PRESENTACIÓN Con la marcha del tiempo la personalidad, las realizaciones, los propósitos y el pensamiento de Lázaro Cárdenas resultan factores fundamentales en todo esfuerzo de interpretación y análisis del México de nuestro siglo. Concretar lo que la Revolución Mexicana se propuso, las motivaciones que la hicieron posible; precisar sus logros definitivos y explicar las causas de sus frustraciones es tarea hasta hoy pendiente, a pesar de los múltiples balances que bien la declaran democrático-burguesa, ya le adjudican propósitos radicalmente socialistas o ya, también, en la sobrestimación de sus desviaciones y en el olvido de sus impulsos básicos, la juzgan como una simple actualización del "porfirismo" con sólo la añadidura de la no reelección. Mosaico de contradicciones, el proceso revolucionario violento y el posterior período de transformación del país una vez logrado el triunfo de las armas del pueblo, han integrado una Galatea que escapa a todos sus Pygmaliones y acepta parcialmente determinada definición sólo para rechazarla también parcialmente. Ante esta reiterada realidad, los documentos de Lázaro Cárdenas constituyen el instrumento más útil para los estudiosos de esta etapa apasionante de la historia de México y, desde luego para todos los mexicanos preocupados por la problemática de su patria. Sus apuntes, su correspondencia, sus intervenciones oratorias, las pocas entrevistas periodísticas que concedió el Expropiador del Petróleo vienen a ser las piezas de un rompecabezas que incompletas son identificables, pero una vez puestas en orden nos resuelven los enigmas y nos entregan claro y directo mensaje. Quizás las fuentes reconocidas como más diáfanas y aleccionadoras para todo ensayo de interpretación en conjunto de la Revolución Mexicana, sin desdeñar los numerosos y distintos factores vitales que puedan localizarse en las proclamas del Partido Liberal, en la mística zapatista, en las rebeldías proletarias de Cananea y Río Blanco y en los debates del Congreso Constituyente y, en lo que hace a las realizaciones e ideario cardinal del movimiento insurgente de 1910, en la bitácora diaria de ese período singularísimo en el proceso mexicano que se inicia el 1 de diciembre de 1934 y termina el 30 de noviembre de 1940, sexenio que es forzoso estimar como el esfuerzo óptimo que la corriente revolucionaria en su conjunto, hizo desde el gobierno del país para subordinar todos los recursos de la nación a una política que coincidió, en plenitud que no conoció precedente ni continuidad, con el ideario de ese movimiento nacionalista, democrático y justiciero. En Lázaro Cárdenas, presidente de México, encontrará el historiador aspectos esenciales y característicos de los propósitos y la inspiración de los diferentes sectores revolucionarios. En ese sexenio fue realmente la corriente revolucionaria, en afortunada síntesis limada de contradicciones circunstanciales, la que gobernó a nuestro país. La obra gubernamental de ese sexenio concreta lo que la revolución se propuso y expone con toda precisión los factores internos y externos que se opusieron y se oponen al proceso revolucionario, muchos de los cuales se ostentan triunfadores en el México de hoy. El tomo que el lector tiene en su manos reúne los documentos de Cárdenas ex presidente. El primero de ellos —palabras en una modesta reunión en Jiquilpan de Juárez— está fechado apenas 30 días después de que el Expropiador del Petróleo, entregara la responsabilidad presidencial a su sucesor. El postrero fue escrito el 20 de septiembre de 1970, un mes escaso antes del deceso de este singular mexicano. Dentro de la gran variedad de temas, esos documentos revelan la permanencia de una obsesiva preocupación: México. Un México justo, libre, digno. Un México dueño de sus propios recursos; patria soberana, respetuosa y respetable, donde a todos sus hijos los iguale en la realidad cotidiana, y no sólo en la teoría fantasiosa de las proclamas legales. Por ello, es notoria la preocupación del ciudadano Cárdenas por analizar los rumbos de la política del país y los problemas esenciales del mundo en que vivimos. Respetuoso de la autoridad responsable de los gobernantes que le sucedieron, siempre dispuesto a eliminar incomprensiones e intolerancias, pero inconmovible en la fidelidad a su pensamiento revolucionario, Cárdenas se transforma, una vez concluida su tarea de gobernante, en conciencia alerta de la nación. En vigía alejado de la política que se concreta en actividades electorales o en intrigas palaciegas francas o embozadas, pero atento a señalar peligros, denunciar desviaciones y en todos los casos, a recordarnos el buen camino. El problema agrario, hoy otra vez tan frustrado en su solución revolucionaria; las agresiones contra el espíritu y los logros en la nacionalización en la industria petrolera; la constante presión imperialista; las amenazas contra la paz mundial. El acentuado dominio extranjero sobre nuestra economía y, sobre todo en sus últimos años la preocupación por la juventud, que es la preocupación por el futuro, constituyen los temas reiterados en los documentos de este gran mexicano que no descuida su contribución personal en tareas concretas como el desarrollo armónico de zonas y regiones retrasadas ante el ritmo de la marcha de la nación, como las enclavadas en las cuencas de los ríos Tepalcatepec y Balsas. Caminante infatigable, Cárdenas no fue nunca un ex presidente de aparador iluminado y lujoso, sino un peregrino de la auténtica mexicanidad, cuyo ambiente óptimo fue la choza del campesino; el hogar del obrero humilde con angustias y carencias que gustó de compartir siempre con los sectores más humildes y peor tratados de nuestra población. Hombre que ha quedado para la historia como el más ilustre y trascendente mexicano de este siglo, muestra siempre, en sus rutinas diarias y en sus preocupaciones fundamentales, la sublime grandeza de la sencillez. Consciente de su próximo fin, Cárdenas proclamó sus preocupaciones de mexicano con mayor frecuencia en el año de su muerte. Son particularmente interesantes para conocer su juicio sobre los problemas de México en sus últimos años de vida, los mensajes en la escuela de agricultura de Chapingo y los de Irapuato y Guanajuato. Hemos querido terminar esta brevísima presentación de los documentos de Lázaro Cárdenas con la síntesis de su opinión sobre el México posrevolucionario, contenida en una de las respuestas al cuestionario presentado por la periodista Elizabeth Luder, el 20 de septiembre, 30 días antes de su muerte. El pensamiento de Lázaro Cárdenas queda aquí expuesto: "Los problemas fundamentales que México afronta son: la resolución definitiva de la reforma agraria en beneficio de quienes trabajan la tierra con su esfuerzo; lograr la emancipación económica del país y la reivindicación socioeconómica de los grandes sectores populares, o sea el usufructo y la posesión de la tierra por los ejidatarios y auténticos pequeños propietarios con la posibilidad de que obtengan créditos suficientes, ayuda técnica y facilidades para industrializar los productos agrícolas a efecto de diversificar y ampliar las actividades de la población rural y así elevar sus condiciones de vida y crear las bases de un sólido e integral desarrollo del país. Asimismo, la solución del problema de la independencia económica por medio de la nacionalización de las industrias básicas y de los servicios públicos que todavía están en manos privadas; la mexicanización del capital de las industrias de transformación, del comercio y los demás servicios a efecto de que las inversiones extranjeras, públicas y privadas, sean aprovechadas en renglones no competitivos y absolutamente necesarios para la economía, inversiones que, obteniendo dividendos razonables, no incidan negativamente en el desarrollo económico, social y cultural verdaderamente mexicano." La brevedad de esta presentación innecesaria está determinada por el respeto a las expresiones del propio Lázaro Cárdenas y a la convicción de que su pensamiento y su vida, síntesis de la más auténtica mexicanidad, no requiere de exaltación, explicaciones ni de esfuerzos analíticos, pues con sólo su sencillez y el aval de la congruencia entre pensamiento y vida alumbran y alumbrarán los futuros caminos de México. México, D. F. 1 de diciembre de 1977 FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA VEGA