Amor y realización Por el Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Tantas interpretaciones se le han dado a la palabra Amor, y en forma tan amplia y abstracta se ha venido tratando ese tema en las filosofías, que después de todos los análisis aún podemos decir que no comprendemos del todo su significado. El Budismo considera el amor como una de las Viharas o condiciones sublimes, al igual que el dolor, la felicidad y la ecuanimidad. En la doctrina Cristiana se le interpreta como una de las nociones centrales, de la cual depende la buena conducta. La otra noción es la fe. Del amor depende "el cumplimiento de la ley" y el único valor moral del deber cristiano, es decir, amor a Dios en primer término y, en segundo, amor a toda la humanidad. En el Cartesianismo, o doctrina filosófica de Descartes, hallamos una definición más concreta que, por su claridad, se aproxima en mucho a la definición Rosacruz. En general, el anhelo del bien para la satisfacción absoluta, según el Cartesianismo, es un amor natural a Dios que nos es común a todos. De este amor a Dios emana el que tenemos a nosotros mismos y a los demás, o sea, las inclinaciones naturales de todo espíritu creado. Porque esas inclinaciones no son sino los elementos del amor que hay en Dios y que El, asimismo, inspira a todas sus criaturas. Es en esta forma como revelan el amor las doctrinas de Descartes, de Malebranche y de Spinoza. Definición Rosacruz del Amor Los Rosacruces, sin embargo, tienen una definición del amor concisa y concreta: "Amor es la comprensión consciente de la idealidad". Analicemos la anterior declaración: Vemos, ante todo, que amor es un entendimiento consciente. Se ha conceptuado al amor, cruda pero conscientemente, como emoción. Y lo es, porque puede sentirse, discernirse; es una emoción en el sentido fisiológico porque estimula algunos centros nerviosos y produce ciertas condiciones, tanto fisiológicas como psicológicas. En el proceso que abarca desde la comprensión mental hasta la actualidad fisiológica está contenida la diferencia esencial que existe entre la realidad y la actualidad. Es así como en algunos casos el amor puede ser un entendimiento consciente sin constituir un estímulo real. Sabemos que amamos; el amor en sí, naturalmente presupone la realización de algo; sin esa realización no es posible darse cuenta del amor. Amar requiere apreciación de tal realización ¿pero una realización de qué? Fisiológicamente, la única condición que se hace consciente está en grado proporcional al grado de comprensión del elemento amor. Así vemos que el amor es capaz de grados de intensidad, profundidad y expresión. Cuando el discernimiento consciente del amor es extremo, pleno y satisfactorio, produce el máximo estímulo en los centros nerviosos, igual que sucede con las demás emociones, ya sea alegría, dolor, miedo, odio, etc. Se siente un efecto regocijante, que excita y eleva el espíritu. El amor imparte calma, paz y quietud a los nervios; un entonamiento de armonía que ninguna otra emoción produce. Es por eso que los Rosacruces dicen que amor es la comprensión consciente de idealidad. Ahí está la clave, la idealidad. En esta palabra vemos lo que significa la doctrina Cartesiana cuando dice que amor es un anhelo de bondad, de satisfacción absoluta. Cada uno de nosotros tiene ciertos ideales que pueden permanecer adormecidos en nuestra subconsciencia. Estos ideales o normas, modelos absolutamente perfectos, pueden ser de nuestra propia hechura, formados por medio del estudio, análisis, experiencia e inspiración divina durante semanas, meses, años o aun encarnaciones. Consciente o inconscientemente podemos añadir, amoldar, perfeccionar y hacer aún más maravillosos aquellos ideales que creemos infinitos, supremos. Los ideales que tenemos también pueden referirse a un vasto número de cosas, condiciones, experiencias, sonidos, vistas, sensaciones, etc. En la música, ya sea consciente o inconscientemente, nuestro ideal puede consistir en ciertos grupos o acorde de notas, en uno o dos compases, un pasaje o un aria completa. En el arte pictórico nuestro ideal puede ser una combinación de colores o un color en sus distintos matices, o ciertas líneas y curvas yuxtapuestas. El carácter ideal puede ser para nosotros aquél que tenga ciertos rasgos, hábitos, cualidades y manerismos bien desarrollados, en tanto que otros están ausentes o restringidos. En la belleza del rostro o de la figura nuestro ideal puede consistir en ciertos detalles como el color de la piel, ojos, cabello, determinada estatura, peso, gracia, etc. Discernimiento de un ideal Es al establecer contacto o hacernos conscientes de algún ideal nuestro cuando tenemos el discernimiento de éste. Tal acontecimiento promueve o estimula la emoción que llamamos amor; ésta se dirige hacia el ideal y entonces decimos que lo amamos. El amor de un hombre por una mujer es debido a su comprensión consciente de ciertos ideales que se materializan en ella, y le ama no por ella misma sino por aquellas cosas que hay en ella y que él ama. Su mismo deseo de hacerla suya es por el deseo de poseer, de mantener dentro de su alcance la realización, la personificación de sus ideales. Del mismo modo, el desarrollo del amor que un hombre pueda sentir por una mujer depende de la continuidad, o de nueva realización, de ciertos ideales, o del descubrimiento de otros más. A manera inversa podemos decir que la disminución del amor entre un hombre y una mujer va en proporción directa a la modificación o eliminación de ciertos ideales. Del mismo modo ama la mujer al hombre, los padres a sus hijos, y éstos a sus padres. Así también (por súbita o gradual comprensión consciente de nuestros ideales sobre alguna cosa, o de algo que hay en ésta) amamos cierta clase de música, arte, literatura, alimentos, comodidades, etc. Veamos también nuestro amor a Dios y a la humanidad y, el más grande de todos, el amor de Dios por nosotros. "En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios". Al contemplar la creación del mundo llegamos a la conclusión de que Dios concibió primero la creación como una idealidad, y habiendo concebido una creación ideal Dios pronunció la palabra (el mandato) en su consciencia, y así, como parte de la creación, fue formado el mundo que conocemos. Armonía En la concepción de una creación ideal debe haber un arreglo armonioso, una asociación uniforme y la unión matemáticamente correcta de muchos ideales. Cada uno de estos ideales se basa en elementos que, al realizarse, los vería Dios con amor. Así pues, al quedar completa la creación abarcó como en una unidad, todos los ideales, desde el más grande al más pequeño y, por tanto, fue concebida esencialmente de amor, porque en este amor Dios creó al mundo, y con amor (o sea una comprensión consciente del ideal) Dios contempló toda la creación, desde la célula polarizada de los mares hasta el cuerpo humano hecho a Su imagen (es decir, hecho a imagen del ideal de la consciencia de Dios, el ideal más amado por El). Así fueron el hombre y la creación entera concebidos en amor, quedando en todas las cosas la expresión de Su amor. El amor precede naturalmente a toda creación cuando ésta encarna ideales, porque el amor de un ideal o bien nos lleva a buscar el modo de realizarlo, o bien a crear una personificación de él. En esa misma forma se "inspira" un artista al pintar sobre el lienzo un hermoso cuadro. Lo concibe en amor, es una expresión de los ideales que ama y al completarlo, es una manifestación de esos ideales o un resultado del amor. Lo mismo se aplica a la música, a todo trabajo manual artístico, a todo lo bueno. El escritor que bajo un impulso o un estímulo que él llama inspiración expresa un pensamiento hermoso, o algo que denota nobles sentimientos, lo hace porque de súbito se da cuenta de un discernimiento mental, en palabras, de un ideal que concibió en su mente o en el subconsciente, y rápidamente vierte al papel las palabras que tal concepción representan. La así llamada inspiración, puede atribuirse en cada caso a un estímulo mental resultante del entendimiento profundo de un ideal. Como todo ideal tiene un origen en los ideales fundamentales del amor de Dios, la inspiración es en sí una expresión de Su amor. Podemos entonces decir filosóficamente que amor es el gran incentivo, el gran poder, la energía motivadora más grande del mundo; y como el amor tiene que tener ideales como elementos de expresión, el amor es esencialmente bueno. Podemos filosofar del siguiente modo: Amor es Bondad, la Bondad es Dios; Dios es Amor, Amor es Dios; o, Dios es Amor; Dios es Fuente de todo Bien y, por lo tanto, el Amor es el origen de toda bondad, el mayor poder en el mundo. Encontramos esto bien expresado en el Libro Primero de Juan Apóstol, Capítulo Cuarto, Versículos Séptimo y Octavo: "Amados, amémonos unos a otros porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios; porque Dios es amor". Si nos amamos mutuamente Dios mora en nosotros y su amor se perfecciona. Amamos a Dios porque El nos amó primero. Si un hombre dijera que ama a Dios y odia a su hermano, miente. Si no ama a su hermano a quien ve, (discernimiento consciente) ¿cómo puede amar a Dios, a Quien no ha visto? Tenemos este mandamiento que El nos dio: "Aquél que ama a Dios ama también a su hermano". Y este mandamiento, y la explicación que antecede, es la Luz sobre la cual fue fundada la Orden Rosacruz.