Único, diferente, especial…Y cuenta ya con una amplísima historia que esconde para muchos de sus aficionados pequeños grandes secretos que están deseando descubrir y que les permitirán contestarse a la pregunta de por qué el tenis es tenis. Sepamos por qué es…el Grand Slam. Por Miguel García Boyano En el bridge fue donde nació este término con el cual conocemos cada de los cuatro grandes torneos del año tenístico y a la hazaña de lograrlos todos ellos en una misma campaña. Corría el año 1814 cuando Charles Jones incluyó en su “Hoyle´s games improved” el concepto de Grand Slam para designar lo máximo que se puede conseguir en una partida de bridge, ganar las 13 bazas en juego (“the highest, called Grand Slam, is, undertaking to get 13 tricks”). Muchos años después, a comienzos de siglo XX, del bridge, el Grand Slam saltó al béisbol, para poder así englobar bajo él la jugada en que se completa un cuadrangular o home run con un jugador en cada una de las 3 primeras bases, y consiguiendo de esta forma un total de cuatro carreras. Lou Gehrig, de los New York Yankees, con 23, conseguidos entre 1923 y 1939, ostenta el récord de Grand Slams conseguidos en una carrera. Y ya en 1930, y gracias a O.B.Keeler, hacía su incursión en el golf en el diario de Atlanta, cuando Bobby Jones se hacía con los cuatro Majors de entonces, el US Open y el British Open y el US y British Amateurs en una única temporada; nadie hasta día de hoy ha sido capaz de repetirlo. Bobby Jones Por entonces, en el deporte de la raqueta, se iban definiendo año tras año los torneos más anhelados por los mejores de la época. Y fue la Copa Davis la responsable de ello. No fue hasta 1974, cuando Sudáfrica ganó a la India en la final, sin llegar a disputarse ésta como protesta frente a la política del apartheid entonces imperante, que se rompió la hegemonía en el palmarés de la máxima competición del tenis por equipos por parte de Australia, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. La Copa Davis arrastraba en su competición a los mejores tenistas, y los llevaba con ella a los países en que ésta tenía lugar. Como el transporte era muchísimo más complicado entonces que ahora, y los Jacques Brugnon, Henri Cochet, René Lacoste y Jean Borotra, los cuatro mosqueteros, y sus cinco victorias en la Copa Davis entre 1927 y 1932 pueden ser considerados los responsables de que Francia tenga su propio Grand Slam. continentes se distanciaban varias semanas de viaje, éstos aprovechaban a jugar torneos allá donde disputaban la Davis. No es de extrañar, pues, que si Bill Tilden, Lacoste, Fred Perry y demás estrellas de primer tercio de siglo se prestaban a competir en los internacionales de Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia y Francia, el último de ellos en abrirse a la participación extranjera (1925), éstos acabaran por considerarse como las cuatro joyas de la corona que todo tenista sueña conquistar. Se puede considerar, de esta forma, que la verdadera lucha por el Grand Slam no pudo dar comienzo antes de 1925. Sin embargo, existe igualmente una forma de comparar a unos y otros tenistas de comienzos de siglo entre sí y con los de ahora; así, en lugar del Campeonato Internacional de Francia que nacía en 1925 tendríamos el Campeonato del Mundo de pista dura, disputado eso sí sobre tierra batida entre 1912 y 1923 en tierras también francesas, y habríamos de dar una mayor importancia a la Copa Davis. Con todo ello, y teniendo en cuenta que muy pocos jugadores podían tener acceso a jugar los cuatro grandes torneos de entonces, podemos entender que el Grand Slam no hiciera su incursión en el tenis hasta 1933, en que se vislumbró por primera vez una verdadera posibilidad de que un tenista lograra estos cuatro grandes trofeos. Era 18 de julio, habían pasado apenas diez días desde la victoria del australiano Jack Crawford en la final de Wimbledon sobre Ellsworth Wines, a la que habían precedido las de Australia y Francia, cuando el Reading Eagle incluía entre sus páginas una columna deportiva de Alan Gould en la que se podía leer lo siguiente: “Crawford, now holder of the Australian, French and British single titles, has the chance for a “grand slam” by coming over the United States championships at Forest Hills in September”. El Grand Slam ya había hecho su incursión en el tenis, y simplemente fue cuestión de tiempo que periodistas y aficionados lo incorporaran en su vocabulario, y que este término pasara a denominar también a cada uno de los cuatro torneos llamados hasta entonces Majors del circuito. Estuvo cerca Crawford, a un solo set, pero Fred Perry le truncó la gesta al derrotarle por 6-3, 11-13, 4-6, 6-0 y 6-1 en la final del US Open. Pasaron pocos años, y al americano Don Budge se le ocurrió una brillante idea, ser el primero en conseguir el Grand Slam: “Miré en los libros de historia y vi que nadie había ganado los cuatro Majors en un año. Ni Tilden, ni Borotra, ni Cochet, ni Lacoste, ni Perry. Por eso, empecé el año con esto en mente, y en Australia no perdí ni un solo set”. Iba a ser ese año, el 1938, su último como amateur, y quería despedirse a lo grande. Meses más tarde, el primer periodista en entrar en el International Tennis Hall of Fame, Allison Danzing, daba el empujón definitivo en el New York Times para la popularización del Grand Slam, relatando la última victoria que Don Budge necesitó para completarlo. Su prodigioso revés le había llevado a vencer a su compañero habitual de dobles, Gene Mako, en la final del US Open, Allison Danzing por 6-3, 6-8, 6-2 y 6-1, siendo éste el único partido de todo el torneo en que le habían llegado a arrancar un set. Nuestro siguiente protagonista en la carrera del Grand Slam es una mujer, una tenista excepcional y apenas recordada, Maureen Connolly, en lo que constituye una de las páginas más tristes de la historia del tenis. Con diez años, esta americana empezó a jugar al tenis, y con tan solo dieciséis, la casi imbatible “Little-Mo” ya tenía el trofeo del US Open en sus vitrinas. En 1953, con dieciocho, ya era “Big-Mo” después de haber completado el Grand Slam. Su carrera seguía viento en popa hasta que en 1954 sufría una dura lesión en la pierna tras caerse de su caballo que le impidió volver a la máxima competición, y con 34 años un cáncer se la llevaba. Desde luego, si hay una figura que destaque sobre cualquier otra a la hora de hablar del Grand Slam, ésa es sin duda la de Rod Laver, el genial zurdo australiano que logró dos de ellos con hasta siete años de diferencia. El primero se lo apuntó en 1962, cuando a excepción del Campeonato de Francia, que lo hacía sobre tierra batida, el resto de Majors se disputaban sobre hierba. No por ello se le puede restar mérito a su brillante trayectoria, más aún cuando, tras haber desaparecido del plano amateur en 1963, con la llegada de la Era Open ya en 1968, fue capaz de seguir arrasando en los grandes torneos, y conseguir de nuevo el preciado Grand Slam en 1969. Una compatriota de Laver, y tan insultantemente dominadora como él, si no más, fue Margaret Smith Court, la tenista con más títulos del Grand Slam individuales (24), por lo cual a nadie sorprenderá que fuese capaz de completar el año soñado del tenis en 1970. Y ya más recientemente, encontramos el último Grand Slam individual del que la historia ha disfrutado, el de otra apisonadora de las pistas, Steffi Graf, que no sólo se conformó con hacerse con los cuatro grandes en 1988, sino que además ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl en lo que era la vuelta del tenis como disciplina olímpica después de 64 años. Los periodistas, deseosos siempre de bautizar hazañas deportivas, llamaron a este logro sin precedentes el Golden Slam. No fue el primero ni el último invento para definir una gesta más o menos meritoria dentro del tenis y parecida a la de conseguir el Grand Slam. El más cercano de todos ellos quizá sea el Non-Calendar Year Grand Slam, ganar los cuatro torneos del Grand Slam consecutivamente, pero no en un mismo año. Aunque muchas veces este término y el de Grand Slam se usen indistintamente, realmente debemos diferenciarlos, ya que sino, se habría considerado que Don Budge había logrado su Grand Slam entre Wimbledon de 1937 y Roland Garros de 1938, cuando únicamente se empezó a hablar de tal al repetir victorias en Wimbledon y US Open en ese 1938. La confusión vino dada por la prensa, la mayor protagonista de la historia del Grand Slam; y es que Serena Williams consiguió ganar Roland Garros, Wimbledon y el US Open en 2002, y finalmente el Open de Australia de 2003, para culminar lo que sería conocido como el Serena Slam, algo que ya había sido logrado anteriormente pero para lo que no se había encontrado nombre. ¿Y lo que acaba de conseguir nuestro Rafa Nadal ganando el único título de Grand Slam que le faltaba en el pasado US Open? Ya tenía precedentes y también nombre: ganar los cuatro Majors no consecutivamente es lograr el Career Grand Slam. Y si se ven cumplimentados con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, como es el caso, pues es el Career Golden Slam, que hasta la fecha, y dejando de lado a Steffi Graf y a Rafa Nadal, sólo han conseguido, y teniendo en cuenta que siempre hacemos referencia a una determinada modalidad, André Agassi en individuales y las hermanas Williams en dobles. Si llevamos la épica un poco más allá, propongamos un nuevo reto, quizá el mayor de todos, el del Boxed Set, ganar los cuatro títulos de Grand Slam en las tres modalidades posibles, individuales, dobles y dobles mixtos en un único año, algo sin precedentes. Sólo tres mujeres, Doris Hart, Margaret Smith Court y Martina Navratilova se han acercado a ello, al obtenerlo pero no en un solo año, y pasándose a llamar pues Career Boxed Set. Lejos de tales proezas parecerán quedar ahora heroicidades deportivas como la del Small Slam, ganar tres de los cuatro torneos de Grand Slam en un año; o la más reciente creación de todas ellas, el Grand Slam Rojo, hacerse con los tres Masters 1000 sobre tierra batida y con Roland Garros en una misma temporada, necesario para ensalzar aún más si cabe las gestas de Rafa Nadal en este 2010. Vuelva a Charles Jones y al bridge, y no oculte su sonrisa al ver cómo han acabado sus trece bazas. Y si no se la he arrancado, entonces hagamos una ofensiva final. Porque el Grand Slam no solo ha conquistado el mundo del tenis, el golf, el rugby, el ajedrez y algunos deportes más, sino que ha pegado el salto al de las videoconsolas o al de la guerra, dando nombre a un videojuego o a una bomba utilizada durante la Segunda Guerra Mundial, respectivamente. Y porque no contento con eso, también ha asaltado la alfombra roja de Hollywood, en que una película puede ganar el Oscar Grand Slam si se hace con los Oscars a mejor película, dirección, actor, actriz y guión; y los concursos de belleza, de tal forma que ganar el Grand Slam es ganar el mismo año los cuatro más importantes, Miss Mundo, Miss Universo, Miss Internacional y Miss Tierra. Ahora sonría y disfrute de lo que será del Grand Slam.