U.D. 7 TEMA 4 LA DINASTÍA ASMONEA I.- Inicios de la dinastía asmonea Juan Hircano I (134-104 a.C.) se dedicó sobre todo a campañas militares de expansión, sirviéndose de un ejército profesional compuesto por mercenarios. "Convirtió" a la fuerza a los samaritanos, destruyendo su templo del monte Garizín y haciendo definitiva su separación de los judíos. Sometió luego a los idumeos, población de Transjordania emigrada por entonces a la parte meridional de Judea. En este período nacen los grupos de los saduceos y de los fariseos, estos últimos muy críticos con la política de Juan, al que acusaban sobre todo de haber querido concentrar en sus manos el poder civil y el religioso, conduciéndose de manera tiránica, pero en especial de inclinarse más al helenismo que a la fidelidad al judaísmo. A Juan Hircano I le sucede su hijo, Aristóbulo (104-103 a.C.) y a éste le sucedió su hermano, Alejandro Janeo. II.- Esplendor asmoneo Con Alejandro Janeo (103-76 a.C.) la dinastía asmonea alcanzó su período de esplendor, aunque a la vez la culminación del contraste ya existente con los grupos fariseos. Alejandro llegó a realizar gestos de inaudita crueldad cuando, para reprimir la oposición de los fariseos, mandó crucificar a un centenar en torno a los muros de Jerusalén, haciendo luego asesinar a sus mujeres e hijos ante sus ojos. Este hecho causó una profunda turbación en el pueblo -entre otras cosas, la pena de crucifixión era del todo desconocida en el derecho israelita- y los ecos de este acontecimiento se pueden leer en los escritos de los esenios de Qumrán. A la muerte de Alejandro Janeo le sucede su viuda, Alejandra Salomé (76-67 a.C.), que se reconcilió con los fariseos y consiguió en el curso de su reinado mantener en paz al país, cuyas fronteras, gracias a las campañas expansionistas emprendidas desde Juan Hircano I, coincidían ya con los antiguos confines del reino davídico-salomónico. En la tradición judía el reinado de Alejandra ha quedado como una verdadera edad de oro. Fue ciertamente un período de paz y prosperidad económica; pero no hay que olvidar que el juicio sobre Alejandra está influido por el buen trato que dio a los fariseos. III.- El fin de la dinastía asmonea A la muerte de Alejandra se produce una sangrienta lucha por la sucesión al trono entre sus dos hijos, Hircano II, que ostentaba el cargo de sumo sacerdote, y Aristóbulo II, el heredero del trono. El choque llegó a tal acritud que Hircano prefirió recurrir a la ayuda de Roma, dirigiéndose a Pompeyo, que había llegado para conquistar Damasco. Los romanos no perdieron la apetitosa ocasión, y Pompeyo, en funciones de árbitro y pacificador, pudo en el 63 a.C. entrar en Judea con sus legiones y conquistar Jerusalén después de tres meses de asedio. El historiador romano Tácito recuerda el estupor de Pompeyo cuando, al entrar en el templo, lo encontró vacío, sin ninguna imagen sagrada, lo cual resultaba incomprensible para los romanos, nuevos amos ahora de Israel. C.E.T. TENERIFE SEMINARIO DIOCESANO LA LAGUNA