SISTEMA CARDIO-RESPIRATORIO Todas las células de nuestro cuerpo necesitan vivir rodeadas de líquido para poder llevar a cabo sus funciones. A este líquido se le llama medio interno. Este medio interno no solo ha de nutrir las células sino permitir que se comuniquen, defenderlas, eliminar desechos, etc. La mayor parte de este medio interno se mueve lentamente entre las células; el llamado líquido tisular. Otra parte se mueve (circula) a mucha mayor velocidad. A este líquido circulante se le denomina sangre y el conjunto de órganos que consiguen este movimiento es el sistema circulatorio (su nombre se debe a que el líquido realiza siempre el mismo recorrido) o sistema cardiovascular (nombre debido a que está implicado el corazón y los vasos sanguíneos). Hay otros líquidos internos a parte del líquido tisular y la sangre. El más relevante es la linfa. Anatomía general del sistema circulatorio En el aparato circulatorio humano intervienen los siguientes elementos: Sangre. Líquido circulatorio compuesto un 55% por plasma y un 45 por células sanguíneas, de las cuales un 43% son eritrocitos o glóbulos rojos (encargados de transportar O2 y CO2) y un 2% son leucocitos o glóbulos blancos (elementos del sistema inmunitario). Se encuentra siempre en movimiento y siempre viaja por vasos sanguíneos. Si la sangre escapa de un vaso sanguíneo se coagula para evitar la pérdida de presión del sistema. Vasos sanguíneos. La sangre circula por dentro de los vasos sanguíneos, que son tubos de sección circular. Hay tres tipos: arterias, venas y capilares. Las arterias salen del corazón y debido al latido tienen alta presión sanguínea. Las venas son vasos que regresan al corazón. Los capilares son vasos con paredes muy delgadas, por donde se realiza el intercambio de sustancias con el líquido tisular, es decir, aporta nutrientes y oxígeno a los tejidos y recoge dióxido de carbono y sustancias de desecho de los tejidos. Corazón. El corazón es el motor de todo el sistema circulatorio. Aunque este órgano es el mayor responsable de la circulación sanguínea, también ayuda la contracción de las arterias y las válvulas de las venas. Existen dos circuitos: La circulación menor, donde la sangre va y regresa de los pulmones, y la circulación mayor, donde la sangre va y regresa del resto del cuerpo. Nuestro organismo tiene unos requerimientos prioritarios, y uno de ellos es abastecer a todas las células de oxígeno. Por ello, la sangre tiene que pasar siempre por los pulmones en cada recorrido (circulación menor). Una vez bien oxigenada, la sangre recorre el resto del cuerpo (circulación mayor). Al llegar a diferentes órganos, la sangre: Filtra los desechos cuando pasa por el riñón. Recoge los nutrientes absorbidos por el intestino cuando pasa por este órgano. Recoge diversas hormonas cuando pasa por glándulas endocrinas. Cede nutrientes y oxígeno y recoge sustancias de desecho y dióxido de carbono en todos los órganos y tejidos. Anatomía y fisiología de nuestro sistema circulatorio El corazón está rodeado de una membrana que permite su fijación con posible movimiento: el pericardio. Posee cuatro cavidades llamadas cámaras cardíacas. Las superiores se denominan aurículas y se encargan de recibir la sangre de las venas. Las inferiores se denominan ventrículos y su función es impulsar la sangre por las arterias. Entre ambas aurículas y ambos ventrículos existe un tabique de modo que ambos lados del corazón nunca se comunican. Entre las aurículas y los ventrículos y entre los ventrículos y las arterias existen válvulas, que impiden el retroceso de la sangre para que se produzca su circulación. Válvula Válvula Válvula Válvula auricular derecha: tricúspide auricular izquierda: bicúspide o mitral semilunar pulmonar semilunar aórtica Además, el corazón tiene su propio riego sanguíneo mediante las arterias coronarias. Movimientos del corazón La sangre llega al corazón por una serie de venas. En la aurícula derecha desembocan las venas cavas y en la izquierda las venas pulmonares. La sangre va llenando las aurículas impulsada por las propias venas. Cuando se llenan, ambas aurículas se contraen a la vez (sístole auricular) pasando la sangre cada una a su ventrículo a través de las respectivas válvulas. A continuación se contraen los ventrículos (sístole ventricular). La sangre no puede volver a la aurícula, porque se lo impiden las válvulas y no le queda más remedio que salir por las arterias. Del ventrículo derecho sale la arteria pulmonar y del izquierdo la arteria aorta. A continuación todo el corazón se relaja (diástole general) y vuelve a iniciarse el ciclo. Presión sanguínea En general, un fluido circula desde una zona de alta presión a otra de presión más baja. En el caso del sistema circulatorio, la presión ha de ser lo suficientemente alta para que la sangre llegue a todo el cuerpo, venciendo la gravedad y la fricción en los capilares. Esta presión la produce el corazón al bombear la sangre y se regula por medio de la concentración de sales y de la musculatura de los vasos sanguíneos. La presión generada en la sístole se llama presión sistólica o máxima. La presión que se genera tras la diástole se llama presión diastólica o mínima. La diferencia entre ambas es la tensión diferencial. Los valores normales de ambas presiones son de 120/80. Adaptación del sistema cardiovascular al ejercicio físico Todo el sistema cardiovascular se adapta al ejercicio que se realice. En individuos sedentarios se vuelve más frágil y es más propenso a sufrir enfermedades. Las principales adaptaciones son: Mayor riego sanguíneo en órganos más activos. En tejidos u órganos con más demanda energética se desarrolla más el sistema de vasos sanguíneos: Mayor luz de venas y arterias. Mayor cantidad y densidad de capilares sanguíneos. Disminución del ritmo cardiaco. En personas entrenadas, el ritmo cardiaco es menor que las no entrenadas, tanto en reposo como durante el ejercicio. Disminución de la tensión arterial. En personas entrenadas, la tensión arterial es más baja en reposo y aumenta más lentamente durante el ejercicio que en personas sedentarias. Vasos más robustos. Las venas y arterias son más robustas en sujetos activos físicamente. Se refuerzan capas musculares y conjuntivas. Corazón más grande, con mayor volumen y más potente. La capacidad de las cavidades cardiacas aumenta. La masa de músculo cardiaco y el volumen sistólico se incrementan, es decir, se bombea más cantidad de sangre en cada sístole. SISTEMA RESPIRATORIO Nuestras células oxidan la materia orgánica para obtener energía. Este proceso es la respiración celular y se realiza en las mitocondrias. Este sistema consta de un epitelio, que tiene una gran superficie, donde se realiza el intercambio gaseoso: se difunde el oxígeno del exterior al interior del organismo y el dióxido de carbono del interior al exterior del organismo. El órgano encargado del intercambio de gases es el pulmón. Para que el aire pueda aportarnos oxígeno hace falta que se renueve. Sin embargo, dicha renovación nunca es completa, debido a que los alveolos pulmonares son sacos cerrados y por tanto, tienen un volumen limitado. Al proceso de entrada de aire en nuestro sistema respiratorio se conoce como inspiración; al proceso inverso (salida de aire), como espiración. La intensidad y el ritmo respiratorio van a depender de la demanda de oxígeno de nuestro organismo. Además, el sistema respiratorio tiene ciertos sistemas que aseguran que el aire llega de forma adecuada a los alveolos pulmonares. En primer lugar, en todo el recorrido, pero sobre todo en la cavidad nasal, el aire se calienta y humedece si la temperatura externa es fría. En segundo lugar, dicho aire se limpia de impurezas. En la cavidad nasal muchas partículas sólidas quedan adheridas, otras serán atrapadas en diferentes partes del árbol bronquial. En cualquier caso, existen mecanismos para evacuar estas impurezas. Anatomía y fisiología del aparato respiratorio Laringe. Está formada por varios cartílagos articulados, revestidos de mucosa y movidos por músculos. Internamente se encuentra la glotis, limitada lateralmente por unas cintillas membranosas, las cuerdas vocales. Los músculos de la laringe movilizan los cartílagos en el acto de la deglución, cerrando la abertura laríngea para evitar que el bolo alimenticio penetre en las vías respiratorias Bronquios y bronquiolos. Los bronquios son la continuación de la parte conductora del aire que van desde la tráquea hasta los alveolos. Por ello, la tráquea se ramifica inicialmente en dos bronquios principales, dirigidos a los pulmones. A continuación aparecen los bronquios lobares primarios (3 en el pulmón derecho y 2 en el izquierdo). A continuación vienen los bronquiolos: bronquios secundarios y terciarios, y finalmente, los bronquios respiratorios, que acaban en los alveolos. Alveolos. Son los sacos terminales del árbol bronquial, en los que tiene lugar el intercambio gaseoso entre el aire inspirado y la sangre. Hay unos 500 millones de alveolos que aportan una superficie de unos 140 metros cuadrados entre ambos pulmones. Los alveolos son sacos recubiertos en su pared interna por líquido y un surfactante con propiedades tensoactivas (reduce la tensión superficial, favorece la difusión de gases y evita el colapso de los alveolos). Llevan asociados capilares sanguíneos en íntima relación. Pulmones. El conjunto de bronquio, bronquiolos, alveolos, venas, arterias, capilares sanguíneos y tejido conjuntivo que los une se denomina pulmón. Poseemos dos pulmones de diferente tamaño que rodean en su parte inferior e interna al corazón, situados dentro de la caja torácica, protegidos por las costillas. Están cubiertos por una doble membrana lubricada (serosa) llamada pleura. Entre ambas capas existe una pequeña cantidad (unos 15 cc) de líquido lubricante denominado líquido pleural. El sistema respiratorio carece de musculatura propia para su movimiento. Para captar aire, utilizamos los músculos intercostales y el diafragma. Además, este sistema es involuntario (no estamos pensando en inspirar y espirar todo el rato) con cierto control voluntario (si queremos aguantar la respiración en un momento determinado, tenemos la capacidad de hacerlo). En la inspiración, el diafragma desciende y las costillas se levantan, aumentando así la cavidad torácica. En la espiración, el diafragma y las costillas regresan a su posición relajada y la caja torácica disminuye su volumen. Además, se puede expulsar más aire durante la espiración, mediante los músculos abdominales, que se contraen, empujan las vísceras hacia arriba y hace que los pulmones se contraigan. Transporte gaseoso Cuando el aire penetra en los pulmones y llega a los alvéolos pulmonares, el oxígeno atraviesa sus delgadas paredes y pasa a los capilares sanguíneos, que los rodean como una fina red. La hemoglobina, una proteína de los glóbulos rojos de la sangre, recoge el oxigeno del aire inspirado y lo transporta al corazón, desde donde se distribuye, a través de las arterias, a todas las células del organismo. Los glóbulos rojos recogen el dióxido de carbono de las células y lo transportan por las venas hasta el corazón, que lo impulsa ha El cambio de oxígeno por dióxido de carbono se realiza porque, como todos los gases, ambos se trasladan desde las zonas de mayor presión a las zonas donde la presión es menor (proceso conocido como difusión, como ya vimos en la unidad 1). Entre los alvéolos y los capilares sanguíneos también se produce esta diferencia de presión: al inspirar, la cantidad de oxigeno en los alvéolos es muy superior a la que existe en los capilares, por lo que pasa hacia estos. Con el dióxido de carbono sucede lo mismo: existe una mayor cantidad en los capilares venosos que rodean los alvéolos, por lo que este gas pasa a los alvéolos pulmonares y se elimina a través de la espiración cia los capilares sanguíneos de los alvéolos para su expulsión al exterior. ASPECTOS CARDIOLÓGICOS BÁSICOS Redistribución del flujo sanguíneo durante el ejercicio. Al realizar ejercicio se producen una serie de cambios en el corazón, en los pulmones, en las arterias y venas, así como en el riego de los diferentes sistemas y aparatos de nuestro organismo. Los cambios serán diferentes dependiendo de su implicación en el ejercicio que se realice. En los músculos activos las arterias aumentan su diámetro (vasodilatación), con lo que el flujo de sangre aumenta ( del 15-20% en reposo al 80-90% en esfuerzo intenso), de la misma forma aumenta el diámetro de las venas, facilitando el retorno venoso, transportando hacia el corazón y los pulmones sangre rica en CO2 y pobre en oxigeno. Teniendo en cuenta la redistribución de sangre en el organismo durante el ejercicio físico, no se deberá realizar ejercicio tras las comidas, ya que durante la digestión el flujo sanguíneo es mayor en el aparato digestivo, y al realizar ejercicio los músculos demandarán más riego “robándolo” del proceso de digestión con las consiguientes complicaciones, como el llamado “corte de digestión”. Si el ejercicio es muy intenso o muy duradero se producen adaptaciones como consecuencia del calor generado durante el trabajo muscular. Para perder calor se produce una vasodilatación de los capilares de la piel, ya que cuanta más sangre circule a este nivel más bajará la temperatura del organismo. Por todo ello no se utilizarán plásticos ni ropa excesiva con el fin de adelgazar ( sobre todo si la temperatura exterior es elevada), ya que disminuye la evaporación de sudor y habrá dificultades para enfriar el organismo, pudiendo llegar al “golpe de calor”.