I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA EQUILIBRIOS Y DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES, EL PERFIL DE LAS DISPARIDADES TERRITORIALES. Juan A. Márquez Domínguez Universidad de Huelva "Está ampliamente admitido que las diferencias de infraestructuras y capital humano contribuyen considerablemente a la existencia de diversos grados de competitividad regional. Las regiones comunitarias más prósperas y con una economía más desarrollada cuentan en general con mejores infraestructuras y un capital humano más abundante que las regiones retrasadas, que normalmente presentan grandes deficiencias... En una Comunidad que avanza gradualmente hacia una mayor unión, resulta cada vez menos aceptable la existencia de diferencias tan grandes. Así lo reconoce el Tratado de Maastricht, que incluye entre sus objetivos centrales el fomento de un desarrollo armonioso y equilibrado y el impulso de la cohesión económica y social" (Comisión, 1994; 65) 1.En torno a las Comunidades y el Estado El estado de las autonomías puede ser valorado desde diferentes puntos de vista, el que aquí abordamos hace referencia a las disparidades existentes entre las Comunidades Autónomas desde un punto de vista territorial. Y no es un ejercicio baldío porque, a través de ellas, se pueden establecer diagnósticos que ayuden a comprender la proyección futura de las Comunidades espa olas. Ante el mundo que llega, con el cambio de una sociedad fordista a flexible, es oportuno preguntarse si los contenidos de las escalas de legitimación territorial en las autonomías es la adecuada para hacer frente a los retos y desafíos del siglo XXI. Es más, quizás este camino pueda llevar por otros derroteros que se planteen el hecho, como lo hacía Francisco Tomás y Valiente, sobre la igualdad de las autonomías: "El Estado y las Comunidades no son, pues, diciocho organizaciones situadas a un mismo nivel, en el que cada una de las diecisite comunidades disputan con el estado sus respectivos poderes, arrancando de éstas lo que aquel se resiste a ceder" (1992; 34). La proliferación de conflictos entre el Estado y las CCAA vela el papel de la organización como un sistema coherente y un modelo de distribución territorial del poder, porque el desarrollo de las mismas se centró esencialmente en "el debate sobre las competencias respectivas del Estado o de las CCAA y nada, o casi nada, en el nuevo modelo de Estado que permite la Constitución. Tanto los éxitos como los fracasos del Estado central se han cifrado en la legislación sobre competencias de las CCAA y en la realización de los traspasos de servicios. Y también los éxitos y fracasos de las CCAA se han medido por la posibilidad de arrancar una nueva competencia al Estado que, a su vez, ha planteado cada reconocimiento competencial como una batalla de la supervivencia..." (Aja, E. 1992;58) La coyuntura de las últimas elecciones ha originado que el estado de las autonomías esté en el centro del debate político (Aizpeolea, 1997), sobre todo por actuación de los hombres del nuevo gobierno que fueron más lejos que anteriores. Se propone renovar el modelo con la profundización autonómica y en la corresponsabilidad fiscal, con la cesión de un tramo a negociar de la recaudación del IRPF y de cierta 109 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA capacidad normativa. Sin embargo los avances son lentos porque la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas no cuenta, hasta ahora, con el visto bueno de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura El dise o autonómico del gobierno actual ha estimulado un avance y reactivación de las comunidades con menores competencias, que se relaciona con una reflexión sobre las relaciones y el papel del Estado con respecto a las Autonomías. Efectivamente, Jürgen Habermas recuerda que el Estado tiene funciones de acumulación y legitimación (Boisier, 1990; 26) y en este sentido, dependiendo de la etapa de desarrollo, los procesos de acumulación del capital puede llevar al Estado a diferentes formas en el sistema social, económico y territorial. Así por ejemplo, el Estado tiene una fuerte presencia durante la industrialización primaria y pierde peso en el momento actual porque, para garantizar la acumulación "debe desprenderse de una serie de tareas, dando paso a un Estado cuantita y cualitativamente diferente que requiere autolegitimarse en su nueva forma, lo que hace a través de la descentralización" (Biosier, 1990, 26). Por ello, el Estado de las autonomías no responde a un hecho del azar, sino a los cambios en los procesos de acumulación del capital. Las Comunidades Autónomas se fundamentan y afianzan en un discurso que tiene como paradigma y meta el desarrollo regional al servicio del hombre en cuatro niveles escalares: -El global, en la que difícilmente puede intervenir el individuo. -El nacional, en la que los ciudadanos pueden influir indirectamente a través de mecanismos políticos electorales. -El regional, escala intermedia entre lo macro y lo micro, donde los individuos tienen amplias posibilidades de intervención, pero aparece ciertamente complejo por su bajo grado de cerramiento. -El local, ámbito adecuado para el desarrollo del hombre, pero insuficiente para solucionar cuestiones de índole colectiva, con eficiencia escalar. En este contexto, el estado de las autonomías espa ola se encuentra en la etapa donde las regiones están pasando, frente al Estado de ser objetos a sujetos y en torno a ellas se crean tensiones que se habran de resolver en los próximos a os. Ahora bien, las Comunidades Autónomas presentan situaciones diversas y dispares y podrán crecer en ser más sujetos, en la medida en que su desarrollo endógeno sea viable, con dimensiones sociales, culturales territoriales y económicas que la hagan eficientes. De lo contrario deberán requerir constatemente la presencia de un Estado benefactor o de la solidaridad de otras Comunidades, no siempre dispuestas a hacerlo. En este sentido, si se plantea los mismos techos competenciales para todas las CCAA, podría ser muy interesante trazar la frontera entre las CCAA viables o de viabilidad difícil, atendiendo a las masas críticas que requieren ciertos indicadores económicos y sociales para ser competitivas y rentables. Lógicamente, los actuales desequilibrios son resultado de una geometría variable, de un pasado y un territorio diverso que, a priori, no debe confundirse como desigual, sino como diferente y con potencialidades para llegar a la convergencia. Por tanto, puede considerarse la vía de iguales competencias como un objetivo vano, sino se tiene en cuenta la singularidad regional y las posibilidades internas de cada Comunidad, porque no están trazados los caminos para alcanzar el desarrollo, aunque sí la meta, que no es otra cosa que ofrecer las mismas oportunidades y niveles de vida a todos los ciudadanos, independientemente de la Comunidad en que se viva. Indudablemente, los modelos de organización territorial de Lösch, Chirstaller, Haggett... suponen sólo propuestas teóricas para escenarios de equilibrio territorial que distan mucho de la realidad geográfica 110 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA cambiante y diferente. Más acertados, con todas las críticas que se quieran, los trabajos de Myrdal, con la causación acumulativa, Bodeville y Perroux con los Polos de Desarrollo, etc. desvelan un espacio desigual que ofrece distintas oportunidades y por tanto, diferentes equilibrios y diferencias con respecto a otros espacios. La misma dinámica social, tras los recientes períodos de recesión económica y los avances tecnológicos, ha encontrado caminos inusitados en la industrialización difusa y desarrollo local, que rompen todos los esquemas de "la planificación" y hacen muy peligroso las generalizaciones. En este sentido, equilibrio y desequilibrios pueden ser términos polívocos, si no se parte de conceptos comunes que hagan comprensible el discurso. En principio el equilibrio o desequilibrio son las caras de una misma moneda y pueden entenderse como estado óptimo o perverso de indicadores con respecto a unos valores medios que, generalmente, coinciden con los nacionales o comunitarios. Existen numerosos indicadores de equilibrio-desequilibrio para aproximarnos a la realidad territorial del estado de las CCAA. Entre ellos vienen siendo usuales, la extensión superficical, la población, la distribución de la población activa, la estructura por edades, la población marginada del mercado laboral, la dinámica demográfica y la renta per capita. Sin embargo, estos indicadores, dado las diferentes dimensiones de las CCAA, deben ser relativizados, porque lo que se busca con estos análisis es ver el grado de convergencia de los mismos como situación óptima e hipotética del equilibrio interautonómico, aunque queden velados numerosos desequilibrios intraautonómicos. De todas formas, como quedó bastante claro en el IV Informe sobre el Desarrollo de las Regiones Europeas, el desarrollo y la convergencia no se plantea como una meta a corto plazo, ni siquiera en coyunturas económicas sociales alcista pués una región con un PIB per cápita igual al 70% de la media comunitaria necesita, para ganar el 20% y alcanzar el 90% de la media comunitaria (Comisión, 1991; 41): -Superar el índice medio de crecimiento de la Comunidad expresado en PIB per capita en el 1,25% anual por espacio de 20 a os. -O superar el índice medio de crecimiento de la Comunidad, expresado en PIB per capita en el 1,75% anual por espacio de 15 a os. Teniendo en cuenta estas puntualizaciones, en esta ponencia se plantea un discurso que pasa por analizar ciertos indicadores estratégicos que ayuden a comprender mejor las disparidades territoriales. 2.Los hombres y el sustento Las tendencias relativas de la producción a nivel regional tienden a reducirse, aunque las diparidades persistan y el desfase de las CCAA más ricas y más pobres sigue siendo considerable. En numerosas ocasiones la población y el espacio se convierten en indicadores pivotes, alrededor de los cuales giran las evaluaciones de equilibrios o desequilibrios territoriales. Efectivamente, en modelos hipotéticos, cada hombre debe generar la misma producción, siendo la cantidad de individuos que habitan una región los responsables de su riqueza. Sin embargo, la realidad desmiente continuamente esta afirmación, porque los hombres en unos sitios producen más y son más competitivos que en otros. Las razones de esta desigualdad son muy complejas, pero podrían resumirse en la cualificación de los recursos humanos, el grado de desarrollo de las infraestructuras económicas y sociales, las posibilidades que ofrece el medio natural, la acumulación histórica de capitales, la capacidad tecnológica y el dinamismo de las organizaciones sociales. Lo cierto es que comparando cuanto supone, de forma relativa, la población, el territorio y la producción de cada CCAA con respecto a Espa a, se detectan fuertes desequibrios territoriales. Estas 111 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA desigualdades, marginando el territorio y toda suerte de determinismos, presentan una distribución perversa de la riqueza. Por ejemplo, Catalu a con el 6,3% del territorio sustenta el 15,4% de la población espa ola y el 19,2% de la producción nacional y Madrid con el 1,58% del territorio posee el 12,8% de la población y el 16,3% de la riqueza. Frente a estas comunidades ricas, existen otras pobres, que necesitan un gran esfuerzo para alcanzar niveles de riqueza medios, así Andalucía sobre el 17,3% del territorio tiene al 18,1% de la población y sólo el 12,6% de la producción nacional y Extremadura sólo alcanza para el 8,2% del territorio nacional, el 2,7 de la población y 1,8% de la producción... El Producto Interior Bruto por habitante suele ser un buen estimador del consumo y/o ahorro que puede practicar cada ciudadano medio en su comunidad. Este análisis vuelve a plantear, lógicamente, grandes diferencias que son casi estructurales porque son precisamente las comunidades con mayor PIB por habitante, las que más lo incrementan, generándose desequilibrios que colocan en una situación de ventaja a los pobladores de Baleares, Catalu a, Comunidad Valencia, Madrid, Navarra, Pais Vasco y Rioja, con rentas superiores a las del resto de las comunidades. La diferencia del PIB por habitante entre las comunidades más opulentas y las más pobres superan el millón de pesetas. Consecuentemente, unas comunidades son más ricas que otras y sus ciudadanos no tienen las mismas oportunidades para acceder al mercado de consumo, de la formación y de la tecnología. Como se decía, estas grandes desigualdades, que se traducen en desequilibrios territoriales, se deben a diferencias del tejido social y productivo, algunas de las cuales, las más interesantes, se analizarán a continuación. 3.Causas de las disparidades Sería prolijo enumerar todos los factores que intervienen en los desequilibrios territoriales porque, una vez superado el paradigma determinista, en las sociedades evolucionadas, las infraestructuras productivas, económicas y sociales, junto con la labor emprendedora de sus recursos humanos, la organización social, las posibilidades financieras, la capacidad de procesar y utilizar la información y el patrimonio natural y social (Márquez, J.A, 1977) se convierten en los pilares básicos sobre los que apoyar discursos que expliquen las causas de los citados desequilibrios. Es abundante la literatura que ha analizado los fundamentos del desarrollo regional (Cutanda,A. 1992; Comision 1991, 1994) atendiendo a las infraestructuras económicas. Estas han sido abordadas a través de estudios de redes de transportes, comunicaciones, energía... mientras que los equipamientos sociales han hecho referencia a la educación, salud, centros culturales etc. En esta ponencia se ha considerado relevante analizar como causas de las disparidades infraestructuras económicas y la estructura de fuerza de trabajo. las 3.1.Infraestructuras económicas Las infraestructuras conectan y articulan interna y externamente un tejido productivo definido por polígonos industriales, mercado de trabajo, areas productoras y de consumo... Para perfilar las infraestructuras económicas de las CCAA se han elaborado indicadores claves para conocer las diferentes dotaciones, a partir de la red de carreteras públicas y las líneas de servicios telefónicos La red de carreteras públicas constituye un excelente varemo porque "en general se reconoce que un buen sistema de transporte es un requisito previo del desarrollo económico nacional o regional... El transporte por carretera representa la mayor parte del transporte comunitario de pasajeros y mercancías... La amplitud y calidad de las infraestructuras viarias existente en un momento concreto son el resultado de un esfuerzo inversosr acumulativo realizado durante un período largo" (Comisión, 1994; 67-69). 112 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA Para conocer el grado de articulación territorial se ha caudido a la relación Km lineales/100 km2. Efectivamente a partir de él se aprecia las desigualdades existentes entre las comunidades más dotadas, Pais Vasco y las menos como Aragón y Andalucía. Acompa a a esta evaluación la densidad de habitantes por Km2, de cuya relación es posible deducir el grado de utilización de las citada infraestructura. Lógicamente, las altas densidades demográficas de Madrid, Catalu a, Valencia o el País Vasco, presuponen un uso más frecuente y amortizaciones rápidas de las infraestructuras viarias. De otra parte, los servicios telefónicos vienen siendo un indicador frecuentado para observar las potencialidades de cohesión interregional o intrarregional. En este momento nos interesa evaluar la primera, observándose nuevamente una distribución que favorece a las comunidades de Madrid, País Vasco, Baleares, Catalu a, Comunidad Valenciana. Sin embargo, tanto las carreteras como las líneas telefónicas no presentan una distribución perversa, porque las dotaciones mayores deben ser umbrales y metas a los que dirigirse las CCAA peor situadas. 3.2 Estructura de la fuerza de trabajo La distribución de la población en relación a la actividad y los sectores económicos constituye un buen indicador de la vitalidad social y territorial. En este sentido, la modificación de la estructura de la fuerza de trabajo, en busca de situaciones consideradas más optimas, tiene una larga trayectoria de reflexiones y planteamientos teóricos. Así, los trabajos de Chenery y otros (Todaro, 1988) propusieron para el progreso del mundo subdesarrollado el trasvase de la fuerza de trabajo a grícola al sector industrial y servicios, al mismo tiempo que se combatía la lacra del paro, en un intento de aprovechar recursos ociosos y evitar que el desempleo fuese en ascenso. Así pues se podría asimilar las situaciones de altas tasa de paro y elevada población ocupada en el sector agrícola como una rémora para el desarrollo y objetivos de políticas estratégicas para el avance social y económico. En el anexo gráfico se observa la estructura del mercado laboral en relación a la actividad y la distribución de la población ocupada en los sectores primarios, industrial, construcción y servicios. Dentro del mercado laboral es necesario resaltar la elevada proporción, de forma relativa y absoluta de parados andaluces, frente a catalanes, cuyos activos y ocupados superan el segmento de población que les corresponde de forma teórica. En cuanto a la estructura de la población ocupada, se da una estrecha relación entre el grado de desarrollo, o al menos de P.I.B por habitante, y la población ocupada en el sector industrial, que se convierte en el parámetro y símbolo de la competitividad., ya que en el sector terciario no hay grandes diferencias entre el porcentajes de población de las CCAA y la fuerza de trabajo ocupada en los servicios, como ocurre en el caso de Catalu a, Comunidad Valenciana y País Vasco. En el extemo opuesto, Andalucía, Castilla-León y Galicia presentan un exceso de población ocupada en el sector agrario. Ello permite confirmar la hipótesis de que las altas tasa de población ocupada en la agricultura genera menores niveles de desarrollo. En esta línea de reflexión, uno de los retos que tienen planteado las CCAA, entre ellas Andalucía, es una reestructuración productiva que de forma clara e imaginativa permita trasvasar población agrícola a otros sectores, sin originar traumas innecesarios en la productividad y sociedad primaria. 4.Los agentes del desarrollo Se entiende por agentes del desarrollo aquellas personas, entidades, instituciones... que pueden dinamizar una sociedad para impulsarla hasta mayores grados de bienestar. Por lógica y en sentido estricto, todo el tejido social puede ser agente de desarrollo: universidades, sindicatos, administración pública etc. Sin 113 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA embargo, ciertos individuos e instituciones tienen mayor reponsabilidad. Así, en los últimos a os está cobrando importancia el papel del empresario innovador y la investigación, especialmente en el ámbito local y en el desarrollo endógeno, que se está erigiendo como nueva escala para las políticas de desarrollo (Márquez, J.A., 1997). 4.1.Empresarios y empresas La figura del empresario está sufriendo una metamorfosis y, en vez de patrón, jefe o detractor de plusvalías se le ve como un dinamizador de las sociedad, un creador muy vinculado al mundo del trabajo. El empresario y la empresa están cobrando una importancia social creciente pues se identifica como empleador y motor del tejido productivo (Carrasco, M. 1996). Entre la empresas destacan las peque as y medianas, Pymes, porque se le reconocen la capacidad de crear empleo y riqueza. En la Unión Europea representan el 99,8% de las empresas, el 66% del empleo y el 65% del volumen de negocio empresarial, siendo las únicas que en los últimos a os están creando empleo (Comisión, 1966). Para conocer la panorámica de las empresas frente a los desequilibrios territoriales se ha procedido a elaborar y/o comparar las siguientes variables: -Número de empresas en las CCAA -Número de empresas por 100 habitantes -Porcentaje de empresas activas sobre el total Nacional, según sectores económicos. En cuanto a la densidad de empresas por CCAA destacan Catalu a, Navarra y Rioja con valores que superan los 6 empresarios por 100 habitantes, frente a Andalucía y Extremadura que no llegan a 5. Esta situación define el superavit o carencia de empresarios y, por tanto favorece o merma la capacidad de progreso. En cuanto a la relación empresas, territorio, población, sobresale Catalu a con el 20% de las empresas espa olas, Valencia y el País Vasco. Esta situación polarizadorea se vuelve a dar al analizar las empresas activas según el sector económico. Efectivamente, Catalu a reúne cerca del 24% de las empresas industriales, el 20% de la construcción, el 18% de las comerciales y el 19 de los servicios, frente a ella, las comunidades con menor peso empresarial elevan los porcentajes de empresas comerciales, que perfilan actividades con escaso contenido tecnológico, atomizadas y vinculadas estructuralmente al mercado de consumo. 4.2 La investigación El alcance de la investigación y los investigadores como agentes responsables de las grandes mutaciones productivas de la sociedad actual (Alburquerque, F., 1990), está alcanzado cotas insospechadas desde finales de los a os 80, como consecuencia de la transformación de los modos de producción tayloristas en flexibles. En este último, el trabajo colectivo y la investigación se impone al individual y la flexibilidad laboral está rompiendo los esquemas del sindicalismo tradicional. Las economías de escala, los grandes volúmenes de producción, los umbrales demográficos, en definitiva los requisitos para la competitividad fordista, ya no son los mismos que los de a os atrás y se modifican de continuo. Esto ha originado el desenclave de mercados cautivos, artesanales o regionales. De otra parte, la primacía del parámetro tecnológico genera una relación decreciente entre la producción de utilidades y la cantidad de hombres necesarios para producirlos. El hombre sin cualificación adquiere cada vez menos 114 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA valor, hasta tal punto que el conocimiento y su aplicación a la realidad productiva se está convirtiendo en el principal fundamento del desarrollo. Un primer balance de la investigación en las CCAA se puede establecer observando el gasto que destinan a la investigación y el número de empleados e investigadores en tareas de Investigación y desarrollo, I+D. Tomando como base el Valor A adido Bruto al costo de los factores, VABcf , Espa a dedicó en 1994 el 0,92% a actividades de I+D, cantidad por debajo de la media de los paises comunitarios. Pero además, todas las CCAA quedaron por debajo de la media espa ola, a excepción de Madrid, Catalu a y País Vasco. El elevado valor que alcanza los gastos de investigación en la CA de Madrid, superior al 2% del VABcf puede explicarse, entre otras razones, porque la CA citada mantiene todavía un importante segmento competencial en investigación, pero también porque en ella radican las principales empresas y centros que practican investigación. Como consecuencia de lo anterior y de la distribución de la riqueza, gran parte de los investigadores y empleados en tareas de investigación se localizan en las CCAA de Madrid y Catalu a, apareciendo, por ejemplo, Andalucía muy rezagada en gastos y personal investigador, pues con el 18% de la población espa ola, su personal investigador representa sólo del 10,4% del Estado y sus gastos en I+D el 8,2%. Frente a Andalucía, puede ser ya paradigmático las situaciones repetidas de ventajas de Catalu a y el País Vasco... Debido a todo ello, la actividad empresarial y de I+D asignan, de forma clara, potencialidades y realidades diferentes a las CCAA, que se traducen en marcados desequilibrios territoriales que, de no corregirse, se agrandarán en el futuro. 5.Conclusiones Las CCAA más prósperas y ricas cuentan, en general, con mejores infraestructuras económicas, un mercado laboral más equilibrado, mayor número de empresas e investigadores que las CCAA pobres y atrasadas que, normalmente, presentan grandes deficiencias. La situación heterogénea de las CCAA no depende en exlusiva de sus competencias estatutarias, si no que es resultado de un proceso histórico que sólo es posible cambiar de forma lenta. Las disparidades en infraestructuras y en el mercado laboral se muestran notables y aunque en el nivel de producción per capita van disminuyendo, el tiempo que necesite cada CA para la convergencia hacia los niveles más altos depende, en buena medida, de la capacidad que tengan sus agentes de desarrollo de remover sus dificultades y superar las rémoras infraestructurales. En este sentido, en la ponencia se ha trazado un perfil de las disparidades regionales más importantes, cuyas causas y agentes habría que tener en cuenta para promover planificaciones estratégicas. En estas no se debe tratar de lograr una distribución mejor, como si se tratase de recursos perversamente repartidos, sino de logran un mayor grado de convergencia porque, en una sociedad que avanza, teniendo como objetivo umbrales superiores de bienestar, cada ciudadano, independientemente de la CCAA en que viva, debe tener igualdad de oportunidades. 115 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA 6.Bibliografía citada y fuentes documentales: ALBURQUERQUE, F. (1990): Revolución tecnológica y reestructuración productiva. Ilpes, Buenos Aires. ALONSO FERNANDEZ, J. (1993): La nueva situación regional. Síntesis, Madrid. AIZPEOLEA, R. (1997): "El estado de las autonomías en el centro del debate político". Anuario El País, pag. 118. AJA, E. (1992):"Balance polémico", en la Espa a de las autonomías, Historia 16, n 200, pp. 51-61 BOISIER, S. (1990): Territorio, estado y sociedad. Pehuén, Santiago de Chile. BOSQUE Y MENDEZ, editores (1995): Cambio industrial y desarrollo regional en Espa a. Oikos Tau, Barcelona. CANO GARCIA, G. (1985): Aproximaciones al Análisis Geográfico Regional. Universidad de Sevilla. CARRASCO, M. (1986): La figura del empresario y las iniciativas empresariales en el horizonte del siglo XXI. Universidad de Huelva. COMISION (1991): Las regiones en la década de los noventa. Cuarto informe periódico sobre la situación y la evolución socioeconómica de las regiones de la comunidad. Dirección General de Políticas Regionales. Luxemburgo. COMISION (1994): Quinto informe periódico sobre la situación y evolución socioeconómica de las Regiones de la Comunidad. Lusxemburgo. COMISION (1996): Programa integrado en favor de las peque as y medianas empresas. Comisión de las Comunidades Europeas, Bruselas. CORDOBA, J. y ALVARADO, J.M. (1991): Geografía de la pobreza y desigualdad. Síntesis, Madrid. CUTANDA, A. y PARICIO, J. (1992): "Crecimiento económico y desigualdades regionales: El impacto de la infraestructura", en Balance económico de las autonomías. Papeles de la Economía Espa ola, Madrid, pp.83-101. DRAIN, M. (1991): "Les identités régionales de la Péninsule Ibérique", en L'identité regional. C.N.R.S. Bourdeaux, pp. 27-34 FURIO, E. (1996): Evolución y cambio en la economía regional. Ariel, Barcelona JORDA, R. (1986): La industria en el desarrollo del area metropolitana de Valencia. Universidad de Valencia. JURADO ALMONTE, J.A. (19923): "Estructura y desequilibrios territoriales en Espa a en los servicios públicos informativos de radio y televisión". A.G.E., XIII Congreso, Sevilla pp. 77-84 LIRA (1994): "Regionalismo abierto y regionalismo virtual". Documentos de la Cepal, 33 pp. LOPEZ LARA, E. (1991):"Distribución territorial del envejecimeinto en Andalucía". R.E.A. n 17, pp. 39-51. MARQUEZ, J.A. (1992): "Asistencia e insistencia en Diputación de Huelva, pp. 329-348. el desarrollo regional". Huelva y América, MARQUEZ, J.A. (1997): "El desarrollo local: un avance social y económico con base teritorial". Federación Onubense de Empresarios, Jornadas de Desarrollo Local. 116 I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI PONENCIA MARQUEZ, J.A. (1997): "El ámbito local como nueva escala para las políticas de desarrollo". Meridiano n 4; pp.12-18. MENDEZ, R. (1990): Las actividades industriales. Síntesis, Madrid. RUBIALES TORREJON, A. (1973): La región: Historia y actualidad. Universidad de Sevilla. TODARO, M. (1988): El desarrollo económico del tercer mundo. Alianza, Madrid. TOMAS Y VALIENTE, T.(1992): "El desarrollo autonómico a través del Tribunal Constitucional", en la Espa a de las autonomías, Historia 16, n 200, pp. 32-43. VARIOS (1993): Integración y revitalización regional. XIX Reunión de Estudios Regionales. Asociación de Ciencia Regional. Salamanca. VARIOS (1992): Balance económico de las autonomías. Papeles de la economía espa ola. Confederación Espa ola de las Cajas de Ahorro. Madrid. VARIOS (1995): Desigualdades y dinámicas regionales en el umbral del siglo XXI. El papel de las comunicaciones. II Encuentro de Geografía Regional. La Rábida. VARIOS (1991): L'identité régional. L'ideé de région dans l'Europe du Sud-Ouest. C.N.R.S., Bourdeaux. VENTURA FERNANDEZ, J. (1996): "Los desequilibrios regionales en Espa a a la luz de las tasas de analfabetismo", en Desigualdades y dinámicas regionales en el umbral del siglo XXI. La Rábida, Huelva. 7.Anexo gráfico. Véase Directorio MAP8 117