y metálicos se refiere solamente al aspecto exterior y al peso

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DE
HISTORIA
NATURAL.
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y metálicos se refiere solamente al aspecto exterior y al peso
específico. En cuanto á la de silicatos y no silicatos, bastará
para hacerla recurrir á una perla de sal de fósforo.
»Los géneros comprendidos en los no silicatos se reconocen
fácilmente por los siguientes caracteres: los carbonates por la
efervescencia con los ácidos; los fosfatos por el precipitado
amarillo de su disolución nítrica con el molibdato amónico;
los nitratos por la deflagración; los sulfates por el hepar que
dan con la sosa; los hálidos por su sabor (sal gema) ó por la
producción de ácido fluorhídrico mediante el sulfúrico caliente
(fluorina); los óxidos, por último, se distinguen por no presen­
tar ninguno de los caracteres anteriores. No desciendo al d e ­
talle de la separación de las especies en los géneros que con­
tienen más de u n a , porque lo creo innecesario y alargaría
demasiado este ligero ensayo.
«Sometidos los silicatos á la acción del calor en tubo cerrado,
podremos separar desde luego los anhidros de los hidratados.
Entre los primeros distinguiremos los tres géneros anfibolespiroxenos, feldespatos y granates, por sus caracteres geológi­
cos, por su cristalización y por las propiedades dependientes
de ella; la esmeralda y el topacio, por los caracteres específi­
cos, especialmente la cristalización. En cuanto á los h i d r a t a ­
dos, se separan entre sí fácilmente; las zeolitas por su modo
de encontrarse y fusibilidad con intumescencia; las micas por
su estructura y brillo; las arcillas por su aspecto terroso y ad­
herencia á los labios; la calamina por la reacción del zinc (co­
loración verde con el nitrato cobaltoso), y las talcosas por la
ausencia de los anteriores caracteres.
»Pasando ahora á los minerales metálicos, diremos que desde
luego el oro y el platino, únicos que se encuentran con rela­
tiva abundancia en estado nativo, se reconocen por sus carac­
teres físicos; el arsénico por los vapores de olor aliáceo; el a n ­
timonio por la aureola azulada sobre el carbón; el mercurio
por el depósito de metal sohre el tubo mediante la sosa; el zinc
por la reacción ya citada del nitrato cobaltoso; el plomo por
la aureola amarilla sobre el carbón; el níquel y el manganeso
por sus perlas al bórax; el hierro por el precipitado rojo de sus
disoluciones nítricas mediante el amoniaco en exceso; el cobre
por la coloración azul que sus disoluciones toman con el mis­
mo reactivo; la plata por el precipitado blanco cuajoso de sus
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