¿Dónde están los sostenedores de la doctrina de la reconciliación? Por Humberto Tumini Movimiento Libres del Sur Desde que recuperamos la democracia, allá por 1983, comenzamos, los sectores populares, a reclamar cada vez con más fuerza Verdad y Justicia para con los crímenes de la Dictadura. También desde ese mismo momento otros sectores, que en general habían sido cómplices o por lo menos benévolos con los militares, empezaron a plantear que lo que nos correspondía a los argentinos era reconciliarnos, sepultando el pasado que nos había dividido. Como si en ese pasado todos hubiéramos sido lo mismo. Esa puja entre nosotros y ellos, se desarrolló sistemáticamente durante los veinte años siguientes. Tuvimos infinidad de movilizaciones de un lado, y otras tantas acciones del otro, incluyendo la Leyes de Obediencia Debida y Punto final, y los infames indultos. Sin embargo, desde el 25 de mayo del 2003 la historia comenzó a soplar más fuerte a favor de los que defendemos la vida. El gobierno de Néstor Kirchner no solo condenó el genocidio, sino que además amplió la acusación de sus responsables, incluyendo también entre ellos a los civiles, como Martínez de Hoz, que estuvieron por detrás de los uniformados. Echó por la borda la teoría de los dos demonios, diciendo bien claro que aquí Satanás hubo uno solo. “Somos parte de aquella generación que luchó por una patria mejor, somos hijos de la Madres de Plaza de Mayo” dijo el Presidente, para que no quedara ninguna duda. Fue mas allá todavía y promovió la derogación de la leyes de la impunidad, abriendo así el paso concreto a la justicia que tanto hemos reclamado. Rápidamente entonces le salieron al paso de su política de Derechos Humanos, los enemigos que siempre tuvimos, los defensores de la muerte. Los que hoy se esconden atrás de la pollera de alguna de sus mujeres porque no pueden mostrar la cara. También sus cómplices civiles -los Macri, López Murphy, Menem y compañía- y eclesiásticos. Esa parte de la jerarquía católica, continuadora hoy de aquellos pares que bendecían los sables y jugaban al tenis con los jefes de los criminales. Pero no solo ellos, durante estos tres años, marcharon al cruce del gobierno en el compromiso de este con las víctimas del terrorismo de Estado. También lo hicieron los nuevos y viejos sostenedores de la teoría de los dos demonios y de la reconciliación sin verdad ni justicia. Por ahí anduvieron el Doctor Alfonsín, la señora Chiche Duhalde, la diputada Carrió, el ex Ministro Lavagna, por nombrar solo a los más destacados. Todos ellos se han esmerado en explicarle a la sociedad que Kirchner es una persona agresiva, que solo busca remover lo que hay que enterrar y olvidar, manteniendo así a la sociedad ficticiamente dividida. Habrán ustedes escuchado reiteradamente de estos dirigentes las palabras “setentistas”, “se busca el odio y no el amor”, “se promueve la confrontación y no la paz”, “se trae al presente un pasado que ya no existe”, etc. Ahora bien, hace ya 13 días que está desaparecido Julio López, testigo en el juicio contra el Comisario Etchecolatz, asesino y represor como pocos en esa historia que deberíamos supuestamente enterrar. Arrecian las amenazas por doquier, a partir de ahora más creíbles todavía, contra otros testigos, jueces, etc. ¿El objetivo de todo ello? Bastante transparente por cierto: garantizar en primer lugar que continúe la impunidad; y en segundo tener de rehén a la sociedad y a la democracia una vez más. O, en otras palabras: derrotar la política de Derechos Humanos de este gobierno (y, en el tiempo, si pueden, al propio Gobierno) y paralelamente volver a darle poder a la derecha más reaccionaria de este país, esa que abreva desde siempre en la embajada de los EEUU. ¿De qué lado se van a poner ahora, con todo esto a la vista, los teóricos de la doctrina de la “reconciliación”? Miren que este pueblo hace mucho tiempo que dijo NUNCA MÁS. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 30 de Setiembre del 2006