2. ATOMOS Y RADIACIONES 2.1 Primeras ideas acerca del átomo y sus componentes El concepto de átomo fue introducido en la química por Dalton en 1802 como hipótesis para explicar la formación de compuestos a partir de substancias más sencillas. Se supuso que los átomos de un elemento dado eran idénticos en todas sus propiedades incluido el peso. Esto terminó dando lugar a la exitosa clasificación de los distintos tipos de átomos llevada adelante por Mendeleev. Por otra parte, a partir de los experimentos de electrólisis llevados a cabo por Faraday (1833) se había llegado a la conclusión de que existía una unidad elemental de carga (“átomo de electricidad”) que recibió el nombre de “electrón”. Con el tiempo se puso en evidencia que calentado un metal es posible emitir electrones. En particular, hacia 1890 J.J. Thompson se dedicó a investigar en detalle las propiedades de los electrones emitidos por un filamento calentado por medio de una corriente eléctrica. En particular pudo determinar el valor experimental de la relación e / m = −1.76 × 10 −11 C / kg (2.1) y un valor aproximado para su carga. Esta fue posteriormente determinada con mayor precisión por Millikan (1912) obteniéndose el valor e = −(1.602 ± 0.005) × 10 −19 C (2.2) m = 9.1085 × 10 −31 kg = 511 keV / c 2 (2.3) de donde resulta Para Thompson resultaba claro que los electrones emitidos debían estar contenidos en los átomos. Sin embargo, la carga negativa de estos resultaba tener asociada una masa muy pequeña comparada con la del átomo. Como normalmente se observaba que estos eran neutros resultaba evidente que los átomos debían contener una carga positiva de igual magnitud que la negativa. Thompson sugirió entonces que la carga positiva del átomo estaba intimamente relacionada con la mayor parte de la masa atómica y que esta ocupaba casi todo el espacio dentro del átomo. Es decir, que los electrones se comportaban como pasas de uva dentro de un pan dulce. Una representación esquemática del modelo de átomo de Thompson se indica en la Fig.2.1 Figura 2.1: Modelo de átomo de Thompson 1 En este modelo los electrones podían vibrar alrededor de sus posiciones de equilibrio y por lo tanto emitir radiaciones electromagnéticas o eventualmente ser emitidos ellos mismos por medio de una colisión suficientemente violenta o agitación térmica. En el desarrollo de los modelos que fueron surgiendo con posterioridad al modelo de Thompson jugaron un rol esencial el descubrimiento ocurrido durante los últimos años del s.XIX de distintos tipos de radiaciones: los rayos X, α, β y γ. En lo que sigue describiremos brevemente los respectivos descubrimentos y las principales propiedades de los mismos. 2.2 Los rayos X y su descubrimiento En verdad en la última década del s.XIX eran numerosos los investigadores que estudiaban las descargas eléctricas en gases a baja presión. Uno de ellos, William Roentgen observó un cierto día de noviembre de 1895 que al hacer funcionar un tubo de rayos catódicos recubierto de papel oscuro se producía una fluorescencia en una pantalla de cianuro de bario y platino situada a una cierta distancia de tubo. La fuente de los rayos que producían esta fluorescencia fue localizada en las paredes del tubo. En posteriores experiencias se encontró que la interposición de varios espesores de diferentes substancias disminuían la intensidad de la fluorescencia pero no la eliminaban completamente. Esto demostró que los rayos X (así fueron denominados) tenían gran poder de penetración por lo que no podían se electrones. También se encontró que podían ennegrecer una placa fotográfica e ionizar un gas, que se propagaban en línea recta y que no eran desviados por campos eléctricos y/o magnéticos. Roentgen intentó sin éxito reflejarlos y refractarlos. Sin embargo mas tarde fue posible obtener con ellos figuras de difracción. Esto, junto con otros experimentos de polarización de rayos X, permitió establecer que estaban constituidos por ondas transversales análogas a la de la luz. 2.2.1 Producción y detección de rayos X. En los experimentos de Roentgen los rayos X se producían al chocar los electrones con las paredes del tubo. Con el tiempo se fueron realizando modificaciones para mejorar la eficiencia de los tubos. Actualmente estos tienen el aspecto que se indica en la Fig.2.2 Figura 2.2: Esquema de una lámpara de rayos X. 2 La diferencia de potencial entre el ánodo y el cátodo suele ser de unos 30 a 50 KV lo que se logra con un transformador elevador y un sistema de rectificado. Para medir la intensidad de los rayos X han sido utilizados los distintos efectos que ellos producen, como p.ej. el ennegrecimiento de una placa fotográfica, la ionización producida en un gas o vapor, etc. Justamente en este efecto se basa la cámara de ionización indicada en la Fig.2.3. Figura 2.3: Esquema de un detector de rayos X. Como ya fue mencionado, mas o menos rápidamente empezó a surgir evidencia de que los rayos X eran una forma de radiación electromagnética con longitud de onda λ ~ 10-10 m. En 1912 von Laue sugirió que debería ser posible obtener figuras de difracción al hacer pasar un has de rayos X a travez de una red cristalina cuya separación entre átomos fuera del orden de λ. Efectivamente este efecto fue observado. Un ejemplo típico de lo obtenido se puede ver en la Fig.2.4. Figura 2.4: Imagen típica obtenida por difracción de rayos X Este tipo de figura de difracción fue interpretado en forma sencilla por Bragg quien supuso que las manchas de difracción eran producidas por rayos X dispersados desde distintas series de planos paralelos interiores al cristal. El análisis realizado por Bragg es el siguiente. Consideremos el esquema de la Fig.2.5. En ella vemos los rayos I y II que 3 forman parte de haz incidente de rayos X y que son reflejados con angulo θ respecto de los planos del cristal. Figura 2.5: “Reflexión” de rayos X en los planos atómicos. Para que ambos rayos estén en fase debe cumplirse que BC + CD = nλ (2.4) n λ = 2d sin θ (2.5) de donde Esta ecuación se conoce como ec. de Bragg. El caso n = 1 corresponde al espectro de primer orden. Por lo tanto si se toma un monocristal cuyo d ha sido determinado por otros métodos y se mide el ángulo θ para el cual se produce el máximo de la figura de difracción es posible determinar la longitud de onda del rayo X incidente. Para determinar d en forma independiente se puede utilizar la densidad ρ y el peso molecular M a través de la expresión d =3 M f ρ NA (2.6) donde N A es el número de Avogadro y el f número de moléculas por átomos. Basándose en las ideas de Bragg fue posible diseñar un espectrómetro de rayos X. Este aparato, cuyo esquema se representa en la Fig.2.6, permitió estudiar el espectro de rayos X emitidos por distintos tipos de anticátodos. Figura 2.6: Esquema de un espectrómetro de rayos X de monocristal 4 Como se puede ver en la Fig.2.6 un espectrómetro esta formado por la fuente de rayos X que se desea analizar, un sistemas de endijas S1 y S2 que permite colimar el haz, un cristal C donde se produce la difracción y un detector P que permite determinar la intensidad de rayos X para cada ángulo θ . 2.2.2 Espectros típicos de rayos X Como se mencionó en la sección anterior conociendo el d de un cristal es posible analizar las longitudes de onda contenidas en un haz de rayos X. La Fig.2.7 muestra un espectro típico obtenido para el Mo con una tensión de trabajo de 35 KV. Figura 2.7: Espectro de rayos X correspondiente al Mo con una tensión de trabajo de 35 Kv Como se observa el espectro resulta estar compuesto de a) Un espectro continuo. b) Un espectro de picos nítidos superpuesto al continuo. Rápidamente resultó evidente que estas dos componentes esencialmente distintas del espectro producido por un mismo anticátodo debían tener orígenes diferentes. El espectro contínuo resulta de la radiación emitida por los electrones al desacelerarse mediante “choques” en el campo eléctrico de Coulomb del blanco. Este efecto se puede explicar mediante el uso de la teoría clásica del electromagnetismo y recibe el nombre de “bremsstrahlung” (radiación de frenado). Una característica que llamo la atención, sin embargo, fue la existencia de una longitud de onda λmin en el espectro. Duane y Hunt realizaron una serie de experimentos para determinar λmin en función del voltaje V aplicado al tubo. Encontraron que dicha longitud de onda mínima resultaba inversamente proporcional a V. Es decir que la frecuencia máxima ν max esta dada por, ν max = c λmin 5 = e V h (2.7) Medidas cuidadosas demostraron que h coincidía con la constante de Planck que ya había sido determinada en forma independiente a partir de la radiación de cuerpo negro. Por lo tanto hν max = e V , lo que implica que la frecuencia máxima esta asociada con la energía cinética máxima que el electrón puede adquirir en el campo eléctrico generado por la diferencia de potencial V. Esto corresponde, evidentemente, al caso en que el electrón pierde toda su energía en un solo choque. El espectro discreto resultó mas difícil de interpretar en su momento. Moseley (1913) realizó una investigación sistemática de los mismos. Por ejemplo, para la plata en contro dos series de picos: una de longitud de onda corta conocido como serie K (“Kurse”) y otro de longitud de onda relativamente larga conocida como L (“Lange”). Estas series se indican en la Fig.2.8 Figura 2.8: Posiciones relativas de las rayas espectrales de las series K y L de los rayos X de la plata Otros investigadores encontraron luego otras dos series de rayos con longitudes de onda todavía mayores para elementos con número atómico Z > 66 que fueron clasificadas como series M y N. Moseley encontró que el carácter de una serie dada era practicamente el mismo para todos los elementos estudiados y que la frecuencia de una raya particular de una serie variaba de una manera muy regular de un elemento a otro a lo largo de la tabla periódica. Graficando ν de la raya Kα (la mas intensa de la serie K) en función del número atómico del elemento que emite dicha raya Moseley obtuvo las rectas que se indican en la Fig.2.9 Figure 2.9: Diagrama de Moseley donde se grafica la raiz cuadrada de la frecuencia en un función del numero atómico para una raya de la serie K 6 La recta obtenida puede ser ajustada mediante la ecuación ν = C (Z − a)2 (2.8) donde C y a son constantes. Para la linea Kα Moseley encontró C= 3 Rc 4 a ≈1 (2.9) Aquí, c es la velocidad de la luz, R c = 3.289 ×1015 s −1 donde R es la constante de Ryberg que era ya conocida del estudio de los espectros ópticos. La constante a recibe el nombre de “constante de apantallamiento”. Analizando lo que ocurre con la linea K β se encuentra una expresión similar pero con la constante 3/4 reemplazada por 8/9. La gente notó rapidamente que ambos casos pueden engoblarse en la expresión ν K = R c ( Z − 1) 2 ( 1 1 − 2 ) 2 1 n (2.10) con n = 1,2 . Esta expresión resulta tener una fuerte semejanza con la fórmula empírica de Balmer (1885) para el espectro óptico del hidrógeno (ver Fig.2.10) νH =R c ( 1 1 − 2 ) 2 2 n Figura 2.10: Posiciones relativas de las rayas espectrales de la serie de Balmer del espectro visible del hidrógeno. 7 .... (2.11) 2.3 Los rayos α, β y γ : su descubrimiento y propiedades. Un año después del descubrimiento de los rayos X, H. Becquerel estaba investigando la posible relación entre la fosforescencia que presentaban algunas sales después de ser irradiadas con luz ordinaria y la fluorescencia del vidrio en un tubo de rayos X cuando descubrió en forma casual que ciertas sales de uranio eran capaz de emitir radiaciones capaces de ennegrecer una placa fotográfica a pesar de estar envueltas en papel oscuro. Posteriores investigaciones mostraron que esta radiación estaba asociada al uranio. Rápidamente se descubrió que el torio también poseía esta propiedad. Dos años mas tarde, en 1898, se observó que ciertos minerales que contenían uranio y torio emitían una radiación aún mayor que el uranio y torio separadamente. Esto llevó a Marie y Pierre Curie a aislar dos nuevos elementos: el polonio y el radio, que resultaron ser mas de un millón de veces mas radiactivos que el uranio. Muy poco después, Rutherford investigó el poder de penetración de las radiaciones de uranio, comprobando la existencia de dos tipos de radiación: una muy blanda, fácilmente absorbida por la materia, que Rutherford denominó rayos α y otra más penetrante que llamó rayos β. Sabemos ahora que la radiación que impresionaba la placa fotográfica en la experiencia de Becquerel era de este último tipo. Un par de años mas tarde, P. Villard descubrió la existencia de un tercer tipo de radiación, mucho más penetrante que la β y que se denominó radiación γ. La existencia de tres tipos de radiación queda claramente evidenciada por la siguiente experiencia. Se coloca una pequeña cantidad de alguna sal radiactiva en el fondo de una larga y estrecha hendidura practicada en un bloque de plomo como se indica en la Fig.2.11. Figura 2.11: Dispositivo para estudiar el comportamiento de los radiaciones α β y γ en presencia de un campo magnético entrante al plano de la figura. Del material radiactivo R saldrá un haz casi paralelo a través de la rendija S, y los rayos que inicialmente tengan otra dirección serán absorbidos por el plomo. El bloque de plomo está situado en una cámara oscura, donde se coloca una placa fotográfica a corta distancia de él. Para evitar la absorción de los rayos, se hace vacío en la cámara y a continuación se aplica un fuerte campo magnético B normal al plano de la figura. Como es sabido la trayectoria de una partícula de carga q , masa m y velocidad v en dicho campo es un circulo de radio r dado por r= v B (q / m) 8 (2.12) Por lo tanto si el campo está dirigido hacia dentro del plano de la figura, las partículas cargadas positivamente serán desviados hacia la izquierda de la figura mientras que las de carga negativa hacia la derecha. Finalmente, las partículas sin carga eléctrica no sufrirán desviación alguna. Efectivamente lo que se observa es la existencia de tres líneas separadas en la placa fotográfica P. Conociendo la distancia entre el punto S de la Fig.2.11 y la placa P y la separación entre las líneas es posible determinar la relación entre v y q / m . Para determinar estas magnitudes en forma independiente Rutherford y colaboradores propusieron utilizar el aparato que se indica en la Fig.2.12. Figura 2.12: Diagrama del aparato utilizado por Rutherford y Robinson para la determinación de q/m en las partículas α Los rayos procedentes de los materiales radiactivos contenidos en el tubo de vidrio S de paredes delgadas, pasan primero entre dos placas de vidrio plateadas A y B, luego pasan por una rendija estrecha S1 e inciden después sobre la placa fotográfica P. Cuando no se aplica diferencia de potencial, por la rendija S1 pasa un haz estrecho de partículas que sin desviarse inciden sobre la placa P. En cambio, si se mantiene una diferencia de potencial V entre las placas A y B, las partículas cargadas atraviesan el campo eléctrico siguiendo trayectorias parabólicas. De esta manera, únicamente pasan por la rendija S1 aquellas partículas que entran al campo eléctrico siguiendo una dirección que forme un ángulo pequeño con el plano de las placas. Después de emerger de la rendija, siguen en línea recta, tangentes a dicha parábola hasta incidir sobre la placa P. La desviación de una partícula cargada respecto a su trayectoria original resulta proporcional a q / mv 2 . Por lo tanto, midiendo sobre la placa fotográfica el desplazamiento de la traza respecto de la de la partícula no desviada se puede determinar dicho cociente. Con esta información mas la obtenida mediante el experimento con el campo magnético es posible determinar las cantidades q / m y v en forma separada. Utilizando este tipo de métodos ya Becquerel había podido determinar que el valor de q / m para los rayos β de baja velocidad tenían un valor semejante al que se conocía para los electrones. Determinaciones más precisas confirmaron luego esta identificación entre rayos β y electrones. Para el caso de las partículas α, Rutherford y Geiger pudieron además determinar el valor de carga utilizando un detector similar al de la Fig.2.3. De esta manera encontraron que la carga de la misma era (en módulo) igual a dos veces la carga del electrón y que la masa era cuatro veces la masa del hidrógeno. Esto los llevó a identificar a la partículas α con átomos doblemente ionizados de helio. Esto fue posteriormente confirmado por Rutherford y Royds (1909) 9 utilizando métodos espectroscópicos. Las velocidades típicas, así como las energías cinéticas asociadas, de las partículas α de algunos elementos determinadas por los métodos antes descriptos se indican en la Tabla 2.1. Elemento Z A Polonio (Po) Radio (Ra) 84 88 218 226 Uranio (U) 92 238 v [ × 10 7 m/s] 1.699 1.517 1.488 1.423 Energía [MeV] 5.998 4.76 4.59 4.18 Tabla 2.1 En cuanto a los rayos γ no pasó mucho tiempo hasta que se los identificara como radiación electromagnética. En verdad ya en 1914 Rutherford y Andrade fueron capaces de determinar las longitudes de onda correspondientes utilizando un espectrómetro de Bragg similar al descripto en la Fig.8. Encontraron que éstas eran del orden de las décimas de A, lo que corresponde a energías algo por debajo de MeV. Como consecuencia estos rayos son mucho mas penetrantes que los rayos X. 2.4 Dispersión de partículas α y el átomo de Rutherford La posibilidad de disponer de un haz de partículas relativamente pesadas y de carga positiva, como lo eran las partículas α, llevó a Rutherford a tratar de investigar si el modelo de átomo de Thompson era correcto. Su idea fue tratar de bombardear átomos con un haz de partículas α y ver como éstas eran dispersadas. Le pidió entonces a su estudiante E. Marsden que preparara una fuente intensa de rayos α y que midiera de que manera estos rayos se dispersaban al pasar a través de una delgada hoja de oro. Utilizando un simple razonamiento cinemático llegó a la conclusión de que de ser correcto el modelo de Thomson (ver Fig.2.13.a) las partículas α debían ser dispersadas en menos de un grado respecto de la trayectoria inicial. El resultado del experimento fue totalmente inesperado: algunas de las partículas α eran dispersadas hacia atrás en dirección de la fuente (ver Fig.2.13.b). Rutherford llegó a la conclusión de que esto sólo era posible si prácticamente toda la masa del átomo estaba concentrada en un volumen muy pequeño. Esto dio lugar a que propusiera un nuevo modelo Figura 2.13: Dispersión de partículas α por a) el átomo de Thompson; b) el átomo de Rutherford. 10 atómico en el cual toda la carga positiva, así como prácticamente toda la masa del átomo, está concentrada en el centro del mismo, estando esta rodeada por una nube de electrones. Este modelo le permitió calcular la distribución angular de las partículas α dispersadas y de esta manera contrastar sus resultados teóricos con los experimentales. Básicamente el problema consiste en resolver el problema de dispersión elástica en un potencial de Coulomb esquematizado en la Fig.2.14. Figura 2.14: Orbita hiperbólica de la partícula α en el experimento de Rutherford En dicha figura v es la velocidad inicial de la partícula α y b el correspondiente parámetro de impacto. Esta última magnitud se define como la distancia mínima al punto 0 en el caso en que potencial de interacción se anule. Dado un valor de v es posible encontrar una relación entre el parámetro de impacto y el ángulo θ con que sale dispersada la partícula. Utilizando la conservación de la energía y del momento angular, junto con la ecuación de movimiento de una partícula en el campo de fuerzas de Coulomb dado por e2 2Z r F (r ) = 4π ε 0 r 2 r (2.13) se encuentra que dicha relación es b= 2Z θ cot 2 4π ε 0 µ v 2 e2 (2.14) Aquí, µ representa la masa reducida µ= m M/(m+M) donde m es la masa de la partícula α y M la masa nuclear. El factor 2 en el numerador toma en cuenta la carga de la partícula α. En las experiencias reales el número de partículas que se hace incidir sobre la delgada placa metálica es muy grande. Por consiguiente, lo que se debe calcular es cuántas son dispersadas un ángulo θ, o lo que es equivalente, cuál es la probabilidad de que una partícula α sea dispersada un ángulo θ dada una cierta intensidad incidente I. Esta última magnitud queda definida por el número de partículas incidentes por unidad de área y unidad de tiempo. La cantidad usualmente utilizada para indicar dicha probabilidad recibe el nombre de sección eficaz diferencial de dispersión (differential scattering cross section) dσ/dΩ, donde Ω indica el ángulo sólido, y esta dada por dσ (Ω) Particulas dispersada s en dΩ alrededor de Ω por unidad de tiempo = dΩ I (2.15) 11 Esta cantidad tiene unidades de superficie por estereoradian. Para los casos de interés se suele utilizar el milibarn por estereoradian (mb/st), donde 1 mb = 10-31 m2 = 0.1 fm2. Usualmente, tal como es el caso en la dispersión por fuerzas de Coulomb, la dispersión ocurre de manera simétrica alrededor del haz incidente. En ese caso el diferencial de ángulo sólido esta dado por dΩ = 2π sin θ dθ (2.16) Como el número de partículas dispersadas entre θ y θ+dθ es igual al que incide con parámetro de impacto entre b y b+db se obtiene Particulas dispersada s en dΩ alrededor de Ω por unidad de tiempo = 2π I b db (2.17) de donde dσ (θ ) b db = dΩ sin θ dθ (2.18) Reemplazando por la relación entre b y θ, Eq.(2.14), obtenida anteriormente se obtiene la llamada ley de dispersión de Rutherford dσ (θ ) 1 e 2 2 Z 2 θ = ( ) cosec 4 2 4 4π ε 0 µ v 2 dΩ (2.19) Esta ecuación dice que si la teoría del átomo de Rutherford es correcta, el número relativo de partículas que inciden sobre una pantalla para cada ángulo θ debe ser proporcional al inverso de sin4 θ/2, al inverso del cuadrado de la energía inicial de la partícula E=1/2 µ v2 y al cuadrado de la carga nuclear. Estas predicciones fueron ampliamente confirmadas por una serie de experimentos realizados en el laboratorio de Rutherford, Geiger y Marsden. Cabe destacar que la deducción de la fórmula de Rutherford aquí presentada, que sigue por otra parte lo hecho originalmente por Rutherford, se basa exclusivamente en conceptos de mecánica clásica. Sin embargo, cálculos hechos utilizando mecánica cuántica llegan al mismo resultado. En los cálculos anteriores se ha supuesto que el núcleo es infinitamente pequeño. Sin embargo, si este tiene un tamaño finito la partícula α chocará con el núcleo si la distancia de máxima aproximación es menor que el radio nuclear R. Si esto sucede, ésta es dispersada por el campo de fuerzas nucleares pero ya no en la dirección esperada por las expresiones anteriores. Como consecuencia la sección eficaz, en general, cae por debajo del valor predicho por Rutherford. No es difícil demostrar que la distancia de máxima aproximación esta dada por d (θ ) = 2Z θ (1 + cosec ) 2 4π ε 0 µ v 2 e2 (2.20) Como vemos, d decrece a medida que la energía de la partícula incidente crece o que el ángulo de dispersión aumenta. Utilizando las fuentes naturales de rayos α disponibles 12 resultó que para los átomos pesados originalmente utilizados por Rutherford la distancia d era mayor que R aun para ángulos de dispersión cercanos a 1800. Por lo tanto para poder observar desviaciones respecto de sus predicciones Rutherford estudió la dispersión sobre átomos mas livianos, cuya menor carga nuclear permite que las partículas α se acerquen mucho mas. De esta manera pudo finalmente encontrar los apartamientos buscados y determinar el orden de magnitud del radio nuclear R que resultó ser unos 10 fm para la plata. Volveremos sobre este punto en mucho mayor detalle más adelante. Hoy día es posible mediante el uso de aceleradores, que se describirán más adelante, producir partículas α de energía mucho mayor que las que resultan del decaimiento de sustancias radioactivas. De esta manera es posible observar el apartamiento respecto de la dispersión coulombiana aún para núcleos pesados. Esto resulta evidente en la Fig.2.15 donde aparece la sección eficaz relativa en función de la energía incidente para un blanco de plomo y un ángulo de dispersión de 600. Se puede observar que el apartamiento comienza a una energía de 27.5 MeV lo que implica una distancia de máxima aproximación de unos 24 fm. Figura 2.15:Variación de la sección eficaz diferencial (en unidades arbitrarias) a un ángulo de 600 en función de la energía para la dispersión de partículas α sobre un blanco de Pb. 2.6 Dificultades con el átomo de Rutherford. Átomo de BohrSommerfeld El modelo de Rutherford no tiene mucho que decir acerca de los electrones ya que no juegan un rol importante en los experimentos de dispersión antes descriptos. Evidentemente, al menos una parte de ellos debe esta fuera del núcleo ya que sabemos que la carga del mismo no está neutralizada. Por otra parte sabemos que los electrones son atraídos hacia el núcleo por la fuerza de Coulomb por lo que de no actuar sobre ellos alguna otra fuerza deberían caer sobre él. Una posibilidad es que dicha fuerza se deba a la fuerza centrífuga correspondiente al movimiento circular de los electrones indicado en la 13 Fig.2.16a. Igualando ambas fuerzas resulta que esto puede ocurrir si el radio de dichas trayectorias es e2 Z (2.21) 4π ε 0 m v 2 donde m es la masa del electrón y v su velocidad. Esto parece explicar el problema de la estabilidad de las órbitas electrónicas. Sin embargo, rápidamente la gente se dio cuenta del siguiente inconveniente. Un electrón que se mueve en una órbita circular esta bajo el efecto de una continua aceleración y por lo tanto, dado que era bien conocido el hecho de que una carga emite radiación electromagnética al ser acelerada, debe perder energía por radiación. Debido a esta perdida de energía el electrón debe tender a reducir su velocidad y consecuentemente la fuerza centrifuga. Como resultado de esto comenzará a caer sobre el núcleo siguiendo la trayectoria en espiral indicada en la Fig.2.16b. Esto da lugar a la llamada “paradoja de la radiación” ya que el modelo predice que el átomo debe radiar un continuo de frecuencias cada vez mas altas a Figura 2.16: a) Orbita estable del electrón si no se toma en cuenta la medida de que el radio radiación electromagnética; b) inestabilidad debida a la radiación. disminuye lo cual esta en contradicción con los espectros visibles y de rayos X conocidos experimentalmente que presentan picos discretos y que han sido discutidos en secciones anteriores. Esto llevó a Bohr (1913) a proponer que, si bien la idea de un átomo formado por un núcleo masivo con electrones moviéndose alrededor de él era esencialmente correcta, se debían cumplir dos postulados adicionales. El primero es que de todas las órbitas electrónicas sólo están permitidas aquellas para las cuales el momento cinético del electrón es un número entero de = h / 2π , donde h es la constante de Planck ya introducida en este texto. Si el electrón permanece en dichas órbitas éste no irradia energía. Para las órbitas circulares antes mencionadas esto implica r= mvr = n (2.22) El segundo postulado establece que cualquiera que sea la energía radiante emitida o absorbida por el átomo, esta es absorbida o emitida en un número entero de cuantos, cada uno de ellos de energía hν y que la energía del átomo siempre cambia en estas cantidades. Es decir, ε i − ε f = hν 14 (2.23) donde ε i es la energía inicial del átomo y ε f su energía final. Los radios de las órbitas permitidas pueden calcularse eliminando v de las Ecs.(2.21) y (2.22). Para el átomo de hidrógeno (Z =1) eso conduce a 2 rn = 4π ε 0 n 2 (2.24) me 2 Reemplazando los valores conocidos de las constantes que aparecen en la Ec.(2.24) se obtiene r1 = 0.529 A , lo cual coincide con las estimaciones conocidas a partir de la teoría cinética de los gases. En cuanto a las energías de los estados electrónicos permitidos resulta sencillo obtenerlas a partir de la Ec.(2.24) y la expresión para la energía total de electrón. Resulta εn = − e2 4π ε 0 2 m 2 n2 2 (2.25) Por lo que de acuerdo con el segundo postulado de Bohr, Ec.(2.23), la frecuencia irradiada cuando un electrón pasa del estado ni al estado n f del átomo de hidrógeno resulta ν = e2 4π ε 0 2 m 1 1 ( 2 − 2) 3 4π n f ni (2.26) Si identificamos esta expresión con la correspondiente a la serie de Balmer, Ec.(2.11), vemos que para que esto sea correcto la constante de Ryberg debe estar dada por R = e2 4π ε 0 2 m 4π 3 c (2.27) Reemplazando los valores de las constantes que aparecen en lado derecho de esta igualdad se encuentra el valor R c = 3.289 ×1015 1/ s ya mencionado anteriormente. Vemos por lo tanto que la serie de Balmer corresponde a los decaimientos en que el estado final del átomo de hidrógeno tiene n f =2. La interpretación esta serie, junto con las otras series de líneas correspondientes al átomo de hidrógeno que están sin embargo fuera del visible (infrarrojo o ultravioleta) se indica en la Fig.2.17. Figura 2.17: Saltos cuánticos que dan origen a las diferentes series espectrales del hidrógeno 15 La teoría original de Bohr, que admitía únicamente órbitas circulares fue generalizada por Sommerfeld para incluir también órbitas elípticas. Esto llevó a incluir un número cuántico adicional relacionado con el impulso angular orbital L de manera que para un dado valor de n no estuviera permitido solamente el valor L = n sino todos los valores L = l con l = n, n − 1,...,1 . Sin embargo no fue hasta 1925, cuando Pauli introdujo el llamado “principio de exclusión” y el concepto de espín, que se tuvo una descripción adecuada del espectro de los átomos más complejos. Por supuesto mientras tanto toda la teoría atómica fue reinterpretada en el marco de la mecánica cuántica a través de la ecuación de Schroedinger (1924). El espín S puede entenderse como el impulso angular intrínseco de cada partícula y para el caso de los electrones toma el valor h/4π. El “principio de exclusión” de Pauli establece que una vez que el estado electrónico está completamente especificado a través de sus números cuánticos sólo es posible poner un electrón en dicho estado, es decir que los electrones se comportan como fermiones. Con todos estos elementos se pudo finalmente obtener una interpretación adecuada de los espectros de rayos X. Estos rayos son emitidos debido al reordenamiento de los electrones atómicos que ocurre cuando un electrón incidente arranca algunos de los electrones que están en alguno de los estados ocupados del átomo. El diagrama de niveles energéticos de los rayos X para un elemento pesado, tal como el uranio se indica en la Fig.2.18. Figura 2.18: Diagrama de niveles energéticos de los rayos X para un elemento pesado tal como el uranio que muestra las transiciones que dan lugar a las rayas espectrales (no dibujado a escala) 16 Dentro de este esquema la Ec.(2.10) para la raya Kα puede interpretarse como la radiación que se emite cuando un electrón salta de la órbita de número cuántico n = 2 a la de n = 1 . La aparición de factor (Z - 1)2 en la Ec.(2.10) en lugar del valor Z2, que uno esperaría para un átomo de carga nuclear Z, puede explicarse suponiendo que el electrón que salta de la órbita n = 2 a la n = 1 .está protegido de la carga nuclear por la carga negativa de un solo electrón. Esta explicación se comprende mejor considerando la manera en que se producen los rayos X. El elemento del anticátodo está constituido por átomos neutros, en los que la primera capa, n = 1 , contiene dos electrones. De acuerdo con el principio de Pauli, en esta capa K no puede haber más. electrones. El único instante en que un electrón puede saltar de la capa L (n = 2) a la capa K ( n = 1 ) es cuando falta uno de los electrones de la capa K. La deducción obvia es que, durante el funcionamiento del tubo de rayos X, un rayo catódico expulsa un electrón. de la capa K de un átomo. Puesto que la mayoría de las otras capas están completas y no admiten más electrones, este electrón K tendrá que ir a uno de los niveles exteriores no ocupado o ser lanzado completamente fuera del átomo, lo cual dependerá de la energía que le comunique el rayo catódico incidente. Como resultado de este proceso, la capa K tendrá solamente un electrón. Si un electrón de la capa L saltara de esta capa a la K, ello conduciría. a. la emisión de un cuanto de energía, cuya frecuencia sería la de la raya K. El electrón que salta de la capa L a la K se mueve dentro de un campo eléctrico, que es esencialmente el de la carga nuclear positiva y la carga negativa del electrón que todavía está en la capa K. Este campo eléctrico equivale, por consiguiente, al de una, carga. positiva de magnitud (Z –1 )e. Se puede demostrar que el efecto de los electrones externos sobre este campo eléctrico es muy pequeño. 17