ORTEGA Y GASSET 1.VIDA

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ORTEGA Y GASSET
1.VIDA
José Ortega y Gasset, el segundo de cuatro hermanos, nació en Madrid el 9 de mayo de 1883. Su padre, José
Ortega y Munilla, fue periodista y director del periódico "El Imparcial", del que era propietaria la familia de
su madre, Dolores Gasset, que pertenecía a la burguesía liberal e ilustrada de finales del siglo XIX. La
tradición liberal y la actividad periodística de su familia marcarán la futura actividad de Ortega, tanto en su
participación en la vida política española, como en su actividad periodística con la publicación de numerosos
artículos de prensa, culturales y políticos. Por lo demás, el estilo periodístico puede reconocerse también en
las obras más técnicas y filosóficas de Ortega.
Luego de haber realizado sus primeros estudios en Madrid, Ortega se trasladará a Málaga, en 1891, para
comenzar los estudios de Bachillerato en el colegio de los jesuitas de Miraflores del Palo. Terminados sus
estudios, en 1897, se trasladará a Deusto, para comenzar sus estudios universitarios, en 1898, estudios que
continuará, poco después, en la Universidad de Madrid. Son los años de la guerra hispano−norteamericana, y
de la consiguiente pérdida de las colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico) que marcarán, como se sabe, la
conciencia política y cultural de buena parte de los intelectuales españoles, elevando el tema de la decadencia
de España al primer plano de la reflexión, así como el de la necesidad de una regeneración.
En 1902 obtiene la licenciatura en Filosofía.En 1905 viajará a Alemania para completar su formación. Así,
visitará las universidades de Leipzig, Berlín y Marburgo, donde entrará en contacto con los neokantianos H.
Cohen y P. Natorp, en 1906, asistiendo a sus cursos, ejerciendo ambos una gran influencia en su pensamiento,
aunque Ortega no se limitará a aceptar los principios del neokantismo sin más, sino que adoptará una actitud
crítica y constructiva ante ellos. En 1908 regresa a Madrid y, luego de una breve actividad docente en la
Escuela de Magisterio obtiene, por concurso, la cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid en 1910,
hasta entonces ocupada por Nicolás Salmerón, sin haber llegado a publicar todavía ninguna obra. Ese mismo
año contraerá matrimonio con Rosa SpottornoyTopete.
Tras otro viaje a Alemania, en 1911, comenzará su incansable actividad pública, intentando llevar a la práctica
sus ideas regeneracionistas. Así, en 1914, año en que comienza la primera guerra mundial, fundará la "Liga de
Educación Política Española"; en 1915 la revista "España"; y en 1916 será cofundador del diario "El Sol".
En 1923 se instaura en España la dictadura de Primo de Rivera. Ese año fundará la "Revista de Occidente", de
marcada oposición política la dictadura, oposición que le llevará, en 1929, a dimitir de su cátedra en la
Universidad de Madrid, continuando sus actividades filosóficas en lugares no vinculados anteriormente a la
filosofía, como la Sala Rex y el Teatro Infanta Beatriz (actualmente el conocido restaurante Teatriz),
impartiendo clases a modo de conferencia, algunas de las cuales serán recogidas posteriormente en su obra
"¿Qué es filosofía?", y cuyos contenidos corresponden ya al período racio−vitalista de su pensamiento,
iniciado en 1923. En 1930 volverá a la cátedra de la Complutense, bajo la dictadura de Berenguer, más
tolerante que la de Primo de Rivera, continuando, no obstante, su actividad pública. Ese mismo año publicará
"La rebelión de las masas". En 1931, junto con otros intelectuales entre los que se contaban Gregorio
Marañón y Pérez de Ayala, fundará la "Agrupación al Servicio de la República" y será elegido diputado a las
Cortes Constituyentes de la recién proclamada II República por la provincia de León. Luego de su experiencia
parlamentaria retornará a la actividad académica publicando, en 1934, "En torno a Galileo", y en 1935
"Historia como sistema", siendo homenajeado ese mismo año por la Universidad de Madrid.
A raíz del golpe de estado de 1936 contra la II República, que dará lugar a la guerra civil española, Ortega se
autoexilia, estableciendo su residencia primero en París, y luego en Holanda y Argentina, hasta 1942, año en
que establecerá su residencia en Portugal. Al finalizar la segunda guerra mundial regresará a España, en 1945
y, aunque se le autoriza un ciclo de conferencias en el Ateneo de Madrid, no se le permite recuperar su cátedra
de Metafísica, ante lo cual funda, en 1948, el "Instituto de Humanidades", donde vuelve a impartir docencia
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ante un público no universitario. En 1950 realiza un último viaje a Alemania, decepcionado ante las
dificultades de su estancia en España, siendo nombrado en 1951 Doctor Honoris Causa por las universidades
de Marburgo y Glasgow. Regresará a España en 1955, muriendo en Madrid el 18 de octubre de ese mismo
año.
2−. OBRA
Ortega fue un hombre polifacético que destacó en diferentes materias. Se distinguió como crítico y fue
también un famoso periodista y escritor de artículos. Colaboró en periódicos como El Imparcial y fundó otros
diarios, publicaciones y editoriales como Revista de Occidente que sirvieron para difundir, hasta 1936, las
tendencias filosóficas y culturales de moda en el primer cuarto del siglo XX. Sus comentarios en periódicos o
revistas se recopilaron en los ocho tomos de El espectador (1916−1935). Ejerció como político, moviendo a
muchos a resolver el problema de su actitud ante la vida y las cuestiones de aquel tiempo. Pero sobre todo
trabajó por lo que consideraba su misión fundamental: liberar al pensamiento español de la esterilidad en que
se encontraba sumido y formar un núcleo de intelectuales a la altura de los tiempos.
Su obra articulada en torno a temas filosóficos y políticos contribuyó al renacer intelectual español de las
primeras décadas del siglo XX y a la caída de la monarquía española en 1931. Su filosofía se popularizó en
torno a la expresión yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo a mí. En 1914 publicó
Las meditaciones del Quijote, donde plasma su pensamiento filosófico de clara influencia kantiana y sus
reflexiones sobre el hecho artístico.
A comienzos de la década de 1920 sus escritos tienen un carácter menos subjetivista y están más orientados a
analizar los comportamientos de la sociedad contemporánea (es la etapa conocida como perspectivista). Sus
obras más destacadas en esta línea son España invertebrada (1921), El tema de nuestro tiempo (1923) y su
título más destacado, La rebelión de las masas (1930). A finales de la década de 1920 inició una nueva
profundización filosófica: es la etapa llamada raciovitalista, reflejada en obras como Kant. Reflexiones en
torno a un centenario (1929), En torno a Galileo (1933), Ideas y creencias (1940) e Historia como sistema
(1941) entre otras.
Opuesto a la dictadura de Primo de Rivera (1923−1930), colaboró en la caída de la monarquía de Alfonso
XIII y la llegada de la II República. Así creó la Agrupación al Servicio de la República, grupo político en el
que participaron otros intelectuales como Gregorio Marañón o Ramón Pérez de Ayala, y en nombre del cual
fue elegido diputado a las Cortes Constituyentes de 1931. Descontento con la orientación radical de la
Constitución de 1931 (en especial por la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña) abandonó su
puesto de diputado. Con el estallido de la Guerra Civil española en 1936, Ortega abandonó el país y residió en
Francia, Países Bajos, Argentina y Portugal antes de su regreso en 1945. Entre las obras de esta última etapa
hay que destacar ¿Qué es filosofía? (1950) y, publicadas póstumamente, Meditaciones sobre Europa (1957) y
El hombre y la gente (1958). Igualmente hay que mencionar sus estudios sobre pintores españoles, en
especial, Papeles sobre Velázquez y Goya (1950) y Velázquez (1954).
3. ANTROPOLOGÍA.
3.1. EL HOMBRE NO ES ALGO HECHO.
Somos biografía.
El hombre no es algo ya hecho, sino un fluir continuo de una acción sobre un terreno siempre virgen. Todos
nos damos a nosotros mismos nuestro propio ser en forma de biografía. Esta idea es un punto en común con el
existencialismo (corriente filosófica importante de la filosofía del siglo XX).
La vida es drama y proyecto
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.
El hombre vive en el mundo, en una circunstancia y en ella tiene que hacerse su vida, tiene que ser actor del
drama de su vida.
Para eso ha de hacerse un proyecto. Su propio yo se va haciendo al vivir, pues el hombre no tiene naturaleza,
sino que tiene historia.
3.2. CIRCUNSTANCIAS.
Íntimamente relacionado con los conceptos de vida y perspectiva está el de circunstancia. Este concepto
fundamental de Ortega tiene dos sentidos:
• Espacial. Vivimos en un mundo que nos limita y condiciona hasta el punto de constituir una unidad
indisoluble con mi ser más íntimo. Sólo puedo hacer lo que me permitan el lugar donde estoy y sus
condiciones.
• Temporal. Estamos ubicados en una época histórica concreta que nos condiciona de manera decisiva,
tanto en los aspectos materiales como en la estructura conceptual. Lo que pensamos lo hemos
heredado, depende del lugar en que hemos nacido.
Yo soy yo y mi circunstancia.
Por todo ello Ortega puede afirmar que yo soy yo y mis circunstancias.
Circunstancia: los hombres estamos limitados y condicionados espacial (sólo podemos hacer lo que nos
permite el lugar donde estamos) y temporalmente (la época histórica en la que nos toca vivir).
El hombre en el plano socio−político.
Ortega nos plantea la oposición entre dos tipos de hombre:
− hombre masa: ser mediocre. No sabe reconocer sus limitaciones y se niega a aceptar otras ideas y opiniones
que no sean las suyas.
− hombre de cultura: élite. Es capaz de reconocer su falta de conocimiento y está abierto a otro tipo de
opiniones o ideas diferentes a las suyas.
También plantea el contraste entre:
− la barbarie (tendencia a la disociación), en la cual rige la acción directa, es decir, se recurre a la violencia
para imponer las ideas que uno desea .
− la cultura, en la cual rige la acción indirecta, se recurre al diálogo para intentar hacer ver a los demás lo
bueno o lo malo de tus opiniones y también de sus opiniones
3.3. EL YO Y SU SOLEDAD.
El perspectivismo no es obstáculo para la existencia de un yo: el hecho de que esté integrado en mi
circunstancia no implica que no exista como individualidad.
El yo individual, enclavado en su soledad radical, constituye la realidad con respecto a él mismo, pues ese yo
es quien vive su propia vida como la realidad más primaria. La vida humana, por ser intransferible, es soledad.
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Esa soledad no se recluye en sí, sino que se proyecta en el mundo.
4.− LA CRÍTICA DEL IDEALISMO.
A.− Realismo e idealismo.
Se puede decir que realistas eran Aristóteles y Santo Tomás, e idealistas fueron Descartes, Kant
(trascendental) y Hegel (absoluto).
La primera formación que recibió Ortega fue neokantiana. Los años que estudió en Alemania le
proporcionaron un conocimiento minucioso de Kant, una disciplina intelectual rigurosa, la visión de la última
forma de escolasticismo, y además un conocimiento profundo de la actitud idealista.Pronto Ortega reacciona
de manera independiente y a su Metafísica se la llama Metafísica de la razón vital.
El realismo más que como una tesis se puede explicar como una actitud, en la que la verdadera realidad son
las cosas, el ser real, es decir, el ser por í independiente de mi.
Desde Descartes hasta Husserl, la Filosofía no es realista, sin idealista. Descartes descubre que las cosas no
son seguras, que lo único cierto e indudable es el yo, es decir yo puedo existir sin el mudo y sin cosas.
B.− El yo y las cosas.
El idealismo, dice Ortega, tiene perfecta razón al afirmar que yo no puedo saber de las cosas más que en la
medida en que estoy presenta a ellas. Las cosas no pueden ser independientes de mi. En lo que no tiene razón
es en afirmar la independencia del sujeto. << No puedo hablar de la independencia del yo ni del yo, sin cosas
>>.
La verdadera realidad y realidad radical es la del yo y las cosas, o bien el << yo y mis circunstancias >>. Cada
uno de nosotros somos lo que nos rodea, y no se trata de dos elementos (yo y cosas) que se pueden separar,
sino que ambas forman lo que llamamos la vida, y la vida es lo que hacemos y lo que nos pasa, vivir es tratar
con el mundo, dirigirse a él, ocuparse de él. En conclusión, no hay prioridad de las cosas como decía el
realismo ni tampoco prioridad del yo, como decía el idealismo, sino que hay prioridad de la vida y el yo, es
decir, de ambas.
5.− OBJETIVISMO
Podríamos decir que esta es la etapa de formación. En ella Ortega intenta reformar el mundo y los hábitos
intelectuales de España, ya que el atraso español, con respecto a Europa, se daba en todos los órdenes,
observando que la raíz intelectual europea funcionaba en base al objetivismo basado en: método preciso,
hábito crítico y racionalidad.
Por amor a la objetividad tenemos que analizar a los hombres como cosas, como un ser más entre el ser de las
cosas, como fenómeno.
Así, en esta etapa busca el camino de la ciencia para alcanzar la verdad y para librarse del problema de la
subjetividad.
6.− EL PERSPECTIVISMO
El perspectivismo es de su teoría del conocimiento, oponiéndose Ortega tanto al realismo como al idealismo.
Este término fue dicho por Gustav Teichmüller para significar la posibilidad de considerar una cosa y, en
general, el mundo desde diversos puntos de vista, todos ellos justificados, de tal modo que cada punto de vista
ofrezca una perspectiva única y a la vez indispensable acerca del universo
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Esta etapa de su filosofía comienza con el descubrimiento de la circunstancialidad del hombre. El método
usado en esta etapa consistirá en llevar a cabo una reflexión sobre las cosas más cercanas a nosotros. Mediante
esta "Tª de las circunstancias" el hombre entra en contacto con el Universo, ya que este es el conjunto total de
los diferentes puntos de vista o perspectivas y estas perspectivas siempre aparecen dentro de una circunstancia
(La circunstancia constituye las coordenadas, el entorno del hombre. Repertorio de posibilidades que nos
sostienen en nuestra existencia y nos instan a actuar. Todo lo inmediato que me rodea, me envuelve me
solicita y me afecta. Mi vida no sería lo que es si no fuera mía y si no se diera en unas circunstancias o fuera el
resultado de estas). De esta manera, dirá Ortega que el ser del mundo no es "alma" ni "materia", sino
perspectiva.
La perspectiva es una condición gnoseológica de lo real puesto que la estructura de lo real sólo se nos presenta
desde distintos puntos de vista. La perspectiva, a pesar de ser única e intransferible (es mi perspectiva) no
aspira a absolutizar el mundo desde esa perspectiva sino que como sabe que el mundo es pluralidad de
perspectivas, se tiene como un punto de vista más.
Ortega defendió el perspectivismo, pero no (o no sólo) en su sentido biológico o psicobiológico, sino
histórico; según él, hay una serie de perspectivas que sólo pueden descubrirse en el curso de la historia. La
reunión de las posibles perspectivas efectivas y posibles daría la verdadera imagen de cada cosa, y sólo ella
sería propiamente la verdad absoluta:
De esta manera, la peculiaridad de cada ser, su diferencia individual, lejos de estorbarle para captar la verdad,
es precisamente el órgano por el cual puede ver la porción de realidad que le corresponde. De esta manera
aparece cada individuo, cada generación, cada época, como un aparato de conocimiento insustituible. La
perspectiva estará unida a una determinada circunstancia. Esta es la que nos limita. No se trata de una
circunstancia biológica, sino humana y, sobre todo, histórica. Con ello Ortega afirma que somos
esencialmente circunstanciales.
Cada individuo cada generación y cada periodo histórico es un órgano insustituible de conocimiento y la
verdad integral sólo puede ser obtenida.
7.− EL RACIOVITALISMO.
a) La razón vital
La razón vital de Ortega no un modo de razón, sino que es la vida como razón.
Estoo puede entenderse en dos sentidos: por un lado la razón vital es una realidad, pues es el ser mismo de la
vida en cuanto necesita saber a qué atenerse y, por otro lado, es un método que permite a la vida orientarse. La
expresión razón vital designa el hecho de que la razón es uno de los constitutivos de la vida, la cual no puede
entenderse sin razón.
El raciovitalismo se presenta como una alternativa de las posiciones vitalista y racionalista, las cuales son
rechazadas por Ortega por pensar que tanto una como otra aparecen siempre enfrentadas cuando en realidad
son perfectamente compatibles.
A estas dos posturas se opone en su ensayo "Ni vitalismo ni racionalismo", que aparece recogido en la obra
"El tema de nuestro tiempo".
Respecto al problema del vitalismo Ortega comienza definiendo los dos planos en los que este se daba:
Vitalismo biológico: Afirma que el conocimiento es un proceso biológico como otro cualquiera, que no tiene
leyes y principios exclusivos sino que es regido por leyes generales orgánicas.
Vitalismo filosófico: Afirma que la razón no es la forma superior de conocimiento, sino que cabe una relación
cognoscitiva más inmediata a la realidad última. Esta forma de conocimiento es la que se ejerce cuando en vez
de pensar conceptualmente las cosas se las vive íntimamente. La vida misma es, por tanto, constituida en un
método de conocimiento frente al método racional.
En relación al racionalismo, Ortega no dice ir en contra de la razón, puesto que no admite otro modo de
conocimiento teorético que ella, pero si está en contra del racionalismo. Así llevará una crítica contra la
filosofía platónica, ya que con Platón se entiende el razonar como ir al principio de una cosa y esto no
funciona ya que cuando el propio Platón trate de llegar a los últimos elementos no podrá continuar, por lo que,
o bien su análisis no conocerá esos últimos elementos, o bien lo hará de una forma irracional. Contra Leibniz,
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para el cual el origen de todo conocer es el "principio de dar razón", en el cual, según Ortega, se repetirá la
situación anterior ya que, en última instancia, la razón se convierte en intuición.
Sentadas estas críticas, Ortega define la razón vital de dos formas:
como realidad: pues el ser mismo de la vida.
como método: que posibilita orientarse en la vida, en el sentido de dar razón, de dar una prueba que nos haga
transparente la realidad
"Razón" es, por tanto, un término que designa todos los actos que "dan razón de" y especialmente que dan
razón de los hechos vitales.
Por eso la filosofía no es un pensamiento acerca de la vida, sino un partir del hecho de que toda razón es
viviente. En suma: "razón vital" puede traducirse como "vida como razón". De ahí que el hombre no sea para
Ortega un ente dotado de razón, sino una realidad que tiene que usar de la razón para vivir. Vivir es tratar con
el mundo y dar cuenta de él, no de un modo intelectual abstracto, sino de un modo concreto y pleno. De ello
se deriva el saber como un saber a qué atenerse: el hombre ha tenido que inventar la razón, porque sin ella se
sentiría perdido en el universo.
Ahora bien, la razón vital no es sólo un método, sino también una realidad: es una guía en el sistema de la
realidad y la propia realidad que se guía a sí misma dentro del universo.
Para Ortega, el conocimiento, aunque racional, está arraigado en la vida. La tarea propia de nuestro tiempo
consiste en que la razón pura ceda su puesto a la razón vital ya que, como decíamos, la razón no es más que
una forma y función de la vida.
b) La vida como realidad radical.
La vida es la realidad radical, dentro de la cual se hallan las demás realidades. La vida no es, según Ortega,
una cosa, pero tampoco un espíritu . El pensamiento es una parte del individuo que vive y filosofar no es más
que una forma de vivir. La vida, por tanto, sirve de fundamento a cualquier otra realidad. En rigor la vida, no
"es", propiamente hablando, nada: es un hacerse a sí misma continuamente, un "auto−fabricarse". La vida de
cada cual es la existencia particular y concreta que reside entre circunstancias haciéndose a sí misma y, sobre
todo, orientándose a su propia mismidad, autenticidad o destino.
Tras el concepto de la vida como relidad radical se esconde en Ortega una teoría de la realidad : el ser del
mundo no es alma ni materia, sino perspectiva . Al emparentar la perspectiva en una determinada
circunstancia que nos limita logra Ortega escapar del idealismo (el conocimiento al estar dentro de una
determinada circunstancia debe hacernos olvidar valores hieráticos que dictan perspectivas eternas).
Para escapar del naturalismo todavía tendrá que introducir una categoría más. Así, junto a la circunstancia y la
perspectiva, aparece otra realidad: el yo. De esta manera dirá Ortega: no soy un ingrediente de la
circunstancia, es decir, en absoluto soy un ingrediente pasivo en ella sino que trabajo y elaboro en ella mi vida
y mi proyecto humano. La circunstancia por sí sola no es nada, adquiere radicalidad cuado la emparentamos
con el sujeto que la vive. Por ello, es el personaje quien confiere carácter de mundo a lo que sin él tendría
carácter de naturaleza. Por tanto, lo que une la teoría de la realidad −o sea, lo que une perspectiva,
circunstancia y yo− el la vida humana.
El hombre puede, ciertamente, alejarse de su propia autenticidad, pero entonces será menos "real". A
diferencia de las cosas, la vida humana admite grados de realidad según su mayor o menor acercamiento a su
propio destino. Por eso la vida puede ser caracterizada por medio de la siguiente serie de notas o categorías:
Vivir es encontrarse en el mundo: Verlo, pensarlo, quererlo, odiarlo, etc. El mundo no es aquí naturaleza, sino
lo vivido como tal.
Vivir es un hacer: Nos encontramos en el mundo no de una forma vaga, sino concreta. Estamos ocupados en
algo.
Vivir tiene una finalidad, es anticipación y proyecto, es posibilidad, es limitación, temporeidad y, en último
término, "naufragio" −un naufragio del que el hombre aspira a salvarse agarrándose a una tabla de salvación:
la cultura−.
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Por eso la vida es también drama y por eso no puede ser una realidad biológica, sino biográfica. El método
para acercarse a ella no es el análisis, sino la narración. Sólo así puede entender el hombre que la propia vida
es su fin y que, por consiguiente, no hay que buscar ninguna trascendencia; lo trascendente para cada uno es la
propia existencia humana, la cual se descubre, así, como una realidad desilusionada.
El descubrimiento de la vida como "la realidad radical" supone, entre otras cosas, una superación tanto del
idealismo como de la fenomenología. Del idealismo como solipsismo que se vuelve sobre sí ignorando la
ilógica realidad para adaptarla a la identidad del concepto, desvitalizándola, en suma. Y de la fenomenología
como el intento más profundamente idealista, más desesperadamente idealista, por cuanto pretende sacar de la
crisis al conocimiento dando carta total de ciudadanía al idealismo más puro, a la búsqueda de identidad a
través de la razón pura, cuando la realidad es in domeñable e irreducible a ella.
En relación estrecha con la idea de la vida como realidad radical y fundada en ella, se encuentran en Ortega
una serie de ideas filosóficas que afectan a las cuestiones fundamentales de la metafísica. Una de estas ideas
es la de que lo que los filósofos han llamado "ser" es algo inventado por el hombre (para responder a una
cierta situación vital, especialmente a la situación en la cual se produjo un vacío dejado por la falta de creencia
en los dioses). Por lo tanto, Ortega no considera el ser como la realidad, sino lo contrario: la realidad es
anterior al ser.
Éste es una interpretación de "lo que hay". Ahora bien, "lo que hay" no es algo que el hombre "pone", sino
aquello que se le impone por sí. Descubrirlo, esto es, sacarlo a la luz, equivale a sacar a la luz toda una serie
de supuestos de que se han valido hasta ahora los filósofos −supuestos tales como "lo que hay es lo
racionalmente comprensible", "lo que hay es lo experimentable", etc. En esta búsqueda de lo que subyace en
las diversas interpretaciones que se han dado de "lo que hay", Ortega descubre que lo que hay es más bien
algo incompleto −en otros términos, lo que hay es más bien un intento de ser que un ser completo−.
Fundamentalmente, la concepción eleática del ser presenta para Ortega una presencia constante desde
Parménides y un intento de solución con Descartes, que en realidad plantea una duda previa sólo intelectual,
sin asomarse al hombre preexistente tras esa duda. Frente a la identificación como realidad radical del mundo
o naturaleza, seguido hasta Descartes, éste propone al mismo nivel el yo, iniciando el solipsismo. Para no
dudar hay que suponer la existencia de una identidad entre el yo que conoce y el conocer. Pero no supera esa
visión quietista de la realidad, aunque sea de enorme importancia la alternativa que propone. Esta concepción
ha empezado a fracasar en la física, la propia lógica observa, tras un enorme desarrollo, una falta de
fundamento, una línea definitoria que nos lleva a lo irracional tras determinadas evoluciones. Si ni siquiera los
productos mentales tienen solidez gnoseológica, en la medida que nos vamos acercando a los entes reales , lo
ilógico aparece en progresión geométrica. Al llegar al hombre la visión naturalista fracasa totalmente, siempre
ha fracasado. El conocimiento se encuentra, como siempre se ha encontrado, sin poder dar una respuesta de
qué sea el hombre. Porque el hombre es el ser que soslaya toda la interpretación quietista en grado superlativo.
De aquí derivará Ortega conclusiones de las que trataremos en el apartado dedicado a la razón histórica.
Con ello Ortega procede a desmontar la filosofía misma, la cual no aparece como algo perteneciente a la
naturaleza humana, sino como una reacción ante una cierta situación histórica. Superficialmente se trata de un
"historicismo" o, si se quiere, de un "realismo historicista", pero hay que tener en cuenta que para Ortega la
historia misma está hecha de una serie de "invenciones" que produce el hombre con el fin de mantenerse a
flote.
En resumen:
Bajo la influencia de Simmel, Ortega hace de la vida la realidad radical. Pero no de una vida simplemente
orgánica, sino una vida cuyo núcleo es la razón, es decir, la vida y la razón son indisociables en el hombre. De
aquí nacerá el concepto de razón vital, origen del raciovitalismo.
La razón deja de ser una actividad de abstracción para convertirse en una función vital, con expresión del
mismo autor.Así también la razón vital tiene que ser una razón abierta, integradora, que, radicando en el yo,
asuma las circunstancias en las que el yo se desarrolla, actúa, vive.
Por eso la vida no puede entenderse como algo estático, sino dinámico, procesual, progresivo. Se debe decir
que el hombre es su vida, entendida ésta en plenitud de asunción de los elementos personales y de las
circunstancias envolventes y condicionantes. Esta vida el hombre debe vivirla de un modo racional,
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proyectando su desarrollo y comprometiéndose con su proyecto. Y entonces la vida se convierte en historia.
Vitalismo o racionalismo es la fórmula de un falso dilema entre dos corrientes de pensamiento que
presentadas como antitéticas, como términos de una alternativa exclusiva, han de ser rechazadas ambas.
Ortega sostiene la necesidad de concebir una vida humana a la que no se le haya amputado el órgano de la
verdad, y una verdad que, para subsistir, no tenga que excluir previamente el flujo de la vida. Para lograr esta
superación es preciso que la razón deje de ser razón pura, renuncie a su pretensión de absolutismo y se someta
a la vida. Convirtiendo la razón en vital salimos del vitalismo irracionalista como del racionalismo puro.
c)Razón vital − Razón histórica
Ortega ha sido un filósofo encuadrado en el Vitalismo por su especial reflexión sobre la vida, sin embargo
este se encuentra relativizado con la aportación del Historicismo (dilthey).
Contra la abstracción del racionalismo y contra las interpretaciones biologistas y exclusivamente intuitivistas
del vitalismo, Ortega mantiene que el conocimiento aunque siendo racional, está arraigado a la vida.
El Raciovitalismo de Ortega consistirá en afirmar que el conocimiento es de naturaleza racional y que la vida
constituye su tema central. No es pues una nueva teoría de la razón, sino simplemente el reconocimiento del
hecho que la razón se halla siempre arraigada en la vida.
El Raciovitalismo o la doctrina de la razón vital desconfiará solamente de ciertas interpretaciones dadas a la
razón; Ortega no va contra la razón sino contra el racionalismo. El concepto tradicional de razón es abstracto,
impreciso, utópico, si existe razón esta tendrá que ser la razón concreta.
Ortega desconfía de la reducción de la razón a razón física, pura y mantiene que toda razón es razón − vital.
Vida e historia vienen a constituir en nuestro filósofo una misma cosa puesto que como el mismo afirmó: el
hombre no tiene naturaleza sino historia . El hombre es un ser infinitamente plástico cuya característica
principal es precisamente no ser nada definitivo, sino ir siendo, es decir la vida del hombre es historia.
d) Estructura de la naturaleza humana: Ideas y creencias.
A través de la distinción entre ideas y creencias Ortega elabora el sustrato de la naturaleza humana que
permitirá tender un puente entre la vida como fuerza desbordante y el hombre que la vive en concreto, que
realiza un proyecto en ella. O, en otro sentido, el puente entre la vida y la razón.
Ortega ha dado un sentido a la voz de "creencia" que le permite iluminar a la luz de ella la metafísica de la
existencia humana.
Al examinar la estructura de la vida humana, advierte que no es lo mismo pensar una cosa que contar con ella.
El "contar con" es justamente lo típico de la creencia, pues si el hombre puede llegar hasta morir por una idea,
sólo puede vivir de la creencia.
Tal distinción está situada más acá de toda mera elucidación psicológica; la diferencia entre ideas y creencias
no debe entenderse desde el punto de vista particular de la psicología, sino desde el punto de vista total, y
metafísico, de la vida.
Las creencias son de este modo el estrato más profundo de la vida humana, o si se quiere (pues ello no
prejuzga nada sobre un fondo último metafísico), el terreno sobre el cual la vida humana se mueve. El plano
de la creencia es, por tanto, el plano más serio de nuestra vida. Lo restante, las ideas, serían sólo vida
imaginaria, pues, en realidad es juego, imaginación, todo lo que no es creencia.
Creencia no es un mero creer, sino un "estar en" y un "contar con" que engloban asimismo la duda. Esta
última es también un estar, aunque un estar en lo inestable, una perplejidad que se revela sobre todo en los
momentos de crisis.
Desde este punto de vista ha de entenderse, según Ortega, la afirmación de que la idea es aquello que se forja
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el hombre cuando la creencia vacila: las ideas son las cosas que de manera consciente construimos
precisamente porque no creemos en ellas.
Ortega le atribuye a la duda una gran importancia, que llega a ser calificada como "una especie de creencia".
Las dudas constituyen una parte muy específica de nuestra realidad, la realidad de lo dudoso, o, si se prefiere,
una manera peculiar de estar en nuestra realidad. La duda es, en definitiva, estar en lo inestable como tal. Y
ésa es una dimensión inexcusable de lo real. Nuestra vida sería tan incompresible sin las dudas como lo es sin
las creencias.
Pero que estemos en dudas no significa en modo alguno que aceptemos semejante situación como un estado
normal de las cosas. La tabla de salvación a la que nos aferramos es la tabla de las ideas. No conocemos otro
remedio para salir de dudas que pensar acerca de esas mismas dudas o, lo que es lo mismo, producir ideas. He
aquí una manera en que las ideas le son de utilidad a la vida: cubriendo las fisuras que se abren de continuo en
las creencias que nos constituyen. La idea es aquello que se forja el hombre cuando la creencia se tambalea.
Las ideas son esas cosas que de manera consciente construimos precisamente porque no creemos en ellas. Y
los huecos de nuestras creencias son el lugar donde insertan su intervención las ideas. Esas nuevas ideas que
sustituyen a unas viejas creencias, sacudidas hasta sus cimientos, tienen la tendencia a convertirse en
creencias.
6− LA VIDA HISTÓRICA Y SOCIAL.
A.− La historicidad de la vida humana.
El hombre se encuentra viviendo a una cierta altura determinada de los tiempos, en un cierto nivel histórico.
Su vida está hecha de una sustancia particular que es su tiempo. El hombre es heredero de un pasado y de una
serie de experiencias humanas y consideramos su ser y sus posibilidades.
El hombre a su vez ha sido ciertas cosas concretas y tiene que ser otras. La ida individual es histórica, por eso
se dice que para comprender algo humano, ya sea personal o colectivo, es preciso contar una historia. Y este
hombre y esta nación hace tal cosa y es así porque antes hizo otra cosa y fue de otro modo. La vida sólo se
vuelve un poco transparente ante la razón histórica. El individuo humano, no estrena la humanidad, sino que
encuentra en su circunstancia otros hombres y la sociedad a la que ellos pertenecen.
B.− Las generaciones.
La Historia se mueve por generaciones, tiene una estructura precisa que es la de las generaciones. Cada
hombre encuentra un mundo que está determinado por una serie de creencias, de ideas, de usos y de
problemas. Esta forma de vida tiene cierta estabilidad y dura cierto tiempo. Una generación es una zona de 15
años durante la cual una cierta forma de vida fue vigente. La Historia camina y procede por generaciones.
Cada generación está constituida por una fecha central cada 15 años, 7 años antes y 7 años después del
decisivo. Un hombre pertenece a una generación que es común a todos los que han nacido dentro de esa zona
de fechas.
Ortega distingue entre contemporáneos y coetáneos. Los contemporáneos son los que viven al mismo tiempo
y los coetáneos son lo s que forman parte de una misma generación. Las generaciones decisivas son aquellas
en las que la variación histórica es mucho mayor que de costumbre y que determinan las articulaciones de las
épocas históricas.
En conclusión, el método de las generaciones se convierte en manos de Ortega en un instrumento de gran
precisión para comprender la realidad histórica.
C.− Los usos.
Se llama uso a lo que pensamos, decimos o hacemos por lo que se piensa, se dice o se hace. Los hechos
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sociales son primariamente usos (costumbres, hechos, normas...). Estos usos no surgen originariamente del
individuo sino que son impuestos por la sociedad o por la gente. Si no los seguimos, la sociedad ejerce
represalias contra nosotros. Los usos son irracionales e impersonales; nos permiten prever la conducta de los
individuos que no conocemos, permiten la casi convivencia con un extraño. Además, los usos nos dan la
herencia del pasado y no ponen a la altura de los tiempos y por eso puede haber progreso e Historia, porque
hay sociedad.
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