1. CONCEPTO DE INMUNIDAD La inmunidad es el conjunto de respuestas mediante las cuales el organismo se opone a determinadas sustancias, reconocidas como extrañas, que reciben el nombre general de antígenos. En un principio, se concebía la respuesta inmunitaria como la resistencia que opone un organismo ante la invasión de un determinado microbio o parásito. El concepto actual de respuesta inmunitaria es más amplio: la respuesta inmunitaria va dirigida contra toda sustancia que el organismo reconozca como extraña, sea cual sea su origen. 2. TIPOS DE INMUNIDAD La inmunidad de un organismo respecto a un determinado antígeno (inmunidad específica) puede ser pasiva o activa, y cada una de ellas puede deberse a un proceso natural o artificial. 2.1. Inmunidad pasiva La inmunidad que posee el organismo le ha sido transferida a partir de otro organismo. Ejemplos de inmunidad pasiva natural los tenemos en la inmunidad que la madre proporciona al feto y al lactante. Todos los niños reciben cierta protección antes de nacer. Durante la gestación, el organismo materno envía a través de la placenta sustancias defensivas que circulan por la sangre del niño durante semanas, e incluso meses, después del nacimiento. Además, el niño amamantado goza de una protección añadida: recibe una variedad de sustancias y de células que lo defienden de los microbios que pudieran invadirlo. Esta inmunización pasiva es muy importante ya que la plenitud inmunitaria del niño se alcanza aproximadamente a los cinco años de edad. Como ejemplos de inmunidad pasiva artificial tenemos los casos donde a un individuo que sufre una infección aguda se le inyectan defensas provenientes de un individuo inmune que puede no ser de su misma especie. Esto proporciona una protección inmediata, aunque breve, pero existe el riesgo (mayor, si las defensas provienen de otra especie) de complicaciones patológicas (respuestas inmunitarias adversas del receptor contra las defensas inyectadas). 2.2. Inmunidad activa La inmunidad que posee el organismo se debe a la respuesta inmunitaria producida por él mismo. Esta inmunidad es más duradera que la de tipo pasivo. Tras superar la infección causada por un patógeno, el organismo queda protegido de una ulterior invasión de ese mismo patógeno. Estos casos corresponden a lo que se llama inmunidad activa natural. Por ejemplo, después de pasar el sarampión, enfermedad causada por un virus, el individuo queda inmunizado de forma permanente, es decir, para toda la vida. La inmunidad activa artificial se consigue mediante la llamada vacunación. Consiste ésta en provocar una infección benigna que hace que el organismo desarrolle una respuesta inmunitaria y quede protegido frente a un determinado patógeno. Para provocar la infección benigna se inoculan microbios activos atenuados (es decir, sin virulencia) o muertos (por calor, agentes químicos o radiaciones UV). El uso de microbios activos atenuados tiene ciertos riesgos y está algo restringido. Modernamente se elaboran vacunas, no con microbios "completos" sino con fragmentos de los mismos, por ejemplo, componentes purificados de la pared celular de las bacterias o proteínas víricas purificadas. 3. EL SISTEMA INMUNITARIO Llamamos sistema inmunitario al conjunto formado por todos aquellos componentes del organismo que están implicados en la defensa contra la invasión de microbios o parásitos. Su principal función es distinguir lo propio de lo extraño, así como neutralizar el material identificado como extraño. 3.1. Componentes del sistema inmunitario • Barreras anatómicas La piel y las mucosas constituyen barreras físicas que se muestran impermeables frente a la mayor parte de los agentes infecciosos. Además, procesos mecánicos tales como la descamación de la epidermis, movimientos ciliares en el epitelio de la vía respiratoria, movimientos peristálticos en la vía digestiva, lavado y arrastre debido a lágrimas y saliva, captura de partículas realizada por el mucus presente en las vías respiratoria y digestiva, contribuyen a atrapar, remover, expulsar a los microbios que intentan colonizar la superficie de la piel o de las mucosas. A esos efectos mecánicos protectores hay que añadir los efectos químicos debidos al pH ácido del sudor y del jugo gástrico, o a ciertas sustancias (ácidos grasos, enzimas, etc.) que se hallan en el sudor, lágrimas, saliva y mucus. Y aún hay que añadir efectos biológicos, debidos a la flora bacteriana normal que ocupa la piel y la vía digestiva. Los patógenos que pretenden instalarse se ven obligados a competir con las bacterias locales, además de quedar sometidos a la acción de sustancias tóxicas que aquéllas segregan. • Componentes celulares Se trata de células que tienen su origen en la médula ósea y que, aunque derivan de un mismo tipo de célula-madre, llegan a diferenciarse en dos linajes: mieloide y linfoide. Las células mieloides incluyen entre otras a granulocitos y monocitos. Los granulocitos son de tres tipos: neutrófilos, basófilos y eosinófilos. Los monocitos que abandonan la corriente sanguínea se convierten en las células llamadas macrófagos. Las células linfoides, o linfocitos, incluyen a las células B, T y NK. Los linfocitos T comprenden dos poblaciones diferenciadas: T citotóxicos (Tc ó Tcd8) y T helper (auxiliares) (Th ó Tcd4). A su vez, los T helper incluyen dos tipos llamados Th1 y Th2. • Componentes humorales Se trata de sustancias solubles que se hallan en la corriente sanguínea o forman parte de secreciones o se forman en el sitio de infección. A modo de ejemplo: el sistema del complemento, los interferones, los anticuerpos, etc. 3.2. Defensa general y específica Debemos diferenciar en los mecanismos de defensa inmunitaria dos subdivisiones principales: la defensa general y la defensa específica. Aunque estas subdivisones tienen diferentes funciones, no son entidades totalmente independientes ya que componentes de una influyen en la otra, y viceversa. • Defensa general (innata) Constituye la primera línea de defensa y está formada por las barreras anatómicas (ver apartado anterior), componentes celulares (granulocitos, monocitos, linfocitos NK) y componentes humorales (sistema del complemento, interferones, etc.). La defensa general es inmediata, es decir, tiene lugar tan pronto como el organismo queda expuesto al antígeno; no hay demora entre la exposición al antígeno y la respuesta defensiva. Otra característica de la defensa general es que no es específica del tipo de antígeno, funciona de la misma manera sea cual sea el tipo de agente invasor. Por último, la defensa general carece de memoria, quiere esto decir que exposiciones ulteriores a un cierto antígeno inducen respuestas que no son diferentes a la que se produjo tras la primera exposición. • Defensa específica (adaptativa) Actúa como la segunda línea de defensa y además proporciona protección contra la reexposición a un mismo patógeno. Está formada por componentes celulares (linfocitos T y B) y humorales (anticuerpos). Son los propios linfocitos B los que, tras la exposición al antígeno, se transforman (diferencian) en células plasmáticas, que producen y liberan cantidades masivas de anticuerpos específicos. La defensa específica no es inmediata, entre la exposición al antígeno y la respuesta máxima hay un lapso de tiempo, una demora (tiempo de reacción). Durante esta demora, que puede durar más de cinco días, el organismo intentará controlar la invasión con la defensa general. La defensa específica, y por esto se llama así, es específica respecto a un determinado antígeno y reacciona sólo con el antígeno que la provocó. Finalmente, la defensa específica posee memoria inmunológica, recuerda al "invasor" (antígeno) y si se encuentra de nuevo con él reacciona de manera rápida e intensa.