La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el 15 de marzo una Notificación acerca de dos libros del Padre Jon Sobrino, S.J.: Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, y La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas. "A causa de ciertas imprecisiones y errores en ellos encontrados, la Congregación para la Doctrina de la Fe tomó la decisión, en el mes de octubre de 2001, de emprender un estudio ulterior y más profundo de dichas obras". Después de un largo proceso la Congregación decidió "ofrecer a los fieles un criterio de juicio seguro acerca de los citados libros y otras obras del Autor". A mediodía del 14 de marzo los periodistas acreditados a la Santa sede recibieron la Notificación a la que el Padre Federico Lombardi, S.J., Director de la Radio Vaticana y de la Sala de Prensa del Vaticano, añadió una nota ("El Puente") que en traducción española ofrecemos aquí. El Padre Lombardi escribe: "Para comprender el significado de la Notificación de la Congregación de la Doctrina de la Fe sobre algunas obras del Padre Jon Sobrino, pienso que sea oportuno recordar la importancia de la comprensión de la naturaleza y de la obra de Jesucristo en el corazón mismo de la fe cristiana. Jesucristo es para la Iglesia el "mediador" entre Dios y el hombre, es el "pontífice" en sentido etimológico, es decir el constructor del puente que permite a los hombres volver a entrar en relación de amistad y unión con Dios, superando la distancia, la imposibilidad de comunicación provocada por una larga historia de pecados. Para ser mediador y puente, Jesucristo debe apoyarse firmemente tanto sobre la vertiente de la humanidad como sobre la vertiente de la divinidad. Si no, el paso de una vertiente a la otra queda interrumpido, o al menos inseguro. Desde los primeros siglos del cristianismo esta necesidad del puente ha sido afirmada con fuerza y defendida frente a las numerosas teorías que de hecho negaban uno u otro pilar fundamental del puente mismo: o la humanidad o la divinidad. Negando uno u otro aspecto, en realidad se pone en cuestión la misma salvación del hombre, puesto que llega a faltar el camino concreto, real, a través del cual el hombre se puede comunicar con Dios. La reflexión teológica sobre Jesucristo, por tanto, ha debido tener en cuenta los dos aspectos, ambos esenciales, aunque si los diversos contextos históricos y culturales han influido con acentos característicos en las diferentes corrientes teológicas o espirituales. A menudo, el contexto de la experiencia cristiana lleva a insistir en la solidaridad entre Jesús y los hombres, por lo que se refiere a su participación en las vicisitudes humanas: sus controversias, su pasión, su muerte violenta son cruciales para el anuncio y para la acogida del Evangelio por parte de los pobres, de quienes sufre por la fe y la justicia. Quien vive su fe participando en las experiencias más dramáticas del pueblo, cultiva naturalmente una sintonía espiritual y profunda con la humanidad de Cristo, y -si es teólogo- se siente llevado a profundizar en una cristología "desde abajo", que fundamenta en profundidad el pilar del puente que se encuentra de parte de la humanidad. Es ciertamente esta la situación del P. Sobrino, en el surco característico de la teología latinoamericana, tan atenta al camino de la liberación humana y espiritual de los pueblos del continente. No olvidemos que el P. Jon Sobrino pertenecía al grupo de la Universidad Centroamericana de San Salvador, de los cuales seis miembros fueron bárbaramente asesinados en 1989, justamente por su compromiso cultural en solidaridad con el pueblo salvadoreño. Al mismo tiempo, la insistencia en la solidaridad entre Cristo y el hombre no debe llevarse hasta el punto de ensombrecer o minusvalorar la dimensión que une Cristo a Dios. Porque si Cristo no es al mismo tiempo hombre y Dios, al puente le faltaría el segundo punto de apoyo y se pone radicalmente en cuestión la realidad de nuestra comunicación con Dios. Este es el problema sobre el cual se desarrolla la argumentación de la "Notificación", que manifiesta respeto por la obra de Sobrino y sus intenciones, pero retiene que no se puede eximir de indicar que, en algunas obras suyas, ciertas afirmaciones, sobre algunos argumentos cruciales, -como la divinidad de Cristo, la Encarnación del Hijo de Dios, la autoconciencia de Jesucristo y el valor salvífico de su muerte-, cuestionan puntos verdaderamente fundamentales de la fe permanente de la Iglesia. En otras palabras, ponen en cuestión la integridad y la estabilidad del puente que permite la comunicación entre los hombres y Dios, incluso la de los pobres de todos los tiempos". Noticias de la Curia 20 de marzo de 2007 | Vol. 11, N. 6