No.153 - Revista Epocas

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EDICIÓN
No.153
Museo de Arte Moderno
La Tertulia / 60 años
1
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om
Junio de 2016
ontenido
No. 152 • Mayo de 2016
10
12
6
32
Los Demonios de Loudun
Por: Juan José Saavedra
6
34 El Niño y El Mar
Por: Antonio Joaquín García Sierra
Andrés Caicedo, 10
38 ¡Yo quiero ser como Yo! el miedo de vivir y la gloria de la muerte
Por: Mario Humberto Lopera Ospina
Por: Armando Barona Mesa
Los Licores de Frutas 12
Por: Lily Mosquera de Jensen
Qué pena morirse 22
Por: Francisco Mejía Azcárate
Por: Leonardo Medina Patiño
38
34
22
42
42 Caliwood Teatro Jorge Isaacs
49 Su Memoria Sobrevivirá a su Época
50 Caricatura
El Museo La Tertulia 32
60 Años
www.revistaepocas.com
DIRECTOR: Raúl Fernández de Soto / CONSEJO EDITORIAL: Soffy Arboleda de Vega, Julián Domínguez Rivera, Ricardo Alberto Lenis Steffens,
Mario Fernando Prado López, Mario Posada Mejía, Luis Guillermo Restrepo Satizábal / DIRECCIÓN COMERCIAL: Claudia Constanza Orozco /
ASESOR COMERCIAL: Santiago Ruiz Fernández de Soto / DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Luis H. Mesa Ch. / CARICATURAS: Orlandobé
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Ediciones anteriores Revista Épocas
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Adriana Zamorano de Mondragón, Camilo Mondragón Duque, niño Camilo Mondragón Chamat, Juan Felipe Mondragón Alí, Marcela Chamat Fernández
de Soto, niño Felipe Mondragón Chamat, Wazila Alí, niños Paolo y Luca Mondragón Zamorano y Farid Camilo Mondragón Alí
En Estas Épocas
De Épocas Pasadas
De Épocas Pasadas
Hermanos Lulú, Vicentey Marthica Borrero Calero.
4
5
Los Demonios de Loudun
Segunda parte
Por: Juan José Saavedra
La hermana Claire de Sazilly, a su turno, estaba
poseída por Zabulón, en la frente; Neftalí, en el
brazo derecho; Elimi, en el estómago y Verrine en
el temporal izquierdo.
Los exorcistas no simpatizaban con el padre Grandier –era todo lo contrario a lo que ellos eran– y
dieron en señalarlo como el causante de lo que
estaba ocurriendo. Lo acusaron de brujo, les atribuyeron a sus hechicerías la posesión diabólica de las
ursulinas y lo denunciaron el 11 de octubre de 1632
ante los tribunales que conocían de estos casos. La
legislación relativa al ejercicio de la hechicería era
extraordinariamente simple. Cualquiera que hubiera tenido tratos con el demonio se hacía acreedor
a la pena capital.
– Que al serle aplicada lo mandaba a los mismísimos infiernos.
P
illet de La Mesnardiere hizo una clasificación científica
de los nombres de los demonios participantes en las posesiones y de los lugares que ocupaban en la anatomía
de las monjas. Sor Agnes estaba en poder de cinco diablos:
Leviatán, en el centro de la frente; Veherit, en el estómago;
Balaam, en la segunda costilla del lado derecho; Isacaaron,
en la última costilla del lado izquierdo y el famoso Asmodeus
en el corazón. Se encontraba sometida, además, al demonio
de la concupiscencia, del orden de los querubines.
– ¿Cómo hacían todos esos diablos para reunirse en una sola
persona? ¿Es que iban a hacer una convención?
Como pruebas de cargo se aceptaban testimonios
de niños y de enemigos mortales del acusado,
murmuraciones, rumores, inferencias, sueños y las
mismas declaraciones de los poseídos. La tortura
era empleada para arrancar confesiones y para lograr que
los testigos acusaran a los procesados.
No obstante, y para sorpresa de todos, el juez a quien correspondió la denuncia, el señor de Cerizay, opinó –con base
en el dictamen de un médico– que no se trataba de una
posesión diabólica sino de una perturbación mental. Los
exorcistas acudieron de inmediato a Richelieu y el cardenal,
que recordaba el incidente de la iglesia, encargó al señor De
Laubardemont, uno de sus incondicionales, de la tramitación
del proceso.
6
El párroco fue encerrado en una mazmorra llena de ratas y
una vez terminada la instrucción, trece jueces escogidos por
Richelieu dictaron sentencia: Grandier debía ser sometido al
tormento, tanto ordinario como extraordinario; debía luego,
arrodillado ante las puertas de San Pedro y Santa Ursula, con
una cuerda alrededor del cuello y un cirio de dos libras en la
mano, pedir perdón a Dios, al rey y a la justicia; luego sería
llevado a La Place Sainte Croix, amarrado a la estaca y quemado vivo, después de lo cual sus cenizas serían arrojadas a
los cuatro vientos. La sentencia, escribió el padre Tranquille,
había sido inspirada por el cielo.
Como era frecuente que los brujos insensibilizaran su cuerpo
para soportar el suplicio, y lo que se buscaba era que sufrieran,
se dispuso que un médico investigara “in vivo”. En presencia
de dos farmacéuticos y de varios doctores, Grandier fue desnudado. Lo vendaron y luego Mannoury comenzó a pincharlo
con una larga aguja. Dos años antes, en la casa de Trincant, el
párroco se había burlado abiertamente de ese “ignorante y
pomposo asno”. Ahora, el asno se lo pagaba con creces. Los
dolores debieron ser terribles, pues los alaridos del torturado
fueron oídos a través de las ventanas tapiadas con ladrillos.
Se ordenó la ejecución para el 18 de agosto de 1634 y cuando
esto se supo llegaron a la pequeña población treinta mil turistas, venidos desde diferentes lugares del reino para presenciar
el espectáculo. El día señalado, vestido solamente con una
larga camisa de dormir, Grandier fue llevado en un carruaje
cerrado hasta el tribunal. Los padres Lactance y Tranquille hicieron su entrada en la vasta sala y con hisopos consagrados
asperjaron con agua bendita distintos puntos del recinto,
mientras pronunciaban fórmulas sacramentales. Luego se
abrió una puerta y Grandier apareció en el umbral, cubierta
su rasurada cabeza por un gorro y un birrete. Lo asperjaron,
lo llevaron a través de la sala y lo obligaron a arrodillarse ante
los jueces. Laubardemont hizo señas al capitán de los guardias
y le ordenó que condujera al reo a la cámara de torturas. Lo
ataron, lo extendieron sobre el piso con las piernas metidas
en cuatro tablas de roble y calzando cuñas en el espacio que
separaba las tablas, le trituraron las piernas. La diferencia entre la tortura ordinaria y la extraordinaria estaba dada por el
número de cuñas, cada vez más anchas, que se introducían a
golpes de martillo.
Mientras la tortura proseguía, los padres Lactance y Tranquille
exorcizaron las cuerdas, las tablas, las cuñas y las mazas. Esto
era muy importante, pues bien podía ocurrir que los demonios,
valiéndose de sus artes infernales, hicieran menos doloroso el
suplicio. Los verdugos, después de quebrarle las piernas, vistieron a Grandier con una camisa impregnada de azufre; luego
le ataron una cuerda al cuello y lo bajaron al patio, donde ya
estaba preparado un carro tirado por seis mulas. Levantaron al
reo, porque no podía caminar, y lo colocaron sobre un banco. El
conductor arreó las bestias y precedido por una compañía de
arqueros y seguido por Laubardemont y los trece magistrados,
el carro rodó lentamente por las calles empedradas. Cuando
llegaron frente al convento de las ursulinas le pusieron en la
mano el cirio de dos libras y le ordenaron que pidiera perdón,
pero el padre contestó que nunca les había hecho el menor
daño y que en cambio le pedía a Dios que los perdonara a ellos
por lo que le estaban haciendo.
En la Place Saint Croix se agolpaban más de seis mil personas.
Todas las ventanas habían sido alquiladas y se veían espectadores en los techos y entre las gárgolas de la iglesia. Los
magistrados, los amigos de Laubardemont y los invitados
especiales se acomodaron en una gradería construida especialmente para ellos. Cerca de la pared norte de la iglesia se
levantaba un poste y en su base estaban amontonados los
troncos, la leña fina y la paja. (Continuará)
7
En Estas Épocas
De Épocas Pasadas
De Épocas Pasadas
Clara Serra Riascos y Raúl Ákerman Navarro.
Raúl H. Ortíz Hernández, sus nietos Alicia y Lucía Rodríguez Ortiz, Federica y Manuel Ortíz.
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9
Andrés Caicedo,
el miedo de vivir y la gloria de la muerte
Por: Armando Barona Mesa
A
pesar de la connotación y la
curiosidad que despierta, la
película “Todo comenzó por el
fin”, de Luis Ospina, no es propiamente
una obra de arte. En ninguna parte se
encuentra un destello de genialidad
cinematográfica ni de agudo talento cinéfilo. Tiene la cinta, a cambio,
muchos puntos flacos. El asesinato
alevoso y grotesco de un pavo hermoso y desprevenido, en una escena de
Mayolo que camina por los linderos
del código penal, los repetidos cuadros
de mal sabor que tienen que ver con la
medicina, los empates de escenas con
baches luminosos, como si se hubiera
quemado la cinta –tal cual era en la
época del celuloide-, cosas que quizás
quieren dejar una expresión sincera
de espontaneidad y no agotamiento
del tema. Son aspectos menores que
afean la kilométrica cinta y le dejan al
espectador una sensación de indefensión. Pero digamos, con simplificación,
que el trabajo del caleño Ospina se deja
ver y se torna interesante.
sos de sus padres; pero se introdujeron
dentro de aquel mundo que irrumpía
con ímpetu insaciable en el afán hedonista, destructor y alienante, que fue
el mundo de la droga, simultáneo con
la música de la salsa y otros ritmos caribes que iniciaban su impacto en una
Colombia deslumbrada por las riquezas
de los mafiosos, que estaban también
haciendo aparición.
Este parece ser un planteamiento subliminal que, sin duda, esboza Ospina,
aunque ese no sea su propósito.
El film, más amargo que alentador, penetra con ímpetu en ese mundo que
pretende abarcar, que es el imperio de
los sentidos. Carlos Mayolo es uno de
los personajes centrales. Agotó su vida
entre nubes de humo de marihuana,
soplos de cocaína y algo más, y botella
y media de vodka diariamente. Así lo
dice la película. Muestra ésta un compendio de extravagancias de su vida
y de su obra, de lo que nada quedó.
Un talento verdadero, en un cine incipiente y esquivo, hecho con cualquier
cosa, que se diluyó imperceptible y
sin conciencia al paso de esos años
turbulentos.
La película, por supuesto, no es una
trama de ficción sino un documental
arrancado a una historia que cobijó
a aquella generación que bien podría
llamarse la del setenta y uno. Jóvenes
rebeldes –todos los jóvenes lo son-, tenían talento, deseos de vivir e impactar
en su entorno y gozaban de los recur-
El hippismo había traído unos personajes con barbitas y pelo largo, anteojos
redondos, vestidos de lienzo y mochilas
de cabuya que ostentaban un aspecto
10
de “intelectualoides”. Se los encontraba
en todos los círculos claves de la cultura. Aquello era el reino primordial de la
marihuana, que había ganado status en
lucha social contra el vulgar camaján de
la época anterior. Y ese mundo complaciente también acababa de crear, como
una gran conquista, la liberación sexual.
Así se fundó en Cali la que Hernando
Guerrero, su fundador, llamó Ciudad
Solar, que era una especie de templo
de Astarté, la diosa babilónica en cuyo
territorio todos debían prostituirse y
agotar todo aquel paraíso artificial que
ahora se denominaba psicodélico. Era
la música, el vestido, el arte, la decoración y una actitud de nomeimportismo
que jugaba entre la vida y la muerte.
Pero sin duda la huella grande de
aquellos tiempos quedó registrada en
la figura juvenil de Andrés Caicedo, el
inquieto joven que merodeaba entre
el cine, la música y las largas horas de
escritura compulsiva. Hoy es una figura
consagrada, atrayente y misteriosa. A
esa fama desbordada condujo, naturalmente, su estremecedor suicidio,
ocurrido de un día para otro como resultado de la vergüenza que lo anonadó cuando su novia Patricia lo encontró
agotando un acto de desvío sexual con
un amigo salido de las sombras.
Caicedo se desequilibró, y en la soledad
más angustiosa, le escribió la conmovedora carta final a su madre. En esa
misiva –que reproduce la película- se
palpa el desarraigo existencial de una
vida marcada por la incertidumbre. Hay
en él un deseo adolescente de no crecer
ni entrar de lleno en los desiertos de la
vida. Con una sexualidad equívoca y un
tiempo de existencia asfixiante y artificial que no llenó ni el cine ni la música
ni aquella escritura deshilvanada que
tomaba forma entre vapores de cocaína y humos de marihuana. Caicedo
no calzaba a los rigores del diario vivir
porque era un desadaptado.
Andrés Caicedo, Jaime Acosta y Pilar Villamizar en el rodaje de Angelita y Miguel Angel
Aquellos falsos valores que
fingen un destino, siempre
perdido, y todo esto marcado
bajo el embrujo de una
quimera.
Le dice a su madre que no quiere aumentar su vergüenza por lo que, sin
duda alguna, presenció Patricia, de
la que también se despide con otra
carta que bordea los límites de su
desesperación. Ella regresa al pequeño
apartamento para asistir, sin imaginarlo
previamente, a sus últimos instantes.
Sesenta píldoras de seconal dejaron
su mirada abierta y extática a la inconmensurable vacuidad de la vida, unida
ya a los siglos sin nombre de la muerte.
Al lado de su cara quedaba la primera
edición de “Viva la música”.
Andrés Caicedo es hoy uno de los más
admirados escritores latinoamericanos.
Vi en Buenos Aires, en la mejor librería,
un estante especial dedicado a él, donde la gente se acercaba y compraba
llena de admiración. También lo presencié en México y se que lo mismo ha
11
ocurrido en Madrid. Me hizo recordar
el triunfo de otra adolescente, francesa,
llamada Françoise Sagan, que había escrito un libro intimista titulado Bonjour
tristesse y fue un gran éxito en la literatura de los cincuenta. Por supuesto el
suicidio consagra, conmueve y resalta
los valores. Así ocurrió con Silva, con
Alfonsina Storni, con Hemingway, con
Virginia Wolff, con Steffan Zwaig, con
Safo y todos los que en la “ceguedad
del aquilón”, de que hablaba Barba,
encontraron el fin de mano propia.
Que viva la música es una obra literaria
propia, hecha y terminada, que bucea
en ese nunca estar de la adolescencia.
Que penetra en el fondo oscuro y sin
nombre del que no encuentra su identidad. Aquellos falsos valores que fingen
un destino, siempre perdido, y todo
esto marcado bajo el embrujo de una
quimera. Esa es la música que reparte
alegría y la finge, pero no se queda.
Porque un rato después se convierte en
la resaca de la soledad. Caicedo, entregando a la escritura su alma, finalmente
comprendió el drama y lo llevó a unas
páginas que hoy por hoy acercan al
laberinto y son inmortales.
Los Licores de Frutas
Cuando no solo la esencia si no la pura fruta está dentro de la botella
Por: Lily Mosquera de Jensen
E
l arte de hacer vino es probablemente la manera más antigua de
preservar las frutas. Mas tarde,
aparentemente inventada por los árabes, apareció el proceso de destilación.
Estos licores se conocieron en Europa
en la Edad Media, e inmediatamente
ocuparon su lugar en la cocina, al lado
de los vinos. Desde entonces, tanto los
vinos como los licores hacen parte de
los ingredientes en las preparaciones
de todos los cocineros.
Entre las bebidas alcohólicas, los brandys y los licores hechos a base de esencias
de fruta, son los más usados en las preparaciones de postres. Los que están
hechos a base de grano, papa o caña,
son menos preferidos que los de frutas,
a excepción del ron.
Siempre he experimentado especial
curiosidad por un licor de pera que viene
con la fruta entera, dentro de la botella
y la primera vez que me lo ofrecieron en
una comida, naturalmente yo no era la
única intrigada con algo que parecía una
magia. El dueño de casa, gran anfitrión
y buen gourmet, nos descrestó a todos
con su versión, que mas parecía una tomadura de pelo. La hermosa pera en la
botella, se convirtió en animado motivo
de conversación. Mas tarde comprobé
que el cuento de mi buen amigo era
verdad.
que pudiera competir con los mejores
de Francia. Sus amigos pensaron que
estaba loco. En efecto, se necesitan 9
toneladas de peras de la mejor calidad
para destilar 100 galones de brandy.
Pero la tenacidad de McCarthy lo llevó,
comenzando por las peras de su propio
cultivo, a fabricar brandys deliciosos, no
solo con sus peras, si no con cerezas,
manzanas y ciruelas de diferentes cultivos de Oregon. Hoy día, los brandys que
produce su destilería son los mejores de
Norteamerica y pueden competir con
los europeos. “Lo mas importante para
hacer un buen brandy, dice McCarthy, es
usar una fruta perfectamente madura.”
Aunque parezca mentira, las botellas se
amarran de las mejores peras, cuando
están pequeñas, la fruta va creciendo
dentro de la botella
y se arrancan cuando
ya maduran. El resto
de las peras se cosechan verdes, se dejan
madurar en condi-
ciones muy controladas y se usan en la
destilería, después de ser trituradas. Se
dejan fermentar y luego se meten en
barriles de cobre que se sumergen en
agua caliente para sacar el alcohol por
evaporación. Las botellas con las peras
se limpian totalmente a mano, para que
no les quede ningún residuo o basura
del árbol. En seguida se llenan con el
licor y se sellan.
Vale la pena comprar licores o brandys
de la mejor calidad y ofrecerlos a sus
invitados después de café. Duran bastante después de abiertos y además
se pueden aprovechar en la cocina ya
que lo que se usa es muy poquito. Se
pueden usar para marinar unas frutas,
para bañar un biscochuelo, para darle
sabor a una salsa o almíbar, que puede
convertirse en un delicioso
postre. Pero mas que nada,
resulta realmente fascinante ofrecer un brandy exquisito, de una botella con una
pera entera dentro.
En 1985, Stephen McCarthy inició su industria de brandys de frutas, en Oregon,
12
13
Club Popayán. Almuerzo ofrecido por Mario Fernando Prado. De izquierda a derecha: Luis Eduardo Ayerbe, el “Mono” Duque, Nelly Vallecilla, Juan Pablo
López, Diego Angulo, Mister Simmonds ll, Guillermo Alberto González Mosquera, Mario Fernando Prado, Juan Cristóbal Velasco y Felipe Velasco Acevedo.
En Estas Épocas
En Estas Épocas
14
Carlos Juri Feghali, Olga Lucía Duque Gómez , Octavio Villegas, Luis Gilberto Uribe, Eduardo Sten Lawritzen y Álvaro Arbeláez Sanz
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En Estas Épocas
De Épocas Pasadas
Florencia Monsalve Martínez con los hermanos: Germán, Javier, Jorge Hernán y Álvaro Zuluaga Henao.
El Antes y el Después: Hermanos María Clara, Àlvaro Josè y Carlos Enrique Zuluaga Venegas.
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Claudia Otero Sanclemente y su nieta Emma Roldán Valencia
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De izquierda a derecha: Isabella Vernaza Alhach, sin identificar, Juliana Ochoa Londoño, María Clara Zuluaga Venegas y María Andrea Vernaza Alhach.
Sentadas: Ángela Villegas Londoño, María Isabel Victotia y Ana Fernanda Correa Londoño
De Épocas Pasadas
En Estas Épocas
18
Pablo Guerrero, Daniel Hernández Tascón, Mónica Duque, Martha Patricia Tascón, Mauricio Hernández Tascón y José Fernando
Zamorano Hincapié.
19
En Estas Épocas
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20
21
las iglesias de cementerio y que huele
a una mezcla de vendedor de Bonice,
crema Ponds y gladiolo.
Qué pena morirse
“Siempre he pensado que el mejor día para morirse
es un domingo por la mañana, ojalá víspera de puente”
Por: Francisco Mejía Azcárate
E
l tema de la salud alimentaria y la
vitalización del cuerpo ha llegado
a tales niveles de perfección que
no me quiero ni imaginar la cantidad de
personas que van a haber de 90 años
con un cuerpo ‘super fit’ y sin saber
que van hacer con toda esa vitalidad,
porque muy seguramente la mayoría va
a tener Alzheimer, o al menos demencia senil. Sin embargo, es inevitable,
no importa que tanto nos cuidemos,
que tanto recemos o que tanto nos
escondamos, todos nos vamos a morir.
La muerte es el gran igualador social
por excelencia, se muere el bueno y
se muere el malo, se muere el rico y se
muere el pobre, aunque, hay muchas
más probabilidades que el rico tenga
una ‘morida’ menos apabullante o por
lo menos lo haga en una cama más
cómoda.
morirme un viernes por la tarde y poner
a la gente a ir a velorio por la noche y
tirármeles la salida a comer, aunque se
me hace peor aún con los que no se
enteran ese día sino el sábado por la
mañana en el periódico, entonces se les
embolata la lavada del carro y la ida a la
droguería de La 14 a comprar las drogas
de la semana. No faltarán las peleas
porque el uno quiere ir al entierro a
despedir al amigo y la otra a Ginebra
a tomar sancocho con la mamá… “teníamos esto planeado hace un mes”…
“¿ahora que le digo a mi mamá?” …
“se me hace el colmo”… “¿y ustedes si
eran tan amigos?”. Claro que no falta el
que dice, no nos vamos a tirar la ida a
Ginebra por eso, mirá cuando hay una
misa y vamos a la misa, en todo caso,
sea como sea, que pena poner a la
gente a ir al entierro de uno un sábado
porque fijo el entierro lo ponen a las 3
de la tarde, con ese calor que hace en
esas iglesias de los cementerios que no
tienen ni siquiera un ventilador para el
cura y que cuando medio ventea un
poquito se revuelve ese almizcle típico
que genera un aroma patentado por
Siempre he pensado que el mejor día
para morirse es un domingo por la
mañana, ojalá víspera de puente, de
esta manera todo el mundo anda de
paseo y se enteran cuando a uno ya lo
han enterrado. Me muero de la pena
22
Los mejicanos, por ejemplo, tienen
muchas supersticiones con relación a
la muerte y un apego especial a las ánimas, tanto así que cada 2 de noviembre
hacen paseo con merienda y todo para
el cementerio y se llevan toda la familia,
incluido el perro, el gato y hasta el canario; ven a la muerte como una etapa
más y tienen el anhelo de encontrarse
con los que partieron antes, no así los
colombianos, acá le tenemos pavor
a ‘esa señora’, a pesar que el deporte
nacional es matar gente o … ¿quién no
tiene un familiar o amigo que lo hayan
matado por cualquier cosa, ya sea por
problemas de plata, de faldas o simplemente por robarle un teléfono celular?
No faltarán las peleas
porque el uno quiere ir
al entierro a despedir al
amigo y la otra a Ginebra
a tomar sancocho con la
mamá… “teníamos esto
planeado hace un mes”…
“¿ahora qué le digo a mi
mamá?” … “se me hace
el colmo”… “¿y ustedes sí
eran tan amigos?”.
El primero que no se quiere morir soy
yo, aparte que me da pena con mis
amigos, me da un ‘culillo’ tremendo,
aunque en eso mi hermano Lalo, me
gana, sin embargo, mi suegra nos gana
a los dos. La conozco hace 40 años y
desde entonces nunca se ha sentido
bien pero le tiene un apego enfermizo
a la vida y un pánico descomunal a la
muerte. Una vez, al finalizar el 2015, una
señora que le estaba haciendo un masaje le dijo que ella podía predecir cosas
y a mi suegra se le ocurrió preguntarle
que si ella podía decirle cuando se iba
a morir. La señora le respondió que en
marzo de 2016. Al menos le dio cuatro
meses de vida, que son más de los que
dan en una EPS.
Mi pobre suegra, no tuvo vida, esos
cuatro meses fueron un tormento para
la pobre, vivía colgada del minutero
del reloj para que no avanzara, estaba
asustada y melancólica, aunque nunca
inapetente. Cuando alguien la iba a
saludar, decía: “este vino a despedirse”,
y así pasó enero y febrero, pero cuando
llegó marzo, la pobre no sabía si acostarse arriba o debajo de la cama… y
23
marzo avanzaba lentamente y mi suegrita en pánico, sin embargo, el apetito
siguió intacto. Un día hablando con
ella caí en cuenta que a diferencia de
su tradicional respuesta “aquí sobreviviendo que es el milagro” a mi saludo de
“¿cómo está suegrita?”, durante marzo
siempre me respondió “muy bien mijo”,
como queriendo despistar al enemigo,
finalmente marzo pasó y pasó abril,
ahora mayo está finalizando y pronto
será 12 de Julio, fecha en que mi suegrita cumplirá 89 años, tan aferrada a
la vida como cuando tenía 20 y yo que
cumpliré en junio, espero morirme un
día aún lejano que no interfiera con
los planes de ocio de mis familiares y
amigos, porque ahí sí “me muero” de
la pena.
En Estas Épocas
En Estas Épocas
Ana Milena Parra Turbay, Poncho Zuleta y Gustavo Alberto Lenis Steffens.
De pie de izquierda a derecha: Ximena Trujillo, Diana Villaquirán y Mapi Velasco. Sentadas: Jelin Quintero y María Claudia Velásquez
24
Gerardo Díaz Lalinde, Bertha Cecilia Rojas de Díaz y su hija María Virginia Díaz Rojas.
25
De pie: Jaime Piedrahita, Mariela de Piedrahita, Pedro Piedrahita, Cruz Elena Orozco y Julian Guerrero. Sentados: Niña Catalina Piedrahita, Mavelyn Orozco,
Martha Cecilia Calero de Borrero, Vicente Borrero, Beatriz Botero y José Luis Borrero,
De Épocas Pasadas
En Estas Épocas
26
Alberto José Valencia Giraldo y el Procurador General de la República Alejandro Ordoñez Maldonado
27
En Estas Épocas
Jorge Enrique Monsalve Rada y sus hijas: Ángela, Mónica, Claudia y Clara Monsalve Concha
En Estas Épocas
28
Guillermo Payán, Lida Martínez de Payán, Santiago Payán Tascón y Sebastián Payán Calle. Adelante: Mariana Payán Tascón y Juan
Pablo Payán Calle.
29
Olga Lucía, Felipe y Patricia Garcés Molina, Olga Lucía Molina de Garcés, Leonardo Garcés Sinisterra, Diana Aristizabal, Ricardo Garcés Molina, Ángela Sanint
Peláez y Carlos Arturo Garcés Molina.
De Épocas Pasadas
De Épocas Pasadas
De Épocas Pasadas
Humberto Arias y Álvaro Guerrero.
30
31
El Museo La Tertulia
60 Años
Por: Leonardo Medina Patiño
E
n este momento histórico donde
se protege con mayor ahínco el
patrimonio de la humanidad,
donde acudimos a celebrar con beneplácito las diferentes maneras que tiene
el hombre de conservar su memoria, a
través de las diversas manifestaciones
del arte, es un orgullo para Cali que un
museo de arte moderno llegue con
vitalidad a los sesenta años.
Para conmemorar esta fecha, de un
espacio destinado al arte, al cine,
al encuentro con el otro, es decir, a
-como dice su nombre- la tertulia,
se ha programado una serie de exposiciones que han pasado por los
grabados de Van Gogh, la obra de
Beatriz González y actualmente la de
un vallecaucano ejemplar que está
mostrando al mundo su mejor des-
32
treza de artista plástico: José Horacio
Martínez.
José Horacio es un Bugueño tranquilo,
dedicado a su pasión, estructurado,
docente del conservatorio “Antonio
María Valencia” y se ha forjado tenazmente para pulir su obra, mostrar
sus vibrantes colores que reflejan ese
apego por la caleñidad, por los atarde-
cer multicolores de esta sultana (me
decía); su obra en gran formato y su
fuerza al pintar diferentes momentos o
estadíos del Ser, reflejan todo ese vigor
que quiere mostrar a sus visitantes.
Diría, sin ser erudito en el tema, que
es uno de los cinco primeros artistas
contemporáneos de nuestro país. Un
gran homenaje se rinde al museo La
Tertulia, con esta exposición.
Pero este escenario también presentó
hace pocos días la película de Luis
Ospina “Todo comenzó por el fin”,
donde aborda una época de la historia
de Cali, con el conocido “ciudad solar”
que Hernando Guerrero rememora
siempre y que Ospina, en la película,
ha inmortalizado.
“Paciente” es otra de las muestras que
presenta el museo, y así se puede
comentar una serie de actividades
diversas, todas de primer nivel, que se
han programado para todo el año y que
seguro, han acertado sus directivas.
Una idea que nació hace 60 años, y que
sigue viva, palpitante en esta ciudad,
evidentemente debe generar una reciprocidad de esta a quienes han forjado
ese sueño. Sus directivas hoy logran, de
una forma indiscutiblemente atinada,
perpetuar lo que doña Maritza Uribe
de Urdinola sembró. La ciudad, repito,
debe retribuir con creces a la actual
directiva, representada en su directora
Ana Lucía Llano Domínguez quien de
una manera inagotable, acompañada
-por supuesto- de un equipo de trabajo
joven, dinámico y bien intencionado,
por lo que brinda a la región y al país
entero, con toda esa gama de muestras
que se pueden apreciar a lo largo del
año en el museo
Se sabe, no es un trabajo individual ni
de un poco tiempo para acá, es el resultado de sesenta años de incesante labor, con las dificultades propias de este
tipo de escenarios, donde el apoyo a
veces es muy escaso (uso el superlativo,
porque es así), donde se siente como un
33
gasto y no como una inversión, donde
se mira de lejos con cierta miopía política y ligereza mental. Pero bien, como
un roble se ha sostenido y ha podido
demostrar que el arte puede más que
el presupuesto, que sus proyecciones
superan las dificultades y que en esta
nueva etapa que vive Colombia, seguramente el museo La Tertulia, tendrá
papel protagónico.
El denominado posconflicto o posacuerdo será un motivo para que
desde el museo se logren nuevos objetivos para la sana convivencia, para
abonar un camino que consolide la
búsqueda de la paz y la reconciliación,
para hermanar, para unir y sólidamente construir con mirada transparente
– como lo ha hecho siempre el arte-,
un mejor vivir para nosotros y futuras
generaciones.
En Estas Épocas
En Estas Épocas
El Niño y El Mar
Por: Antonio Joaquín García Sierra
Se dice que un niño, antes de la primera comunión, ha visto en la pantalla más de quinientos asesinatos; de
allí, supongo, la gran insensibilidad
que hay con respecto a los espantosos crímenes que en la realidad
se cometen todos los días. Prefieren
ver un programa a caminar por un
parque y pierden rápidamente lo que
la gente de antes llamaba “la inocencia”. Se convierten en adolescentes
prematuros y en ese estado confuso
se quedan hasta que alguien, o algo,
los obliga a madurar.
Yo crecí en una época diferente y hasta
los siete años estuve convencido de
que a los niños los traían las cigüeñas.
Según el registro civil y la cédula, nací
en Cereté, una población de 90.000
habitantes, situada en el departamento
de Córdoba, en el Valle del río Sinú.
Cuando cumplí los diez años mis padres
resolvieron enviarme a estudiar a Cartagena. Aprovecharon que unos amigos
viajaban y me subieron con mis bártulos a un bus que tardó quince horas en
llegar a la capital del departamento de
Bolívar. Había tan poco espacio entre
los puestos que estuve todo ese tiempo
en posición fetal y cuando llegamos
creí que se me había olvidado caminar.
Tuvieron que ayudarme a bajar. El viaje
transcurrió por una carretera destapada
y polvorienta, en medio de plantaciones de algodón, y el armatoste paraba
en la plaza de los pueblos para dejar y
recoger pasajeros. Un calor sofocante
nos acompañó durante todo el trayecto
y recuerdo las frituras, los dulces, las
frutas y los jugos que en las paradas
nos ofrecían.
A Cartagena llegamos al atardecer de
un día de verano y desde el fuerte de
San Felipe conocí el mar. A esas horas,
el horizonte estaba lleno de colores y la
silueta de las aves marineras se recortaba contra el cielo azul. Recuerdo las
palmeras que bordeaban la bahía, la
brisa y los coches tirados por caballos.
Caminamos hasta el hospedaje por
las calles estrechas, bajo los balcones
cargados de flores. El mar se nos metió
34
en el alma y tengo desde entonces un
caracol que guarda el ruido del mar.
Allá terminé la primaria y me gradué
como bachiller. ¿Para qué describir una
ciudad que ha sido filmada y pintada infinidad de veces? Una fotografía, según
los chinos dice más que mil palabras.
Julia María Saavedra Saavedra y Gerardo De Francisco Cucalón.
En Cartagena viví mi niñez, mi adolescencia, mi primera juventud, y en mi
memoria se agolpan nombres, rostros
y miles de experiencias. Las primeras
novias, las serenatas a la luz de los faroles y la luna y las fiestas de los sábados.
| @LA14SA
L
os niños de antes éramos distintos.
El gran juguete era la imaginación.
Los soldaditos de plomo, las muñecas de trapo, los carritos de cuerda.
Los de ahora, con juguetes electrónicos
como el televisor, el celular y el computador, no ejercitan la inteligencia
sino que reciben datos, toneladas de
información.
SIEMPRE
TE DA MÁS
En la heroica, la historia te salía al paso
en cada esquina y con un poco de
imaginación se podía ver el velamen
de los buques de guerra del almirante
Vernon, y a don Blas de Lezo, ese hombre íntegro al que le faltaba una pierna,
un brazo y un ojo, defendiendo desde
las murallas la asediada ciudad. Allí
aprendí a admirar el valor y el temple
de nuestros próceres.
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Cómo serán de maravillosos el mar y la
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Enero 23 - 30
Febrero 6 - 13 - 20 - 27
Marzo 5 - 12 - 19 - 26
Abril 2 - 9 - 16 - 23 - 30
Mayo 7 - 14 - 21 - 28
Junio 4 - 11 - 18 - 25
Carlos Campo, Juan Francisco Guerrero, Carlos Aljure, Luis Fernando Lenis, Óscar Plaza, Juan Gabriel Saavedra, Juan Fernando Cervino, Andrés Meza y
Andrés Pardo.
De Épocas Pasadas
En Estas Épocas
36
Pedro Sellarés, Óscar Mazuera y Pepino Sangiovani.
37
¡Yo quiero ser como Yo!
Por: Mario Humberto Lopera Ospina.
estar Inspirado siempre. Ello significa vivir dentro de tu propio espíritu, dentro
de tus mejores sueños y al lado de tus
más grandes amores. Todo eso junto, al
tiempo, es lo que permite que la vida
tenga su propio arcoíris, y este, seguro,
estará lleno de los colores más bellos,
de los que viven dentro de tu corazón.
S
í, así como suena. Cada uno está
en la obligación de poder hacerlo.
De siquiera intentarlo una y otra
vez. “Yo quiero ser como yo.” Quiero
parecerme a mí mismo, ser yo mismo.
Luchar por mi vida y mis sueños con
todas las fuerzas de mí corazón. Amar
como debe ser y hacerlo con alegría,
ternura, pasión, desprendimiento y humildad. Sentir que las cosas pasan por
el meridiano de nuestra vida diaria y lo
hace desde bien adentro del corazón.
Entender, por favor, que se ha venido
a la vida por una sola razón: ¡Ser feliz!
Esa es la meta que debemos perseguir
todos. El ideal de cada vida. Verse y
sentirse como ser humano perfecto
tiene que ser la manera de poder crecer y vivir lleno de gozo. Entender, por
fin, que nunca estuvimos aquí y nunca
volveremos, es lo que nos tiene que
obligar a dejar nuestra huella. A que
sea mucho más que un reto de vida,
38
de salud mental, de alegría infinita. Y
al aceptar ese gran desafío, debemos
apersonarnos y apasionarnos con él. Sí,
así como queda escrito. Se hace perentorio entender porqué estamos aquí,
sin importar ni la edad, ni la condición
social o económica, pues nada de eso
puede estar por encima de las ganas
de ser felices.
El primer elemento necesario para lograrlo es la INSPIRACIÒN. Se requiere
Gozar de un cuerpo físico tiene sentido
sí, solo sí, ese cuerpo es consciente de
tener un espíritu regente dentro de sí
mismo y la dirección la tiene que ejercer este último como debe ser. Somos
administradores de todo lo que pase
con nuestro cuerpo y con nuestra vida,
y esa es nuestra mayor responsabilidad.
¡Seguro!
Una vida Inspirada no puede tener
límites en busca de su propia felicidad.
Esa vida sabe que ha venido al mundo
para ser feliz y que toda la felicidad que
requiere está dentro de sí mismo: En su
espíritu, en la fuerza de este y en esas
ganas de coadyuvar la de sus grandes
amores. Por lo mismo está obligado,
independiente de todas las circunstan-
Quiero parecerme a mí
mismo, ser yo mismo.
Luchar por mi vida y mis
sueños con todas las
fuerzas de mí corazón.
Amar como debe ser y
hacerlo con alegría, ternura,
pasión, desprendimiento y
humildad.
cias, a luchar sin tregua ni descansó “en
busca de un futuro mejor, frente a un
presente imperfecto.”
La vida, como la experiencia más maravillosa, debe ser entendida como un
gran reto de oportunidades; llena de
espiritualidad, desacomplejadamente
auténtica y todos, sin que falte ninguno, deben tener una voz y una forma
respetable de poder expresar las ideas
que bullen dentro de sí mismo.
39
Una vida llevada de la manera anterior
permite hacerlo sin máscaras de ningún
tipo. No se hacen necesarias. Lo que
siempre muestras es todo lo que tienes
dentro de ti mismo. Es la presentación
de tu propia espontaneidad. Es la entrega permanente del SER por el DEBER
SER. Es la apoteosis indescriptible del
adentro de tí mismo que encuentra en
esa forma de ser, de vivir, de actuar su
mayor compensación a la administración que haces de tu propio yo.
Queda entonces, solo entender, que
para cruzar el camino de la vida como
debe ser, se requiere tener un ser social
que permita entrelazarse con la gente
para formar parte de esa sociedad que
vive alrededor. Una pareja. Una familia.
Unos amigos. Pues es en medio de
todos ellos que se hace la vida, que “se
hace camino al andar”, y se aprende a
querer con toda el alma. Por lo mismo
vale la pena mirarse al espejo y desafiarse una y otra vez, hasta lograr entender
que este es el momento de confiar en ti
mismo. No hay nadie como tú. ¡Vamos,
tú puedes! ¡Este es tu tiempo!
En Estas Épocas
En Estas Épocas
Luz María Botero O’byrne y José Zuluaga
Mario Vallejo Salazar hijos y nietos: Arriba: Nicolás Suárez Vallejo, Laura Vallejo Arbeláez, Hernando Vallejo Tafur. Al centro: Alejandro
Algarra, Isabela Vallejo Tafur, Mario Vallejo Salazar, Virgina Vallejo Tafur. Abajo: Nicolás Suárez Fiat, Santiago Suárez Vallejo, Martha
Arbeláez y Daniel Vallejo Arbeláez
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41
En Estas Épocas
Museo de la Cinematografía
Teatro Jorge Isaacs
Fotografía tomada desde el Puente Ortiz en el año 1935. El teatro aparece en el centro de la imagen en la esquina de la Carrera 3a. con Calle
12 y aun hoy permanece en ese lugar. Fue concebido con un estilo
neoclásico francés, por el empresario caleño Hermann Bohmer, quién en
solitario lo financió y edificó con la asistencia de los ingenieros italianos
Gaetano Lignarolo y Guido Micucci, en el mismo sitio que antes había
ocupado el Teatro Salón Moderno, recinto muy popular que se incendió en 1928 y al cual reemplazó en forma definitiva. El esplendoroso
escenario fue inaugurado el 26 de diciembre de 1931. Contaba en su
interior con una platea y tres palcos en forma de herradura y durante
varias décadas su acústica fue aclamada por los grandes artistas y las
compañías de teatro que lo visitaron. Un aspecto interesante que se
observa en esta imagen son las bellas figuras con antorchas que decoraban el exterior y custodiaban la fachada del teatro. Esos mármoles
y mucha de la decoración, habían sido concebidos 4 años antes durante la construcción del teatro por el arquitecto bogotano Mauricio
Ramelli, un artista de ascendencia suiza especializado en decoración
y restauración de cielo rasos. Hoy esas figuras lamentablemente ya no
adornan el Teatro y fueron retiradas. El 24 de junio de 1935 el Teatro
estaba estaba listo para realizar una de las más grandes presentaciones artísticas de su historia con la presencia del cantautor de tangos
argentino Carlos Gardel, quizás el más famoso cantante del mundo
en aquel momento; pero en la mañana de aquel día fatídico mientras
la ciudad de Cali aguardaba la llegada del mítico artista, este fallecía
carbonizado en un terrible accidente de aviación en Medellín,
cuando el avión que lo traía realizaba una escala técnica en su
vuelo desde Bogotá. Por ese luctuoso motivo el teatro debió cancelar la única presentación artística de Gardel en la ciudad. Después
de 30 años de esplendor en la actividad cinematográfica, artística
y teatral, llegaron tiempos difíciles para el Teatro Jorge Isaacs. Sus
propietarios decidieron venderlo a una empresa cinematográfica
por los elevados costos de mantenimiento, lo que lo condujo a un
paulatino estado de deterioro y abandono. El 26 de noviembre de
1984, ante el clamor de la ciudadanía caleña por recuperar el decaído
inmueble, fue declarado ‘Monumento Nacional’ y en 1986 fue adquirido por la Administración Municipal. La Corporación para la Cultura,
entidad creada por la Alcaldía de Cali, inició la remodelación del edificio
en julio de 1989. Desde entonces el teatro se ha dedicado exclusivamente a las presentaciones teatrales y ya no ofrece funciones de cine.
En el poster recostado en el suelo y que estaba siendo colgado ese
día, se puede leer: “Gary Cooper y Ann Harding, Filme Peter Ibbetson”.
Aquella fue una cinta de la Paramount Pictures titulada en castellano
como “Sueño de amor eterno”. Consulte www.caliwood.com.co
42
Cuatro generaciones. Aida Fernández de Soto Sanclemente,
María Paulina Ruiz Fernández de Soto, María Fernanda y Patricia
López Ruiz y niño Santiago Mejía López
43
En Estas Épocas
2011. Reconocimiento y condecoración de la Dian a Carlos Ernesto Herrera. De izquierda a derecha: Carmen Elisa Paz, Zamira Salcedo
Castrillón, Carlos Ernesto Herrera y Lucía Vergara de Olaya (Directora de la Dian- Impuestos.
Invita:
Organiza:
Patrocina:
Aliados Estratégicos:
Aliados Mediáticos:
Mercedes Sardi de Holguin, Nana Holguín, Ximena Garcés Holguín y Alfonso Holguín Beplat.
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Fernando Ángel, Melba Urdinola, Octavio Mesa, Carmenza Urdinola, Diego Ángel y Luz Urdinola.
De Épocas Pasadas
De Épocas Pasadas
De Épocas Pasadas
Carmenza Urdinola Mejía.
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47
De Épocas Pasadas
Su Memoria Sobrevivirá a Su Época
Scouts 1960: Adolfo Lloreda, Francisco Concha, Juan de Dios Díez y Luis Fernando Mejía.
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Mario Vallejo Salazar
Jorge Enrique
Monsalve Rada
Alberto José
Valencia Giraldo
Rosa Elena Molina González
Margoth Tascón de Forero
María Eugenia
González Quintero
Olga Cecilia Saldarriaga
Diego Velasco Castro
Julia Gálvez Velásquez
Fernando
Londoño Gutiérrez
Félix Arturo
Quiceno Monsalve
Gilma Gutiérrez de Robledo.
María Norbeida
García de Escobar
Jaime Rodríguez Cerón
Alicia Velásquez de Sacotto
Efraín Villamil Herrera
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