GORKALIMOTXO REP ALGUNOS HITOS OLAF en la arqueología del miedo Francia 100.000 a.C. Primeros vestigios en aldeas de cerramientos individuales en los hogares. La puerta de Chamoix servirá de modelo para prototipos posteriores, sobre todo la mirilla, ya que el resto se parecía bastante a un menhir. El modelo cayó en desuso tras la revolución metalúrgica. La invención de la bisagra no fue tan determinante como el hecho de que para abrir y cerrar este arcaico modelo de puerta se necesitaba la ayuda del resto del pueblo, por lo que no resultaba eficiente para protegerse precisamente de ellos. Europa 1000 d.C. Primer fin del mundo conocido. Los calendarios de la época, así como los sellos de los monasterios, quedan inservibles tras el cambio de milenio. Miles de personas abandonan las ciudades y asaltan aldeas y campos. Se inventa el primer modelo de spray antiagresión (hoy en el British Museum), que, al parecer, no funcionaba demasiado bien. Teorías actuales creen que podría tratarse más bien de un prototipo de desodorante bucal. LUCHANDO CONTRA EL TERROR METEOROLOGÍA tormentas inteligentes EL EXPERTO ACONSEJA Joseph L. Kagan, psicólogo de vocación, segurata de profesión “No me da miedo salir a la calle” DOCTOR, no puedo evitar cierta sensación de ser un bicho raro. Apenas tengo miedo de salir a la calle. El otro día veía en la tele que cierto país pequeño y malvado (debe de ser las dos cosas porque ni siquiera juega las eliminatorias del Mundial) tenía armas nucleares... y eso apenas me afectó. Lo mismo me pasó con el asunto de los atentados: tras la última explosión, apenas he tomado más precauciones que llenar todos los armarios de botellas de agua de cinco litros y construir un refugio que sirve para los ataques de armas químicas, pero no para los de armas biológicas. (Fdo: Cándido Morla) EL EXPERTO CONTESTA Querido Cándido, podría decirle que usted es un valiente, pero la valentía proviene de conocer un riesgo y afrontarlo. Más bien, diría que usted es un inconsciente peligroso. Con todas las amenazas que existen, juntar algunos litros de agua sólo serviría para prolongar su muerte en caso de hecatombe nuclear o para ser asaltado en caso de emergencia nacional. Lo mismo pasa con su precario búnker, que no sirve para protegerse de impactos de meteorito, una pandemia típica de las tardes de agosto; ni de los maremotos y terremotos, muy de moda últimamente; ni de las abejas y hormigas asesinas africanas, que, como todo el mundo sabe, siguen avanzando desde la década de los ‘50; tampoco de las oleadas organizadas de inmigrantes que saltan las vallas de la frontera; ni de la invasión imparable del mosquito tigre; mucho menos de las tormentas, los huracanes y las enfermedades tropicales; de muy poco le serviría contra los tifones en los centros urbanos, las erupciones volcánicas en los lavabos o los geisers en el metro; y directamente de nada en una ligera y astronómica alteración en la rotación de la Tierra, la muerte prematura del Sol o el choque entre alguna de las 18 dimensiones que conviven en el mismo espacio-tiempo... y todo eso sin contar con aquellas causas de muerte prematura todavía no comprobadas por la ciencia, como el calentamiento global, la comida basura, ser víctima de algún misil algo menos inteligente de lo habitual, un mortero desviado de alguna guerra preventiva o pasar dema- siados años en un barrio o país alejado de un centro comercial o en alguna zona sin acceso a Internet. Si con todo esto no tiene suficiente para alcanzar lo que yo llamo “el mínimo de miedo socialmente necesario”, procure utilizar la imaginación. Aunque le parezca un poco extraño, intente recrear situaciones en un principio imposibles o poco probables, como morir apaleado en una comisaría o ser raptado y explorado por seres alienígenas igualitos a Rafael Vera. Si con esto no es suficiente, concentre su miedo en la figura de un ‘enemigo’. Si no le causan especial temor los ‘enemigos socialmente aceptados’ procure crearse los propios. Cualquiera puede servir: un compañero de piso, el panadero, el portero, el conductor del autobús, el presidente del Gobierno... Si aun así no lo ha conseguido, está claro que el problema está en usted. Usted es el peligro, por lo que su patología se solucionaría fácilmente encontrando inspiración fóbica en sí mismo. Piénselo bien, es aterrador: de usted mismo nadie puede protegerle.