NP. Adopción pareja con sordera a menor oyente

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El TSJC informa
Una pareja con sordera logra que se reconozca su
idoneidad para adoptar a menores oyentes de 0 a 1 año
 Recurrieron la resolución del Instituto Cántabro de Servicios Sociales
que les declaró no preferentes para adoptar a menores oyentes y
ahora la Audiencia les ha dado la razón
Santander, 15 de enero de 2013.La Audiencia Provincial de Cantabria ha confirmado la sentencia del Juzgado
de Primera Instancia nº11 de Santander que estimó la demanda presentada
por una pareja con sordera contra la resolución del Instituto Cántabro de
Servicios Sociales que declaró su idoneidad para adoptar “con la limitación
de que no será moción preferente para menores oyentes”.
De esta forma, la pareja podrá adoptar a menores independientemente de
si tienen o no sordera. Su solicitud de adopción se refiere a menores de
cero a un año, lo que ha pesado en la estimación de la demanda.
Motivos para limitar la idoneidad
El psicólogo del Gobierno de Cantabria justificaba esta limitación de la
declaración de idoneidad en el “riesgo al que se expondría el menor
adoptado, dado que es habitual que partan de una situación de adversidad
previa”.
Esta situación previa “exige de especiales refuerzos y estímulos para
conseguir una plena integración en la familia de los adoptantes, siendo la
sordera de los padres un obstáculo añadido a la hora de obtener una pronta
y positiva superación de sus problemas”.
“Por lo que, en consecuencia, tal situación debe evitarse para proteger sus
prioritarios intereses”, continuaba el razonamiento del psicólogo de la
Administración autonómica.
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Sin embargo, como resalta la sentencia de la Audiencia, “este mismo
psicólogo admite que no hay antecedentes que sirvan de muestra, que hay
pocos estudios al respecto y que es posible que no haya problemas con un
menor prelingüístico”.
Aprendizaje natural de las dos lenguas
Frente a estas consideraciones, en el juicio celebrado se alzó el informe de
una psicóloga clínica con amplia experiencia profesional en la comunidad no
oyente, así como el testimonio de un intérprete de lenguaje de signos e hijo
de progenitores sordos.
Subraya la sentencia de la Audiencia, que la psicóloga clínica considera que
en la fase prelingüística (desde el nacimiento hasta los doce meses de vida)
“no se requiere especial instrucción para el aprendizaje de la lengua de
signos, sino que, por el contrario, al imperar en el entorno social el lenguaje
oral, ambos sistemas de comunicación se aprenden de manera natural e
instintiva”.
Relata la sentencia que existen estudios que “advierten en los niños
simultáneamente signantes y hablantes un superior desarrollo de sus
capacidades espacio-visuales”. “En ningún caso el aprendizaje de signos
retrasa o entorpece el desarrollo cognitivo”, matiza.
A ello, se añade el “ilustrativo testimonio” del intérprete de signos que
compareció en el Juzgado, “una muestra más de la absoluta corrección de la
decisión judicial ponderadamente adoptada”, recalca la sentencia de
apelación, que confirma la decisión que adoptó la juez de Primera Instancia
nº11 de Santander.
Discapacidad expresiva del 100%
Los demandantes, que sufren pérdida auditiva bilateral y tienen una
discapacidad expresiva del 100%, presentaron en diciembre de 2012 una
solicitud de declaración de idoneidad para la adopción nacional, optando a
ser adoptantes de un menor de cero a un año.
En marzo de 2013 se emitió el informe social de idoneidad en el que se
concluía que la situación personal, familiar, de salud e integridad de la
pareja era adecuada para asumir una adopción.
En la misma fecha, se realizó el informe psicológico, que determinó que
“pueden ser una buena opción para la adopción de menor sordo”.
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Sin embargo, este informe añadía que “las características de los solicitantes
no se pueden considerar la mejor opción para la adopción de un menor
oyente, ya que no permiten garantizar una estimulación adecuada para la
recuperación de los retrasos del desarrollo y carencias que suele presentar
un menor procedente de la situación de desprotección”.
Así, en junio de ese mismo año, el ICASS declara la idoneidad de la pareja
para la adopción nacional “con la condición de no preferentes para menores
oyentes”.
En septiembre, la pareja decide llevar a los tribunales esta decisión, y en
marzo de 2014 el Juzgado de Primera Instancia nº11 de Santander dicta
sentencia, dejando sin efecto la limitación impuesta en la declaración de
idoneidad, sentencia recurrida y ahora confirmada por la Audiencia
Provincial.
Posible riesgo cuando el menor adoptable ya sabe hablar
En la sentencia de instancia, la juez concluye que tanto el testimonio del
intérprete de signos como el informe de la psicóloga clínica “permiten
concluir que los hijos de oyentes en el seno de familias cuyos progenitores
adolecen del citado grado de discapacidad se desarrollan con normalidad”.
Y añade que estos menores “adquieren el bilingüismo inherente al uso de la
lengua oral y la lengua escrita (reconocida como lengua oficial) de forma
natural, y al mismo tiempo gozan de una mayor estimulación, y como
consecuencia, su capacidad viso-espacial resulta superior a la media”.
“Referidas habilidades o ventajas han de estimarse de igual modo
extrapolables a los menores adoptables en un margen de edad de cero a un
año, pues en tan escaso periodo de crecimiento los riesgos no se
advierten”, señala la juez en alusión a las dificultades que planteaba el
psicólogo de la Comunidad autónoma.
En este punto, matiza la juez que “la condición de oyente del menor no se
advierte factor de riesgo por sí misma, si no va asociada a una edad
poslocutiva, en la cual la discapacidad de los adoptantes pudiera
comprometer su evolución o desarrollo y adaptación”.
Ausencia de riesgos de integración social
Por otro lado, se refiere la sentencia del Juzgado al proceso de adaptación
del menor a la familia, en el que favorecen las similitudes e identidad social
entre todos sus miembros.
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Señala que se trata de un riesgo evaluable cuando el menor tiene
conciencia de su espacio vital, pero es “irrelevante cuando es integrado en
una familia con discapacidad a edad muy temprana, asumiendo como
propia o natural la limitación de sus progenitores adoptivos”.
Además, sobre el supuesto “sobreesfuerzo” que el menor debería hacer en
su integración social al sentirse diferente a su entorno, afirma la magistrada
que “el bilingüismo bajo ninguna óptica puede considerarse como una
limitación, sino como una fuente de riqueza personal, que permitirá al
adoptante participar de las aportaciones de dos comunidades”.
Por todo lo cual, “atendiendo el supremo interés del adoptando, que no se
advierte comprometido o en riesgo, atendida la aptitud y limitación auditiva
de los adoptantes para satisfacer sus necesidades específicas dentro de la
edad interesada (doce meses), procede estimar la demanda”.
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