165 JAZZ corner Jam session: El clímax jazzístico José Ramón García Amo SUBDIRECTOR GRAL. INFORMÁTICA Y COMUNICACIONES Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación S abido es que una de las características más representativas de este estilo musical (jazz) es la improvisación. Pero como en casi todo en la vida, hay grados. Se puede improvisar en determinados momentos dentro de una melodía conocida; se puede improvisar partiendo de una armonía sugerida por uno de los participantes o bien, se puede improvisar de principio a fin, es decir, subirse al escenario sin ensayos, sin tener nada preestablecido, sin determinar previamente las canciones a interpretar, o sea, la improvisación pura; la música es creada en ese mismo momento. Con la improvisación, el jazz alcanza su máxima expresión, su máxima dificultad. No hay que confundir improvisación con free jazz, pues se puede improvisar melódicamente. Además de los conciertos o actuaciones en clubes o bares, hay una modalidad que es el paradigma de la improvisación: las jam sessions (sesión de improvisación). Pero estamos ante una improvisación sobre melodías conocidas, sin preparación ni arreglos predefinidos. De alguna manera las jam sessions que se formaban en las calles de New Orleans constituyen el origen del jazz. El término jam parece tener sus orígenes en la década de los veinte y se refiere a "un pasaje corto, improvisado libremente, por toda la banda". El origen de esta palabra es confuso, pero podría proceder del idioma wolof, lengua del pueblo del mismo nombre y que es hablada por el ochenta por ciento de la población de Senegal. Normalmente las jam sessions son reuniones informales de músicos en pisos, fiestas o en determinados locales en los que de forma espontánea se reúnen una vez finalizados los conciertos o actuaciones en los que han participado. Otra característica, no imprescindible, íntimamente ligada a ellas, es su horario nocturno, after hours, iniciándose pasada la medianoche y terminando a altas horas de la madrugada. En las décadas de los 40, 50 e incluso 60, también eran habituales en horarios de tarde y prolongándose hasta la madrugada. En otro jazz corner hablé de la baronesa Pannonica de Koenigswarter, Nicca, mecenas, musa y amiga de muchos intérpretes de jazz en los años 50 y 60. Pues bien fueron famosas las jam sessions que organizaba en la habitación del hotel donde vivía. Durante los años cuarenta y cincuenta, el más famoso local de jam session fue el Minton’s Playhouse en New York. Aquí se reunían Ben Webster y Lester Young en maratonianas sesiones. El director de cine Robert Altman, recreó en la película Kansas City, el ambiente de su ciudad natal. Cuando contaba con diez años de edad, mafia y música de jazz se daban la mano en los años treinta. Altman nos brinda los duelos que mantenían en las jam sessions que protagonizaron Lester Young y Coleman Hawkins (interpretados por los músicos Joshua Redman y James Carter) en el Hey-Hey Club. Lester y Coleman se disputaban la corona de rey del jazz y tenían como espectador, nada más y nada menos que a Charlie Parker. Excelente película y excelente banda sonora que recomiendo su visión y audición y que nos permite vivir esos momentos mágicos. Cuando no me ve nadie, como ahora, gusto de imaginar a veces si no será la música la única respuesta posible para algunas preguntas. ANTONIO BUERO VALLEJO nº 21 abril 2008