VIII Reunión de Economía Mundial Alicante – España PRECIOS MUNDIALES Y PRECIO REMUNERATIVO UNIVERSIDAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES Y SOCIALES (UCES) INSTITUTO DE ECONOMIA APLICA (INSECAP) BUENOS AIRES - ARGENTINA Lic. Mariano De Miguel, demiguelmariano@yahoo.com.ar , 00541143078672 1 PRECIOS MUNDIALES Y PRECIO REMUNERATIVO Investigación de una Norma Factorial Presentamos a continuación un “Proyecto de Investigación de una Norma Factorial de los Precios Mundiales / El Precio Remunerativo-”; con el objeto de brindar una seria contribución a la problemática teórica y práctica del comercio internacional, por un lado, y del comercio interprovincial, por el otro. Desde luego, nuestro interés, en lo que a esta entrega se refiere se focaliza sobre el segundo aspecto señalado. Particularmente, en el marco de la comprensión de ciertas leyes que rigen el comercio internacional y su extrapolación al comercio intraprovincial, el precio remunerativo puede constituirse en una herramienta fundamental al momento de discutir la Coparticipación Federal de Impuestos; ya sea para establecer montos o fijar criterios para la asignación de la masa coparticipable. Podemos leer en artículo 18 del capítulo 2, título de la LEY Nº 9156 que: “COMPETE al MINISTERIO DE FINANZAS, en general, asistir al Poder Ejecutivo en todo lo inherente a la elaboración y control de ejecución del Presupuesto Provincial, como así también en los niveles del gasto y de los ingresos conforme a las pautas que se fijen...”. Puede verse con claridad la pertinencia potencial de un instrumento que contribuya en alguna medida determinada a la problemática de la coparticipación, ya que ésta afecta directamente el presupuesto de la provincia. Presentación del tema: Como es sabido, el único vehículo para un traspaso unilateral de riquezas de un país a otro es el desequilibrio de su balance comercial, ya sea formal, es decir contabilizado como una no-equivalencia de los volúmenes en términos de precios corrientes, o informal: es decir, disimulado en el interior de la estructura misma de estos precios corrientes, como una no-equivalencia de sus elementos integrantes. 2 Los flujos financieros en todos sus términos, si no son simples juegos contables que se anulan recíprocamente, constituyen el reflejo de un profundo desequilibrio formal, o el medio para lograrlo. Desde esta perspectiva, es cierto (como sostienen algunas voces de los países desarrollados) que existe un determinado traspaso formal de riqueza de los países con superávit comercial (a menudo los desarrollados) hacia aquellos con déficit comercial (a menudo los países en desarrollo o subdesarrollados). Pero aquí no debemos confundirnos. Este traspaso es compensado con uno en sentido contrario, de carácter informal; que por ser informal no deja de ser real y fundamental para la suerte de los países periféricos. Esta transferencia de valor radica en la diferencia relativa en la agregación de valor de las diferentes economías. Los precios “débiles” que forman las economías periféricas encubren una deficiente agregación de valor (no debe aquí confundirse este planteo con el del deterioro de los términos de intercambio, que aunque acertado en muchos de sus puntos, resulta incompleto). Puede resultar esclarecedor sobre este punto, una consideración adicional. La constante de la política exterior de los países desarrollados es la generación de un superávit comercial, que permita colocar en el extranjero la producción que no se logra colocar en su mercado doméstico. De aquí, que el superávit de balanza comercial, más allá de toda elucubración teórica, constituya un factor positivo para con el proceso de acumulación y desarrollo económico. La mejor garantía para volver a producir mañana es vender hoy. Pero como la mayor venta de unos implica la mayor compra de otros, de aquí surge el déficit de balanza comercial en el que a menudo incurren los países en desarrollo. Durante muchos años, los flujos financieros que constituían la contrapartida del acontecer comercial significaron de hecho “meros juegos contables”. Esto fue así porque el dilema era el siguiente. ¿Qué resulta primordial para un país ( tomado aisladamente), que le paguen lo que le deben o que le sigan comprando en términos netos? El ideal es que ocurran ambas cosas al mismo tiempo, lo cual supone una contradicción en los términos. El lector no debe olvidar lo siguiente. Si todos los países en desarrollo decidieran pagar su deuda, tendrían que haber vendido más de lo que compraron (superávit comercial), lo que hubiera implicado para el resto de los países desarrollados comprar más de lo que venden (déficit comercial). Esto es lo que no van a permitir nunca, en el sistema capitalista, los países desarrollados. Porque cómo bien en claro lo tenían los primeros economistas, “es preferible tirar la producción al 3 mar o quemarla, manteniendo el nivel de producción, que generar desempleo y recesión por detener la producción, a falta de mercado donde colocar dicha producción”. Sin embargo, el problema se fue complicando, ya que esos flujos financieros generaron un fenómeno adicional, que es el negocio de la deuda externa, y los servicios que acarrea (intereses pagados). ¿Donde radica la contradicción? En que los organismos internacionales proponen por una parte que los países en desarrollo lleven a cabo políticas que produzcan el excedente necesario para el pago de la deuda que contrajeron; y lo hacen apoyados hasta un punto por los países más importantes. Pero, ¿hasta que punto? Hasta el punto en el que los países desarrollados ven comprometido su nivel de empleo por no poder colocar su producción en el exterior. En ese momento, “aconsejan” al FMI acordar, permitiendo quitas importantes, recomponiendo la “estabilidad comercial”. Quitas del orden del 75 % son absolutamente factibles no sólo porque países como Alemania, Rusia y otros importantes las han aplicado, sino porque la política económica exterior de los países acreedores sabe, conciente o inconcientemente que en el capitalismo es más importante vender que comprar; por lo cual es preferible recuperar un comprador para la producción futura que perderlo a costa de cobrar deuda sobre producción pasada. Al fin y al cabo, ¿a quién le hubieran vendido sus bienes y servicios los países acreedores de no haber sido a los deudores? Seguramente a nadie. Entonces, ¿qué hubieran hecho esos países? Sin duda, contraer la producción y el empleo. Pero esto no termina acá. Como la riqueza genera riqueza y la pobreza genera pobreza, de un lado algunos países pudieron mantener los niveles de producción, empleo y salarios, así como sustentaron el proceso de acumulación de capital físico y humano, con los saltos tecnológicos correspondientes. Por el otro, la dinámica fue la inversa. La contracción de los mercados de los países en desarrollo, en términos de poder adquisitivo, derivó en la profundización del comercio entre países con alto poder de compra, disminuyendo el peso del comercio norte-sur a un porcentaje mínimo. Esto tuvo sus consecuencias en materia de deuda externa. Se tornó factible que los países en desarrollo alcanzaran superávits que les permitieran hacer frente a su deuda, al mismo tiempo que los países desarrollados colocaban sus productos en otros mercados. No hay que perder de vista de cualquier forma, que el superávit de nuestras economías es diferente funcionalmente al de las economías prósperas. Ambas venden al exterior lo que no colocan en el mercado local. La diferencia radica en que las segundas ajustan su venta al exterior a su venta al mercado local; mientras que las primeras hacen lo inverso. La exigüidad 4 del mercado interno “obliga” a colocar la producción en el exterior, lo cual a su vez, contribuye más tarde a la exigüidad de dicho mercado interno. En este último párrafo se conforma el núcleo del problema. Es la inexistencia de un mercado interno fuerte en cantidad y calidad lo que imposibilita una adecuada agregación de valor. Y la deficiente agregación de valor es la que conlleva un esfuerzo mucho mayor, en materia de desgaste de factores y recursos, de nuestras economías comparadas con las desarrolladas. Para dar un ejemplo, si un mismo operario, de determinada productividad en igualdad de condiciones de trabajo, recibe en concepto de salario en el país A cuatro veces lo que recibe el mismo operario en el país B, está claro que el país B cuadruplica el esfuerzo necesario para alcanzar el mismo valor generado. Siguiendo el ejemplo, si el país A vende por 10 y compra por 5, se puede hablar de un traspaso formal del país A al B de 5 (10 – 5 = 5). Pero esos 10 han costado, supongamos arbitrariamente, el trabajo de dos operarios, mientras que por la relación estipulada, los 5 que entrega el país B han costado el trabajo de cuatro operarios. Lo que busca el Precio “Compensador” o “remunerativo” es establecer una medida estimada y aproximada de valor que equipare el desgaste productivo en ambos países. De esto se habla cuando se dice que buscamos que los términos factoriales dobles sean iguales a uno (ya que estos términos de intercambio miden el desgaste relativo de factores productivos entre dos economías, o entre una economía y el resto del mundo). Como veremos más adelante, en cualquier situación la solución de largo plazo reside en que ¡los países en desarrollo solucionen el problema de la agregación de valor; lo que tornaría innecesaria la compensación!. Es importante, volviendo al problema del valor agregado, notar que esta escasa agregación de valor de nuestras economías impide, en el mediano y largo plazo, la existencia de un mercado interno potente en calidad y cantidad de ingresos, “obligando” a la producción nacional a buscar mercados externos en una proporción mayor que la óptima, debilitando aún más nuestros precios en el mercado mundial. Si se decidiera la corrección de esta situación, debieran establecerse dos escenarios, correspondientes uno al corto y otro al mediano y largo plazo; con las respectivas recomendaciones de política económica. De aquí surge la necesidad de elaborar dos estudios complementarios. 5 El primero de ellos hace al objeto principal de este informe y tiene que ver con el establecimiento de un “Precio Compensador”. La determinación de este Precio es imprescindible como referencia para proceder hacia la nivelación de los términos del intercambio. Habitualmente, se cree que la demanda internacional, junto con la insuficiencia relativa de los factores que intervienen en la producción, son los elementos determinantes en la fijación de los precios mundiales, los que a su vez determinan la renta de los productores. Pero, en la realidad la dinámica es inversa. Desde el momento en que el precio de uno u otro de los factores que intervienen en la producción se vuelve rígido (por un acontecimiento extraeconómico cualquiera en la distribución nacional de la renta y de su inmovilidad internacional) pasan a ser los precios finales los que dependen de las remuneraciones a los factores (reiteramos, no la inversa). Dentro del mundo real, el factor discriminatorio más importante dentro del valor agregado es el salario; aunque puede ser tomado cualquier otro para este análisis. En cualquier caso, los esfuerzos teóricos han permitido concluir la existencia de una transferencia neta de valor de nuestros países en virtud de la desigualdad de desarrollo, que se manifiesta en los precios de nuestro comercio exterior, pero que reside en la exigüidad de nuestro valor agregado (debemos recordar aquí que, en términos generales, el valor agregado no es otra cosa que la suma de los salarios, las utilidades y las cargas impositivas indirectas). Si nuestros precios no son “suficientes” y tomamos cada producto por separado, ¿cuál sería el precio normal? Este sería el precio de concurrencia, si al lado del mercado de las mercaderías existiese un mercado de similares características para los factores. Pero no hay nada de eso. Dada la inexistencia de un mercado tan fluido para los factores, debemos buscar un precio “conceptual” primero y “práctico” después, que permita remunerar a las mismas tasas los factores utilizados de una y otra parte para producir las mercaderías intercambiadas. En términos más técnicos, este precio sería aquel del cual los términos factoriales dobles del intercambio resultarían iguales a uno. Sin mayores detalles, podemos definir los términos factoriales dobles del intercambio como la relación entre la cantidad de servicios productivos gastados para la exportación de determinada cantidad de mercancías con la 6 cantidad de servicios productivos gastados por el extranjero para pagar las mercancías que se le expiden. Puede resultar esclarecedor para el lector, notar que este precio compensador se establecerá para un producto, para un conjunto de productos y/o para un sector en función de la información disponible, la que según nuestras primeras averiguaciones puede estimarse con un razonable “grado de error de estimación”, según personal de la Dirección de Cuentas Nacionales del Ministerio de Economía. Consecuentemente, la aplicación de este precio depende del instrumento que se elija. Para que el lector perciba a través del ejemplo: imaginemos que, una vez establecido el precio de compensación, éste se utiliza para descontar parte del pago en concepto de deuda externa según la forma que se haya elegido. Así, si se piensa en un bono “atado” al crecimiento económico de nuestro país, lo que se propone es que de ese mismo bono se descuente una tasa determinada según el cálculo del precio compensador. Esto es, el país paga en función directa y en algún grado proporcional al crecimiento, pero en función inversa y en algún grado proporcional (según el precio de compensación) a la transferencia de valor por la deficiente agregación de valor. De las consideraciones metodológicas que se presentan más abajo resultará la primera aproximación teórica del Precio Compensador que buscamos. Independientemente de los perfeccionamientos que se le puedan realizar, de esa misma fórmula se pueden extraer los primeros pasos a seguir para alcanzar la cuantía (o por lo menos un intervalo de variación) de ese precio. Vale decir, el estudio se encuentra a mitad de camino y completarlo permitiría otorgarle una potencia desconocida a la posición negociadora de nuestro país en el concierto de los organismos internacionales. Pero al margen de estas consideraciones, y de la importancia de este instrumento para el plano internacional, nos propusimos al comienzo intentar dar respuestas en plano nacional, específicamente para la Provincia de Córdoba. Las razones por las cuales nos extendimos en un análisis del comercio internacional son varias e importantes, pero nos limitaremos a explicar las siguientes. En primer término, la comprensión del concepto de precio remunerativo o compensador se torna notablemente más accesible en lo que al concierto de países se refiere. En segundo lugar, el lector puede notar que (hecho el análisis previo) el reemplazo de la palabra país por provincia, y de concierto de países por concierto de provincias, traslada automáticamente el estudio del palno internacional al nacional sin modificar en absoluto la esencia e importancia del mismo. Por último, aunque en forma 7 indirecta, es de interés provincial la consideración de esta herramienta en el ámbito internacional, tomando como eje nuestro país, ya que modificaciones sustanciales a favor de nuestro país redundan necesariamente (aunque no proporcionalmente) en beneficios para las provincias. De igual forma, así como podemos analizar el comercio entre Córdoba y el resto de las provincias, se puede y se debe analizar el comercio entre Córdoba y el resto del mundo. La desigualdad de desarrollo es una constante también dentro de nuestro país, y se ve retro alimentada por las transferencias de valor que esa misma desigualdad engendra. De aquí que el establecimiento de un “Precio Compensador” a nivel provincial o regional redimensiona todo el análisis sobre federalismo. Esto es así porque, una vez calculados o estimados los beneficios y perjuicios que implicó e implica el desarrollo desigual, toda transferencia del gobierno nacional a las provincias sienta sus bases no sólo en consideraciones ético-políticas, sino y fundamentalmente, económicas. Un ejemplo de ello es la coparticipación federal de impuestos. Muchos la conciben como un aporte unilateral, a la manera de aporte del gobierno nacional para corregir las diferencias de desarrollo, pero financiado por las provincias más ricas. Desde esta nueva óptica que proponemos, se comprende que una parte del próspero crecimiento de unos (Capital Federal y Provincia de Buenos Aires) tiene correlación con el estancamiento de otros. El símil del Precio Compensador a nivel provincial permitiría estimar el monto justo de reparación, tornando verdaderamente federal la política del gobierno nacional. También en el plano nacional, ésta constituye una propuesta de solución de corto plazo. En el largo, creemos que un proyecto de descentralización en algún grado del Banco Central puede ser fundamental a la hora de brindar a las provincias todas las herramientas para programar su desarrollo. Esto ocurre en mayor o en menor grado en muchos de los países importantes (EEUU, Italia, Alemania, etc). A su vez, cuadra con el más elemental buen sentido: si las provincias se ocupan de determinar su política fiscal, ¿ porqué no se les otorga la posibilidad de establecer los lineamientos de su política monetaria (con algún grado de autonomía) siempre en el marco de una autoridad nacional como es el Banco Central? Aquí se puede evaluar el impacto de la descentralización en grado “x” del Banco Central. Todos los estudios propuestos requieren de un trabajo conjunto (y en algunos casos interdisciplinarios) pero todos ellos son viables; proveyendo como mínimo una correcta y 8 adecuada situación de contexto de los problemas tratados, así como una acabada fundamentación de las demandas nacionales y provinciales-regionales. 9 Metodología: Surge del análisis precedente que el “Precio Compensador”, no puede ser otra cosa que un referente de igualdad en los términos factoriales dobles del intercambio. El objeto de la investigación propuesta será dar a este precio un contenido concreto y de lograr su mensura. Sin embargo, la manipulación de los términos factoriales dobles provoca complejos problemas de equilibrio, si tenemos en cuenta que la proporción de los diferentes factores por unidad de valor no es la misma dentro de las canastas de bienes importados y exportados. En una primera aproximación, estos problemas pueden ser superados mediante ciertas hipótesis simplificadoras. Puede suponerse que todos los componentes del precio, a excepción del salario, tienen el mismo costo unitario en todas partes. Estos componentes podrán ser, entonces, tratados en bloque, cualesquiera que sean sus proporciones recíprocas. Esto permite reducir a dos los elementos a balancear: los salarios por un lado y el conjunto de los otros componentes por el otro. En algún sentido, en esta primera aproximación de cálculo, el precio compensador será reflejo de la diferencia entre un salario teórico y el existente. La elección de este salario teórico supone alguna aclaración: en el largo plazo se debe apuntar a una igualación por lo alto, aunque por el momento este salario teórico no puede ser el de los países desarrollados, puesto que el producto de la multiplicación de esta tasa por el total de los activos en el conjunto de las economías de mercado, nos daría un caudal de salarios equivalente a varias veces sus PIB (también, en consecuencia, una tasa de utilidad negativa). El salario sueco o el alemán, como el de los otros países desarrollados, es para el resto del planeta un salario imposible. De aquí que el salario teórico sea el promedio de los salarios nacionales existentes. De cualquier forma, este salario promedio deberá ser corregido o ajustado por varios componentes, tales como la eficiencia del trabajo y la estructura constitutiva del trabajo. El primer concepto marca las diferencias de productividad, dadas idénticas condiciones técnicas y de gestión. El segundo, pondera la relación entre trabajo calificado y no calificado en una 10 determinada proporción. Este segundo concepto, presenta dificultades porque la proporción en que el trabajo calificado y el no calificado intervienen en cada rama no es la misma. Puede verse que nuestro Precio Compensador no constituye algo inmediatamente operable, pero sí en cambio una especie de precio fantasma (shadow price), sirviendo de criterio, en segundo término, para las negociaciones a realizar. A partir de los siguientes datos: Sa: cociente salarios/ precio del producto “a” (exportado por los países menos desarrollados), para un precio actual dado Pa. Wa: tasa promedio de salario de los países menos desarrollados que exportan el producto “a”. Sb: cociente salarios/valor total de las exportaciones de los países desarrollados. Wb: tasa promedio de salarios de los países desarrollados. Wm: promedio mundial de tasa de salarios, Y si escribimos Da para Wm/Wa y Db para Wm/Wb, el Precio Compensador (o remunerador) del producto “a”, Pra, puede ser formalizado de la siguiente manera: Pra = Pa . (Sa Da + 1-Sa) (Sb Db + 1-Sb) 11 Bibliografía l *Aglietta Michel, “Regulación y crisis del capitalismo”. Siglo XXI, Madrid, 1979. *Dumenil G. Y Levy D., “La dinamique du capital”. 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