Una Buena Noticia para la semana Año II Nº 102 SUMMA Aldapeta Asterako berri ona La sabiduría de los pequeños Esta mujer pertenece al grupo de los incultos e ignorantes. Esta clase de personas tienen solo una cosa: su humanidad. Eso le permite conectar “con Jesús y con el Dios de Jesús hasta una profundidad y en un grado de sintonía que no se alcanza ni por los saberes, ni por los títulos, ni por el talento de los entendidos y, menos aun, por la erudición de los escribas” (José Mª Castillo). En aquel tiempo enseñaba Jesús a la multitud y les decía: “¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa”. Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”. (Mc 12,38-44). Emailgelio 102 del 8 noviembre 2015 Domingo 32 del tiempo ordinario (B) Hay una diferencia radical entre la pobre viuda que da humildemente lo que tiene y los letrados a quienes les encanta exhibirse y ocupar puestos de honor. Sobre esa oposición entre sabios y pequeños, dice el cardenal Martini (19272012): “Esta oposición nos dice que el misterio del Reino se revela a quien siente que necesita de los demás, y no a quien cree en su autosuficiencia. Quien siente que necesita de los demás está dispuesto a acoger el don; quien cree en su autosuficiencia se esconde detrás de lo que cree saber y no recibe el misterio”. De ningún modo censura Jesús el cultivo intelectual. Pero el verdadero sabio es también humilde, está convencido de que él no lo sabe todo y está dispuesto a recibir lecciones de vida de todo ser humano. En la pobre viuda vence la humanidad sobre la idolatría del dinero. Su tesoro es Dios. Como advierte el dominico Felicísimo Martínez, la expresión “Dios no nos puede fallar” se suele escuchar sobre todo entre los últimos. San Ambrosio (339-397) pide a sus cristianos que no se enorgullezcan de ser ricos, que “Cristo envió sin dinero a sus discípulos”. Jesús no pretende idealizar la persona del pobre, y menos todavía justificar la perpetuación de la indigencia. Entre los pobres, como entre los ricos, hay canallas, ambiciosos, materialistas, engañadores, violentos, etc. Algunos de los casos de corrupción destapados muestran que también hay falsos pobres, que con una mano defienden a los pobres y con la otra se enriquecen a costa de ellos. Jesús no aprueba su conducta, pero come con los pecadores, los acoge, trata de que se rijan en la vida por valores más humanos y portadores de verdadera felicidad para ellos y para todos La situación de la viuda es muy distinta a la de los pobres ansiosos de riqueza y de la de los falsos pobres. Es una mujer pobre sin paliativos y, al mismo tiempo, generosa: ha dado todo lo que tenía para vivir. Ahí radica su sabiduría, que no alcanzan a ver muchos tenidos por triunfadores, pero faltos de humanidad. Ignacio Otaño SM