TEXTO COMENTADO DE KANT (GIRO COPERNICANO KANTIANO) La matemática ha marchado por el camino seguro de la ciencia, desde los tiempos más remotos que alcanza la historia de la razón humana, en el admirable pueblo griego (…) El primero que demostró el triángulo isósceles (háyase llamado [Tales] o como se quiera), percibió una luz nueva; pues encontró que no tenía que inquirir lo que veía en la figura (…) sino que tenía que producirla, por medio de lo que, según conceptos, él mismo había pensado y expuesto en ella a priori (por construcción) La física tardó mucho más tiempo en encontrar el camino de la ciencia (…) Cuando Galileo hizo rodar por el plano inclinado las bolas cuyo peso había él mismo determinado; cuando Torricelli hizo soportar al aire un peso que de antemano había pensado igual al de una determinada columna de agua (…) Comprendieron que la razón no conoce más que lo que ella misma produce según su bosquejo; que debe adelantarse con principios de sus juicios, según leyes constantes, y obligar a la naturaleza a contestar a sus preguntas(…) La razón debe acudir a la naturaleza llevando en una mano sus principios, según los cuales tan sólo los fenómenos concordantes pueden tener el valor de leyes, y en la otra el experimento, pensado según aquellos principios; así conseguirá [la razón] ser instruida por la naturaleza, mas no en calidad de discípulo que escucha todo lo que el maestro quiere, sino en la de juez autorizado, que obliga a los testigos a contestar a las preguntas que les hace (…) Ahora bien ¿a qué obedece que no se haya podido aún encontrar aquí [en la metafísica] un camino seguro de la ciencia? ¿Es acaso imposible? Mas ¿por qué la Naturaleza ha introducido en nuestra razón la incansable tendencia a buscarlo como uno de sus más importantes asuntos? (…) Hasta ahora se admitía que todo nuestro conocimiento tenía que regirse por los objetos (…) Ensáyese (…) si no adelantaremos más en los problemas de la metafísica, admitiendo que los objetos tienen que regirse por nuestro conocimiento, lo cual concuerda ya mejor con la deseada posibilidad de un conocimiento a priori de dichos objetos, que establezca algo sobre ellos antes de que nos sean dados. Ocurre con esto como con el primer pensamiento de Copérnico quien, no consiguiendo explicar bien los movimientos celestes sí admitía que la masa toda de las estrellas daba vueltas alrededor del espectador, ensayó si no tendría mayor éxito haciendo al espectador dar vueltas y dejando en cambio las estrellas inmóviles. Inmanuel Kant, Crítica de la razón pura. Prólogo a la segunda edición COMENTARIO DE TEXTO Si la universalidad y la necesidad del conocimiento no pueden derivarse de los objetos de la experiencia, como había demostrado Hume en su crítica del principio de causalidad, tales características han de fundamentarse en la propia facultad de conocer del sujeto: Tradicionalmente se ha interpretado el conocimiento como una adecuación del sujeto al objeto. Kant plantea la hipótesis contraria: que sean los objetos los que se adecuen a nuestra facultad de conocer. Esta hipótesis es análoga, según Kant, a la propuesta por Copérnico que viendo que no conseguía explicar los movimientos celestes si aceptaba que las estrellas giraban alrededor del espectador, probó si no obtendría mejores resultados haciendo girar al espectador y dejando las estrellas en reposo. Análogamente, si queremos explicar la posibilidad del conocimiento a priori acerca de los objetos tendremos que suponer que dichos objetos deben conformarse a nuestro conocimiento, y no a la inversa. TEXTO COMENTADO DE KANT. GIRO COPERNICANO Página 1 En matemáticas, una revolución así tuvo que haberse producido muy tempranamente. Quienquiera que fuera el griego que por primera vez demostró las propiedades del triángulo isósceles, vio que no bastaba con contemplar el diagrama visible de un triángulo ni la idea de ese diagrama presente en su memoria. Comprendió que tenía que demostrar las propiedades del triángulo mediante un proceso activo de construcción. En lo que concierne a la física, la revolución llegó más tarde. Con los experimentos de Galileo, de Torricelli y de otros, los físicos comprendieron que aunque el científico tiene que acercarse sin duda a la naturaleza para aprender de ella, no tiene que hacerlo con el mero estado de ánimo de un alumno. Tiene que acercarse a ella como un juez, obligándola a responder las preguntas que él mismo le plantea. El científico tiene que acercarse a la naturaleza con principios en una mano y experimentos en la otra, para obligarla a responder a cuestiones propuestas de acuerdo con un plan u objetivo del investigador. Y estas revoluciones en la matemática y en la física sugieren que acaso progresemos mejor también en metafísica si suponemos que los objetos tienen que adecuarse a nuestra facultad de conocer, en vez de proceder según la otra hipótesis. La revolución copernicana de Kant no implica la tesis de que la realidad se pueda reducir al sujeto que piensa y a sus ideas (idealismo material). Kant llamará a su teoría del conocimiento idealismo trascendental o idealismo crítico, porque admite que no se puede conocer la realidad exterior al pensamiento (la cosa en sí), pero eso no significa que los objetos del conocimiento sean puras ideas causadas o provocadas por el propio sujeto y, por tanto, sin ningún fundamento objetivo. Según Kant, sólo conocemos fenómenos, es decir, objetos que no son independientes del proceso del conocimiento, pues sólo son objetos en cuanto que son conocidos por un sujeto. Kant dice que no podemos conocer cosas más que en la medida en que se sometan a ciertas condiciones a priori puestas por el sujeto. Si suponemos que el sujeto que conoce es puramente pasivo en el conocimiento no podemos explicar el conocimiento a priori que sin duda poseemos. Admitamos, pues, que el sujeto cognoscente es activo. El sujeto impone al material de la experiencia sus propias formas cognoscitivas: Las formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo) y las categorías o conceptos a priori del entendimiento, de modo que los objetos sólo pueden ser conocidos bajo esas formas. TEXTO COMENTADO DE KANT. GIRO COPERNICANO Página 2