10. El Sacrificio y el trabajo De los indios “Porque hoy es el Día del Indio puedo decirles que es como si fuera el día de la propia patria. Todo en nuestro país se remonta al pasado milenario de las civilizaciones indígenas nacionales. Bolivia proviene, en primer lugar, de la gran nación inca que abrió el inmenso territorio americano para que sus descendientes pudieran tener suelo libre y propio donde construir sus hogares, para que tuvieran a su disposición la riqueza necesaria que asegure dignidad, bienestar y justicia. Compañeros campesinos, estoy aquí para manifestar que cuanto poseemos nos viene como herencia de nuestros antiguos padres indios. Cuando señalamos lo que es la patria y lo que significa Bolivia, apenas mostramos lo que ustedes crearon en el continente para nosotros. Toda la riqueza mineral boliviana tiene su tradición asentada en los descubrimientos y en el laboreo de los indios. La papa y el maíz, que constituyen la alimentación básica de nuestro pueblo, fueron cultivados originalmente por ustedes. Es esencialmente india nuestra cultura e india es, en gran parte, la personalidad nacional que deseamos afirmar para el futuro. “La patria, compañeros campesinos, en realidad les debe todo. No hay obra nacional que no descanse sobre su sudor y su sangre. Toda la economía del país, tanto durante la opresión que el imperialismo y el sistema feudal nos impusieron, como en el período de nuestra liberación e independencia, son fruto del sacrificio, de la explotación o del esfuerzo de los indios o de sus hijos, los mestizos bolivianos. Es de la inmensa masa campesina del país que los conquistadores y los colonizadores extranjeros obtuvieron mano de obra barata e indefensa para apropiarse, primero, de la plata y el oro y, después, del estaño y los otros minerales. Es a los pobladores indios que los latifundistas despojaron de la tierra y es de ellos también que consiguieron los brazos para el cultivo de las comunidades despojadas. Ustedes, campesinos, han abierto los caminos y han construido las redes ferroviarias que vinculan nuestro territorio. Ustedes han levantado las casas de nuestras ciudades y han conformado la gran masa de combatientes que, una y otra vez, defendieron las fronteras de la patria. “Pero a ustedes, asimismo, compañeros, poco les ha dado la patria que gobernaron los privilegiados y que explotaron los poderosos. Para ustedes se quedó una vida de la más extremada pobreza, a ustedes se les dejó los últimos residuos de la civilización y del progreso. Para la mentalidad del feudalismo y de los opresores coloniales era suficiente ofrecerles una choza miserable y un pedazo de tierra del que había que sacar, de cualquier forma, la alimentación frugal e insuficiente y el vestuario primitivo que hasta ahora tiene cada uno de ustedes, hermanos campesinos. La educación y la cultura, que fueron dádivas mezquinas inclusive para el hombre de nuestras ciudades, jamás llegaron a las zonas rurales del país. Para los intereses de los imperialistas y de los latifundistas era mejor que ustedes fueran siempre analfabetos y atrasados, porque de esa manera se podía continuar amasando fortunas para los capitalistas nacionales y extranjeros sobre la base de la pobreza de los campesinos. “Pero el estado de degradación, de indignidad y servidumbre tenía que acabar. Un día los bolivianos entenderíamos que para forjar una Nación grande y próspera era necesario rescatar a los campesinos de la barbarie y de la ignorancia y, ayer como hoy, podemos decir que mientras ustedes sean pobres y atrasado, atrasada y pobre será toda nuestra Patria. Hay una verdad de la que tenemos que hacer profunda conciencia: mientras permanezcan marginados y miserables tres millones y medio de campesinos jamás podremos construir una sociedad justa y humana. Bolivia no es el patrimonio del millón de mestizos que viven en nuestras ciudades, sino de los cuatro millones y medio de habitantes que constituyen toda la población del país. Y debo señalar con honestidad y con realismo a todos mis compatriotas, que no podrán sentirse tranquilos ni felices mientras haya pobladores, que no podrán sentirse tranquilos ni felices mientras haya pobladores hambrientos, analfabetos y explotados. La paz y el orden pueden mantenerse unos años a la fuerza, pero sólo podrán consolidarse cuando todos tengan techo, pan y escuelas. Sobre la pobreza y sobre la injusticia, sobre la desigualdad y sobre los privilegios no se edifica una sociedad pacífica y laboriosa, sino que únicamente se siembra anarquía, incertidumbre y violencia. De ahí por qué los bolivianos tenemos el compromiso impostergable y definitivo de llevar adelante la Reforma Agraria, de manera que aseguremos tierra para los que la trabajan; libertad contra toda forma de explotación agraria; producción indispensable par las necesidades del país; integración de los campesinos en la vida nacional y progreso para todos los trabajadores del agro boliviano. “El gobierno Revolucionario ha escogido esta hora para venir a decir a los campesinos que abriremos una nueva etapa que nos permita reformular y corregir todos los defectos de la Reforma Agraria de 1953, que no sólo traban el bienestar de los hombres del campo sino que impiden el desarrollo económico de todo el país. “La Reforma Agraria es un hecho dinámico, en permanente evolución, que no puede perpetuarse indefinidamente con leyes ordinarias e insuficientes. Si las medidas que adoptaron hace 18 años estaban adecuadas al momento histórico, con el transcurso del tiempo perdieron su vigencia y eficacia y no satisfacen más las necesidades de la nación ni las aspiraciones de nuestros campesinos. “Tenemos que emprender la tarea de enmendar todas las deficiencias y errores que encontramos en la legislación agraria. En primer lugar, es necesario acabar con el mayor de los males que consiste en la división cada vez más mezquina, de la tierra. No podemos continuar fomentando el minifundio porque generará, a la larga, la misma pobreza y el mismo atraso que ocasionaba el latifundio. “Quiero decirles, compañeros campesinos, que lucharé sin descanso contra esa nueva forma de miseria que los amenaza. No es posible que cada uno de ustedes tenga un pedazo de tierra sólo para construir su casa y para sembrar su comida, porque así no se obtiene riqueza ni bienestar y se mantienen las condiciones de la esclavitud y del abandono. El pedazo de tierra que tiene el campesino no puede repartirse entre todos sus hijos, porque a cada uno le quedaría apenas una parcela inservible cuando quiera ganarse la vida. “Por eso, es necesario, en primer término crear las disposiciones que impidan vender, hipotecar, empeñar o embargar la tierra, acabando con todas las formas que pongan en peligro el derecho de propiedad que tienen los campesinos, a fin de que nunca más haya un amo o un señor que los oprima o los explote como en el pasado. “De eso, es necesario, en primer término crear las disposiciones que impidan vender, hipotecar, empeñar o embargar la tierra, acabando con todas las formas que pongan en peligro el derecho de propiedad que tienen los campesinos, a fin de que nunca más haya un amo o un señor que los oprima o los explote como en el pasado. “De igual modo, por las condiciones específicas y peculiares de la propiedad agraria tenemos que encontrar normas adecuadas que regulen la sucesión de la tierra, de manera que no se aplique el sistema ordinario del Código Civil, que si bien puede llenar las necesidades en las relaciones entre particulares, jamás cumplirá con los objetivos irrenunciables de la política agraria que envuelven un problema social que corresponde al ámbito público. “Compañeros campesinos, para combatir el minifundio y vencer todos los otros males que nos afligen, debemos propender a formar extensas cooperativas agrícolas capaces no solamente de elevar y asegurar la producción, sino de promover el progreso y el bienestar de ustedes y de sus hijos. “En mi concepto, compañeros, la existencia de cooperativas agrarias nunca deberá destruir su derecho de propiedad en las parcelas, porque es meta de la Revolución Nacional y de mi gobierno mantener invariable el régimen de propiedad vigente con todas las garantías que se hagan necesarias para el pequeño y mediano agricultor. “Pero podremos formar cooperativas sumando las pequeñas propiedades de cada uno a fin de que los esfuerzos que ustedes de cada uno a fin de que los esfuerzos que ustedes y el gobierno tienen que realizar no se pierdan ni se diluyan en los minifundios improductivos. Cada campesino integraría una cooperativa sin perder su derecho de propiedad sobre la tierra y, unidos así, compañeros, obtendremos aquello que en separado nunca tendremos la posibilidad de alcanzar. “Las cooperativas son la única manera de poder planificar la producción en gran escala, para que los trabajadores no cosechen solamente una arroba de papas o un quintal de maíz, sino que todos sean propietarios de una gran producción que permita mejores precios y mayores ganancias. “Por otra parte, a cada campesino solo y aislado el Estado no puede darle un pequeño crédito, pero podremos dar grandes créditos a muchos campesinos en una sola cooperativa. “No estamos en condiciones de dar un puñado de semilla a cada uno de ustedes, pero estaremos dispuestos a entregar muchas semillas si ustedes se unen y trabajan juntos. “No podemos entregar un tractor a cada hermano que trabaja en el campo par que are un pequeño pedazo de tierra, pero podríamos dotar de un tractor a cada cooperativa que tenga mucha tierra que arar. “Como ustedes saben, hermanos, el país es pobre porque nos han dejado apenas atraso y miseria. Entonces, compañeros, debemos dar lo poco que tenemos a los que estando juntos producirán más. “Cada campesino que hoy día vive esperando la voluntad de Dios para que llueva sabe que no se puede construir un dique, una represa o un tajamar en cada pequeña propiedad, pero que podremos levantar diques y represas para cada cooperativa agraria. Sólo de esa manera, gastando poco, atenderemos a muchos. “El campesino no puede dejar un pedacito de tierra para cada uno de sus hijos, pero puede dejarles una gran cooperativa donde todos sean dueños. “Si cada uno está solo, no puede saber lo que debe producir y cuánto tiene que producir, pero si estamos reunidos sabremos cuándo hay necesidad de sembrar y qué cosas se deberán plantar. “Teniendo poca tierra no podemos tener parcelas que descansen, en cambio, si tenemos muchas tierras, podremos reservar algunos lugares que se necesiten para las cosechas de otros años, sin que toda la tierra se agote de una sola vez. “Si todos estamos reunidos podremos mejorar las técnicas y los sistemas de producción, pero si cada uno está solo continuará atado a la pala , al azadón y al arado primitivo. “Compañeros, todos ustedes saben la explotación y el abuso de que son víctimas por causa de los intermediarios y los especuladores de su producción. Contra esa especulación y contra esos intermediarios jamás podrán luchar aislados, porque si cada campesino tiene que ir hasta la ciudad par vender su caña, su café, sus verduras o su fruta habrá perdido la mayor parte de su ganancia en el transporte y en los gastos de la ciudad. En cambio, una cooperativa que lleva la producción total de muchos campesinos, podrá gastar poco y ganar mucho más. “En la actualidad, cada agricultor vende sus productos al precio que la suerte y las circunstancias le permiten, pero si tuviéramos cooperativas, ustedes podrían fijar a precios justos evitando que los exploten y defendiendo, al mismo tiempo, la economía del pueblo que también sufre con los especuladores y negociantes que hoy día acumulan y distribuyen como quieren. “Por todo esto, compañeros, quiero pedirles su apoyo y su comprensión par las cooperativas agrícolas que son el único instrumento capaz de asegurar progreso y bienestar en todo el agro boliviano. “Pero hay otros defectos de la reforma agraria que debemos superar y corregir en el plazo más breve posible. La ley de 1953 hizo mucho por ustedes, pero olvidó completamente a la mujer campesina que permanece en la misma condición de servilismo y atraso que tenía antes de la reforma. Compañeros, no podemos olvidar a nuestras mujeres. La madre india cuida de los hijos, siembre la tierra, prepara la comida, confecciona la ropa y por eso mismo merece que se le reconozca una condición de dignidad y de igualdad. Hoy, por ejemplo, hay una gran mayoría de compañeros aquí en mi presencia, pero son muy pocas las campesinas que han venido a compartir con nosotros y a saber que también de ellas depende la felicidad y el progreso. Cuando hablamos que el campo tiene que mejorar pensamos en ustedes, compañeros, pero pensamos también en sus esposas, en sus madres y en sus hijas. Cuando decimos que queremos que los campesinos aprendan a leer no pensamos sólo en los hombres, sino también en las mujeres. Por esto tengo que decir a mis hermanos que serán más fuertes cuando estén acompañados de sus esposas y cuando en cada hogar, hombre y mujer, asuman por igual las responsabilidades de la vida y reciban por igual también los frutos de la prosperidad y de la alegría. Hermanos, la compañera que sufre y trabaja al lado de ustedes tiene también derecho de compartir las horas de felicidad y los bienes materiales que le corresponden. “Pero hay mucho más que hacer, compañeros, para que ustedes se sientan verdaderamente ciudadanos de la patria. Por eso voy a hablarles del Seguro Social Campesino. Par mi gobierno es intolerable que los tres millones y medio de trabajadores del campo, que alimentan el país, no gocen de los beneficios que acuerda la legislación laboral a los otros sectores productivos de la nación. Pero, compañeros, para alcanzar esta conquista no basta el esfuerzo y el sacrificio de mi gobierno, sino que nada se podrá hacer sin el apoyo de ustedes mismos tal como ocurre con los obreros, los profesionales y los empleados. “Los imperialistas y los latifundistas han empobrecido de tal manera el Tesoro Nacional, que el Estado solo no puede asumir toda la carga que representa traer seguridad social al campo. Para eso estoy aquí, cada uno de ustedes tiene que ayudarme para que el bienestar y la justicia se distribuya por igual entre los hombres de la ciudad y los del agro. Estoy aquí para llamarlos a la unidad y al trabajo. Si juntos conseguimos realizar el desarrollo integral del campo boliviano, y les prometo que tendremos seguro social. Pero son ustedes, hermanos campesinos, los que tienen que encontrar, conmigo, el financiamiento que permita protegerlos contra las enfermedades, ampararlos en la vejez y asegurar el porvenir de sus hijos y su mujer si ustedes mueren. “Estoy acostumbrado a decir la verdad al pueblo, por ello no siento ningún temor al manifestarle que sólo con la participación de cada uno de ustedes podremos alcanzar todo cuanto deseamos. “Lo que sí tengo que añadir es que no quiero su apoyo y su ayuda para mí, sino para ustedes mismos y les prometo, compañeros campesinos, que nadie, mientras yo esté en el gobierno, podrá explotarlos y aprovecharse de ustedes. El esfuerzo del campesino tiene que ser para el propio campesino, a esto me comprometo con ustedes. “También quiero hablar hoy día de algo que sé que les preocupa y les angustia: el problema de la educación. “Ustedes saben que mi gobierno ha ido construyendo escuelitas en todas partes, ustedes saben también que de mi propio sueldo he comprado bancos, vidrios y calaminas para las escuelas. Cuando vio que puedo dar a mis hijos una educación que les permita subsistir con dignidad en la vida, pienso en los hijos de mis hermanos campesinos que tienen el mismo derecho que mis hijos, Por esto compañeros, mi gobierno no descasará en su lucha por abrir cada día más escuelas ara ustedes. Pero, compañeros, quiero decirles que en primer lugar atendemos a los niños, porque tenemos que evitar que nuestros hijos sufran las humillaciones y penurias que nos afligieron a nosotros. Porque yo he sido pobre y me levanto en la vida apenas con la educación, quiero dar educación a los hijos de todos los bolivianos a fin de que ellos puedan también levantarse un día. Esa es la razón por la que en primer lugar tenemos que cuidar por la educación de nuestros hijos y de nuestras hijas antes de vencer el analfabetismo de los adultos, tarea que también cuidaremos. “He escuchado hablar mucho de los liceos militares campesinos y debo señalarles que su organización no se encuentra dentro de los propósitos de mi gobierno. Lo que creo indispensable es la creación de liceos agrarios donde se enseñe a los hermanos del campo a mejorar sus condiciones de vida, aprendiendo nuevas técnicas de cultivo y formas de aprovechar los medios ya existen. Es indispensable que los liceos agrarios que debemos formar para su educación estén en condiciones de mostrarles cómo se construyen viviendas adecuadas y confortables, cómo se construyen viviendas adecuadas y confortables, cómo debe usarse racionalmente el agua, cómo abonar y fertilizar los terrenos mediante procesos autóctonos que son inmediatos y de poco costo. “Vengo a decirles que me empeñaré, sin descanso, para que los liceos agrarios puedan entrar en funcionamiento en el plazo más breve posible. “Compañeros campesinos, quiero también referirme a la posición respetuosa que ha mantenido mi gobierno con relación al fuero sindical. En ningún momento hemos intervenido en la vida activa de los sindicatos campesinos y, por todos los medios, hemos evitado que los demagogos y los políticos profesionales puedan aprovecharse de ustedes, que son, sin duda, un sector puro y honesto de la comunidad nacional. Quiero que ustedes sepan, hermanos campesinos, que la diferencia entre mi gobierno y otros que han pasado, es que conmigo ustedes no serán instrumento de la política, sino que yo seré instrumento de su progreso y de su felicidad. “Como estamos hablando de las organizaciones campesinas, quiero felicitarlos por su congreso, porque espero que el patriotismo de ustedes, compañeros, ha de traer como fruto soluciones constructivas par acabar el subdesarrollo general del país. Ustedes, hermanos campesinos, tienen características especiales por las condiciones de su propio trabajo, su apego a la tierra y por las diferencias que existen entre los problemas del agro y los problemas de nuestras ciudades. Por ello mismo tengo que recomendarles que acompañen y militen activamente en sus organizaciones sindicales que se agrupan en la Confederación Nacional. Mi gobierno ha de respetar los sistemas de organización que ustedes escojan, por su propia voluntad y de acuerdo a sus intereses. Deben conservar la independencia de sus organizaciones y deben darles la conformación que considera adecuada a sus propósitos y a sus esperanzas. Pero no pueden peder de vista que hay que mantener la unidad de todo el pueblo boliviano par consolidar el proceso revolucionable que ustedes, compañeros, mantengan con respeto, su alianza con las Fuerzas Armadas y con todos los otros sectores populares de Bolivia. La participación de los hombres del campo asegurará para nuestro proceso algo que considero necesario y es que nuestra Revolución sea boliviana y se a exclusivamente nuestra. Las aspiraciones e intereses que tenemos son los que deben mostrarnos el camino a seguir. Nosotros los revolucionarios bolivianos podemos admirar lo que hicieron otros países, podemos estudiar sus experiencias y usarlas si nos son convenientes. “Pero la Revolución Nacional debe ser boliviana, salir de nosotros, ser dirigida por nuestra gente y dar sus frutos a los hombres de esta tierra. Yo quiero decirles en este momento que debemos hacer la Revolución de la misma manera que educamos a nuestros propios hijos, sin la tutela de nadie. Ningún otro país, ningún otro pueblo, tiene que decirnos lo que debemos hacer y a dónde tenemos que llegar. No podemos perder el carácter estrictamente nacional para alcanzar la emancipación del país y tampoco podemos olvidarnos de dar a la nueva sociedad boliviana la personalidad india y mestiza de nuestro pueblo. De ahí por qué el concurso de los campesinos es imprescindible para que la liberación sea completa y sea boliviana, como boliviano debe ser el progreso y el bienestar que vamos a conquistar”.