Módulo Delincuencia y Violencia: Causas, efectos y tácticas de Intervención Capítulo 1 Presentación 1. Introducción En esta sesión revisaremos aspectos vinculados a la violencia, factores asociados, y su magnitud, así como las tendencias actuales en América Latina, Central y específicamente en el Ecuador. Esta guía además le ayudará a iniciar el proceso de identificación de los temas que son relevantes para la comunidad de manera participativa, evaluando la magnitud y naturaleza de los mismos como primer paso para definir objetivos y opciones de acción. Además se propone definir conceptualmente el delito y la violencia, determinar las tipologías e identificar las causas registradas por la literatura académica- de estos dos fenómenos. Se presentan diversas estrategias de prevención, visualizando desde qué perspectiva se aborda el tema, de manera que la tipología se caracterice de manera adecuada, sobre todo, desde el punto de vista de los costos involucrados y de los beneficios que pueden esperarse. Finalmente, se presentan y analizan casos que permiten dilucidar el costo-beneficio de la prevención de la violencia y la delincuencia, contextualizando en la realidad de Centro América. Capítulo 2 Conceptos y Definiciones Esenciales 2. VIOLENCIA 2.1. Definición.La violencia en sus diversas formas es una de las amenazas principales a la seguridad ciudadana. De hecho una de las preocupaciones más importantes que tiene la región es crecimiento de la violencia y el crimen; es decir, el de la problemática delincuencial y del temor de la ciudadanía expresado en la percepción de un incremento en la probabilidad de ser víctima de un delito. La violencia es un fenómeno multicausal, influido por factores psicológicos, biológicos, económicos, sociales y culturales, entre otros. Los fenómenos que acompañan al comportamiento violento cruzan, constantemente, las fronteras entre individuo, familia, comunidad y sociedad. A su vez, la violencia tiene consecuencias que abarcan diversos ámbitos, individuales, familiares, comunales y sociales. Los criterios más comunes para clasificar la violencia, serán expuestos en el siguiente apartado. La categorización de la violencia es útil para su estudio y para el diseño e implementación de políticas destinadas a la prevención y el control de uno o varios tipos combinados de violencia. Según la OMS, la violencia consiste en: "El uso intencional de fuerza o poder físico, como amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o contra un grupo o comunidad, que da como resultado o tiene una alta probabilidad de dar como resultado lesiones, muerte, daño fisiológico, falta de desarrollo o privaciones". Según esta definición, la violencia asumiría las siguientes formas: • Violencia auto dirigida: hace referencia al daño físico producido a sí mismo y se expresa en comportamiento suicida y/o daño auto inferido. • • Violencia interpersonal: expresa conductas perpetradas por un individuo hacia otra persona y que resultan en lesiones y/o daños en lo psicológico, emocional, sexual o sobre los bienes. Violencia colectiva: hace referencia a comportamientos desarrollados por un grupo, en relación a una persona u otro grupo, y que generan como resultados lesiones y/o daños en lo psicológico, emocional, sexual o sobre los bienes. 2.2. Características de la violencia Dada sus múltiples manifestaciones podemos categorizarla según distintas variables: • • • • • • Víctimas de la violencia (jóvenes, ancianos, niños, mujeres,..) Actores de la violencia (pandillas, barras bravas, policías, narcos, sicarios….) Naturaleza del acto violento (física, psicológica, sexual) Intención (instrumental o emocional) Instrumental (político, económico, social, por drogas, aleatorio), Emocional (también conocida como violencia expresiva u hostil) Lugar (calle, hogar, ámbito urbano o rural) Relación entre víctima y agresor (primaria-secundaria o colectiva-individual) En las ciencias sociales existen dos1 teorías básicas para el estudio de la violencia y de la conducta delictiva, que se presentan en distintas combinaciones: la teoría de las formas de socialización y la teoría de la ruptura. En primer caso, el énfasis se coloca en la socialización es decir la violencia comprendería dimensiones organizativas, institucionales y culturales que pueden conducir a la selección de estrategias violentas por parte de ciertos actores sociales. En el segundo caso se privilegian los factores explicativos de las dimensiones estructurales y sociales, la violencia surge así de la ruptura o desajuste del orden social, es decir de cambios acelerados, que disuelven los mecanismos tradicionales de control social y generan una brecha entre aspiraciones 2.3. Tipos de violencia.La violencia es un fenómeno complejo, multidimensional, involucra diversos factores y presenta distintas manifestaciones. A continuación, se presentan las tipologías más comúnmente usadas para clasificar la violencia. Según la naturaleza de la violencia: Violencia física: Se refiere a toda conducta de una persona o grupo que, mediante el uso o la amenaza del uso de la fuerza o poder físico, directa o indirectamente, se dirija a ocasionar un daño, maltrato o sufrimiento que afecte la integridad física de personas o grupos (por ejemplo, heridas, hematomas, contusiones, empujones). También se incluye en esta noción de violencia, aquella conducta destinada a producir daño a bienes que integran el patrimonio de la víctima (UNICEF, 1998). Violencia psicológica: Identifica comportamientos de personas y/o grupos que ocasionan daño emocional, disminuyen la autoestima, perjudican o perturban el sano desarrollo de otra persona y/o grupo. Se pueden distinguir, entre ellas, la deshonra, descrédito o menosprecio al valor personal o dignidad, tratos humillantes y vejatorios, vigilancia constante, aislamiento, amenaza de alejamiento de los hijos o la privación ilícita de medios económicos indispensables. Violencia sexual: Se entiende como toda conducta que amenace o vulnere el derecho de la persona a decidir voluntariamente su sexualidad, comprendida en ésta no sólo el acto sexual, sino toda forma de contacto o acceso sexual, genital o no genital, comentarios y gestos sexuales no deseados, exigencias sexuales bajo presión o amenaza, burlas acerca del cuerpo de la pareja, agresiones sexuales con armas u objetos. Esta violencia se puede presentar como acoso, abuso sexual, violación o incesto. 1 ARRIAGADA, I. y GODOY, L. (1999); Seguridad ciudadana y violencia en América Latina: diagnóstico y políticas en los años noventa, Naciones Unidas 2 Según quiénes son las víctimas: Violencia contra niños: Generalmente, ejercida por los propios padres o algún familiar cercano al niño o niña. Ha sido definida como el maltrato o abuso que viola los derechos fundamentales de los niños. Puede manifestarse de manera física (castigo corporal, encierro, privación intencional de cuidados o alimentos), sexual (cuando el menor es obligado a desnudarse, a ser tocado o a tocar a un adulto contra su voluntad, el maltrato de sus genitales) y psicológica. Además, se agregan la negligencia, que se expresa en despreocupación, descuido o abandono, y la ausencia de los padres, que se relaciona no sólo con la presencia física, sino también con la falta de bienestar emocional. Violencia de género: Actos de violencia basados en la pertenencia al sexo femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada. Es necesario enfatizar que la diferencia entre este tipo de violencia y otras formas de agresión y coerción, reside en que el factor de riesgo o vulnerabilidad es la exclusiva pertenencia a un género. Violencia contra ancianos: Todo acto de violencia o trato duro que cause daño o malestar físico a un adulto mayor, incluyendo confinamiento, aislamiento, agresión psicológica, humillación, infantilización o cualquier otra forma de relación que afecte su sentido de identidad, dignidad o autovaloración. Asimismo, el abuso al retener bienes o posesiones (engaño o hurto), obligar a vender propiedades o a alterar testamentos, cualquier comportamiento sexual que se realice sin el consentimiento o conocimiento del adulto mayor, abuso en la administración de medicamentos (retención de éstos o sobre medicación) y el negar intencionalmente los cuidados o necesidades básicas, son consideradas como manifestaciones de esta violencia. Violencia social (llamada común o internalizada): Da cuenta de la descomposición de los niveles mínimos de convivencia ciudadana y se expresa en la pérdida de valores que cohesionan a la sociedad en distintos ámbitos cotidianos. Aunque esta forma de violencia se encuentra menos sustentada en la fuerza y la coerción, representa actos constantes que vulneran a las instituciones y su gestión dentro de la sociedad. Según el motivo de la violencia: Violencia política: Proviene de agentes sociales organizados que buscan modificar, sustituir o alterar el orden institucional vigente, o la que es generada por aquellos eventos que restringen la legitimidad, la representación y la participación de diferentes actores de la sociedad. Se relaciona, generalmente, a regímenes autoritarios, democracias deficitarias y excluyentes o segmentos de la sociedad que no han podido concretar sus demandas frente al Estado nacional, promoviendo, de esta forma, una constante conflictividad política y social. Violencia racial: Aunque puede presentarse acompañada por otras formas de violencia, la violencia racial se ejerce cuando alguien perjudica a otros en razón de sus orígenes, rasgos, costumbres, etnias. Los siguientes ejemplos son casos de violencia racial: racismo, esclavitud, discriminación, segregación, teorías de supremacía o inferioridad racial y xenofobia. Violencia cultural: Entendida como aquella que utiliza la diferencia para hacer sentir o mostrar como inferior al otro considerado como distinto. Violencia delictual: Hace referencia al ejercicio ilícito de la fuerza física, o amenaza de su uso, sobre una o varias personas, con el propósito de asegurar algún fin contrario al consentimiento de la(s) persona(s) hacia las que va dirigida la conducta. En general, se 3 suelen calificar como delitos violentos el homicidio, la violación, la tentativa de violación, el robo con “violencia” o intimidación y el secuestro. Según el ámbito donde se produce: Violencia intrafamiliar: Alude a todas las formas de abusos que tienen lugar en las relaciones entre los miembros de una familia, que caracterizan de modo permanente o cíclico al vínculo intrafamiliar. Se denomina “relación de abuso” a toda acción u omisión ejercida contra un pariente por consanguinidad, afinidad o adopción, que produzca como consecuencia daños a la integridad física, sexual, psicológica o patrimonial, violando su derecho al pleno desarrollo y bienestar. Violencia callejera: Cualquier tipo de violencia que es ejercida en un espacio público. A menudo, se relaciona con la violencia delictual, aunque no es la única forma de violencia callejera. 2.4. Otra Tipología de la violencia; Autor Fernando Carrión FLACSO Dado que existen distintos tipos de topología según la variable que se utilicen o la combinación de ellas, plantearemos una clasificación en los siguientes términos: • • • • Las violencias políticas que provienen de los agentes organizados que buscan modificar, sustituir o desestabilizar la institucionalidad estatal vigente (la guerrilla), o de aquellas situaciones que restringen la legitimidad, la representación y la participación de la población. Puede ser desde el Estado en regímenes autoritarios o militares desde segmentos de la población. Las violencias económicas que surgen, por ejemplo, de los mercados ilegales donde se comercian armas, drogas ilícitas, sexo, artículos robados o se generaliza la industria del secuestro o del sicariato. Por esta vía mercantil, se puede asegurar que se han formado verdaderas empresas transnacionales del delito, siendo las de mayor peso las referidas al narcotráfico. Tampoco se pueden descartar la que resulta de la polarización socio-económica. Las violencias intrafamiliares que se manifiestan por las condiciones culturales, las relaciones asimétricas, la composición demográfica, entre otras cuestiones al interior de un núcleo familiar. En este contexto se produce un proceso transgeneracional de la violencia, que surge de la relación entre los progenitores y de estos hacia los hijos. Las violencias comunes que erosionan la ciudadanía, se caracterizan por ser difusas, ubicuas y por provenir de múltiples causas. Van desde aquellas que se relacionan con problemas biológicos y psicológicos a las que surgen de ciertas interacciones entre personas y de éstas con sus ambientes concretos. Sin duda, este conjunto de violencias actúan interrelacionadamente, sin que se exprese alguna de ellas de manera pura, lo cual hace más complicado conocerlas y entenderlas. La relación que existe entre ellas puede lleva a confundir los tipos de violencias y a desconocer el paso de unas a otras. La diferenciación y análisis de las distintas variables, que componen cada tipo adquieren mucha importancia al momento de realizar programas de prevención. 2.5. Factores de riesgo asociados a la violencia Frente ante un fenómeno como la violencia, hay algunos factores de tipo macro social que pueden permitirnos explicar los condicionantes estructurales que originan la violencia. Pero ellos no son suficientes ya que los mismos afectan a sectores amplios de la población, la mayoría de los cuales no son violentos, se requieren por lo tanto otros factores que nos permitan entender por qué en ciertos momentos y grupos sociales se fomenta la violencia. 4 2.6. Tres factores se destacan entre los que originan la violencia2: • el empobrecimiento y la desigualdad: la pobreza en si, no genera violencia. La misma se relaciona más bien con el proceso de empobrecimiento y la desigualdad, ya que la pauperización se traduce en una carencia relativa mayor de la población, y una ruptura con las esperanzas de una vida mejor. El empobrecimiento y la desigualdad que se siente en toda la sociedad, es mucho mayor en la juventud, que no encuentra salidas para mejorar su situación: hay gran cantidad de jóvenes desempleados o con muy bajos salarios. El camino de la violencia se les abre como una alternativa, pues estiman que tienen poco o nada que perder. La perdida de vigor de los controles sociales tradicionales: en este sentido los mecanismos de socialización mas importantes como la familia, escuela y religión perdieron fuerza para generar una socialización adecuada tanto por sus propias carencias como por los cambios en la sociedad. Las sociedades latinoamericanas han dejado de ser tradicionales, se han globalizado pero no han logrado insertarse completamente en la nueva situación. La creciente insatisfacción de las expectativas que viven los individuos: de alguna manera las sociedades han vivido un intenso estimulo de las expectativas, y la realidad ha demostrado una insatisfacción creciente producto, por un lado, del empobrecimiento, pero por otro, del aumento de las expectativas mismas, de la idea de confort, del éxito asociado a bienes de consumo de lujo. La desigualdad en este sentido, adquiere una mayor fuerza cuando se relaciona con la frustración de las ambiciones. • • 2.7. Factores protectores: el capital institucional y social Las instituciones efectivas de control social cumplen un papel central en disuadir el comportamiento violento. Estas instituciones incluyen la policía y el aparato judicial y penal en el sector público, así como las iglesias y las organizaciones sociales y comunitarias en la sociedad civil. Un papel similar de control social juegan las instituciones y grupos privados que fomentan lo que hoy se llama el “capital social”, entendido como las características de la organización social, incluyendo la confianza, las normas y las redes sociales, que, al facilitar acciones coordinadas, pueden mejorar la eficiencia del funcionamiento social. 2.8. Protagonistas de la violencia En América Latina, como en otras regiones del mundo, los homicidios son perpetrados mayormente por hombres jóvenes, en los grupos etarios entre 18 y 24. Ellos también representan las mayores víctimas de la violencia criminal, sin embargo, esto no afecta a todos los jóvenes por igual. Aquellos que viven en las periferias de las grandes ciudades, en condiciones de exclusión social y con baja escolaridad, son los que corren mayor riesgo de enfrentarse a la violencia (Sanjuán, 1999). Entre los factores que predisponen a los jóvenes a escoger carreras violentas se encuentran las altas tasas de desempleo 2 Briceño Leon comp. En Violencia, Sociedad y Justicia en America Latina. CLACSO 2002 5 juvenil, la impunidad en el sistema judicial, y el acceso fácil a alcohol, las drogas y las armas de fuego. A esto se le puede añadir la cultura de violencia en los medios de comunicación, que lleva a la imitación de la violencia y a la disminución de las inhibiciones sociales. Para las mujeres, la casa entraña mayor riesgo que la calle (Lozano, 1997). Para los niños, la casa, como la calle y la escuela, los exponen a la violencia y a su aprendizaje. Se han reportado numerosos casos en la región de escuelas donde los alumnos van armados y/o han visto o sufrido agresiones de parte de sus compañeros o de los maestros (De Roux, 1995). Los adolescentes y los jóvenes son víctimas y perpetradores frecuentes de violencia. 2.8.1. Los jóvenes como víctimas de la violencia3 Alrededor del 28.7% de los homicidios en América Latina se dan entre jóvenes entre 10 y 19 años de edad. En 10 de los 21 países de la región con población mayor a un millón de habitantes, el homicidio es la segunda causa de muerte en este grupo de edad. En Venezuela, por ejemplo, el 95% de las víctimas de homicidio son de sexo masculino, y 54% de ellas son menores de 25 años. Las tasas de homicidio entre las personas jóvenes son casi tres veces mayores que las que corresponden a todo el país. La violencia juvenil es por otra parte, la causa de muchas lesiones y formas de discapacidad. Según la OPS, por cada niño y adolescente que muere a causa de traumatismos quince quedan gravemente lesionados por actos violentos. 2.8.2 Los jóvenes como perpetradores de crimen y violencia Según datos para América Latina, en 1994 el 17% de los homicidios fueron cometidos por personas menores de edad (Weaver y Maddaleno, 1999). Un estudio realizado por la policía venezolana entre 1994 y 1996 reveló que el 40.3% de las personas detenidas eran menores de edad (Briceño et al., 1999). Dentro de este panorama de seguridad- inseguridad la multiplicación de los actores de la violencia es un elemento muy importante. Aunque con marcadas diferencias nacionales, los actores tradicionales como las FFAA, la policía y en algunos casos grupos de guerrillas, siguen teniendo relevancia; y en los últimos años se han vinculado a los nuevos actores adquiriendo rasgos diferenciales. También han aparecido otros actores nuevos, como las empresas transnacionales del delito (narcotráfico, industria del secuestro y de la trata de personas) los grupos paramilitares y privados, las bandas juveniles, entre otros. Tanto para el desarrollo futuro como para la reducción de la violencia es importante ver las características y los cambios que hubo en cada uno de estos actores durante los últimos años. 2.8.3. Rasgos centrales de la violencia en América Latina. Según Briceño (2002), en América Latina se producen más muertes en la paz que en la guerra. La violencia en la región posee cinco rasgos centrales: Asociada a los más pobres: En los territorios y poblaciones donde hay mayor pobreza existen los más altos índices de violencia. En estas zonas la violencia se da entre los mismos habitantes. Aún así, la relación entre violencia y pobreza no es directa, ya que los países más pobres de la región no son los que poseen mayores tasas de homicidios. La pobreza en sí no origina violencia, sino que la falta de oportunidades y la desigualdad parecieran ser las causas más fundamentales para explicar la violencia en estos territorios. La exclusión educacional y laboral: Al no insertarse los jóvenes en el mercado laboral formal y no lograr vínculos sociales adecuados para organizar su futuro, se produce un choque entre las expectativas personales y las oportunidades que entrega la sociedad, que se expresa en violencia. Este rasgo se desarrolla, principalmente, en sectores urbanos y se constituye en una de las razones principales de la violencia de la región. 3 Fuente: María Loreto Biehl del Departamento Desarrollo Sostenible. Banco Interamericano de Desarrollo. 2000 6 Disponibilidad de armas de fuego: La difusión de armas de fuego ligeras ha crecido muy fuertemente en los últimos 20 años en América Latina. Las armas de la guerrilla pasaron a manos de privados y de la delincuencia común. Los narcotraficantes se han encargado de distribuir armas como medio de pago o de defensa de sus territorios. Los ciudadanos se han armado para defender a sus familias y sus bienes. Todo lo anterior ha consagrado la letalidad en la violencia cotidiana. Adicionalmente, la construcción cultural de la masculinidad se ha asociado a la necesidad de demostrar hombría y coraje entre los jóvenes. En este contexto, las armas son la representación más sistemática de la masculinidad. El miedo a ser víctima: La sensación de temor a ser víctima de un hecho violento entre la población urbana de América Latina, se ha generalizado. La sensación de miedo a ser víctima de la violencia ya es una constante en las grandes ciudades. Esto ha derivado en que las personas restrinjan sus libertades frente a un temor que es muy superior al que objetivamente debiera existir en la población. Es así como los gastos que hacen las familias y las empresas para protegerse, han sufrido un fuerte incremento en los últimos 20 años. Respuesta violenta al delito: En el continente, tanto el miedo como la victimización han creado un escenario donde la demanda por una respuesta violenta frente a la situación delictual se ha transformado en una constante. La aceptación de la violencia policíaca, la exigencia de severidad en el sistema judicial y la predisposición psicológica a matar para defender la propiedad y la familia, han derivado en situaciones tales como: el linchamiento público entre los pobladores pobres de América Latina; la brutalidad policíaca incluso sobre inocentes; la aparición de vengadores solitarios, actuando al margen de la ley y por iniciativa propia, para resolver conflictos grupales o individuales. Todo esto parece tener el apoyo de una población que se siente constantemente amenazada en su vida cotidiana. 2.9 Características de la violencia en el Ecuador4. 2.2 DELINCUENCIA 2.2.1 Definición.El delito es un mal social. La característica principal de la delincuencia es que es un fenómeno social, multicausal y multidimensional, que se expresa mediante una conducta que quebranta un orden social o legal determinado. Según Filippo Grispigni (1929), delito es aquella conducta humana disruptiva que pone en grave peligro la convivencia y la cooperación de los individuos que constituyen una sociedad, y que está descrita como tal en las normas que constituyen el ordenamiento jurídico de un país. Consecuentemente, la comisión de actos delictivos acarrea responsabilidad y la sociedad tiene el derecho –y el deber– de identificar a quienes cometen esos actos y hacer exigibles las responsabilidades que se derivan de ellos. Dado que el ordenamiento legal es una cuestión definida en el ámbito político de las sociedades y que varía dependiendo del país a que se haga referencia, algunas conductas que pueden ser consideradas delitos en un país pueden no serlo en otro. Ello podría resultar en una tipología de delitos demasiado amplia. Este curso se basa en aquellas conductas que recurrentemente, en variados países, son consideradas como “delitos de mayor connotación social” y que el “Reporte Global sobre Crimen y Justicia”, de Naciones Unidas (1999), clasifica como delitos contra las personas, delitos contra la propiedad, delitos económicos y delitos asociados al consumo de drogas o estupefacientes. En esta topología, el curso se centrará en aquellos delitos contra las personas y la propiedad. A continuación, se presenta la tipología de delitos contra las personas y propiedad, así como definiciones tomadas del “Reporte Global sobre Crimen y Justicia”, antes mencionado. En todo caso, en anexos, se presentan las definiciones contenidas en los códigos penales de los países centroamericanos. Delitos contra las personas.• Homicidio: Hace referencia a la muerte inflingida deliberadamente a una persona. • Lesiones: Se refiere a un ataque físico contra una persona y que resulta en un daño corporal de quien es agredido. • Violación: Se define como un encuentro sexual sin consentimiento válido. Delitos contra la propiedad.• Hurto: Se entiende como tal la sustracción de propiedad sin el consentimiento del propietario. 4 Edison Palomeque Vallejo “Diagnóstico de Seguridad Ciudadana en el Ecuador 7 • Robo: Hace referencia a la sustracción de propiedad sin el consentimiento de su legítimo propietario, en la que existe uso o amenaza de uso ilegítimo de la fuerza. 2.2.2 Delincuencia según día, clase y lugar.La violencia urbana tiene un rostro con una geografía delictiva que en el centro es distinta a la periferia; una cronología diferenciada por meses, días y horas; una sociedad que le afecta por grupos sociales según clase, género y edad; una utilización de medios diversos de armas blancas o de fuego, una forma cultural lúdica en el que el alcohol y las drogas juegan un papel central; unas motivaciones de la más variada índole. El enfrentamiento al hecho delictivo arroja resultados preocupantes. Desde la sociedad civil se observa una erosión de la ciudadanía, por cuanto los habitantes, primeras víctimas del fenómeno, empiezan a asumir mecanismos de autodefensa que modifican su conducta cotidiana: Cambios en los horarios habituales; transformación de los senderos y espacios transitados; restricción de las relaciones sociales, porque todo desconocido es sospechoso; reducción de la vulnerabilidad personal adquiriendo armas, perros, alarmas que ya son parte del paisaje urbano o aprendiendo defensa personal. Pero cada una de estas acciones de autodefensa de la población es a su vez, causa y efecto de un nuevo comportamiento social: angustia, desamparo, aislamiento, desconfianza, agresividad, individualismo. Y, por si fuera poco, la ciudad en construcción pierde espacios públicos y cívicos y generalizan la urbanización privada-amurallada que segrega aún más lo social, espacial y temporal; con lo cual, la población pierde la condición de ciudadanía y la ciudad reduce la calidad de vida. (Revista Enlace- Fernando Carrión “Violencia Urbana y sus nuevos escenarios) 2.2.3 Teorías explicativas de la delincuencia.Diferentes disciplinas de las ciencias sociales han hecho significativos aportes al desarrollo de la teoría criminológica. A continuación, se presentan las principales teorías que intentan explicar el comportamiento delictual en las personas, cada una desde sus particulares perspectivas analíticas. CORRIENTE PSICOLÓGICA Esta tendencia sostiene que el delincuente común presenta rasgos criminógenos que se manifiestan en su personalidad y temperamento, los cuales lo predispondrían a ejercer un comportamiento delictual (Herrnstein, 1995). En esta corriente, la teoría psicoanalítica señala que la conducta transgresiva tendría su raíz en anomalías o disturbios en las etapas de la más temprana niñez del desarrollo emocional (Friendlander, 1947, citada por Akers, 1997). Asimismo, la teoría de la personalidad sostiene que los delincuentes tienen temperamentos anormales, inadecuados o rasgos que los diferencian de aquellos que cumplen las normas. Una variante de esta noción sostiene que los rasgos de la personalidad en la niñez que se constituirían en precursores de conductas delictuales posteriores serían impulsividad, agresividad, rebeldía, hostilidad, propensión al peligro, frialdad y desapego emocional hacia los demás (incluyendo a su propia familia), inobservancia de normas sociales o religiosas, deshonestidad y similares (Herrnstein, 1996). Otra variante sostiene que las conductas delictuales más graves son consecuencia de personalidades centradas en sí mismas, que no han sido socializados adecuadamente con valores y actitudes que facilitan su integración social, que no han desarrollado una percepción de lo correcto y lo incorrecto y que son incapaces de sentir remordimiento o culpabilidad por haber cometido un delito o haber provocado un daño a alguien (Akers, 1997). CORRIENTE SOCIOLÓGICA La corriente sociológica del análisis del delito centra su atención en el problema del orden social. El orden social es representado por el conjunto de normas sociales y legales –que los ciudadanos comunes cumplen– que otorgan estabilidad y cohesión a la sociedad. Así, la pregunta que esta corriente aborda es ¿Por qué hay diferencias en ciertos individuos y grupos en la propensión a cometer actos delictuales? Las teorías recurrentemente citadas en esta corriente son las de la anomia y desorden social, la del aprendizaje social, la de la ecología del crimen y la del control y lazos sociales. La teoría de la *anomía y el desorden social.*(Falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad). 8 Señala que la naturaleza y nivel de la delincuencia en una sociedad es reflejo de las características centrales de su organización social, es decir, de su cultura y su estructura (Messner y Rosenfeld, 1996). Asimismo, esta teoría argumenta que el orden social, la estabilidad y la integración conducen a la conformidad social, y ésta al cumplimiento de las normas sociales y legales. A contrario, el desorden y la falta de integración son propulsores de la delincuencia y conductas desviadas. Akers (1997) describe a un sistema social desorganizado o anómico como aquel en que hay disrupción (conflictividad o violencia) en su cohesión o integración social, un quiebre en los controles sociales e interacciones sin apego a normas sociales y legales. El mismo autor agrega que, entre menos solidaridad, cohesión o integración exista en un grupo, comunidad o sociedad, mayor será la tasa de delincuencia o conductas desviadas. Una segunda teoría dentro de esta corriente es la del aprendizaje social. Akers (1997) señala que la conducta delictual es adquirida, repetida y modificada por el mismo proceso que da origen a la conducta. Este proceso tendrá más probabilidades de generar conductas delictuales cuando las personas se vinculan con quienes los exponen a patrones delictuales, cuando esa conducta es reforzada por sobre aquellas que promueven el cumplimiento de las normas y cuando las propias definiciones, percepciones y orientaciones de las personas los predisponen a cometer actos delictuales. En la misma línea, Sutherland (1947, citado por Akers, 1997) argumenta que la conducta criminal es aprendida en la interacción con otras personas, que ese aprendizaje incluye técnicas para cometer delitos y las orientaciones específicas de los motivos, racionalidad y actitud criminal. Así, según Sutherland, una persona se transforma en delincuente cuando sus actitudes que favorecen conductas que violan la ley superan a sus actitudes que no favorecen el quebrantamiento de la ley. La tercera teoría, la de la ecología del delito, hace referencia a que habrían áreas donde la probabilidad de que alguien cometa un delito es más alta (Stark, 1996). Estas áreas serían, básicamente, zonas urbanas. Así, esta teoría argumenta que hay lugares o comunidades donde se concentra la delincuencia en las ciudades, porque en ellas se dan condiciones que favorecen el surgimiento y perpetuación de focos delictivos. Las condiciones –o factores– más recurrentemente asociados a áreas de concentración del crimen son hacinamiento, pobreza, ser un lugar de tránsito y de trasbordo de transporte, áreas en ruinas o en mal estado de conservación. La teoría señala que, dependiendo de la reacción de las personas, estos factores tendrán un impacto en el orden moral del lugar. Así, habrían tres tipos de consecuencias posibles: (i) que el lugar atraiga más gente propensa al involucramiento delictual y más actividad criminal; (ii) que las personas menos propensas a desarrollar actividades delictuales se vayan del barrio; y (iii) que se produzca un más pronunciado relajamiento en los controles sociales. La cuarta teoría de esta corriente sociológica, examinada en este curso, es aquella referida a los controles y lazos sociales. La pregunta que motiva a los estudiosos que se enmarcan en esta teoría es ¿Por qué las personas se comportan con apego a las normas?, ¿Por qué no todos violamos las reglas sociales? La teoría argumenta que las personas son motivadas a cumplir las normas sociales por los controles sociales, pero que hay una cierta propensión natural a violar la ley y el orden. De este modo, las personas se involucrarán criminalmente a menos que fuertes controles personales y sociales actúen sobre ellos y los orienten a cumplir las normas (Gottfredson y Hirschi, 1990). Dentro de esta misma teoría, Hirschi (1969) argumenta que la conducta delictual es el resultado del quebrantamiento o debilitamiento de los lazos de las personas con la sociedad. Así, entre más fuertes sean estos lazos sociales con los padres, adultos, profesores y pares, más fuertemente será controlada la conducta de las personas en dirección al cumplimiento de las normas y orden social. Asimismo, entre más débiles sean estos lazos sociales, mayor es la probabilidad que una persona viole la ley (Akers, 1997). Según Hirschi (1969) los elementos que conforman estos lazos sociales serían: (i) los vínculos afectivos intensos con otros, a quienes se admira y con quienes hay identidad. Así, entre menos importe la opinión de esos otros, habrá menos probabilidad de comportarse según las normas que se comparten con ellos y más probable será el involucramiento en actividades delictuales. (ii) el compromiso con el orden social, que se genera a partir de inversiones en educación, posibilidades laborales y emprendimientos lícitos. El involucramiento delictual, entonces, implicaría poner en riesgo estas inversiones y generaría costos personales. (iii) el involucramiento en actividades lícitas normales, como estudiar, trabajar, dedicar tiempo a la familia y a actividades de esparcimiento lícito, prevendría de la comisión de delitos simplemente porque las personas estarían muy ocupadas, muy comprometidas o muy absorbidas por esas actividades normales. (iv) la creencia que las normas sociales y las leyes son moralmente correctas y debe ser obedecidas, lleva a las personas a refrenarse de cometer actos delictuales. 9 Capítulo 3 Concepto y Estrategias de Prevención.El efecto final que busca una estrategia de prevención del crimen es evitar que ocurran delitos que, potencialmente, podrían cometerse de no haber intervenciones preventivas. Indudablemente que, a este efecto final esperado, concurren las así llamadas estrategias de prevención social y situacional, que se abordan en esta sección. Pero no son las únicas intervenciones que van en esa dirección. También las estrategias de control del crimen contribuyen a la finalidad enunciada, toda vez que ellas provocan dos efectos que permiten evitar la ocurrencia de delitos: el efecto incapacitación y el efecto disuasión. El primero hace referencia al hecho de que el delincuente está incapacitado de cometer un delito – personalmente- mientras esté en la cárcel. El segundo concepto sugiere que ante la existencia de una alta probabilidad de ser aprehendido, de recibir castigo -cuestiones relacionadas con la efectividad del sistema policial y de justicia criminal- y de que las penas aplicadas sean severas, un cierto grupo de potenciales delincuentes (los adversos o, incluso, neutrales al riesgo) se abstendrán de involucrarse en actividades criminales. Es necesario, entonces, tener presente que, en la realidad de los hechos, se produce una convergencia de esfuerzos de ambas fuentes -las estrategias de control y las de prevención- para lograr reducir o impedir incrementos en los niveles de criminalidad de una determinada comunidad. Dada la naturaleza y finalidad de estas notas, en lo que sigue, ellas se concentrarán en el tratamiento del concepto y estrategias de prevención del crimen. 3.1. El concepto de prevención.- La prevención es un concepto complejo, cuyo fundamento central consiste en evitar la ejecución de delitos y actos violentos. Su impacto apunta desde reducir la tasa de delitos hasta disminuir la sensación de inseguridad en la población, siendo niveles de impacto que no necesariamente se dan de una misma forma o que estén relacionados. El concepto de prevención es proactivo, dado que busca anticiparse a los hechos. Se trata de evitar, mediante intervenciones anticipatorias de política pública, que los niveles de criminalidad en una determinada sociedad lleguen a niveles intolerables. Las políticas preventivas, por lo general, tienen una focalización espacial, poblacional y temática para lograr impactos efectivos, ya que las causas y problemáticas son específicas a una determinada población (Vanderschueren, 2000). Una de las características centrales de las estrategias preventivas consiste en que no sólo genera consecuencias sobre la violencia y el delito, sino que, adicionalmente, puede fortalecer la democracia, la solidaridad y las redes sociales. Las estrategias de seguridad ciudadana centradas en la prevención ponen de manifiesto variados problemas sociales que inciden en la delincuencia, de los que la estrategia preventiva no puede hacerse cargo directamente, pero que pueden ser recogidos por otras intervenciones del Estado y ser asumidos por la opinión pública (Dammert, 2004). En sí, la lógica de la prevención instala: • • • • 3.2 Un consenso creciente sobre la necesidad de enfrentar las condiciones sociales económicas que fomentan la delincuencia y la victimización. Cambios, en cuanto a que la responsabilidad básica ya no sólo le corresponde a la policía, sino también a los gobiernos, comunidades y asociaciones en todos los niveles. El reconocimiento del papel fundamental que desempeñan los líderes municipales y/o locales, a través de la organización y movilización de coaliciones locales. El consenso en cuanto a que intervenciones focalizadas por factores de riesgo, reducen la delincuencia, la violencia y otros problemas sociales. ¿Qué debe entenderse por prevención del delito y la violencia? El Centro Internacional para la Prevención del Delito define que “la prevención del delito es toda acción que reduce la delincuencia, la violencia o la inseguridad, al atacar con éxito los factores causales que le dan origen y que han sido identificados científicamente” (citado en Dirección Nacional de Política Criminal, República Argentina, 1999). A su vez para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la prevención consiste en “toda acción orientada a evitar que el delito ocurra, promoviendo y fortaleciendo la seguridad no sólo a través del sistema formal de justicia criminal, sino que 10 también a través de la promoción e implementación de estrategias que involucran a los diferentes sistemas informales de prevención, como los colegios, instituciones religiosas y la ciudadanía en general” (ONU, 2000, citado por Dammert, 2005a). Ambas definiciones muestran una concepción amplia de la prevención del delito y la violencia, que combina tanto acciones de promoción social - valórica y cívica sobre personas que presentan un riesgo relativo mayor de desarrollar actividades delictuales, como las acciones de control desarrolladas a través del sistema de justicia criminal. Así, mientras los sistemas informales de prevención buscan evitar el involucramiento criminal de personas en riesgo social, los sistemas de control generarían un efecto disuasivo sobre personas que potencialmente delinquirían – de no existir estos mecanismos de control o si ellos fueran muy débiles- de abstenerse de cometer actos delictuales. 3.3 ¿Qué es una estrategia de prevención del delito y la violencia? La idea de una estrategia de prevención del delito y la violencia apunta a intervenciones de política pública interrelacionadas, articuladas y promovidas por el Estado, que tienen por finalidad evitar la ocurrencia de actos delictuales y/o violentos, reducir la incidencia de la violencia y criminalidad o evitar que estas escalen a niveles socialmente disruptivos. Así, por ejemplo, las estrategias de prevención del delito y la violencia necesitan, por un lado, identificar y reconocer los factores específicos que, en cada sociedad, son los que generan la violencia y la criminalidad observadas y, por otro lado, que los esfuerzos que se desarrollan en este ámbito sean articulados y coordinados. Ello requiere que los diversos programas e intervenciones se integren en una estrategia que los coordine y articule. Por ejemplo, la estrategia de prevención del delito y la violencia desarrollada en Guatemala consideró el diseño e implementación de planes de prevención en quince Departamentos y Municipios5. Los planes se desarrollaron en cinco fases. En la primera, se crearon alianzas entre la policía, los ciudadanos, las autoridades y medios de comunicación, con la finalidad de establecer las plataformas que le dieran soporte social a los planes. En la segunda fase, se desarrolló el diagnóstico, que consideró la identificación de los delitos y las zonas donde ocurrían, el análisis del problema criminal, sus causas y posibles respuestas. En la tercera fase, las Comisiones a cargo de los planes analizaron el diagnóstico, identificaron, discutieron y decidieron las medidas a implementar y establecieron los compromisos con los responsables de ejecutar las medidas. En la cuarta fase, se implementaron los planes y se desarrolló el monitoreo y seguimiento del funcionamiento de las medidas en la práctica. En la quinta fase, se desarrolló una evaluación integral de los resultados e impactos de los planes, lo que sirve de retroalimentación a la Comisión, autoridades, policías y comunidad, permitiendo reorientar o reforzar los planes. Cuadro: Ejemplos de posibles intervenciones desde el gobierno local 5 Los quince Departamentos y Municipios en los que se implementó la estrategia con: Antigua, Cobán, Chimaltenango, Esquipulas, Huehuetenango, Jutiapa, Malacatán, Rabinal, San Benito, Santa Cruz del Quiché, Santa Lucía Cotzumalguapa, Sololá, Villa Nueva, Xela y Zacapa. 11 3.4 Contenidos de una estrategia, según tipos de prevención del delito y la violencia. Buvinic y Morrison (2000) señalan que las acciones preventivas pueden ser analizadas en torno a las siguientes cuatro polaridades: • • • • Modificar los factores estructurales o los factores detonantes de la violencia y la delincuencia. Modificar los factores sociales y situacionales. Modificar los factores de riesgo (programas focalizados) o desarrollo de intervenciones integrales (programas comprensivos). Apuntar a toda la población (prevención primaria), grupos de alto riesgo (prevención secundaria) o a los victimarios o a sus víctimas (prevención terciaria) Estas polaridades no deben ser vistas como intervenciones excluyentes entre sí, sino como ámbitos de acción complementarios en los que la implementación - sostenida en el tiempo- de políticas y programas contribuirá a la reducción de los niveles de delito y violencia. 3.4.1 Prevención primaria, secundaria y terciaria. La prevención primaria significa apuntar a disminuir los factores de riesgo y aumentar los factores protectores asociados a una amplia población (por ejemplo, mujeres adultas, estudiantes secundarios, etc.). La prevención secundaria se enfoca en grupos que poseen un alto riesgo de exhibir o desarrollar conductas violentas o actos delictivos (tales como los jóvenes con precariedad económica y social). La prevención terciaria está asociada a individuos que han sido víctimas o victimarios de la violencia y la delincuencia, para evitar su victimización o su reincidencia. 3.4.2 Niveles de intervención de las estrategias de prevención del delito y la violencia. La literatura sobre políticas públicas de prevención delictual identifica los siguientes niveles de intervención: 12 Prevención primaria: Es la prevención social por excelencia. Es una estrategia de apoyo a segmentos relativamente amplios de la población y, comúnmente, responde a necesidades inespecíficas, actuando sobre los contextos sociales y situacionales que favorecen la violencia y el delito. Prevención secundaria: Están dirigidos a individuos o grupos sociales específicos, claramente identificados como proclives a incurrir en conductas habituales de violencia y delincuencia. La prevención de carácter secundario con frecuencia se orienta a neutralizar las condiciones para que aparezca el delito. Prevención terciaria: Es propiamente rehabilitación. Va dirigida a grupos específicos de personas que han cometido infracciones a la ley, que han ingresado al sistema penal, buscando promover tratamientos que eviten su reincidencia (Tocornal, 2004; World Bank, 2003). Para ejemplificar, se expone a continuación una estrategia de prevención que contiene estos tres niveles, que toma la forma de medidas destinadas a prevenir la violencia y delincuencia juvenil (Sapoznikov, 2002). Prevención primaria: Para prevenir la violencia de grupos vulnerables, actuando sobre los factores de riesgo: prevención para combatir la violencia intrafamiliar; programas de prevención de la violencia y delincuencia en instalaciones escolares; programas de infraestructura recreativa y comunitaria en zonas donde viven niños y jóvenes vulnerables, para establecer sitios de integración y hacer uso adecuado del tiempo libre; programas que promueven la retención escolar; programas para educar a padres y madres en manejo de la juventud; capacitación para empleo; programas de actividades culturales y artísticas; entre otros. Prevención secundaria: Dirigida a grupos en riesgo: como pandilleros y prostitutas; programas para rehabilitar a jóvenes adictos al alcohol o drogas; y programas de resolución pacífica de conflictos, entre otros. Prevención terciaria: Dirigida a menores y jóvenes que han delinquido y requieren rehabilitación y readaptación social. Se apoyan actividades para el mejoramiento de sistemas de rehabilitación de menores y jóvenes reclusos, para cerrar el círculo de la violencia y evitar la reincidencia delictual. Para ello, se apoyan actividades de educación y capacitación en temas como la resolución pacífica de conflictos; programas de educación básica; capacitación técnica; remoción de estigmatizaciones como tatuajes; actividades de apoyo sicológico y salud mental para adaptación social. Esquemáticamente, lo graficaremos en el siguiente cuadro: Cuadro Nº 3.3: Esquema de una estrategia de prevención en los tres niveles 13 ESTRACTO TOMADO DEL MÓDULO INTERACTIVO SOBRE SEGURIDAD CIUDADANA 14