Titulo: Persona y Conocimiento…La búsqueda del Arje. Área: Persona Humana. Comisión Sugerida: Comisión N° 1 Alejandro Alberto MORICONI. Resumen La ponencia tiene por objeto discurrir sobre la existencia de la persona humana, y el conocimiento que este posee como tesoro de vida. La búsqueda del Arje, estará planteado bajo los interrogantes: ¿De dónde venimos?, y ¿Hacia dónde vamos?, sin dejar de lado que en ese trayecto, el ser humano puede transitar por un camino guiado por la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza; virtudes estas que de encontrarlas, acompañaran por siempre nuestra existencia. Partiremos de la premisa que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, siendo una substancia individual de naturaleza racional. Durante el desarrollo de contenido podremos compartir y debatir ontológicamente, lo que representa la persona como un ser social por naturaleza. Ser formado de cuerpo y espíritu, con significados distintivos y relevantes en el momento de concebir su forma de vida. Una vida, de la que es consciente que en el conocimiento de su mente, y en el sentir de su corazón, sabe que se expone diariamente a la elección de hacer el bien o el mal, en cada acción u omisión que voluntariamente realiza. La propuesta se trata de compartir y partir con las vivencias que la persona puede alcanzar junto a Dios y al prójimo; algo muy valioso que nosotros podemos conquistar. Hacerlo; es hallar el tesoro de la vida. Un tesoro que parece oculto, pero que está en nuestras manos… Datos del Autor: Alejandro Alberto MORICONI. Profesor de la Universidad Nacional de la Rioja. Desarrollo Todo Hombre es persona. La identidad hace de la persona lo que es, y no otro. El hombre desde su existencia a la vida, no solo se lo identifica como un ser racional, libre e inteligente; sino como aquel sujeto de derecho cuya sociedad que lo alberga, le confiere un atributo distintivo que hará de él una persona única en el tiempo. La integración del hombre se realiza a través de dos estructuras; una material y otra espiritual. Cuerpo y alma son parte de una individualidad que la persona posee. El ser material, lo convierte al hombre en la realidad de las cosas visibles; ya que posee un cuerpo sometido a leyes físico químicas. De hecho se convierte en una unidad cuántica que puede ser medido, pesado y hasta identificado numéricamente. Esa particularidad, es la dimensión más primitiva del ser humano, pues allí ejerce una actividad sobre otros cuerpos y sobre sí mismo. Sin embargo ENDUC VI - Ponencia Página 1 dentro de esa estructura radica su inteligencia; la que pone a su disposición para relacionarse con su entorno o cosmos material, considerando a los cuerpos como objetos. Y es en ese momento, donde identifica a su mismo cuerpo con un microcosmos, que manipula con el riesgo de dominar al propio hombre como si fuese un objeto más del mundo material. En ese estadio, avanza con la ingeniería genética desafiando al orden natural. Cabe mencionar, que el desarrollo de la ciencia y de la técnica, puede prescindir de la dimensión superior del ser humano, e incursionar en un escenario trasgresor; aviniéndose a una ideología puramente tecnocrática. Al respecto, el Papa Juan Pablo II escribió: El hombre actual parece estar amenazado por lo que produce, es decir por el resultado del producto de sus manos… El hombre por lo tanto, vive cada vez más en el miedo1 Pero el hombre, además de material, es un ser viviente que supera la dimensión anterior; ya que está en capacidad de realizar actos inmanentes que surgen desde su interior y lo enaltecen. Sabemos que la vida del ser humano se manifiesta en un estado vegetativo por el que nace, crece y se reproduce; en otro sensitivo, en el que siente y se dinamiza, y en un estado espiritual, dentro del cual busca su trascendencia en la labor permanente del bien. Sin dudas, es en ese estado espiritual; de fe, esperanza y caridad, donde el hombre podrá sobreponerse a lo malo, y alcanzar su felicidad plena. Y llegamos a la tercera dimensión del hombre, una dimensión que lo identifica como ser racional. En ese estadio, el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Se trata del alma que da la vida a todo compuesto humano: el vegetativo, el sensitivo y el espiritual. Esa alma tiene dos facultades que le son propias: la inteligencia y la voluntad; ambas están ligadas íntimamente y le confieren al hombre la lucidez para no caer en falsas consideraciones de las cosas sensibles2. Por último, el hombre es un ser social por naturaleza, término que lo distingue de un espacio metafísica; ya que ha sido creado por Dios, no para vivir solo, sino en sociedad. …No es bueno que el hombre esté solo, y creo a la mujer 3. Este modo de ser social por naturaleza, podemos enmarcarlo dentro de una estructura filosófica y jurídica. El término a quo o de donde parte, es la persona individual, y el término ad quem, es la persona a quien se dirige la relación o sea un ser semejante. Toda persona puede vivir cultivando virtudes La prudencia, la justicia, la fortaleza, y la templanza, son cuatro virtudes en donde reposa el tesoro que orientan la vida de todo ser humano. Desde su existencia, la persona se ha visto comprometida en sus manifestaciones de relacionamiento social, y su cultura en todos los tiempos se ha valido consciente o inconscientemente de practicarlas. De hecho si recordamos a ese gran filósofo 1 Juan Pablo II. Encíclica Redentor Hominis, N° 15 Santo Tomás, Suma Teológica, La consolidación de la filosofía, Ed. Austral pág. 68 y 69. 3 Libro del Génesis, nos 11-18. 2 ENDUC VI - Ponencia Página 2 griego: Platón; las comparo con las cuatro columnas en las que debía sostenerse la República. Las virtudes cardinales orientan la vida del individuo y lo llaman a transitar en la búsqueda del bien, rechazando el mal. Estas virtudes, descansan en el conocimiento de cada uno, y nos conducen solidariamente al encuentro del arje. La prudencia podemos definirla como la recta razón del obrar. Esta virtud se encuentra en la inteligencia de la persona, razón por la cual nos da la posibilidad de actuar en todo momento eligiendo el bien. El hombre prudente sabrá comprender en todo momento, los medios más idóneos y honestos que lo lleven al fin propuesto; mientras que la persona que actúa impulsivamente, se manifiesta según sus criterios de utilidad, sin discernimiento y con un pragmatismo atípico. La prudencia en su ejercicio, cuenta con tres momentos. El primero de ellos, es la deliberación. Allí puede analizar a la luz de las ciencias empíricas, lo que está viviendo. Otro es el juicio; en el, podrá comprender y resolver una determinada alternativa de obrar; mientras que el último momento, es el imperativo; oportunidad en la cual se verá reflejada la voluntad iluminada de lo que hará. En cuanto a la justicia; no quisiera dejar de lado las expresiones de Justiniano; ese Emperador Romano que en tiempos de CRISTO nos dice: “Justo es, quien puede dar a cada uno lo suyo, sin dañar a nadie y viviendo honestamente4 . Para quienes desempeñamos la noble profesión y servicio educativo; quizás la justicia sea la virtud más preciada de nuestras acciones u omisiones, pudiendo comprender en el prójimo la necesidad metafísica. Cabe señalar que existen tras sendas por donde se ejercita la virtud de la justicia de acuerdo a los sujetos obligados: 1. Justicia conmutativa. Se da en los acuerdos de voluntad que las personas celebran entre sí, rigiendo el criterio de igualdad para las distintas prestaciones. Cuando ello no sucede, se trasgrede esa relación y se atenta contra la virtud de la justicia, como es el caso de la explotación que realiza quien se aprovecha del otro frente a su necesidad o desconocimiento o buena voluntad. 2. Justicia distributiva. El sujeto obligado es el gobernante; quien debe distribuir los ingresos de la renta nacional entre todos los ciudadanos que habitan el suelo de un Estado; bajo los criterios de proporcionalidad y equidad; asegurando condiciones dignas de vida, de trabajo, de higiene, salud y educación. 3. Justicia Legal o del bien común. Los sujetos obligados son los ciudadanos respecto del Estado que legisla las cargas en orden al bien común; sustentado en el principio de la proporcionalidad y no de la igualdad como en la justicia conmutativa. La proporcionalidad asegurará entre ricos y pobres cargas distintivas que hacen a sus condiciones de vida. 4 Corpus Iuris Civilis Romanon. Institutas, L. I, T. I, N° 3. ENDUC VI - Ponencia Página 3 Por otro lado, la virtud de la fortaleza, radica en poder vencer el temor y abandonar la temeridad, asegurando en cada uno de nosotros la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien, llegando incluso a la capacidad de aceptar que trascendemos en plenitud con el llamado de Dios en la hora de la muerte y de la vida. Sin dudas, la fortaleza es la virtud moral que da al alma, el valor de poder afrontar con coraje los riesgos que se presentan en nuestra vida terrena, moderando el ímpetu de la audacia y conservando siempre la prudencia. “Ser fuerte ante la adversidad, y solidario con el prójimo”. Por último la templanza es la virtud mediante el cual, el hombre usa las cosas que lo rodean con moderación y sobriedad en tanto y en cuanto le son útiles, convenientes o necesarias para desarrollar adecuadamente su vida y sus perfecciones. La práctica de esta virtud nos conduce a vivir fuera del consumismo innecesario y nos guía hacia la verdadera felicidad y perfección: el conocimiento y el amor a Dios y al prójimo. Juan Pablo II decía: “en efecto, es bien conocido el cuadro de la civilización consumista, que consiste en un cierto exceso de bienes necesarios al hombre (…)”5. Toda persona trasciende La trascendencia hace de la persona su esencia; y lo conduce a ir más allá del espacio y del tiempo. ¿De dónde venimos? y ¿Hacia dónde vamos? Son interrogantes que pocas veces nos planteamos en el plano gnoseológico, pero que en determinados momentos de nuestra vida, apelamos a un dogma de fe preguntando ¿Por qué? Cierto es que la fe nos moviliza, nos motiva, nos estimula, nos alienta como aliento de alma de vida a seguir creyendo en algo o en alguien. De allí que numerosos filósofos, hombres metafísicos de la historia, en todos los tiempos y espacios trataron de alcanzar una respuesta a nuestras vidas, partiendo de la base que efímero sería su intento, si no existiría la posibilidad de un orden sobrenatural… Un dogma de fe basado en Dios con profundad repercusión en lo social. Para alcanzar una respuesta a tal afirmación me gustaría compartir las siguientes expresiones de algunos pensadores que hicieron de su vida una búsqueda de la trascendencia: Baruj SPINOZA, en su libro titulado “Ética demostrada según el orden geométrico”; nos dice: “De Dios”: “Por Dios entiendo el ser absolutamente infinito que es en sí, y se concibe por sí”, es decir, la sustancia que consta de infinitos atributos, cada una de los cuales expresa su esencia eterna e infinita”. “De la Naturaleza y Origen de los Afectos”: “El supremo bien del alma es el conocimiento de Dios, y la suprema virtud del alma es conocer a Dios”. 5 Juan Pablo II: “Catequesis”, Observatore Romano” del 21 de diciembre de 1980; Dives in Misericordia N° 11. ENDUC VI - Ponencia Página 4 Immanuel KANT, en su libro titulado “La Crítica de la Razón Práctica”, nos dice: De “La Inmortalidad del Alma como postulado de la Razón Pura Práctica”: Ahora bien, la perfecta conformidad de la voluntad a la ley moral, o la santidad, es una perfección de la que no es capaz ningún ser racional en el mundo sensible, en momento alguno de su existencia. Y, puesto que no es en él menos exigida como prácticamente necesaria, es preciso, pues, buscarla en un progreso indefinidamente continuo hacia esa perfecta conformidad; y, según los principios de la razón pura práctica, es necesario admitir ese progreso práctico como el objeto real de nuestra voluntad”. Georg Hegel, en la “Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas”, nos dice: De la “Filosofía del Espíritu”; numerales: 381) “El espíritu tiene para nosotros como presuposición propia, la Naturaleza, de la cuales la verdad, y, por tanto, el primer absoluto. En esta verdad la Naturaleza ha desaparecido, y el espíritu resulta como la idea que ha llegado a ser por sí, cuyo objeto y sujeto a la vez es el concepto. 384) “Lo absoluto es el espíritu: ésta es la más alta definición de lo absoluto. Encontrar su definición y comprender su significado y su contenido, tal se puede decir ha sido la tendencia absoluta de toda cultura y de toda filosofía,…..” Por último, San Agustín de Hipona, refiriéndose a los platónicos dijo: «trascendieron todos los cuerpos buscando a Dios». Pero la trascendencia se opone, a la inmanencia. Lo trascendente es aquello que se encuentra «por encima» de lo puramente inmanente. Y la inmanencia es, precisamente, la propiedad por la que una determinada realidad permanece como cerrada en sí misma, agotando en ella todo su ser y su actuar. La trascendencia supone, por tanto, la inmanencia como uno de sus momentos, al cual se añade la superación que el trascender representa. Conclusiones: Si todo hombre es persona; y toda persona puede vivir cultivando virtudes; su trascendencia está en su vida, y en la naturaleza de las cosas que le permiten al individuo ver más allá de lo que sus ojos pueden observar. Porque su felicidad está entre sus manos. En las manos que tienden los brazos del alma de Dios. Un Dios que es amor, y que nos invita todos los días a vivir con la fe, la esperanza y la caridad del alma. Quisiera dejar en cada uno de los docentes amigos con quienes hoy compartimos estas Jornadas Católicas, en un Universo laico como es la Universidad Nacional de la Rioja; la hermosa enseñanza que nos deja la historia de vida de San Agustín: Un día San Agustín paseaba por la orilla del mar, dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad de Dios; una de ellas la doctrina de la Trinidad. De repente, alza la vista y ve a un niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Lo observa más de cerca, y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un pozo. ENDUC VI - Ponencia Página 5 Así, el niño lo hace una y otra vez hasta que San Agustín, sumido en una gran curiosidad se acerca al niño y le pregunta: "Oye, niño, ¿Qué haces?", Y el niño le responde: "Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este hoyo". San Agustín le responde: "Pero, eso es imposible". Y el niño replica: "Más imposible es tratar de hacer lo que tú estás haciendo: Tratar de comprender en tu mente pequeña, el misterio de Dios". Bibliografía consultada: - BENNETT, William (1995), El libro de las Virtudes, Buenos Aires: Vergara. - HEGEL, Georg (1985), Lecciones sobre la historia de la Filosofía, México: Fondo de Cultura Económica. - KANT. Immanuel (2002), Crítica de la Razón Pura. Trad. de Manuel García Morente. Madrid: Tecnos. ISBN 978-84-309-3810-0. - PALUMBO, Carmelo (2000), Doctrina Social de la Iglesia, Buenos Aires: CIES. - PLATÓN, (1980); El Protágoras de Platón, traducción de J. Velarde; Oviedo: Vergara. http://www.filosofia.org/cla/pla/protbil.htm - SAN AGUSTIN, (2009). La Ciudad de Dios; Vida de San Agustín. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-220-1405-8. - SPINOZA, Baruj (2011), Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 9788424919412. - NIETZSCHE, Friedrich (1989), El origen de la tragedia. Buenos Aires: Siglo XX Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, 30 de julio de 2011. FIRMADO Prof. Alejandro Alberto MORICONI Abogado MF. T° 52 F° 748 / MP N° 1884 Prof. Univ. Cs. Js. – Mediador Profesor Titular de la Cátedra “Cultura de la Organización y Construcción de su Imagen” UNLaR ENDUC VI - Ponencia Página 6