"EVOLUCION HISTORICA DE LA MICROBIOLOGIA MEDICA" Por: Marcelino Profesor Vélez Santana de Microbiología El hombre prehistórico padeció enfermedades infecciosas y las enfrentó, como a las de cualquier origen, con actitud supersticiosa. Lo expuesto es toda la información que del período)centenares de veces milenario, de la prehistoria llega hasta nuestros días, acerca de la actuación humana frente a los microbios. Mientras discurren los siglos de la historia antigua se sigue atribuyendo origen sobrenatural a las enfermedades. Entonces, no sólo hechiceros, como en la prehistoria, sino que, también, sacerdotes asumen la misión de curar enfermos. Pero al mismo tiempo, se comienza a salir de esa ruta equivocada: se hacen las primeras observaciones sobre contagiosidad; se ponen en práctica procedimientos de inmunización; se logra, empíricamente, la momificación de cadáveres y hasta se especula sobre la existencia y patogenicidad de los microbios. Veamos algunos detalles sobre todo esto. Por lo menos quince siglos ante.. de de la UASD comenzar la era cristiana, según expone Moisés en el Libro de Leviticus, los judíos observaban normas dietéticas y otras de higiene que revelan conocimientos acerca de la importancia del contacto entre enfermos y sanos para la propagación de determinadas enfermedades y, en particular, de la lepra. Como se sabe, la momificación artificial de cadáveres resulta de la aplicación de procedimientos para impedir la acción putrefactiva y fermentadora de los microbios existemes en los cuerpos al momento de morir y de los que puedan agregarse después. Esa práctica nació entre los antiguos egipcios, por la creencia de que en el hombre habitaba un espíritu, ka, que no perecía con el último suspiro, y cuya vida futura estaba subordinada al estado material del cuerpo, en consecuencia dedicaron un esmeradísimo cuidado a su conservación, y así desarrollaron una técnica de embalsamar que no ha sido 88' REVISTA MEDICA DOMINICANA superada. Transcurría el Siglo I-A. C., cuan- do los chinos y los indios establecieron la práctica de transmisión artifificial de la viruela; y para cumplir su propósito inoculaban debajo de la piel material de pústulas; 10 que producía casos más benignos de la enfermedad, con relación a quienes enfermaban en forma natural, o sea, por la introducción del virus causal por vía nasal. En ambos casos se producía resitencia a la reinfección y era este el propósito buscado por chinos e indios. Al final del mismo siglo, el romano Varro, quizás por primera vez, especula acerca de la patogenicidad micro-. biana y exteriorizó su pensamiento, textualmente así: "Quizás en lugares pantanosos viven pequeños animales que no descubren los ojos, y que penetran en el cuerpo al través de la boca y fosas nasales y causan graves desórdenes" . No obstante coincidir con la verdad, la especulación de Varro no tuvo otras consecuencias que la de ser conservada como dato histórico; por otra parte, la momificación de tadáveres es simplemente considerada como meta empíricamente lograda y, por último, las observaciones sobre contagiosidad e' inmunización sólo fueron aplicadas en los pueblos en que se produjeron. Consecuentemente, el legado que pasó a la humanidad medieval de sus antepasados, para enfrentar las acciones microbianas, está compuesto por las concepciones que motivaron la actitud supersticiosa de la prehistoria y, predominante~ente, por los criterios causales, también sobrenaturales y en su mayoría de corte religioso, que imperaron en el período de la historia antigua. El estado de cosas en la edad media es desfavorable por otras razones además de las que se acaban de exponer; en su curso se acentúa la diferencia entre el ritmo del progreso de locomoción y el de la medicina. Al aumentar y mejorar las facilidades de aquélla, se viaja con más frecuencia y más rápidamente entre un creciente número de localidades. Mientras tanto, en cambio, no se logran medios eficaces para combatir las enfermedades en general ni las infecciosas en particular y, como es sabido, el mejor vehículo de cualquier germen patógeno es el ser viviente que le es susceptible. Ha quedado evidenciado que más viajes entre más localidades representan la multiplicación de las oportunidades de contagio, queda por aclarar cómo influye en ese sentido la velocidad de locomoción, veámoslo. Recordemos que afecciones agudas son las de corta duración; los pacientes que las padecen mueren o curan a 10 sumo en algunas semanas ya menudo en algunos días. Las posibilidades de propagación de este tipo evolutivo de enfermedad dependen de la velocidad en ~l transporte. Esto explica por qué las dolencias infecciosas más .. neralizadas en los tiempos más antiguos eran de tipo crónico, y también por qué en la edad media, en que la locomoción humana se facilitó y se amplió, las epidemias cubrían áreas. más amplias eran más frecuentes y, aunque se ignoraba, más variadas en REVISTA MEDICA DOMINICANA sus causas. A este gravísimo problema, que por falta de enfrentamiento adecuado estuvo a punto de extinguir el género humano, en concordancia con el pensamiento médico de la época, se le consideró como castigo de divinidades o consecuencia de fenómenos cósmicos y terrestres, tales como aparición de cometaS, cambios estacionales del clima, terremotos e innundaciones. Se pensaba que dichos fenómenos viciaban la atmósfera con miasmas emanados de pantanos y otros lugares donde experimentaba putrefacción la materia orgánica. Pero no todo fué desorientación en el pensar y proceder errado; surgieron también, a la sazón, concepciones juiciosas y, en base a ellas o empíricamente, se tomaron determinaciones provechosas. Razis, médico persa que vivió en los años de 860 a 932, dió muestras de haber intuído que la enfermedad y la putrefacción tienen algo en común, aunque, en verdad, no sabía nada de microbios ni de infecciones. En el siglo XIII, Roger Bacon sostuvo, al igual que antes Varro, que las enfermedades eran producidas por seres invisibles. Una idea objetiva de cómo estaban las cosas en el siglo XIV, la ofrece Guy de Chauliac, el cirujano más famoso de la Edad Media, en la parte que se transcribe a continuación de la descripción que hizo de una epidemia. "La gran mortandad hizo su aparición en Aviñón, en Enero de 1348, cuando estaba yo al servicio del Papa Clemente VI... Era tan contagiosa 89 que no solamente a causa de estar juntos, sino que con mirarse uno a otro, la gente la cogía y así sucedía que morí~ desatendidos y que los enterraban sin sacerdote; el padre no iba a ver a su hijo ni el hijo a su padre, la caridad había muerto y la esperanza apenas respiraba. "Yola llamo grande porque se extendió por el mundo entero, o poco faltó para que así fuera. . . y fué tan grande que apenas si dejó una cuarta parte de la población..." "Muchos fueron los que estuvieron en grandes dudas sobre cuál sería la causa de esta gran mortandad. En algunos lugares se creyó que los judíos habían envenenado al mundo y en consecuencia los mataron; en otros, que la gente pobre y deforme era resoponsable de ello y echáronlas fuera del pueblo; en otros, que habían sido los nobles, y éstos tenían gran temor de salir de sus castillos. Finalmente llegaron a tal estado que pusieron guardas en pueblos y ciudades para que no permitieran la entrada de nadie que no fuera bien conocido; y si se encontraban sobre alguien polvos o ungüentos de alguna clase, se los hacían tragar, unos u otros, para así estar seguros de que no eran venenos. . ." Ofrece Guy de Chauliac, en su descripción, un rastro del comienzo de las medidas preventivas de tipo cuarentena cuando indica que se "pusieron guardas en pueblos y ciudades para que no permitieran la entrada de nadie que no fuera conocido". Hay otras referencias que fijan el siglo XIV como la época del comienzo de la cuaren-' 90 REVISTA MEDICA DOMINICANA ten 1,por cierto en ciudades muy dlS' tantes: Marsella y Venecia. Si alguna conquista importante se hizo en la Edad Media en relaciól, con los problemas microbi".llos, fué el establecimiento de las cuarentenas; <:onsecuencia de que las desvastadoras epidemias de ese períodú ofrecieron incontables oportunidades de compro'Jar la contagiosidad de algunas enfermedades. Como esta nueva corriente de pensamiento se produce al final del medievo, se comprueba su notoria influencia en el comienzo de la etapa histórica siguiente o sea la historia moderna. Así, Fracastoro de Varona, en su libro "Sobre el Contagio, las Enfermedades y su Curación", escrito en 1546. expuso que "la infección en sí misma depende de partículas diminutas e insensibles y procede de ellas". Llamó a esas partículas "semillas de enfermedad" y les atribuyó capacidad para invadir el cuerpo y multiplicarse en él. Se preguntaba si todo caso de conta- gio . no podría ser putrefacción, y se acercó a lo cierto desde que ésta, al igual que las enfermedades infecciosas, es producto de actividad microbiana. Reconoció Fracastoro que "la infección es la misma para el que la da y para el que la recibe", también señaló que la infección se producía "cuando el mismo virus ha tocado a uno y otro". Se desconoce lo que pensaba el sa- . bio romano que eran las "semillas de enfermedad", pero se sabe que postuló su propagación de una persona a otra de distintas maneras, que hoy se cuentan entre las reconocidas .como efectivas, principalmente el contacto directo, el transporte por objetos inanimados y, aun a distancia, por el aire. Se sabe que en relación con estudios microscópicos que en 1658 realizara Kircher con materiales en putrefacción y aún con sangre de pacientes enfermos de plaga, proclamó la existencia de "gusanos" invisibles para el ojo humano que constituían el "efluvio" y esparcían "nuevas semillas de contagio". Les supuso "una gran tenacidad vital" y señaló que "eran difíciles de arrastrar con agua por lo que recomendaba incinerar las ropas y artículos del hogar sucios del contagio " . En el siglo XVII se produce un ex tranrdinario descubrimiento, que merece ser destacado y es el: