El trabajo cumple una función potente en la integración» M

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20041010
«El trabajo cumple una función potente en la integración»
Álvaro Iruin. Gerente de Salud Mental Extrahospitalaria de Osakidetza en Gipuzkoa.
M. Cifuentes Donostia
LA ADAPTACIÓN al mundo laboral es una de las vías más efectivas de
integración de los ciudadanos que padecen algún tipo de enfermedad mental. El
trabajo sirve para que las personas se sientan parte importante de la sociedad a la
que pertenecen, y representa uno de los núcleos clave para la estabilidad diaria de
este colectivo. Lo dice Álvaro Iruin, gerente de Salud Mental Extrahospitalaria de
Osakidetza en Gipuzkoa, que remarca el avance producido en este ámbito durante
los últimos años.
¿Es el trabajo la principal medida en la integración social de las personas que
sufren un transtorno mental?
Yo creo que sí. Realmente, todos nos sentimos parte integrante de la sociedad
cuando estamos haciendo algo en ella. Y, en ese sentido, el trabajo cumple una
función potente.
¿Qué supone para este colectivo el acceso al mundo laboral?
Lo mismo que para el resto de personas. Aparte de las necesidades derivadas del
tratamiento en cuestión, ellos tienen las mismas necesidades. Una vivienda, un
grupo social, saber desenvolverse en el medio... y un empleo. No hay que
señalarlo como algo diferente. Para ellos trabajar significa lo mismo. La
posibilidad de demostrar sus capacidades y, en definitiva, de obtener una forma
de vida.
¿Cómo transcurre esa adaptación a un puesto de trabajo, especialmente en los
casos en los que la enfermedad es grave?
Se desarrolla en primer lugar con las dificultades que tenemos todos los humanos
cuando nos adaptamos a un trabajo nuevo, y se añaden otras derivadas de las
propias limitaciones que supone la enfermedad. Ésta suele caracterizarse con
frecuencia por ser de carácter crónico, así como por provocar además un
deterioro en las habilidades. No sólo sociales, sino también intelectuales, de
manera que las capacidades para el desarrollo de actividades en la vida diaria se
ven limitadas. Y, de todas esas limitaciones, se deriva que su incorporación a un
trabajo tenga que tener unas precauciones que con el resto de personas no se
tienen.
Pero las sensaciones son las mismas que puede tener una persona que no padece
una minusvalía. ¿O existe en ellos un mayor estrés laboral?
Afrontan su incorporación con la lógica inquietud ante una situación nueva. Lo
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que ocurre es que su posibilidad de controlar el grado de estrés que podemos
considerar normal en todas las personas está muchas veces más limitada.
Afrontar una situación nueva supone un elemento ilusionante, pero con una carga
de estrés debido a una serie de variables que nos afectan a todos. Y quizás en
ellos ese punto diferencial en cuanto a su capacidad para soportar su propia
angustia hace que haya que tener unos cuidados especiales en la incorporación.
¿Cuál es la situación actual en Gipuzkoa en cuanto a la incorporación de este
colectivo al empleo?
Ahora el ritmo es bueno. También en Araba y Bizkaia, pero aquí quizás
estábamos en principio un poco más ralentizados.
Cambiando un poco de tema, ¿cómo perciben estas personas la aceptación o el
rechazo social?
El rechazo se vive casi más por parte del entorno y por las familias que por los
propios pacientes. El nivel de exigencia de estos últimos es, en general, menor,
precisamente por la merma de sus facultades. Son personas que se reivindican
muy poco a sí mismos y eso hace que la percepción que tienen de posibles
rechazos sea diferente a la de sus familiares o a la de los profesionales que
tratamos con ellos.
Una persona que sufre ese problema, ¿es plenamente consciente de ello?
La enfermedad mental grave se suele caracterizar porque en un primer momento
los afectados no tienen consciencia de la existencia de la misma, y están viviendo
una realidad diferente que para ellos es la realidad. Sólo los profesionales o sus
familiares les ponen sobre aviso de que eso que están viviendo no es real. Sólo a
partir del tratamiento y del trabajo con ellos se consigue acercarles a la realidad
de que tienen una enfermedad.
¿Llega a curarse por completo este tipo de minusvalía?
Si por curación se entiende la restitución absoluta de la normalidad, no. Pero eso
pasa en toda la medicina. ¿La hipertensión se cura? Bueno, hay gente que está
tomando medicación toda su vida. ¿Se cura el trastorno mental? No lo sé. Ahora,
¿si se controla? Sin duda que sí. Y dentro de ese control hay que insistir en la
prioridad de llevar un tratamiento farmacológico de forma adecuada y constante.
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