5 razones para no penalizar la conducción en estado de embriaguez

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Cinco razones para no penalizar la conducción en estado de embriaguez
Uno de los temas recurrentes en las tres últimas legislaturas ha sido la adopción
de medidas de carácter penal para reducir el número de muertes y lesiones en
accidente de tránsito producidas bajo los efectos de sustancias psicoactivas 1 .
Estas medidas han estado orientadas a i) aumentar las penas para estos delitos,
ii) considerar como dolosos el homicidio y las lesiones cometidas bajo el influjo
de estas sustancias 2 , iii) limitar los beneficios y subrogados, y iii) penalizar la
conducción en estado de embriaguez. En la actual legislatura ya fueron radicadas
tres iniciativas más sobre la materia: el PL 015/2013, que propone el decomiso
definitivo del vehículo cuando se reporte por tercera vez al RUNT que ha sido
maniobrado por un conductor embriagado; el PL 016/2013 que recoge varias de
las medidas que fracasaron en anteriores legislaturas 3 ; y el PL 047/2013 que
modifica el Código de Policía para establecer la sanción de arresto entre 1 y 10
días para las personas que sean sorprendidas conduciendo en estado de
embriaguez4.
Los últimos hechos ocurridos en el país y la amplia cobertura que les han dado los
medios de comunicación ha elevado la prioridad de este tipo de iniciativas y, en
general, de toda la política pública dirigida a la reducción de estos delitos. Con el
fin de aportar a estas discusiones, y teniendo en cuenta que existen actores que
aún insisten en que dentro de esta política debe incluirse la creación del delito de
conducción en estado de embriaguez, la CEJ presenta a continuación cinco
1
En la legislatura 2010-2011 se archivó en segundo debate del Senado el PL 110/2010. En la
legislatura 2011-2012 se hundió en la plenaria de la Cámara el PL 206/11, acumulado con el PL
253/11. Por último, en la legislatura 2012-2013 se archivó por falta de trámite el PL 080/12,
acumulado con el PL028/12.
2
Este punto puede ser cuestionado, pues implica presumir en todos los casos que la intención del
conductor ebrio fue la de matar o lesionar a una persona, aspecto que no debería establecerse de
forma automática, sino que debería poder valorarse en cada caso concreto.
3
Penaliza con prisión de 1 a 6 meses la conducción en estado de embriaguez y establece el
carácter doloso del homicidio y las lesiones cometidas en tercer grado de embriaguez.
4
Debe advertirse que la sanción de privación de la libertad impuesta en el marco de un proceso
administrativo podría tener vicios de inconstitucionalidad debido a la reserva judicial que existe
para la privación de la libertad. Sobre este particular vale la pena examinar la sentencia C-720 de
2007 en la que la Corte Constitucional estudió la figura de la retención transitoria contenida en el
Código de Policía.
razones por las que considera que es inconveniente esta iniciativa, por lo menos
en el contexto actual:
i) Porque desborda las capacidades de la Fiscalía, generando mayor
impunidad en delitos de lesión consagrados en el Código Penal
Debido a que la conducción en estado de embriaguez por regla general sería
conocida en flagrancia, las personas que sean sorprendidas deberán ser
puestas de manera inmediata a disposición de la Fiscalía, con el fin de que
se ordene la libertad del aprehendido o se realice el trámite de la legalización
de la captura, para lo cual cuenta con un plazo máximo de 36 horas5. Este
límite temporal impone a la entidad el deber de aumentar la planta de personal
en las Unidades de Reacción Inmediata (URI), lo que seguramente ocurrirá a
costa del debilitamiento de las unidades locales y seccionales encargadas de
investigar los delitos que ya se encuentran regulados en el Código Penal,
entre ellos las lesiones personales y los homicidios, que son los que buscan
reducirse con la penalización de la conducción en embriaguez6.
Así pues, aunque el impulso de los casos relacionados con conductores ebrios
posiblemente no presente mayores retos en términos de la complejidad de la
investigación criminal, su volumen y necesidad de atención prioritaria
terminará por incrementar la impunidad en otras conductas.
ii) Porque no existe en la legislación vigente un procedimiento para los
delitos menores.
En la actualidad todos los delitos que conoce la Fiscalía –desde un genocidio
hasta un hurto menor- deben tramitarse bajo un mismo procedimiento, que es
el previsto en la Ley 906 de 2004 (Sistema Penal Acusatorio) 7. Esto implica
que, salvo que se aplique algún mecanismo de terminación anticipada como
las aceptaciones de cargos y los preacuerdos, deben agotarse las audiencias
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En los casos en los que la captura es ilegal o el delito no comporte detención preventiva –como
seguramente ocurriría en el caso de conductores de embriaguez, por tener una pena inferior a 4
años- el capturado puede ser liberado por la Fiscalía. En caso contrario se debe realizar la
audiencia de legalización ante el juez de garantías en un plazo máximo de 36 horas. (Art. 302,
L.906 de 2004). En efecto, dado que el delito no tendría detención preventiva, seguramente las
personas capturadas serían liberadas de forma inmediata hasta tanto se imponga una sentencia
condenatoria.
6
El Sistema Penal Acusatorio cuenta con altos niveles de congestión. Según el Informe de Gestión
de la Fiscalía 2012-2013, al 31 de diciembre se encontraban en los inventarios de la entidad
1.321.256 noticias criminales.
7
Se exceptúan los Congresistas, que siguen siendo procesados bajo el sistema de la Ley 600 de
2000.
de imputación, acusación, preparatoria, juicio oral y la audiencia de
individualización de pena y sentencia. En cada una de estas audiencias deben
participar el fiscal, el juez y el defensor, que en los casos en los que el
procesado no cuente con recursos debe ser suministrado por el Estado. Esta
asignación de recursos resulta desproporcionada para sancionar una conducta
que también tiene previstas sanciones administrativas en el Código de
Tránsito8.
Por esto, si se optara por la penalización, será imperativo diseñar un
procedimiento simplificado (como en su momento se hizo en la Ley 1153 de
2007 para los delitos menores), con el cual se genere un menor desgaste del
Estado en la persecución penal de los conductores ebrios; aspecto que han
pasado por alto todas las iniciativas que han cursado en el Congreso y la que
fue radicada en la actual legislatura.
iii) Porque es contradictorio con las políticas de priorización de casos
que se están proponiendo tanto para la justicia transicional como para la
justicia en contextos de paz.
Con el argumento de que no hay recursos infinitos para investigar todos los
delitos que se cometieron en el conflicto armado, ni todos los que
ordinariamente ocurren en una sociedad, se han propuestos mecanismos de
priorización en la atención de los casos, teniendo en cuenta factores cómo la
gravedad de la conducta, la representatividad, la calidad de la víctima y la del
victimario.
Si de verdad no existen recursos suficientes para investigar al tiempo todos
estos hechos, ¿cómo podría justificarse la creación de un nuevo delito, que
generaría un alto volumen de ingresos en la Fiscalía y que, como se dijo,
demandaría una atención inmediata?. Dedicar fiscales, jueces e
investigadores para perseguir conductores ebrios parece una política de
priorización, pero a la inversa.
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Con la modificación realizada por la Ley 1548 de 2012 las sanciones quedaron así: i) Multa de 45
salarios mínimos diarios, ii) Suspensión de la licencia, así: a. Entre 20 y 39 mg de etanol/l00 ml
de sangre total: entre 6 y doce 12 meses. b) Primer grado de embriaguez entre 40 y 99 mg de
etanol/100 ml de sangre total: entre 1 y 3 años. c) Segundo grado de embriaguez entre 100 y 149
mg de etanol/100 ml de sangre total: entre 3 y 5 años. d) Tercer grado de embriaguez (desde 150
mg de etanol/100 ml de sangre total en adelante: entre 5 y 10 años de la Licencia de Conducción.
e) Personas que no permita la realización de las pruebas físicas para verificar el estado de
embriaguez: de 5 a 10 años. iii) Participar en cursos de sensibilización: mínimo 40 horas para el
segundo grado de embriaguez, mínimo de 80 horas para tercer grado de embriaguez.
Además de lo anterior se inmoviliza el vehículo del conductor, con los respectivos costos de
grúa y parqueadero que ello implica.
iv) Porque es contradictorio con la crisis del sistema penitenciario y
carcelario
La creación del nuevo delito también tendría impacto en el sistema
penitenciario y carcelario, pues demandaría la construcción de nueva
infraestructura para la pena de arresto, que reviste menor gravedad que la
pena de prisión y que por ende debería cumplirse en pabellones diferenciados;
o en las casas cárceles que contempla el Código Penitenciario y Carcelario
para los delitos imprudentes cometidos en accidentes de tránsito. Sea una u
otra la solución, la política es contradictoria con la situación actual de
hacinamiento que ha sido reconocida por todos los actores del Estado 9 -y que
llegó al 55.6% en junio de 2013- y con la ínfima disponibilidad de cupos en las
casas-cárceles.
v) Porque pese a que es una medida costosa, no se ha aportado
información empírica que demuestre su mayor efectividad frente a otras
políticas públicas.
Es común que los que apoyan la iniciativa mencionen que este delito existe en
otros países. Aunque utilizar estos referentes no siempre es adecuado, pues
desconoce los especiales retos que tiene la lucha contra la criminalidad en
Colombia y en los cuales tiene una importante incidencia el conflicto armado,
tampoco se ofrece mayor evidencia sobre el impacto concreto que tuvieron las
medidas penales en la reducción de las muertes y lesiones en accidentes de
tránsito, pues en varios países-entre ellos España- la penalización formó parte
de una política integral de prevención de la accidentalidad vial.
En síntesis, la CEJ considera que es inconveniente maximizar las expectativas
sobre el papel que puede cumplir el derecho penal en la disuasión de la
conducción en estado de embriaguez, antes de fortalecer otras herramientas
existentes para prevención y sanción de esta conducta que aún no se han
aprovechado en su máximo potencial. Entre ellas se encuentran: i) La reforma al
Código Nacional de Tránsito para endurecer las sanciones que se imponen a los
conductores embriagados e implementar la licencia de conducción por puntos10. ii)
9
En efecto, actualmente cursa en el Congreso un Proyecto de Ley (PL 256/2013) que busca
adoptar medidas para enfrentar la crisis carcelaria que enfrenta el país.
10
Otro de los argumentos que se ha expuesto tiene que ver con la debilidad de la sanción
administrativa correspondiente a la suspensión de la licencia de conducción, que puede ser
burlada por los conductores. Sobre este punto, debe anotarse que ya existe en el Código Penal un
Dirigir los recursos, no para dedicar a los fiscales a procesar conductores
ebrios, sino para aumentar los controles que se realizan en las vías, con lo cual
se aumentaría la efectividad del derecho administrativo. En efecto, si los
ciudadanos conocen de la alta probabilidad que existe de ser sorprendidos en
estado de embriaguez, y si esto se acompaña de sanciones más drásticas como la
pérdida del vehículo o la cancelación definitiva de la licencia es posible que
decidan abstenerse de realizar esta actividad, más de lo que se lograría con la
inclusión de un nuevo delito en el Código. iii) Enfocar los esfuerzos en
campañas de prevención con mensajes únicos, dirigidas a generar consciencia
individual sobre los peligros que acarrea esta conducta, pero que también
fomenten la sanción social para las personas que deciden manejar bajo los
efectos del alcohol. En estas campañas deben quedar comprendidos los colegios,
con el fin de apuntar a que la futura generación de conductores sea más
responsable de la que existe en la actualidad; iv) Articular los esfuerzos con el
sector privado, a fin de facilitar el acceso a taxis seguros, parqueaderos 24 horas
con tarifas especiales y conductores elegidos; v) Incluir medidas de
responsabilidad civil, por ejemplo, una vez se establezca el sistema del pase por
puntos, se podría aumentar la prima para las personas que hayan cometido
infracciones de tránsito. Así mismo, se podría excluir de las pólizas los accidentes
de tránsito producidos por conducción en estado de embriaguez, no respecto de
los terceros víctimas, pues implicaría desprotegerlas, pero sí respecto de los
asegurados.
La CEJ confía en que la prioridad que se le ha dado al debate y la concurrencia de
diferentes voces institucionales y de la sociedad civil conduzca a que se adopte
una política integral, coherente y acorde con la capacidad institucional de las
entidades; en contraste con los esfuerzos anteriores en los que la problemática se
ha abordado de manera fragmentada y con un gran énfasis en la reforma del
Código Penal. Los trágicos hechos que se originan de la conducción en estado de
embriaguez merecen que este sea un debate serio, mesurado, blindado de
utilitarismos políticos y de las trampas del derecho penal simbólico, que a la larga
sólo genera una falsa percepción de seguridad en el corto plazo, que terminará
aumentando la brecha entre las expectativas de los ciudadanos y la capacidad de
las instituciones para cumplirlas.
delito con el cual se podría sancionar a estas personas: el fraude a resolución judicial o
administrativa que tiene prevista una pena de prisión de 1 a cuatro 4 años y multa de cinco 5 a
cincuenta 50 salarios mínimos legales mensuales.
Con todo, consideramos que el debate no debe cerrarse y que ninguna
medida puede descartarse hasta que se pongan sobre la mesa todos los
argumentos a favor y en contra de su conveniencia. La audiencia pública que
se realizará el 14 de agosto en el Congreso de la República será un escenario
importante para que esto ocurra.
La penalización puede ser una alternativa útil, pero quizás no en las
circunstancias actuales en las que se encuentra el sistema de justicia. En
todo caso, de optar por esta medida, resulta imperativo definir unos rangos de
alcoholemia para que sólo los niveles más altos de embriaguez sean los que
lleguen al conocimiento del sistema penal; así como diseñar un procedimiento
expedito que evite que estas conductas desvíen la labor de la Fiscalía en la lucha
contra la criminalidad grave, organizada, e incluso contra los delitos menores que
aún no se encuentran adecuadamente atendidos.
* Esta actividad se enmarca en el proyecto de seguimiento de reformas normativas
a la Justicia que la CEJ se encuentra realizando con el apoyo de la Agencia de los
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
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