Como cultivar el vínculo matrimonial. Una perspectiva bíblico-sociológica.

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Como cultivar el vínculo matrimonial. Una perspectiva bíblico-sociológica.
El incluir la palabra cultivar en el título se hace con el fin de poner de manifiesto
que el vínculo matrimonial, su mantenimiento, requiere de trabajo y responsabilidad.
Matrimonio. – Etimología: Esta voz deriva del latín matrimonium, de las voces matrismunium, en el sentido de carga, gravamen o cuidado que incumbe a la madre. Esto está
motivado porque la mujer, la madre invierte mucho más que el varón en dicho vínculo
puesto que debe de forma ineludible engendrar, parir, amamantar y cuidar de los hijos
hasta cierta edad. Más adelante veremos algunas implicaciones que esto conlleva
El matrimonio es un vínculo entre personas de diferente sexo, cuyo principal
motivo biológico y evolutivo es perpetuar la herencia genética individual y por ende la
especie (vemos que tanto la etimología como el motivo biológico evolutivo van en
detrimento del matrimonio homosexual, entendiéndolo como anomalía evolutiva, sin
entrar ahora en valoraciones morales). En Gen. 2:24 asistimos a la creación por parte de
Dios del vínculo matrimonial como base de la estructura social y que afecta a todo el
género humano independientemente de sus creencias religiosas o cultura. Cuando Dios
creó al ser humano lo creó con una serie de improntas psicológicas y biológicas para
favorecer su desarrollo en el medio donde debía desenvolverse, el vínculo matrimonial
es una de las más importantes y la prueba está en su universalidad. El vínculo que se
crea con un ser humano de otro sexo se produce con el fin de complementarse para la
cooperación en la propagación de la especie y la genética individual en la parte
biológica y en colaboración afectiva, económica y social en la parte psicológica, esto
nos lleva a darnos cuenta de que si el hombre y la mujer necesitan complementarse es
porque son en alguna medida incompletos de forma individual, necesitando unirse para
ser funcionalmente completos, aunque iguales en Dignidad (valor). Sus diferencias
físicas y psíquicas hacen que se complementen esas diferencias que los unen y los
complementan y también los separan, por eso parte importante del trabajo de cultivo de
este vínculo pasa por el conocimiento y la empatía con la otra parte. La convivencia es
el campo donde se producen estas interacciones con el fin de hacer duradero el vínculo
vamos a tratar de ver aquellas diferencias generales con el fin de aumentar el
conocimiento.
*Nótese que como nos dice 1ª Timoteo 4:3 la prohibición del matrimonio es un síntoma de apostasía
Cosmovisión Femenina.- Ya hemos visto que la mujer soporta un coste mucho más
elevado por la relación. Por eso la mujer busca escoger un hombre dispuesto a
comprometerse en una relación a largo plazo que contribuya económica y afectivamente
en el proyecto común. El compromiso del hombre para con ella es fundamental y ha
desarrollado mecanismos de vigilancia al respecto, de modo que niega la sexualidad de
forma inmediata, porque sabe que el varón rechaza mujeres promiscuas para vincularse
a largo plazo y así también comprueba el grado de compromiso que el varón está
dispuesto a asumir. La gran inversión que la mujer hace en la relación gestación-partolactancia la convierten en un bien muy preciado para el hombre. Por eso en la relación
las mujeres dan tanta importancia a la parte afectiva emocional y económica como
muestra de compromiso del hombre. La restricción bíblica de las relaciones
prematrimoniales tiene como fin centrar la relación en los lazos afectivos y emocionales
más que en los sexuales. La mujer detesta sentirse un objeto sexual. Es posible que la
gran inversión en la relación le lleve a dar prioridad a todo aquello que refuerza el
vínculo común más que a su gratificación personal. La mujer también utiliza la
manipulación sutil para conseguir objetivos.
Cosmovisión Masculina.- Desde el punto de vista biológico el hombre es mucho más
promiscuo y busca el contacto con muchas mujeres sin deseos de comprometerse como
norma general (aunque una moral elevada ayuda a poner los instintos bajo el dominio de
la conciencia). El hombre da menos importancia a la emocionalidad y afectividad por
entenderlo poco masculino o síntoma de debilidad, da menor importancia a la situación
económica dentro de la pareja. Utiliza menos la manipulación sutil para conseguir
objetivos, posiblemente por ser más fuerte físicamente (como norma general el hombre
tiene 10 Kg. más de masa muscular y es entre un 30 y 40 % más fuerte que la mujer.
La familia.- Es la expresión reproductiva del matrimonio; hablaremos aquí de ella
porque ha sido muy cuestionada y cuestionarla es cuestionar el matrimonio, aduciendo
que es una creación cultural en lugar de una consecuencia de las improntas divinas para
el mejor desarrollo de la sociedad. Esta ideología ha instigado la incorporación de la
mujer de forma masiva e indiscriminada a la producción industrial y esto lleva en
muchos casos al descuido de la estructura familiar y a considerar la educación de los
hijos un asunto público y esto propiciado y apoyado por los gobiernos (guarderías,
etc...).
En los Kibbutz se ha puesto de manifiesto que los intentos por erradicar la
estructura familiar no fueron posibles chocando con las improntas divinas en forma de
instinto materno-paterno-filial. Precisamente el vínculo heterosexual en la naturaleza se
produce en base a funciones específicas de complementariedad (donde la necesidad
material de buscar alimento obstaculiza el cuidado de la prole).
La sociedad industrial y post-industrial devalúa el rol femenino tradicional frente
al rol de profesión lucrativa bajo el eufemismo de realización de la mujer. Esto ha
generado competencia entre sexos diseñados para complementarse y no para competir y
esto redunda en detrimento de la educación de los hijos. La emancipación de la mujer
nunca debe redundar en detrimento del futuro de los hijos pues esto también sería una
anomalía evolutiva.
Es necesaria la ausencia de presión social para que la mujer pueda elegir
libremente su papel puesto que el rol tradicional está devaluado y casi insultados
quienes lo eligen y defienden (generalmente personas religiosas).
Una vez vistas las diferencias entre hombres y mujeres vamos a ver los
preceptos que da la Biblia para el cultivo del vínculo matrimonial. Al ser este un
vínculo universal presente en todas las culturas y no un invento cultural sino producto
de las improntas divinas, los consejos bíblicos son válidos para todos, creyentes y no
creyentes. La Biblia incide en cuatro puntos, los más importantes o los más frágiles para
la estabilidad del vínculo.
Fidelidad.- Éxodo 20:14, la primera legislación de Dios a su pueblo ya recoge la
necesidad de fidelidad al vínculo propio y al ajeno, la destrucción del vínculo
matrimonial ataca a la base de la sociedad. Por eso era castigado con la muerte (Lev.
20:10), perjudica gravemente la salud espiritual del que lo comete (Prov. 6:20-35); de
las 43 categorías de las causas de divorcio la más importante es el adulterio; análisis
hechos en 88 sociedades diferentes muestran al hombre con mayor tendencia a ser
infiel, los estudios hablan de 50 % de los varones frente al 26% de las mujeres. La
infidelidad sexual aflige más al varón, la mujer se aflige más con la infidelidad
emocional. Estas diferencias han sido constatadas por muchos científicos en culturas
muy diversas, China, Suecia, Países Bajos, Alemania, Japón, Corea, etc... A 234
participantes en una encuesta se les pidió que se imaginasen a su pareja vinculada
sexual y afectivamente a otra persona y cual de estos aspectos le resultaba más
perturbador. El 63 % el sexual frente al 13% de las mujeres, al 87% de las mujeres les
perturbaba más el aspecto emocional, lo cual viene a avalar la certeza de las diferencias
antes mencionadas. Esto explica por otra parte por que la infidelidad provoca tantos
divorcios y violencia en el hogar. (La ablación de clítoris y la infibulación son medidas
infrahumanas tomadas por el hombre para evitar la infidelidad sexual femenina). Un
porcentaje amplio de asesinatos en el seno familiar son por celos, fundados o no. En
Texas, hasta el año 1974, el varón podía matar legalmente a la esposa y a la amante si
eran sorprendidos en el acto mismo del adulterio. A la vista de los tremendos costes
sociales que tiene la infidelidad matrimonial entendemos mejor por que Dios prohíbe y
castiga dichas prácticas tan severamente.
Hijos en común.- En Génesis 1:28 y 9:1 Dios manda a Adán y Eva que tengan hijos y
tras la destrucción del mundo por el diluvio hace lo mismo con Noé sus hijos y sus
esposas ¿cuáles serían los motivos por los que Dios inmediatamente después de la
creación y después de bajar del arca manda procrear? El Salmo 127 del 3 al 5 nos da
pistas claras. Los hijos son un regalo de Dios para el matrimonio y ayuda para el futuro
(nótese en sociedades poco avanzadas con desprotección social los hijos velan por sus
progenitores a nivel económico y afectivo). Los hijos son el fruto del proyecto común,
representan la supervivencia genética de los cónyuges; el Salmo 128:3 ilustra con una
metáfora la función de la mujer y los hijos en el matrimonio. Proverbios 17:6 nos
muestra como el gozo culminante de la vejez son los hijos de los hijos por la
posibilidad de ver como se perpetúa la propia herencia genética (ver como ciertas
características físicas y del carácter perviven en los hijos y en los nietos). Hemos visto
como uno de los motivos evolutivos del vínculo matrimonial es la cooperación para la
transmisión de los genes, los hijos son el fruto de esa cooperación, son el vehículo por
medio del cual los genes individuales se transmiten (Prov. 17:6). Los hijos aúnan y
promueven los intereses comunes del matrimonio, refuerzan el vínculo como ninguna
otra cosa (la prueba es que sin saber esto, muchas parejas en crisis buscan tener hijos),
disuaden de la infidelidad para no poner en peligro el proyecto común. La incapacidad
para tener hijos es la segunda causa de divorcio en los matrimonios después de
infidelidad. Un estudio de Naciones Unidas realizado sobre millones de personas en 45
sociedades diferentes, concluye que el 39% de los divorcios se produce en las parejas
sin hijos, el 26% en las que tienen un solo hijo, el 19% en las que tienen 2 o más hijos y
el 3% en parejas de 4 o más hijos. La ausencia de hijos impone un gran peaje al
matrimonio; este se ve mermado en parte de su sentido. Los hijos en común refuerzan el
vínculo y disminuyen los divorcios al crear una poderosa comunidad de intereses; en un
estudio transcultural sobre 75 sociedades mencionaron la esterilidad como motivo de
divorcio. En términos evolutivos estrictos tiene pleno sentido que la esterilidad sea
motivo de divorcio puesto que presenta un insalvable obstáculo para la propagación
genética. A la luz de estos datos, es pues lógico el mandato tan prioritario por parte de
Dios de procrear que hace en Gen. 1:28 y 9:1.
Trato respetuoso.- En la Biblia son numerosos los textos que inciden en la búsqueda de
la armonía matrimonial por medio del respecto y el cariño mutuos: Efesios 5:22-33
sintetiza bien todo este sentir Bíblico. El hombre y la mujer se complementan, cada uno
ha de desempeñar su papel y poner de su parte todo para el cultivo del vínculo
amándose y estando pendiente de las necesidades del otro como si fueran propias
(Efesios 5.28). Efesios 5:33 viene a avalar las diferencias entre sexos antes
mencionados. El marido debe estar pendiente de las necesidades emocionales y la mujer
no herir la dignidad social de su marido, algo tan importante para el hombre. Un alto
porcentaje de malos tratos se produce ante la sensación del hombre de no poder
controlar a su mujer y otro amplio porcentaje de divorcios se produce por el descrédito
público del marido por parte de la mujer. Una de las conductas que más se valora en
todo el mundo en parejas estables es la amabilidad y el respeto mutuo porque indica una
buena disposición en la alianza cooperativa, elemento esencial para que el
emparejamiento a largo plazo tenga éxito. La crueldad y el mal trato están entre las
principales causas de divorcio, (encuesta realizada en 55 sociedades), sólo siendo
superadas por la infidelidad y la esterilidad respectivamente. El trato inadecuado, el
descuido de la relación, impone costos excesivos a los cónyuges y a los hijos. La
relación matrimonial requiere de un alto grado de empatía por parte de los cónyuges,
por eso la Biblia incide reiteradamente acerca de la disciplina a asumir cada parte en el
cultivo del vínculo por medio del amor, respecto y cuidado que, en definitiva, repercute
positivamente en los cónyuges de forma individual y en los hijos como expresión viva
del proyecto común.
No negarse sexualmente.- En 1ª Co. 7:2-5 el apóstol Pablo da instrucciones acerca de
este delicado tema y las da con motivo de evitar las infidelidades que se producen
cuando las necesidades sexuales se satisfacen fuera del matrimonio, el cual es su cauce
adecuado. Pablo apela en este texto al diálogo entre los cónyuges y a que tengan
siempre presente como algo prioritario las necesidades del cónyuge. Satisfacer los
deseos mutuos es una de las claves de la armonía en el matrimonio, el deseo sexual es
uno de ellos (muy importante) para la estabilidad del vínculo. Uno de los cambios más
importantes que el paso del tiempo produce en el matrimonio se produce en el ámbito
sexual. Un estudio de parejas concluyó que cada año que pasa los hombres se quejaban
cada vez más de que sus esposas les negaban las relaciones sexuales. En el primer año
de casados sólo el 14 % manifestó quejas; al 4º año el 43 % se quejaba; las quejas de
las mujeres pasaron del 4% el primer año al 18 % el 5º año; sólo el 8% de las recién
casadas tiene queja de la incapacidad del hombre para expresarle amor; este porcentaje
se eleva al 18 % en el 4º año. Otro índice de disminución del compromiso es la falta de
atención a los sentimientos del cónyuge. Es evidente que cualquier disfunción en esta
área lleva a buscar soluciones traumáticas; la negación del sexo a la pareja lleva
implícito un alto índice de adulterio y de divorcios. El sexo no debe ser empleado
nunca como fuente para ejercer poder y coerción sobre el cónyuge; Pablo lo manifiesta
claramente. Una vez más las diferencias entre el hombre y la mujer quedan manifiestas,
ambos tienen necesidades diferentes en el plano sexual, esto se manifiesta incluso en los
homosexuales. Las lesbianas buscan como pareja alguien implicado emocionalmente; el
hombre homosexual es sumamente promiscuo. En un estudio de los años 80 se
concluyó que el 50% de los varones homosexuales frente al 5% de las lesbianas había
tenido más de 500 compañeros sexuales en su mayoría desconocidos. La disposición
continua del ser humano para la actividad sexual, al contrario que los animales que la
circunscriben a determinadas épocas de celo, es un indicio claro de que el sexo en el
género humano está al servicio del fortalecimiento del vínculo matrimonial y el
compromiso. El sexo ha recibido en la pareja humana un significado mucho mayor que
el de la mera reproducción. Estos datos ponen de manifiesto la insostenible postura de la
Iglesia Católico Romana que pretende animalizar las relaciones sexuales humanas
pretendiendo reducirlas al mero acto reproductivo. Queda pues claro el motivo por el
que la Biblia incide en este tema con el fin de evitar que una carencia en esta materia
empuje a uno o ambos cónyuges al pecado sexual. Por otra parte el obedecer esta norma
bíblica de no negarse sexualmente es interpretado por los cónyuges como muestra de
interés por las necesidades individuales y como muestra de implicación en el proyecto
común y como consecuencia, fortalece el vínculo que es su misión.
Como hemos visto la sociología pone de manifiesto los cuatro mayores peligros
para el vínculo matrimonial. Estos ya estaban contemplados en la Biblia con
anterioridad y también las actitudes que han de tomarse para su prevención.
Daniel Cabarcos
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