MADRID NUMERO 21-50 H NOVIEMBRE 1950 DEFENSA DE MARGENES Por JOAQI'IN XIMENEZ llE EMBfIN Y GOIZALEZ AHNAO La erosión y socavamiento debidos a las corrientes de ,agua, sobre todo en los tramos ^urvos y en los períodos de crecitla, pued^en originar graves daños en las riberas, destruyendo cultivos y haciendo desaparecer a veces parcelas enteras. Para evitar tales daños, se pueden emple^ar ^defensas que consoliden y protejan dichas or^llas o márgenes. Tales defensas son de sistemas y materiales muy variados: plantaciones en 1as orill^as, que las ^consoliden y dificulten el arnastre de la tierra fija3a por sus raíces; enram^adas, emp,alizadas o enfajinados; revestimiento ^con gaviones, rellenos de piedras y superpuestos formando escoll^era, con o sin espigones; gaviones de fondo, para evitar que la orilla, caando es alta, sea socavada por el agu^a.; diques o presas, en Ifls ^cauces de ^carácter torrencial, etc. El lector hallará, en esta HOJA, una información sobre tales defensas, que forman parte de las mejoras rurales ^en cuya necesi^d^ad y conveniencia no es necesario insistir. DEFENSA DE MARGENES i. Pocos ríos o arroyos hay en España que no sean torrenciales; es decir, son de pendientes fuertes e irregulares, y en ellos las crecidas son sítbitas y cíe rapidísimo desagiie. En los ríos torrenciales, como en los torrentes mismos, sucecíen los tres fenómenos clásicos de socavación, transporte y sedimentación, y los daños que se ocasionan son graves por los tres motivos. La corrección de torrentes es un problema nada sencillo a veces, que requiere la ejecución de obras transversales (^iq^ues d^^e de f elisa), longitudinales (ti^e f e^^sa ,d^e rt^-r'zYJ^eti^.^s) y 7^epoU^acio^ties en las cuencas de recepción y laderas de desagiie al cauce del torrente. En los mismos términos se plantea la corr^cción de un río^ o un arroyo torrencial ; en él nos encontraremos trozos cot^ grandes depósitos y socavones proclueiclos por el arranclue de materiales del cauce y pie de las laderas, y por las pilas o pilancones formados por movimientos en torbellino del agua en que materiales de grueso tamaño, al girar velozmente con las aguas, acttían como verdaderas barrenas. Encontrareinos también tramos de río en que los materiales traídos de más arriba son clepositados temporalmente para ser arrastraclos en otra avenida, y, por ítltimo, tramos en que se dehositar^n los materiales definitivamente (cono de deyección), elevando el cauce y ocasionando terribles inuncíaciones. Cuando nos enfrentamos con un caso tal, habremos de^ e^aminar primeramente si los daños que tratamos de evitar en nuestras fincas aledañas al río, bien sean inundaciones, bien socavaciones cle márgenes con pér^clicla de tierras, son cle tactible eliminación por medio de obras "in situ", o deben responder a w^a corrección general del río o clel arroyo mediante trabajos hidrológico-forestales. En efecto, de nada nos servirá encauzar nuestro arroyo, attn metiéndolo, Por así decirlo, en el magnífico estuche de un canal de hormigón, ^^ues si la torrencialidad del río es acusada y su mal <lata de -a- • la cabecera, la obra acabará, tarde o ten^prano, o socavada, r^ rellenada de materiales, sin evitar las inundaciones. Pero nm,.has veces ios daños pueden evitarse mediante obras locales de defensa de márgenes, encauzamiento, consolidación del álveo y traviesas o diques. 2. Las iuáraenes de los ríos se revisten para protegerlas de socavacioncs ^^ inantener el cauce del ancllo cleseaclo. En Fig. i.-obra de defensa ejecutada en saldafia (Palencia) por el Servicio Foa-cstal de la :M^ancon^tuiida^l Hidro^ráfica del Duero. (Foto. I3ianchini, Ingenieros, S. A.) la detensa de niárgenes habrenios de observar prinlerame.nte que si disminuímos el ancho del río aumentar^^ la velocidad de las agttas, con el consiguiente ahondamiento del álveo, cosa que huede sernos ventajosa, peró que, en cambio, puede ser dañina a^uas abajo; igualmente, la defensa de tina sola margen pttede ocasionar más graves daños en la otra. En los tramos rectos cleben, pues, proteáerse anibas orillas, y en los ^cttrvos, la orilla e^terior. 3. Slsr^.Mns i^L vrrr.^sn.-IIay muchos sisteinas de ^lefensa : a) Escollc^ras.-Se ^^btienen verfiendo piedra gruesa al -5- pie del margen y regularizandu su sttperficie. Yuede hacersc. el vertido cuanto se qttiera, e incluso puede servir de fundación de otra obra o defensa permanente. Esta defensa sólo^ se emplea en grandes ríos y en los pttertos. ^ Se comprendc: que no se suelen tener a mano grandes rocas que sirvan de escollera en ríos y arroyos torrenciales, ya qtte de ser aledañas al río no se producirían los datios. b) ^rta[^edracio.-Se sustituye la escollera por mamptiestos c:íe n^ayor o menor dimensión, m^ts o menos regulares. 5e u^a en espesores de o'3o a o'Go m., y ptte^de ser en seco ^^ con mortero de cal o cemento. Lo barato es el en^ipleo de mampuestos en^seco colocados a s^ga y tizún con jttntas cliscontinuas en la dirección de la corriente. Los huecos se enripian bicn, y hasta pueclen ponérseles tc^i^es. Las fundaciones han^ de ser cuidadosas, ya que basta duc sca duitada ^^ arrastrada una pieclra l.^ara ^lue tudo el sistema est ^ sistem<_iticamente conclenado a]a destrucción; y por eso convienen para ellos ^sistci»as tni^tos, empleanclo mortcros o dispositi^^os nue ^-eremos para evitar la bajada del cauce, con el consiguientc desmoronamiento. c) Faji^:ias.-Pueden construirse las defensas mediante pilotes de maclera clavaclos en el suelo, unicios por tablones, tablas o rollos ligados con alambre, etc. Si el sistetna se hace empleando ratnas, es cuando recibe propiamente el nombre de fajinas. Se construyen de ruimbreras (S^a^li^a-) arraigables o de álamo (chopo), pino, aliso, etc. Suelen tener las ramas de tres a cuatro metros de longitttd. d) S^lcl2iclaori^cs.-5i las fajinas se reúnen formando^ cuerpos cilíndricos de ^o'io a o'2o de di^tmetro, se formarán salchichones, que pueden ser unidos entre sí por fajinas normales, dando una sólida defensa o fajinada de revestimiento. Los salchichones conviene hacerlos de material arraigable, y se anclan con estaduillas de o'5o a i'2o metros, clavadas al mismo. e) Fajin^das de revesti.^^ziento.-Construídas como decimos, unienclo fajinas con salchichones, en capas horizontales de o'3o a o'7o de espesor, poniendo luego entre capa y capa grava o piedras adecuadas. La capa superior, de grava o ^ ( ^t -6- guijo, se protege mediante empedrado, losa de hormigón; etcétera. f) L.as fajitz^arlas de ^enr^aizanziento son fajinas en eapas sucesivas que se lanzan desde la orilla, cargándolas poco a poco, después, con piedras. g) Cesto^2es o g^aviones.-Son de empleo ^amplio, utilísimos y de muy diversa naturaleza. Los cestones propiamente dichos son cilindros fabricados, como los salchichones, con estacas, rollos delgados, ramas, mimbres, etc., de o'6o a o'yo de diámetro, y se rellenan de grava o guijo, atando después el sisteina total. Se construyen "in situ", de cuatro a seis metros de longitud, lanzándolos^al agua rodándolos y anclándolos en zanjas. Deben permanecer constantemente sumergidos y no expuestos a fuertes avenidas, o deberán protegerse con escollera. Se construyen también de hormigón armado y, sobre todo, de tela metálica, que son hoy en día de empleo general, rápido, eficaz y resistente, por lo que nos detendremos algo más en su descripción y empleo. 4. GavioN^s METÁr.zcos.-En las correcciones torrenciales se tropieza n7tichas veces con la dificultad de estribar las obras, bien porque sea preciso construir un dique transversal donde no se encuentra roca firme para el estribo ni la cimentación, bien porque deben construirse sobre capa de acarreos de enorme espesor. Precisa entonces valerse de elementos elásticos que actúen sólo por gravedad, por fricción al suelo-base y por cóhesión mutua. De ahí que se idearan los gaviones metálicos. Los gaviones metálicos son, en suma, cajas de alambrada rellenas de piedras, grava, cascajo o cantos rodados. Estos bloques se utilizan disponiéndolos como ladrillos gigantescos en una obra corriente, cosiéndolos y ligándolos entre sí mediante alambre. En obras de importancia, la piedra debe ser de buen tamaño, aparejada más regularmente, si es posible, y el mismo gavión de dimensiones de 4 X i X i. Pueden así construirse obras de defensa pequeñas, o aun diques y muros de contención de las dimensiones corrientes con otro - i - material cualquiera. Estas construcciones no necesitan cimentación, son capaces de experimentar, sin destruirse, deformaciones hasta del j por ioo de la longitud en que se efectúan, y se adaptan perfectamente a la forma del cauce o ladera que se trata de defender. Asimismo es obra que puede continuarse indefinidamente, ensanchándola y recreciéndola sin inconveniente y con perfecta ligazón de lo nuevo con lo viejo. Para la defensa de márgenes, sobre todo si son de alguc. c ^ --.------------^ .^ F R' s: lZ,y Fig. 2. na altura, se los suele disponer escalonándolos, siendo fácil calcular la base necesaria. En la práctica, el saliente (EF, fig. z) es siempre igual a o'30 ó 0'4o m. La sección transversal de los gaviones suele medir i m. X i m. El ^eso que gravita sobre la base es fácil de calcular multiplicando el peso del metro cíibico de gavión por el volumen del prisma cuya base será el área del trapecio ABCD (fig. 2), menos la de los triángulos DEF, EGH, GIJ, etc., y cuva altura es la longitttd del espigón. EI e^la^ir je (E) será igual a dicho peso (P), multiplicado por el coeficiente de rozamiento f, o sea que E= P X f. Fácilniente puede verse que la presencia de las alambradas metálicas y la buena ejecución del conjunto hará que f -8- sea mucho mayur que para las mamposterías corrientes, puclienclo, por lo tanto, dismintzirse U. Gaso cle asientos imprevistos, podría volcar toda la obra alrede^dor de A, o deformarse por lo menos; ello, en un revestimiento ordinario, provocaría grietas y la rotura a breve l^^lazo, que no siempre aquí se producen, por la elasticidad del cc^mjtmto. En previsión de posibles asientos, puede hacerse la obra por capas con gran facilidad. En la base pueclen emplearse gaviones cle mayor longitud a ntodo de tizones, como se ve en eí dibujo, con lo que fácilmeute se ve la mayor resistencia del conjunto al deslizamien- Tig. 3. to y al vuelco. Incluso puede aumentarse la solidez con el empleo de tirantes f b' (fig. 3). ^ I_os gaviones pierden gran parte de su eficacia si la alambrera se oxicla y rompe, cosa que puede sucecíer si el alambre no está bien galvanizado y en las obras alternativamente sumergicías y al aire. El hecho tarda en producirsc; sin embargo, y cuando el conjunto ya está asentado y atarquinado, pueden protegerse los paramentos con una capa de mortero, a los solos fines dichos de evitar la oxidación del alambre. 5. TxAVtESAS. - En los encauzamientos precisa, ante todo, fijar las líneas de orilla; que son ías que deben limitar el nuevo cauce, procurándose que, por lo menos una, coincida con la natural existente. En ellos habrá que realizar obras longituclinales de defensa como las estudiadas, tt obras transversales o traviesas que provoquen el atarquinamiento de de- -9- terminadas zonas de las orillas y consecución de aguas man' sas y limpias. Las traviesas son obras temporales o perrnanentes dispuestas, como su nombre indica, perpendicularmente en dirección de la corriente, y pueden ser desbordables o no, segtxn sean de altura inferior o superior a las grandes avenidas; se disponen a distancias del doble al quíntuplo de la anchura del cauce. Pueden construirse de troncos, piedra, fajinas e '^, 90° ^^ /Yo^ma/ ,•70° ^ .^ ^ v Inc/inairfe [^e5ta ^s^a/da A^^an9ue ^- 70° Dec/inanfe I^ 'rg. 4. i'^ig. inníimeros rnateriales. De entre ellas son de especial mención los espigones. 6. EsYicoNZS.-Los espigones son obras transversales que, descle la orilla, van al centro cle la corriente para reducir la ancbura del cauce y provocar el atarquinantiento. Pueden ser taot-t^^ales, ^i^lacli^^,ata^t.es o dcc^lirua^^it^^s, segítn sea su dirección perpendicular u oblicua a la orilla, conforme se ve en la figttra ^}. Sus partes se componen cle arranque, f rente, cresta, morro y espalda, cuya ^ ignificación se ve en la figura 5. Son cle más eficacia los espigones inclinantes que los normales. Las cabezas y morros de espigones han de bacerse a prueba de socavación (fig. 6). A su vez pueden ser o no desbordables ; si lo son y el morro, en estiaje, está bajo el agua, se llama bañado; si lo está también la cresta, será sumergido. La distancia y disposición de los espigones es variable, y ^_^ - 10 - a veces revista un delicado problema de Hidráulica. Se recomienda que formen con la orilla un rombo (fig. 7). No se construyen en los trozos curvos, y deben hacerse en las dos orillas, cruzándose las líneas de una y otra orilla en el centro del cauce. Lo mismo que para las demás defensas de márgenes, existe positiva ventaja en el empleo de gaviones metálicos, que permiten un escalonamiento adecuado. El revestimiento de los mismos es, sin embargo, obligado en el morro o partes sumergidas, para evitar socavaciones. 7. PLANTACIONES DE RIBERA.-TOda defenSa de már- genes no es completa si no va acompañada de plantaciones Fig. 6. adecuaclas que consoliden el suelo de las mismas. No sólo no es completa, sino que es inútil a veces si no se hacen plantaciones. De la misma manera que para corregir torrentes es necesario repoblar las cuencas de recepción y cabeceras, evitando los arrastres, disminuyendo la velocidad de recorrido y eliminando las socavaciones por la consolidación del suelo, en las laderas precisan las plantaciones que opongan un sólido valladar a las inundaciones, que den consistencia a las márgenes y hagan el suelo compacto y rentable. Porque, además, t,ales zonas, por inundables y encharcables, son totalmente inaclecuadas para todo cultivo, y precisa obtener de ellas el debido rendimiento mediante plantaciones arbóreas adecuadas. Para las plantaciones precisa primero elegir la especie. Figura el primera línea el género Poprulus, y después los -^ II - Eucaliptus, Scrlix, Betula, Taxodiuna y otros, que examinaremos brevemente. 8. Ax^or.r^s DE xiBLUa.-Ll género Yo jntilzr,s comprende las especies conociclas vulgarrnente con el nombre de chopos o álamos, blancos o negros. El Populus ^alb^a es el álamo blanco, de climas tecnplado-fríos y húmedos. Es el más norteño y prefiere suelos silíceo-arcillosos; el P. oa^^,esc^e7as es un híbrido del anterior, dc características muy parecidas ; el P. ni^ra es el chopo comíu^ o"chopo negro", más ríistico y que aguanta mejor los rigores veraniegos; el P. ca^zarle^^sis, propio de climas templados, y el P. ^a^a,gz^ilata o "chopo carolino". Todos ellos cleben introclucirse en las márgenes por meclio cle estacones cíe un metro a metro y meclio, y distaneiados dos me- \v^ fi^cu/acioi^ de/ ayc v e^f^e es/ziyones^ Fig. 7. tros, colocados a tresbulillo o marco real. No nos detendremos en la exl^lotación de choperas, ya que el tema se ha tratado ya en estas HoJns. Sólo IlOS interesa aquí reseñar su papel hidrológico-forestal en la defensa de márgenes, ya^due sus raíces darán consistencia a terrenos fácilinente erosionables y desagregables. Otro género importante es el Eucaliptztis. Se conocen de él más de i7o especies, muy variables en sus necesidacles de humecíad, clima y suelo. El E. ylob^i^lus, el E. 7ostyata, el E. ccf^ay,^dali^za y el E. viviaitaali^s serán los más apropiados al fin que nos proponemos ; los dos primeros, para climas templados y templado-cálidos, y templados y templo-fríos, los seg-unclos. Los eucaliptus deben introducirse en las márgenes mediante plantones cle dos a tres años, con raíz, conseguidos en vivero, donde se siembran en albitanas a raíz desnuda c^ en macetas. Las especies del género S^calix, conocidas con el nombre vulgar de "sauces" y"mimbreras", serán de utilidad gran- r - IZ - dísima para los fines apuntatlos, pues tienen enraizamiento rastrero muy extenso. ^l Salix ^^lU^a es árbol de buena talla (sauce blanco o albar) y cle gran exigencia en huniedad. E1 Salix f^Y^a^ilis es la "mardaguera blanca", propia de sitios de montaña templado- fríos; el S. a^srzyya'ali^a^a, más propio de regiones mediterráneas ; el S. vi^^^ainalis es la "mimbrera coiníui", y muy íttil en climas templados y templado-iríos. Los sauces deben introducirse meciiante estacas de o,8o y estacones de un tnetro a un marco al tresbolillo de dos metros. El género Betatiltt ("abedules") es también útil a1 mis.^no fin; pero, si bien requiere humedad, el etceso le es perjudiciál. I^l Alrazcs ("aliso") y ht^axinus ("fresnos") se emplean también con éxito en climas templado-fríos y suelos arcillosos. En climas mediterráneos y para fijar suelos sueltos es de gran utiliclad el Ailar^tatis graraulosa ("ailanto") ; sobre todo, en climas templaclos y encharcamientos niuy fuertes, que incluso ptteden durar todo el año, prestan magníficos servicios el T^axo^^iitiarz ^disticiT^^^z ("ciprés calvo" o"ahuehuete"), corpulento árbol qt^e desarrolla sus raíces en el agua y del que es conocido ejemplar el de la "Noche triste" de Hernán Cortés en NTéjico; y el Nyssa aquatiaa (Arbol "Tupelo"), propi.o de regiones encharcadas de la Florida, corpulento y hermoso árbol. No debe olvidarse, sin etnbargo, que con objeto de retrasar las ondas de crecida en las invasiones por las aguas de las laderas de ríos, es utilísimo un encespedamiento de gramíneas: Sti^a, Ampclodes^^ios, etc., y una defensa de matorral de "Barrón" (Psa^oa^n,a ayen.ari^x) y otros, que pueden introducirse por conocidos procedimientos de viverismo, ya tratados en estas HoJas Dtvur.cADOU^s. La reiteración de inundaciones y desmantelamiento de márg^enes en un río o arroyo en el que se hayan hecho obras diversas de defensa debe ser, ^omo clecíamos al principio, objeto de detenido estudio y puesta en conocimiento de los Organismos Hidrológico-F'orestales, ya que puede ser precisa una corrección total de la cuenca, de mucha mayor envergadura que la aparentemente precisa para el remedio de un Y^zal localizado. GFAFICAS UGUINA-MELENDE2 VALDES, ]°MADBID