Me siento como en una burbuja, cuando te percibo moviéndote dentro de mí. Te imagino avanzando en 2 partes: una esperando a que llegue su complemento, lo penetre; para convertirse en una sola pieza y dar vida, formar ese nuevo ser que ahora respira dentro de mí. Avanzó rápido, tuvo que hacerlo para después acomodarse y esperar paciente a que la naturaleza poco a poco hiciera cambios en ella, en mí. Esperar a que él y yo supiéramos de su existencia y escuchar nuestra voz dirigiéndonos a ti. ¿Nos has oído llamarte por tu nombre? ¿Sientes su beso, mi mano, su barba? Espero pronto verte, sentir tu piel y darte la bienvenida, nuestra pequeña vencedora. ¡Has cambiado nuestras vidas! Espero ser lo suficiente buena para ti y para él, el hombre que acaricia mi vientre y sostiene una plática contigo en secreto, con el pensamiento. Te siento agitarte, enojarte cuando soy grosera con él, extrañarlo como yo lo extraño, llamarlo, acurrucártele como yo lo hago, amarlo como le amo. Pero tú lo amas de otra forma, reconozco tu amor, como ese amor que yo siento al recordar a tu abuelo llegando cansado del trabajo, alzando sus cejas y torciendo su boca en son de saludo. ¡Pronto estarás aquí! Tendremos un árbol de navidad con luces de colores, un nacimiento, una cena, dulces, chocolates, si todo sale bien despediremos un año juntos. ¡Los amo tanto! ¡Quiero derribar mis muros! Sentar a mis demonios, apaciguarlos, que observen lo feliz que soy. ¿Hija mía a quien le agradezco? Dios, vida, energía, destino, quien quiera que seas y como te llames: Gracias.