LUCÍA GARCÍA GARCÍA 3. SUPUESTOS CONCRETOS DE EXENCIÓN DE RESPONSABILIDAD A. Anomalías o alteraciones psíquicas La eximente primera del nuevo artículo 20 utiliza la expresión «anomalía o alteración psíquica» (95) en sustitución de la «enajenación» del derogado artículo 8.1.° y en ella tienen cabida, sin necesidad de interpretaciones forzadas, tanto las enfermedades mentales como los trastornos psíquicos graves o las oligofrenias; es por ello que ha merecido la aprobación, tanto de la doctrina —que propugnaba desde mucho tiempo atrás esta modificación— como de la jurisprudencia, que venía interpretando correctivamente el antiguo precepto en este sentido. a. Trastornos Psicóticos Los trastornos psicóticos incluyen (96): la esquizofrenia, los trastornos delirantes, los trastornos psicóticos no clasificados en otros apartados (97), algunos trastornos (95) En la reciente Sentencia de la Audiencia Provincial (Asturias), Sección 2.a, de 15 de enero de 1998, se declara la exención completa de responsabilidad criminal, conforme al art 20.1. Actualidad Penal, 1998/1, 68, marg. 161-162. CASTEIXÓ NICAS considera que el concepto «cualquier anomalía o alteración psíquica» permite eximir por esta causa a quien padezca cualquier alteración de las recogidas en en el número siguiente del art. 20 (que no sean casos de actio libera in causa). Opus cit., pág. 297. (96) DSM-III-R, American Psychiatric Association, 1988,pág. 227-254. (97) Son trastornos psicóticos no clasificados en otros apartados: psicosis reactiva breve, trastorno esquizofreniforme, trastorno esquizoafectivo, trastorno psicótico inducido, trastorno psicótico no especificado. Psicosis reactiva breve: la sintomatología esencial de este trastorno consiste en un inicio repentino de la sintomatología psicótica, de una duración mínima de unas horas y máxima de un mes, con recuperación total del nivel premórbido. Aparece después de acontecimientos estresantes, produciendo una alteración emocional caracterizada por rápidos cambios disfóricos (displacenteros). CIE 10, F 43.20, pág. 133. Trastorno esquizofreniforme: Sintomatología idéntica a la de la esquizofrenia, excepto que la duración es menor de seis meses. CIE 10, F 20.8, pág. 96. Trastorno esquizoafectivo: El trastorno satisface los criterios de uno de los trastornos afectivos (F30, F31, F32); deben estar claramente presentes la mayor 414 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL mentales orgánicos y algunos trastornos afectivos. Constituye prueba segura de conducta psicótica la presencia de ideas delirantes o alucinaciones (98) (sin conciencia de su naturaleza patológica). Un trastorno psicótico supone una alteración grave de la conciencia de la realidad (99); quien lo padece evalúa incorrectamente la exactitud de sus percepciones y pensamientos y realiza inferencias erróneas acerca de la realidad exterior, pese a las evidencias contrarias. (100) La psicosis constituye una enfermedad mental grave, capaz de producir el efecto de inimputabilidad exigido por la Ley, es decir, que puede impedir al sujeto que la padece comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión. Es preciso aclarar, no obstante, que el término psicosis apenas aparece en las clasificaciones internacionales de las enfermedades, que utilizan la expresión trastornos psicóticos. (101) El Tribunal Supremo ha venido estimando sin problemas esta causa de exención, ya completa, ya como incompleta cuando esta patología no alcanza a perturbar plenamente las facultades mentales (102). La grave merma de la parte del tiempo, durante un período de por lo menos dos semanas, síntomas de por 16 menos uno de los grupos enumerados, que son prácticamente los mismos que para la esquizofrenia. CIE 10, F 25, pág. 102 ss. Trastorno psicótico inducido: La sintomatología esencial consiste en u n s i s tema delirante desarrollado por un sujeto como resultado de una relación íntima con otro que ya sufre un trastorno psicótico con ideas delirantes, quien suele imponer éstas al primero, DSM-III-R, 297 30, pág. 253. CIE 10 alude a los trastornos psicóticos inducidos por el consumo de sustancias psicótropas. F10F19, pág. 71. Trastorno psicótico no especificado: Existen síntomas psicóticos que no cumplen los criterios para ningún trastorno psicótico no orgánico. DSM-III-R, 298.90, pág. 254. CIÉ 10, F 28, pág. 104. (98) ORTEGA-MONASTERIO, Psicopatología... cit., pág. 23. (99) ORTEGA-MONASTERIO, Psicopatología... cit., pág. 23. (100) DSM-IV, pág. 279. DSM-III.R, pág. 480. (101) CIE-10 (F20-F29), págs. 91 a 105. DSM-IV, págs. 279 ss. (102) MIR PUIG, Opus cit., pág. 582. CARBONELL MATEU et alt., Opus cit., pág. 50. Sentencias del Tribunal Supremo: de 2 de noviembre de 1983 (RJ 5443) v de 10: de octubre de 1984 (RJ 4825); 415 LUCÍA GARCÍA GARCÍA capacidad de contacto con la realidad en los períodos agudos suele implicar un estado de inimputabilidad; no obstante lo cual, el psicótico no realiza habitualmente actos tipificados como delictivos, debido a que suele elaborar su enfermedad dentro de un mundo autista y desconectado de su entorno. Puede decirse que, estadísticamente, estos enfermos no presentan gran peligrosidad social, pero las contadas ocasiones en que realizan actos delictivos tienen gran repercusión pública por la aparatosidad con que los llevan a cabo. (103) Por lo que respecta a la psicosis reactiva breve (104), siempre existe una alteración emocional, en que la conducta puede ser extraña, agresiva o suicida. Son habituales las alucinaciones o ideas delirantes transitorias. La imputabilidad será proporcional al trastorno psíquico, pudiendo ser plena después de un cierto tiempo de haber pasado el acceso, ya que la personalidad se conserva intacta, sin defecto. (105) Trastorno bipolar es la denominación actual de la psicosis maníaco-depresiva, expresión utilizada tradicionalmente en el ámbito penal. Pertenece a la categoría diagnóstica de (103) ORTEGA-MONASTERIO, Psicopatoíogía... cit., pág. 24. Señala este autor que la psicosis es un trastorno cualitativo o categorial (se es o no se es psicótico) y supone la aparición de un proceso biográfico, es decir, de algo nuevo, la irrupción de contenidos psíquicos que fragmentan la continuidad histórico-vital del sujeto (pág. 23). HOMS SANZ DE LA GARZA destaca la mayor peligrosidad del paciente maníaco-depresivo leve, pues, al estar más próximo a la normalidad, actúa con mayor inteligencia y coordinación. Opus cit., pág. 227. (104) DSM-III-R, pág. 247. Se inicia repentinamente y su duración va desde unas horas hasta un máximo de un mes, con recuperación total del nivel premórbido. Los síntomas aparecen repentinamente después de uno o más acontecimientos estresantes. Se incluye en la categoría de Trastorno psicótico no clasificados en otros apartados. CIE 10, F23, pág. 98 ss. (105) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Psiquiatría Jurídica Penal y Civil, Burgos, 1968, pág. 273. Estos autores denominan a este trastorno esquizofrenia reactiva lo cual es erróneo a tenor de los criterios de aquellas clasificaciones, que no incluyen esta categoría. El DSM-III-R, además, señala que la psicosis reactiva (no esquizofrenia reactiva) carece de los síntomas prodrómicos (iniciales) de una esquizofrenia. HOMS SANZ DE LA GARZA aduce que las psicosis depresivas reactivas breves, poseen las características más graves de la depresión, pero con una duración que las acerca claramente al trastorno mental transitorio. Opus cit., pág. 225. 416 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL los trastornos del estado de ánimo, que puede cursar con o sin síntomas psicóticos. La sintomatología esencial de este trastorno consiste en uno o más episodios! maníacos (106), acompañados normalmente, de uno o más episodios depresivos mayores (107). En los grados extremos, tanto de la manía como de la depresión, parece existir consenso en cuanto a la inimputabilidad, debido a que estos enfermos no pueden darse cuenta del valor real de sus actos y, sobre todo, carecen de capacidad para inhibirlos. (108) Debido a la especial configuración de este trastorno surge la problemática de los intervalos lúcidos, que corresponden a los períodos interfásicos de la enfermedad. Este problema puede plantearse también en otras enfermedades sobre todo actualmente, en que, debido a los fármacos; es posible hacer remitir los síntomas más graves de las crisis agudas, alcanzándose un estado de relativa normalidad (109). No obstante, la persistencia de la mejoría depende de la continuidad del tratamiento, porque si éste se interrumpiera, el paciente se descompensaría (110). Es por (106) Período delimitado y persistente en el que hay un estado de ánimo anormalmente elevado, eufórico, entusiasmo incesante. La irritabilidad se hace presente en cuanto se contraría al sujeto. DSM-III-R, pág. 257. DSM-IV, págs. 358 ss y 796, CIE 10, F31,pág. 109 ss. (107) Estado de ánimo deprimido o pérdida de interés o placer en todas o casi todas las actividades. Los síntomas asociados son: pérdida de peso y alteración del apetito y del sueño, disminución de energía, sentimientos excesivos de inutilidad o culpa, ideas de muerte. La duración mínima es de dos semanas. DSM-IV, págs. 326 v 795 DSM-ÍII-R, pág. 262. CIE 10 F32 , pág. 112 ss. (108) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Ópus cit., págs. 329 ss. CARRASCO GÓMEZ, Opus cit., pág. 94. HOMS SANZ DE LA GARZA destaca la necesidad de internamiento, ya que, debido a la complejidad del ánimo, precisa, aún más que otros enfermos, un control médico continuado. Propugna la aplicación de la eximente completa, porque la aplicación de la incompleta podría dar lugar al internamiento en centro penitenciario, lo que cornportaría nefastos resultados en el enfermo. Opus cit, pág. 228. (109) VALLEJO-NÁJERA afirma que, superado el episodio maníaco o depresivo, hay intervalos de normalidad absoluta entre una y otra fase. Guía práctica de Psicología, Madrid, 1991, pág. 6151 (110) MIR PUIG, Opus cit., pág. 583. VALLEJO-NÁJERA, por contra, señala qué es una enfermedad sin deterioro, una vez superada «no deja residuo» hasta que aparece la próxima fase (puede tener sólo una en toda su vida); Guía... cit., pág. 615. 417 LUCÍA GARCÍA GARCÍA ello que la mejoría, en muchos casos es artificial, subsiste un fondo de anormalidad, una especie de estado latente de la enfermedad que constituye el fundamento de posteriores descompensaciones (111). Este problema, en la práctica, es prácticamente imposible de resolver, debido a que la valoración que debe hacer el perito está referida a situaciones ya pasadas, lejanas en el tiempo. En el trastorno bipolar (psicosis maníaco-depresiva) se presentan estados de aparente normalidad y otros en los que aún con claridad de conciencia, un psiquiatra detecta perfectamente fases atenuadas de hipomanía (112) o depresión (113). El término «aparente» es suficientemente expresivo; la enfermedad persiste, luego no hay plena imputabilidad. Pero también existen casos en que la curación es completa y no vuelven a presentarse nuevos episodios de la enfermedad, siendo la imputabilidad completa. (114) Debemos decir, no obstante, que la expresión «intervalo lúcido» no se utiliza actualmente en Psiquiatría, por lo que la cuestión ni siquiera puede plantearse (115). A tenor de lo señalado en las Clasificaciones Internacionales de la Enfermedades, la imputabilidad en esos períodos intercalares es plena (116). El Tribunal Supremo, en esta línea, suele denegar la exención en estos casos. (111) HOMS SANZ DE LA GARZA subraya la probabilidad de aparición reiterada de la perturbación. Opus cit., pág., 228. (112) Predominio durante un tiempo de un estado de ánimo elevado, expansivo o irritable. La alteración no es lo suficientemente grave como para provocar un marcado deterioro social o laboral como ocurre en el episodio maníaco. La sintomatología asociada es parecida a la de este último, pero más leve y sin ideas delirantes. DSM-III-R, págs. 261-262. CIE 10, F31, pag. 109 ss. (113) El Tribunal Supremo, , señala que la depresión carece de relevancia para atenuar la responsabilidad penal, sólo excepcionalmente. Sentencia, 2 de febrero de 1998. Actualidad Penal, 1998/1, 236, pág. 639. (114) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., págs. 333 ss. (115) CÓRDOBA RODA, Psiquiatría Forense, Centro de Estudios Judiciales, Vol. 3, Madrid, 1994, pág. 55. MIR PUIG, Opus cit., pág. 583. (116) DSM-III-R, pág. 270. «En pocos casos hay una alternancia de los dos tipos de episodios sin un período intercalado de estado de ánimo normal». DSM-IV, pág. 361. Este criterio aparece modificado en el DSM-IV, donde se di- 418 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL a.l. Esquizofrenia Esquizofrenia, etimológicamente, expresa la escisión o disgregación de las funciones psíquicas, afectando al pensamiento, a la actividad y al ámbito de la afectividad y de las relaciones del sujeto con el mundo que le rodea (117). La sintomatología esencial de este trastorno consiste en la presencia de síntomas psicóticos durante la fase activa (118), tales como: ideas delirantes extrañas, alucinaciones (sobre todo de tipo auditivo), incoherencia y afectividad embotada. Se produce un deterioro del nivel previo de actividad en el área laboral, de las relaciones sociales y del cuidado personal, con una duración mínima que puede variar (119). Durante esta fase no hay imputabilidad, ya que el enfermo es incapaz de conocer las consecuencias de sus actos y, en consecuencia, de quererlos o de inhibirlos. (120) ce que «Aunque la mayoría de los sujetos con un trastorno bipolar I vuelven a la normalidad total entre los episodios, algunos (20-30%) siguen mostrando labilidad afectiva y dificultades interpersonales o laborales». Pág. 361. CIE 9 (2962) «... «separadas por un intervalo de normalidad». En el mismo sentido CARRASCO GÓMEZ, Opus cit., pág. 96. «En los períodos interfásicos en los que se recupere la normalidad, la inmutabilidad plena será la norma». (117) Esquizofrenia viene de dos palabras griegas: esquizos = escindido, roto y de phren = inteligencia. Afirma VALLEJO-NÁJERA que la mente esquizofrénica se rige por leyes diferentes de las de la persona normal, resultando por ello su conducta incomprensible. La incongruencia de la conducta es consecuencia de la escisión de la personalidad. Guía... cit., págs. 616 y 617. Los estudios de familia consultados por GARCÍA PORTILLO ARROYO ponen de manifiesto la relación entre la esquizofrenia y una serie de trastornos, lo que apoyaría, según este autor, la existencia del espectro de la esquizofrenia. IV Reunión; Interregional de Psiquiatría, Gijón, 25-28 de octubre 1996, pág. 125. (118) Es característica de esta patología la irrupción de los denominados brotes: manifestaciones súbitas de la enfermedad con toda su virulencia. HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 210. (119) DSM-III-R., pág. 226 ss. CIÉ 10, f20-f29, pág. 91 ss. CODON y LÓPEZ SAIZ señalan la estrecha relación de la esquizofrenia con el temperamento esquizotímico (reconcentrado, introvertido) que derivará en una personalidad esquizoide (sujeto anormal pero que no llega a padecer verdadera esquizofrenia) cuando se presentan manifestaciones anormales poco acentuadas (extravagancias, insociabilidad, concentración, frialdad afectiva, hipersensibilidad). El esquizotímico es un sujeto negligente e inadaptado, pero normal, mientras que el esquizoide, tiene una defectuosa motivación y limitadas la conciencia y la capacidad de inhibición. Opus cit., págs. 248 y 275. (120) CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑlN apuntan que, en los momentos de inicio de la enfermedad en los que no existe todavía ningún tra- 419 LUCÍA GARCÍA GARCÍA En los estados residuales (121) consecutivos al proceso esquizofrénico (122), la imputabilidad está directamente ligada a la intensidad del defecto que ha dejado la enfermedad, a los síntomas que del mismo puedan derivarse (123). Este defecto residual se va acentuando después de cada brote, y las remisiones, espontáneas o terapéuticas, entre uno y otro brote, no son nunca totales. En palabras del Tribunal Supremo: «...aunque el enfermo en sus remisiones puede hacer vida prácticamente normal, ya no es el mismo de antes (...) el enfermo esquizofrénico nunca recupera totalmente el dominio de su personalidad». (124) tamiento, el sujeto padece una severa afectación de sus funciones psíquicas (perplejidad, despersonalización y desrealización). Psiquiatría y Derecho, Madrid, 1997, pág. 41. En el mismo sentido DE LA CRUZ RODRÍGUEZ, Estudio de los principales trastornos psíquicos, Consejo General del Poder Judicial, Penal, Vol. I, 1992, pág. 768. (121) DSM-III-R, PÁG. 240, «...persisten signos de enfermedad (...) pruebas continuas de alteración (...) con dos o más síntomas residuales». CIE 9 , «una forma crónica de esquizofrenia», ( 295-6). CIE 10, F20.5, pág. 95. Señala que «por lo menos cuatro de los siguientes síntomas negativos deben haber estado presentes a lo largo de los doce meses previos al diagnóstico», pero sin ninguna otra alusión a cronicidad o persistencia. CARRASCO GÓMEZ, «Aparente falta de actividad psicótica y aparente remisión». Opus cit., pág. 91. Sentencias del Tribunal Supremo: de 17 de diciembre de 1982 (RJ 7720), de 2 de noviembre de 1979 (RJ 3799). (122) Se denomina proceso esquizofrénico a la esquizofrenia en evolución. Cuando ese proceso es de corta duración estamos ante un brote esquizofrénico, después de los cuales, según su intensidad, la personalidad del sujeto puede quedar casi intacta o, lo que es más frecuente, más o menos deteriorada. CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 261. (123) HOMS SANZ DE LA GARZA entiende que quien sufre esta enfermedad debe ser considerado como un enfermo (enajenado), aunque la perturbación sólo se manifieste durante los brotes; lo pertinente, a su juicio, es la apreciación de la eximente porque, salvo las raras excepjciones en que se produce la curación, la esquizofrenia es una patología permanente y todos los actos del enfermo están viciados por ella. Opus cit., pág. 211. Afirman CODÓN Y LÓPEZ SAÍZ, por una parte, que la imputabilidad es «plena en el caso de que la restitución a la normalidad-cosa hoy no rara en esta enfermedad— sea completa» y, posteriormente, que es posible la aparición de un nuevo brote o nuevas descompensaciones de la enfermedad, pudiéndose asegurar que durante los períodos intercalares «la normalidad no suele ser completa». Concluyen diciendo que todo enfermo que ha padecido un brote esquizofrénico no queda con todas las condiciones psíquicas de salud mental, no siendo por ello totalmente imputable, lo que obliga a estudiar cada caso en concreto. (124) Sentencia del Tribunal Supremo, de 8 de febrero de 1990 (RJ 1301). 420 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL Por su parte, el Alto tribunal incurre en algunos errores y contradicciones al tratar esta patología, lo que da lugar a una jurisprudencia confusa. Señala, por ejemplo, que los casos de «esquizofrenia paranoide con ideación delirante deben ser considerados según el artículo 8.1.° del Código Penal...» (125); y, según las Clasificaciones Internacionales de las Enfermedades, las ideas delirantes son síntomas primarios (126); es decir, que están siempre presentes en este tipió de patología. (127) Por otra parte, en algunas Sentencias se inclina por la inimputabilidad en supuestos que denomina de «reacción paranoide» (128), mientras que, en otras, advierte la necesidad de diferenciar «paranoico» y «paranoide», ya que este último término indica mera predisposición a la paranoia y rio la paranoia misma. (129) En Jurisprudencia reciente (130), el citado Tribunal afirma que «...en los casos de auténtica psicosis» (tal es el caso de la esquizofrenia)... «cabe admitir la falta de capa(125) Sentencias de 3 y 23 de mayo de 1995 (RRJJ 3899 y 3911). (126) El DSM-III-R distingue la esquizofrenia paranoide del trastorno delirante, señalando que, en la primera, se presenta el predominio de las alucinaciones y la experiencia de estar controlado por fuerzas extrañas, además de provocar un mayor deterioro en la actividad laboral y social. DSM-III-R, pág. 244. DSM-IV/pág. 292. HOMS SANZ DE LA GARZA señala que la esquizofrenia paranoide es la más peligrosa, debido a las alucinaciones y a las relaciones que se suscitan respecio a terceras personas. Opus cit., pág. 210. VALLEJO-NÁJERA, Guía... cit:, págs. 616 a 618. (127) DSM-III-R, pág. 241. DSM-IV, págs. 279 ss. CIE-10, F20, págs. 91 ss. VALLEJO-NÁJERA, Guía... cit:, págs. 616 ss. Según LACRUZ RODRÍGUEZ, Son «ideas falsas, erróneas, que sobrevienen por vía patológica, irrebatibles por la argumentación lógica o la demostración; incomprensibles psicológicamente, no derivan de otros síntomas ni vivencias y caracterizan la enfermedad». Estudio de los principales trastornos psíquicos, Consejo General del Poder Judicial, Penal, Vol. I, 1992, pág. 763. (128) Sentencias: de 19 de diciembre de 1935 (RJ 2423), de 22 de enero de 1964 (RJ 293), de 22 de enero de 1966 (RJ 161). (129) Sentencia de 22 de enero de 1985 (RJ 167). (130) Sentencia de 3 de mayo de 1995 (RJ 3899). En la de 8 de febrero de 1990 (RJ 1301) aplica la atenuante analógica, aunque el acto punible no fue cometido bajo la influencia de un brote agudo de la enfermedad, porque «no podemos descartar una influencia, apreciable penalmente, sobre el comportamiento del afectado». 421 LUCÍA GARCÍA GARCÍA cidad de comprensión y de autoconducción cuando tal enfermedad alcanza una considerable intensidad». a.2. Trastorno delirante Trastorno delirante es la denominación actual que sustituye a las tradicionalmente utilizadas en el campo jurídico: paranoia, estados paranoides. Es característica esencial de este trastorno el comportamiento anormal en todo aquello que guarde relación con el delirio (131) y normal, con perfecta lucidez, en los demás aspectos de la vida. Esta enfermedad que surge entre los 40 y los 45 años, es crónica y no tiene tendencia a producir lesión en la personalidad del sujeto ni, mucho menos, su destrucción como ocurre con la esquizofrenia. (132) Es interesante la distinción que realizan CODON y LÓPEZ SAÍZ entre personalidad paranoica (133), desarrollo paranoico y paranoia. Describen un proceso evolutivo en que el punto de partida está constituido por la personalidad paranoica (orgullo, desconfianza, interpretación (131) El tipo de trastorno delirante se determina en base a los temas predominantes: tipo erotomaníaco (convicción de que el sujeto es amado por otra persona), tipo grandioso (convicción de que el sujeto es capaz de algo grande sin que se reconozca su talento o capacidad), tipo celotípico (el sujeto está convencido sin motivo alguno de que su pareja le es infiel), tipo persecutorio, es el más frecuente (el sujeto se cree objeto de una conspiración, de un fraude; o se siente espiado, envenenado), tipo somático (convicción de que la piel o la boca emiten un olor repugnante, que hay un parásito interno, que ciertas partes del cuerpo son feas o están mal hechas...). DSM-III-R, págs. 241 ss DSM-IV, pág. 304. (132) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 291. Afirman estos autores que estos enfermos son razonadores hasta la exageración y defienden apasionadamente la verdad y la justicia, pero tal como ellos las ven. HOMS SANZ DE LA GARZA señala que en los trastornos paranoides el delirio guarda una cierta lógica y relación con el ambiente que rodea al sujeto, mientras que en la esquizofrenia es completamente independiente por la desestructuración psíquica que la enfermedad comporta. Es por eso que los trastornos paranoides, en determinados casos, son subsumidos en la figura del trastorno mental transitorio. Opus cit., pág. 224. (133) Creemos que la personalidad paranoica se corresponde con el trastorno paranoide de la personalidad del DSM-III-R. DSM-III-R, pág. 244. DSMIV, pág. 650. 422 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL errónea e inadaptabilidad), que es normal mientras no aparecen las ideas delirantes que dan lugar al desarrollo paranoico. El término del desarrollo paranoico constituye la paranoia. (134) En relación con la imputabilidad de los paranoicos, primeramente se les considera totalmente inimputables cuando el hecho cometido se relaciona con el delirio, posteriormente se sostiene que éste último influye en toda la personalidad del delincuente; lo que implica imputabilidad inexistente o disminuida en todos sus actos, estén relacionados o no con el tema delirante, y aunque el acto delictivo parezca perfectamente razonado o incluso premeditado. (135) El Alto Tribunal incluye las dos posiciones fundamentales en torno a la imputabilidad de los paranoicos 136: si elacto delictivo está relacionado con el delirio de interpretación se aplicará la eximente completa, si no lo está, el sujetó, según unas opiniones, también es inimputable, y, según otras, su capacidad de conocer y querer sufre una disminución (137). También aquí se pone de manifiesto la importancia de la valoración del caso concreto, pero, en cualquier caso, si el hecho cometido ha sido consecuencia de la construcción delirante del sujeto la exención total es la decisión pertinente. (138) Los brotes paranoides no constituyen enfermedad psicótica ni esquizofrénica y, en consecuencia, el sujeto que los padece no tiene anuladas sus facultades intelectivas y (134) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 91. En el mismo sentido VALLEJO NÁJERA, Conócete a ti mismo, Madrid, 1990, págs 90-99, y Guía... cit., pág. 622. (135) Sentencias: de 19 de diciembre de 1935 (RJ 2423), de 22 de enero de 1964 (RJ 293), de 22 de enero de 1966 (RJ 161). VALLEJO NÁJERA, Conócete... cit., pág. 96 «... conservando éste íntegras la inteligencia, la memoria, la lucidez y la capacidad de juicio y raciocinio, siempre que no se trate de su tema delirante». (136) Sentencia de 31 de enero de 1975 (RJ 255). (137) Sentencia de 15 de octubre de 1984 (RJ 4839). (138) Sentencia de 20 de octubre de 1982 (RJ 5663). 423 LUCÍA GARCÍA GARCÍA volitivas, aunque sí disminuidas (139). El Tribunal afirma taxativamente que los síntomas paranoides no pueden equipararse a los de la verdadera paranoia. (140) Quien padece un trastorno delirante paranoide es, potencialmente, en opinión de muchos psiquiatras, el enfermo mental más peligroso, siendo los atentados contra las personas los delitos que suele perpetrar con mayor frecuencia. Estos actos delictivos llevan un sello especial, destacando la especial actitud del infractor ante los mismos y, sobre todo, su comportamiento una vez consumados. No se arrepiente de ello, al contrario, se siente orgulloso. (141) b. Retraso mental (Oligofrenia) El concepto tradicional de oligofrenia viene incluido actualmente en los trastornos del desarrollo con la denominación de retraso mental, cuyos síntomas esenciales son: capacidad intelectual (142) general muy por debajo del promedio, déficit o deterioro significativo de la capacidad adaptativa y comienzo antes de los 18 años. El diagnóstico requiere recoger toda la información posible, no sólo de la inteligencia, sino también de la capacidad de adaptación al medio, y de la autodeterminación. (139) Sentencia de 7 de julio de 1994 (RJ 6255). (140) Sentencia de 24 de julio de 1987 (RJ 6308). Aunque no está correctamente expresado, creemos que el Tribunal alude al trastorno paranoide de la personalidad, en que no se presenta ideación delirante, mientras que en la paranoia sí. CIE-10, págs. 160 y 97 ss. VALLEJO-NÁJERA señala que el trastorno paranoide recuerda la paranoia, pero sin llegar a tener ideas delirantes. Guía... cit., pág. 612. (141) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., págs. 303-304. DSM-III-R, pág. 242. «Estos sujetos se sienten a menudo resentidos y furiosos y pueden mostrarse violentos con los que creen que les están perjudicando». DSM-IV, págs. 303 ss. (142) La capacidad intelectual que se encuentra destacadamente por debajo del promedio se define como un coeficiente intelectual de 70 o inferior. La prueba de C.I. posee un error de medida de cinco puntos aproximadamente; es por eso que un C.I. de 70 se estima situado en una banda que va de 65 a 75. DSM-III-R, pág. 32. DSM-IV, págs. 41 ss. 424 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL Tanto el DSM-III-R como CIE-10 establecen subgrupos dentro del retraso mental, advirtiendo que esas categorías son divisiones arbitrarias, lo que impide definirlas con total precisión. (143) La evaluación diagnóstica debe tomar como base las capacidades globales y no solamente la existencia de un déficit en un área determinada. En consecuencia, las mediciones que reflejan el cociente intelectual no deben ser aplicadas rígidamente. En modo alguno debe hacerse la valoración de la imputabilidad utilizando sólo criterios psicométricos. (144) Tradicionalmente se han venido distinguiendo tres grados en la oligofrenia: idiocia, imbecilidad, debilidad mental. Posteriormente se abandonó esta terminología por sus connotaciones peyorativas, siendo sustituida por: oligofrenia profunda, con menos de 40 de coeficiente intelectual; oligofrenia media, con un coeficiente entre 40 y 60; y la oligofrenia leve, con valores entre 60 y 80. (145) Los niveles de gravedad que reflejan el grado de deterioro intelectual son los siguientes (146): Leve: de 50-55 a 70 Moderado: de 35-40 a 50-55 Grave: de 20-25 a 35-40 Profundo: Por debajo de 20-25 MIR PUIG afirma que las oligofrenias «no suponen en sí mismas, a diferencia de las psicosis, una alteración cualitativa de la vida psíquica, sino una insuficiencia cuantitativa del (143) DSM-III-R, págs 32 ss. CIE-10, (F70-F79). DSM-IV, pág. 42. (144) CARRASCO GÓMEZ,: Opus cit., págs 106 ss. La Sentencia del Tribunal Supremo, de 16 de julio de 1985 (Colex 1044) señala que el grado de imputabilidad debe determinarse casuísticamente, cuidando de intercalar la frase «por regla general», para dar a entender que no son reglas ni límites absolutos. (145) MIR PUIG, Opus cit., jpág. 580. Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de mayo de 1992 (RJ3774). (146) DSM-III-R , pág. 37. 425 LUCÍA GARCÍA GARCÍA grado de inteligencia (147)». No podemos compartir esta opinión, en primer lugar, porque el retraso mental está incluido en la categoría de los trastornos del desarrollo, lo cual da a entender que existe una perturbación o alteración y no sólo una insuficiencia (148). En segundo lugar, entre los síntomas esenciales, además de la capacidad intelectual por debajo del promedio, se incluye el déficit o deterioro significativo de la capacidad adaptativa, con todas las implicaciones que ello supone. Y, finalmente, porque el retraso mental conlleva una amplia sintomatología asociada, que obviamente implica, en mayor o menor grado, alteración en la vida psíquica y no sólo deficiencia cuantitativa del grado de inteligencia. (149) La peligrosidad del afectado por un retraso mental está relacionada con la modalidad del trastorno y con la intensidad del mismo (150). El oligofrénico erético suele llevar a cabo crímenes horrendos contra familiares o seres indefensos (151). Los casos moderados o límites con la normalidad presentan ciertos rasgos delictivos debido a sus dificultades para inhibirse, a la vez que se motivan por estímulos análogos a los de las personas normales. (152) Los débiles mentales tórpidos, por ser muy sugestionables, pueden cometer toda clase de delitos influidos o ate(147) MIR PUIG, Opus cit., pág. 580. RODRÍGUEZ DEVESA, más acertadamente, dice refiriéndose a la oligofrenia que la desviación afecta preferentemente a la inteligencia, Opus cit., pág. 589 (148) En este sentido CARBONELL MATEU et alt., Opus cit., pág. 219. (149) DSM-III-R, pág. 32 ss. DSM-IV, pág. 42 ss. CIE-9, (317-319). Se hace constar explícitamente que «el retraso mental a menudo involucra trastornos psiquiátricos». Los síntomas conductuales más frecuentes son: la pasividad, la dependencia, la baja autoestima, la baja tolerancia a la frustración, la agresividad, la pobreza en el control de los impulsos, las conductas estereotipadas automutilantes y autoestimulantes. CIE 10 alude a las alteraciones de la conducta. F70-F79, págs. 181 y 182. (150) Se distinguen dos formas clínicas: la oligofrenia erética, activa, violenta, irritable; y la tórpida, pasiva, flemática, apacible. Esto puede suponer que dos personas con idéntico grado de retraso mental reaccionen de formas muy diferente, según el tipo de la alteración. CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., págs 222 ss. (151) ORTEGA MONASTERIO afirma que tienen crisis de agresividad muy excepcionalmente. Psicopatología... cit., pág. 27. (152) ORTEGA MONASTERIO, Psicopatología... cit., pág. 22. Para CODON y LÓPEZ SAÍZ, son muy peligrosos, Opus cit., pág. 224. 426 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL morizados por personas de mayor inteligencia. Son muy comunes los delitos sexuales en los que aquellos actúan como sujeto pasivo. Para el Tribunal Supremo, los coeficientes que corresponden a cada una de las gradaciones «con toda clase de matizaciones en las zonas fronterizas», son las siguientes: • oligofrenia profunda -25% de la normalidad. • oligofrenia media -entre 26 y 50% de la normalidad. • simple debilidad mental —entre 51 y 70% de la normalidad. Estos datos, en su traducción jurídica, implicarían la integración de la oligofrenia profunda (153) (antes idiocia) en la eximente completa, la media (antes imbecilidad) en la incompleta y la debilidad mental en la atenuante analógica. La debilidad mental supone disminución de las facultades intelectiva y volitiva pero, según el Tribunal Supremo, sólo será eximente incompleta en relación con determinados delitos (honestidad, algunas veces la vida); en casos de robo con violencia e intimidación, uso de armas y disfraz qué requieren una preparación reflexiva y el desarrollo de un plan, ni el conocimiento ni la voluntad están afectados para poder estimar dicha eximente (154). En la zona fron(153) Sentencia de 20 de abril de 1994(RJ 3350). En su Sentencia, de. 8 de octubre de 1964 (RJ 4178), el Tribunal Supremo determina que cuando se declara la irresponsabilidad por enajenación mental, con base en una oligofrenia de tercer grado que anula completamente la inteligencia y la voluntad del afectado— no siendo, en consecuencia, de carácter transitorio— es preciso acordar el intemamiento en un centro psiquiátrico En el mismo sentido, la Sentencia de 8 de marzo de 1984 (RJ 1719). También MIR PUIG, Opus cit., pág. 583 y CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 222. Afirman estos autores que»Si el oligofrénico, con retraso mental patenté tiene anulada la razón no puede meditar, ni mucho menos premeditar». Asimismo, ORTEGA MONASTERIO, Psicopatología... cit., pág. 27. (154) Sentencia de 18 de enero de 1982 (RJ 346). Señala el Tribunal ¡Supremo al respecto, que, del hecho de presentar una inmadurez personal, junto con tendencias sexuales más o menos aberrantes, de estar afectado por una neurosis y «de necesitar un tratamiento tan etéreo y poco concretado como es el psicoterapéutico, no cabe inferir, como hizo la Sala de Instancia, una evidente y muy grave disminución de sus facultades intelectivas y volitivas, máxime cuan- 427 LUCÍA GARCÍA GARCÍA teriza con la normalidad se sitúan los estados de torpeza mental, en los cuales la personalidad está tan levemente ensombrecida que no influyen en la imputabilidad; dentro de estos estados puede ser incluida la inmadurez. (155) c. Epilepsia De manera tradicional se ha venido incluyendo la epilepsia (156) en el apartado de la enajenación y, dentro de ella, en la psicosis (157), pero no basándose en criterios científicos, ya que aquella patología no se incluye entre las categorías diagnósticas psiquiátricas del DSM-IV ni de la CIE-10 (158) debido a que son materia de la Neurología, pudiendo presentar o no perturbaciones mentales (159). CARBONELL critica este proceder erróneo achacándolo a la inercia de los penalistas y de la Jurisprudencia. (160) En efecto, si analizamos el contenido de la Sentencia del Tribunal Supremo 25 de abril de 1983, (R.J. 2299), obdo es la propia narración fáctica la que nos dice, y repetimos, que desde el punto de vista psiquiátrico no se aprecian rasgos significativos en el orden de alteración de la mente del agente comisor». (155) Sentencia, de 24 de octubre de 1994 (RJ 8165). El Tribunal Supremo estima el recurso presentado por el Ministerio Fiscal contra una Resolución de la Audiencia de Murcia que había exonerado parcialmente al inculpado con base en la profunda inmadurez alegada, que es origen, además, de un trastorno psicosexual denominado «pedofilia». Se añade que, desde el punto de vista psiquiátrico, presenta ciertos rasgos que, aunque no sean significativos, pueden encajar en varias categorías diagnósticas, por ejemplo neurosis, y, en consecuencia, precisa tratamiento psicoterapéutico. (156) HOMS SANZ DE LA GARZA la define como «un estado de perturbación de la función cerebral que se distingue por un trastorno paroxístico recurrente y periódico de la actividad mental con perturbaciones concomitantes de la conducta o del pensamiento. Opus cit., pág. 249. (157) Sentencias del T. Supremo: de 25 de abril de 1983 (RJ 2299) y de 6 de julio de 1983 (RJ 4100). (158) Existe en ésta una referencia a la demencia producida por la epilepsia, en al apartado referido a la Demencia en enfermedades clasificadas en otra parte. CIE-10, 294-1. (159) CASTILLA DEL PINO destaca que el cuadro epiléptico puede dar lugar a patologías reactivas tales como: neurosis, depresión o psicosis paranoide, que derivan, no de la epilepsia sino de la situación-enfermedad de quien la padece. Introducción a la Psiquiatría, Tomo II, Madrid, 1982, pág. 371. (160) CARBONELL MATEU et alt. Opus cit., pág. 275 ss. 428 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL servamos, en primer lugar, que, bajo el nombre de epilepsia, pretende agruparse una serie de trastornos psicóticos, lo cual queda desmentido al comprobarla inclusión de esta enfermedad, como categoría diagnóstica, en un tratado de neurología (161). Ello explica, que no esté contemplada en el DSM-III-R ni en la CIE-10. En segundo lugar, incurre en un doble error el Alto Tribunal. Por una parte, en la clasificación que realiza de las epilepsias no se ajusta a las incluidas en los tratados de neurología (162); y, por otra, cita como formas distintas de éste trastorno, las de «etiología exógena» y «las provocadas por factores externos», cuando ambas expresiones son sinónimas. Tampoco es exacto que las epilepsias genuinas (1,63) sean de origen hereditario. Es cierto que, en ocasiones, tienen un papel factores hereditarios, pero MUMENTHALER (161) MUMENTHALER, Neurología , Barcelona, 1982, 2.6.1, pág. 286 ss «La epilepsia es una de las enfermedades más frecuentes del sistema nervioso». (162) MUMENTHALER, Opus cit„ pág. 286 ss. La clasificación de las formas de epilepsia se puede realizar desde distintas ópticas. En principio, se consideran las clasificaciones según la etiología, el cuadro sintomatológico del ataque clínico o los criterios electroencefalográficos; pero se advierte que no existe una relación constante entre las características según estos criterios distintos, de forma que una epilepsia generalizada, por ejemplo, con idéntica manifestación clínica, puede ser expresión de una epilepsia genuina o de un tumor cerebral localizado, el cual, no obstante, causa otras veces una epilepsia focal de Jackson. La clasificación de las formas de crisis epilépticas propuesta por la Liga Internacional contra la Epilepsia distingue: I. Crisis parciales. II. Crisis generalizadas. Entre estas destacan el «gran mal» (Crisis toniclónicas) y las ausencias. Las crisis parciales son alteraciones localizadas del cerebro. Son epilepsias sintomáticas, aunque también las crisis clínicamente generalizadas puede ser sintomáticas, es decir, producidas por la alteración local de determinada región cerebral. Además, debe recordarse que toda crisis parcial puede transformarse secundariamente en una crisis generalizada. Las ausencias presentan un trastorno de conciencia de corta: duración, no se acompañan de una auténtica lipotimia y hay discretos fenómenos motores. A este grupo pertenecen principalmente las ausencias simples o epilepsias de pequeño mal propias de la edad escolar. (163) Epilepsia generalizada primaria, cuando se presenta una alteración funcional de porciones cerebrales aisladas cuva morfología no puede precisarse. MUMENTHALER, Opus cit., pág. 288. 429 LUCÍA GARCÍA GARCÍA afirma que «en un caso dado, en la etiología participan en grado variable la predisposición y los factores exógenos». En relación con la imputabilidad, primeramente, el Alto Tribunal estimaba que sólo el «gran mal» (164) podía fundamentar la aplicación de la eximente; en caso de «pequeño mal, como ataques incompletos, distimias, estados crepusculares (165)...» la imputabilidad disminuida supone la apreciación de una atenuante o de una eximente incompleta, según la incidencia sobre las facultades psíquicas. De nuevo incurre en error de bulto el Supremo Órgano Judicial, pues las distimias (166) para nada guardan relación con la epilepsia (167). Debemos insistir en que esta patología no es una enfermedad mental (168) sino neurológica, que puede conllevar o no trastornos psíquicos. El Tribunal Supremo considera también causa de inimputabilidad lo que denomina «estados equivalentes» de la epilepsia (169): los estados crepusculares. Acerca de éstos, reiteramos lo dicho, es decir, que no son equivalentes de la epilepsia, sino uno de los síntomas determinantes de la epilepsia de lóbulo temporal (170). Asimismo, CODON y LÓPEZ SAÍZ consideran «equivalentes epilépticos»: ata(164) Los ataques toniclónicos generalizados constituyen esta forma clásica de epilepsia, con la gran crisis convulsiva generalizada y la pérdida de conciencia. MUMENTHALER, Opus cit., pág. 288. (165) Constituyen uno de los síntomas determinantes de la epilepsia de lóbulo temporal, epilepsia temporal o psicomotora. Durante ellos los pacientes realizan manipulaciones complejas con aparente orden y conciencia clara. Pueden ser breves o durar días u horas, pudiendo el enfermo realizar un viaje que constituye una «fuga epilépsica». MUMENTHALER, Opus cit., pág. 300. (166) Se incluyen en el DSM-III-R en la categoría diagnóstica de los estados de ánimo. La sintomatología esencial consiste en un estado de ánimo deprimido, que se presenta la mayor parte del tiempo durante dos años como mínimo. Pág. 276. La CIE-10 incluye las distimias en la categoría diagnóstica de los trastornos de humor (afectivos) persistentes (F34.1) pág. 120 (167) Sentencia del Tribunal Supremo, de 25 de abril de 1983 (RJ 2299). (168) Sentencia del Tribunal Supremo, de 6 de julio de 1983 (RJ 4100), en que se afirma que la epilepsia «es estimada por penalistas y psiquiatras como enfermedad mental». (169) Sentencia del T. Supremo, de 6 de julio de 1983 (RJ 4100). (170) MUMENTHALER, Opus cit., pág. 300. 430 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL ques incompletos, ausencias y estados crepusculares; aducen que tienen «un valor igual a las crisis en lo qué se refiere al diagnóstico». (171) Estas manifestaciones tampoco son exactas, a tenor de los criterios del Tratado de Neurología MUMENTHALER. En primer lugar, con la expresión «ataques incompletos» parece querer referirse a lo que en la clasificación de las formas de epilepsia se denominan crisis parciales, que no son, por tanto, un equivalente de la epilepsia, sirio una forma de la misma. Por otra parte, tampoco coinciden las definiciones, ya que, para aquellos autores, los «ataques incompletos» son aquellos en que falta alguno de los factores característicos; en cambio, las crisis parciales se caracterizar porque la sintomatología clínica no se generaliza por todo el cuerpo simultáneamente, sino que los fenómenos motores se presentan al principio localizados en determinadas partes del mismo. La causa siempre hay que buscarla en alteraciones localizadas del cerebro. (172) Por lo que respecta a las ausencias, constituyen también una forma de epilepsia que, como hemos dicho, anteriormente, presentan trastorno de conciencia de corta duración, no se acompañan de auténtica lipotimia y existen discretos fenómenos motores. (173) Posteriormente se admite la exención de responsabilidad; del autor del hecho, cuando su actuación se ha producido en el aura (174) epiléptica que suele preceder al «gran mal» y es inmediatamente anterior al estado convulsivo. El Tribunal Supremo señala la dificultad de apreciar la eximente cuando no existe constancia de que se hubiera producido el aura; pero, cautamente, señala la necesidad de (171) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 354. (172) MUMENTHALER, Opus cit., pág. 295. (173) MUMENTHALER, Opus cit., págs. 290-291. (174) Sensación subjetiva, premonitoria que precede a la gran crisis (ataques toniclónicos). MUMENTHALER, Opus cit., pág. 288 Se producen trastornos de conciencia, pudiendo el sujeto realizar actos involuntarios y, por 16 tanto, inimputables. CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit. pág. 353. 431 LUCÍA GARCÍA GARCÍA examinar cada caso en concreto (175), de forma que, la decisión sobre el grado de imputabilidad, se fundamente en el estado de las facultades intelectivas y volitivas del procesado en el momento de la realización de los hechos. (176) Se pone de relieve, asimismo, dando un paso hacia adelante, la problemática e interés criminológico de la «epilepsia larvada» con períodos intercríticos más o menos dilatados. Se afirma que los «equivalentes epilépticos conducen a una psicopatía epileptoide» (177) y a un deterioro mental progresivo, afectante a las facultades intelectivas y volitivas, que daría lugar a la apreciación de una eximente incompleta o de una atenuante, según los casos. En la más reciente jurisprudencia, el Alto Tribunal, si bien subraya la dificultad de obtener conclusiones generales en lo que toca a la responsabilidad penal de los epilépticos, limita la exención a los actos realizados durante el «ataque comicial», extensible a los llevados a cabo en «aura epiléptica», en los «estados crepusculares» y en la «demencia epiléptica». (178) Acerca de los períodos intercalares entre los ataques, que traen a colación el problema de los intervalos lúcidos, de aparente y completa lucidez, CODON y LÓPEZ SAÍZ se pronuncian abiertamente, propugnando que tales intervalos no son tan netos, tan claros, como se pretendía, debido (175) CÓRDOBA RODA estima muy acertado este criterio. Psiquiatría Forense, Centro de Estudios Judiciales, Madrid, 1994, pág. 59 En el mismo sentido CARBONELL et. alt., Opus cit., pág. 279. (176) Sentencias del Tribunal Supremo: 6 de julio de 1983 (RJ 4100) y 24 de septiembre de 1982 (RJ 4962). (177) Ni en las clasificaciones internacionales, CIE-10 y DSM-III-R y DSMIV, ni en el tratado neurológico, MUMENTHALER, existe una categoría diagnóstica denominada «psicopatía epileptoide». No obstante, este último señala que, cuando los ataques se repiten, con frecuencia, se produce una alteración de la personalidad, y el afectado se caracteriza por ser lento, pedante, minucioso, pegajoso y, en ocasiones, exageradamente inquieto y excitable. MUMENTHALER, Opus cit., pág. 288. CÓRDOBA RODA, Opus cit., pág. 59. En la Sentencia de 21 de enero de 1983 (RJ 41), el Tribunal Supremo alude a la «personalidad epileptoide» que va deformándose progresivamente hasta constituir el «carácter epiléptico» que quizás sea el equivalente de la «alteración de la personalidad» que contempla MUMENTHALER. 432 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL a que la forma de! ser del epiléptico subyace en cualquier actuación, afectando a su conducta en toda su extensión, por lo que hay que admitir siempre una inferioridad psíquica, en mayor o menor grado. En relación con el potencial delictivo del epiléptico, se pone de manifiesto, al mismo tiempo que la violencia de que son capaces (179), la inconsciencia, la falta de disimulo y el sueño irresistible, en ocasiones, que le impide huir después de realizada la infracción penal. Esta puede consistir en actos brutales, sin motivación, realizados sin consciencia de ello y, en consecuencia, seguidos de una conducta especial, típica de estos enfermos. Es característica la fuga (poriomanía) una vez realizado el acto criminal, que no es una huida en sentido propio, sino una manifestación patológica más, producto de su inconsciencia, por la que es fácil identificarlo. (180) B. Casos particulares a. Psicopatías (trastornos de la personalidad) En primer lugar, debemos hacer constar que el término psicopatía, utilizado por el Tribunal Supremo en su Jurisprudencia, no viene recogido explícitamente en las clasificaciones internacionales de las enfermedades, aunque, por la sintomatología, lo podemos encajar fácilmente en el trastorno antisocial de la personalidad (181) del DSM-III(178) Sentencia de 3 de mayo de 1994 (RJ 3649). (179) LÓPEZ IBOR ALIÑO, Psiquiairía, Tomo II, Barcelona, Ed. • Torav, 1981, pág. 344 (180) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., págs 362 y 363. En el pasado se abusó de la utilización del término «psicopatía» aprovechando su ambigüedad actualmente el uso de «trastorno de personalidad antisocial» como sinónimo ha supuesto una cierta identificación entre psicopatía y conducta antisocial y, en consecuencia, el uso de etiquetas para designar aipsicóticos, neuróticos y, cierto tipo de delincuentes. TOMÁS, Delfina, en GARRIDO GENOVÉS et alt., Psicópata, Valencia, 1993, pág. 87. (181) DSM-III-R (301-70). pág. 410 ss. La sintomatología esencial consiste en una línea de conducta irresponsable y antisocial de inicio en la infancia o en 433 LUCÍA GARCÍA GARCÍA R y DSM-IV o en el trastorno disocial de la personalidad (182) de la CIE-10. VALLEJO-NÁJERA sí utiliza este vocablo y lo encuadra entre los trastornos de la personalidad, bajo el título «Trastorno antisocial de la personalidad. Psicopatías. Sociopatías. Neurosis del carácter» (183). Asimismo, ORTEGA MONASTERIO incluye este trastorno como «Síndrome psicopático o trastornos de la personalidad (o caracteropatías)». (184) Suele encontrarse en los textos jurídicos la clásica definición de la personalidad psicopática de Schneider: «aquella que por su peculiaridad sufre o hace sufrir a los demás» la primera etapa de la adolescencia y continúa en la edad adulta. El establecimiento de este diagnóstico requiere una historia de trastornos de conducta antes de los 15 años (mentiras, robos, holgazanería, peleas, huidas del hogar y crueldad física). Estos sujetos no logran asumir las normas sociales, llevan a cabo actos antisociales, como destrucción de la propiedad, robos y conductas ilegales. Suelen ser agresivos y tendentes a la promiscuidad sexual. Carecen de remordimientos ante los efectos de su conducta sobre los demás e, incluso, la justifican culpando a otros. TOMAS, Delfina, en GARRIDO GENOVÉS, Psicópata cit., pág. 84. «El psicópata sería una persona altamente impulsiva y extravertida, que puntuaría bajo en las escalas de ansiedad». (182) CIE-10 (F60.2) pág. 161. Los criterios generales de este trastorno, de los cuales cuatro al menos deben estar presentes, son los siguientes: • Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás. • Marcada y persistente irresponsabilidad. Desprecio de las normas y obligaciones sociales. • Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas. • Baja tolerancia a la frustración. Bajo umbral para descargas de agresividad. • Incapacidad para sentir culpa. • Predisposición para culpar a los demás y ofrecer razonamientos exculpatorios de los comportamientos conflictivos. DSM-IV, pág. 662. (183) VALLEJO-NAJERA, Conócete a ti mismo, Madrid, 1990, pág. 74. Señala este autor que, en la literatura técnica se les conoce como psicópatas, término que se presta a confusiones, porque en el lenguaje científico se tiende a aplicar «psicópata» al enfermo psíquico y, por definición, el psicópata no es un enfermo mental. Guía... cit., pág. 611. HOMS SANZ DE LA GARZA utiliza la denominación «trastorno de la personalidad antisocial». Opus cit., pág. 128. (184) ORTEGA MONASTERIO, Psicopatología... cit., pág. 29 ss. y Psiquiatría Forense, Centro de Estudios Judiciales, 1994, pág. 22 ss. Afirma este autor que los trastornos de la personalidad o psicopatías no son un grupo homogéneo bien definido, sino un cajón de sastre en el que se agrupan diversas tipologías de personalidad, caracterizadas por la conflictividad social. En estas personalidades subyace, en general, una inmadurez afectiva y una base constitucional ligada al temperamento. 434 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL (185). VALLEJO-NAJERA, en cambio, señala que este grupo de personas hace padecer a los demás, pero ellos no acusan sufrimiento ni sentimientos de culpa (186). Esté criterio armoniza mejor, sin duda, con la sintomatología esencial descrita en las clasificaciones internacionales. (187) No es fácil definir 1a personalidad anormal, pues en personas psíquicamente normales, que razonan bien y con un claro sentido de la realidad, podemos encontrar formas de conducta extrañas o anómalas. Tienen en común la tendencia a percibir y responder a la realidad ambiental de forma, tan inadecuada, que entorpece su adaptación sin que exista enfermedad mental (188). Estos rasgos de personalidad constituyen pautas duraderas (189) en la forma de percibir, pensar y relacionarse con el ambiente y con uno mismo y se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos personales y sociales. (185) RODRÍGUEZ DEVESA, Opus cit., pág. 588. MIR PUIG, Opus cit., pág. 581. CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 563. Estos autores incluyen en tre los psicópatas, a los psicópatas esquizoides, los psicópatas paranoides y los psicópatas epileptoides; debemos aclarar , de acuerdo con VALLEJO-NÁJERA, que «Los trastornos antisociales de la personalidad forman un grupo aparte de los restantes trastornos de la personalidad (...). En la literatura técnica también se les conoce como psicópatas». Las psicopatías, como se ha dicho, se identifican con el trastorno antisocial o disocial de la personalidad; mientras que el trastorno paranoide y el trastorno esquizoide, son categorías diagnósticas diferentes, aunque se incluyan entre los trastornos de la personalidad. Lo referente a la epilepsia no pertenece a la Psiquiatría, sino a la Neurología. VALLEJONÁJERA, Conócete... cit., págs. 74 a 77. Remitimos a lo dicho en el apartado de este trabajo dedicado a la epilepsia. ORTEGA MONASTERIO, Psicopatología cit., pág. 30. Incurre en error al identificar el todo con la parte. Este autor alude a los «trastornos de personalidad o psicopatías», siendo así que las psicopatías pertenecen, dentro de los trastornos de la personalidad, a la categoría diagnóstica de los trastornos antisociales. Pero existen, además, otros trastornos de lapersonalidad: esquizoide, histriónico, paranoide, por evitación, etc.:. VALLEJO-NAJERA, Conócete... cit., pág. 74. TOMAS, Delfina, en GARRIDO GENOVÉS, Psicópata, Valencia. 1993, pág. 83. DSM-III-R (301) pág. 403 ss. CIE-10 (F60-F69) pág. 159 ss. DSM-IV, pág. 662: (186) VALLEJO-NAJERA; Conócete... cit., pág. 75. HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 129. (187) Ver notas anteriores relativas al DSM-III-R y a la CIE-10. (188) VALLEJO-NÁJERA. Guía práctica de Psicología, Madrid, 1991, pág. 611. (189) MARTÍNEZ LÓPEZ habla de «patrones crónicos de conducta». En GARCÍA PRIETO et alt., Manual práctico de Psiquiatría actual, 1994, pág. 32. 435 LUCÍA GARCÍA GARCÍA Sólo en el caso de que los rasgos de personalidad sean inflexibles y desadaptativos, causen una incapacitación funcional significativa o una pertubación subjetiva es cuando cabe hablar de trastornos de personalidad (190). Cuando tales rasgos, sólo ocasionalmente implican riesgos de desadaptación y sufrimento, aún pudiendo ser considerados como anormales, no deben recibir un diagnóstico psiquiátrico específico, ni ser codificados. (191) La utilización del vocablo psicópata se presta a confusiones y encierra en sí mismo un contrasentido, ya que, en el lenguaje científico, hace referencia al enfermo psíquico, (192). y estas personas son, en principio, psíquicamente normales (193), dado que su capacidad cognitiva es normal. Gran parte de los delincuentes pertenecen a este colectivo (194), que no debe confundirse con los delincuentes «normales», cuyos actos no tienen origen en rasgos patológicos del carácter, sino en su libre elección. (195) Desde el punto de vista jurídico, las psicopatías constituyen un tema polémico, con diversidad de criterios y que (190) DSM-IL.R, pág. 401. CIE 10, F60.2, págs. 159 a 162. (191) CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑÍN, Psiquiatría y Derecho cit., pág. 333. (192) HOMS SANZ DE LA GARZA «... salvo excepcionales supuestos que por la gravedad e intensidad de la perturbación se acercan a la psicosis». Opus cit., págs. 128 y 132. Por el matiz de anomalía de adaptación social, estos trastornos también se conocen como sociopatías, y, en la literatura analítica como neurosis del carácter. VALLEJO-NÁJERA, Conócete... cit., pág. 75 y Guía... cit., pág. 611.»... el psicópata no es un enfermo mental». (193)Para CODON y LÓPEZ SAÍZ, son personalidades anormales. Opus cit., pág. 562. (194) CANTERO, en GARRIDO GENOVÉS,. Propugna esta autora, citando a CRAFT, que, aunque existe un cierto solapamiento, los delincuentes y los psicópatas no tienen las mismas características. No todos los psicópatas son delincuentes, ni todos los delincuentes son psicópatas. Psicópata cit., págs. 38 y 39. CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑIN hablan de «alteración caracterizada por un desprecio y violación de los derechos de los demás». Psiquiatría y Derecho cit., pág. 335. CIE 10 incluye entre los criterios que debe cumplir el trastorno: «bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a comportamientos violentos». F60.2, ap. 4, pág. 162. (195) ORTEGA MONASTERIO, Psicopatología... cit., pág. 29. VALLEJONÁJERA, Conócete... cit., pág. 75. 436 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL presenta una línea evolutiva en el campo jurisprudencial. Coinciden, en general, los penalistas en reconocer que no existe defecto en las facultades intelectivas, sino deficiencias en la afectividad o alteraciones caracterológicas por lo que, en principio, no son enfermedades. (196) Pero mientras algunos autores estiman pertinente que el Tribunal Supremo niegue de ordinario toda relevancia atenuante al hecho de que el procesado esté afectado por una psicopatía (197), muchos otros opinan que la anormalidad en la afectividad, necesariamente ha de conllevar una anormal formación de la voluntad, por la estrecha interrelación existente entre ésta última, el estado de ánimo y la personalidad íntegra del sujeto (198). Nos alineamos con esta última tendencia, con apoyo en lo señalado en el Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales. (199) No se pretende que todas las psicopatías deban ser causal de apreciación de la eximente; lo que se propugna es la eliminación de apriorismos (200), pues no se considera (196) CÓRDOBA RODA, Opus cit., pág. 57. MÍR PUIG, Opus cit., pág. 581. MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES et alt„ Comentarios... cit., pág. 139. RODRÍGUEZ DEVESA, Opus cit., pág. 588. ALONSO ÁLAMO, Observaciones sobre el tratamiento penal de las psicopatías, en Libro-Homenaje al Profesor. Antonio Beristain, San Sebastián, 1989, pág. 447. (197) CÓRDOBA RODA, Opus cit, págs. 57 y 58. Propone, no obstante este autor como excepción, el que la psicopatía se presente asociada con Otras perturbaciones o deficiencias y que, en todo caso, debe tenerse en cuenta el efecto psíquico sufrido por el agente. ORTEGA MONASTERIO, Psicópatológía... cit., pág. 30. (198) MIR PUIG, Opus cit., pág, 585. CARBONELL MATEU, Opus cit., pág. 51. (199) «A pesar de la creencia tópica de que los sujetos con este trastorno están mentalmente sanos, (...) presentan síntomas de malestar personal (...) Las dificultades interpersonales y la disforia tienden a persistir hasta la última etapa de la vida adulta, incluso cuando la conducta antisocial más flagrante ya ha disminuido. Existe un marcado deterioro de la capacidad para mantener relaciones duraderas, íntimas, cálidas y responsables con la familia, amigos o compañeros sexuales». DSM-III-R, pág. 411. ALONSO ÁLAMO parece no compartir esta tesis, pues afirma «... en los supuestos en que la capacidad cognoscitiva y volitiva no se halle afectada y pese a ello; el sujeto presente alteraciones de la personalidad (de la afectividad...)». Opüs cit., pág. 457. (200) MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES et alt:. Comentarios... cit.,pág. 138. 437 LUCÍA GARCÍA GARCÍA equitativo declarar plenamente imputables a los afectados por estos trastornos, castigándoles como si fuesen normales (201). Por otra parte, en la expresión «cualquier anomalía o alteración psíquica», utilizada en el actual artículo 20 del Código Penal, tienen cabida las psicopatías, siempre y cuando determinen el efecto de impedir a quien las padece «comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión». Ello exige analizar individualizadamente caso a caso. (202) TORIO sostiene que no debería existir duda alguna acerca de la equiparación de las psicopatías profundas con las psicosis, considerándolas, por tanto, causa de exclusión de la capacidad de culpabilidad (203). Debemos decir al respecto, que ambas categorías diagnósticas están bien diferenciadas en las clasificaciones internacionales y no pueden equipararse en modo alguno. Es cierto que muchos de los rasgos característicos del trastorno antisocial de la personalidad pueden presentarse en el contexto de algunos trastornos psicóticos; pero en el trastorno antisocial de la personalidad (psicopatía) nunca estarán presentes, por definición, los síntomas psicóticos primarios, tales como la (201) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 616. MIR PUIG, señala al respecto que la comprensión de la ilicitud no resulta afectada por la psicopatía, pero duda que el psicópata tenga la misma capacidad de autocontrol que las personas normales. Opus cit., pág. 585. Más radical se muestra CARBONELL MATEU, quien, después de afirmar que «la exclusión de los trastornos de la afectividad no puede sostenerse con carácter general si hemos de adoptar un concepto normativo de enajenación», critica duramente los pronunciamientos del Tribunal Supremo, porque estima constituye un contrasentido negar que la psicopatía sea un trastorno mental, cuando está incluida en los textos psiquiátricos. Opus cit., pág. 236.Aduce este autor que «si las alteraciones de memoria, la debilidad mental y los trastornos de personalidad no son trastornos mentales ¿qué son? ¿alteraciones respiratorias?» . Siguiendo las Clasificaciones Internacionales mencionadas reiteradamente, las alteraciones de la memoria no se cuentan entre los síntomas de la psicopatía, ni tampoco la debilidad mental que pertenece a una categoría diagnóstica diferente (trastornos del desarrollo - retraso mental). Por lo que toca a los trastornos de personalidad nos remitimos a lo ya dicho.Opus cit., pág. 241. (202) CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 615. MORALES PRATS, En QUINTERO OLIVARES et alt., Opus cit., pág. 139. MIR PUIG, Opus cit., pág. 585. QUINTERO OLIVARES, Opus cit., pág. 422. (203) TORIO LÓPEZ, Fórmulas... cit., págs. 969 y 974. 438 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL alteración grave en el juicio de la realidad, ideas delirantes o alucinaciones, porque de existir éstos, también por definición, estaríamos, no ante una psicopatía, sino ante un trastorno psicótico. (204) En el supuesto de existir algunos rasgos del trastorno antisocial asociados a un trastorno psicótico, el diagnóstico adicional del trastorno antisocial sólo debe hacerse cuando exista una pauta clara de conducta antisocial (205). Pueden, asimismo, presentarse síntomas psicóticos transitorios en los trastornos paranoide, esquizoide, límite y esquizotípico de la personalidad, no en el trastorno antisocial. (206) Para la jurisprudencia del Tribunal Supremo, en términos generales, puede decirse que, tradicionalmente, se ha venido considerando que las psicopatías no afectan a las capacidades intelectiva y volitiva del sujeto y, por tanto, no disminuyen su imputabilidad. Esto, sobre todo, a causa de la imposibilidad de encajar este trastorno en la enajenación del artículo 8.1.° del Código derogado (207). En algunos supuestos, se ha estimado pertinente la aplicación de la eximente incompleta, pero siempre la psicopatía se presentaba asociada con otra patología. (208) (204) DSM-III-R, pág. 480. DSM-IV, pág. 279 ss. (205) DSM-III-R, págs. 412-413. La ausencia de un trastorno de conducta en la infancia y la naturaleza episódica de la conducta antisocial impiden el diagnóstico adicional de trastorno antisocial de la personalidad. (206), DSM-III-R, pág. 235: DSM-IV, pág. 645 ss. (207) Sentencia de 10 de abril de 1957 (RJ 1273). Se aduce que no se considera enajenación. En la de 25 de noviembre de 1978 (RJ 4116) se alega que la psicopatía no disminuye la imputabilidad salvo que sean consecuencia de una enfermedad o lesión cerebral que incida en las capacidades intelectiva y volitiva, anulándolas o disminuyéndolas. Creemos que esta argumentación es incorrecta, a tenor de las clasificaciones internacionales, pues la psicopatía es un trastorno de la personalidad, pero sin merma de capacidades intelectuales; y tales trastornos derivan de la constitución, no de enfermedades o lesiones cerebrales, pues en este ultimo caso lá categoría diagnóstica correspondería a la de los trastornos y síndromes mentales orgánicos (DSM-ÚI-R pág. 119 ss). En el mismo sentido sentencias: de 10 de octubre de 1984 (RJ 4825) y de 25 de octubre de 1984 (RJ 5041). (208) La Sentencia de 6 de febrero de 1987 (RJ 1208) aplica la eximente incompleta de enajenación mental en un caso de psicopatía que, habiendo sido 439 LUCÍA GARCÍA GARCÍA El Tribunal Supremo, continuando con la línea evolutiva de su jurisprudencia, en su empeño de adecuar la pena a la personalidad del sujeto, admite la atenuante analógica, (209) en trastornos psicopáticos de la personalidad, cuando el acto delictivo estuviera en relación causal psíquica con la desviación caracterológica advertida (210), y la eximente, completa o incompleta, únicamente, en supuestos en que la personalidad psicopática coexistiese con otra enfermedad mental o si concurriesen circunstancias excepcionales que eliminasen o disminuyeran seriamente la inteligencia y la voluntad. (211) En la reciente sentencia (212), de 5 de mayo de 1995, el Alto Tribunal pone claramente de manifiesto el cambio de criterio en esta materia. En primer lugar, t o m a como p u n t o de referencia las clasificaciones internacionales de las enfermedades, si bien creemos que existe cierta confusión en sus afirmaciones. Se aduce primeramente que el procesado paprecozmente adquirida, parece influir como fondo vivencial integrando una unidad con la base disposicional. A eso se superpone el nivel totalmente inmaduro del procesado, que hace suponer también padece oligofrenia. Estimamos que el Tribunal Supremo incurre de nuevo en error, ya que este trastorno, insistimos, no es adquirido, sino constitucional; la sintomatología esencial empieza en la infancia o en la primera etapa de la adolescencia. Por ello, la psicopatía, no integra una unidad con la base disposicional, sino que es la base constitucional de la misma. En la Sentencia de 22 de marzo de 1994 (RJ 2388), la personalidad psicopática del sujeto presenta síndromes análogos, aunque atenuados, a los rasgos caracterizadores de las paranoias. Aduce el Tribunal Supremo que «debe admitirse en estas psicopatías adjetivadas una sensible disminución de las condiciones básicas de la imputabilidad». Los rasgos a que alude este Tribunal son: alteraciones del carácter, temperamentales que soportan mal la contradicción, intransigentes, tenaces y fanáticos en sus ideas. Tales rasgos no constan entre los propios del trastorno delirante (paranoide) o paranoia; podrín encajarse en el trastorno paranoide de la personalidad, pero tampoco exactamente. En la misma línea, Sentencia de 13 de junio de 1985 (RJ 3005). ORTEGA MONASTERIO, Opus cit., pág. 24. CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 562. DSM-III-R, págs. 401 y 410. DSM-IV, pág. 645 ss. (209) Sentencia de 23 de febrero de 1993 (RJ 1399). Aduce el Alto Tribunal que el «psicópata no es un enajenado en sentido estricto (...) pero sí un enfermo mental». (210) Sentencia de 24 de enero de 1991 (RJ 283). (211) Sentencia de 22 de abril de 1993 (RJ 3174), de 20 de septiembre de 1993 (RJ 6801), de 28 de septiembre de 1994 (RJ 7238) y de 6 de mayo de 1994 (RJ 3621). (212) (RJ 3618) con clara modificación de criterio con respecto al mantenido en la Sentencia de 13 de junio de 1985, Colex, núm, 842. 440 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL decía un trastorno de la personalidad (Border-line) (213) que limitaba moderadamente sus facultades de entender y querer, para luego referirse a los trastornos de la personalidad o personalidades psicopáticas. Queremos insistir, trastornos de personalidad es la categoría diagnóstica que agrupa los siguientes; subtipos: trastorno paranoide de la personalidad, trastorno esquizoide de la personalidad, trastorno esquizotípico (214) de la personalidad, trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad (Border-line en la CIE-10), trastorno histriónico de la personalidad, trastorno narcisista de la personalidad, trastorno de la personalidad por evitación, trastorno de la personalidad por dependencia, trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad, trastorno pasivo-agresivo de la personalidad, y trastornos de personalidad no especificados. (215) C o m o se ha dicho, la palabra psicopatía no a p a r e c e en n i n g u n a de las m e n c i o n a d a s clasificaciones, h e m o s de recurrir p a r a aclarar la cuestión al criterio de VALLEJONÁJERA, quien dice, textualmente: «los trastornos antisociales de la personalidad forman un grupo aparte de, los restantes trastornos de la personalidad, engloban a personas con alteraciones importantes de la convivencia. En la literatura técnica también se les conoce como psicópatas». (216) (213) (RJ 3618). Afirma este Tribunal que este trastorno n e n e catalogado en el DSM-III-R, lo cual no es exacto, ya que esta denominación es la utilizada en la CIE-10 (F60.31, pág. 163) y no en el DSM-III-R que agrupa a estos trastornos bajo la denominación trastorno límite de la personalidad (pág. 415). (214) Según GARCÍA PORTILLO ARROYO, dentro de los trastornos de la personalidad, los más relacionados con la esquizofrenia son: el esquizotípico, el paranoide y el esquizoide, por este orden. IV Reunión Interregional de Psiquiatría Gijón, 25-28 de octubre 1996, páe. 125. (215) DSM-III-R, pág. 401 ss.l DSM-IV, pág. 645 ss. CIE-10, pág. 159 ss. ORTEGA MONASTERIO considera insuficiente la clasificación del DSM por no recoger la psicopatía distímico-agresiva y por reservar los trastornos de conducta agresivos a los grupos «trastorno antisocial». Psicopatologta... cit, págJ 29. (216) VALLEJO-NÁJERA, Conócete., cit., págs. 74-75 y Guia.:, cit., pág. 611. En este último texto se inscribe bajo la rúbrica: «Trastorno antisocial de la personalidad, psicopatías, sociopatías, neurosis del carácter». En la misma línea HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 128. 441 LUCÍA GARCÍA GARCÍA De todo lo dicho se deduce que el trastorno límite de la personalidad (border-line) y la psicopatía son dos categorías diferentes, con distintos criterios diagnósticos, aunque pueden presentarse asociados. Hace referencia el Supremo Órgano Judicial a la superación de la actitud clásica de penalistas y psiquiatras, que consideraban imputables a quienes padecían estas alteraciones (suponemos que se refiere a las psicopatías, aunque está confuso, pues anteriormente había vuelto a citar las personalidades límite), salvo que se presentasen asociadas a toxicomanías o a estados fronterizos con lo psicótico. Se reconoce ampliamente que, si bien es necesario estudiar el caso concreto ya que no pueden darse reglas generales, la libertad interna de estas personas puede estar limitada, e incluso, en ocasiones, anulada. (217) Se propugna abiertamente la atenuación de la pena, aunque teniendo en cuenta las circunstancias, y se reconoce sin ambages que el psicópata (218), aunque no enajenado, en sentido estricto, sí es un enfermo mental (219); no obstante, tal enfermedad puede ser más o menos relevante o carente de relevancia en relación con la imputabilidad. Este criterio del Alto Tribunal choca frontalmente con el de: VALLEJO-NÁJERA (220), CODON y LÓPEZ SAÍZ (217) ALONSO ÁLAMO, Opus cit., pág. 452. TOMAS, Delfina, en GARRIDO GENOVÉS, Psicópata., cit., pág. 85. Destaca esta autora, que determinadas investigaciones han proporcionado sólidos fundamentos, que han permitido establecer patrones biológicos definitorios de la psicopatía asociados con: niveles deficientes de serotonina y de MAO, deficiencia adrenocortinal, excesiva androgeneidad y niveles bajos de activación cortical. La MAO es una sustancia protefnica producida por células vivas que actúa como catalizador en los procesos del metabolismo. Es un enzima activo de gran importancia en el funcionamiento cerebral y en la regulación del predominio de transmisores, tales como la serotonina y la adrenalina. (218) Aquí observamos la confusión del Tribunal, ya que se refiere indistintamente, cuando al trastorno límite de la personalidad, cuando a la psicopatía. Sentencia de 5 de mayo de 1995 (RJ 3618). (219) Ya se habaía expresado en estos términos, en la Sentencia de 23 de febrero de 1993 (RJ 1399). (220) «Por definición el psicópata no es un enfermo mental». VALLEJONÁJERA, Conócete... cit., pág. 75. 442 MARCO JURÍDICO, DE LA ENFERMEDAD MENTAL (221), CABRERA FORNEIRO Y F U E R T E S ROCAÑÍN y. ORTEGA MONASTERIO (222). Aún da un p a s o m á s el Trib u n a l en su a p e r t u r a , no d e s c a r t a n d o a priori ni tan siquiera la exención de responsabilidad, si bien recalca q u e hay q u e atenerse a las circunstancias presentes en cada caso concreto. Concluyendo, dado que, con la nueva regulación, lo que: adquiere la máxima trascendencia es el efecto psíquico, la relevancia que en cada caso corresponda a la psicopatía dependerá, como en los restantes supuestos de trastornos psíquicos, del citado efecto psíquico en el sujeto. (223) En el caso específico del psicópata esquizoide, se subraya la existencia de u n a doble alteración de la personalid a d que, según su grado de profundidad, debe ser determ i n a d a p o r el perito caso a caso, p u e d e ocasionar, a juicio del Alto Tribunal, bien la total abolición, bien la disminución, de las facultades de e n t e n d i m i e n t o y voluntad, dep e n d i e n d o la apreciación de la eximente, c o m o completa o incompleta, de la valoración jurídieo-penal en los casos respectivos. (224) Es destacable q u e él Tribunal S u p r e m o h a g a referencia al ¡caso concreto, p o n i e n d o de manifiesto u n a evolución en su| línea j u r i s p r u d e n c i a l en este aspecto. Pero no p o d e m o s estar de a c u e r d o en q u e estas alteraciones p u e d e n ocasion a r la total abolición de las facultades de e n t e n d i m i e n t o y voluntad, y, tocante a la primera, ni siquiera disminución, a ú n d á n d o s e asociados los dos t r a s t o r n o s m e n c i o n a d o s , p u e s , p o r definición, a m b o s son t r a s t o r n o s de la personalidad, en q u e el sujeto r a z o n a bien y posee un claro sentido (221) «No son por lo tanto los psicópatas enfermos mentales». CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 561. (222) «No se les considera mermados en sus capacidades, salvo en los casos en que exista una toxicomanía o bien aquellos trastornos de la personalidad que presentan elementos de psicoticismo». ORTEGA MONASTERIO, Psiquiatría... cit., pág. 23. (223) CÓRDOBA RODA, Opus cit., pág. 58. (224) Sentencia de 26 de mayo de 1982 (RJ 2720). 443 LUCÍA GARCÍA GARCÍA de la realidad (225), si bien puede ser muy dudoso la no afectación de la capacidad volitiva o capacidad de autocontrol. (226) Hay que tener presente que las personas con trastornos de la personalidad tienen una forma de ser y de comportarse que se desvía de las normas aceptadas en su entorno. Esta desviación puede presentarse en dos o más de los siguientes aspectos. a) Cognición (forma de percibir e interpretar las cosas, personas y acontecimientos) h) Estado de ánimo c) Control de impulsos. d) Relaciones con los demás. Además, la desviación debe ser persistente, con presencia de malestar personal, no puede ser explicada como una manifestación o consecuencia de otros trastornos mentales (aunque puede coexistir) y deben excluirse como origen de la misma las enfermedades mentales orgánicas. (227) El tratamiento médico-psiquiátrico de esta patología es extremadamente complejo, al igual que el jurídico-penal (228). La solución debe buscarse en la detección del problema desde la infancia, concretamente, a nivel escolar, donde la colaboración del profesorado puede ser valiosa. (225) VALLEJO-NÁJERA, Conócete... cit., pág. 74. HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 132. Señala este autor que «De no acreditarse anomalía psíquica grave la imputabilidad es plena, puesto que, de lo contrario, él cajón de sastre de esta psicopatía podría dar lugar a una auténtica patente de corso para la comisión delictiva». (226) MIR PUIG, Opus cit., pág. 585. ORTEGA MONASTERIO, Psiquiatría Forense, N.° 3, 1994, pág. 22. (227) CIE-10, (F60), pág. 159. (228) BENEYTO, M.ª José, afirma que los cambios en el sistema legal no solucionan por sí mismos los problemas de la psicopatía, ya que podrían resultar inútiles sin un cambio en las actitudes sociales hacia los psicópatas a través de la educación. En GARRIDO GENOVÉS, Psicópata, Valencia, 1993, pág. 82. CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑÍN, Psiquiatría y Derecho cit, pág. 486. 444 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL Aunque los estudios realizados desde el área del aprendizaje no han aportado conclusiones claras, se ha comprobado que los psicópatas, bajo ciertas condiciones, aprenden igual o mejor que los no psicópatas (229). El tratamiento penitenciario es ineficaz, perjudicial y contagioso (230), por lo que es necesario crear centros específicos para estas perspnas, en los que coexistan medidas de seguridad e investigación científica. b. Neurosis Las clasificaciones internacionales de las enfermedades apenas utilizan este término y, actualmente, en relación con este concepto, encontrarnos las categorías diagnósticas: trastornos por ansiedad, trastornos somatoformes y trastornos disociativos (231). Son rasgos característicos de estas perturbaciones, los síntomas de ansiedad y las conductas de evitación. En los trastornos por ansiedad se integran los trastornos por angustia —con o sin agorafobia (232)— la fobia social, la fobia simple, trastorno obsesivo compulsivo (o neurosis obsesivo-compulsiva) (233), trastorno por ansiedad ge(229) TOMÁS, Delfína, en GARRIDO GENOVÉS. Psicópata: cit., pág. 85. (230) HOMS SANZ DÉ LA GARZA, Opus cit.; pág. 132. (231) DSM-III-R, pág. 281 ss. En la CIE-10, esta categoría recibe el nombre de trastornos neuróticos secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos. (F40-F49), pág. 123 ss. En el DSM-IV se incluyen trastornos de ansiedad, trastornos somatoformes, trastornos facticios y trastornos disociativos. Pág. 401 ss. (232) DSM-III-R, pág. 281 ss. DSM-IV, pág. 401 ss. La sintomatología,esencial consiste en sufrir crisis de angustia recurrentes. El carácter inesperado de éstas es un rasgo esencial y comienzan con aprensión, miedo o terror intensos. La agorafobia da como resultado la aparición de restricciones en la capacidad de desplazarse y en la necesidad de compañía cuando se sale de casa. Las situaciones más frecuentes son las de encontrarse fuera de casa, entre una multitud, pasar por un puente o viajar en tren o autobús. (233) DSM-m-R, pág. 293 ss. DSM-IV, pág. 448 ss. Se caracteriza por la presencia de obsesiones o compulsiones repetidas, lo suficientemente graves como para acusar intenso malestar e interferencia en la vida social y profesional del sujeto. Las obsesiones más frecuentes son pensamientos repetidos de violencia, contaminación y duda. Las compulsiones son conductas repetitivas finalistas e intencionales que se realizan como respuesta a una obsesión. CIE 10, F42, pág. 130. 445 LUCÍA GARCÍA GARCÍA neralizada (234), trastorno por estrés postraumático y trastorno por ansiedad no especificado. La sintomatología esencial de los trastornos somatoformes consiste en síntomas físicos que sugieren una alteración somática y en los que hay firmes presunciones de que los mismos están relacionados con factores o conflictos psicológicos (235). En los trastornos disociativos (o neurosis histérica, tipo disociativo), existe una alteración de las funciones integradoras de la identidad, la memoria o la conciencia, que puede ser repentina, gradual, transitoria o crónica. Cuando el trastorno afecta a la identidad, el sujeto puede olvidar temporalmente la suya y asumir una nueva o perder el sentimiento de la propia realidad. (236) Se afirma que la neurosis es un trastorno cuantitativo, es decir, que todas las personas la padecerían en mayor o menor grado y es el quantum de angustia, depresión o la inadecuación de las defensas lo que haría que la neurosis entrara en el terreno de la patología (237). Algunos autores (234) La sintomatología esencial de este trastorno es la ansiedad y la preocupación no realista o excesiva sobre dos o más circunstancias vitales durante 6 meses o más.DSM-III-R, pág. 301. DSM-IV, pág. 444. CIE 10, F41.1, pág. 127 a 129. (235) DSM-III-R, pág. 321 ss. CIE-10, (F44-F44.9), pág. 134 ss. DSM-IV, pág. 457 ss. Son trastornos de esta categoría: el trastorno disfórmico (preocupación por defectos imaginarios en el aspecto físico), trastorno de conversión o neurosis histérica, tipo conversión (alteración somática sugerente de trastorno físico, que parece ser la expresión de un conflicto psicológico), trastorno por somatización (síntomas somáticos recurrentes y múltiples, para los que se ha buscado todo tipo de ayuda médica sin que parezcan provenir de trastorno somático alguno), dolor somatoforme y trastorno somatoforme indiferenciado (No cumple todos los criterios del trastorno somatoforme indiferenciado). CIE 10 F45, pág. 138 a 142. (236) DSM-III-R, pág. 321 ss, DSM-IV, pág. 489 ss. CIE 10, pág.134 ss. Entre estos trastornos se cuenta: personalidad múltiple, fuga psicógena (viajes repentinos e inesperados asumiendo una nueva identidad, con incapacidad para recordar la anterior), amnesia psicógena, trastorno por despersonalización (sentimiento de irrealidad) y trastornos disociativos no especificados. CIE 10, F40, págs. 123 y 127. (237) ORTEGA MONASTERIO, Psiquiatría Forense, Centro de Estudios Jurídicos, N.° 3, 1994, pág. 15. HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 147. CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑÍN, Psiquiatría y Derecho cit., pág. 285. 446 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL contraponen este trastorno a la psicosis, considerando éstas como las auténticas enfermedades, que suponen una alteración cualitativa (se es o no se es psícótico) con afectación de la capacidad de juicio y raciocinio, de la percepción y de la captación de la realidad. (238) En las neurosis existen manifestaciones psíquicas y emocionales penosas y, a menudo, entorpecedoras de la normal actividad, sin que se produzcan alteraciones importantes del pensamiento, de la percepción y del sentido de la realidad (239);. Es por esto que, en el ámbito jurídicopenal, el neurótico es considerado un sujeto normal (240), si bien los supuestos de neurosis obsesivo-compulsiva (241) y de ansiedad (242), que determinan en quien los padece un impulso irresistible, han motivado la apreciación de la eximente. Estos tipos de neurosis encajan en lo, que se ha denominado neurosis incoercibles. (243) Quizás sea oportuno recordar aquí, también, la sintomatología esencial de los trastornos disociativos, anterior(238) ORTEGA MONASTERIO, Psquiatría... cit pág. 15. VALLEJO NÁJERA, Conócete... cit., pág. 40. (239) VALLEJO NÁJERA, Conócete... cit., pág. 42 y Guía... cit., pág. 593. La sintomatología de los trastornos disociativos contradice estas afirmaciones. DSM-IV, pág. 489 ss. CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑÍN, Psiquiatría y Derecho cit., pág. 295. (240) ORTEGA MONASTERIO, Psiquiatría... cit., pág. 15. (241) HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 162. Es una de las neurosis más graves. El paciente afectado por esta patología se siente obligado a la realización de determinados actos, contrarios a su voluntad y a sus sentimientos aunque reconoce lo absurdo de tal comportamiento. Lo mismo puede ocurrir con palabras que no quisiera pronunciar o pensamientos no deseados. (242), HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 160. La sintomatología presenta crisis de angustia recurrentes (panic attacks) de forma impredecible que suelen durar minutos, por lo que se relaciona estrechamente con el trastorno mental transitorio, ya que puede dar lugar a la comisión de actos delictivos, fundamentalmente violentos. No obstante, si adquiere cronicidad, podría apreciarse la eximente de enfermedad;mental. Opus cit,, pág. 160. (243) MIR PUIG, Opus cit., págs. 581 y 586. La característica fundamental es la sensación que tiene el sujeto de ser vencido por sus temores u obsesiones a pesar de poner todo su empeño para evitarlos. CÓDON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 537. ORTEGA MONASTERIO, Psiquiatría., cit., pág. 15. Sentencias del Tribunal Supremo: de 17 de mayo de 1982 (RJ 2681), de 22 de diciembre de 1994 (RJ 10252). 447 LUCÍA GARCÍA GARCÍA mente expuesta, por cuanto, en estos trastornos, se produce una alteración en las funciones integradoras de la identidad y el afectado puede olvidar la suya temporalmente o perder la conciencia de la propia realidad (244). Los actos realizados en estas condiciones, es bastante dudoso, a nuestro juicio, que puedan ser considerados plenamente conscientes y el autor responsable. El Tribunal Supremo ha solido excluir las neurosis del campo de aplicación de la eximente (245). Ha señalado, en primer lugar, que estos trastornos no han logrado una conceptualización y clasificación unánimes (246), lo cual queda desmentido por las clasificaciones internacionales de las enfermedades, que las incluyen entre sus categorías diagnósticas en términos muy similares. (247) Para este Tribunal, las neurosis son reacciones anormales del sujeto de fuerte contenido emocional o afectivo, que influyen en la falta de equilibrio y normalidad de su comportamiento pero sin afectar a la imputabilidad, ya que conserva intacta la salud mental y, en consecuencia, la capacidad de apreciar el valor moral de sus actos (248). Sólo cuando la neurosis se presenta asociada a otra enfermedad de mayor entidad se admite que pueda disminuir la imputabilidad (249). Así, en casos de neurosis incoercibles que coexisten con otras alteraciones cerebrales y llegan a generar impulsos irresistibles. (250) (244) DSM-IV, pág. 489 ss. (245) Sentencia de 22 de diciembre de 1994 (RJ 10252). En desacuerdo, CASTELLÓ NICAS, La imputabilidad penal del drogodependiente , Granada, ed. Comares, 1997, pág. 202. «el neurótico también tiene tiene alterada la capacidad de entender y de querer». (246) Sentencia de 6 de junio de 1981 (RJ 2581). (247) DSM-III-R, pág. 281 ss. DSM-IV, pág. 401 ss. CIE 10, pág. 123 ss. (248) Sentencia de 16 de junio de 1978 (RJ 2638). Sentencia de 6 de junio de 1981 (RJ 2581). CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑÍN señalan que «el neurótico es plenamente capaz». Psiquiatría y Derecho cit., pág. 295. (249) Sentencias: de 2 de junio de 1980 (RJ 2500), de 8 de febrero de 1995 (RJ 808). (250) Sentencia de 12 de junio de 1982 (RJ 3522). 448 MARCO JURÍDICO'DE LA ENFERMEDAD MENTAL A p a r t i r de 1988, la jurisprudencia, recogiendo los criterios de la Clasificación de la O.M.S. (CIE-9), evoluciona en el sentido de considerar las neurosis c o m o verdaderas enfermedades, a u n q u e dejando bien sentado que p a r a m o dificar la i n m u t a b i l i d a d d e b e n incidir s e n s i b l e m e n t e en las estructuras mentales y volitivas del sujeto (251). Recientem e n t e , el Alto Tribunal (252), haciendo referencia a u n a «alteración neurótica c o n manifestaciones que p o d r í a n constituir el inicio de u n a sintomatología neurótica no bien estructurada», a d m i t e u n a m i n o r a c i ó n de las facultades mentales y la aplicación de la eximente incompleta. En c u a n t o al p r o b l e m a de la compatibilidad entre enajenación mental incompleta y alevosía en supuestos de neurosis histérica (253), se señala q u e esta especial psicopatología no impide, a ú n afectando a su capacidad volitiva, un funcionamiento de la r a z ó n en el sentido de dirigir la act u a c i ó n delictiva. S e g ú n jurisprudencia reiterada, la pert u r b a c i ó n psíquica característica de la enajenación m e n t a l incompleta no i m p i d e la elección de medios ó el aprovec h a m i e n t o de la ocasión, siempre que el sujeto p o s e a un g r a d o suficiente de conciencia y lucidez p a r a c a p t a r el alcance de los medios e i n s t r u m e n t o s empleados y de la forma: de llevar a cabo la agresión. (254) (251) Sentencia del Tribunal Supremo de 10 de mayo de 1990 (RJ 3896). (252) Auto de 28 de septiembre de 1994(RJ 7316).: (253) CIE 10, F44, pág. 134 ss.. En esta clasificación se denominan «trastornos disociativos de conversión». El término conversión tiene su origen en queiel síntoma somático presenta resolución simbólica de un conflicto psicológico inconsciente, lo que disminuye la ansiedad (ganancia primaria); el sujeto puede obtener otros beneficios, como evitar responsabilidades, obligaciones, etc...(ganancia secundaria). CABRERA FORNEIRO Y FUERTES ROCAÑIN, Psiquiatría y Derecho cit., pág. 291. Según VALLEJO-NAJERA, son casos de aparente enfermedad orgánica en que la causa es un conflicto psicológico, que se transforma o convierte en un síntoma orgánico que lo simboliza. Guia práctica de Psicología, Madrid, 1991, pág.: 603. HOMS SANZ DE LA GARZA subraya que la neurosis histérica y la obsesivo-compulsiva son las más graves por hallarse en la frontera de la psicosis, es decir, de la enfermedad mental. No obstante, se reconoce que el neurótico, a diferencia del afectado por la psicosis, es consciente de su anomalía y suele acudir al facultativo. Opus cit., págs. 146 y 148. (254) Sentencia de 3 de octubre de 1994 (RJ 7904). 449 LUCÍA GARCÍA GARCÍA Es significativo el giro que representa el contenido de la Sentencia de 22 de diciembre de 1994 (R.J. 10252), que, después de reconocer abiertamente que la doctrina jurisprudencial se muestra reacia a la estimación de la neurosis como dato determinante en la valoración de la responsabilidad (255), señala que ya ño se descarta, en principio, la apreciación de la eximente completa o incompleta, si bien es necesario que el trastorno incida profundamente en las facultades intelectivas y volitivas del sujeto (256). Ello da a entender que ya no se exige la «total abolición» o «carencia absoluta» de dichas facultades (257); por el contrario, se hace hincapié en la prudencia con que dicho trastorno ha de ser valorado en el ámbito del Derecho Penal. (258) No parece que el neurótico entre fácilmente en conflicto con el Código Penal, pues, su misma naturaleza angustiada, insegura e inestable se lo impide. Serían, incluso, más autoagresivos que heteroagresivos; y , cuando su agresividad se proyecta al exterior, genera más lesiones que homicidios. (259) c. Trastorno mental transitorio El concepto de trastorno mental transitorio no es propiamente psiquiátrico, ya que fue creado con la intención de abarcar todos aquellos estados, enfermedades o situaciones de cualquier naturaleza que condujeran a una alteración pasajera, con objeto de dar a la Ley una posibilidad (255) Atenuante analógica en las Sentencias: de 16 de julio y de 10 de mayo de 1990 (RRJJ 6714 y 3897). (256) Sentencia de 22 de diciembre de 1994 (RJ 10252). (257) Sentencias: de 4 de octubre de 1994 (RJ 7210) y de 9 de noviembre de 1994 (RJ 8802). (258) Sentencia de 22 de diciembre de 1994 (RJ 10252). (259) CABRERA FORNEIRO y FUERTES ROCAÑÍN, Psiquiatría y Derecho cit., págs. 293 y 294. 450 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL de aplicación, al margen de los conceptos tradicionales de enajenación, arrebato; obcecación etc.: (260) El párrafo primero del artículo 20.1 del Código Penal no contiene una declaración positiva de exención dé responsabilidad en relación con el trastorno mental transitorio (261). Es el párrafo segundo el que da a entender claramente que el concepto de «anomalía o alteración psíquica», en el que dicho trastorno está integrado, comprende, tanto las perturbaciones duraderas como las transitorias (262). Es decir, que, desmarcándóse del Código derogado, el legislador actual ha considerado el trastorno mental transitorio como una más entre las anomalías o alteraciones psíquicas, pero caracterizada por la breve duración. (263) La referencia específica del párrafo segundo del precepto citado obedece, por una parte, a la tradicional diferenciación entre las enfermedades mentales con base en su duración, pues, debido á que la enajenación se vinculaba a la idea de permanencia, se cerraba la puerta a la aplicación de la eximente si ño se mencionaba específicamente el trastorno mental transitorio. (264) (260) CABRERA FORNEIRO y FUERTES ROCAÑÍN, Psiquiatría y Derecho cit.,; pág. 158. (261) La expresión trastorno mental transitorio procede del Código Penal de 1932 y fue propuesta por el; psiquiatra Sanchís Banús con la pretensión de dar:cabida a todas las perturbaciones psíquicas intensas v de corta duración. CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 160. MIR PUIG, Opus cit., pág. 591: (262) Afirma AZNAR, B., qué la expresión «trastorno mental transitorio» tiene amplitud suficiente para dar cabida a infinidad de reacciones vivenciales de individuos psiquiátricamente normales/lo cual es causa, a su juicio, dé numerosos problemas periciales. Señala, no obstante, que al encuadrarlo en una fórmula jurídica ha quedado tan restringido que, en contados casos, es posible apreciar la eximente. Notas para un estudio sobre Biología Criminal de la Mujer, Escuela de Medicina Legal, 1968, págs. 209 y 213. (263) QUINTERO OLIVARES, Curso... cit., pág. 423. RODRÍGUEZ MOURULLO, Comentarios al Código Penal, Madrid, ed: Civitas, 1997, pág. 91. CARRASCO GÓMEZ, «la Psiquiatría...» cit., pág. 9. MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES etalt., Comentarios... cit., pág. 139. (264) QUINTERO OLIVARES, Curso..., cit., pág. 423. Sentencia del Tribunal Supremo, de 23 de octubre de 1984 (RJ 5060). 451 LUCÍA GARCÍA GARCÍA Por otra parte, puesto que existe la posibilidad de que esta perturbación sea provocada por el sujeto, el legislador ha querido configurar legalmente los supuestos de la actio libera in causa, condicionando la apreciación de la eximente a que el trastorno mental no «hubiese sido provocado por el sujeto con el propósito de cometer el delito o hubiera previsto o debido prever su comisión». (265) Son características propias de este trastorno mental: el carácter transitorio y su origen en una causa exógena (266). Con respecto a la primera, QUINTERO OLIVARES señala que «Actualmente nadie cree en la existencia de tales enfermedades temporales, sino en la de enfermedades permanentes que se manifiestan sólo a veces» (267). Con ello quiere dar a entender que la enfermedad subyace en estado latente y aflorará cuando se produzca un choque psíquico o estímulos de suficiente intensidad. La causa exógena hace referencia a circunstancias o motivos externos y no a enfermedad o características del sujeto. Desde el punto de vista psiquiátrico, puede aplicarse la denominación de trastorno mental transitorio a toda perturba(265) RODRÍGUEZ MOURULLO, Comentarios... cit., pág. 90. Para esre autor, esta fórmula se acomoda mejor que la del derogado art. 8.1 a la doctrina de la actio libera in causa, porque abarca, tanto los supuestos de provocación intencional, como los de provocación imprudente. (266) MIR PUIG, Opus cit., pág. 593. CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., págs. 152 y 153. CABRERA FORNEIRO y FUERTES ROCAÑlN citan como ejemplos: la depresión reactiva, la reacción explosiva y en cortocircuito, la reacción histérica, y, en general, todas las antiguamente llamadas reacciones exógenas. Psiquiatría y Derecho cit., pág.158. CARBONELL MATEU et alt. Opus cit., pág. 283 y 284. MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES et alt., Comentarios... cit., pág. 139. En contra HOMS SANZ DE LA GARZA, para quien el origen puede estar en fenómenos, bien exógenos, bien endógenos de carácter patológico, así como en el consumo de drogas. Opus cit., pág. 25. Igualmente en contra, MIR PUIG, quien aduce que puede proceder de una base patológica, por lo que no es exacto que sólo obedezca a causas exógenas. Opus cit., pág. 594. AZNAR, B., también admite una causa interna, Opus cit., pág- 217. (267) QUINTERO OLIVARES, Curso..., c i t , pág. 423. En contra HOMS SANZ DE LA GARZA, quien exige que tras la finalización no queden secuelas, pues, si ello ocurriera, la reiteración sería posible, lo que nos situaría, prácticamente, ante un supuesto de enfermedad mental. Opus cit., pág. 27. 452 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL ción psíquica de gran intensidad y poca duración, sea cualquiera la causa q u e la produzca (268); p e r o esta denominación no aparece como categoría diagnóstica en ninguna de las clasificaciones internacionales; a juicio de CARBONELL, porque los trastornos mentales, para la Psiquiatría, no son transitorios (269). Afirmación no acertada, en nuestra opinión, p u e s u n a psicosis: reactiva breve, p o r ejemplo, es un verdadero trastorno mental, en que existe alteración del enjuiciamiento de la realidad y puede durar unas horas (270). La práctica forense, como la jurisprudencia, ha venido exigiendo u n a base patológica (271), criterio m u y controvertido y motivo de sentencias contradictorias. (272) Constituía también requisito obligado del trastorno m e n tal transitorio la privación total de las facultades psíquicas (273), lo cual ha sido fuertemente contestado por algunos autores, aduciendo que tal estado es equivalente al coma en que (268) CODON y LÓPEZ; SAÍZ, Opus cit., pág. 149. (269) CARBONELL MATEU et alt., Opus cit., pág. 295. (270) DSM-III-R, 298.80, pág. 247. DSM-IV, pág. 308 ss. En apoyo de esta tesis citamos a HOMS SANZ DE LA GARZA, para quien la psicosis reactiva breve responde al concepto de trastorno mental transitorio, salvo en lo referente a la duración que puede alcanzar desde dos días hasta dos semanas. Opus cit., pág. 103. En contra, la Jurisprudencia mayoritaria, que no admite que el trastorno mental transitorio dure varios días. Sentencias del Tribunal Supremo: de 9 de julio l979 (RJ 3004) y de 30 de marzo de 1982 (RJ 2042). (271) Exigen una base patológica: Sentencias: de 5 de marzo de 1980 (RJ 943); de 12 de noviembre de 1983 (RJ 6299) Prescinden de tal requisito las Sentencias: de 26 de enero de 1984 (RJ 418), de 30 de marzo de 1982 (RJ 2042), de 22 de diciembre de 1994 (RJ 10252). (272) RODRÍGUEZ DEVESA, Opus c i t . pág. 602, «De otra manera no se puede, diferenciar de los estados emotivos o pasionales que (...) no constituyen más que una causa de atenuación». CODON y LÓPEZ SAÍZ, Opus cit., pág. 149. Estos autores, manifiestan, no obstante, su convicción de que la base patológica en el sujeto no es necesaria. Opus cit., pág. 156. RODRÍGUEZ MOURULLO considera un buen criterio el haber prescindido de la exigencia de la base patológica: Comentarios... cit., pág. 90. Para CEREZO MIR, la exigencia de un fondo patológico no tendría ya sentido alguno. Las eximentes de culpabilidad cit., pág. 143. Sentencias: de 12 de noviembre de 1983 (RJ 6299), de 24 de enero de 1984 (RJ 399), de 5 de marzo de 1980 (RJ 943), de 29 de marzo de 1985 (RJ 2045). (273) Sentencias: de 7 de noviembre de 1978 (RJ 3414) «la capacidad no llega a ser anulada»; de 5 de marzo de 1980 (RJ 943) «privándole totalmente de su capacidad de raciocinio o de sus capacidades volitivas»; de 24 de enero de 1984 (RJ 399) «privación de la capacidad de raciocinio y de la libertad de la voluntad». 453 LUCÍA GARCÍA GARCÍA difícilmente puede existir acción (274). El Alto Tribunal ha modificado este criterio, admitiendo que la intensidad de la perturbación puede ser tan variable «como para oscilar desde la anulación completa de la mente hasta la leve alteración». Se insiste, asimismo, en la relevancia del efecto psíquico, es decir, en la influencia concreta que la patología tiene, con relación a la capacidad de entender y la facultad de decidir. (275) En el análisis comparativo del t r a s t o r n o m e n t a l transitorio y del a r r e b a t o u obcecación, se señala el m a r c a d o patologismo del t r a s t o r n o mental transitorio, pues existe u n a g r a n desproporción entre el estímulo y la respuesta, q u e excede de lo psicológico, revelando, la m a y o r p a r t e de las veces, un funcionamiento cerebral a n ó m a l o que repercute en la inmutabilidad al resultar anuladas las facultades intelectivas y volitivas del sujeto; la valoración dependerá, p o r tanto, de las circunstancias del caso en concreto (276). Es doctrina reiterada que en casos de riña es de difícil apreciación, u n a y otra circunstancia, p o r q u e el a r r e b a t o es c o m ú n a quienes se enfrentan y a m b o s se neutralizan. (277) d. Toxicodependencias y alcoholismo E s t a categoría diagnóstica a g r u p a los diversos tipos de t r a s t o r n o s p r o d u c i d o s p o r el c o n s u m o de alcohol y otras (274) CARBONELL MATEU et alt., Opus cit., pág. 286. MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES et alt., Comentarios... cit., pág. 138. (275) Sentencias: de 22 de diciembre de 1994 (RJ 10252) y de 2 de noviembre de 1983 (RJ 5445). (276) AZNAR, B., incluye la perturbación transitoria del psiquismo de la crisis catamenial (en la menstruación femenina) en el concepto del trastorno mental transitorio, Opus cit., pág. 220. (277) Sentencias: de 27 de junio de 1979 (RJ 2785) y de 22 de enero de 1986 (RJ 167). En el mismo sentido. Sentencia de 20 de mayo de 1983 (RJ 2740). Para HOMS SANZ DE LA GARZA la diferencia con la atenuante de arrebato u obcecación se fundamenta en las causas desencadenantes de la respuesta, que en esta última circunstancia deben ser por provocación de la víctima o por realización de actos contrarios a la moral o a la ética, exigencia que no se contempla en relación con el trastorno mental transitorio, Opus cit., pág. 26. 454 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL sustancias psicoactivas (278). Se diferencian: la intoxicación (279) aguda, el consumo perjudicial, síndrome de dependencia, síndrome de abstinencia, síndrome de abstinencia con delirium, trastorno psicótico, síndrome aninésico y otros. La Organización Mundial de la Salud (280) define la toxicomanía como «el estado de intoxicación crónica producido por el consumo reiterado de una droga natural o sintética» caracterizada por el deseo poderoso o necesidad compulsiva de continuar tomando la sustancia, obteniéndola por cualquier medio; por la tendencia a aumentar la dosis (tolerancia) ocasionando dependencia psíquica y, generalmente, física, con el consiguiente perjuicio para el consumidor y para la sociedad. Pero la citada Organización diferencia toxicomanía y hábito o habituación (281). Este último se caracteriza por la dependencia sólo y exclusivamente psíquica que genera, y no hay tendencia, o ésta es más bien escasa, a aumentar la dosis mientras que, en la toxicomanía, se produce dependencia (278) CIE-10, F10-F19, pág. 7,1 ss. DSM-IV, pág. 181 ss. (279) En relación con el alcohol, existe además la intoxicación patológica de alcohol (intoxicación alcohólica idiosincrásica, en el DSM-III-R), categoría en que deben cumplirse los criterios generales de la intoxicación aguda, con la excepción de que la patológica ocurre después de ingerir cantidades de alcohol insuficientes para producir intoxicación en la mayoría de las personas. CIE-10, F17.07, pág. 73. Por sustancia psicotrópica debe entenderse «cualquier sustancia natural o sintética o cualquier materia natural que figure en las listas I, II, III O IV del Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971», al que el Estado Español se adhirió con fecha 2 de febrero de 1973 (BOE 10 de noviembre de 1976). Este es el concepto oficial de la Convención de la Organización de Naciones Unidas, de fecha 19 de diciembre de 1988, ratificada por el Estado Español el 30 de junio de 1990 (BOE 10 de noviembre de 1990). Consecuentemente, el concepto de droga en nuestro Ordenamiento Jurídico deberá remitirse a aquellas listas y a los Decretos que las regulan, donde, por cierto, no se incluye el alcohol, mucho más nocivo para la salud. HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., págs. 293 y 323. DSM-IV, pág. 209. En el DSM-IV, la intoxicación idiosincrásica se diagnostica como intoxicación por alcohol o trastorno relacionado con el alcohol no especificado. (280) Informe técnico 116/1957. (281) Informe técnico 116/1957. 455 LUCÍA GARCÍA GARCÍA psíquica, junto con una importante tendencia a incrementar la dosis (tolerancia), e, incluso, también dependencia risica (282). Ambos conceptos quedan comprendidos en la denominación drogodependencia y, si bien no pueden identificarse, debemos decir que, tratándose de la heroína, se origina adicción, en el 97% de los consumidores, en menos de tres semanas, por lo que, el sujeto que consume esta sustancia, a la vez que se habitúa a ella, se hace adicto. (283) Para el Tribunal Supremo, la drogadicción o toxicomanía es: «entidad psiquiátrica que puede producir trastornos en la inteligencia y en la voluntad del drogadicto, constitutivos de atenuaciones o exenciones de la imputabilidad y, en consecuencia, de la responsabilidad criminal (284); patología que afecta o puede afectar a la conciencia del autor, bien por afectación de la inteligencia o, lo que es más frecuente, de la voluntad (285); enfermedad, clasificada como tal por los organismos médicos internacionales, que produce una serie de incidencias sobre la salud física y psíquica de la persona que la padece, originando trastornos en la capacidad volitiva y cognoscitiva». (286) El Alto Tribunal destaca con especial interés las consecuencias del consumo de drogas, y, específicamente, de la heroína. Así, señala que origina «profundas alteraciones caracterológicas que convierten al consumidor crónico en una persona relativamente normal en los momentos posteriores a la dosis euforizante, pero afectado por un profundo deterioro de sus facultades intelectuales», que, con el único fin de proporcionarse la droga, «le lleva a la ruina moral y profesional (...) y desemboca en la comisión de de(282) CASTELLLÓ NICÁS, La imputabilidad penal del drogodependiente , Granada, ed. Comares, 1997, pág. 161. Afirma esta autora: «adicción es algo más que habituación». Pag. 166. (283) CASTELLO NICÁS, Opus cit., pág. 163 y 166. (284) Sentencia de 19 de junio de 1987 (RJ 4971). (285) Sentencia de 10 de octubre de 1990 (RJ 7945). CASTELLO NICAS sostiene que no se produce un trastorno afectante a lo cognitivo, salvo en casos de psicosis tóxica, sino a la voluntad únicamente. Opus cit., pág. 303. (286) Sentencia de 6 de octubre de 1992 (RJ 7795). 456 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL litos» (287). Se puede afirmar, con cierto grado de seguridad, que el adicto a la heroína va a tener problemas con la Justicia durante el período de tiempo que se prolongue su drogadicción. Los actos delictivos que ejecutará, serán, principalmente, aquellos de los que pueda derivarse un beneficio económico (hurtos, robos) con el que adquirir más droga o aquellos que le permitan obtenerla directamente (tráfico de drogas). (288) En la intoxicación aguda debe haber presencia clara de consumo reciente de una o más sustancias psicoactivas en dosis elevadas y síntomas de la suficiente entidad como para producir alteraciones en el nivel de conciencia, estado cognitivo, percepción, afectividad o comportamiento de relevancia clínica. (289) Cuando el consumo de una sustancia ha causado al sujeto un daño somático o alteraciones psicológicas (hepatitis, depresiones...), incluyendo alteración del juicio o de la conducta, que podrían derivar en discapacidad o tener consecuencias para las relaciones interpersonales, la categoría correspondiente es el consumo perjudicial. (290) El toxicómano es, fundamentalmente, un enfermo (291), del que hay que presumir la posibilidad de recuperación (292), pero también es un sujeto potencialmente peligroso, pues ni la amenaza de la ley puede detenerle cuan(287) Sentencia de 20 de julio de 1990 (RJ 6806). (288) CASTELLÓ NICAS, Opus cit., pág. 172. (289) CIE-10, Flx .0, pág 72. BOBES GARCÍA y GONZÁLEZ GARCÍA - PORTILLA, Drogodependencias, en GARCÍA PRIETO, Manual práctico de Psiquiatría, Oviedo, 1994, pág. 173. (290) CIE-10, Fx.l, pág. 80. El consumo debe haber persistido durante un mes, al menos, o haberse presentado reiteradas veces en un intervalo de doce meses. (291) CASTELLÓ NICAS, Opus cit., pág. 199. Aduce esta autora que, si el drogadicto es un enfermo, el síndrome de abstinencia es «una perturbación psíquica que obedece a la enfermedad que padece, como una manifestación aguda de la misma». Pág. 228. Sentencias del Tribunal Supremo: 21 de marzo de 1986 (RJ 1673), 30 de enero de 1992 (RJ 595). (292) En este sentido, ADEVA CANDENAS, Algunas consideraciones sobre las farmacodependencias en Asturias, Avilés, 1991, págs. 29 y 68 ss. 457 LUCÍA GARCÍA GARCÍA do trata de satisfacer su necesidad de droga. Ningún mal puede compararse a la falta de ésta. (293) No existe acuerdo en la doctrina acerca de la predisposición genética o constitucional a la droga (294), pero sí en cuanto a la influencia de la estructura social en que está inmerso el sujeto. (295) La comparación del alcohol con otras drogas (296) no es casual. Tomar copas es, en ocasiones, obligado por los usos sociales, pero el alcoholismo es factor criminógeno muy relevante (297). Lo que ocurre con las drogas ilegales es que su expansión nos ha cogido desprevenidos y faltos de preparación suficiente, convirtiéndose en un problema alarmante, cuya gravedad ponen de manifiesto los datos relativos al incremento de los consumidores y el hecho de encontrarse España a la cabeza entre los países europeos, de portadores de SIDA. (298) (293) VIADA BARDAJÍ, El juzgador ante el delincuente toxicómano, Cuadernos de Derecho Judicial, Consejo General del Poder Judicial, núm XVII, Madrid, 1993, pág. 327. (294) HOMS SANZ DE LA GARZA se pronuncia a favor de la influencia de los condicionamientos psicosomáticos. Opus cit., pág. 319. La jurisprudencia del Tribunal Supremo alude a la importancia de la predisposición individual.: Sentencias: de 15 de enero de 1986 (RJ 131) y de 21 de diciembre de 1991 (RJ 9574). En contra, VIADA BARDAJÍ. Opus cit., pág. 332. VALLEJO-NÁJERA alude a un tipo de personalidad especial dentro de los toxicómanos, denominado toxicofilia, que se caracteriza por afectar a determinados sujetos con más predisposición a sufrir la dependencia de las drogas. Diferencia entre toxicofilia orgánica y psíquica. Esta última presenta estos rasgos: oscilaciones del estado de ánimo, intolerancia a los estímulos displacenteros, egocentrismo y reacciones en cortocircuito. Introducción a la Psiquiatría, Madrid, 15.a edición, 1981, pág. 307. (295) HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 319. VIADA BARDAJÍ, Opus cit., pág. 327. El Tribunal Supremo destaca el influjo de las circunstancias del sujeto. Sentencias: de 15 de enero de 1986 (RJ 131) y de 21 de diciembre de 1991 (RJ 9574). (296) CODON y LÓPEZ SAÍZ denomina toxifrenias al grupo de enfermedades psíquicas causadas por la acción sobre las células nerviosas cerebrales de determinadas sustancias tóxicas. Diferencia la toxifrenia alcohólica y otras toxifrenias producidas por la cocaína, heroína y otros opiáceos. Opus cit., pág. 412 ss. (297) HOMS SANZ DE LA GARZA señala reiteradamente las patologías mentales y orgánicas irreversibles que puede originar el alcohol, por subestimar su carácter tóxico. Opus cit., pág. 305. (298) De 30.000 drogadictos en el año 1973, hemos pasado a 231.000 consumidores de heroína y 519.000 de cocaína, todos ellos en 1987. Más reciente- 458 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL Debemos reseñar que el tabaco es susceptible de cusar muchos de los efectos de las demás drogas, aunque en menor grado, y, si bien no tiene una incidencia en la imputabilidad como para ser causa de que pueda apreciarse exención o atenuación de la responsabilidad criminal (299), el Tribunal Supremo, curiosamente, la ha mencionado como posible factor influyente en la misma. (300) La toxicomanía incide en las conductas delictivas de tres formas diferentes. Aunque la más estudiada es la delincuencia derivada —es decir, los actos delictivos cometidos bajo el efecto de las drogas— es la menos frecuente, debido a que la intoxicación plena imposibilita, en la mayor parte de los casos, la comisión de tales actos. Es la delincuencia funcional la que alcanza mayor relevancia criminológica y deriva de la adicción a la droga, ya que el adicto, a fin de obtener recursos para seguir consumiendo, puede verse obligado a realizar los mencionados actos delictivos. La posible causación de otro tipo de resultados (lesiones, homicidio) no suele formar parte, en principio, de la intencionalidad del sujeto; pero no podemos olvidar que se producen, en ocasiones, dolosamente (301). Finalmente, la delincuencia asociada tiene su origen en la situación de marginalidad a que se ven abocadas las personas drogodependientes. (302) El delito cometido con más frecuencia por los adictos a alguna droga, principalmente la heroína, es el robo, ya sea mente, el Secretario General de la ONU, KOFI ANNAN, destacó en la Cumbre contra la Droga que «hay 21 millones de adictos en el mundo a la cocaína, y 30 millones de adictos al consumo de estimulantes anfetamínicos». Diario «La Nueya España», 8 de junio de 1998, pág. 41. BOBES GARCÍA y GONZÁLEZ GARCÍA-PORTILLA subrayan el inquietante: aumento de la drogodependencia entré los jóvenes y en grupos socioeconómicos medio y superior. Drogodependencias, Manual... cit., pág. 169. MARÍN CASTÁN, Drogadicción e imputabilidad en la Jurisprudencia del Tribunal Supremo. Cuadernos de Derecho Judicial, N.º XVII, Año 1993, pág. 302. (299) CASTELLÓ NICAS, Opus cit., pág. 188. (300) Sentencias: 29 de abril de 1975 (RJ 1783), 26 de febrero de 1992 (RJ 1344). (301) CASTELLÓ NICAS, opus cit., pág. 174. (302) SÁNCHEZ YLLERA, en VIVES ANTÓN et alt., Comentarios... cit., págs. 124 y 125. 459 LUCÍA GARCÍA GARCÍA con fuerza en las cosas, ya con violencia o intimidación en las personas (303), y ello en proporción muy superior al resto de los delitos. Le sigue, en orden de frecuencia, el delito contra la salud pública (tráfico de drogas), cuya comisión se incrementa notoriamente a partir de los años 1994 y 1995, en detrimento del delito de robo (304). Detrás se sitúa el delito de tenencia ilícita de armas. (305) El artículo 20.2 sigue las pautas trazadas en el número 1, sólo que el efecto psicológico determinante de la inimputabilidad se vincula ahora, bien a la intoxicación plena por consumo de alcohol o drogas, bien a la situación carencial de síndrome de abstinencia. (306) La Expresión intoxicación plena no es un concepto médico, ni es utilizado en Psiquiatría. Es una referencia con un contenido estrictamente legal, con el que se quiere dar a entender que se alcanzan los máximos efectos (307) que potencialmente tenga una sustancia determinada o bien aquellos estados en los que se da una profunda alteración (303) Sentencias del Tribunal Supremo: 8 de junio de 1987 (RJ 4963), 24 de junio de 1988 (RJ 5342), 30 de octubre de 1988 (RJ 8251), 1 de febrero de 1989 (RJ 1331), 20 de diciembre de 1990 (RJ 9684), 3 de julio de 1991 (RJ 5520), 17 de enero de 1992 (RJ 170), 12 de febrero de 1993 (RJ 1064), 15 de junio de 1993, (RJ 5108), 24 de enero de 1994 (RJ 98), 31 de octubre de 1994 (RJ 8338), 16 de enero de 1995 (RJ 153), 23 de febrero de 1995 (RJ 1556). (304) CASTELLÓ NICÁS, Opus cit., pág. 176. Sentencias del Tribunal Supremo: 21 de noviembre de 1986 (RJ 7000), 17 de abril de 1989 (RJ 3363), 5 de enero de 1990 (RJ 279), 14 de junio de 1990 (RJ 5295), 25 de octubre de 1991 (RJ 7377), 15 de julio de 1992 (RJ 6373), 22 de noviembre de 1993 (RJ 8653), 29 de junio de 1994 (RJ 6405), 10 de febrero de 1995 (RJ 810), 8 de mayo de 1995 (RJ 3570). (305) Sentencias del Tribunal Supremo: 14 de marzo de 1989 (RJ 2628), 28 de septiembre de 1989 (RJ 6804), 8 de noviembre de 1990 (RJ 8859), 22 de noviembre de 1991 (RJ 8454), 11 de diciembre de 1992 (RJ 10165), 26 de febrero de 1993 (RJ 1549), 17 de septiembre de 1994 (RJ 6963), 21 de octubre de 1994 RJ 8159). (306) HOMS SANZ DE LA GARZA destaca que el consumo de drogas da lugar a comportamientos que inciden en la imputabilidad por tres motivos: la intoxicación de la sustancia que produce alteraciones en las facultades intelectiva y volitiva; el síndrome de abstinencia y, por último, las patologías asociadas, tales como el delirio paranoide provocado por las anfetaminas o la cocaína. Opus cit., pág. 305. (307) RODRÍGUEZ MOURULLO aduce que no se mencionan aquí los presupuestos biológicos y psicológicos en que se basa la exención , porque la referencia a una intoxicación plena ya indica una perturbación total de la concien---. Comentarios... cit., pág. 93. 460 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL de conciencia, con desorientación témporo-espacial grave, de la percepción etc:.. y amnesia posterior. Puede surgir, tanto en personas habituadas al consumo de una determinada sustancia, como en quienes son abstinentes, si bien las circunstancias de la ingesta serán diferentes; no olvidando que, a efectos de imputabilidad, no cuenta la dosis de la sustancia, ni la tolerancia individual, sino los efectos concretos producidos tras su administración. (308) El nuevo Código Penal aborda de forma directa en el precepto arriba citado la drogodependencia, el alcoholismo (309) y el síndrome de abstinencia entre las causas de ínimputabilidad, recogiendo lo que, desde hacía tiempo, venía constituyendo doctrina jurisprudencial. Ello evitará que el Tribunal Supremo se vea obligado a encajar estos supuestos realizando interpretaciones forzadas o extensivas. Por otra parte, la nueva normativa hará posible una mayor uniformidad en los criterios jurisprudenciales. Importa dejar claro, que la toxicomanía, per se, no implica la apreciación de la eximente (310), ya que ésta encuentra su fundamento, una vez más, en el efecto psicológico que determine en el sujeto incapacidad para comprender la ilicitud del hecho o para actuar desacuerdo con esa comprensión (311). En este sentido venía manifestándose 1 el Alto Tribunal en sus resoluciones. (312) En relación con el síndrome de abstinencia (313), desde un punto de vista clínico y con vistas a las repercusio(308) CARRASCO Gómez, «La Psiquiatría...» cit., pág. 9. (309) El nuevo Código contempla expresamente la embriaguez plena, que venía encajándose, desde 1932, en el trastorno mental transitorio, aunque el Código derogado no la citaba entre las eximentes. MIR PUIG, Opus cit., pág. 596. (310) HOMS SANZ DE LA GARZA, Opus cit., pág. 301. (311) MORALES PRATS.Opus cit., págs. 140 y 141. SÁNCHEZ YLLERA, en VIVES ANTÓN et alt., Comentarios... cit., pág. 129. (312) Sentencias: 7 de marzo y 5 de abril de 1988 (RRJJ 1578 y 2709), 28 de octubre de 1994 (RJ 8360) y de 21 de julio de 1990 (RJ 6808). (313) Según RODRÍGUEZ MOURULLO, la previsión de estos supuestos tiene por objeto dejar sentado que, los efectos psicológicos derivados del síndrome de abstinencia, pueden provocar la exención completea. Comentarios... cit., pág. 93. 461 LUCÍA GARCÍA GARCÍA nes forenses, debemos recordar que puede surgir cuando se depende de una sustancia, no en casos de mero consumo ni abuso; son cuadros que no siempre responden al mismo patrón clínico y son diferentes para cada sustancia e, incluso, siendo idénticas la persona y la sustancia, los efectos de una situación de abstinencia y los de otra en que varíen las condiciones pueden resultar diferentes (314). El Tribunal Supremo señala que, en el enfermo crónico, la adicción produce «un estado de tensión y angustia que le lleva a perder el control de sus actos ante la inminencia de la aparición del síndrome de abstinencia». (315) Se distinguen esencialmente tres fases en el consumo de estupefacientes y sustancias psicotrópicas: la influencia directa de la ingestión, la drogadicción con dependencia física y psíquica y el síndrome de abstinencia. (316) En cuanto a la gradación de la inimputabilidad, la eximente completa (317) se reserva para los casos más agudos (314) CARRASCO GÓMEZ, «La Psiquiatría...» cit., pág. 10. Según este autor, «todo cuadro de abstinencia, per se, no modifica la imputabilidad». (315) Sentencia de 2 de octubre de 1990 (RJ 7631). (316) Sentencia de 28 de septiembre de 1989 (RJ 6804). Está claramente establecida la delimitación de los efectos del consumo de la heroína y la cocaína y su repercusión en el Área de Derecho Penal: La primera supone que el sujeto que la consume llega al mundo irreal «con la creación subconsciente de múltiples alternativas y elucubraciones que exaltan y potencian su personalidad, aunque no físicamente». Con el consumo de coca, en cambio, se produce ,»en el mundo de la realidad, una exacerbación física y mental de todas las facultades del individuo, intelectivas, sexuales y materiales», con un incremento transitorío de la capacidad humana en general, con la diferencia de que en el cocainómano sólo origina una dependencia física -al igual que en el caso del alcohol o el tabaco— mientras que en el heroinómano se produce una dependencia psíquica que, en ocasiones, puede dar lugar al síndrome de abstinencia, «estado mental especial que precisa el uso de droga de forma inexorable, por encima de la propia voluntad».(Sentencia de 16 de abril de 1985, RJ 2091). A propósito del SIDA, se admite que la situación de desesperanza en que tal enfermedad incurable puede sumir al enfermo, puede empujarle a procurarse remedios curativos por cualquier medio; no obstante, «sería necesario probar que aquella había provocado encefalopatías o disturbios neurológicos, los cuales pueden presentarse asociados en los estados avanzados de la enfermedad». (Sentencia de 22 de julio de 1987, RJ 5607). (317) Los terapeutas consideran extremadamente difícil que tenga lugar un caso que merezca la exención completa de la responsabilidad criminal. CASTELLÓ NICÁS, Opus cit., pág. 303. 462 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL del síndrome de abstinencia; la exención incompleta puede ser apreciada en la fase avanzada del síndrome, en que existe afectación importante de las facultades intelectivas y volitivas (318). La atenuante analógica se aplica en los casos de toxicómanos con fuerte dependencia. (319) Como una excepción al principio de que ser drogadicto, per se, no equivale a disminución de imputabilidad (320), la jurisprudencia actual advierte que la adicción a la, heroína, cuando viene de antiguo, puede equipararse con una verdadera enfermedad mental (321) porque necesariamente acabará por «deteriorar gravemente las facultades de entender y querer que caracterizan la imputabilidad». Aunque no concurra el síndrome de abstinencia, bastará «la adición de siete años al consumo de heroína para la estimación de la eximente incompleta» (322). No obstante. (318) HOMS SANZ DE LA GARZA propugna qué en casos de drogodependencia grave, especialmente la causada por opiáceos, no debe adoptarse la actitud ecléctica de apreciar la atenuante analógica, sino decantarse claramente por la eximente incompleta o, en su caso, la completa. Opus cit., pág. 336. (319) SÁNCHEZ YLLERA, en VIVES ANTÓN et alt.. Comentarios... cit., pág. 128. Para CASTELLÓNICAS es imperdonable la no previsión de una medida de seguridad, para el caso de que el drogodependiente sólo haya merecido la atenuación de la pena de art. 21.2.°. Opus cit., pág. 314. MARÍN CASTÁN, Cuadernos de Derecho Judicial, cit., pág. 302. Sentencias: de 5 de diciembre de 1991 (RJ 8990), de 13 de enero de 1992 (RJ 256) y de 3 de marzo de 1992 (RJ 1685). (320) Es una constante en las decisiones jurisprudenciales de la década de los ochenta: Sentencias: de 12 de junio de 1981 (RJ 2647), de 6 de diciembre 1982 (RJ 7379) y de 21 de diciembre de 1982 (RJ 7858). (321) Sentencias: de 5 de diciembre de 1985 (RJ 5989), 23 de marzo de 1987 (RJ 2196) y de 14 de septiembre de 1990 (RJ 6941) cuya afortunada distinción entre la toxicomanía «como un ser y no como un estar transitorio», cuando la adicción se ha prolongado durante siete años, ha constituido el punto de referencia obligada en la jurisprudencia posterior. Sentencias: de 30 de noviembre de 1990 (RJ 9270), de 4 de febrero de 1991 (RJ 739). En este sentido, HOMS SANZ DE LA GARZA afirma que «la condición de toxicómano puede ser considerada como una forma más de patología psíquica grave». Opus cit., pág. 299. También CASTELLÓ NICÁS, Opus cit., pág. 169. Para esta autora, llegada la adicción (drogadicción), la causa de exención de la responsabilidad criminal cuya aplicación sería más adecuada, en caso de alteraciones graves de las facultades intelectiva y/o volitiva , es la enajenación mental porque no puede hablarse de un trastorno transitorio. Pág. 215. (322) Sentencia de 14 de septiembre de 1990 (RJ 6941). 463 LUCÍA GARCÍA GARCÍA no existe un criterio uniforme en lo relativo a la opción entre la eximente incompleta o la a t e n u a n t e analógica (323). No es fácil d a r p a u t a s claras en esta m a t e r i a , salvo, quizás, el t i e m p o q u e se ha m a n t e n i d o la adicción a la heroína, a ú n reconociendo el relativismo q u e conlleva. (324) A propósito del SIDA, se a d m i t e q u e la situación de desesperanza en q u e tal enfermedad i n c u r a b l e p u e d e s u m i r al enfermo, p u e d e empujarle a p r o c u r a r s e r e m e d i o s curativos p o r cualquier medio; no o b s t a n t e «sería necesario p r o b a r que aquella h a b í a provocado encefalopatías o disturbios neurológicos, los cuales p u e d e n p r e s e n t a r s e asociados en los estados avanzados de la enfermedad. (325) La necesidad de evitar posturas extremas en esta m a t e ria es u n a c o n s t a n t e en la jurisprudencia, q u e r e c o m i e n d a proceder c o n la m á x i m a cautela, p o n d e r a n d o t o d a s las circunstancias concurrentes. E s rechazable, t a n t o u n a postura permisiva, c o m o la e x a g e r a d a m e n t e rigorista q u e estim a r a q u e no existe afectación de las facultades, pues, lo p r i m e r o , p o d r í a favorecer las infracciones, c o n el consiguiente agravio p a r a la seguridad c i u d a d a n a ; en el segundo caso, existiría la posibilidad de v u l n e r a r el principio de culpabilidad en d e t r i m e n t o del drogadicto q u e ha cometido un acto delictivo sin ser t o t a l m e n t e i m p u t a b l e . (326) Se destaca la i m p o r t a n c i a de la predisposición individual, del «substratum» psicológico y la personalidad del consumidor, ya q u e los efectos de la h a b i t u a l i d a d o de la adicción varían según las p e r s o n a s y sus circunstancias (327). Por ello, es difícil establecer un criterio único p a r a estos casos, pero, en general, no suele estimarse la exim e n t e debido a que, n o r m a l m e n t e , a u n q u e las facultades (323) Ver Sentencias arriba citadas en nota a pie de página. (324) MARÍN CASTÁN, Drogadicción... cit., pág. 310. (325) Sentencias: de 22 de julio de 1987 (RJ 5607), de 23 septiembre de 1988 (RJ 7017) y de 20 de diciembre de 1991 (RJ 9574). (326) CASTELLÓ NICÁS, Opus cit., págs. 252 y 253. (327) BOBES GARCÍA y GONZÁLEZ GARCÍA-PORTILLA, Manual... cit., 1994, pág. 172. 464 MARCO JURÍDICO DE LA ENFERMEDAD MENTAL intelectivas y volitivas estuvieren afectadas en mayor o menor grado, el sujeto tiene aún capacidad para ser consciente de sus actos. (328) Se concede especial relevancia a la necesidad de que el drogadicto sea sometido a un tratamiento adecuado, a fin de lograr su reinserción social. Así, señala el Tribunal Supremo que «nada se lograría con la pena, por rigurosa que esta fuera, sin someter al procesado de inmediato a un tratamiento de deshabituación y ayuda psicológica». (329) C. Alteraciones en la percepción Haremos una breve alusión, por no ser objeto de estudio en este lugar, al tercer supuesto de las causas de exención de responsabilidad criminal, por estar estrechamente ligado al tema de estudio: padecer alteraciones en la percepción (330). Los orígenes se encuentran en la antigua eximente de sordomudez, cuyo fundamento se encontraba en que la falta de comunicación imposibilita el desarrollo intelectual. Coexistían, por tanto, el criterio biológico (la sordomudez) y, derivado de éste, el requisito de una total carencia de instrucción, exigencia ésta que también fue sustituida en 1983 por alteración grave de la conciencia de la realidad. La percepción de la realidad consiste en ver, oír, gustar, oler, tocar. Pero no es lógico aplicar está circunstancia exi(328) Sentencias: de 15 de enero de 1986 (RJ 131) v de 21 de diciembre de 1991 (RJ 9574). (329) Sentencia de 12 de febrero de 1993 (RJ 1064). (330) Expresión introducida en el Código Penal de 1983 en sustitución de la sordomudez, eximente en el código de 1932 y atenuante en el de 1928. CARBONELL MATEU et alt. critican esta innovación, de un lado, porque, careciendo de precedentes, nada se ha dicho en la Exposición de Motivos de la Reforma de 1983 acerca del fundamento y alcance de este nueva figura legal. Y, de otro, porque no existe correspondencia con ninguno de los trastornos psiquiátricos, considerados como alteraciones de la percepción. Opus cit., págs. 309 ss. En este sentido se ha pronunciado el Tribunal Supremo: Sentencia de 14 de marzo de 1987 (RJ 2161). 465 LUCÍA GARCÍA GARCÍA mente cuando existan alteraciones del olfato, del gusto o del tacto, pues no parece que puedan causar una grave alteración de la conciencia de la realidad. La ceguera y la sordera, en cambio, sí pueden obstaculizar gravemente aquella percepción cuando son desde el nacimiento o desde la infancia. (331) Esta última condición es, a juicio de algún autor, el único dato biológico de la eximente, ya que la limitación somática, en si misma, queda relegada a un segundo plano, al tener relevancia, únicamente, en cuanto afecte a una incomunicación cultural lo suficientemente profunda para determinar alteración grave de la conciencia de la realidad. (332) Existe consenso en la doctrina en cuanto a la base de la inimputabilidad, que radica en la incapacidad para conocer la ilicitud del hecho y, por tanto, en la falta de conciencia de la antijuricidad a causa de una carencia o importante deficiencia de la educación (333). El primer pronunciamiento del Tribunal Supremo en la materia tuvo lugar en su Sentencia de 14 de marzo de 1987 (R.J. 2161), señalando que la incapacidad de valoración, consecuente a la incomunicación, puede ser producida por causas somáticas, pero también por circunstancias excepcionales, no creadas volunta(331) RODRÍGUEZ DEVESA, Opus cit., págs. 617-618. ZARAGOZA AGUADO, Cuadernos de Derecho Judicial, C.G.PJ., 1993, N.° XVII, pág. 237. CARRASCO GÓMEZ, «La psiquiatría...» cit., pág. 10. (332) MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES et alt., Comentarios... cit., pág. 152. Sentencia Tribunal Supremo, 24 de febrero 1999, 99/805, El Derecho, 14 de abril 1999, N.° 966, pág. 10. (333) QUINTERO OLIVARES, Curso... cit., pág. 428. CARBONELL MATEU et alt., Opus cit., pág. 307. SÁNCHEZ YLLERA, en VIVES ANTÓN et alt. Comentarios... cit., pág. 132. MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES, Comentarios... cit., pág. 152. ZARAGOZA AGUADO, Opus cit., pág. 241. Es necesario puntualizar que la educación no debe entenderse en el sentido de instrucción escolar, pues también las experiencias adquiridas como fruto de las relaciones humanas constituyen un valioso medio de formación y de adquisición de conocimientos y pautas de comportamiento. Sentencia del Tribunal Supremo de 17 de noviembre de 1960 (RJ 3571). 466 I M A R C O JURÍDICO D E L A ENFERMEDAD MENTAL riamente, o por anomalías congénitas del carácter, que dan lugar en quien las padece a una actitud absolutamente negativa en lo que respecta a la comunicación con el entorno. En este último supuesto, el Alto Tribunal parece querer referirse, bien al trastorno autista (334), bien a los trastornos de la conducta (335) o de la personalidad (336), todos ellos incluidos en la clasificación internacional de las enfermedades. En consecuencia, al constituir categorías diagnósticas psiquiátricas, sea cual fuere a la que aquel tribunal hiciera alusión, el supuesto en cuestión debería estai" comprendido, a nuestro juicio, en la causa primera de exención de responsabilidad criminal del artículo 20.1.°, como una más entre las anomalías o alteraciones psíquicas que en aquel se contemplan. De hecho, el propio Tribunal expresa su convicción de que la subsistencia de la eximente tercera del artículo 20 responde, más que nada, a criterios históricos, ya que su contenido podría perfectamente subsumirse en la concepción general de «cualquier anomalía o alteración psíquica» de la causa primera de exención del mismo precepto. (337) Es necesario tener presente que no debe existir proceso educativo o corrector alguno. El analfabetismo, por sí mismo, no es signo de incomunicación, ni constituye, por tanto, causa de exención de la responsabilidad, dado que existen otras instancias de socialización. (338) (334) De acuerdo con el DSM-III-R, el autismo, trastorno autista o síndrome de Kammer, pertenece á la categoría diagnóstica de los trastornos generalizados del desarrollo. Pág. 39 ss.CIE 10, F 84.1, pág. 189 ss (335) DSM-III-R, págs. 401 ss y DSM-IV, págs. 645 ss y 802 ss. CARRASCO GÓMEZ, Cuadernos de Derecho Judicial.C.G.P.J., 1993, N.° XVII, pág. 101. (336) CIE 10, F 60-F69, pág. 159 ss. (337) Sentencia del Tribunal Supremo de 14 de marzo de 1987 (RJ 2161). De entre los ordenamientos jurídicos de nuestro entorno que hemos consultado, únicamente el italiano contiene una regulación independiente de la sordomudez y otras alteraciones de la percepción, como causa de exención de responsabilidad (art. 96). (338) Sentencia del Tribunal Supremo, de 20 de abril de 1987 (RJ 2579). CARRASCO GÓMEZ, «La Psiquiatría...» cit., pág. 10. 467