TRABAJO FIN DE GRADO Título Los orígenes del Parlamento en Inglaterra Autor/es David Rodríguez Olagaray Director/es Ignacio Álvarez Borge Facultad Facultad de Letras y de la Educación Titulación Grado en Geografía e Historia Departamento Curso Académico 2012-2013 Los orígenes del Parlamento en Inglaterra, trabajo fin de grado de David Rodríguez Olagaray, dirigido por Ignacio Álvarez Borge (publicado por la Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported. Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los titulares del copyright. © © El autor Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2013 publicaciones.unirioja.es E-mail: publicaciones@unirioja.es Trabajo de Fin de Grado LOS ORÍGENES DEL PARLAMENTO EN INGLATERRA Autor: DAVID RODRÍGUEZ OLAGARAY Tutor: Ignacio Álvarez Borge Titulación: GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA [602G] Facultad de Letras y de la Educación UNIVERSIDAD DE LA RIOJA AÑO ACADÉMICO: 2012-2013 SUMARIO RESUMEN: El presente estudio trata sobre los orígenes del Parlamento en Inglaterra durante la Plena Edad Media, concretamente en el siglo XIII. Es en esta época cuando la pérdida de las posesiones francesas por parte de Juan I (1199-1216) conduce a la aprobación de la Magna Carta, que impone la limitación de la arbitrariedad regia con unos organismos de control fiscal. De ahí surge el germen del parlamento porque, para aprobar nuevos impuestos, el rey Enrique III (1216-1272) necesita negociar con la toda la comunidad del reino y su negativa producirá la revuelta de los barones, que cristalizará en la toma del poder por parte de Simón de Montfort, quien comenzará un proceso de reforma del reino dotando al parlamento de un lugar concreto en la articulación política del reino de Inglaterra. Asimismo, las necesidades fiscales del rey para llevar a cabo sus asuntos y la obligación de pedir nuevos impuestos al parlamento, así como la difusión de la ideología eclesiástica basada en la máxima: “lo que afecta a todos, debe ser aprobado por todos”, produjeron la convocatoria de los representantes de los condados y de las ciudades, que junto a la influencia en temas políticos, significó los inicios del parlamento en Inglaterra y en otras partes de Europa. Tras el fin de la rebelión, el nuevo rey, Eduardo I (1272-1307) implantará la reforma del reino desde la óptica regia y el parlamento se convirtió en un órgano fundamental para el sistema político inglés, al dotarse de un ceremonial y unas funciones de control fiscal, pero también políticas, influyendo en la toma de decisiones, pero sin olvidar que la autoridad en el medievo siempre emana de la corona. PALABRAS CLAVE: Parlamento, Reino de Inglaterra, siglo XIII, Enrique III, Simón de Montfort. ABSTRACT: This study deals with the origins of the Parliament in England during the High Middle Ages, particularly in the thirteenth century. It was the loss of the French possessions by John I what led to the adoption of the Great Charter, which imposed some restrictions on the royal despotism with the settlement of fiscal controls. This meant the rise of parliament by approving new taxes because of the need of consent to receive fiscal aids, so king Henry III needs to negotiate with the whole community of the realm and his refusal produced the barons’ revolt, which crystallize in the seizure of power by Simon de Montfort, who began a process of reform of the kingdom, which served to give the parliament a particular place on the political articulation of the kingdom of England. Also, the king's fiscal needs to conduct his affairs, not only the obligation to ask for new taxes to parliament, but also the advent of an ecclesiastical ideology based on the maxim: "what touches all should be approved by all", meant to summon the representatives of the counties and cities, which added to the influence in politics, led to the beginning of Parliament in England and in the whole Europe. After the end of the rebellion, the new king, Edward I will implement a reform of the kingdom from the royal perspective, so parliament became a key institution in the English political system, acquiring a ritualistic development as well as some fiscal and political functions in order to influence decisions, but without forgetting that the authority in the Middle Ages always emanates from the crown. KEY WORDS: Parliament, Kingdom of England, thirteenth century, Henry III, Simon de Montfort. ÍNDICE 1-. INTRODUCCIÓN__________________________________________________1-5 1.1.- Objetivos_________________________________________________2-3 2.2.- Metodología_______________________________________________4-5 2-. ESTADO DE LA CUESTIÓN_________________________________________7-9 2.1.- La historiografía tradicional__________________________________7-8 2.2.- La historiografía actual______________________________________8-9 3.- CONTEXTO HISTÓRICO_________________________________________11-20 3.1.- El Reinado de Juan I_____________________________________11-14 3.2.- El Reinado de Enrique III_________________________________14-20 3.2.1.- La Minoría de edad_______________________________14 3.2.2.- El gobierno personal___________________________15-16 3.2.3.- Simón de Montfort_______________________________16 3.2.4.- La Reforma y la Segunda Guerra de los Barones_____17-20 3.3.- El Reinado de Eduardo I_____________________________________20 4.- LA CREACIÓN DEL CORPUS CONSTITUCIONAL___________________21-33 4.1.- Los inicios: La Magna Carta_______________________________21-23 4.2.- La Comunidad del Reino__________________________________23-24 4.3.- Los inicios de la política parlamentaria_______________________24-27 4.4.- El movimiento de Reforma________________________________28-31 4.5.- El Período de los Estatutos________________________________31-33 5.- EL INTERIOR DEL PARLAMENTO MEDIEVAL______________________35-43 5.1.- Bases sociales___________________________________________35-39 5.2.- Las funciones___________________________________________39-41 5.3.- El desarrollo de las sesiones_______________________________41-43 6.- EL ORIGEN DEL PARLAMENTO, ¿EXCEPCIONALIDAD INGLESA?____45-47 7.- CONCLUSIONES________________________________________________49-51 8.- BIBLIOGRAFÍA Y PÁGINAS WEB_________________________________53-55 9-. ANEXO DE TEXTOS_____________________________________________57-67 1.- INTRODUCCIÓN1. El presente trabajo trata sobre los Orígenes del Parlamento en el Reino de Inglaterra durante la Plena Edad Media, exactamente en el siglo XIII. Por una parte, hemos elegido el desarrollo y la evolución del parlamento porque es un tema bien interesante y muy discutido de acuerdo a dos causas: la primera, la puesta en marcha de los sistemas constitucionales en Europa en la etapa contemporánea, ha hecho que muchos instituciones y estudiosos se hayan preguntado por el surgimiento de los órganos representativos en su estado aunque éstos todavía no fueran democráticos, en ningún caso, y la segunda, y en relación con lo anterior, tiene que ver con el tiempo en el que surgió el primer parlamento de la historia en un afán de competencia entre países para admirar la propia historia nacional. De otra parte, hemos tomado como modelo el reino de Inglaterra porque tradicionalmente se ha considerado como la cuna del constitucionalismo, que luego han heredado los distintos países y por esta razón, nos parecía adecuado saber si el primer parlamento de la historia se desarrolló ahí o no. Primeramente, el origen etimológico del vocablo “parlamento” procede del francés “parlement”, que a su vez viene del verbo “parler”, es decir hablar, por lo que un parlement es una charla o discurso y por extensión se aplica a la reunión de unos representantes que debaten y discuten sobre un asunto concreto2. Como idea general, debemos afirmar que el parlamento medieval no es comparable a nuestras instituciones representativas actuales aunque claramente beben de él, pero en la Edad Media, estos órganos acababan de surgir y eran todavía muy precarios. La democracia es un sistema político que se ha apoyado en los distintos parlamentos para alcanzar hasta ahora su máximo grado de desarrollo, pero en la Edad Media, el poder lo detentaba el rey, quien ejercía una autoridad sobre sus súbditos. Para que podamos hablar de la existencia de un parlamento a nivel general se tienen que dar dos condiciones: la primera, en el aspecto representativo, cuando entren a formar parte de la curia extraordinaria, aquella a la que asisten todos los magnates laicos 1 Todos los textos presentados en español, inglés o latín se encuentran en el Anexo de acuerdo al número que se ha indicado entre paréntesis. 2 El origen etimológico del parlamento se ha extraído de VAUCHEZ, A., DOBSON, B., LAPIDGE, M., The Encyclopedia of the Middle Ages. Cambridge, James Clarke & Co, 2002, p. 1088. 1 y eclesiásticos, los representantes de las provincias y de las ciudades; y la segunda, en el aspecto político, cuando las asambleas pasen a controlar, aparte de la labor fiscal, medidas que tienen que ver con la actividad gubernamental3. En cuanto a Inglaterra porque es el caso que nos ocupa en el presente trabajo, el parlamento del siglo XIII bebe directamente de dos instituciones anteriores: el “witenagemot” anglosajón y la “curia regis” normanda4. En cuanto al “witan” o asamblea de hombres sabios, su origen procede de tiempos del rey anglosajón Athelstan (924-939), considerado de facto como el primer monarca inglés, quien organizó una asamblea formada por el cuerpo representativo de todo el reino, los grandes hombres, los que más méritos habían conseguido. Entre las funciones del “witan” se encontraban tres principalmente: la articulación de carisma al líder, la vinculación social entre los poderosos y el apoyo en temas políticos. Tras la conquista normanda en 1066 por Guillermo I el Conquistador (1066-1087), éste trajo las instituciones feudales que existían en el Ducado de Normandía y el “witan” fue sustituido por la “curia regis”, es decir, una especie de consejo real en el que se ayudaba de una serie de magnates, que se habían apoderado de las tierras y eran, así, grandes propietarios con muchos vasallos a sus espaldas, por lo que además de prestar ayuda al rey, se preocupaban de sus asuntos privados dentro del propio órgano. Asimismo, también existían los “concilia” y los “colloquia” en los que se daba cuenta de la política regia dentro de todo el reino a los sectores más poderosos. 1.1.- Objetivos. Una vez que sabemos algunos aspectos básicos sobre el parlamento medieval inglés, cabe destacar los objetivos del presente trabajo, que podemos dividir en cuatro grupos: el primero, conocer los aspectos históricos dentro de un contexto que dieron lugar al parlamento en el reino de Inglaterra destacando sobre todo la minoría de edad del rey Enrique III y la figura de Simón de Montfort como el líder del movimiento de la reforma, sin olvidar los aspectos más notables del reinado de Juan I, que llevaron a la 3 Estas condiciones se han estipulado de acuerdo a MADDICOTT, J. R., The Origins of the English Parliament 924-1327. New York, Oxford University Press, 2010, pp. 201-202 4 Esta es la tesis que sostiene Maddicott, The Origins of the English Parliament 924-132, pp. 160-175 y nos parece muy acertada. 2 firma de la Magna Carta y el exitoso reinado de Eduardo I, quien aparte de conquistar Gales, también contribuyó sobre manera a la articulación del parlamento dentro de los resortes del poder del reino de Inglaterra y haciendo de él, un poder fáctico, influyente en la política gubernamental. Además, se hace hincapié en todos los grupos sociales que posibilitaron el advenimiento de la institución para tener una descripción somera del bagaje social de todo el proceso, ya que ante todo el parlamento es una institución que representa a la sociedad; en el Medievo a una parte pequeña, pero al fin y al cabo a una comunidad importante del reino. Asimismo, el segundo gran grupo de fines sería conocer los principales documentos legales, que dieron lugar al desarrollo y posterior evolución del parlamento, de tal forma que al final de nuestra lectura podamos tener en mente los cambios institucionales más importantes producidos en el siglo XIII, que pueden ser comparados con otros reinos como Francia o los territorios de la Corona de Aragón. También es importante dentro de este punto que sepamos analizar la ideología que estaba copando todo el desarrollo de la institución, sobre todo de la doctrina eclesiástica, así que la aparición de la máxima “quod omnes tangit”5 por su gran envergadura dentro del desarrollo constitucional de los países anglosajones, es estudiada activamente para que veamos que el desarrollo político también tiene que ver con el bagaje cultural, además del conjunto social. Igualmente, en tercer lugar, pretendemos llegar al conocimiento del desarrollo interno de un parlamento medieval respondiendo a quiénes estaban allí representados, qué hacían dentro de la institución y cómo se movían para conseguir sus objetivos últimos de acuerdo a las relaciones de conveniencia entre el rey y las élites o entre el monarca y los comunes. Por otra parte, y en último lugar, es importante realizar un poco de historia comparada y así establecemos un balance entre el sistema inglés que dará lugar al constitucionalismo y el sistema francés que evolucionará hacia el absolutismo para dirimir las variaciones de los distintos parlamentos europeos. 5 Recordemos que esta máxima fue utilizada por los patriotas en los albores de la independencia de los Estados Unidos de América, tras la aprobación de la Stamp Act en 1765. 3 1.2.- Metodología. En cuanto a la metodología utilizada, hemos ido desarrollando diferentes planteamientos a la hora de acercarnos al hecho histórico como es el nacimiento del parlamento. Si nos fijamos en el contexto, hemos establecido unos parámetros que responden a la historia más cercana al positivismo para desarrollar los acontecimientos históricos siguiendo la cronología con el objetivo de clarificar conceptos en un aspecto tan complicado con numerosos problemas, asambleas, actos violentos y leyes que ha sido necesario poner de manifiesto con su explicación. Tomando como modelo el segundo punto del desarrollo de nuestro trabajo, titulado la creación del corpus constitucional, nos hemos acercado más a la Historia del Derecho porque hemos tenido que descubrir y analizar las claves más importantes de los textos normativos del momento como son la Magna Carta, las Disposiciones de Oxford y Westminster y los estatutos eduardianos, regulaciones y normas, en las que hemos respetado los tecnicismos, que entroncan directamente con el complicado mundo del derecho feudal donde todos los aspectos del reino estaban subsumidos por el estamento, la desigualdad jurídica y política y la propiedad dentro de unas normas muy poco claras. Además, hemos tratado un punto sobre ideología desde el punto de vista cultural, tomando a la Iglesia como la principal generadora de doctrina política en la Edad Media. En el tercer punto del estudio, hemos utilizado el punto de vista de la historia social para conocer la estructura estamental representada en el parlamento con el objetivo de saber cuál fue el poder real de cada uno de los sectores en relación con la política gubernamental, destacando el caso de los caballeros y los burgueses, ya que era la primera vez que tenían una posición política dentro del reino. Igualmente hemos desarrollado un punto sobre el ceremonial que, siguiendo el paradigma de la historia social, nos permite destacar los puntos más importantes de la pompa dentro del efectismo propio de las instituciones públicas con el fin de formar una separación clara entre los distintos poderes de facto y el común de la población. Por último, en el cuarto apartado, la historia comparada toma las riendas de la redacción y su interés radica en dirimir si el parlamento fue una institución propiamente inglesa, que proyectó su buen hacer sobre el resto de los reinos europeos o si por el contrario, otros estados tomaron otro camino para llegar a sus instituciones 4 representativas. En fin, la metodología nos muestra un trabajo de corte histórico, pero con un cariz multidisciplinar, puesto que utilizamos todos los ámbitos de la historia para desarrollar qué es un parlamento medieval en su conjunto sin olvidarnos de su desarrollo político, social y cultural. Asimismo, todo el estudio tiene el objetivo final de llegar a conclusiones generales a través de los datos históricos, que se apoyan en la transcripción literal de las fuentes primarias, textos tomados de volúmenes de reconocido prestigio, que corroboran las ideas que vamos poniendo por escrito. 5 6 2.- ESTADO DE LA CUESTIÓN. El desarrollo del parlamento en Inglaterra siempre ha sido y sigue siendo un tema de historiadores británicos, puesto que pertenece a la historia de su país y muchos son unos enamorados del sistema político que tiene Reino Unido, en parte heredero del período medieval. Nosotros dividimos el estado de la cuestión en dos partes: una primera en la que tratamos la aportación de los historiadores pioneros en su estudio y una segunda en la que desarrollamos algún aspecto de la historiografía más actual. 2.1.- La historiografía tradicional6. La historia del Parlamento inglés comenzó en el siglo XVIII con los documentos editados y publicados por W. Prynne en su Brief Register Kalendar and Survey of the several Kinds and Forms of all Parlamentary Writs (1659-1664), pero fue en 1819 cuando la Cámara de los Lores publicó el Report from the Lords Committees...touching the Dignity of a Peer en la que emprendió la tarea de dar una visión de conjunto a todo el tema. Ya en el siglo XIX, tenemos la gran construcción de W. Stubbs (1825-1901), un inglés, clerical y conservador de la época victoriana que quería mostrar cómo el pueblo de Inglaterra, ya desde tiempos pretéritos, había llevado a cabo la misión de instaurar su gran sistema político: el parlamentarismo. Su Constitutional History, son tres volúmenes escritos entre 1874 y 1878, que desde el principio cosechó un inmenso éxito. Para Stubbs, el Parlamento era una asamblea de carácter esencialmente político, que había sido creada por unos barones patriotas en el siglo XIII y cristalizada bajo la iniciativa de Eduardo I, considerado como el Justiniano inglés, cuya principal gloria fue convocar el Parlamento modelo de 1295, nombre creado por el propio Stubbs. Durante el siglo XIV, el órgano hizo grandes progresos y se transformó en una institución fundamental que controlaba todo el espectro político del reino, llegando incluso al apoyo de Enrique IV (1399-1413) en el destronamiento de su primo el rey Ricardo II (1377-1399), que significó el triunfo de los Comunes sobre los magnates 6 Para conocer la historiografía temprana sobre el parlamento, hemos utilizado VAUCHEZ, DOBSON, LAPIDGE, The Encyclopedia of the Middle Ages, pp. 1089-1090 7 laicos y eclesiásticos, inaugurando el denominado “parlamento lancasteriano”, calificativo del propio autor. Aun así, desde 1885 comenzaron a arreciar críticas contra esta gran obra, pero no fue hasta principios del siglo XX cuando se formó un grupo de historiadores antiStubbs, dentro del cual se encontraban A. F. Pollard, quien desmontó los viejos mitos del parlamento modelo y los autores H. G. Richardson y G. O. Sayles, que afirmaban que el parlamento era un órgano eminentemente judicial y que no llegó siquiera a influir ni un poco en la política regia, ya que los Comunes no fueron más que unos títeres de los sectores poderosos. De todos modos, desde los años setenta se ha ido imponiendo una visión que pretende conciliar los dos enfoques siendo su principal autor J. G. Edwards, quien aduce que los parlamentos eduardianos no tenían objetivos políticos ni judiciales sino que tomaban las funciones del Consejo Real más alguna otra prerrogativa más. En fin, podemos afirmar que para la historiografía tradicional todavía no ha llegado el momento de hacer balance y que falta un poco más de historia comparada para descubrir las particularidades del parlamento inglés en relación con otros. 2.2.- La historiográfica actual7. A día de hoy, el parlamento inglés está siendo poco estudiado, destacando solo unas pocas obras de algún historiador británico de reconocido prestigio, pero la tónica general, como comentamos, es la preferencia por otros temas de la historia medieval inglesa como la Guerra de los Cien Años. En cuanto a las obras propias sobre la institución destaca la figura de J. R. Maddicott, cuyo libro The Origins of the English Parliament 924-1327 del año 2010 es la obra más novedosa acerca del tema, inaugurando una nueva visión sobre la institución como órgano directamente vinculado con las instituciones centrales anglosajonas y normandas. Asimismo, el autor pone de manifiesto la importancia de la ideología para su desarrollo y niega significación de la llegada de los caballeros y los burgueses como un punto de inflexión dentro de su actividad porque también ocurría en el resto de Europa. Asimismo, la obra de J. S. Roskell sobre Parliament and Politics in 7 Hemos utilizado todos los libros referenciados, pero los autores más utilizados para realizar el presente trabajo han sido D. Carpenter y J. R. Maddicott. 8 the Late Medieval England (1981) es muy acertada si queremos relacionar el consejo real y el órgano parlamentario. Otras obras son: The English Parliament in the Middle Ages (1981) de R. R. Garfield Davies y J. H. Denton, Justice and Grace: Private Petitioning and the English Parliament in the Late Middle Ages (2007) de G. Dodd y A Short History of Parliament (2012) de C. Jones, aunque trata más la Edad Moderna. Además, la página web del Parlamento Británico, así como la de los Archivos Nacionales y la página web de la BBC tienen una muy buena colección de información sobre el asunto. Igualmente destacan otras obras, que a pesar de no desarrollar el tema estrictamente, tienen que ver con su origen y evolución, como la obra de Maddicott sobre Simón de Montfort (1994) o las distintas monografías sobre el reinado de Enrique III de D. Carpenter como The Minority of Henry III (1990), The Reign of Henry III (2003) en las que pone de manifiesto los principales hitos de este monarca destacando la formación de la oposición nobiliaria y su proyección en el movimiento de reforma. Otros títulos son: Simón de Montfort and Baronial Reform (1986) de R. F. Treharne, Kings and Nobles in the Later Middle Ages (1986) de R. A. Griffiths y J. W. Sherborne, así como una obra sobre la generación de la gentry de P. Coss, The Origins of the English Gentry (2003). Además de los anteriores libros, algún historiador francés se ha dedicado a investigar la vida del líder de los barones, dada su ascendencia francesa como J. P. Genet con Simón de Montfot: baron ou homme politique (1998). Además, tenemos varias obras en las que se comentan expresamente los textos normativos sobre este período destacando Why Magna Carta? (2001) de N. Fryde, Edward I (1988) e English Politics in the Thirteenth Century (1990), ambas de M. Prestwich y Magna Carta (1992) de J. C. Holt en la que va desgranando todos los aspectos más importante de la carta, así como las explicaciones de cada una de las cláusulas. Otro libro más sobre textos sería el volumen III de la conocida obra English Historical Documents, editada por la editorial Routledge. Además, los diccionarios sobre Edad Media como The Encyclopedia of the Middle Ages (2002) tienen un apartado expreso sobre el parlamento inglés y francés, que permite compararlos y hay otras obras generales sobre Edad Media como The Cambridge Medieval History (2005) y su apartado sobre los reyes de la dinastía Plantagenet, realizado por D. Carpenter y Medieval England: A Reader 1000-1500 (2008) de E. Amt. 9 10 3-. CONTEXTO HISTÓRICO. La historia del reino de Inglaterra en el siglo XIII está marcada, sin duda, por la aparición del Parlamento como institución, así que nuestro objetivo en este punto, trata sobre los acontecimientos políticos que dieron lugar a la puesta en marcha de dicho organismo, tomando como referencia tres reinados: Juan I, Enrique III y Eduardo I. 3.1.- El Reinado de Juan I (1199-1216)8. El 27 de mayo de 1199, Juan I fue coronado Rey de Inglaterra, tras la muerte de su hermano, el rey Ricardo I, de quien heredó vastos territorios: el Imperio Angevino, que estaba constituido por las tierras de Inglaterra, Irlanda, y los Ducados de Normandía y Aquitania y el Condado de Anjou en Francia. Recién llegado al trono, debió enfrentarse contra el rey de Francia, Felipe II Augusto (1180-1223), quien atacó sus posesiones continentales con intención de absorberlas por parte de la monarquía capeta. La derrota del rey Juan entre 1202 y 1204 se ha explicado mediante dos enfoques: por una parte, los Capetos habrían llevado a cabo para el 1200 numerosas reformas administrativas, que les permitieron aumentar los ingresos del fisco real y superar con creces el nivel económico del reino de Inglaterra, lo que posibilitó la adquisición de nuevos territorios. Por otra parte, la dinastía Plantagenet tendría una superioridad económica considerable, pero la pérdida de los ducados se produjo por la incompetencia militar del rey Juan, denominado Sin Tierra. Por tanto, la pérdida de sus posesiones, hizo que muchos barones tuvieran que elegir entre establecer homenaje al monarca inglés o al francés y la mayoría eligieron la traición a Inglaterra como la única forma de mantener sus posesiones. Asimismo, el resto de su reinado lo dedicó infructuosamente a recuperar sus antiguas posesiones en el reino de Francia gastándose grandes sumas de dinero, que obtenía de una desmesurada presión fiscal sobre el reino de Inglaterra. Al final, organizó una alianza con Otón IV, sacro emperador romano, Fernando, conde de Flandes y Enrique I, duque de Brabante 8 Para la realización de este punto nos hemos servido, sobre todo, de FRYDE, N., Why Magna Carta?: Angevin England revisited. Münster, LIT, 2001 y HOLT, J. C., Magna Carta. New York, Cambridge University Press, 1992. 11 para derrotar a Felipe II, a quien se enfrentaron en Bouvines en 1214, recibiendo una desastrosa derrota que, como Holt advierte, “Bouvines condujo directamente a Runnymede”9. Si la derrota en Francia significó para Juan I, la desafección de la nobleza hacia su persona, el interdicto papal entre 1208 y 1213 implicó la animadversión de toda la Iglesia inglesa en la amarga contienda que mantuvo el rey con el Papa Inocencio III por la elección del nuevo Arzobispo de Canterbury. En 1206, los monjes de Canterbury habían elegido para el cargo a petición del Papa a Stephen Langton, lo que provocó la furia del monarca, que deseaba la elección de un candidato de su confianza para intervenir en los asuntos eclesiásticos. El rey se negó a reconocer la elección y el Papa, que se encontraba en su máximo poder, contestó con la aplicación de un Interdicto al reino de Inglaterra en 1208 y excomulgó a Juan al año siguiente. La aplicación de dicha medida significó en palabras de un cronista: “que los muertos tenían que ser enterrados fuera de los cementerios consagrados y los esponsales y matrimonios no podían ser celebrados en una iglesia, ni el servicio dominical ni la entrega de los Sacramentos”10. Con todo, Juan I había puesto en su contra a todo el sector baronial y eclesiástico del reino, pero el malestar aumentó una vez que nombró a su favorito Peter des Roches, un poitevino, como Justiciar, una de las más altas magistraturas del reino, lo que causó un tremendo revuelo en la nobleza ya que era considerado un extranjero y más tras el fracaso en la guerra contra Francia. Ya en 1214, cerca de la batalla de Bouvines, el Justiciar pidió la recaudación de un nuevo impuesto, el llamado “scutage” que sustituía la obligación feudal de dar auxilio militar al señor, lo que determinó la negativa de los barones del norte a pagar dicha tasa. Todos estos acontecimientos que estamos presentando no hicieron más que horadar el débil poder del rey Juan y cuando se produjo la derrota en Francia, una guerra civil no tardaría en llegar, la Primera Guerra de los Barones (1215-1217)11. Debemos ver esta rebelión como una forma de la nobleza de frenar la arbitrariedad real que pusieron en práctica los reyes normandos, por lo que no se trata de una animadversión contra la figura del rey Juan, muy denostado por los cronistas como 9 10 11 HOLT, Magna Carta, p. 14. FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 30. Su explicación la encontramos en FRYDE, Why Magna Carta: Angevin England revisited, pp. 4-24. 12 sabemos, sino la manera de articular el poder real sin que sus actuaciones fueran en contra de los intereses de las élites laicas y eclesiásticas. El poco afán del rey Juan por adaptarse a las circunstancias, sus escasos éxitos militares y su injusticia a la hora de gobernar, que eliminaba los dos pilares de la monarquía medieval: los éxitos militares y un rey justo, fueron el “casus belli” que hizo que estallara una revuelta contra él, pero los verdaderos antecedentes, debemos achacarlas al ambiguo derecho feudal que trajo la dinastía normanda. En cuanto al desarrollo de los hechos de la guerra baronial, debemos tener presente que la oposición a Juan I se había formado ya al perder el Ducado de Normandía, pero fue tras la derrota de Bouvines cuando la rebelión se precipitó. En la Semana Santa de 1215 se encontraron en Stamford (Lincolnshire) cuarenta barones, cinco condes y dos mil caballeros procedentes en su mayoría de los condados del norte y del centro de Inglaterra y eligieron a Robert Fitz Walter como mariscal de la Armada de Dios y de la Santa Iglesia. El nombre no es casualidad ya que el sector eclesiástico tuvo un importante papel en esta disputa. Entonces los barones fueron hacia el sur y el rey, que se trasladó a Oxford, envió a Stephen Langton y a William Marshal a encontrarse con ellos, quienes les dieron los llamados Artículos de los Barones, germen de lo que será la Magna Carta. Una vez que el rey tuvo el documento en su poder, las crónicas nos cuentan que espetó: “¿por qué estos barones no piden mi reino de una vez? Sus demandas son sueños vanos sin una sombra de razón”.12 Al rey no le quedó más remedio que negociar y citó a los rebeldes en el prado de Runnymede el 15 de junio del mismo año donde puso su sello real a la Magna Carta. La guerra no terminó ahí, puesto que los barones sabían que Juan I no iba a seguir los postulados marcados por la carta. Además, el rey recibió una ayuda inesperada, el Papa quien declaró ilegal la carta y escribió sobre los hechos acaecidos lo siguiente: “rechazo y condeno totalmente este acuerdo porque significa que la Sede Apostólica ha sido deshonrada, los derechos del rey lesionados, la nación Inglesa avergonzada y todo el plan para una cruzada puesto en serio peligro”, y terminaba descalificando a los barones porque “son peores que los sarracenos”.13 Al final, la facción baronial eligió como líder al delfín de Francia, Luis, quien invadió Inglaterra, pero el 19 de octubre de 1216 el rey Juan moría dejando un reino devastado por la guerra e invadido por las tropas francesas. Entonces los barones, que 12 13 FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 19. FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 22. 13 ya no veían peligro lucharon contra el delfín hasta que lo derrotaron un año más tarde. Según algunos historiadores y a modo de balance del reinado de Juan I, “el mejor servicio que el rey hizo a su reino fue morir en el momento adecuado”14. 3.2.-. El Reinado de Enrique III (1216-1272)15. Ningún rey de Inglaterra ascendió al trono en una situación tan desesperada como Enrique III debido a la invasión francesa que estaba asolando el reino. Su reinado se puede dividir en dos períodos con una cesura en 1227: la minoría de edad, hasta esa fecha y el gobierno personal hasta su muerte. Asimismo, en esta segunda parte, vamos a dedicar unos apartados a explicar en primer lugar, la figura de Simón de Montfort desde 1258 y la Segunda Guerra de los Barones (1264-1267), en segundo término. 3.2.1.- La minoría de edad. Como hemos anunciado, el reinado de Enrique III comenzó con una minoría, lo que significa que el poder de facto lo detentaba un Consejo de Regencia que había nombrado su padre. De esta forma, el regente era William Marshal, que se apoyaba en el Justiciar, Hubert de Burgh y dos legados papales. Su primer cometido fue expulsar del territorio a las tropas francesas, objetivo que fue cumplido y después, llevar a cabo la reconstrucción del reino en dos frentes: el económico, es decir arreglar la destrucción del territorio y el político, esto es, reconstruir los poderes reales detentados antes de la guerra contra la baronía. Para enfrentar los problemas se convocó el “magnum concilium” del 2 de febrero de 1225, que ha sido considerado como un antecedente de los parlamentos del siglo XIII, que vamos a desarrollar más adelante. 14 FRYDE, Why Magna Carta?: Angevin England revisited, p. 24. Para la redacción de todo este epígrafe hemos utilizado todas las obras de Carpenter, D., The Reign of Henry III, London, Continuum International Publishing Group, 2003. 15 14 3.2.2.- El gobierno personal. Como hemos anunciado, en 1227, Enrique III tomó las riendas del reino de Inglaterra, una vez cumplida la mayoría de edad y sus primeros años como rey muestran un largo período de paz tanto en el contexto europeo como en el interior del reino. La razón fundamental es el propio carácter del monarca contrario a su padre en todos los sentidos: Enrique III era piadoso, casto y vago y tenía como modelo a Eduardo el Confesor, aunque también debemos pensar en la falta de recursos financieros como freno a cualquier acción bélica. Aun así, su gran interés residía en recuperar el Ducado de Normandía, pero la verdad es que Enrique era la última persona capaz de dirigir una expedición militar exitosa por lo que, con gran pragmatismo el consejo real puso en marcha una política diplomática que comenzó dando frutos, pero acabó siendo un desastre. Los problemas en su política exterior, que empeoraron su situación en el interior, comenzaron en 1255 cuando Enrique aceptó la oferta papal del trono siciliano en beneficio de su segundo hijo Edmundo. Su intención era doble: derrotar por la vía diplomática a cualquier candidato Capeto y establecer un reino muy rico en el Mediterráneo como compensación por la pérdida de Normandía. A su vez, el rey tenía intención de colocar a su hermano Ricardo, conde de Cornwall como emperador del Sacro Imperio para que la dinastía Plantagenet fuera de nuevo, la familia real dominante en Europa. El problema fue que ninguna de las dos candidaturas llegaron a hacerse con el poder mientras el Papa demandaba a Enrique las 90.000 libras por colocar a su hijo en el trono de Sicilia, un montante que debió pagar la Iglesia inglesa, a quien elevó intensamente la presión fiscal. De esta forma, al igual que su padre, Enrique perdió el favor de la Iglesia que había tenido en sus primeros años de gobierno. Además, perdió el favor de los grandes magnates del reino tras su fracaso en la expedición que llevó a Gales en 1257, lo que demostraba su incapacidad militar, pero sobre todo, fueron las pugnas cortesanas por la articulación del patronazgo regio lo que terminó por horadar su poder. En la corte encontramos dos familias nobiliarias que competían por obtener el favor real: en primer lugar, los saboyanos liderados por Pedro de Saboya, familiares de la reina Leonor de Provenza y en segundo lugar, los Lusignans liderados por Guillermo de Valence, hermanastro del rey al casar su madre en segundas nupcias con el conde de Lusignan. Como observamos, el consenso de la comunidad del reino consagrado en la 15 Magna Carta fue silenciado, lo que fue horadando los apoyos del monarca tanto de los magnates como de la “gentry” condal. 3.2.3- Simón de Montfort16. Al igual que cualquier personaje histórico, Simón de Montfort ocupa en la memoria colectiva británica una posición ambigua: para unos, fue un simple dictador que defendía sus intereses personales y para otros, fue el creador de la monarquía parlamentaria al defender el bien común. Simón nació en 1208 en el seno de una prestigiosa dinastía nobiliaria: su padre era Simón III de Montfort, el líder de la Cruzada contra los albigenses y su madre Alicia de Montmorency. Veamos brevemente la figura de Simón III cuya madre era una de las herederas de su hermano Robert de Beaumont, conde de Leicester, que comprendía asimismo el título de “Steward”17 de Inglaterra. Por ello, Simón III debió rendir homenaje al rey de Inglaterra para reivindicar las posesiones Beaumont aunque no consiguió convertirse en el propietario. Fue su hijo, Simón IV quien se benefició de las disputas cortesanas entre los Saboyanos y los Lusignan cuando Enrique III le otorgó en 1231 el título y las posesiones del condado de Leicester en un intento por generar una nobleza que lo apoyara. Convertido en un magnate inglés, rápidamente las deudas condales comenzaron a sangrar su fisco con lo que buscó un matrimonio con una mujer de alta alcurnia. Para ello, se alió con Guillermo de Saboya, tío de la reina obteniendo la mano de la hermana del rey, la princesa Leonor y concertando una unión real, que lo catapultó a la fama, al enriquecimiento y al centro del poder político, la corte. Para 1258 Simón de Montfort es un barón de gran prestigio, que va trazando sus alianzas de acuerdo a sus intereses para participar en la articulación del poder dentro del reino. 16 Para la realización este apartado hemos utilizado GENET, J. P., “Simón de Montfort: baron ou homme politique”, en Médiévales, 1998, 34, pp. 53-68 y MADDICOTT, J. R., Simón de Montfort. Cambridge, Cambridge University Press, 1995. 17 Mayordomo de Inglaterra. 16 3.2.4.- La Reforma y la Segunda Guerra de los Barones18. La problemática con el Papado, el fracaso de la intervención militar en Gales, la sublevación gascona, las disputas cortesanas, los problemas condales llevaron al rey a perder gran parte de los apoyos que se habían gestado durante su minoría. Todo ello dio paso a dos momentos clave para la historia del parlamentarismo inglés: el período de la reforma entre 1258 y 1263 y la guerra civil entre 1264 y 1265. Todos los problemas llevaron a los condes de Gloucester (Richard de Clare), Leicester (Simón de Montfort), y Norfolk (Roger Bigod) y Hugh Bigod, John Fitz Geoffrey, Pedro de Saboya y Pedro de Montfort a aliarse y enfrentarse al monarca obligando a expulsar de la corte a los extranjeros y a aceptar la reforma del reino por un comité de 24 miembros. Así, con el beneplácito regio, se forma un grupo de trabajo con doce representantes de los barones (cuatro de ellos, son hombres de Montfort: Walter Cantiloupe, Ricardo de Grey, Pedro de Montfort y Hugo Despenser) y doce representantes del rey, reuniéndose en la ciudad de Oxford el 11 de junio. De esta reunión saldrán las Petitions of the Barons, que cristalizarán en las Provisions of Oxford, una vez que los representantes reales se queden en tres formando entonces un comité de quince miembros. De esta forma se va limitando el poder arbitrario del monarca y los barones extienden esas restricciones no sólo a sus vasallos sino también a toda la comunidad del reino. Asimismo, bajo el liderazgo de Simón de Montfort surgen las Provisions of Westminster (1259), que muestran a un líder carismático preocupado por aunar esfuerzos en incluir a los sectores importantes de la población inglesa, incluso en detrimento de los intereses de los barones, lo que va minando su confianza. La guerra civil parece inminente, pero entran en escena los sectores de la “gentry”, quienes se oponen a la nulidad de las Provisions of Westminster, pero esto no hace más que dividir al sector baronial entre Montfort, partidario de extender el movimiento de reforma, y los demás magnates liderados por el conde de Gloucester, quienes acuerdan establecer un pacto con el monarca para limitar la reforma únicamente a la corte regia. De esta forma, el único barón que se muestra contrario al arbitraje con el monarca es Simón de Montfort, que decide partir al exilio en Francia en 1261 y el monarca vuelve a tomar el control del consejo real. 18 Hemos extraído los datos de aquí: GENET, J. P., “Simón de Montfort: baron ou homme politique”, pp. 53-68 17 Vemos, por tanto, el triunfo indudable del rey Enrique III, que desde el interior del movimiento de reforma, lo va vaciando de contenido. Es sin duda, la división en el sector aristocrático, lo que hace fracasar el reformismo baronial. A pesar de todo, el rey continúa errando en su política y el descontento es cada vez mayor en todas las partes del reino. Podemos afirmar que la reforma del reino para acercarlo al siglo XIII era necesaria, puesto que no se podía vivir con estructuras estamentales del primer rey Plantagenet, pero mientras que en otros reinos, la reforma se hizo desde arriba, es decir desde la más alta institución del reino, la corona, como es el caso de Francia con Luis IX, pero en Inglaterra la monarquía no deseaba llevar a cabo cambios y por ello los sectores descontentos de la sociedad liderados por las élites fueron los que impulsaron la reforma del reino, pero al no contar con el beneplácito regio, el proceso de transformación se hizo por medio de la violencia y la guerra. De esta forma, Simón de Montfort es de nuevo llamado por los barones para liderar una revuelta, que fuerce al rey a potenciar la reforma del reino instaurando de nuevo las Disposiciones de Westminster. Una vez que llega a Inglaterra, el reino se divide en dos facciones, la baronial y la real. Comenzando por la primera, los barones se encuentran liderados por Simón de Montfort, quien considera el combate como una verdadera cruzada y ve en sus filas el ejército de Dios, pero sus apoyos son escasos y frágiles. El más importante es sin duda la ciudad de Londres, que se rebela contra el rey cuando su hijo el príncipe Eduardo llama a mercenarios templarios para defender el trono de su padre. Asimismo, el burgo de Canterbury y la Confederación de los cinco puertos también le presta ayuda, así como amplios sectores de la Iglesia y de las universidades, además de los caballeros y la “gentry” de los distintos condados sobre todo de las “Midlands”. Por contra, dentro de la facción aristocrática hay muchos magnates que aprovechan la situación de fuerza para imponer su autoridad sobre las élites locales y realizar pillajes en los condados, lo que enfría el favor inicial de la baja nobleza y la burguesía por la figura de Montfort. Por contra, la facción real está liderada por el Príncipe Eduardo, que cuenta con unos apoyos sólidos entre los sectores de la alta nobleza, sobre todo del centro y suroeste del reino (los señores de las Marcas Galesas destacando Roger Mortimer), además de mercenarios a sueldo, que inclinarán la balanza a su favor. Montfort establece el castillo de Kenilworth como la base de las operaciones de los barones pensando ya en la inevitable guerra. Aun así, el rey y el líder aristocrático piden el arbitraje de Luis IX, rey de Francia para que arbitre una posible salida sin 18 violencia, que resuelve en la Mise d´Amiens el 23 de enero de 1264, en el que deja sobre papel mojado las Disposiciones, ya que el rey tiene el derecho de elegir a los miembros de su consejo regio. El rechazo de la Mise d´Amiens por los barones significó el comienzo de la guerra civil, la denominada Segunda Guerra de los Barones entre 1264 y 1265. La batalla de Lewes (14 de mayo de 1264) fue el gran enfrentamiento de esta guerra, desarrollada por Montfort con gran fervor religioso y con mucho éxito. De esta forma, se capturó al rey y su hijo Eduardo, a quienes se impusieron unas condiciones de liberación muy duras: el rey debía reafirmar su intención de cumplir los mandaros de las Provisiones de Westminster, eliminar los sectores extranjeros de la corte y el consejo real y restaurar a los barones sus prerrogativas. De esta forma, fue liberado, pero se mantuvo cautivo al príncipe Eduardo para verificar el cumplimiento de la palabra del rey. Rápidamente se crea una ideología que legitima el golpe de fuerza de Simón de Montfort y en su generación se encuentra la Iglesia, sobre todo los franciscanos que afirmaban que su inesperada victoria fue obra de Dios, que le mandó terminar con la injusticia del monarca. Así, encontramos la Canción de Lewes escrita por un teólogo de la Universidad de Oxford. (Ver Anexo, texto 1). Su inesperada victoria y la captura del monarca y el heredero, aumentaron su prestigio y lo que es más importante, consiguió disponer de toda la administración real a su voluntad, utilizando de una forma nueva el título de Mayordomo de Inglaterra. En efecto, desde mayo de 1264 a agosto de 1265, Simón de Montfort tiene todo el poder y todas las prerrogativas de un monarca. El “Steward” decide convocar un Parlamento reunido en Westminster en junio de 1264 para legitimar su situación, de tal forma que el consejo del reino será elegido por un triunvirato. Con su poder intacto, decide convocar otro Parlamento reunido en Westminster de nuevo el 20 de enero de 1265, para liberar a Lord Edward bajo unas estrictas condiciones basadas principalmente en el cumplimiento de las distintas Provisiones. Las tropas del hijo de Montfort debían encontrarse con las de su padre, pero Eduardo lo interceptó y tomó los pendones baroniales, llegando al fin donde se encontraba el ejército de Simón. La sorpresa fue mayúscula y Eduardo engañando a los barones con sus propias insignias, tomó las principales colinas y arrastró a todo el ejército baronial en la llamada batalla de Evesham el 4 de agosto de 1265. Al final, Simón de Montfort fue asesinado y su cuerpo cercenado, dando comienzo su santificación por el campesinado y el bajo clero afirmando que se aparecía y realizaba 19 milagros. Aun así la guerra no terminó y el resto del ejército de los barones se hizo fuerte en el castillo de Kenilworth cuando Enrique III sentenció la ocupación real de las propiedades de los barones que habían apoyado a Montfort. Esta situación se irá resolviendo poco a poco mediante el Dictum de Kenilworth (octubre de 1266), por el cual los desheredados podían volver a comprar sus propiedades a la corona, una medida para obtener liquidez en las arcas regias tras la guerra civil. 3.3.-El Reinado de Eduardo I (1272-1307)19. Cuando Enrique III murió en 1272, su hijo el príncipe Eduardo se encontraba inmerso en la Novena Cruzada (1271-1272) en Tierra Santa y no volvió hasta agosto de 1274. Como hemos visto, su trayectoria en su juventud como heredero lo convirtió en un líder increíblemente preparado. Ciertamente, Eduardo I había aprendido mucho durante el período de Reforma y la Segunda Guerra de los Barones, sobre todo, a tratar de mejorar las instituciones de la monarquía para controlar mejor el reino mediante la incorporación de la mayoría de los sectores sociales de Inglaterra; y para ello vio en el Parlamento, el órgano fundamental que le permitió ejercer el poder de acuerdo a los intereses de los poderosos sin marginar al resto. Por una parte, se dedicó a pacificar el reino del descontento popular y, de otra, reconstruyó las finanzas reales que se habían colapsado hace ya largo tiempo. Asimismo, este rey es recordado en la memoria de cualquiera como el conquistador de Gales y el azote de los escoceses, aunque sin éxito en este último aspecto. Como podemos observar, su afán de reforma y su liderazgo bélico son dos diferencias con la forma de gobernar de su padre, que harán de su reinado un período de estabilidad, crecimiento y autoridad de la figura del monarca. Recién llegado a Inglaterra comenzó a realizar una serie de medidas de reforma del reino. Estamos hablando del Período de los Estatutos eduardianos que como estipula el Estatuto de Westminster “tratar de corregir el estado del reino en aquellas políticas que sea necesaria una rectificación”20. 19 Hemos utilizado dos obras, CARPENTER, D., “The Plantagenet Kings”, en AA.VV., The Cambridge Medieval History. New York, Cambridge University Press, 2005, vol. III y PRESTWICH, M., Edward I. Los Ángeles, California University Press, 1988. 20 CARPENTER, D., “The Plantagenet Kings”, pp. 342-343. 20 4-. LA CREACIÓN DEL CORPUS CONSTITUCIONAL. Una vez que hemos desarrollado el contexto político en el que se desenvolvió el Parlamento, debemos continuar analizando los pormenores de su articulación como institución a la par que el desarrollo político, mediante el estudio de las distintas disposiciones que lo llevaron a su creación y posterior evolución, a partir del desarrollo del contexto ideológico en el que se inspiraron las distintas resoluciones. 4.1.- Los inicios: Magna Carta, 1215 21. La Magna Carta es un documento poco gratificante para la lectura general. Está llena de tecnicismos de la ley feudal, y cuando éstos se terminan comprendiendo, la mayoría de las disposiciones parecen excesivamente mundanas. No hay en ella ninguna declaración altisonante de principios, ni una teoría política claramente definida. De hecho, podemos afirmar que se trata de una carta de libertades y no de una carta de la libertad, ya que se trata de poner por escrito unos preceptos para proteger a las clases altas de la iniquidad de un monarca omnipotente y no se enuncian en ningún caso unos derechos abstractos del hombre. Incluso un decano de la Facultad de Derecho de Harvard estableció el siguiente juicio desmitificador: “Quienquiera que haya leído la Magna Carta, ya sea en latín o en su traducción inglesa se habrá quedado sorprendido de lo que encontró allí o de lo poco que encontró allí”.22 En el presente trabajo vamos a dedicar unas líneas a presentar únicamente las cláusulas principales para comprender The Great Charter como un antecedente del Parlamento, dejando constancia de que hay otros artículos muy novedosos que no podemos analizar debido al tema que estamos tratando. El Capítulo I proclama la libertad de la Iglesia de Inglaterra, garantiza sus derechos con particular hincapié la libertad e independencia de sus elecciones; 21 Existen cuatro copias originales de la Magna Carta y todas están escritas en latín aunque luego fue traducida al francés. Recordemos, asimismo, la importancia de la carta para los Estados Unidos en su independencia de la metrópoli. 22 Citado por SATRÚSTEGUI GIL-DELGADO, M., “La Magna Carta: Realidad y Mito del Constitucionalismo pactista medieval”, en Historia Constitucional, 2009, 10, p- 251. 21 recordemos la pugna entre el rey y el Papa por la elección del Arzobispo de Canterbury. (Ver anexo, texto 2.1) Pero, sin duda los dos artículos más importantes y más innovadores desde el punto de vista político y que entroncan directamente como antecedentes del parlamentarismo son dos: el primero es el capítulo XII, que requería la autorización del “per commune consilium regni nostri”, una frase que implícitamente requiere un órgano para aprobar ciertos impuestos como el “scutagium” y el “auxilium” o servicios. (Ver Anexo, texto 2.2). No hay duda de que estas cláusulas daban un enorme poder al consejo común del reino, es decir, una institución en el que estuvieran representados los sectores sociales para aprobar ciertos impuestos, aunque en la actualidad hay muchos que rebajan las expectativas de que esta frase tan corta fuera el embrión del poder tributario del parlamento, ya que sólo serían convocados a ese consejo común, únicamente los sectores más cercanos al rey. Aun así, debemos pensar que es un articulado muy novedoso, que limita el poder real en algo tan importante como la forma en la que desarrolla su hacienda y mediante la evolución de esta prerrogativa fiscal, este órgano en principio tributario y con poco poder decisorio, va a ir nutriéndose de más disposiciones y más sectores sociales representados. Por otra parte, el segundo capítulo importante y en relación con el anterior sería el LXI, que pretendía asegurar la vigencia de la Magna Carta frente a la más que probable resistencia del rey Juan. (Ver Anexo, texto 2.3). Se estipula, por tanto, la creación de un mecanismo de garantía basado en la elección por los barones de un consejo formado por veinticinco nobles, quienes velarían por el cumplimiento de las libertades consagradas en la carta. Por tanto, la Magna Carta es un texto fundamental, en el que encontramos una gran extensión social de los derechos o de la imposibilidad del rey de saltárselos, ya que no sólo afecta al sector más privilegiado de la sociedad sino también a un amplio elenco de personas, instituciones y burgos como la Iglesia, la ciudad de Londres o incluso, todos los hombres libres (freemen). Sin duda estas dos ideas podemos compararlas con nuestro país; recordemos que en la Corona de Aragón el rey otorgó en 1287 los Privilegios de la Unión a los nobles, que basaban el poder del monarca en el pacto de proteger a sus súbditos y conservar las leyes del reino. En sí, un historiador liberal del siglo XVIII como Blackstone afirmó que lo que hace la Carta es recuperar los principios del viejo derecho sajón, previo a los normandos y, por tanto, dulcifica y atenúa el rigor 22 del sistema feudal establecido por estos conquistadores. Por último, la Carta instaló un precedente de limitación del poder real, que al ser eliminado por el monarca, terminará por legitimar una guerra en contra de los abusos regios23. 4.2.- La Comunidad del Reino24. Ya hemos comentado que la cláusula XII de la carta señala que los “servicios” al monarca serán autorizados por el “consejo común del reino” y, por tanto, lo que vamos a realizar en este punto es dirimir quién, cómo y cuándo se forma la Comunidad del Reino, que al fin y al cabo es la que puede variar la política regia. Para continuar con la articulación de un Parlamento en el Reino de Inglaterra, el siguiente momento clave tras la aprobación de la carta es, sin duda, el Gran Consejo de 1225, durante la minoría de edad de Enrique III cuando el reino estaba dominado por el Regente, William Marshall. El 2 de febrero de ese año, el Consejo de Regencia convocó una asamblea que las crónicas califican de “magnum concilium” reunida en Londres para hacer frente a una crisis. Poitou estaba en manos francesas desde un año antes, Gascuña se encontraba bajo amenaza y una invasión francesa de Inglaterra era cada vez más probable. Tras más de una semana de intenso debate, el acuerdo fue alcanzado el 11 de febrero en los siguientes términos: los magnates concederían al monarca una contribución general del 15 % de todos los bienes muebles a condición de que el rey reeditara la Magna Carta y la Carta de los Bosques. Según las crónicas, la tasa general fue concedida al rey por: “los arzobispos, obispos, abades, priores, condes, barones, caballeros, arrendatarios libres y todo el mundo en nuestro reino”25, formándose la denominada Comunidad del Reino. En muchos aspectos, el Gran Consejo significó el comienzo de un paradigma para el resto de las asambleas de los siglos XIII y XIV, pero debemos recordar que todavía no se había producido la convocatoria de los representantes de las ciudades. 23 Esta idea la hemos obtenido de SATRÚSTEGUI GIL-DELGADO, “La Magna Carta: Realidad y Mito del Constitucionalismo pactista medieval”, p. 253 de donde recoge la opinión de Sir W. Blackstone. 24 Hemos extraído la información de MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 106-156. 25 MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 152. 23 Como hemos visto, el consejo fue convocado con anticipación a una campaña bélica y no sólo para proveer de fondos al rey a la hora de llevarla a cabo sino también para organizar la futura defensa del reino. Fue, por tanto una causa sobrevenida, el peligro del reino ante el invasor, por la que se forjó un consenso entre todas las fuerzas importantes de la sociedad siguiendo el siguiente modelo: el rey demanda un servicio y la comunidad del reino lo concede a cambio de que vuelva restablecer la Magna Carta, es decir, a cambio de una rectificación en los agravios cometidos. 4.3.- Los inicios de la política parlamentaria26. La minoría de edad de Enrique III había establecido un gran consejo como la fuerza principal en la acción política del momento y confirmó el alineamiento con las libertades consagradas en las Cartas. En los años centrales del reinado de Enrique III el Parlamento emergió como una institución que fue tomando forma y que con algunas variaciones, llegó incólume al final de la Edad Media. Una señal de la consolidación de la institución es la aparición del nombre como la conocemos hoy en día, esto es el uso frecuente de la palabra “parlamento”. Para 1230, la mayor parte de las asambleas en las que se reunía la comunidad del reino, eran conocidas como “parlamentos” y en 1236 tenemos constancia del primer escrito oficial en el que aparece la palabra “parlamentum”. A partir de ahí, la propia literatura y los distintos cronistas comenzaron a utilizar el término; el primero, Mateo de París en La Estoire de Seint Aedward le Rei, pero en el ámbito de la cronística del momento es en su Chronica Maiora donde aparece reflejado el término “parlamentum” para la asamblea de abril de1239. Tras Mateo de París, numerosos cronistas tomaron el testigo y el nombre acabó por calar en la sociedad inglesa, un hecho que nos hace pensar en la gran importancia que estaba tomando el órgano dentro del reino y de la población. En cuanto al desarrollo de la que podemos llamar la primera edad del Parlamento, caben destacar dos hechos que supusieron el crecimiento y la consolidación de la institución: el primero de ellos, la pérdida de la mayoría de las posesiones continentales de la corona y el consecuente descenso de la itinerancia de la monarquía inglesa, ahora vuelta hacia sus posesiones insulares, más que a Francia; y, el segundo, la 26 MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 157-232. 24 emergencia de Westminster como la sede de gobierno del reino y el foco de los intereses religiosos del monarca. De acuerdo al primer punto y para que nos hagamos una idea, Enrique II, el primer rey Plantagenet, estuvo casi 22 años de 34 fuera de Inglaterra, es decir más de la mitad de su reinado mientras que Enrique III, su nieto, estuvo en el extranjero 4 años y cinco meses de un total de 57 años de reinado, uno de los más largos de la historia inglesa. A pesar de este cambio, su contribución al crecimiento del parlamento no fue directa, pero marcó un precedente: con el rey en Inglaterra, las asambleas podían ser convocadas y desarrolladas con una gran regularidad y previsibilidad y por tanto, su majestad no podía escabullirse de su control, puesto que se daba por sentado que un parlamento debía establecerse con la presencia del monarca. En cuanto al segundo punto, Enrique estableció en términos prácticos la sede de su gobierno en Westminster, ya que antaño desde el pasado anglosajón, la base del poder se encontraba en la ciudad de Winchester. Al final, el lugar presentaba todos los elementos para ser considerado como capital: santuario dinástico, un centro de culto, la residencia palaciega y la sede del gobierno. Una vez que dio comienzo el gobierno personal de Enrique III en 1227, primero gobernó con ayuda de unos ministros y luego fue cada vez más independiente y presionó a las élites, que utilizaron el parlamento como una forma de responder a los cambios abusivos que estaba realizando rompiendo el consenso. Aun así, el rey necesitaba el apoyo nobiliario para llevar a buen término estas cuatro vías que acabamos de explicar y eso significaba una mayor influencia para el consejo y más a largo plazo para la aparición y posterior evolución del parlamento. Entre 1237 y 1258, hasta en diez ocasiones, el monarca demandó un nuevo impuesto y en todas ellas, todos fueron denegados. Estas negativas forzaron a Enrique a buscar nuevas formas de financiación y encontró que en los condados no necesitaba el “common council of the realm” para demandar mayores contribuciones a la hacienda regia. Los recursos que tomó de las provincias fueron cuatro: el primero, las propiedades del sheriff; el segundo, los propios beneficios derivados de la economía condal; el tercero el impuesto a los judíos, que aumentaron la presión fiscal sobre sus deudores, en esencia miembros de la “gentry” y los caballeros; y por último la Iglesia provincial. Las consecuencias fueron claves, hubo un crecimiento rápido e intenso de la presión fiscal sobre los condados y ello repercutió en el aumento de los abusos de los oficiales reales y nobiliarios para obtener los recursos demandados por la corona, así que al final un profundo malestar de la 25 “gentry”, los caballeros y los pequeños barones se apoderó de la campiña inglesa. Aquí tenemos la razón que diferencia a la Magna Carta de las Disposiciones de Oxford y Westminster, sin duda es la distinta aportación social a su elaboración que marca el contenido de las mismas, es decir, mientras que la Magna Carta fue una creación estrictamente baronial, las distintas provisiones recibieron el aporte de las gentes de los condados, asfixiados por los atropellos no sólo de los oficiales reales sino también de los nobiliarios, así que su temática se refiere ya a todo el reino y no sólo al centro del poder. Desde un primer momento, se intentó desde el parlamento presionar al monarca para que éste eligiera a sus oficiales, pero no hubo manera y es el dominio en temas políticos lo que le faltaba a la institución para constituirse como tal. Vemos cómo en materia fiscal, el organismo sí tiene prerrogativas, pero no así en la política diaria, donde sus poderes se ven limitados. A pesar de todo, se realizaron intentos por elegir al consejo real, pero no será hasta 1258 cuando el propio parlamento se apropie del mismo gobierno. Ya sólo queda comentar de este período, la representación parlamentaria, es decir quién era convocado al parlamento. Es, sin duda, la otra pata para que podamos afirmar que existía una institución parlamentaria, además de su dedicación a temas fiscales y políticos, aunque éstos no se conseguirán hasta 1258. Según J. Maddicott para el año 1240 se fue formando un parlamento con prácticamente representantes de todos los sectores sociales libres, sin el campesinado. Para ese año, la asamblea era mucho más representativa que en el año 1225, ya que todo ese conglomerado de “todos los hombres libres en nuestro reino” se había ido concretando. No fue hasta la parte central del reinado de Enrique III cuando se llevó a la práctica la noción de representación implícita en la carta; esto es, los intereses de muchos representados por unos pocos, sin ninguna clase de elección. Para llegar a ese punto, los tres períodos en los que el rey demandó servicios, en 1225, 1232 y 1237 fueron vitales. Según los cronistas, en cada uno de esos períodos, se fue explicitando cada vez más quién era esa masa de hombres libres. Recordemos que sobre éstos recae la mayor parte de la presión fiscal y por tanto, de la contribución al monarca y fue una respuesta pragmática de la corona, hacerlos llamar a una asamblea dada su escasez de dinero. Aun así, los cambios en la representación desde el gran consejo de 1225 no sólo son necesidad del monarca. Paralelamente, hay un componente ideológico de gran importancia, proveniente de la ley canónica romana e introducido en el reino de 26 Inglaterra por los clérigos en sus concilios diocesanos y que en ese momento estaba impregnando la sociedad secular. Este proceso responde a dos principios: el primero, las contribuciones no podían ser impuestas sin el consentimiento del contribuyente y el segundo, el conjunto de los contribuyentes podía mandar a un representante para actuar en su nombre y buscar un acuerdo. La máxima de estos dos principios, “Quod omnes tangit ab omnibus approbari”, “lo que afecta a todos, debe ser aprobado por todos” fue migrando desde el derecho privado a la esfera pública27. Esta máxima procede del IV Concilio de Letrán (1217) cuyos preceptos fueron llegando a Inglaterra en la década siguiente. Gracias a este principio, los preceptos de la Magna Carta sobre la aprobación por el consejo común del reino fueron cristalizando en el gran consejo de 1225 y después en la convocatoria de los caballeros, sectores de las “gentry” y los representantes de los burgos. Fue en el parlamento de abril de 1254 cuando por primera vez se tiene constancia de la convocatoria de los caballeros de los condados a través de un proceso electivo. Este hecho demuestra dos procesos: el primero, no fue como tradicionalmente se piensa la convocatoria de los representantes de los condados en el Parlamento de Simón de Montfort de 1265 sino antes, y el segundo, tan hondo había calado la máxima de “quod omnes tangit” en la sociedad, que los propios magnates laicos y eclesiásticos presionaron al rey para convocar a sus vasallos, ya que según ellos, no podían imponer un nuevo impuesto sin el consentimiento de los afectados. Asimismo, en este Parlamento se convocó también al bajo clero por las mismas razones que con los caballeros, pero la llegada de los representantes de las ciudades es más compleja porque no tenemos tantas crónicas ni tan fehacientes. Al final, las razones para convocarlos son tres: la riqueza de los burgos, la necesidad de dinero y la ideología eclesiástica. Aun así, sabemos que antes del parlamento de Montfort, en 1225, habían sido convocados representantes de las ciudades de los Cinque Ports. En resumen, podemos observar cómo entre 1225 y 1258 las primigenias asambleas se han convertido en un parlamento cuyos representantes proceden de muchos estratos sociales. Además, es un órgano reconocido por la población inglesa para presentar sus quejas y debatir el estado del reino, en temas fiscales, pero no políticos. Por último, la máxima “quod omnes tangit” permitió el paso de una asamblea de notables a un parlamento representativo de la sociedad inglesa plenomedieval. 27 Nos parece muy importante reseñar esta máxima como una ideología inmersa en las mentalidades inglesas de entonces y de hoy. 27 4.4.- El movimiento de Reforma. En 1258, el período conflictivo entre el rey y los magnates desde 1230 culminó en una crisis final y un nuevo comienzo. Tras más de veinte años de quejas y protestas, las tentativas para influir en el gobierno del rey e incluso la negativa continuada a garantizar la imposición de nuevos impuestos habían probado la insuficiencia política del parlamento y las limitaciones de la Magna Carta. Se trataba, por tanto, de hacer del órgano parlamentario una institución de tipo político, capaz de influir en la política cotidiana del consejo real. Con todos estos problemas, la única solución que se presentaba ante los ojos de los barones era la reforma profunda del reino, es decir la asignación de influencia política al parlamento, y ello pasaba por establecer el control baronial del gobierno del reino. Encontramos tres iniciativas reformistas: la supervisión política, la provisión de justicia y la reforma legal del reino. Y es que los críticos con Enrique sólo veían una forma de satisfacer sus peticiones: la apropiación de facto de la autoridad regia, es decir de su poder, no de su persona aunque Simón de Montfort consiguió las dos. Tenemos dos disposiciones legales importantes: las Disposiciones de Oxford y las Disposiciones de Westminster, que marcan el punto culminante de la Reforma del reino28. Normalmente, se estudia más la rebelión de los barones como ya hemos analizado, que el movimiento de reforma, pero para entender el desarrollo del parlamentarismo es una parte inexcusable a tratar. Las reuniones cristalizaron en las Provisions of Oxford, la primera regulación parlamentaria de la historia. Los veinticuatro dispusieron la elección de un consejo formado por quince barones, que sustituiría al gobierno del monarca, de tal forma que tenía capacidad para nombrar a los más altos oficiales del reino. Sin duda es una respuesta a la anterior debilidad del parlamento: su incapacidad para influir en el día a día del consejo real. Asimismo, le dan al parlamento un lugar claro dentro del nuevo esquema político de Inglaterra: se convocaría tres veces al año, el 6 de octubre, el 3 de febrero y el 1 de junio. En este parlamento los quince consejeros barones, elegidos para el monarca, darían cuenta del estado del reino y de todo lo que afecta a los asuntos generales de la población inglesa. (Ver Anexo, texto 3.1). Además, la comunidad del reino elegiría a doce representantes para velar en el parlamento por el cumplimiento de 28 Los originales se escribieron en francés y luego fueron traducidos al latín. 28 los compromisos gubernamentales. De esta forma, aunque el régimen social del parlamento quedó reducido a doce comisionados, pasó de ser un lugar de confrontación a entrar dentro de la articulación del gobierno del reino. (Ver Anexo, texto 3.2). Una vez que hemos desarrollado los puntos más importantes de las Disposiciones de Oxford, como conclusión, podemos afirmar la pérdida de toda iniciativa política por parte del rey, que era transferida al parlamento. Con todo, entre 1258 y 1261, se siguieron aprobando más reformas: dos que tienen que ver con la mejora política en los condados, The Ordinance of Sheriffs y Ordinances of the Magnates, las cuales, pretendían acabar con los malos usos de los oficiales reales dando mayor poder al Justiciar nobiliario, imponer la ley de la Magna Carta e igualar los requerimientos de los sheriffs reales y nobiliarios. Además, se aprobó un nuevo código legal, las Provisions of Westminster en 1259. Son bien interesantes porque se incluyeron en una única acta un buen número de iniciativas legislativas, que traían a colación la ley anglosajona en un intento por atemperar el feudalismo normando imperante. No son leyes ad hoc, como se habían hecho hasta ese momento, es un acta que queda registrada por escrito con numerosas libertades de tipo feudal, no lo olvidemos. Es aquí donde encontramos la omnipresencia de la “gentry” y de los burgueses porque es una reforma cuyos principales beneficiarios son los habitantes de los condados, de tal forma, que los barones extendieron los beneficios del cambio institucional y legal a todos los hombres libres, con lo que podemos imaginarnos cómo había calado la máxima del “quod omnes tangit”, puesto que se trata de hacer partícipes a los caballeros y los habitantes de las ciudades del proceso reformista. Entre las medidas de las Provisions encontramos algunas para controlar a los oficiales reales y nobiliarios en los condados. (Ver Anexo, texto 4.1). Por último, hay preceptos para incluir a los caballeros en la política condal. (Ver Anexo, texto 4.2). Como podemos observar, hemos escrito unas pocas normas adoptadas, pero se observa el cariz de quienes fueron los grandes beneficiarios, la “gentry”. Asimismo, el campesinado es el gran olvidado, sin duda de este proceso de reforma aunque es verdad que la propia “gentry” ejercía como intermediaria de este sector social ante el parlamento, pero es el gran marginado de la sociedad. Durante dieciocho meses el parlamento funcionó bien en la impartición de justicia, en temas impositivos y en política exterior consiguiendo el fin de las desavenencias con Francia por el Tratado de París (1259). 29 Al final, ya sabemos que Enrique III volvió a tomar todo el poder y que Montfort partió al exilio en 1261, pero este período estuvo lleno de confrontación entre el rey y los barones, que cristalizó en la vuelta del líder baronial para dirigir una revuelta en contra de la tiranía real. Fue un momento tan caótico que no hubo posibilidad de aprobar nuevas reformas, ni de volver a imponer las de 1258-61. Entre las batallas de Lewes y Evesham hay dos parlamentos, uno en junio de 1264 y otro en enero de 1265, en el primero fueron convocados los caballeros y en el segundo los burgueses según las crónicas. Veamos su importancia: tras la batalla de Lewes, Montfort tenía el control del rey y del heredero y ante la falta de legitimidad y los peligros del nuevo régimen (legado papal con la excomunión y el interdicto) convocó un primer parlamento. El segundo parlamento, una vez que se solventaron los problemas volvió a ser un nuevo golpe de fuerza de Montfort para consolidar y legalizar su posición como “Steward” de Inglaterra y para ello convocó a dos caballeros y a dos representantes de las ciudades, la primera vez que estuvieron juntos en una asamblea. Ya sabemos que la llamada de esos representantes no fue algo innovador y por tanto, su importancia no radica en quiénes son los convocados sino en qué hicieron ahí. Hasta 1258 este grupo había tratado únicamente las contribuciones fiscales, pero en este parlamento, los impuestos nunca estuvieron sobre la mesa, por lo que su convocatoria fue en términos estrictamente políticos y gubernamentales y esto sí que constituye una novedad. Tras la derrota y muerte de Simón de Montfort, se inauguró un período de desorden, confusión y continuación de la resistencia de lo que quedaba del ejército baronial rebelde. La apropiación real de las propiedades de los barones hizo que continuarán la lucha hasta que el rey concedió el Dictum of Kenilworth (1266) por el que los barones rebeldes podían volver a comprar sus antiguas heredades. La iniciativa política volvió a manos del rey y en 1267 promulgó el Statute of Marlborough por el que imponía de nuevo las Disposiciones de Oxford, pero revisadas eliminando los aspectos más “revolucionarios”. Aun así, el parlamento todavía no funcionaba como años atrás y llegamos al año 1268 cuando el todavía príncipe Eduardo decidió partir a una nueva cruzada a Tierra Santa, la que sería la novena, pero no se puso en marcha hasta 1270. Las razones del retraso tienen que ver con las dificultades para financiar la expedición y, por ello, el monarca vio cómo el parlamento era un órgano necesario para el buen funcionamiento del reino, pero también para la consecución de sus intereses particulares. Así dejó de 30 utilizar comités ad hoc como lo venía haciendo y dispuso de nuevo el consenso con los representantes parlamentarios, que aceptaron concederle el servicio a cambio del restablecimiento de los textos del período de la reforma. Los últimos dos años del reinado de Enrique III supusieron la vuelta de todas las prerrogativas parlamentarias y el inicio de una etapa de pacto que cristalizará en el período de los Estatutos de Eduardo I. 4.5.- El Período de los Estatutos (1275-1295)29. La decisiva victoria del rey en 1265 llevó a los magnates a pensar en la imposibilidad de establecer una serie de reformas sin la voluntad del rey, ya que éste tenía la iniciativa política. Podrían establecer medidas, pero su duración sería escasa sin la aprobación real y posiblemente quedarían en papel mojado. Ya hemos visto, que tras la derrota baronial, el parlamento volvió poco a poco al lugar en el que estaba en 1258 y con el nuevo rey Eduardo I llegaría a su mejor momento, ya que recordemos, era partidario de la reforma del reino, pero sin eliminar el poder de la corona. De esta forma, el rey retomó el acuerdo con la comunidad del reino, pero siempre subrayando que quien tenía la iniciativa era él y no el parlamento. Él marcaba la pauta legislativa y luego negociaba con los representantes, pero siempre la última palabra del gobierno la tenía el monarca, no hay que olvidar que nos encontramos inmersos en la Plena Edad Media, donde los reyes son los que mandan. Podemos decir que había un parlamento, pero no parlamentarismo. Insistiendo en la autoridad y supremacía regias, Eduardo se dispuso a tomar gran parte del plan del movimiento de reforma para ponerlo en marcha siempre con la forma de acta para hacer notar su oficialidad. La primera ley aprobada fue el Statute of Westminster I (1275), que intentó poner remedio a los abusos perpetrados por los oficiales reales aunque con un éxito cuestionable, puesto que la monarquía no podía controlar efectivamente la política condal sin delegar el poder. El problema de la usurpación de los derechos reales trajo consigo el acta conocida como Quo Warranto en 1278; su título latino hace referencia a “¿por qué garantía?”, es decir un privilegio mantenido por alguien. Esta acta disponía que si un beneficiario de un determinado fuero no podía demostrar que éste se encontraba en una 29 Hemos obtenido de PRESTWICH, M., Edward I, pp. 2-10. 31 carta real, quedaría revocado. Este estatuto trajo consigo la queja y el descontento de los nobles porque muchos de ellos no podía demostrar la legalidad de sus privilegios, puesto que provenían de tiempos de la conquista normanda y que habían pasado hereditariamente, así que el rey, consensuando con la nobleza, estipuló que todo aquel que pudiera demostrar la posesión de una prebenda desde antes de la coronación de Ricardo I, podría mantenerla. Vemos cómo, a pesar de mantener su supremacía, el rey debía tomar en consideración los intereses de los sectores más notables de la sociedad. Para continuar con más reformas legislativas, sería un error considerar el programa legal del rey como un proceso totalmente preconcebido por la corona. En algunos casos sí, pero en otros no porque Eduardo I, al igual que otros reyes europeos, debía reaccionar ante las presiones y las demandas de la nobleza y otros sectores de la comunidad y muchas veces una petición individual se convertía en la base de la legislación general. De esta idea surgieron las siguientes leyes: el Statute of Acton Burnell (1283), que se ocupaba de la recuperación de las deudas y parece que fue originado por las demandas de un mercader flamenco, que no había recibido la parte proporcional de los beneficios de una operación mercantil con un comerciante inglés. Asimismo, otro problema sobrevenido: la conciencia de los terratenientes para proteger los servicios de sus arrendatarios en sus tierras y en particular para prevenir la erosión de los servicios, que prestaban los subarrendatarios, trajo tres nuevas promulgaciones. El estatuto Quia Emptores de 1290 prohibía la subinfeudación y protegía a los grandes señores de la pérdida de los servicios cuando la tierra era concedida a subarrendatarios sin su conocimiento. La cláusula De Donis Conditionalibus del Statute of Westminster II de 1285, tenía por objeto asegurar las condiciones vinculadas a las concesiones de tierras hechas por los grandes señores en momentos como el matrimonio de una hija. Y, por último, el Statute of Mortmain de 1279 que prohibía la donación de tierras a la Iglesia sin el consentimiento regio, de tal forma que el monarca imponía una tasa que permitía la existencia de tierras enajenadas a la Iglesia. Por último, dentro de este tema, cabe resaltar una duda sobre si la expulsión de los judíos de Inglaterra y Gales en 1290 fue ordenada con la aprobación y la presión del parlamento, tras las quejas en la asamblea del mismo año en las que se estipulaba el empobrecimiento de la población por sus demandas usurarias. Parece ser que la corona entendía las consecuencias de la deportación, ya que no podría establecer más impuestos opresivos y arbitrarios sobre esta comunidad, que recordemos estaba directamente ligada al monarca. Pero, una vez aprobado el Edicto de Expulsión, 32 Eduardo fue compensado con un impuesto por el parlamento. Una vez que hemos visto toda la labor legislativa del reinado, debemos destacar el desarrollo del parlamento, que fue muy fecundo en estos años dada la aprobación de todas estas leyes aunque algunas no pasaron por el filtro de los representantes. A pesar de la preponderancia del rey, el parlamento fue tomando gran importancia y en muchos momentos, el pacto fue la tónica general, puesto que Eduardo necesitaba el apoyo de la comunidad del reino, sobre todo para sus guerras de conquista, que necesitaban financiación. En cuanto a la representación, hasta 1295 la convocatoria de delegados fue muy irregular, ya que siempre había un grupo de nobles laicos y eclesiásticos, pero de forma intermitente de representantes de la gentry y burgueses. Fue en 1295 cuando se inauguró el denominado parlamento modelo, es decir, el primer parlamento regio con todos los representantes de la comunidad, es decir “arzobispos, obispos, priores, abades, barones, condes, caballeros y burgueses”, según las crónicas; recordemos que el primer parlamento con todos los representantes fue en 1265, pero era ilegítimo, puesto que el rey no lo presidía sino un barón, así que esta asamblea se convirtió en paradigma para años venideros en que ya fueron llamados todos de forma ininterrumpida. La razón que se ha esgrimido, la necesidad de liquidez del rey, habida cuenta de que un año después comenzó la invasión del reino de Escocia. A partir de ahí, ya a mediados del siglo XIV durante el reinado de Eduardo III (1327-1377), se procedió a la división de los sectores estamentales del parlamento en dos cuerpos, los lores, con un título nobiliario y los comunes, es decir la “gentry” y los burgueses. 33 34 5-. EL INTERIOR DEL PARLAMENTO MEDIEVAL30. En este gran bloque tratamos los aspecto más sobresalientes sobre el desarrollo interno del parlamento medieval, comenzando por un análisis de los representantes convocados a un parlamento en la Edad Media, así como las funciones y el funcionamiento del órgano y por último, escribimos un poco de historia comparada entre el parlamento medieval en Inglaterra y los parlamentos franceses. Esta parte es muy importante porque nos muestra cómo se vivía el día a día dentro de la institución y cuáles eran los pasos del ceremonial y del desarrollo de la pompa, que hoy día caracteriza al Parlamento Británico. Es, por tanto, la parte más social del trabajo, que nos lleva a introducirnos de lleno en los aspectos internos del parlamento, dejando de lado el típico desarrollo político del mismo ya comentado anteriormente. 5.1.- Bases sociales. Desde el reinado de Enrique III y, sobre todo, de su hijo Eduardo I, las asambleas feudales de notables dejan de existir y sus competencias son transferidas a una institución, el parlamento que recoge los tres estamentos del reino, esto es, según los cronistas, todos los tipos y condiciones de los hombres libres, dejando entrever la posición en la que queda el campesinado. Los tres estamentos son, de acuerdo con la típica división tripartita de la sociedad feudal: los barones, los que luchan; los clérigos, los que rezan, y los comunes, los que trabajan. Todos los representantes eran convocados por el monarca y no había otra posibilidad de asistir al parlamento, sino era por medio de un decreto real (en inglés, “writ”) en el que se estipulaba el nombre del convocado, la razón y la fecha. En el caso de los magnates laicos y eclesiásticos, dada su posición, la orden contenía su nombre directamente, pero en el caso de los comunes, así como del bajo clero, el monarca enviaba el decreto al sheriff y al arzobispo respectivamente para que procedieran a la puesta en marcha de la elección en asambleas condales/diocesanas de un determinado número de representantes. 30 MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 106-156 nos ha sido muy útil para desarrollar este epígrafe. 35 a) Los Oficiales reales. De acuerdo con su presencia en el parlamento, comencemos por los oficiales del rey, conocidos en las crónicas como “curiales”. En el centro de la actividad parlamentaria se encontraban los oficiales del rey destacando por encima del resto el “Justiciar”, el “Treasurer” y el “Chancellor” entre otros, que formaban parte del Consejo Real, una vez que habían jurado dar buen consejo al rey, proteger sus intereses e impartir una justicia imparcial. Normalmente eran magnates laicos y eclesiásticos nombrados por el monarca. Dentro del consejo el rey era quien mandaba e imponía las decisiones políticas a seguir y sus oficiales debían apoyarle y aconsejarle fielmente: el rey legislaba, imponía y juzgaba en el consejo. Siendo el cuerpo político del reino, su presencia en el parlamento para dar cuenta del estado del reino era muy necesaria y existía una tensión constante entre ambos cuerpos; ya desde su origen, el consejo estaba formado por unos pocos elegidos a dedo por el rey y el parlamento por toda la comunidad del reino desafiando la autoridad y los intereses de los oficiales reales. Recordemos que el parlamento no cesó en su intención por controlar a los oficiales regios o su nombramiento, pero tras la derrota de Evesham en 1265, el rey era quien tenía la voz cantante. b) El Clero. Los “oratores” al igual que todos los sectores sociales era un grupo muy heterogéneo y tradicionalmente se ha dividido en dos: el alto clero, en el caso inglés, los arzobispos de Canterbury y York, los obispos y los priores y los abades; y el bajo clero con los arcedianos, los deanes y por último los párrocos. Comenzando por el alto clero, cabe destacar su relación ambigua con el parlamento, ya que de una parte, su cargo era espiritual por ser cabeza de la Iglesia inglesa, pero por otra, tenían una preponderancia política indudable, dado que también eran ministros del rey en algunos casos y barones poseedores de gran cantidad de tierras en su mayoría. Por ello las reclamaciones que hacían en el parlamento eran de dos tipos, preservar la libertad de la Iglesia y preservar los intereses económicos de los privilegiados. Los arzobispos y obispos estaban muy interesados en la política parlamentaria, no así los abades cuyo número descendió de 72 a 27 entre el reinado de Eduardo I y el de Eduardo III. 36 El clero inferior también estaba representado y la razón es de nuevo la máxima “Quod omnes tangit”, puesto que los propios arzobispos y obispos deseaban que todos los asuntos parlamentarios que afectaban a la Iglesia fueran votados por todos los sectores eclesiásticos, de tal forma que se prepararon elecciones en las distintas diócesis para elegir a los delegados parlamentarios del bajo clero. Dada la rivalidad entre la sede de Canterbury y York, en el reino de Inglaterra nunca se realizó un concilio eclesiástico conjunto y tan sólo se unían cuando visitaba el reino el legado papal. De tal forma que se disponían dos convocatorias, una dirigida para las diócesis dependientes del arzobispo de Canterbury y otra para las que dependían del de York. Normalmente se elegían dos procuradores de cada diócesis y un representante de cada catedral. (Ver Anexo, texto 5.1). Dentro del juego parlamentario, al clero no le gustaba mezclarse con los magnates laicos aunque sus requerimientos e intereses fueran muy parecidos y su riqueza e influencia fueran muy importantes, así que prefería despachar directamente con el monarca y votar sus disposiciones en asambleas eclesiásticas, pero al final su juicio fue igual que el de los barones laicos. Es más lo que les unía que lo que les separaba y es que además, se creían los garantes de un gobierno justo por su papel en la redacción de la Magna Carta. c) La Baronía. El estudio de este sector social es muy complejo, puesto que la presencia de los magnates laicos en el parlamento tiene que ver con su riqueza, prestigio y lo más importante, la posesión de un título nobiliario, que muchos afirmaban tener desde tiempos pretéritos y oscuros. Recordemos que según el sistema feudal, eran propietarios de tierras y detentaban un título nobiliario, pero a cambio debían al rey “auxilium” y “consilium” y tenían también sus relaciones encomendaticias con sus caballeros y demás vasallos. Aun así, hay una gradación en esta nobleza, desde la más alta cuya riqueza era de más de 1500 libras al año, la media con hasta 400 libras al año y luego la baja con menos de 100 libras. Vemos un “writ” o carta real de convocatoria de un representante al parlamento en relación con el conde de Cornwall. (Ver Anexo, texto 5.2). Por último, dentro del parlamento ya hemos comentado su alianza con los magnates eclesiásticos, puesto que sus intereses eran prácticamente los mismos y ya 37 sabemos que la política real estaba influida por este sector social constantemente y el rey debía acomodarse ya que el poder de facto también residía en ellos. d) Los Comunes. Dentro de los comunes, hay que hacer una matización, ya que este nombre se puso sobre el siglo XIV cuando la convocatoria de los mismos se hizo de forma continuada. En cuanto a la propia designación, la palabra procede del francés “commune”, y en cuanto a su significado cabe destacar dos acepciones según Stubbs31, de una parte, los comunes serían aquellos que no detentan la posesión de ningún privilegio, ni estatus especial, y de otra, los comunes serían el cuerpo organizado de hombres libres de los condados y las ciudades. El cuerpo social estaría formado por los caballeros y los burgueses y representan a la Inglaterra regional y local, más que al reino aunque en sí son ellos junto con los campesinos, la mayoría de la comunidad inglesa. En cuanto a los caballeros, la “gentry”, debemos comentar que al igual que los barones poseen tierras y en algunos casos incluso más que algunos otros, y además, son centro de relaciones clientelares, pero la principal diferencia radica en la ausencia de un título nobiliario. Ya sabemos que los caballeros llegaron al parlamento en 1254, pero siempre de forma no continuada y la elección en cada condado se hacía a mano alzada o de palabra en los consejos condales, siempre supervisados por el sheriff. Los representantes potenciales podían ser elegidos si vivían en el condado y tenían tierras por valor de cuarenta chelines al año. No se sabe muy bien quiénes podían elegir a sus representantes, si todos los hombres libres o tan sólo los caballeros vasallos directamente del rey. A pesar de este sistema electoral, al final, los que salían elegidos siempre pertenecían a la clase más acomodada y eran los que estaban mejor posicionados dentro del condado por sus relaciones clientelares con otros o por la corrupción. Las elecciones de representantes normalmente no estaban exentas de problemas por la arbitrariedad del sheriff al elegir o por la compra de voluntades. En cuanto a las ciudades o burgos, los historiadores tampoco se ponen de acuerdo en saber cuáles mandaban representantes, si sólo los burgos dependientes del 31 STUBBS, W., The Constitutional History of England and its Origin and Development. New York, Cambridge University Press, 2011, pp. 85. 38 rey o todos. Normalmente, el rey mandaba un decreto al sheriff de cada condado para que comenzara la elección de dos caballeros y dos burgueses de cada ciudad. Las ciudades estaban dominadas por el Patriciado Urbano y al final, quienes llegaban al parlamento eran los propuestos por este poder fáctico dentro de la ciudad aunque la convocatoria electoral existía, pero amañada por las élites político-económicas. Veamos un decreto de convocatoria de estos sectores al parlamento de 1295. (Ver Anexo, texto 5.3). Y un texto sobre la arbitrariedad electoral en un condado. (Ver Anexo, texto 6). Una vez que llegaban al parlamento, y como sabemos gracias a la extensión de la reforma del reino por parte de los magnates, tenían poder aunque, sobre todo, su presencia en Westminster radicaba en la presentación de quejas al rey y la aprobación de medidas fiscales, aunque su respuesta afirmativa a un determinado impuesto, dependía de si el rey concedía unos determinados derechos en beneficio del condado. Para establecer sus decisiones, mientras que los magnates expresaban su opinión individualmente, los comunes debían declarar un dictamen corporativo y para facilitar su disposición, se creó la figura del “Speaker” o “Parlour”, el portavoz de todos los comunes, siendo Peter de la Mare en 1376 el primero según las crónicas. 5.2.- Las Funciones. Una vez que hemos analizado los grupos sociales que componían el parlamento, debemos sintetizar las funciones parlamentarias en el medievo con el objetivo de conocer qué se hacía en una asamblea de este tipo aunque algunos elementos ya los hemos ido desgranando en anteriores explicaciones. Comencemos por unas anotaciones básicas para clarificar conceptos. Lo primero que debemos tener en cuenta es que un parlamento medieval no es para nada democrático, no se vota en ningún caso, a pesar de controlar la actividad regia. El órgano de poder gubernamental es el consejo real, que es donde el monarca despacha con sus oficiales los asuntos de estado. La institución se reúne cuando los ministros deben dar cuenta de lo que ocurre en el reino y también cuando el rey tiene una necesidad normalmente de tipo fiscal, y se decide a convocarla. Dentro del juego parlamentario, el rey expone sus necesidades fiscales y negocia con 39 los representantes el montante a donar por la comunidad del reino para luego pasar a desarrollar las quejas de los mismos y su posible solución, por tanto la iniciativa siempre es del rey y su preponderancia política se subraya constantemente. Los historiadores han destacado siete funciones del parlamento medieval: la discusión de asuntos de estado como la política exterior, la aprobación de leyes, la imposición de nueva fiscalidad, la audiencia de peticiones, los temas referidos a la justicia como las causas criminales y civiles, los asuntos de promoción personal y los temas vinculados al derecho feudal como el homenaje32. De todo ello, vamos a tratar los cuatro temas más importantes, la ley, la fiscalidad, las reclamaciones y por último, el estatuto de los delegados. En cuanto a la legislación, teóricamente, si se establecía una regulación concerniente a alterar la Common Law, se debía presentar en forma de Estatuto y debía buscarse, por tanto, el consenso con el parlamento, pero si la ley no afectaba a todo el reino, se creaba una Ordenanza tan sólo con el mandato del rey. Asimismo, el parlamento ejercía como tribunal de justicia, por detrás de la jurisprudencia impartida por el rey. (Ver Anexo, texto 7). Si analizamos la fiscalidad, parte fundamental de las funciones parlamentarias debemos destacar que desde Eduardo I las concesiones de servicios (montante pecuniario otorgado al rey de forma extraordinaria) fueron en aumento destacando el período de la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Los gravámenes eran de dos tipos: indirectos y directos. En cuanto a los primeros, consistía en gravar los derechos de importación y exportación, y su demanda por parte del rey debía ser autorizada con el consenso del parlamento. Estas tasas indirectas comenzaron siendo limitadas en el tiempo, pero más adelante se establecieron secuencias para concederlas al rey. Los impuestos directos consistían en gravar la décimoquinta o décima parte de todos los bienes inmuebles de la población. Recordemos que los privilegiados estaban exentos de pagar los impuestos directos y no así, la tasación indirecta, por lo que dentro de las funciones fiscales del parlamento, son los comunes los que más tenían que ganar o perder con las medidas. Entonces, el parlamento debía decidir cuantas décimoquintas o décimas debía conceder en cada ocasión, sobre quién y cuántas cuotas se debía 32 RICHARDSON, H. G., SAYLES, G., O., Functions of the medieval Parliament of England. London, The Hambledon Press, 1988, pp. 12-22. 40 recaudar. Aun así, en algunas ocasiones se impusieron otros impuestos directos como el poll tax en 1391. En cuanto a las peticiones presentadas en el parlamento eran de dos tipos: singulares y comunes. Las primeras deben su nombre a un individuo o grupo que hacía un requerimiento al monarca sobre cualquier tema, estuviera el parlamento reunido o no. Estas peticiones singulares pasaban a manos de unos Jueces especializados, quienes las analizaban y si no había problema, solucionaban la demanda, pero sino ésta se elevaba al consejo real y al propio rey para que la tratara en persona. Las peticiones comunes las generaban los propios comunes parlamentarios, que estaban en el parlamento y el asunto se trataba como las “quejas hechas por la gente común”. Todas ellas pasaban al consejo regio y el rey las trataba personalmente y respondía de ellas en el propio parlamento, dando lugar a numerosos estatutos. Por último, hay que tratar el tema del estatuto dado a los representantes, sobre todo a los comunes, puesto que los lores ya tenían la preceptiva posición social. En 1429 se concedió la imposibilidad de ser encarcelados por delitos menores, a excepción de los más fuertes como la traición o la felonía. Aun así, los lores reclamaron ciertos privilegios como los obispos que demandaban el juicio por un jurado meramente eclesiástico y los barones, quienes pedían ser juzgados por pares y que este beneficio fuera extendido a sus vasallos. Todas estas funciones fueron complicándose cada vez más y, sobre todo en el siglo XIV, el parlamento fue asumiendo mayor burocracia, necesaria para tratar fehacientemente todos los asuntos aunque será en la Edad Moderna cuando llegue tener mayor desarrollo. 5.3.- El Desarrollo de las sesiones33. A pesar de lo extraño que pueda parecer, el parlamento inglés en la Edad Media, grosso modo a principios del siglo XIV, tenía una reglas muy estrictas sobre la forma de 33 Este apartado ha sido desarrollado gracias a la información al documento anónimo Modus Tenendi Parliamentum en el que se estipula el procedimiento parlamentario medieval de acuerdo a como se realizaba en el siglo XIV, aunque el autor afirma que era copia de las asambleas de tiempos de Eduardo el Confesor (1042-1066), pero creemos que se trata de una invención. 41 articular el ceremonial, la pompa y, más importante, el propio modo de proceder una vez que toda la comunidad del reino está reunida con el monarca y su consejo. Por tanto, en este apartado, desarrollamos la convocatoria parlamentaria desde dentro de la institución para descubrir cuál era la forma en la que se hacía política y se llegaba a consensos y acuerdos entre las fuerzas representadas. Para ello, nos ayudamos de unas aclaraciones personales y unos textos que nos dan mucha información sobre el desarrollo del órgano en 1316. En primer lugar, la convocatoria de un parlamento se hacía en el Palacio de Westminster, exactamente en la “Painted Chamber” (cámara pintada) y en un rango temporal determinado. (Ver Anexo, texto 8.1). Seguidamente, se enviaban los decretos reales para la llamada de los representantes; dada la cantidad de persona, sólo vamos a ver un texto sobre la llegada de los burgueses. (Ver Anexo, texto 8.2). Una vez que todos los representantes de la comunidad habían sido convocados, se preparaba la apertura del parlamento, y si los llamados, no aparecían, se castigaba con multas pecuniarias a todo el condado o ciudad. Una vez que todos están en sesión, se procede a colocar a los delegados por parte de los mayordomos. (Ver Anexo, texto 8.3) Así, puede comenzar la sesión con tres ceremonias de gran pompa: el sermón realizado por el arzobispo en el que se pone de manifiesto la presencia de Dios en la asamblea; la declaración, hecha por el Canciller, quien enumera las razones por las que se ha convocado el parlamento y, por último el discurso del monarca, que escribimos a continuación. (Ver Anexo, texto 8.4). Asimismo, queda recogido lo que hacer si el rey se encuentra ausente en la cámara. (Ver Anexo, texto 8.5). Una vez que da comienzo una nueva sesión, el rey demanda respuestas a determinadas cuestiones, sobre todo en el ámbito de la guerra, y luego, pide un determinado impuesto a lo que los comunes deben responder sobre su disposición a concederlo. Después se pasaba a las peticiones de los delegados y a las quejas, que eran respondidas por el rey y sus más altos oficiales. Todo este proceso era muy largo y costoso y normalmente antes del inicio de cada sesión, cada estamento se reunía por separado para debatir las propuestas al rey, luego se juntaban en pequeños comités y de ahí en el caso de los comunes se daba una respuesta conjunta, ya que los lores tenían el derecho a opinar uno por uno personalmente sobre un aspecto concreto. (Ver Anexo, texto 8.6). El rey podía demandar un servicio en situaciones muy concretas como la 42 necesidad de dinero por el advenimiento de un conflicto bélico o la dote por el matrimonio de una hija y es aquí donde los comunes debían concederlo o rechazarlo. (Ver Anexo, texto 8.7). Por último, y antes de clausurar la actividad parlamentaria, todo quedaba registrado por los secretarios en rollos, lo que demuestra dos aspectos: primero, que para nosotros, los historiadores actuales es más fácil encontrar documentación y segundo, que toda sesión se hacía con la máxima publicidad y todo quedaba escrito. (Ver Anexo, texto 8.8). 43 44 6-. EL ORIGEN DEL PARLAMENTO, ¿EXCEPCIONALIDAD INGLESA?34 En este punto hemos desarrollado los puntos más sobresalientes del parlamento medieval en el Reino de Inglaterra comparándolos con otras asambleas medievales en otros estados, sobre todo en el reino de Francia, de tal forma que podamos dirimir si el origen de los sistemas parlamentarios se encuentra en Inglaterra, como un aspecto excepcional o si por el contrario, fue la tónica general en toda Europa. Primeramente, hay una carta fechada en el año 1225 en el que un ciudadano de Caen escribió a Enrique III, una conversación que había oído entre el hijo del bailío de la ciudad y el maestro Nicolás, un funcionario del hermano Guérin, un antiguo consejero del rey francés Felipe II Augusto. En el curso de la conversación los dos hombres comparaban la forma gobernar del rey francés con la del monarca inglés aduciendo lo siguiente: “Felipe tomaba consejo de un grupo muy reducido de confidentes, el hermano Guérin y Barthélemy de Roye, su gran chambelán, pero el rey de Inglaterra si quería hacer la guerra, debía tomar consejo de muchos hombres y como consecuencia el consejo real ya conocía el aviso antes de que fuera dispuesto”. Asimismo, un cronista inglés del siglo XV, Sir John Fortescue ponía de manifiesto que el reino de Inglaterra estaba regido por “dominium politicum et regale”, es decir la autoridad pública y real mientras que Francia estaba gobernada tan sólo por el “dominium regale”, es decir la supremacía regia35. Al final estos dos fragmentos nos dan la clave, la diferencia entre los dos reinos: el rey inglés no podía variar impuestos y leyes sin el consenso con el parlamento mientras que en Francia todo el poder estaba en manos del príncipe, quien podía cambiar la política del reino según su libre albedrío. De todos modos, el origen del parlamento fue una tendencia pan-europea en torno al año 1200, e incluso, algún historiador ha calificado al período como la época proto-parlamentaria. En casi todos los reinos de Europa se fue llamando a los representantes de las ciudades, sobre todo, para dotar al monarca de mayor liquidez con la asignación de servicios. El cambio europeo, se produjo, por tanto, en la representación, cuando el “auxilium” y “consilium” pasó de ser una obligación feudal a un derecho de toda la comunidad, es decir fue transferido de los magnates a las 34 Hemos obtenido la información de nuevo de MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, pp. 376-453. 35 Las dos referencias proceden de MADDICOTT, The Origins of the English Parliament 924-1327, p. 376. 45 autoridades regionales y locales. Veamos el proceso en Inglaterra comparándolo con otros reinos europeos. En Inglaterra hubo demandas de guardar las libertades para paliar los abusos regios, pero también tuvo lugar en la Corona de Aragón, en Alemania en 1220 o en Hungría con la Bula de Oro de 1222. Además, en Inglaterra hubo debate político, pero también en Cataluña en 1180 o en el reino de León en las cortes de 1188 y en cuanto a las competencias fiscales del parlamento, Alfonso IX de León (1188-1230) en 1203 y Jaime I de Aragón (1213-1276) en 1236 debieron someterse a las cortes en este tema. En cuanto a la llegada de los representantes de las provincias y las ciudades sabemos que en Inglaterra entre 1254-1265 ya se había producido, pero también tuvo lugar en el reino de Portugal en 1253 y quizás en León en 1188. Incluso el propio nombre de parlamento, consignado en una crónica inglesa en 1236 se encuentra antes en Francia (1220). En Inglaterra, los barones se impusieron al rey entre 1258-1261, pero este aspecto también tuvo lugar en Cataluña hacia 1283 cuando los nobles se impusieron sobre Pedro III. Una vez visto todos estos aspectos, la pregunta que nos hacemos, sin duda, es si el parlamento inglés es un órgano excepcional o no. La respuesta es negativa, puesto que dicha institución inglesa no es paradigma o modelo de ningún otro, ya que en torno al siglo XIII se ven florecer estos órganos por toda Europa, aunque sí que es cierto que lo que tenemos son variaciones nacionales en el desarrollo de las instituciones representativas, que dan lugar a un mayor o menor peso en la política del reino. En este caso, el parlamento medieval en Inglaterra va tomando cada vez más peso y termina por ser un órgano político indispensable, aspecto que no tiene lugar en otros reinos europeos, al menos viendo el largo recorrido histórico del afamado constitucionalismo británico. En cuanto a la comparación de la situación inglesa con el reino de Francia cabe destacar primeramente que el parlamento inglés tenía muchas más prerrogativas que cualquier asamblea francesa en temas fiscales de presentación de peticiones populares y, en ocasiones, sobre temas políticos, mientras que en el país galo la gran competencia asambleística era la justicia como un órgano de apelación, puesto que dado el feudalismo francés, cada señor tenía su prerrogativa jurisdiccional. En cuanto al rol del rey, sabemos que en Francia se produjo una consolidación del poder real gracias a las figuras de Felipe II Augusto y Luis IX, pero en Inglaterra, la circunstancia especial de la minoría de edad de Enrique III hizo que el poder regio 46 estuviera ausente, por lo que sus oficiales debieron consensuar las medidas a tomar. También se ha escrito sobre otra causa que llevó a la diferente situación entre los dos reinos y es la mayor burocratización del reino de Inglaterra, la segunda por detrás del Papado, que llevó a la menor injerencia de los nobles, al revés que en el reino de Francia, donde detentaban gran autoridad. En los dos reinos se produjo una reforma de las instituciones, pero mientras que Francia se hizo desde arriba, esto es desde la óptica del rey para reforzar su poder, en Inglaterra fueron los magnates y los súbditos de las provincias quienes forzaron al monarca a reformar el reino dotando de poder al parlamento. Además, cuando hubo problemas sucesorios en los dos reinos, en Inglaterra las disputas dieron lugar al fortalecimiento del parlamento (destronamiento de Ricardo II en 1399) mientras que en Francia las pugnas por el poder fomentaron la autoridad nobiliaria. Pero, sin duda el gran tema que diferencia a los dos es la fiscalidad: en Inglaterra, la Magna Carta demandaba el “common council of the realm” y dada la escasez de recursos financieros, no le quedó más remedio que consensuar su política mientras que la estabilidad financiera de las arcas reales en Francia gracias a la incorporación de nuevos territorios, dejó libre al monarca para actuar según su conveniencia. En resumen, la insignificancia de las asambleas nobiliarias francesas, la privatización de las provincias y la solvencia de la corona llevaron al reino de Francia al absolutismo y todo lo contrario, en Inglaterra, a un régimen constitucional, viendo claro está, la larga duración. 47 48 7-. CONCLUSIONES. Una vez que hemos desarrollado todos los puntos de nuestro trabajo, debemos añadir las conclusiones generales que obtenemos de nuestro estudio del parlamento medieval en Inglaterra y las vamos a presentar siguiendo el esquema expositivo del índice: primeramente, vemos todo lo relacionado con el contexto histórico, seguido del marco normativo; en tercer lugar, el tema sobre los aspectos internos del órgano y un último apartado sobre el excepcionalismo o la ausencia del mismo dentro del espacio inglés. En cuanto al contexto histórico, cabe destacar su desarrollo tripartito dentro del siglo XIII con el reinado de Juan I, Enrique III y Eduardo I, que nos ha permitido conocer la evolución política del Reino de Inglaterra como un medio para conocer los cambios que se produjeron dentro de la monarquía y de las élites para dar lugar a dos revueltas nobiliarias que cristalizaron en sus respectivos cambios constitucionales. En fin, vemos cómo durante estos reinados la dinastía Plantagenet vivió sus peores momentos y todo ello debido a la pérdida del Imperio Angevino, que la había dotado de gran poder, riqueza y prestigio, sin olvidar la debilidad insólita de Juan I y Enrique III, nunca conocida por el fundador de la dinastía en Inglaterra Enrique II. Juan I y Enrique III, al no cesar de intentar recuperar esos territorios, se alejaron de una nobleza más preocupada por los asuntos ingleses que por los continentales y horadaron el poder regio explotando los condados ingleses para un asunto que no le concernía a nadie más que a ellos mismos y fue su soledad la que terminó por forzar una rebelión nobiliaria, que se nutrió de los sectores provinciales y locales forzando la reforma del reino. Eduardo I cogió el testigo de su abuelo y de su padre y fue mucho más conciliador, lo que le permitió reforzar la autoridad real perdida por sus antecesores y llevó a cabo reformas, pero desde la óptica real, sin ceder un ápice de soberanía. En cuanto a la creación del corpus constitucional, hemos apuntado numerosos textos legales, que fueron apoyando la creación del parlamento y se ha dicho, y nosotros lo compartimos, que desde la Magna Carta, pasando por las Disposiciones de Oxford y Westminster hasta los distintos estatutos eduardianos, lo que se buscaba era atemperar y dulcificar el rigor del sistema feudal normando imperante que habían traído los conquistadores y retomar, por tanto, los viejos principios del antiguo derecho anglosajón, mucho más igualitario. Igualmente, los orígenes del parlamento hay que buscarlos en el “common council of our kingdom” consagrado en la carta, en esa 49 búsqueda de consensos entre los fuerzas estamentales inglesas para hacer una política representativa de los intereses de la comunidad. Saber quién puede llegar a pactos con el rey es importante y por ello, la generación de la comunidad del reino y su origen debemos verlos en el gran consejo de 1225, que fue el creador del pacto porque esclareció quién podía decidir, en un momento especial como es una minoría de edad de un monarca y la situación de emergencia por una guerra contra Francia, que supuso aunar los esfuerzos de todos para salvar el reino. Además, dentro de este gran pacto, la máxima “quod omnes tangit” tiene vital importancia para la llamada de los representantes de los condados y de las ciudades y en ese bagaje ideológico, traído por la Iglesia, hay que poner el acento en la formación de la presunción dentro de los poderosos de que no podían llegar a ese consenso sin dar representatividad a todos los sectores sociales que mayoritariamente sufrían las imposiciones regias. Asimismo, hay que desechar el mito del parlamento modelo, puesto que hemos visto que por los intereses fiscales de los reyes y por necesidades de apoyo de los nobles, así como por la máxima eclesiástica, los caballeros y burgueses fueron llamados antes al parlamento y aunque su presencia es importante, todavía lo es más la consecución de poder político por el parlamento aunque sólo por un período corto de tiempo entre 1258 y 1261. No queremos olvidarnos de la marginación política del campesinado en un momento histórico en el que no tenía ningún derecho sino todo lo contrario, su privación de libertad y su dependencia, impidió su desarrollo político y su postración continuó hasta el siglo XIX. Si escribimos sobre la tercera pata de estas conclusiones, la organización interna del parlamento, hay que destacar, sobre todo, la representación entre dos grupos los lores y los comunes, que forman en la Edad Media dos grupos diferenciados económica y socialmente, lo que redunda al fin y al cabo en la desigualdad política, por lo que es probable que muchos representantes del común no influyeran en el rey, pero para ello debemos ver en la larga duración los sucesos del siglo XVII cuando se aprobó The Bill of Rights (1689) siendo el parlamento de origen medieval su centro de reacción contra la tiranía regia. Las funciones parlamentarias eran también muy precarias en el medievo, pero fue sin duda, el control fiscal, al final de la disponibilidad de dinero por parte del rey, lo que derivó en la capacidad de presión del parlamento a la corona, siendo decisivos, en este punto, los Comunes como fuerza mayoritaria de los tributarios. Igualmente, se fue imponiendo un ceremonial y una fastuosidad que benefició al rey y 50 a la propia institución marcando en la mentalidad de la población la división entre la comunidad del reino y la gran masa marginada. El último punto, nos lleva a concluir que la excepcionalidad del parlamento inglés no existe, puesto que todo lo que aconteció en Inglaterra, también tuvo lugar en otros reinos, pero sí es verdad que remontando otros siglos, fue el inicio de una corriente política, el parlamentarismo, pero para ello debemos esperar a fines de la Modernidad. Aunque si comparamos su situación con el reino de Francia, podemos aducir que tenían unos sistemas políticos diferentes, dado que uno llevó al constitucionalismo y el otro al absolutismo, pero en ambos casos, la violencia fue una constante hasta llegar a hoy, recordemos el período de reinado de Carlos I Estuardo (1625-1649) y la Revolución Francesa (1789-1799). Como hemos observado, este tema es fundamental para conocer nuestro sistema político y debe ser tratado con cautela porque no podemos dejarnos llevar por saber cuál fue el primer parlamento sino que es mucho más importante dirimir quién estaba representado y qué se hacía allí, marcando el cambio entre el sistema político de la Alta Edad Media y parte la etapa pleno-medieval y la forma de gobernar en el preámbulo de la Baja Edad Media. Por último, y para concluir, este trabajo no es para nada definitivo, ni pone punto y final al tema del parlamento medieval, es más es sólo el inicio de un tema que nos gustaría fuera más desarrollado en nuestros país y siguiendo este estudio podemos continuar, desde el punto de vista de la historia comparada, por analizar una comparación entre el caso inglés y el caso ibérico para ver las peculiaridades y las constantes históricas de la institución o tomar el texto de la Magna Carta y ponerlo en relación con la Bula de Oro húngara de 1222. Además, la representación es otro tema a tratar y la forma en la que los sectores más bajos del parlamento, podían presionar a los poderosos, es decir cómo articulaban el poder político con su escasa influencia entre las élites para conseguir beneficios para toda la comunidad o simplemente prebendas para ellos mismos. Por tanto, aún queda mucho por descubrir. 51 52 8.- BIBLIOGRAFÍA Y PÁGINAS WEB. AMT, E., Medieval England: A Reader 1000-1500. 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Quien noblemente se expuso a la muerte y luchó valientemente, lástima del pueblo inglés, que había sido pisoteado de una manera que casi no se puede describir, y casi privado de todas las libertades, o mejor dicho de su vida, que había languidecido bajo príncipes injustos, así como el pueblo de Israel bajo el Faraón, gimiendo bajo una devastación tiránica” [...]. Texto 2. Magna Carta, 1215, versión latina. Tomado de HOLT, J. C., Magna Carta. New York, Cambridge, 1992, pp. 126-139. 2.1.- Capítulo I. Versión latina: “In primis concessisse Deo et hac presenti carta nostra confirmasse, pro nobis et heredibus nostris in perpetuum quod Anglicana ecclesia libera sit, et habeat jura sua integra, et libertates suas illesas; et ita volumus observari; quod apparet ex eo quod libertatem electionum[…]”. 57 Traducción española: “Primero, que hemos otorgado en el nombre de Dios, y por la presente Carta hemos confirmado para Nos y nuestros herederos a perpetuidad que la Iglesia inglesa sea libre, conserve todos sus derechos y no vea menoscabadas sus libertades. Que así queremos que sea observado resulta del hecho de que por nuestra libre voluntad, antes de surgir la actual disputa entre Nos y Nuestros barones, concedimos y confirmamos por carta la libertad de las elecciones eclesiásticas--un derecho que se reputa como el de mayor necesidad e importancia para la Iglesia” […]. 2.2.- Capítulo XII. Versión latina: “Nullum scutagium vel auxilium ponatur in regno nostro, nisi per commune consilium regni nostri, nisi ad corpus nostrum redimendum, et primogenitum filium nostrum militem faciendum, et ad filiam nostram primogenitam semel maritandam, et ad hec non fiat nisi racionabile auxilium; simili modo fiat de auxiliis de civitate London”. Traducción española: “No se podrá exigir fonsadera ni servicio en nuestro Reino sin el consentimiento general, a menos que fuere para el rescate de nuestra persona, para armar caballero a nuestro hijo primogénito y para casar (una sola vez) a nuestra hija mayor. Con este fin solo se podrá establecer un servicio razonable y la misma regla se seguirá con las ayudas de la ciudad de Londres”. 2.3.- Capítulo LXI. Versión latina: “Cum autem pro Deo, et ad emendacionem regni nostri, et ad melius sopiendum discordiam inter nos et barones nostros ortam, hec omnia predicta concesserimus, volentes ea integra et firma stabilitate in perpetuum gaudere, facimus et concedimus eis securitatem subscriptam; videlicet quod barones eligant viginti quinque barones de regno quos voluerint, qui debeant pro totis 58 viribus suis observare, tenere, et facere observari, pacem et libertates quas eis concessimus, et hac presenti carta nostra confirmavimus”. Traducción española: “Por cuanto hemos otorgado todo lo que antecede por Dios, por la mejor gobernación de nuestro Reino y para aliviar la discordia que ha surgido entre Nos y nuestros barones, y por cuanto deseamos que esto sea disfrutado en su integridad, con vigor para siempre, damos y otorgamos a los barones la garantía siguiente: Los barones elegirán a veinticinco entre ellos para que guarden y hagan cumplir con todo el poder que tengan, la paz y las libertades otorgadas y confirmadas para ellos por la presente Carta”. Texto 3. The Provisions of Oxford, 1258, original en inglés. Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp. 361-366. 3.1.- Capítulo XXI. Versión inglesa: “Of the parliaments, when they shall be held in the year and how: It is to be remembered that the twenty-four have ordained that there are to be three parliaments a year. The first on the octave oh Michaelmas. The second, the morrow of Candlemas. The third, the first day of June, that is to say, three weeks before St. John´s day. To these three parliaments shall come the chosen councilliors of the king, even if they are not summoned, to view the state of the kingdom and to treat of the common business of the kingdom and of the king likewise. And at other times they are to meet when there is need, on a summons of the king […]”. 59 Traducción española: “Es necesario recordar que los veinticuatro han ordenado que se deben celebrar tres parlamentos al año. El primero en Michaelmas. El segundo, al día siguiente de Candlemas. El tercero, el primero de junio, es decir, tres semanas antes del día de San Juan. A estos tres parlamentos vendrán los consejeros elegidos para el rey, incluso si no son convocados, para ver el estado del reino y para tratar los asuntos comunes del reino y del rey mismo. Y en otras ocasiones se han de cumplir cuando hay necesidad, por una citación del rey [...]”. 3.2.- Capítulo X. Versión inglesa: “These are the twelve who are chosen by the barons to treat in three parliaments a year with the king´s council for all the community of the land about the common business: the bishop of London, the earl of Winchester, the earl of Hereford, Philip Basset, John de Balliol, John de Verdun, John de Grey, Roger de Sumery, Roger de Mohaut, Hugh the Dispenser, Thomas de Gresley, Giles d´Argentein”. Traducción española: “Estos son los doce que han sido elegidos por los barones para tratar los asuntos comunes del reino en los tres parlamentos de acuerdo con el consejo del rey de toda la comunidad de Inglaterra: el obispo de Londres, el conde de Winchester, el conde de Hereford, Philip Basset, John de Balliol, John de Verdun, John de Grey, Roger de Sumery, Roger de Mohaut, Hugh the Dispenser, Thomas de Gresley, Giles d´Argentein” 60 Texto 4. The Provisions of Westminster, 1259, original en inglés. Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp. 370-376. 4.1.- Capítulo XII. Versión inglesa: “It is provided that no bailiff who ought to render account is to take himself off away from his lord. And if he will not render his account and has no land or tenement whereby he can be distrained he is to be attached in person, so that the sheriff in whose bailiwick he is found shall make him come to render account if he is in arrears”. Traducción española. “Se establece que ningún bailío que tenga que rendir cuentas de su cargo, pueda alejarse del lugar donde lo está llevando a cabo. Y si él no rinde cuentas y no tiene tierra o dinero para ser embargado, se estipula que el sheriff que esté a su cargo, vaya en su busca para hacerle rendir cuentas” 4.2.- Capítulo XXIII. Versión inglesa. “It is provided that four knights are to be appointed in each county to observe the wrongs which sheriffs do: that, if it happens that they do wrongs, these four are to admonish the sheriffs to have them corrected [...]”. “It is provided to put two good men from the community of the shire with the justices at the bench. And they have to see that justice is done. And others are to be put at the exchequer too”. Traducción española. Se prevé que cuatro caballeros sean nombrados en cada condado para observar los errores que hacen los sheriffs: que, si sucede que hacen mal su trabajo, estos 61 cuatro deben exhortar a los sheriffs a corregir sus abusos [...]. Asimismo, se estipula que se deben poner dos buenos hombres de la comunidad, con los jueces en el tribunal para que vean cómo se hace justicia. Y otros se van a poner en el tesoro. Texto 5. Summonses to Parliament, 1295, originales en inglés. Tomado de AMT, E., Medieval England: A Reader 1000-1500. Toronto, University of Toronto Presshigher Education, 2008, pp. 55-58. 5.1.- El Clero. Versión inglesa. “The King to the venerable father in Christ, Robert by the same grace archbishop of Canterbury, primate of all England, greeting. Because, therefore, darts seen beforehand do less injury, and your interest especially, as that of the rest of the citizens of the same realm, is concerned in this affair, we command you, strictly enjoining you in the fidelity and love in which you are bound to us, that on the Lord's day next after the feast of St. Martin, in the approaching winter, you be present in person at Westminster […]”. Traducción española. “El rey al venerable padre de Cristo, Robert por la misma gracia Arzobispo de Canterbury, primado de toda Inglaterra, saludos. Porque, por lo tanto, el reino está en peligro y es su interés especial, como la del resto de los ciudadanos del mismo ámbito, defenderlo, os mandamos, confiando solemnemente en la fidelidad y el amor en que estáis obligados a profesar a nos, para que en el día del Señor siguiente de la fiesta de San Martín, en el invierno que se acerca, usted esté presente en persona en Westminster”. 62 5.2.- La Baronía. Versión inglesa. “The king to his beloved and faithful relative, Edmund, Earl of Cornwall, greeting. Because we wish to have a consultation and meeting with you and with the rest of the principal men of our kingdom, as to provision for remedies against the dangers which in these days are threatening our whole kingdom; we command you to be present in person at Westminster […]”. Traducción española. “El rey a su amado y fiel pariente, Edmundo, Conde de Cornualles, saludos. Debido a que desea tener una consulta y reunión con usted y con el resto de los principales hombres de nuestro reino, en cuanto a la provisión de remedios contra los daños que en estos días ponen en peligro todo nuestro reino, os mandamos a estar presente en persona en Westminster [...]”. 5.3.- Los Comunes. Versión inglesa. “The king to the sheriff of Northamptonshire, Since we intend to have a consultation and meeting with the earls, barons and other principal men of our kingdom with regard to providing remedies against the dangers which are in these days threatening the same kingdom; and on that account have commanded them to be with us on the Lord's day next after the feast of St. Martin in the approaching winter, at Westminster, to consider, ordain, and do as may be necessary for the avoidance of these dangers; we strictly require you to cause two knights from the aforesaid county, and two burgesses from each borough […]” 63 Traducción española: “Ya que la intención de tener una consulta y reunión con los condes, barones y otros hombres principales de nuestro reino con respecto a medidas correctivas previstas frente a los peligros que se encuentran en estos días amenazando a nuestro reino, y por eso les mando a estar con nosotros en el día del Señor siguiente de la fiesta de San Martín, en el invierno que se acerca, en Westminster, a considerar, ordenar, todo lo que sea necesario para evitar estos peligros, requerimos que vengan dos caballeros de la provincia mencionada y dos burgueses de cada ciudad [...]”. Texto 6. A county election, 1320, original en inglés. Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp. 384-385. Versión inglesa: “[...] And that when a certain writ of the king had come to the same sheriff, William le Gentil for the election of two knights to go to the king´s parliament, which knights ought to have been elected by the whole community of the county, the same William elected Gilbert de Haydok and Thomas de Thornton without the consent of the community; and when they returned from the parliament, they brought a writ for levying their expenses, by which the aforesaid Richard and William de Wynwyk, the bailiffs, were ordered to levy twenty pounds for the expenses of the aforesaid knights; whereas the community of that county could have had by their own election two sufficient men to go to the parliament for ten marks or ten pounds. And, moreover, the same bailiffs levied as much for their own use as they did for the use of the aforesaid knights [...]”. Traducción española: “Y que cuando un escrito real había llegado a manos del sheriff, William le Gentil para la elección de dos caballeros para ir al parlamento del rey, y que los 64 caballeros debían haber sido elegidos por el conjunto de la comunidad del condado, el mismo sheriff eligió a William Gilbert de Haydok y a Thomas de Thornton sin el consentimiento de la comunidad, y cuando volvieron del parlamento, trajeron un escrito con sus gastos, por el cual los bailíos, recibieron la orden de imponer veinte libras para los gastos de los caballeros mencionados, mientras que si la comunidad de ese condado hubiera tenido sus propias elecciones, dos hombres habrían ido al parlamento por tan sólo diez marcos. Y, por otra parte, los mismos agentes judiciales utilizaron ese dinero tanto para propio uso como para el uso de los caballeros antes mencionados”. Texto 7. Functions of a Parliament, 1258, original en inglés. Tomado de RICHARDSON, H. G., SAYLES, G., O., Functions of the medieval Parliament of England. London, The Hambledon Press, 1988, pp. 89. Versión inglesa. “The sheriff of Kent is ordered to postpone until the parliament next held all the distraints he is making on the men of Favesham on account of certain disputes arising between the abbot of Favesham and these men because they have receives a royal writ, appointing a day against them in parliament before Hugh Bigod, the Justiciar of England”. Traducción española. “Se ordena al sheriff de Kent que aplace hasta el próximo Parlamento en el que se tratarán los embargos que está realizando sobre los hombres de Favesham a cuenta de las controversias que han surgido entre el abad y estos hombres, así que han recibido un recurso real, por el que se les convoca un día en el Parlamento ante Hugh Bigod, el Justiciar de Inglaterra”. 65 Texto 8. How to hold a parliament, 1316-1324, originales en inglés. Tomado de DOUGLAS, D. C., English Historical Documents: 1189-1327. London, Routledge, 1975, vol. III, pp. 924-934. 8.1.- Capítulo XIX: Respecto a la convocatoria de un parlamento. “El establecimiento de un parlamento debe preceder al primer día de sesión por cuarenta días y debe celebrarse el domingo, pero se puede llevar a cabo el resto de los días, exceptuando Todos los Santos, Todas las Almas y el Nacimiento de San Juan Bautista […]”. 8.2.- Capítulo VII: Respecto a los burgueses. “También, y de la misma forma que los caballeros los bailíos de cada burgo deben abrir la elección en cada distrito para elegir a dos de los mejores hombres de cada municipio para que vengan y estén presentes en el parlamento del rey […]”. 8.3.- Capítulo XIV: Respecto a los asientos en la cámara. “El rey se sienta en el centro del gran banco y a su lado derecho, se sentará el arzobispo de Canterbury, los obispos de Londres y Winchester y después de ellos, a su vez en filas, los otros obispos, abades […]”. 8.4.- Capítulo XII: Respecto al discurso del rey. “El rey debe pedir a los clérigos y laicos, nombrados según su estamento, aplicar con diligencia, celo y de todo corazón la consideración y la toma de decisiones sobre los asuntos del reino en el Parlamento, tal como lo entienden de acuerdo con la voluntad de Dios, en primer lugar y después según su honor y privilegio”. 8.5.- Capítulo XIII: En lo concerniente a la ausencia del monarca del parlamento. “El rey está absolutamente obligado a estar presente personalmente en el Parlamento, a menos que la enfermedad impida su presencia y por ello, debe mantenerse en su habitación y nunca fuera del palacio […]”. 66 8.6.- Capítulo XVIII: Respecto a los asuntos a tratar en la cámara. “Todos los asuntos deben aparecer en el calendario siguiendo este orden: primero, cuestiones que hacer con la guerra, y otros temas concernientes a la situación de la familia real; en segundo lugar, los asuntos del reino en general y en tercera posición, las peticiones comunes e individuales”. 8.7.- Capítulo XXIII: De acuerdo con los servicios al rey. “El rey no debe pedir ayuda a su reino, más cuando la guerra es inminente, o para el homenaje de sus hijos como caballeros o el matrimonio de sus hijas, y las ayudas de este tipo deberían ser solicitadas cuando el parlamento está completo. Por tanto, todos los servicios son concedidos de rechazados, por la comunidad del reino” 8.8.- Capítulo XXV: Respecto a los archivos parlamentarios. “Los empleados del Parlamento no podrán negarse a dar una trascripción del proceso, en rollos de diez centímetros de ancho, y deberán suministrarla a todo el que la solicite, y podrán cobrar un centavo a razón de diez líneas, a menos que el que la solicita viva en la pobreza, y en este caso, no se cobrará nada”. 67