FRACTURAS INFRECUENTES EN PALEOPATOLOGÍA: HUESOS PROPIOS NASALES, RÓTULA y ESCÁPULA Lourdes HERRASTI, Antxon BANDRÉS, Francisco ETXEBERRÍA y Alex IBÁÑEZ Introducción Describimos tres tipos de fractura que resultan poco comunes en la literatura paleopatógica. La peculiaridad estriba en que dichas fracturas se asientan en huesos que plantean problemas en la recuperación arqueológica debido a su fragilidad; este es el caso de los huesos propios de la nariz y de la escápula. Así pues, aún desconociendo la prevalencia de estas fracturas, es evidente que la dificultad de la recuperación íntegra de dichos huesos convierte estos casos en infrecuentes. A los ejemplos anteriores se añade una fractura de rótula, que también es excepcional en las descripciones paleopatológicas de contextos arqueológicos. Los tres casos provienen de excavaciones arqueológicas de época medieval, entre los siglos XII y XIV, en relación a edificios religiosos. Los ejemplos de fractura de escápula y rótula proceden de las inhumaciones en fosa del interior de la iglesia parroquial de Santa María la Real de Zarautz (GuipÚzcoa). La fractura de los huesos propios de la nariz pertenece a la colección de la necrópolis exterior norte del monasterio de San Prudencio de Vitoria-Gasteiz (Álava). Descripción de las fracturas a) Fractura de escápula Se trata de una escápula derecha perteneciente a un individuo masculino adulto maduro, procedente de la necrópolis del interior de la iglesia parroquial de Santa María La Real de Zarautz (Guipúzcoa) (UE-265). Este individuo presenta un politraumatismo fracturas consolidadas en dos costillas, fractura de la escápula y una neoformación ósea en el fémur izquierdo por calcificación de inserciones que puede ser calificada como una miosistis osificante. La escápula derecha muestra un claro engrosamiento de todo el borde axilar, ostensible en norma lateral (Fig. 1). El ensanchamiento del borde es debido a la desalineación y solapamiento de las partes de la fractura. En la radiografía se puede apreciar que la fractura afecta al pilar externo y no se extiende por el cuerpo de la escápula (Fig. 2 Y 3) Siguiendo el criterio de algunas clasificaciones clínicas, correspondería al tipo de fracturas del ángulo superoexterno, en la modalidad de fractura del pilar externo. Esta fractura se produce por impacto directo, lo que lleva a considerar que este individuo recibió lm fuerte golpe en el lateral derecho de su cuerpo. Probablemente, pudo tratarse de una caída de lado contra el suelo de carácter accidental. Como consecuencia del mismo se fracturó tanto la escápula derecha como dos costillas del mismo lado. Este tipo de fracturas son poco frecuentes en la clínica actual. La recuperación fue relativamente buena, aunque la fractura no fue reducida debidamente por la inestabilidad de la misma. Una parcial inmovilización, mediante sujeción del lado derecho del torso, con un vendaje apretado por ejemplo, pudo permitir la consolidación de la fracturas. En realidad, como la escápula está totalmente rodeada de músculos, la escasa desalineación de los fragmentos por la fractura carece de importancia en la funcionalidad de la misma. En la literatura paleopatológica no hemos ejemplos publicados. Tan sólo Ortner y Putschar (1985) publican un caso que época contemporánea. 736 APORTACIONES, METODOLOGÍAS Y DESARROLLO TECNOLÓGICO. OTROS ESTUDIOS OTRAS ÉPOCAS b) Fractura de rótula Este caso corresponde a un individuo masculino adulto joven (de 25 a 30 años), de constitución robusta, procedente de la necrópolis del interior de la iglesia parroquial de Santa María la Real (DE 218). El fémur izquierdo de este individuo presenta un engrosamiento periférico en la zona medial de la diáfisis. Además, la rótula izquierda está subdividida en dos fragmentos por una fractura transversal (Fig. 5 Y6). Las fracturas de rótula son muy frecuentes, y su mecanismo obedece a un traumatismo directo en la parte anterior de la rodilla, o a un traumatismo indirecto por la intensa tracción ejercida por el cuádriceps, que la fractura; frecuentemente el mecanismo es mixto, directo e indirecto. Las fracturas de rasgo transversal son las más frecuentes y en ellas predomina un traumatismo indirecto en el cual, además de la fractura de rótula, se produce un importante desgarro lateral de los alerones de la rótula, separándose los fragmentos fracturados, por la contracción del cuádriceps. En este caso, la fuerte tracción ejercida por el músculo cuadríceps mantuvo separados los dos fragmentos de la rótula, de tal suerte que la pieza inferior quedo aislada y ligeramente externa a la línea media de la articulación de la rodilla, por lo que produjo una faceta de articulación supernumeraria en la zona epifisaria de la tibia. Sin embargo, no se observan signos de osteoartropatía secundaria en la articulación, aspecto que sin duda está relacionado con la edad del individuo. Se trata de una fractura muy inestable y resulta imposible reducir esta fractura sin fijación ante la potencia de la tracción del cuádriceps. En la zona media de la diáfisis del fémur del mismo individuo se observa un importante engrosamiento con una superficie rugosa en toda la zona ensanchada. Esta actividad osteogénica del periostio, acompañada de numerosas perforaciones que alcanza la zona medular parecen indicativas de un proceso osteomilítico secundario de carácter postraumático. De hecho las infecciones crónicas tras traumatismo son frecuentes en los huesos largos de las extremidades inferiores (Ortner & Putschar, 1985). c) Fractura de huesos propios Se trata de un individuo masculino adulto joven, recuperado en la necrópolis de San Prudencia de Armentia. En el lado izquierdo del maxilar superior muestra una ausencia ósea con signos de remodelación desde la órbita hasta casi el contacto con la cavidad bucal (Fig. 6). Esta pérdida alcanza tanto al borde orbitario del hueso zigomático como al propio maxilar superior. Los bordes se hallan redondeados, consecuencia de la remodelación ósea regenera tiva con mayor significación en el malar (Fig.7). Por el contexto al que corresponde este esqueleto y por otros casos similares en la misma necrópolis, podemos considerar que este individuo sufrió un fuerte impacto, posiblemente con un objeto corto-contundente como una espada, que le infrigió una herida y una pérdida ósea. Después de la respuesta osteílitica inicial, la herida fue sanándose con una reacción osteogénica y cicatricial. En relación con la agrésión mencionada, se produjo, posiblemente, la fractura de los huesos propios de la nariz, además de líneas de fractura a ambos lados de la base de la nariz. Si observamos detenidamente, podremos percatamos cómo en las dos comisuras de la base de la nariz existen fisuras de bordes redondeados que manifiestan antiguas fracturas. En el lado izquierdo, la aleta nasal se halla duplicada con una doble pared que se une a medio tramo. En su conjunto esta fractura puede equipararse a la de Le Fort II o piramidal. 737 FRACTURAS INFRECUENTES EN PALEOPATOLOCiA: HUESOS PROPIOS NASALES, RÓTULA Y ESCÁPULA En los huesos de la nariz se observa una desalineación de la sutura internasal, con una importante fragmentación de los huesos propios. Los diversos fragmentos están unidos por puentes óseos, representativos del proceso osteogénico (Fig. 8). Sin duda, la herida del lado izquierdo dejaría evidencias externas en la mejilla, como una gran cicatriz que cruzara el rostro desde la órbita izquierda hacia la boca. La nariz se hallaría también deformada con un engrosamiento y con alteración del cartílago nasal. Si bien el traumatismo fue violento y el daño causado importante, destaca sobremanera el grado de recuperación de las heridas, que se nos antoja como resultado de una buena atención y conocimiento de los cuidados necesarios que debían ser dispensados. BIBLIOGRAFÍA BARSOTTI, J. y DUJARDIN, C. (1998): Guía práctica de traumatología. Barcelona. ORTNER, D.J. Y PUTSCHAR, W.G.J. (1985): Identification 01 pathological conditions m human skeletal remains. Washington. 738 APORTACIONES, METODOLOGLAS y DESARROLLO TECNOLÓGICO. OTROS ESTUDIOS OTRAS ÉPOCAS Figura 1. Borde externo o axilar de la escápula con deformidad por consolidación de fractura. Figura 2. La cara posterior de la escápula no revela importantes alteraciones en su aspecto morfológico. 739 FRACTURAS INFRECUENTES EN PALEOPATOLOGÍA: HUESOS PROPIOS NASALES, RÓTULA Y ESCÁPULA Figura 3. Rx de la escápula que muestra la alteración del hueso en el borde axilar. Figura 4. A la derecha, fractura de la rótula comparada con su homóloga. 740 APORTACIONES, METODOLOGLAS y DESARROLLO TECNOLÓGICO. OTROS ESTUDIOS OTRAS ÉPOCAS Figura 5. La rótula fracturada colocada en posición anatómica. Figura 6. Norma anterior del cráneo con lesiones traumáticas en la cara. 741 FRACTURAS INFRECUENTES EN PALEOPATOLOCÍA HUESOS PROPIOS NASALES, RÓTULA Y ESCÁPULA Figura 7. El maxilar izquierdo se encuentra afectado por un hundimiento del hueso con amplia reabsorción. Figura 8. Fractura de hueso propios nasales con consolidación. 742