Lo Público y lo Privado Margarita Aráuz Durante el siglo XX, principalmente a partir de la segunda década, en algunos círculos académicos existió la posición de asimilar una única teoría que contenga conceptos para la administración tanto pública como privada. Por principio hay que recordar que la palabra administración se aplicaba exclusivamente a lo público y fue Henry Fayol quien, a mediados del siglo XX comenzó a aplicar estos conceptos y terminología a la administración de empresas privadas en Estados Unidos; por lo tanto el trabajo de dirección y gestión, seguimiento y evaluación que hoy se aplican en la administración en general, fue respuesta a la necesidad de concierto exigido por el proceso directo de producción que adoptó la forma de un procedimiento socialmente combinado, y que había abandonado la modalidad de un trabajo de productores independientes.1 Pero, si administrar es prever, organizar, dirigir, coordinar, controlar, etc, estas conductas no pueden ser privilegio exclusivo de un sector. Visto de este modo, la administración en el ámbito general, sirve a la sociedad y por su filosofía de servicio dignifica a quién realiza una actividad como forma de ganarse el sustento, para atender los intereses de la colectividad. En este ideal, la administración imparte de manera efectiva esfuerzos en pro de sus semejantes. Lamentablemente miramos con asombro en nuestro país la descomposición social y moral de gran parte de la administración pública, y por que no recordar la quiebra financiera sufrida por los Bancos, porque sus administradores no cumplieron su especificidad, su propósito, no hubo desempeño, no se ejerció impacto para mejorar las condiciones de la vida humana, por lo tanto se careció de esfuerzo de grupo reflejando ineficiencia y falta de efectividad. Si bien la administración pública se basa en el derecho y el deber públicos, la administración privada tiene su base en el derecho privado y se deja al arbitrio de los particulares.2 Sin embargo, aunque la administración privada no es una institución estatal, esto no quiere decir que no se encuentre enfrascada en la política. Lo está en la medida en que en el seno de la empresa hay una relación laboral y una rendición de cuentas; pero más que eso, el Estado crea normas que no siempre favorecen el desempeño fluido y positivo de la administración pública que se caracteriza por ser difusa, en tanto la administración privada es concreta. Por las consideraciones antes mencionadas, en varios países entre ellos en Ecuador han salido al paso organizaciones privadas para atender áreas sociales de salud, bienestar y educación. La educación como servicio público 1 2 Blunstchli, Gaspar. Derecho Público Universal. Madrid – sin año. Fayol, Henry. Administración Industrial y General. México 1969. En el desarrollo de la educación pública entran en juego muchos factores, desde la dependencia a un Ministerio lento e inoperante, hasta programas inapropiados y descontextualizados, y, aunque pretende atender a la población socialmente más desprotegida, no da respuesta con eficiencia y no abarca la totalidad de esa población; por otra parte, está desprestigiada por politizada y carente de filosofía de servicio y justicia social. Nuestra administración privada para beneficio público. Quiero referirme al trabajo del Movimiento Fe y Alegría, como servicio educativo en manos privadas, que atiende a una importante población escolar como todos lo sabemos, no solo en el Ecuador sino en varios países del mundo. Fe y Alegría puede dar respuesta educativa de calidad, con sistemas educativos generadores de movilidad y promoción social, porque se maneja con principios administrativos privados para apoyar al sistema escolar público. La dirección y gestión de esta organización, está en manos de pocos, pero se vislumbra un gobierno de organización horizontal, porque los colaboradores están involucrados no solo en los principios administrativos de manejo participativo, sino fundamentalmente porque hay una filosofía humanista - cristiana que fundamenta sus acciones. No voy a manejar cifras, porque los resultados son de dominio público, quiero en todo caso referirme a la fuente de la que mana ese accionar, que durante 40 años ha sembrado y cosechado, no contenidos educativos fríos y divorciados de la realidad, sino esperanzas y espacios sociales reales en la búsqueda de una fe y justicia que reclama el Evangelio. Esa filosofía humanista - cristiana está reafirmada y refundada en los pronunciamientos de múltiples documentos de la Iglesia, como las publicadas a partir del Concilio Vaticano II; como los pronunciamientos de los obispos en sus encuentros de Medellín, Puebla, Santo Domingo; reflexiones más cercanas a nosotros, las Congregaciones Generales desde la XXXII en adelante y las reflexiones del Padre Arrupe sobre la Fe y la Justicia3. El P. Gabriel Codina en su documento Fe y Justicia en la Educación, se pregunta si nuestras instituciones educan en fe y justicia y se responde que parece que no y dice: “La educación es dependiente tanto respecto al sistema político, como al económico y cultural. Desconocer esto es ignorar los mecanismos y presiones que se ejercen sobre la institución educativa, y la mordaza de la estructura social sobre ella. Soñar en la institución educativa para una transformación de la sociedad en la línea de la Justicia - y consiguientemente de la Fe – constituye una posición idealista, como si el fenómeno educativo estuviera al margen de la realidad y fuera perfectamente autónomo y controlable; o una posición voluntarista, al atribuir a la educación y a los educadores un poder milagroso que no tienen. Queda claro que son muy estrechos los límites en que la educación (no sólo formal) puede inducir cambios estructurales a favor de la Justicia. La escuela nunca estará en la vanguardia de las conquistas sociales toda vez 3 Me refiero a la Compañía de Jesús y al compromiso que nos une a los laicos en el apostolado de la Educación. que su cambio está directamente ligado al medio social y político. Los valores que traen los alumnos a nuestras instituciones educativas, los intereses de los padres de familia, los influjos de la sociedad y de los mass media sobre nuestros alumnos, por no hablar de los condicionamientos políticos, económicos y culturales ya mencionados, deben hacernos abrir los ojos para no magnificar los limitados y reales márgenes dentro de los que nos movemos, y no sobrestimar nuestras fuerzas. Como en un gigantesco dispositivo de contaminación valora, la sociedad mantiene viciado el aire que inhala la misma institución educativa, por más que esta crea respirar aire puro”4. Todo eso es verdad, pero también es cierto, que en nuestro sistema educativo nacional deficiente en tantos aspectos, es una luz de esperanza analizar el trabajo de Fe y Alegría, donde se habla de empoderamiento, pedagogía de la ternura, calidad educativa en el sector popular, programas de desarrollo cultural, inculturación de la población que atiende para que desde su realidad, potenciarla y promocionarla sin falsos paternalismos; con trabajo organizado, comprometido, cristiano y por ende eficaz y eficiente. La esperanza nos mantiene vivos, la lucha nos da más fuerza, la realidad opresora nos hace más libres. Cuando servimos con amor aunque sabemos que no cambiamos este sistema injusto y oprobioso, podemos hacer felices a los que están más próximos a nosotros, mientras lo estén y luego; y eso es lo que caracteriza y diferencia al servicio educativo público atendido por manos privadas. 4 Codina, Gabriel S.J. Fe y Justicia en la Educación. Sucre 1986. Documentos de la Compañía.