen proporciona el incentivo de la creación y de la libertad. A modo de colofón. Hickman en su libro "Mind of manager, soul of leader" sostiene que la gestión de las instituciones requiere líderes más que gerentes y hace las siguientes distinciones: "Un gerente anhela la estabilidad, un líder prospera en la crisis; un gerente duplica, un líder origina; un gerente ve la complejidad, un líder la sencillez; un gerente reacciona, un líder actúa previamente; un gerente planifica, un líder experimenta; un gerente reorganiza, un líder replantea; un gerente venera la ciencia, un líder exalta el arte; un gerente cumple con sus obligaciones, un líder persigue sus sueños; un gerente examina el rendimiento, un líder explora el potencial; un gerente compensa a la gente, un líder la satisface; un gerente se concentra en el corto plazo, un líder busca resultados a largo plazo; un gerente quiere lo bueno, un líder demanda lo mejor". Yo creo que un buen gestor tiene que ser al mismo tiempo un buen gerente y un buen líder. Referencias bibliográficas. ADAIR, 1980 El liderazgo basado en la acción. México: Mc.Graw - HilL. CORNEJO, M. A. 1993 El arte de dirigir. México: Colegio de Graduados en Alta Dirección 1993 Compromisos para ser líder. México: colegio de Graduados en Alta Dirección GUÉDEZ, V. 1998 Gerencia, cultura y educación. Caracas. Tropykos/CLACDEC HICKMAN S/F “Mind of manager, soul of leader.” Citado por Galdós en “La empresa”, Debate, 92.