loS DEtErmInAntES PolítICoS y EConómICoS DE lA AProbACIón

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Fotografía: Angel Colunge
Fotografía: Jaime Villavicencio
Análisis económico y social
COYUNTURA MAYO - JUNIO 2009
Año 5 número 24
Arturo Maldonado
Sociólogo, coordinador de campo del Instituto de Opinión Pública de la PUCP
Josedomingo Pimentel
Asistente del Instituto de Opinión Pública y alumno de la Especialidad de Ciencia Política
Los determinantes políticos y
económicos de la aprobación
del presidente Alan García
Introducción
El presente artículo intenta hallar los determinantes
políticos y económicos de la aprobación del presidente
Alan García en lo que va de su actual período presidencial.1 Analizaremos, a través de modelos estadísticos, los
factores que determinan que la ciudadanía tenga más
probabilidades de aprobar la gestión de García. Hay
que señalar que estos factores se mueven, por supuesto, en un marco general de debilidad institucional,
presidencialismo, tentación populista, multipartidismos
polarizados, desafección por la democracia y desaprobación generalizada de las instituciones políticas y de
los políticos, todas estas, características de los regímenes políticos de la región.
Las variables económicas que componen el primer
modelo explicativo de la aprobación de Alan García, en
lo que va de su gobierno, son: la inflación, el empleo,
1.Este artículo es una versión basada en la ponencia: «Los determinantes políticos y económicos de la aprobación presidencial
durante los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García» de
Arturo Maldonado y Josedomingo Pimentel, presentada en el
Segundo Congreso Latinoamericano de Opinión Pública de la
World Association for Public Opinion - WAPOR Lima -, realizado los
días 22, 23 y 24 de abril de 2009. (WAPOR). Realizado en Lima los
días 22, 23 y 24 de abril de 2009.
el producto bruto interno, y dos variables «subjetivas»
como son los índices de percepción de la situación
económica actual y futura. Ambos índices, propuestos por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia
Universidad Católica del Perú (IOP), están basados en
la percepción de la situación económica tanto a nivel
sociotrópico (de todo el país), como a nivel egotrópico
(del individuo). Por otro lado, las variables políticas que
componen el modelo son: el número de huelgas, trabajadores involucrados en huelgas, conflictos sociales
activos y conflictos sociales latentes, y variables políticas
«subjetivas» como el índice de percepción de la situación política actual y futura, además de la aprobación
presidencial retrasada en un mes.
Análisis del período presidencial
La tabla 1 muestra los resultados para tres modelos propuestos: el primero incluye todas las variables que nos
parecen relevantes; el segundo incluye solo las variables
económicas; y el tercero, solo las variables políticas. Nos
pareció conveniente hacer estas distinciones debido a
que el modelo general podía ocultar algunas relaciones
que podían ser relevantes de analizar en modelos más
específicos a cada grupo de variables.
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Tabla 1
Modelo de regresión lineal para las variables determinantes de la
aprobación de la gestión de Alan García
Coeficientes de los determinantes de la aprobación presidencial de Alan García
Variable
Constante
Aprobación presidencial (retrasada)
Inflación
Huelgas
Trabajadores involucrados en huelgas
Empleo
PBI
Conflictos activos
Conflictos latentes
IPSE actual
IPSE futura
IPSP actual
IPSP futura
R2 ajustada
N
F
Modelo 1
Modelo 2
Modelo 3
Var. económicas Var. políticas
131,961
86,348
-1,389
-0,206
-1,333
0,190
-0,65e-4
-6,048
0,017
-1,543*
0,2
0,038
0,104
1,023
-0,836
0,426
0,825
0,912
27
23,462*
-1,007*
0,108
1,263*
-0,005
0,869
28
36,779*
-0,093*
-0,059
-0,437
1,418*
0,867
27
34,845*
Nota: los valores son coeficientes de regresión no estandarizados. *p 0,05 ¿Entre la p y la cifra va
un signo?
De los resultados, observamos que la variable de aprobación retrasada no aparece como significativa.2 Esto
daría alguna pista de que, para este segundo período
de García, la evaluación que hace la opinión pública
no es acumulativa; es decir, que hechos que pudieron
haber impactado en meses pasados se esfuman y no
tienen «efectos permanentes» en los meses siguientes.
Lo que podría sugerirnos cierto manejo acertado de
estos por parte del gobierno.
Respecto al conjunto de variables económicas, vemos
en primer lugar que la variable inflación aparece como
no significativa. A pesar de que el signo del coeficiente
nos indicaría que aumentos en la inflación ocasionarían
una erosión de la aprobación, al ser no significativa, nos
revela que estos cambios no son sustantivos en la variación de la variable dependiente. Esta afirmación iría de
la mano de la constatación de la relativa estabilidad de
2En un trabajo de Kurt Weyland se indica que «al retrasar la variable
dependiente este modelo toma en cuenta los efectos finales de
valores previos de las variables independientes (transformación
Koyck). En esta forma los estimados de los parámetros para las
variables independientes miden solamente el impacto de estas
variables en cada punto del tiempo, mientras que los efectos
permanentes de estas variables en periodos subsecuentes son
captados a través de la variable dependiente retrasada». Falta la
referencia, es una cita textual.
la inflación, evidenciado en su permanencia por debajo
del 0,4% en promedio. Hay que indicar que la inflación
venía siendo un tema de agenda debido al desastre
económico del primer gobierno de García.
La variable económica que sí aparece como significativa
es el empleo, aunque el signo que presenta el coeficiente es negativo. Debería interpretarse que aumentos en
los índices de empleo acarrean descensos significativos
en la aprobación presidencial. Una posible explicación
de este fenómeno tendría que ver con las expectativas
de la población respecto al desempeño del presidente.
Es decir, al comienzo del período presidencial, la población tuvo altas expectativas que se manifestaron en la
necesidad de resultados o medidas de gran impacto
para satisfacerlas. Sin embargo, tanto el gobierno
de García (como el de Toledo), respecto al empleo,
mantuvieron la tendencia ascendente, pero sin lograr
aumentar la pendiente, de tal manera que se lograra
un impacto espectacular en la población acorde con
sus altas expectativas. Una vez que las expectativas respecto al desempeño presidencial menguan, variaciones
positivas en el empleo sí se consideran. La pregunta es
si esta misma tendencia aparecerá en la segunda mitad
del período de García.
Hay que indicar que, en este modelo general, las variables de percepción de la situación económica actual y
futura aparecen como no significativas. En resumen, se
podría decir que actualmente la aprobación presidencial se sostiene en variables económicas macro, y que
las variables micro no son significativas. Podríamos afirmar que si bien la situación económica es aún estable,
y así es valorada, esto no es suficiente para la población,
que haría falta otro tipo de medidas para que la población sienta la estabilidad e incluso bonanza económica
en sus bolsillos, y este sea un factor de aprobación de la
gestión gubernamental.
Respecto al grupo de variables políticas seleccionadas, vemos que ninguna es significativa en el modelo
general, ni los indicadores objetivos como número de
huelgas, número de trabajadores involucrados en las
huelgas o conflictos, ni los subjetivos como la percepción de la situación política actual y futura.
Una vez que enfocamos nuestra mirada en cada paquete de variables por separado, vemos que aparecen
nuevos indicadores significativos y que son sugerentes
para el análisis. En el caso de las variables económicas,
vemos que además del empleo, aparece como significativa la percepción de la situación económica actual, y
esta aparece con signo positivo; es decir, que a medida
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que esta percepción va mejorando, entonces esto tendría un impacto positivo en la aprobación presidencial.
En el caso de las variables políticas encontramos que
la percepción de la situación política futura y los conflictos activos aparecen como significativos; aunque
estos últimos con un impacto mínimo. La percepción
de la situación política futura se comporta directamente
relacionada. Más allá del signo positivo, esperado, de
los coeficientes de ambos indicadores, es resaltable la
selección, el hecho que sea la percepción económica
actual y la política futura. Es decir, la aprobación presidencial se estaría basando en una evaluación que los
ciudadanos hacen con un ojo en el bolsillo, y el otro
mirando el futuro político.
Conclusión
Las curvas de aprobación presidencial de los gobiernos
que han precedido al de García han descrito una forma
curvilínea, es decir, el gobierno empieza con una aprobación considerable (período comúnmente llamado
«luna de miel», en donde la evaluación se basa más en
las expectativas que en el desempeño), luego su popularidad decae hacia la mitad del período de gobierno
para, después, repuntar hacia el final del mandato. En
lo que va del gobierno de García, la forma que la aprobación presidencial viene describiendo es una forma
curvilínea, semejante a una parábola. Sin embargo, la
pendiente con la que ha ido cayendo su popularidad es
moderada, si se la compara con la de Alejandro Toledo,
por ejemplo. Estas caídas, intuimos, tienen que ver con
la rebaja progresiva en las expectativas que tiene la
población con respecto a la gestión presidencial.
Como hemos mencionado, nos parece que las expectativas que tiene la población respecto al desempeño
presidencial juegan un rol importante. Es así que, en lo
que va del período del gobierno de García (y también
en el de Toledo), algunos indicadores macroeconómicos, como la evolución del producto bruto interno (PBI)
y la evolución del índice de empleo, aumentan sostenidamente; sin embargo, la población no aprecia estas
mejoras, y a medida que estos indicadores mejoraban,
esto no se traducía necesariamente en un aumento en
la popularidad del presidente. En los primeros meses
de la gestión, a pesar de la mejora de estos indicadores,
las expectativas son más altas, resultando en un saldo
negativo en contra de la aprobación presidencial. A
medida que pasan los meses, como hemos mencionado, intuimos que las expectativas caen o se redireccionan, llegando a un punto de equilibrio y de inflexión, a
partir del cual podríamos decir que el resultado de esta
evaluación de mejoría de estos indicadores frente a las
expectativas, deja un saldo a favor, evidenciándose en
la mejora de la aprobación presidencial en la segunda
parte de los períodos presidenciales.
Entonces, la aprobación presidencial se estaría explicando por factores que comparten una mirada «actualista»
de la economía, y prospectiva de la política. Los factores
económicos más relevantes para explicar la aprobación
presidencial son aquellos que evalúan el aquí y ahora.
Por el contrario, aquellos factores que preguntaban por
el futuro de la situación económica (de las familias o del
Perú) no aparecieron como relevantes. Actualmente,
existe mayor expectativa respecto al futuro económico
debido al contexto de crisis mundial en que nos encontramos. Sin embargo, este contexto aún no es un factor
en la evaluación presidencial, en parte debido a que
la crisis no ha afectado tan gravemente la economía
peruana hasta el momento. No obstante, hay que
indicar además que esta mirada de la economía es una
mirada aún positiva, aunque este optimismo sea frágil.
La ciudadanía es consciente de las mejoras económicas,
y de que esto es un motivo para apoyar al presidente,
especialmente, en los sectores más integrados de la
sociedad. Sin embargo, no es un optimismo desbordado; por el contrario, es un optimismo que linda con el
escepticismo, que ante el menor signo de deterioro de
las condiciones se tornaría pesimista.
En cuanto a los factores políticos vemos que, de la
misma manera, se toma en cuenta el presente, lo que
pasa en la política cotidiana. Pero además aparece
como significativa la mirada prospectiva, es decir, la
evaluación presidencial está dependiendo de cómo la
gente se imagina el futuro político del país. Ante este
resultado, podemos examinar dos posibles motivaciones. La primera es que esta mirada prospectiva reflejaría
esperanza en que las cosas vayan mejor. Son aquellos
que creen que la situación política del país irá mejor
o mucho mejor los que tienen más probabilidades de
apoyar la gestión de García, y a medida que la percepción de la situación política mejora, también mejora la
aprobación presidencial. Otra mirada es aquella que
sugiere que además de esperanza, es el temor lo que
mueve a las personas a mirar el futuro político para
evaluar la gestión actual del presidente, más aún cuando se toman en cuenta los antecedentes del presidente
García.
Si tomamos como imagen una metáfora del fútbol
peruano, este fenómeno sería traducido como el temor
a que a la selección peruana le hagan un gol o le
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volteen el partido en los últimos minutos del encuentro, «Perú jugó como nunca y perdió como siempre».
En el ámbito político, donde nos puede estar yendo
bien económicamente y podemos estar viviendo un
período de estabilidad política, siempre existe el temor
de que un gobernante «malogre» lo avanzado en el
período final de su mandato, temor que además es
fundado y se basa en la experiencia de gobiernos
anteriores, como el de Fujimori y el de García en su
primer período.
A partir de los resultados que hemos obtenido para el
período de García, vemos que la relación inversa entre
conflictividad social e imagen presidencial no se sostiene. Los conflictos sociales activos no explican grandemente las variaciones de la aprobación presidencial; en
este caso, el número de conflictos activos es un factor
insignificante. Sin embargo, hay que precisar que la
metodología de la Defensoría del Pueblo recoge solo
el número de conflictos, donde haría falta precisar la
magnitud de estos.
Para el período de Toledo no se cuenta con la información de la Defensoría del Pueblo; sin embargo, era
común escuchar la afirmación de que los conflictos
sociales se convirtieron en un problema que hacía
peligrar la gobernabilidad del país. Una posible explicación podría apuntar a la magnitud de los conflictos. Si
bien es cierto que en el período actual existen más conflictos, estos pueden ser de menos intensidad (por ejemplo, ser más locales que nacionales, tener menos impacto
mediático, ser menos politizados). Por el contrario, para
el período de Toledo, los conflictos habrían sido más
organizados, habrían abarcado un reclamo de escala
regional o nacional, habrían tenido mayor presencia en
los medios, y habrían involucrado a dirigentes con más
experiencia y el know-how de la forma de protestar.
Otra explicación complementaria es que el actual
presidente cuenta con un partido de larga data que lo
respalda, el APRA; a diferencia de Toledo, que solo contaba con un partido joven, con dirigentes nuevos en
la política y con escasa presencia nacional. Esto habría
hecho de Toledo una figura política más frágil y vulnerable a las protestas; mientras que un partido como el
APRA blindaría la figura presidencial.
Para resolver este punto queda pendiente cómo medir
la intensidad de los conflictos y ampliar el período de
medición de la Defensoría del Pueblo, de tal forma que
incluya el período de Alejandro Toledo, y así poder
comparar ambos períodos sobre las mismas bases.
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