Presentación La actualidad paradójica de Whitehead Whitehead fue un pensador ampliamente estudiado en la primera mitad del siglo XX. Su obra más ambiciosa y conocida, Proceso y realidad, se convirtió en un libro de consulta y de inspiración. En los últimos años, sin embargo, Whitehead se ha convertido prácticamente en una ausencia. Otros problemas, otros estilos de pensamiento, otras urgencias prácticas y teóricas han ocupado nuestra mente, nuestro razonamiento y nuestra historia. Fernando Sancén nos introduce nuevamente en la discusión de la filosofía del organismo. Quien recorra el índice de este minucioso libro se dará cuenta que las preocupaciones de Whitehead no pueden ser más actuales: la realidad como proceso, el sentimiento y satisfacción en el devenir de la naturaleza, el lenguaje, la materia, el espacio y el tiempo, la conciencia, la creatividad, Dios. Además, precisamente, porque su manera de tratar estas perplejidades no son ya las más habituales -¿quién se atrevería a hablar hoy en el vocabulario platónico de los "objetos eternos"? Esta p.'ovocadora inactualidad, o si se prefiere, esta actualidad paradójica, nos hace topar con una voz mayor que rompe nuestra haragana tendencia a sucumbir en un gravísimo error: el vértigo simplificador que dictamina que lo que hoy se piensa, y cómo se lo piensa, es la única manera valiosa de pensar. En este camino olvidamos que incurrir en ciertos anacronismos, y elaborarlos, ha sido, una y otra vez, una herramienta utilísima de las interpelaciones más genuinas. En los tiempos monótonos y repetitivos que corren regidos por la regla "siempre es bueno más de lo mismo", podemos aprender mucho de las no pocas y extrañas interpelaciones de Whitehead. Lejos de nuestro prudente nihilismo -de nuestro acomodaticio y bobo nihilismo-, para Whitehead la creatividad es el principio explicativo último del devenir, que constituye toda la realidad de lo que hay. De ahí que Sancén compare el papel que juega la creatividad en Whitehead, esa creatividad que nunca descansa, y la función que Aristóteles da al Primer Motor, a la Substancia Primera. El fundamento último no es en Whitehead ni el Mundo ni Dios, porque ambos devienen, porque todo deviene. El fundamento último es la incesante creatividad, constantemente en obra. Por eso Whitehead califica a la creatividad como el "universal de universales", una categoría que no puede ser ni deducida ni demostrada, porque es primitiva, última. En este sentido, esta filosofía es a la vez muy moderna y muy antigua. Por un lado procura incorporar a sus razonamientos los avances de la investigación científica de punta, sobre todo de la física -en especial, la teoría de la relatividad-, pero también de las matemáticas (Whitehead es co-autor, junto con Russell, nada menos que de Principia Mathematíca, uno de los libros fundacionales de la lógica moderna). Sin embargo, Whitehead no cesa de dialogar con el pensamiento griego clásico, con Platón, en particular con Heráclito, quien entendió la realidad como un río cuyo cambiante fluir no se detiene nunca y lo abarca todo. También nosotros, los animales humanos, somos parte de ese fluir. Esta exaltación de la creatividad, este elogio de lo abierto y de la potencialidad infinita, no se reduce a un programa metafísico. A partir de él, Whitehead trabajó interesantes consecuencias sociales y, sobre todo, educativas. Nos encontramos ante la reintroducción a un pensamiento que importa tener en cuenta, que importa rescatar. No podemos menos que agradecer a Fernando Sancén la claridad, erudición y el rigor argumentativo con que ha comenzado ese rescate. Carlos Pereda 8