LA MÚSICA BIZANTINA Características generales Es la música que se desarrolló en Bizancio (ss. V al XV d.C.) a partir de textos poéticos griegos, la melodía monofónica que se dio en las primitivas comunidades cristianas del Mediterráneo oriental, y las tradiciones musicales griega (escalas del Octaeco) y hebrea (himnos y salmos). En general, se trata de monodias, de ritmo libre, en las que con frecuencia se intenta representar de forma melódica el significado de las palabras. La mayor parte de esta música que ha llegado hasta nuestros días, pertenece a la tradición y uso eclesiástico. Los manuscritos en los que se conservó datan del siglo IX, mientras que su semiótica se desarrolló entre los siglos VII y XIII d.C. También se conservan de forma dispersa y fragmentaria textos de himnos anteriores en los que se pueden observar formas de la música antigua griega. La función de la música en el culto cristiano en Bizancio se basó en el planteamiento teológicomístico surgido de la tradición bíblica, según el cual, el canto religioso tiene origen angelical y vino a unir a los hombres con los ángeles en una oración común. Este planteamiento ha dado a la música eclesiástica un marcado carácter conservador y, durante algún tiempo, se impuso el anonimato del compositor, quien era contemplado simplemente como mero transmisor de los cantos de origen divino. De hecho, en los primeros siglos de Bizancio, la originalidad y la composición libre estuvieron fuertemente condicionadas por tipos y técnicas musicales antiguas y por diversas tradiciones orientales. Evolución histórica La práctica primitiva de recitar y cantar las oraciones por la totalidad de los fieles, que recibió el nombre de Coro (Xορός), sufrió un proceso evolutivo que la convirtió en algo exclusivo de cierta clase del clero inferior, cuyos miembros desde finales del s. IV d. C. recibieron el nombre de Cantores Sacros (Ιεροψάλτης). Durante la celebración del culto, su ubicación se fijó en los dos extremos del ala central de la iglesia delante del Iconostasio (Εικονοστάσιον) ο pantalla arquitectónica con iconos que aísla el presbiterio y su altar del resto del templo. En sus comienzos, la música bizantina estuvo basada en el Tropo o Tropado (Τροπάριον) que constituye la forma elemental de himno de una estrofa. Su existencia se atestigua desde el s. IV d. C. y sus vestigios han pervivido hasta hoy en la liturgia ortodoxa. Se trata de diversos tipos de cánticos breves basados en textos poéticos no rimados y, por lo general, sin ritmo tónico. Se clasifican según su contenido, su melodía y la época en la que se cantan. Los mejores himnógrafos y músicos bizantinos, conocidos por el nombre genérico de Melodos (Μελωδοί), surgieron de las filas de los monjes. Entre ellos destacan las figuras de Romano el Melodo (s. VI d. C.), Juan Damasceno (s. VII), Andrés el Cretense (ss. VII-VIII d. C.) y Teodoro Estudita (ss. VIII-IX d. C.). La tradición himnográfica bizantina sentó sus bases en el s. V d. C. con el Kontakion (Κοντάκιον) o composición métrica que proviene posiblemente de la tradición siríaca. Se trata de una especie de sermón poético, basado, por lo general, en un relato bíblico. Se compone de 20 a 30 estrofas y su melodía se fundamenta en un sencillo estilo silábico (una nota por cada sílaba) que a partir del s. IX evolucionó a un estilo más melódico (varias notas por cada sílaba). Los Kontakion eran cantados en el Orto y llegaron a su auge con la gran figura musical de Bizancio, San Romano el Melodo (s. VI d. C.). En la segunda mitad del s. VII d. C., San Andrés de Creta introdujo un nuevo tipo de himno, el Canon (Κανών), que alcanzó su máxima expresión en el s. VIII d. C. con San Juan Damasceno y Cosme de Jerusalén. Se trata de una composición de nueve odas que corresponden a las nueve odas bíblicas: los dos himnos de Moisés, las oraciones de Santa Ana, Abacúm, Esaías, Jonás y Daniel, el Himno de los tres niños, el Himno de la Virgen y la Oda de Zacarías. Eran acompañadas por nueve melodías independientes, denominadas Hirmos (Ειρμοί), basadas en la melodía del primer tropo del Canon que se toma como modelo para componer una forma musical unificada. Más elaborado y más rico en su temario es el himno llamado Estiquerón (Στιχηρόν), compuesto para ser cantado en el Orto, los Enos y Vespertinas durante los días festivos del año y comprenden un ciclo rotatorio de ocho semanas. Se estructuran teniendo como base los Modos (Ήχοι) ο tipos de escalas sobre las que se construía la monodia. A partir del último periodo de Bizancio, una serie de cualificados Maestros de Coro (Μαΐστωρ) elaboró versiones más refinadas y barrocas de los himnos tradicionales, aunque manteniendo la base musical original. Entre ellos destacan las figuras de Juan Kukuzelis (ss. XIII-XV), Crisanto de Madito (s. XVIII), Gregorio Levita (s. XIX) y Jurmuzios Cartofílacas (s. XIX). Su actividad reformadora abarcó también la semiología de la música eclesiástica bizantina, que simplificaron introduciendo el llamado sistema neobizantino, que constituyó la base de la actual música litúrgica greco-ortodoxa. Particularidades musicales La música bizantina se ha desarrollado como complemento de la poesía con el fin de hacerla más agradable al oído. De modo que su objetivo es acentuar correctamente los textos himnográficos, basados originariamente en la fonética antigua de la lengua griega que distinguía entre vocales largas y breves con distintas acentuaciones. De ahí que la melodía cambie según el significado del texto poético. Sus escalas musicales no guardan absoluta coincidencia con las de la música occidental. Su Eptafonía (escala musical de siete sonidos) consiste en 72 partes enteras (μόρια), hecho que hace imposible que se interprete por medio de instrumentos musicales con teclas y que se limite a los de cuerda o viento. Es básicamente monofónica o pseudopolifónica con una básica línea musical, el Ison (΄Ισον) ο nota de modo de bajo continuo, que se cambia por otra durante breves periodos de tiempo, y que en raras ocasiones se convierte en doble (pseudotrifonía). Se basa principalmente en: a) el Octácordo (Οκτάχορδον) pitagórico u ocho notas sucesivas de una escala musical; b) en la Eptafonía o siete sonidos y modalidades, cada uno de los cuales corresponde a una escala ascendente ο descendiente; c) la llamada Trifonía (Τριφωνία) que consiste en tres intervalos-voces intercaladas: el Diatónico (dos intervalos de modalidades iguales), el Cromático (intervalo mayor que el tono grande) y el Enarmónico (uso de los cuartos del tono), y los dos Sistemas tetrácordos (Τετράχορδον σύστημα) o de cuatro notas: el Tetrácordo grave y el Tetrácordo agudo. La cantidad de la melodía se expresa por medio de un sistema de diez caracteres musicales: seis ascendentes y cuatro descendentes. Once Hipostasis (Υπόστασις) o signos musicales átonos indican el tiempo de expresión de las notas y se dividen en temporales (con cantidad) o atemporales (sin cantidad). © Moschos Morfakidis CENTRO DE ESTUDIOS BIZANTINOS, NEOGRIEGOS Y CHIPRIOTAS DE GRANADA La presidencia de Chipre en la Unión Europea durante el segundo semestre del año 2012 y la existencia en Granada de una institución como el Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas, única en España y una de las escasas existentes en Europa, constituyen algunas de las razones que han hecho posible la participación del Coro de Música Bizantina del Arzobispado de Chipre en la 61 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. La creación del Centro en Granada en 1998, a parte de la vitalidad que presentaban los estudios bizantinos y neogriegos en la Universidad de Granada, respondió también al hecho de que la ciudad ha formado parte del dominio bizantino en el sur de la Península Ibérica durante la segunda mitad del siglo VI y las primeras décadas del VII. Durante los casi 15 años que han transcurrido desde su fundación por el Estado griego, su contribución ha sido múltiple en la vida cultural de la ciudad de Granada. Pero también es importante destacar su labor igualmente fructífera en el campo de la investigación y de la docencia, en el que viene compitiendo con los mejores centros de su género en el ámbito internacional. Entre su rica actividad es necesario destacar: a. En el campo de la investigación, el desarrollo de una serie de proyectos científicos centrados en la lexicografía, archivística, traducción y edición de textos medievales y modernos, elaboración de material didáctico, etc. b. En la creación y funcionamiento de una de las mejores bibliotecas de Europa especializadas en la temática de los estudios bizantinos y neogriegos (dispone de más de 25.000 títulos de monografías y numerosas series de revistas científicas). La biblioteca tiene carácter público y ofrece todas las facilidades a los investigadores, tanto nacionales como internacionales. c. En una rica actividad editorial, con la puesta en marcha de varias series monográficas, que lo convierte en una de las instituciones más fructíferas y punteras a nivel europeo en el ámbito de los estudios bizantinos y neogriegos. d. En la docencia, que abarca numerosos cursos de lengua, literatura y civilización, así como una amplia colaboración con la Universidad de Granada para los estudios de Grado y Postgrado. Una de sus funciones más importantes es la de instrucción de jóvenes universitarios procedentes de países de la Unión Europea en el marco del programa Erasmus Placement. e. En la organización de congresos, simposios y reuniones científicas de marcado carácter internacional. f. En el campo de la cultura, con la organización de un rico repertorio de conciertos y de recitales poéticos, así como de exposiciones de pintura, fotografía, etc. La colaboración del Centro con instituciones tan emblemáticas como el Festival Internacional de Música y Danza, es sin duda una de las mejores muestras de lo creativa y fructífera que puede resultar la presencia de instituciones científicas y culturales de carácter internacional para el enriquecimiento de la vida cultural de la ciudad de Granada.