Datos Biográficos de Hernán Cortés En 1504 pasó a las Indias recién descubiertas por Cristóbal Colón y se estableció como escribano y terrateniente en La Española (Santo Domingo). Participó en la expedición a Cuba en 1511 como secretario del gobernador Diego Velázquez, con quien emparentó al casarse con su cuñada y que le nombró alcalde de la nueva ciudad de Santiago. En 1518, tras escapar del acoso del propio Velázquez quien comenzó a desconfiar de él, Cortés inició la conquista de la península de Yucatán. Primero fundó en la costa del golfo de México la ciudad de Villa Rica de la Veracruz. Allí tuvo noticias de la existencia del imperio azteca en el interior, cuya capital se decía que guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista. Logró la alianza de algunos pueblos indígenas sometidos por los aztecas, como los toltecas y tlaxcaltecas. Tras saquear Cholula, llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue recibido pacíficamente por el emperador Moctezuma, que se declaró vasallo del rey de Castilla. La posible identificación de los españoles con seres divinos y de Cortés con el anunciado regreso del dios Quetzalcoátl favoreció esta acogida a unos extranjeros que enseguida empezaron a comportarse como invasores violentos. Emprendió una guerra plena de crueldades, en la que se puso de manifiesto lo más bajo y ruin que tiene el ser humano a la hora de satisfacer su codicia. Hernán Cortés logró su propósito de dominio, pero nunca más pudo vivir en paz. La peor mancha en la hoja de servicios de Cortés consintió en la tortura de Cuauhtémoc y del cacique de Tacuba, ya que los soldados estaban sedientos de oro y creían que este tenía que saber dónde se encontraba. Ambos fueron ahorcados en el año 1525 en la funesta expedición a Las Hibueras, por sospechas de traición. Sus enemigos intrigaron en la corte del emperador Carlos V a Cortés acusándolo de sustraer oro del quinto real y del reparto a los conquistadores, y por sospechas de que había dado orden de envenenar a su esposa. Mujeres de la Conquista: Beatriz Bermúdez de Velasco. Española en la conquista de México. La Bermuda se hizo famosa durante el asedio de los españoles a Tenochtitlan. Los mexicas, acorralados por las tropas de Cortés, contraatacaron ferozmente, y muchos de los nuestros se batieron en retirada. Al verlos huir, la Bermuda les lanzó una terrible soflama que relata el cronista Cervantes de Salazar: «...viendo así españoles como indios amigos todos revueltos, que venían huyendo, saliendo a ellos en medio de la calzada con una rodela de indios e una espada española e con una celada en la cabeza, les dixo: "¡Vergüenza, vergüenza, españoles, empacho, empacho. ¿Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tan vil, a quien tantas veces habéis vencido? Volved, volved a ayudar y socorrer a vuestros compañeros que quedan peleando, haciendo lo que deben; y si no, por Dios os prometo de no dexar pasar a hombre de vosotros que no le mate; que los que de tan ruin gente vienen huyendo, merecen que mueran a manos de una flaca mujer como yo"». Los españoles volvieron al combate, y tras cruenta lucha, vencieron a la coalición mexica. María de Escobar. La primera española que sembró trigo en Perú. Explica Eloísa Gómez-Lucena que «tan de vital importancia era preservar las semillas que la Corona española premiaba con 600 ducados al primero que en cada ciudad del Nuevo Mundo obtuviera una cosecha de cebada, trigo, aceite, vino y cualquier otro producto de España». Una de estas personas pudo ser María de Escobar, según cuenta el Inca Garcilaso: «Es de saber, que el primero que llevó trigo a mi patria (yo llamo así a todo el imperio que fue de los Incas) fue una señora noble llamada María de Escobar. Esta señora, digna de un gran estado, llevó el trigo al Perú a la ciudad de Rímac (Lima)». Ana López. Costurera. En América no solo hubo virreinas, gobernadoras, soldados, hubo mujeres muy normales y muy corrientes cuyos trabajos eran los habituales como el caso de esta mujer, Ana López, finísima costurera de origen sevillano, que escribió una carta pidiendo ayuda al virrey de México, tras conocer la muerte de su marido en el Perú. Ella misma se define, como recoge el cronista Icaza, según el libro de Eloísa Gómez-Lucena. «la primera muger que industrió y mostró a labrar (bordar) a las indias y ha vivido siempre del trabajo de sus manos, con el aguja honradamente, y tiene en su casa cinco huérfanas que ha criado e industriado (enseñado el oficio) para casar...». Inés Suárez (1507-1578). Primera española que llegó a Chile. Capitana de la ciudad de Santiago de Chile. Inés acompañó aPedro de Valdivia, con el que vivía amancebada, a lo largo y ancho de la conquista de Chile y en la fundación de Santiago de Nueva Extremadura (hoy Santiago de Chile), en cuya defensa se empleó como el más feroz y decidido de los capitanes. Ella misma se encargó de ejecutar los principales caciques enemigos, como Quilicanta. Cuenta el cronista Jerónimo de la Vega que Inés les gritó así a sus enemigos los araucanos: «¡Afuera auncaes (cobardes) que ya yo os he muerto a vuestros señores y caciques. Y los indios no le osaban tirar flecha ninguna». María de Estrada. (1480-1535). Soldado en las tropas de Hernán Cortés. Cofundadora de Puebla de los Ángeles. Estuvo al lado de Hernán Cortés en la Noche Triste. Y no de adorno, precisamente . Armada de rodela y espada luchó como uno más, con tamaña valentía que, segú la crónica que reproduce el libro de GómezLucen: «Excedía el esfuerzo de cualquier varón». Sobrevivió a la matanza. Así se la describe en las crónicas sobre estos hechos: «Ansimismo se mostró valerosamente una señora llamada María de Estrada, haciendo maravillosos y hazañeros hechos con una espada y una rodela en las manos, peleando valerosamente con tan fuerza y ánimo que excedía al esfuerzo de cualquier varón, por esforzado y animoso que fuese, que los propios nuestros ponía espanto y, ansimismo, lo hizo la propia el día de la memorable batalla de Otumba, a caballo con una lanza en la mano, que era cosa increíble en ánimo varonil, digno por cierto de eterna fama e inmortal memoria». Catalina de Erauso (1592-1650). La Monja Alférez. Bravucona y pendenciera, se escapó del convento a los quince años disfrazada de hombre. Tras errar por España, se alistó como soldado para combatir en Chile. Alcanzó el grado de alférez, y así pasó a la Historia de España como la Monja Alférez. En el libro de Eloísa Gómez-Lucena, el viajero español Pedro del Valle la describe así: «De estatura grande y abultada para muger, bien que por ella no parezca no ser hombre. De rostro no es fea, pero no hermosa. Los cabellos son negros y cortos como de hombre, con un poco de melena como hoy se usa. Parece más capón que muger. Viste de hombre, a la española: trae la espada tan bien ceñida, y así la vida. La cabeza un poco agobiada, más de soldado que de cortesano y de vida amorosa». Como escribe Gómez-Lucena «Catalina de Erauso era un varón aprisionado en un cuerpo de mujer que, por afirmar su masculinidad en todo momento, no cejó en parecer el más osado en las batallas y el más fanfarrón y pendenciero en las treguas». La Monja Alférez fue famosa en América y en Europa.