La biodiversidad del suelo © JRC, D. Creutzberg / iStockphoto – la fábrica de la vida En este año 2010, declarado por las Naciones Unidas Año Internacional de la Biodiversidad, no podemos seguir ignorando una amplia proporción de la diversidad biológica global: la biodiversidad del suelo. Los suelos albergan una extraordinaria variedad de formas de vida que ayudan a mantenerlos sanos y fértiles. Unos suelos sanos contribuyen a amortiguar el cambio climático, almacenan y purifican agua, son una fuente de antibióticos y previenen la erosión. Sin embargo, este hábitat se encuentra hoy más amenazado que nunca. © Scott Robinson Janez Potočnik Comisario Europeo para el Medio Ambiente Bajo nuestros pies palpita un mundo fascinante: el suelo, la fábrica de la vida. Es un entorno vibrante que sirve de hogar a miles de especies, que constituyen la biodiversidad del suelo y cuyo trabajo diario crea las condiciones en las que pueden crecer las plantas y alimentarse los animales superiores. También hace posible que las sociedades humanas puedan obtener materias primas esenciales. Los científicos estiman que más de una cuarta parte de las especies del planeta vive en los suelos. Ahora bien, aunque hayamos identificado buena parte de las especies que viven en la superficie, sabemos muy poco de las enigmáticas criaturas que viven bajo el suelo, fuera de nuestra vista y lejos de nuestros pensamientos. Seguir ignorando a esta vastísima comunidad de formas de vida es un riesgo que no podemos permitirnos. La fábrica más productiva de la Tierra Los organismos del suelo –una categoría que abarca desde seres unicelulares hasta pequeños mamíferos excavadores– trabajan en equipo y desempeñan tareas vitales para el funcionamiento del planeta: • Descomponen la materia orgánica y, con ello, generan el suelo, lo renuevan y mantienen su productividad. • Hacen posible que el suelo almacene y libere carbono, ayudando a regular el clima. • Purifican el agua que se filtra a través del suelo, limpiándola de contaminantes. También aportan las estructuras necesarias para retener y almacenar agua en el suelo y en acuíferos subterráneos. • Controlan los brotes de plagas: cuanto más rica es la biodiversidad del suelo, mayor es el número de predadores y menor la posibilidad de que una determinada especie se haga dominante. • Proporcionan medios para combatir enfermedades infecciosas. Por ejemplo, el antibiótico que llamamos penicilina es en realidad un hongo del suelo que fue identificado por Alexander Fleming en 1928. La rápida evolución de los microorganismos hace que el suelo sea una importante fuente de productos farmacéuticos y un botiquín indispensable para el futuro. © JRC, D. Creutzberg / Josh Grosse / Olaf Leillinger / Christian Fische / iStockphoto Aunque es difícil cuantificar el valor económico de estos servicios, se estima en miles de millones de euros cada año. Y lo que es más, independientemente de su valor económico real, la actividad humana no puede sustituir la labor de los organismos del suelo. Héroes invisibles A pesar de su tamaño, los microorganismos – bacterias, hongos y algas – son los habitantes más importantes del suelo. Estos “ingenieros químicos” descomponen la materia orgánica en sus constituyentes fundamentales. De este modo, regeneran el suelo y proporcionan los nutrientes que las plantas y otros animales necesitan. Otro grupo, más amplio, de criaturas de tamaño algo mayor se encarga de controlar la abundancia y la actividad de los microorganismos. Son los “reguladores biológicos”. Por su parte, las lombrices, hormigas, cochinillas e incluso algunos mamíferos como los topos forman el tercer grupo de trabajadores del suelo: el de los “ingenieros del ecosistema”. Su misión consiste en mezclar y remover las partículas del suelo, creando hábitats para otras especies de menor tamaño y facilitando la entrada de agua y aire en la tierra. Otros animales más grandes, que sólo pasan una parte de su vida en el suelo, como los ratones, los conejos y los tejones también ayudan a prestar este servicio. Una fábrica amenazada El problema es que, a día de hoy, el suelo se encuentra más amenazado que nunca. El uso que hacemos de él y el modo en que lo gestionamos, sumados al cambio climático, están produciendo efectos de gran alcance. Esto se debe a que el suelo es un recurso sumamente sensible y no es renovable a corto plazo, puesto que necesita décadas e incluso siglos para formarse. La fábrica de vida que es el suelo está sufriendo ataques en varios frentes, que minan su biodiversidad y afectan a su capacidad para prestar servicios vitales: • La erosión, resultado de prácticas agrícolas agresivas y de cambios en el uso de la tierra (como los que producen deforestación), es una amenaza para los suelos de toda Europa. Se produce cuando la superficie del suelo es arrastrada por el agua y el viento. • El descenso de los niveles de materia orgánica priva a los organismos del suelo de los recursos esenciales para su supervivencia. Este fenómeno puede deberse a una dependencia excesiva de los productos químicos en la agricultura, y al empleo de un exceso de fertilizantes minerales en detrimento de los orgánicos. • La salinización puede ser el resultado de técnicas de riego inadecuadas y de una mala gestión de los recursos hídricos disponibles. Pueden depositarse materiales perjudiciales en el suelo que matan a los organismos y la vegetación y que, en último término, producen fenómenos de desertificación. • La maquinaria agrícola pesada aplasta el suelo y produce problemas de compactación, puesto que elimina el aire de la fábrica de la vida y daña la estructura abierta que los organismos del suelo necesitan para proliferar. • El sellado de los suelos mediante asfalto y hormigón en las zonas urbanas sofoca la biodiversidad del suelo e incrementa la escorrentía del agua, lo cual agrava a su vez los procesos de erosión y las inundaciones. Se espera que el cambio climático se sume a estas amenazas alterando los niveles de humedad y temperatura del suelo, y perturbando el delicado equilibrio de este ecosistema. También podría desencadenar un efecto de realimentación negativo y favorecer la liberación de grandes cantidades del carbono que almacenan los suelos. El problema se agrava si le sumamos la mayor incidencia de la erosión, las sequías y los incendios. © iStockphoto KH-30-10-287-ES-D Los agricultores pueden ayudar a evitar este futuro tan sombrío y ser parte de la solución. Por ejemplo, la rotación de cultivos, la conservación de los setos y los márgenes de los campos o el empleo de una mayor cantidad de mantillo y residuos orgánicos pueden favorecer la biodiversidad y hacer que los suelos sean más resistentes a las presiones. A mediados de siglo habrá una población de nueve mil millones de personas. Unos suelos sanos serán esenciales para nuestro suministro de alimentos en el futuro y un argumento más para actuar ahora, antes de que sea demasiado tarde. Salvar la fábrica del suelo La Comisión Europea está respondiendo de varias formas a los peligros que amenazan a nuestros suelos. Por un lado, financia estudios para evaluar y realizar un seguimiento de la calidad del suelo, y desarrolla campañas para dar a conocer el precioso banco de recursos que tenemos bajo nuestros pies. También ha propuesto legislación para hacer frente a los principales problemas del suelo, en concreto la Directiva marco sobre el suelo, como parte integral de su Estrategia Temática para la Protección del Suelo. Esta directiva tiene la finalidad de armonizar la protección y el uso sostenible de los suelos mediante un enfoque común. Incidirá directamente en las principales causas de degradación del suelo y debería ser un instrumento decisivo para proteger la biodiversidad del suelo en su conjunto. Sin embargo, los gobiernos europeos aún deben alcanzar un acuerdo que dé al suelo la protección que necesita, y de la que ya gozan el agua y el aire. No perdamos más tiempo: hay que trabajar para poner la biodiversidad del suelo en el centro de nuestros esfuerzos combinados para salvaguardar nuestro medio ambiente de cara al futuro. Se encuentra disponible un informe completo sobre la biodiversidad del suelo en http://ec.europa.eu/environment/soil/biodiversity.htm (sólo inglés). Es posible descargar un folleto en inglés, francés, alemán, español, italiano y polaco con un resumen del informe, en http://ec.europa.eu/environment/soil/publications_en.htm Atlas de la biodiversidad del suelo de Europa http://eusoils.jrc.ec.europa.eu/library/maps/ biodiversity_atlas Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea http://ec.europa.eu/environment/soil/index_en.htm © Unión Europea, 2010 Reproducción autorizada, con indicación de la fuente bibliográfica.