Capítulo Segundo 103 * Diligencia profesional: eficiente-estrategia y eficaz-resultados. Evitar gestiones superfluas, innecesarias. Estrategia de pasividad es válida (presunción de inocencia y carga de la prueba)115. * Posibilidad temporal y material de ejercer la defensa. * Continuidad en la defensa: asesoría y asistencia desde la captura o la formulación de imputación, hasta la ejecución de la sanción. Conveniencia de mantener el mismo defensor. * Equivalencia entre el conocimiento y la experiencia con la complejidad del caso. * Paridad entre el abogado defensor y la Fiscalía: equilibrio en recursos personales, materiales y técnicos. * Capacitación continua y * Control de la actividad de la defensa: calidad y eficiencia del servicio de la defensa pública116. La presencia del defensor a través de toda la actuación es regulada en el nuevo estatuto con estas aristas más notables: El derecho de defensa se puede ejercer desde la captura o imputación, o desde que se tenga conocimiento de una investigación por la Fiscalía. El derecho a la defensa material es la posibilidad de que el imputado solicite, conozca y controvierta pruebas, interrogue directamente a testigos de cargo y obtenga comparecencia de testigos o peritos. 115 La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia ha aceptado el silencio como estrategia defensiva, siempre y cuando se corresponda con el concepto de atención vigilante del proceso, que es el límite mínimo tolerable de ejercicio del derecho de defensa técnica que no es válida la actuación. El silencio es una opción válida como estrategia de defensa y deja a salvo los derechos del procesado e igualmente la autonomía en el ejercicio de las tareas que la ley le reconoce a una profesión que asume obligaciones de medio, no de resultado. Véase, por ejemplo, Corte Suprema de Justicia. Sentencia de 9 de junio de 2004. Rad. 16679. M.P. Yesid Ramírez Bastidas. 116 “La Corte no discute la naturaleza legal del ejercicio de la profesión de abogado, pero sí coincide con el Tribunal accionado en que la recepción de bienes provenientes del patrimonio ilícito de un procesado por parte de su apoderado, no tiene la virtud jurídica de purgar ese vicio, de modo que la extinción de dominio es perfectamente procedente, tal como aquí se decretó. En tal caso lo que se genera es un problema civil entre el abogado que prestó sus servicios profesionales y el poderdante que le pagó con un bien cuya legalidad se hallaba viciada y por tanto está en la obligación de salir a sanear”. Corte Suprema de Justicia. Sentencia de 28 de julio de 2004. Rad. 17343. M.P. Yesid Ramírez Bastidas.