LAS MEDIDAS DE ASEGURAMIENTO PRIVATIVAS DE LIBERTAD: UNA REVISIÓN PARA LAS PERSONAS CON TRASTORNO MENTAL CON BASE PATOLÓGICA PERMANENTE* CUSTODIAL ASSURANCE MEASURES OF FREEDOM: A REVIEW FOR PEOPLE WITH MENTAL DISORDER WITH PERMANENT PATHOLOGIC BASIS Rodrigo Pérez Mancini** Recibido: 14 de septiembre de 2015 - Aceptado: 30 de octubre de 2015 Resumen Este artículo aborda el estado de la persona considerada con trastorno mental con base patológica al momento de resolver la situación jurídica dentro del proceso penal al cual fue vinculado como Penal colombiano (CP. Artículo 33) y frente a la necesidad de imponer una medida de aseguramiento privativa de libertad de qué manera se materializa la misma sin que se afecten derechos fundamentales para que el enfermo sea tratado como enfermo metal desde el mismo momento de la privación efectiva de su libertad hasta cuando sea declarado inimputable. Palabras clave: Inimputabilidad, Trastorno mental con base patológica, medida de aseguramiento. Abstract This article discusses the state of the person seen with mental disorder with pathological basis when deciding the legal situation in the criminal proceeding which was linked as a defendant without that and against the need to impose a security measure custodial how it is implemented without affecting fundamental rights to which the patient is treated as sick metal from the moment of actual deprivation of his freedom until he is declared unimpeachable. Key words: prosecution, mental disorder, pathological basis of assurance * Este artículo, por su naturaleza, se enmarca en el “Derecho penal, parte General” y el “Derecho Procesal Penal” como trabajo de investigación con el cual su autor obtendrá el Título de Maestro en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda, los cuales adelantó en la ciudad de Santa Marta, Magdalena. ** Abogado de la Corporación Universitaria de Ciencias y Desarrollo. Especialista en Derecho Probatorio de la Universidad Sergio Arboleda. Candidato a Magister en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda. Catedrático de la Universidad Autónoma del Caribe extensión Ocaña en Derecho Penal y Procesal Penal, Derecho Probatorio, Derecho Penal Militar, entre otras; Fiscal Delegado ante los Jueces Penales Municipales en el municipio de Aguachica, Cesar 121 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) Introducción La situación a la que debe exponerse a un capturado con trastorno mental con base patológica al momento de resolver su situación jurídica, previa formulación de imputación, dentro de la comunidad judicial, y en concreto, los Jueces de Control de Garantías, es una de las grandes preocupaciones, aunque no muy frecuente; especialmente cuando el investigado ha cometido un delito grave y existe el fundado riesgo o peligro para la comunidad y carece de arraigo conocido. Si bien es cierto, nuestra legislación sustantiva no ha sido pasiva en materia de inimputabilidad. Se establecen como sanción las “Medidas de Seguridad” de las señaladas en el artículo 70 de la Ley 599 de 2000. No como una pena, sino en procura de alcanzar para el inimputable la curación y la rehabilitación, tal como lo precisó la Corte Constitucional: Frente a los inimputables el Estado tiene un doble deber: al igual que los imputables, el Estado tiene el deber de privar de la libertad al inimputable que ha cometido un hecho punible. Pero a diferencia de aquellos, el Estado tiene frente a los inimputables un deber distinto, y 47 de la Constitución: debe adelantar una política de rehabilitación de las personas diferentes desde el punto de vista síquico. Por eso, mientras el inimputable que ha cometido un hecho punible se encuentre siendo objeto de una medida de seguridad, el Estado debe proveer obligatoria e ininterrumpidamente todo curar, tutelar y rehabilitar a la persona, como pues un especial vínculo jurídico entre el inimputable que ha cometido un hecho punible y el Estado. (Sentencia C-176/1993). La medida de seguridad la determina el Juez causa criminal; entre tanto, la medida de aseguramiento es provisional y cumple unos 122 “que aseguren la comparecencia de los imputados al proceso penal, la conservación de la prueba y la protección de la comunidad, en especial, de las víctimas” (C. Po, artículo 2501). El artículo 33 de la Ley 599 de 2000, determina diferentes clases de situaciones humanas en las que el sujeto activo puede encontrarse al momento de cometer el injusto y que, de acuerdo con ella, el Juez podría determinar su inimputabilidad, como son la inmadurez sicológica y el trastorno mental. La investigación abordará el tema de las medidas de aseguramiento a la que eventualmente podría imponérsele a una persona con trastorno mental con base patológica a quien se le ha imputado un delito. En la primera parte, se abordará en primer lugar el estado mental del incriminado; en segundo lugar, la incidencia al momento de la formulación de la imputación a una persona con trastorno mental con base patológica y para determinar en el investigado, el grado de comprensión del acto de comunicación que se aceptación o allanamiento a cargos. La tercera parte y ya en concreto, y como fase subsiguiente del proceso y necesariamente, habiéndose formulado la imputación, determinar cuál es la medida de aseguramiento adecuada, proporcional y razonable que podría imponerse a quien se podría considerar un inimputable con base patológica de carácter permanente frente a la ausencia normativa o jurisprudencial, como mecanismo preventivo; a través del cual el Juez de Control de Garantías determina, si es o no necesario, privar de la libertad a una persona, mientras se resuelve mediante sentencia siempre y cuando se satisfagan los requisitos objetivos (Artículo 313, Ley 906 de 2004) y los requisitos subjetivos (Artículo 308, Ley 906 de 2004). Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad El estado mental del incriminado Dentro de un Estado de Derecho el control del comportamiento antisocial de todas las personas del cual se determinen qué conductas son objeto de reproches y sancionables; igualmente el estado de cognición y voluntad que se requiere del sujeto activo frente al resultado para que sea imputable a él. La Corte Constitucional diferencia claramente la persona imputable del inimputable: El estatuto penal colombiano, siguiendo la doctrina nacional e internacional sobre el tema, establece dos regímenes diferenciados de responsabilidad penal. Uno para los imputables, que son las personas que al momento de realizar el hecho punible pueden actuar culpablemente, ya que gozan de la capacidad de comprender la ilicitud de su comportamiento y de orientar su comportamiento conforme a esa comprensión. En estos casos, el Código Penal impone penas y exige que el comportamiento sea no sólo típico y antijurídico sino además culpable, pues la Carta excluye la responsabilidad objetiva en materia punitiva (CP art. 29). De otro lado, el estatuto prevé un régimen distinto para los inimputables, que son los individuos que al momento del delito, y por factores como inmadurez sicológica o trastorno mental, no pueden comprender la ilicitud de su conducta, o no pueden determinarse de acuerdo con esa comprensión, y por ello no pueden actuar culpablemente. En esos eventos, el Código Penal no establece penas, pues ello violaría el principio básico de un derecho penal culpabilista, sino que prevé medidas de seguridad, que no tienen una vocación sancionadora sino de protección, curación, tutela y rehabilitación. Y por ello el estatuto punitivo no exige que el comportamiento del inimputable sea culpable, ya que precisamente esa persona carece de la capacidad de actuar culpablemente. Basta entonces que su conducta sea típica, antijurídica, y que no se haya presentado una causal de exclusión de la responsabilidad. En tales circunstancias, esta Corte había señalado que en términos estructurales, en el Código Penal había dos tipos de hechos punibles. (Sentencia C-370/2002). A renglón seguido cita la Corte Constitucional: “esto es, el hecho punible realizable por el sujeto imputable que surge como conducta típica antijurídica y culpable, y el hecho punible realizable por sujeto inimputable que surge como conducta típica y antijurídica pero no culpable” (Sentencia C-176/1993). El concepto de inimputabilidad es normativo, sin embargo: Inimputabilidad, más que una condición, es el juicio jurídico atribuible a la persona que habiendo perpetrado una acción delictiva, satisface las premisas contenidas en el artículo 33 de la normatividad penal. Inimputable es, al contrario del imputable, el sujeto que al ejecutar la conducta típica no estaba en condiciones de conocer y comprender su antijuridicidad o de orientar su comportamiento de conformidad con dicha comprensión, por inmadurez psicológica, trastorno mental o circunstancias demostrada de una de estas situaciones le impide al sujeto percatarse de que está lesionando o poniendo en riesgo determinado bien jurídico típicamente tutelado, o lo inhabilita para comportarse de manera jurídica, a pesar de percibir la ilicitud de su conducta. (Gaviria, 2005). Del abanico de situaciones de inimputabilidad determinadas en el artículo 33 de la Ley 599 de 2000, esta investigación abordará, como previamente se dijo, el problema biológico del trastorno mental con base patológica en el proceso penal, pero no para una sanción complementaria o sustitutiva de la pena de la imposición de la medida de seguridad, sino de la detención preventiva como una forma provisional anterior de la privación de la libertad “cuando sea necesaria para evitar la obstrucción de la justicia, o para asegurar la comparecencia del imputado al proceso, la protección de la comunidad y de las víctimas, o para el cumplimiento de la pena” (Ley 906/2004, artículo 296). 123 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) La salud mental del incriminado es inherente a los derechos humanos, independientemente de que estén siendo objeto de una investigación penal o en su defecto, cumpliendo la ejecución de una medida de seguridad. Bien precisó la Organización Mundial de la Salud (2006): En algunos países una persona debe ser puesta en libertad, a menos que el tribunal de juicio determine que se reúnen todas las condiciones para el ingreso involuntario, y si se siguen los requisitos procedimentales apropiados para el ingreso involuntario. En otros países, (diferente de la de paciente involuntario) para las personas admitidas tras una declaración de inimputabilidad penal. Por ejemplo, en Australia se los llama pacientes forenses; en Mauricio, pacientes de seguridad; y en Sudáfrica, pacientes estatales. De todas maneras, las personas internadas tras una declaración de inimputabilidad penal, al igual que cualquier otra persona con trastornos mentales que no ha sido acusada de un delito, tienen derecho a la revisión regular y periódica de su detención, y el derecho a recibir tratamiento y atención adecuados en un ambiente terapéutico. El examen mental que practica el Psiquiatra Forense, lo realiza de acuerdo con la orden que el Fiscal del caso, a través del investigador y conforme a la ruta que el programa metodológico, le traza, le ordena. El trastorno mental dictaminado por el Psiquiatra Forense lo plasma en un informe que se incorpora al proceso a través de su testimonio. La inimputabilidad se declara, no por el Psiquiatra Forense, sino por el Juez de conocimiento, que debe valorar el informe forense, previa contradicción de las partes, junto con las demás pruebas incorporadas al proceso. Ese mismo informe psiquiátrico, de existir, ante de ser Juzgado el investigado, solamente es un elemento material entidad para ejercitar una inferencia razonable del estado mental del incriminado al momento de los hechos, su estado mental al momento de 124 formularse la imputación en su contra y para determinar si es necesario o no, imponer una medida de aseguramiento privativa de libertad. El Juez debe tener en cuenta que lo mejor que le puede suceder a un procesado por un delito, es la posibilidad de ser considerado inimputable por trastorno mental con base patológica, de allí como lo dice Heinroth, en cita que hace Szasz, (2004): El médico de la psique se le aparece al paciente como ayudante y salvador, como padre y benefactor, como amigo compasivo, como maestro amigable, pero también como juez que sopesa evidencias, juzga y ejecuta la sentencia: al mismo tiempo parece ser el de Dios visible para el paciente (Szasz, 2004). Por ello Szasz era un crítico permanente de la psiquiatría en la Justicia y a gritos les recuerda a los Jueces, que aún a pesar de ser médico -psiquiatra, la decisión es judicial y como tal es de su resorte resolver si declara o no al sujeto destinatario de la investigación como inimputable con las consecuencias que se puedan derivar de su decisión. Es la misma Corte Constitucional, la que precisa “sin embargo el juez debe basarse en el dictamen médico, el cual orienta pero no obliga al juez. El juez puede razonablemente separarse del experticio, por el monopolio que tiene de la conducción del proceso”. (Sentencia C-176/1993). De allí la importancia del concepto: El trastorno mental se ha dividido en dos partes con fundamento en la persistencia activa en el tiempo posterior al delito. cuando, una vez establecida la patología, que explica el delito, ésta no desaparece. Necesariamente, tiene una base patológica psicológica o estructural, por lo cual la terminología como trastorno mental Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad permanente. Genera inimputabilidad y da lugar a una medida de seguridad. Algunas patologías acompañadas del deterioro de las capacidades mentales y que suelen ser irreversibles son de común ocurrencia. Es el caso de las esquizofrenias y una variedad de las llamadas demencias, cada vez más frecuentes, y, en especial, algunas de éstas, que suelen acompañarse con cambios de personalidad antes de que haga aparición el núcleo central del problema de la memoria. curso de la alteración implica un estado de recuperación de las facultades superiores, y pueden retornar, el acusado, a una condición de normalidad jurídica. patológica: en el cual la alteración ocurre por una causa ajena al sujeto, intoxicación, cuadro clínico real, no siempre conlleva incapacidad para conocer, comprender o determinarse, de forma que se puede estar con una patología orgánica, pero ser negativo para el diagnóstico forense de trastorno mental. El cuadro más frecuente es la embriaguez por alcohol, cuyo diagnóstico es clínico o por laboratorio, alcoholemia; para lo cual a los centros de urgencias tomar las muestras pertinentes en sangre y orina para la detección de tóxicos. El Código ha previsto para algunos estados de embriaguez la condición de agravantes punitivos, pues aumentan la pena en vez de excluirla. Corresponde al perito sustentar la existencia o no de una alteración transitoria en el sujeto y argumentar si la intensidad de la afectación orgánica comprometió o no, la conciencia frente a la conducta punible y la condición futura patológica: en esta condición, el sujeto en estudio presenta una alteración que compromete de forma grave su conciencia crítica, condición que da lugar a la conducta punible, pero que superada la crisis recupera totalmente sus funciones superiores. claramente la enfermedad de base, la periodicidad de su presentación, los riesgos y controles de ésta, la coexistencia entre crisis y conducta punible, y recomendar, si el juez lo solicita, el tipo de medida de seguridad más adecuado. Por ejemplo: una persona padece de epilepsia, cuadro que genera crisis de conducta secundarias a la alteración cerebral que se intercala con periodos de normalidad; durante el episodio genera un daño en bien ajeno. El perito prueba la existencia de la enfermedad, encuentra una correlación causa-efecto entre una de las crisis y la conducta trastorno mental transitorio con base patológica. El juez, una vez aceptado el concepto, declara la inimputabilidad y ordenará la medida de seguridad o acción terapéutica recomendable para garantizar el tratamiento médico y la superación de la crisis. (Meza, 2008, p 724). los trastornos mentales en el llamado “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos los trastornos mentales, y para la Corte Suprema de Justicia: global del tema, no sólo por su profundidad, sino en razón a que corresponde al trabajo que se viene decantando y actualizando, conforme los nuevos conocimientos, por años, y consulta 125 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) la intervención de un muy amplio grupo de expertos en cada materia (Sentencia, 2013). El trastorno mental es pues, una de las causas de inimputabilidad; sin embargo, la Fiscalía General de la Nación a través de sus Delegados, dentro del desarrollo del programa metodológico, bien en la fase de indagación o bien en la fase de la investigación1, son pocos lo que se ocupan del estado del comprometido en los hechos materia de averiguación. Poco interés suscita; esa carga la dejan a la Defensa, cuando la obligación de la Fiscalía dentro del sisterma acusatorio, a pesar de ser procedimiento adversarial, debe adelantar una investigación integral, tal como lo advierte la Corte Constitucional, al indicar que “el sistema procesal penal derogado obliga al ente de investigación a recaudar pruebas favorables al procesado, el segundo lo obliga a ponerlas a disposición de la defensa en caso de encontrarlas” (Sentencia C-1194-05). El Fiscal en su investigación debe conocer el estado mental del investigado desde el mismo momento en que avoca el proceso. Ello le permite al Fiscal determinar si el investigado es imputable o inimputable y de acuerdo con ello, cimentar una hipótesis para su teoría del caso y ofrecerle al Juez de conocimiento las pruebas necesarias que le generen certeza y dicte la sentencia condenatoria o medida de seguridad. Conocer el estado mental de aquél que aparentemente es imputable debe ser una regla obligatoria cuando de los elementos materiales de prueba, evidencia física o de la información válidamente obtenida, se tenga conocimiento del probable estado de trastorno mental de aquél al momento de cometer el injusto. La preocupación se suscita cuando el autor de un delito sea un enfermo con trastorno mental en un proceso y, especialmente, cuando se ha a imponer sea igual o mayor de cuatro años de prisión. El capturado, inicialmente, dentro del desarrollo de las audiencias preliminares concentradas, se enfrentará a la formulación 126 de imputación a través de la cual, el Fiscal, deberá procurar que el investigable concentre la atención en el acto de comunicación, quien, una descripción fáctica del acontecer que lo involucra y de acuerdo con ella, adecuará el comportamiento antisocial en la norma descrita indicando la pena o multa a imponer y los de los cargos imputados (Ley 906/2004, artículo 301, par. y artículo 351). El Juez de Control de Garantía está obligado a examinar que el imputado se encuentre en pleno goce de sus facultades mentales, que ha entendido los hechos por los que se investiga, que ha entendido la adecuación típica, la pena la renuncia a la presunción de inocencia por la aceptación los cargos y advertido que por la aceptación de su responsabilidad sobrevendrá una sentencia condenatoria. Si el Juez de del incriminado, avala la aceptación que hace el imputado de los cargos elevado en su contra por la Fiscalía. Lo actuado deberá ser enviado la sentencia en contra de aquél. Convocada la audiencia el Juez de conocimiento debe su estado de consciencia y de entendimiento de las consecuencias que se genera de la misma, que el acto de imputación no ha llegado vacío porque resultó totalmente claro para el investigado, entendible (L. 906/2004, artículo 293); de no ser así, el Juez de conocimiento no debe aprobar el acto de aceptación de los cargos formulados al investigado, no dictará la sentencia y en su defecto, deberá continuarse el procedimiento como si aquél no hubiere aceptado los cargos (L. 906/2004, artículo 368). La formulación de imputación La formulación de imputación, como lo indica la Corte Constitucional es: Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad procedimientos penales, al menos en dos sentidos. De una parte, porque como el ejercicio de este derecho sólo es viable cuando se tiene conocimiento de la existencia de un proceso en contra de una persona, y como en esta audiencia se comunica a dicha persona su calidad de imputado, la medida no solo no desconoce este derecho, sino que lo materializa y hace efectivo. En este sentido, el Artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos dispone que “toda persona acusada de sin demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada, de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella”; aunque ni el texto constitucional ni los instrumentos internacionales de derechos humanos exigen informativo, el legislador previó un acto procesal especial para la materialización de este deber, exigiendo que la comunicación se efectúe en esta audiencia, con la presencia del imputado, su abogado y el juez (Sentencia C-303 de 2013). En una persona que no padezca una enfermedad mental con base patológica, el desarrollo de la formulación de imputación no tendría efectos irregulares, porque mentalmente estaría en condiciones de comprender los hechos que le son informados y el delito por el cual ha de ser investigado, pero no se puede esperar los mismos resultados en una persona enferma con trastorno mentales con base patológica, toda vez que “La discapacidad mental implica la alteración de funciones cognitivas básicas” (Paraninfo, 2014). Establecer el estado mental del investigado no sólo es importante al momento de cometer la conducta, sino al momento de elevarse la formulación de imputación y resolver la situación jurídica o en cualquiera de las audiencias posteriores que estructura el proceso penal en la fase de Juzgamiento, especialmente el imputado padece de una enfermedad mental. La legislación colombiana o la jurisprudencia no han previsto la situación jurídica de la persona que padezca trastorno mental permanente con base patológica en la fase preliminar del proceso y, fundamentalmente, en la formulación de imputación, toda vez que el acto de comunicación de los hechos jurídicamente relevantes, la adecuación típica y la pena a imponer, siempre llegará a aquél vacía, incomprensible, y cualquier aceptación de cargos que haga en desarrollo de la actividad procesal afecta el debido proceso. de control de Garantías, es determinar, en ese estadio procesal, en la audiencia de formulación de imputación, y sin elementos de conocimiento, el grado de comprensión del encartado en el acto de comunicación de la imputación para darle continuidad a las subsiguientes fases del proceso, ya que para imponer una medida de aseguramiento, siempre será necesario, que previamente se haya formulado la imputación. Si el investigado padece de trastorno mental permanente con base patológica, permanente o transitoria, y al momento de la formulación de la imputación, tal condición se advierta por el Juez de Control de Garantías de los elementos de conocimiento, en caso de que se hubiese aportado por cualquiera de las partes de la audiencia, el Juez quedará imposibilitado para continuar con la audiencia de formulación de imputación, pues de hacerlo, cualquier consentimiento del imputado no es válido y su aceptación estaría viciada. ¿Cuál sería el procedimiento a seguir? El legislador no lo ha previsto, sin embargo consideraríamos que sería el mismo procedimiento para cuando se formula imputación en contra de aquél que es declarado persona ausente o contumaz (L. 906/2004, artículo 127, artículo 291), se entenderá que no ha aceptado la imputación (L. 906/2004, artículo 368), y por ello se presumirá inocente. Pero, qué sucedería cuando la formulación de imputación se ha hecho en contra de una determinada persona sin que en los elementos materiales de prueba se pueda determinar cuál es el estado 127 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) mental del incriminado y luego se conozca que aquél es una persona con trastorno mental con base patológica y en la audiencia de formulación de imputación aceptó cargos. El Juez de conocimiento deberá rechazar la alegación de culpabilidad que hizo el imputado por su estado mental y el proceso deberá continuar su cauce normal con las subsiguientes etapas del proceso (L. 906/2004, artículo 368). Otra situación resulta de aquél que pudo encontrarse con trastorno mental transitorio con base patológica al momento de los hechos, pero que para cuando se formula la imputación su estado mental es normal. En reciente fallo, la Honorable Corte Suprema de Justicia de Bogotá en Sentencia (2013), al resolver un Recurso de Revisión contra la sentencia proferida en primera instancia por el Juez Veintitrés Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de Bogotá, a través de la cual se condenó al investigado a la pena principal de 272 meses de prisión, negando la suspensión condicional de la ejecución de la pena y la prisión domiciliaria, como autor responsable de los delitos de homicidio y porte ilegal de armas de fuego. En el proceso, se formuló imputación en contra de aquél y la Fiscalía, luego de presentar escrito de acusación, el ente acusador y el investigado, un preacuerdo (Ley 906/2004, artículo 352). Con este artículo se eliminó la causal de agravación del delito de Homicidio y como consecuencia de ello el Juez de conocimiento emitió la respectiva sentencia condenatoria, la cual fue apelada por la defensa al estimar que la pena impuesta fue supremamente alta. En segunda instancia, la Sala de Decisión Penal del Tribunal de Bogotá, después de avalar los argumentos de la defensa, rebajó la pena de prisión a 250 meses. Ya en ante la Corte Suprema de Justicia demanda de Revisión contra la sentencia y el fundamento esbozado tuvo su origen en que durante la fase de investigación, la Fiscalía, con base en la información válidamente producida dentro del proceso, remitió al procesado a valoración 128 de psiquiatría forense ante el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Grupo de Psiquiatría y Psicología Forense, pero los resultados de la experticia durante la fase procesal no se recibieron sino con posterioridad, cinco días después de proferida la sentencia de segunda instancia. El Forense allegó los resultados e informa que pudo establecer que el investigado, al momento de cometer el reato, padecía de trastorno mental transitorio con base patológica que le impidió comprender la ilicitud de sus actos y determinar su voluntad hacia el resultado y en ese orden, cita la Corte Suprema de Justicia “que en términos no solo dogmáticos, sino materiales, mucha distancia hay entre quien ejecuta la conducta con plena culpabilidad y aquel al cual no se que no es pasible de pena” (Sentencia, 2013). En esas condiciones se condenó a una persona aduciendo una culpabilidad inexistente por su estado mental al momento mismo de los hechos porque, según se dijo en la misma sentencia, el sujeto activo de la conducta había “perdido contacto con la realidad y por ello carecía de cognición y voluntad”. El punto central de la sentencia gravitaba en que si bien el investigado padecía de un trastorno mental transitorio para el momento de los hechos no así ese estado lo afectaba al momento de la formulación de la imputación o el momento para pre-acordar con la Fiscalía los cargos imputados. La discusión se concentra en que si la formulación de imputación y las subsiguientes actividades procesales que involucraran el consentimiento y la aceptación del investigado tenían validez. La Corte Suprema de Justicia consideró en su sentencia que la “formulación de imputación surge no solo legítimo, sino válido, como quiera que la condición de inimputabilidad del para ese momento indiciado (sic), no tiene ninguna incidencia en su condición de parte y consecuentes facultades para hacerla valer a satisfacción” (Sentencia, 2013), todo porque para la Corte, “no es posible confundir esa condición jurídica de inimputabilidad, con las facultades mentales necesarias para afrontar el Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad proceso penal o mejor, la capacidad cognoscitiva y volitiva que poseía el hoy condenado cuando asistió a esas diligencias” (Sentencia, 2013). Las consideraciones de la Corte Suprema de Justicia son lógicas, pues son dos momentos totalmente diferentes en tratándose de trastorno mental transitorio. El primero deriva de un estado mental al momento de los hechos en los cuales se predica la inimputabilidad y el segundo, el estado de conocimiento en que se encuentra el investigado al momento de llevarse a cabo las audiencias de formulación de imputación o de realizar el preacuerdo con la Fiscalía dentro del proceso penal. Bien cita la Corte Suprema de Justicia (Sentencia, 2013), lo advertido por la Corte Constitucional (Sentencia C-330/2013) “No es cierto, ni fáctica ni normativamente, que en todos estos supuestos la persona con discapacidad mental carezca de capacidad jurídica o de capacidad cognoscitiva para comprender el procedimiento penal”. Se evidencia que cuando la enfermedad mental del agente es permanente, es imposible formular la imputación hasta tanto el instrumento Procesal Penal no precise la ruta a seguir o la Corte Constitucional o en su defecto, la Corte Suprema de Justicia, Sala Penal, en su jurisprudencia, le dé una interpretación e indique cuál es el mecanismo procesal a través del cual se comunica al investigado los hechos y la adecuación jurídica del delito por el cual se le investigará o si como se precisó precedentemente, se hace el acto de comunicación y frente al estado mental del imputado se presume su inocencia. Los hechos cometidos por personas que no estén en capacidad para comprender, en ese momento, la ilicitud de su conducta o de determinarse, tal como lo señala el artículo 33 de la Ley 599 de 2000, de por sí podría ser objeto de la necesidad de imponer una medida Las medidas de aseguramiento La regla general es que todas las persona que cometan un delito enfrenten el proceso penal en libertad y en la sentencia se determine, conforme a la responsabilidad que se haya probado en su contra, su privación de la libertad para el cumplimiento de la sentencia cuando se haya la suspensión condicional de la ejecución de la pena (Ley 599/2000, artículo 63). La medida de aseguramiento, al amparo del Derecho Procesal Constitucional (C.Po. artículo 28 y artículo 250), es una fórmula excepcional en el Derecho Procesal Penal, atendiendo la solicitud del Fiscal al Juez de Control de Garantías (Ley 906/2004, artículo 306), establecida contra quienes son sujetos de una investigación, conforme al cumplimiento de los Política de Colombia y los artículos 295 y 296 de la Ley 906 de 2004, cuyos presupuestos se desarrollan en el artículo 308 (Ley 906), habiéndose satisfecho cualquiera de los requisitos objetivos (Ley 906/2004, artículo 313), para determinar si es o no necesaria la privación provisional de la libertad de cualquier persona investigada dentro de un proceso en la jurisdicción penal hasta cuando se dicte la sentencia, teniendo en cuenta los moduladores de la actividad judicial (Ley 906/2004, artículo 27) ya que toda restricción a la libertad, debe atender siempre los criterios de necesidad, razonabilidad, proporcionalidad y ser adecuada frente a los principios constitucionales, para que reglados a través de los cuales, esa detención preventiva en centro carcelario o en lugar de residencia (Ley 906/2004, artículo 307, Lit. A) se muestre necesaria para “evitar la obstrucción de la justicia, o para asegurar la comparecencia del imputado al proceso, la protección de la comunidad y de las víctimas, o para el cumplimiento de la pena” (Ley 906/2004, artículo 296). indilgado se vuelvan a repetir. 129 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) La excepción a la regla constitucional que enseña que toda persona sometida a una investigación penal debería enfrentar el proceso en libertad, es la detención provisional, la cual se aplica como fórmula excepcional, después de habérsele formulado la imputación, cuando se resuelve la situación jurídica. La Corte Constitucional (Sentencia C-695/2013) en tal sentido, realizó un test de proporcionalidad Se acepta entonces que el objetivo de esta prevención es contribuir no sólo al cumplimiento de la sentencia condenatoria, como materialización del ejercicio del ius puniendi estatal, sino también a garantizar la justicia, como derecho que le es propio tanto a las víctimas de las conductas objeto de sanción penal, como a la sociedad en general, interesada en conservar el orden y la convivencia, mediante la materialización de evada no sólo la obligatoria comparecencia al proceso, sino que una vez culminado, en caso de ser declarado culpable, impida materializar la condena impuesta por el juez, de modo que no solo para el individuo que ha sido procesado especial), sino que se proyecte la prevención general, disuadiendo a futuros infractores en potencia. proporcional en stricto sensu, como quiera que no tiene la entidad para anular por sí misma la presunción de inocencia ni la libertad de locomoción reconocidas en la Constitución y en los diferentes instrumentos internacionales ya reseñados, pues además de que se trata de derechos que no tienen un carácter absoluto, su restricción atiende el imperativo deseo de conservar las condiciones para garantizar la efectividad del proceso penal, adoptando medidas de reacción rápidas y urgentes, para precaver que los responsables de comportamientos desviados no cumplan la sanción. 130 Al precisar la norma que la necesidad de la imposición de la medida cautelar de la privación mismos están diseñados tanto para imponerse en contra de imputables como también en contra de los que podrían ser considerados inimputables. En efecto, el derecho penal está orientado sobre el acto y no en el autor. En tal sentido, la Corte Constitucional, precisó: En varias oportunidades, la Corte ha resaltado que, como consecuencia del reconocimiento de la dignidad humana (CP art 1º), la Carta proscribe la responsabilidad penal objetiva, y prevé un derecho penal de acto y no de autor. En efecto, con claridad el artículo 29 superior establece que no puede haber delito sin conducta. (Sentencia C-370/2002). En la misma sentencia (C-370/2002) la Corte Constitucional explica el por qué el derecho constitucional excluye el derecho penal de autor y se inclina hacia el derecho penal de acto y de culpabilidad. En tal sentido, cita la sentencia C-239 de 1997, indicó: acontecimiento objeto de punición no puede estar constituido ni por un hecho interno de la persona, ni por su carácter, sino por una exterioridad y, por ende, el derecho represivo sólo puede castigar a los hombres por lo efectivamente realizado y no por lo pensado, propuesto o deseado, como tampoco puede sancionar a los individuos por su temperamento o por sus sentimientos. En síntesis, desde esta concepción, sólo se permite castigar al hombre por lo que hace, por su conducta social, y no por lo que es, ni por lo que desea, piensa o siente. Bien indicó la Corte Constitucional (Sentencia C-370/2002), al precisar sobre la “constitucionalización de un derecho penal culpabilista” respecto a los imputables y los inimputables. Frente a estos últimos, mira al autor no como un sujeto disciplinable a través de la pena sino a través de la medida de seguridad. Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad La privación de la libertad tiene en el proceso dos objetivos; el primero de ellos es garantizar la comparecencia al proceso y a la sentencia, proteger a las víctimas y la comunidad a través de la medida de aseguramiento consistente en la detención preventiva; el segundo, es la privación de la libertad para cumplir la sentencia o la medida de seguridad. La pena tiene justa, prevención especial, reinserción social y protección al condenado” (Ley 599/2000, artículo 4). La Medida de Seguridad, por su parte, rehabilitación” (´Ley 599/2000, artículo 5). Ha indicado la Corte Constitucional que la privación de la libertad de una persona debe ser “acorde con el ordenamiento jurídico colombiano, la jurisprudencia constitucional y diferentes instrumentos internacionales, toda restricción de derechos o libertades fundamentales, dentro del marco normativo que le es propio al legislador, debe atender siempre los criterios de necesidad y proporcionalidad” (Sentencia C-695/13). El marco jurídico procesal penal esta cimentado no solo sobre la Legislación interna, las decisiones de las Cortes en sus sentencias, sino en aquellos acuerdos y jurisprudencias que hacen parte del bloque de constitucionalidad. Frente a la comisión de una conducta punible el Juez de Control de Garantía, siguiendo el mandato constitucional señalado en los artículos 28, 29 y 250, es quien tiene la competencia constitucional y procesal para resolver la situación jurídica de un incriminado y determinar la necesidad de imponer una medida de privación de la libertad de la persona investigada cuando se acredite, con medios 250, numeral 1 de la Constitución Política, en concordancia con el principio rector y garantías procesales señalados en la Ley 906 (2004), en su artículo 2. No es fácil para el Juez de Control de Garantías decidir sobre la imposición o no, de una medida cautelar de privación material de la libertad. En primer lugar, porque se debe determinar y no porque lo concluya la Fiscalía, que el imputado puede ser autor de la conducta a él atribuida, independientemente de que el Fiscal le haya imputado determinado delito. De los elementos materiales de prueba debe existir la inferencia razonable entre el resultado y la autoría que le es atribuida. Sino existe ese para acreditar cualquiera de los tres requisitos descritos en la norma (Ley 906/2004, artículo 308) y desarrollados en los artículos 309, 310, 311 y 312 (Ley 906/2004) necesarios para la imposición de una Detención Preventiva por voces del artículo 313 (Ley 906/2004). La Corte Constitucional precisó: Así la determinación sobre las medidas de aseguramiento, los requisitos y los supuestos en que ellas resultan procedentes, así como las condiciones para su cumplimiento, son decisiones que involucran consideraciones de política criminal, de conveniencia y de oportunidad que caen bajo la órbita de competencia legislativa. Sin embargo, no se trata de una potestad absoluta sino que ella y en los derechos fundamentales, y debe estar guiada por los principios de razonabilidad preventiva, por tratarse de una restricción a la libertad personal, debe estar precedida de los fundamentos jurídicos que conforme al artículo 28 de la Constitución la autorizan de manera excepcional al disponer que: “Nadie puede ser molestado en su persona o familia, ni reducido a prisión o arresto, ni detenido, ni su domicilio registrado..”, salvo que concurran tres requisitos, a saber: 1) mandamiento escrito de autoridad judicial competente, 2) que se expida con la observancia de las formalidades legales y 3) por en la ley. Se trata de una medida de naturaleza preventiva o cautelar y por ende provisional, 131 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) dada su naturaleza preventiva está relacionada con su carácter meramente instrumental o procesal – no punitivo – que impone su ineludible fundamentación, en cada caso que pueden llevar a una privación de la libertad como medida cautelar. Si bien la Corte ha declarado la compatibilidad de la detención preventiva con el principio de presunción de inocencia, ha destacado también la necesidad constitucionalmente C-318/2008). admisibles (Sentencia Se advierte que la medida de aseguramiento se impone a una persona o personas comprometidas en un hecho punible, así se concluye del artículo 308 (Ley 906/2004) independientemente de la condición mental que padezca o en la que se encontraba al momento de cometer la conducta delictiva y el estado en que se encuentra al momento de resolverse su situación jurídica, siempre y cuando se cumplan con los requisitos objetivos y subjetivos de la norma procesal penal. La medida de aseguramiento es entonces, de acuerdo con la Política criminal del Estado, un medio de control social y jurisdiccional y desde esta perspectiva, la Corte Constitucional (Sentencia C-695/2013), indicó: Así, una cosa es detener al individuo contra el cual existen indicios graves acerca de que puede ser responsable penalmente, para que esté a disposición de la administración de justicia mientras se adelanta el proceso en su contra, y otra muy distinta que, cumplidos los trámites procesales y celebrado el juicio con observancia de todas las garantías, reconocimiento y práctica del derecho de defensa, se llegue por el juez a la convicción de que en realidad existe esa responsabilidad penal y de que, por tanto, debe aplicarse la sanción contemplada en la ley. Es entonces cuando se desvirtúa la presunción de inocencia y se 132 garantías, quien siempre tendrá que desplegar un cuidadoso y certero análisis, bajo el criterio de que la libertad es la regla general y la medida de aseguramiento tiene que ser sometida a un riguroso examen de procedencia. El punto neurálgico en las medidas de aseguramiento son los imputados con trastorno mental con base patológica, porque en el sistema procesal colombiano no tienen un aparte especial o una consideración diferencial frente a los demás imputables, e incluso, entre los demás inimputables, al momento de resolverse su situación jurídica. Obliga entonces, de acuerdo con la orientación de la Organización Mundial de la Salud, a que no solamente se debe tener en cuenta al declarado inimputable sino aquél que se encuentra vinculado a la investigación, pero que aún no ha sido acusado, a que se tenga en cuenta su salud mental, al punto, de que si es factible, pueda ser puesta en libertad. Si se analiza el artículo 307 (Ley 906/2004) determina qué medidas de aseguramiento se pueden imponer en contra de una persona. Son ellas, “Las privativas de libertad” (Literal A) en la que se enlistas la “Detención preventiva en establecimiento de reclusión” (numeral 1) y la “Detención preventiva en la residencia señalada por el imputado, siempre que esa ubicación no obstaculice el juzgamiento” (numeral 2) y las “No privativas de la libertad” (Literal B) de las cuales no nos ocuparemos porque no es lo que suscita interés de discusión en esta investigación. No existe en la lista descrita en el artículo 307 (Ley 906/2004) una medida de aseguramiento para una persona con trastorno mental con base patológica o “alienado o enajenados mentales locos o dementes, lo cual quiere decir privados de razón o de juicio”, Arenas (1983), acreditada dentro del proceso al momento de resolver la situación jurídica. Un enfermo mental que cometa un delito y en su contra se decrete la detención preventiva en centro de carcelario, Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad es recluido en un establecimiento penitenciario y carcelario del INPEC como cualquier parroquiano. Su estado mental no es considerado en esa instancia procesal y la enfermedad no será tratada en el lugar donde se mantendrá privado de la libertad provisionalmente; no es adecuada para contribuir a su curación (Ley 599/2004, artículo 70), entre tanto se determina su responsabilidad. Hay derechos que las personas no pierden aun cuando se encuentren privados de la libertad y es el derecho a la dignidad (C. Po, artículo 1). al Código Penitenciario y Carcelario (Ley 65/1993), Código Penal (Ley 599/2004), y en establecimientos de reclusión y enlista en el numeral 5 “Establecimientos de reclusión para inimputables por trastorno mental permanente o transitorio con base patológica y personas con trastorno mental sobreviniente”. Se precisa que esos establecimientos estarán bajo la dirección y coordinación del Ministerio de Salud y Protección Social. Pero el interés del Legislador parece ir como los rayos, primero la luz y al tiempo el sonido y en ocasiones sólo es luz porque no hay sonido, pues en la actualidad los establecimientos del INPEC distribuidos en el territorio nacional; algunos de ellos tienen al interior de los mismos las Unidades deTratamiento Especial (UTE), las cuales, de acuerdo la Ley 65 de 1993 facultan a los directores de los centros carcelarios, a aplicar sanciones de las listadas en el artículo 123, medias de corrección como las denominadas “Medidas In Continenti” (Art. 125) y “aislamiento” (art. 126). Una Unidad de Tratamiento Especial es un espacio al interior temporalmente a los encarcelados sobre los cuales se ha de ejercitar un control estricto de una medida sancionatoria y donde, conforme a los hallazgos realizados por la Defensoría del Pueblo, se mantienen algunos internos con por la Ley 1709 de 2014 en sus artículos 73, 79 y 80, respectivamente. En tal entendido, las Unidades de Tratamiento Especial (UTE) son lugares de permanencia provisional y que no sustituyen de manera alguna la obligación del Estado para materializar sitios de atención permanente para personas que se encuentren privadas de la libertad y que padezcan trastorno mental con base patológica, bien sea de carácter permanente o transitoria, a partir del momento en que fue privado de la libertad y hasta cuando por lo menos en el sentido del fallo se haya considerado inimputable por trastorno mental con base patológica (L. 906/2004, artículo 452) y el Juez de conocimiento disponga, provisionalmente una medida de seguridad mientras se dicta el fallo y en ella se señale, conforme lo indica el artículo 69 (Ley 599/2000), en donde se ejecutará la medida de seguridad, debiendo escoger de la lista disponible en el artículo 70 (L. 599/2000) en armonía con el articulo 466 (Ley 906/2004) y de ellas, muy seguramente, la “internación en establecimiento psiquiátrico o clínica adecuada” para los declarados inimputables con trastorno metal permanente. Las Unidades de Tratamiento Especial (UTE), están concebidas como una fórmula de control y sanción y no como un medio asistencial, tal vez por ello la Ley 1709 de 2014, en su artículo 24 corrige el modelo de un centro carcelario que atienda la situación de un recluso con trastorno mental con base patológica que haya sido declarado inimputable o quien estando privado de la libertad con detención le sobreviene un trastorno mental de tal naturaleza. Indica la norma: Establecimientos de reclusión para inimputables por trastorno mental permanente o transitorio con base patológica y personas con trastorno mental sobreviniente. Estos establecimientos están destinados a alojar y rehabilitar a inimputables por trastorno mental, según decisión del juez de conocimiento previo dictamen pericial del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses y a aquellas personas a quienes se les sustituye la pena privativa de la libertad por internamiento en este 133 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) tipo de establecimientos como consecuencia de un trastorno mental sobreviniente. En ningún caso, este tipo de establecimiento podrá estar situado dentro de las cárceles o penitenciarías. Estos establecimientos tienen carácter asistencial; deben especializarse en tratamiento psiquiátrico, rehabilitación mental con miras a la inclusión familiar, social y laboral. La custodia y vigilancia externa de estos establecimientos estará a cargo del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), y la construcción de los mismos estará a cargo de la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios. En todo caso, contarán con personal especializado en salud mental en cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 105 del presente Código y con estricto cumplimiento de los estándares de calidad que para tal efecto determine el Ministerio de Salud y Protección Social en reglamentación que expida para tal efecto dentro del año siguiente a la expedición Sin embargo, el contenido literal del artículo 24 (Ley 1709/2014) no tiene un alcance para el procesado con trastorno mental con base patológico sometido a una investigación en donde se haya decretado su privación de libertad. El alcance normativo se aplica sólo a quien se ha declarado inimputable en la sentencia o en su defecto, siendo imputado detenido sufre un trastorno mental. El privado de la libertad con trastorno mental con base patológica, tiene derecho a que mientras se determina si es imputable o inimputable, su enfermedad sea tratada como el inimputable con un tratamiento psiquiátrico y no mantenido provisionalmente, como ocurre en la actualidad, en Unidades de Tratamiento Especial (UTE), anexos o pabellones psiquiátricos, de los cuales se ha tenido una pésima experiencia. El Defensor del Pueblo de Boyacá, Gustavo Tobo, luego de una visita a las cárceles del país, le dijo: “Vimos internos con patología mental, que carecen de atención especializada. El Barne 134 tiene un patio independiente para enfermos mentales, pero no cuenta con el equipo médico y de apoyo especializado”, (El tiempo, 2009). Indica además a dicha empresa de prensa, que: “Uno de los temas que más le preocupa al Defensor del Pueblo son las Unidades de Tratamiento Especial (UTE) con que cuentan las cárceles. Son espacios en los que aíslan a los internos durante largos intervalos de tiempo, en algunas oportunidades por patologías mentales que según el Defensor del Pueblo no están siendo tratadas, Teresa Moya manifestó que el Inpec tiene una póliza de Las Unidades de Tratamiento Especial buscan mantener el orden y la disciplina en los centros carcelarios. La medida no debe superar las 72 horas” (El tiempo, 2009). La situación de las cárceles de Colombia por el hacinamiento a pesar de estar creadas para “para albergar a 76.066 presos, actualmente hay 120.387” (El Tiempo, 2014) no tiene solución en el corto o mediano plazo y entre esa población un lunar que sin duda constituye la población carcelaria que no está siendo tratada adecuadamente como lo es la población de personas con trastorno mental; hacemos referencia solo a aquellos casos en el que la persona ya fue considerada inimputable y que como tal le fue ordenado un tratamiento especializado para la medida de seguridad aplicada; qué diríamos respecto a la población que aún se encuentran procesada y encarcelada junto con los demás reclusos en los establecimientos del INPEC en donde ni siquiera cuentan con unidades o patios especiales para personas con este tipo de patología mental apenas procesa?. La Defensoría del Pueblo pudo determinar que la población privada de la libertad con problemas mentales asciende a 2.060 personas en el país (Alarmante panorama en Unidades de Tratamiento Especial de Barranquilla, 2014), sin que se diferencie que población corresponde Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad a declarados inimputables y cual de ella son procesados. El artículo 307 (Ley 906/2004) sólo permite dos fórmulas de privación de la libertad consistente en “Detención preventiva en establecimiento de reclusión” (Literal A, numeral 1) o “Detención preventiva en la residencia señalada por el imputado, siempre que esa ubicación no obstaculice el juzgamiento” (Literal A, numeral 2) aplicable al procesado indistintamente de su condición mental. Debió contener la norma una tercera forma de privar de la libertad al imputado patológica, como es la detención hospitalaria. De esta manera, su enfermedad será tratada desde el mismo momento de su privación efectiva de su libertad y se humaniza la medida cautelar. En cambio sí previó la norma la enfermedad mental sobreviniente para la persona privada de libertad. El parágrafo del artículo 24 (Ley 1709/2014) trata del trastorno mental sobreviniente; teniendo por el mismo, aquella condición de enfermedad mental que adquiere el procesado durante la privación de su libertad en establecimiento carcelario. Permite que el procesado, a través de su defensa técnica, solicite al Juez de Control de Garantías para que, habiéndose acreditado ese trastorno, determine la procedencia o no de una sustitución de la detención intramural en centro carcelario por sometido a un tratamiento psiquiátrico en un establecimiento destinado para inimputables. El Código Procesal de la Nación de Argentina (L. 27.623/2014), en su artículo 66, señala: Presunta inimputabilidad en el momento del hecho. Si se presumiere que el imputado, en el momento de cometer el hecho, padecía alguna alteración mental que le impidiera comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones La norma en cita tiene como punto de referencia, contraria a la legislación procesal penal colombiana, que la inimputabilidad no es punto de análisis al momento de ejercitarse el debate probatorio (Juicio Oral) sino que se observa a la misma cuando presuntamente de de una eventual inimputabilidad. El Código Procesal Penal (L. 27.623/2014) argentino, establece unas medidas de coerción de “asegurar la comparecencia del imputado o evitar el entorpecimiento de la investigación”. De ellas, desde el literal a al literal i, podríamos compararlas con las denominadas en la Ley 906 de 2004, en su artículo 307, literal B, como “No privativas de libertad”. La medida aseguramiento no privativa de libertad en la Ley 906 de 2004, tiene su desarrollo en el artículo 314, el cual determina las reglas para la imposición de la misma y al respecto sólo se aplica en “delitos cuya pena principal no sea privativa de la libertad, o por delitos querellables, o cuando el mínimo de la pena señalada en la ley no exceda de cuatro (4) años”, siempre y cuando se satisfagan los requisitos del artículo 308. Si el hecho criminal imputado, se encuentra por fuera de estos parámetros, no es posible aplicarla y sólo, de cumplirse los requisitos subjetivos del artículo 308 (L. 906/2004), se impondrían al comprometido en la conducta punible una de las dos medidas del literal A del artículo 307 (L. 906/2004), las cuales coinciden con las descritas en los literales j y k (L. 27.623/2014, Artículo 177) de “arresto en su propio domicilio o en el de otra persona, sin vigilancia o con la que el juez disponga” y “la prisión preventiva, en caso de que las medidas anteriores no fueren Por citar un ejemplo, si una persona con aparente trastorno mental con base patológica en Colombia le causa la muerte a otra persona de manera violenta, por la naturaleza y gravedad del hecho y la pena a imponer, el Juez, de manera alguna, no podría imponer una medida de aseguramiento de las denominadas “No 135 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) privativas de Libertad”. En cambio, en Argentina, no existe tal restricción de tal manera, si el Juez lo considera pertinente, frente al mismo autor, podría imponer, por ejemplo, la medida señalada en el artículo 177 (L. 27.623/2014), literal b “la obligación de someterse al cuidado o vigilancia de una persona o institución determinada, en las ser en un hospital psiquiátrico. Ya la Corte Constitucional había direccionado la competencia del INPEC para los traslados de los inimputables. En Sentencia T-1045 de 2002, precisó: En el primer evento la responsabilidad del traslado del inimputable al sitio escogido para la ejecución de la medida de protección recae en cabeza del Sistema de Seguridad Social en Salud, cuya coordinación esta a cargo del Ministro de Salud (art 171 de la Ley 100 de 1993) para medida deberá coordinar dicho traslado con el director o gerente del centro psiquiátrico o quien haga sus veces. No obstante, por no encontrarse implementado tal sistema en lo concerniente al manejo del traslado de los inimputables a los centros psiquiátricos, provisionalmente y hasta tanto sea implementado el sistema, corresponderá al funcionario judicial que ordenó tal medida coordinar dicho traslado para lo cual contará con la colaboración del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario – INPEC. Se reitera que tal obligación se impone a dicho instituto sólo hasta cuando el sistema de seguridad social en salud sea implementado bajo la responsabilidad del Ministro de Salud en este un término improrrogable de cuatro meses en la parte resolutiva de la presente sentencia. Sobrevino la Ley 1709 de 2014, doce años después de la Sentencia T-1045 de 2002 y el manejo de reclusos con trastorno mental en centros carcelarios sigue incólume y la norma como letra muerta. 136 Conclusión Si bien es cierto, la inimputabilidad la declara el Juez al momento de proferir su sentencia dentro de un proceso con base en lo que se haya probado dentro del proceso sobre el estado mental del incriminado, es importante que el Juez tenga en cuenta los informes médicos psiquiátricos que obren en la investigación que determinen el grado de comprensión que tenga la persona que es investigada al momento de la formulación de imputación para la legalidad del acto propio de comunicación y ser valorados, preliminarmente, para determinar, si esa persona, en las condiciones mentales en que se encuentra debe ser privado o no de la libertad. De satisfacerse los requisitos objetivos y subjetivos de los artículos 303 y 308 de la Ley 906 de 2004, el Juez de Control de Garantías esta investido de autoridad (L. 906/2004, artículo 37, numeral 5; artículo 39) por el mandato superior (C. Po., artículo 250, numeral 1) para aprobar o no la formulación de imputación que se eleve contra una persona involucrada como sujeto activo dentro de un proceso penal, si ésta cumple con los requisitos del artículo 288 (L. 906/2004), estado de sanidad mental del incriminado. Realizada la formulación de imputación, el procesado tendrá la oportunidad para decidir, si acepta o no, los cargos. De aceptar los cargos, implicaría renunciar al derecho constitucional de la presunción de inocencia (C. Po., artículo 29) y el Juez proferiría una sentencia condenatoria en su contra. El problema surge cuando el incriminado presenta trastorno mental con base patológica y al momento de la formulación de imputación ese estado mental no estaba determinado en esa fase y aun así aceptó cargos; de allí el Fiscal, como gerente de la investigación debe realizar un estudio a esos primigenios elementos de pruebas, a través de cuales debe hacer un análisis de contexto que le permita conocer en qué estado mental se encontraba el procesado al momento de Rodrigo Pérez M. - Las medidas de aseguramiento privativas de libertad realizar la conducta punible. De advertir cualquier evento, a través de esos medios de conocimiento, por ejemplo, una historia clínica, debe transmitir ese conocimiento en el acto de comunicación de la formulación de imputación porque de él deriva la medida de aseguramiento de las descritas en el artículo 307 (L. 906/2004). Si la medida de aseguramiento solicitada por la Fiscalía corresponde a la señalada en el literal A, numeral 1 (L. 906/2004) “Detención preventiva en establecimiento de reclusión”, trastorno mental con base patológica, en estos momentos el Instituto Penitenciario y Carcelario (Inpec), lo mantiene, en algunas cárceles de Colombia, y en el mejor de los casos, en Unidades Psiquiátricas, que de ninguna manera le permiten al detenido ser atendidos en su enfermedad mental desde el momento mismo de su privación efectiva de la libertad. En el peor de los casos, en cárceles que no cuentan con unidades psiquiátricas y la reclusión de éstos detenidos se hace entre los demás reclusos sanos mentales o en su defecto, como ya se estableció por la Defensoría del Pueblo, en las Unidades de Tratamiento Especial (UTE), que de ninguna manera permiten el tratamiento adecuado al enfermo mental detenido. La solución se encuentra en la medida en que el Ejecutivo materialice la construcción de los Establecimientos de reclusión para inimputables por trastorno mental permanente o transitorio con base patológica y personas con trastorno mental sobreviniente bajo la dirección y coordinación del Ministerio de Salud y Protección Social, tal 307 (L. 906/2004) e incluya como medidas de aseguramiento privativa de libertad, descrita en el literal A, una tercera que corresponda a Detención Hospitalaria cuando de elementos materiales probatorios, evidencia física o información válidamente obtenida en el proceso, se pueda inferir que el imputado padezca un trastorno mental con base patológica. Notas 1 Se debe diferenciar la fase de indagación y la fase de investigación. La Fase de Indagación inicia al momento en que la Fiscalía General de la Nación con la Policía Técnica Judicial, conocen e intervienen frente a un delito. Con base en la información obtenida, sea por fuente formal (Denuncia o querella de acuerdo con los artículos 67 al 74 de la Ley 906 de 2004) o fuentes no formales. Entendido lo anterior, como la información de la cual se pueda inferir una conducta punible que suministran informantes, escritos anónimos, llamadas telefónicas o Judicial, pág. 31) o de los conocimientos que se tengan por los actos urgentes (L. 906 de 2004, artículo 205). La investigación nace a partir del momento en que se formula la imputación al sujeto activo, en la que el Fiscalía del caso busca, con el apoyo de la Policía Judicial, complementar la investigación, la cual termina con la presentación del escrito de acusación. Es uno de los requisitos objetivos (L. 906 de 2004, artículo 313, numeral 2) que se exige para imponer en contra de un imputado, una medida de aseguramiento de las previstas en el artículo 307 de la misma Ley, correspondiente a detención preventiva en Centro de Reclusión (literal A) o detención preventiva en la residencia señalada por el imputado, siempre que esa ubicación no obstaculice el juzgamiento (literal B). 2 Alarmante panorama en Unidades deTratamiento Especial de Barranquilla, (Octubre 4, 2014). Defensoría del Pueblo. Recuperado de http://www.defensoria.gov.co/es/nube/ regiones/1954/Alarmante-panorama-enUnidades-de-Tratamiento-Especial-deBarranquilla-c%C3%A1rcel-de-El-Bosquehacinamiento-carcelario-c%C3%A1rceles. htm 137 IURIS ISSN: 0124-6666 - Enero / Diciembre de 2015 - No. 17 (121 - 139) Atención y apoyo psicosocial, (2014). Paraninfos. 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