420 FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES La bonorum possessio intestada no daba lugar a la adquisición de la propiedad quiritaria o de derecho civil. El poseedor de los bienes no adquiría por ese medio sino la propiedad in bonis o bonitaria sobre los bienes de la sucesión que le fueren adjudicados. ¿A quién se concedía la bonorum possessio intestada? El pretor estableció cuatro clases de sucesiones: • Unde liberi. La de los hijos legítimos, entre los cuales se contaba el adoptado, ya estuvieran bajo la patria potestad del causante en el momento de la muerte, o ya hubieran sido emancipados. • Unde legitimi. A falta de hijos se concedía la bonorum possessio a los herederos legítimos, según el sistema de la ley decenviral y en el orden preferencial de clases que ella establecía. • Unde cognati. A falta de herederos legítimos, según la ley decenviral, se llamaba a la bonorum possessio a los parientes por sangre o sea a los cognados, hasta el sexto grado. Sucedían por cabezas (in capita) excluyendo los más próximos a los más remotos. No tenía lugar la sucesión in stirpes en caso de un cognado premuerto. Los hijos legítimos podían suceder a la madre y los parientes maternos. • Unde vir et uxor. A falta de todos los parientes anteriores, era llamado a la bonorum possessio el cónyuge sobreviviente no divorciado. b) La sucesión intestada en los senado consultos y constituciones imperiales. Siguiendo la vía abierta por el pretor, el derecho imperial otorga una mayor consideración a los vínculos de la sangre. La ley de las DoceTablas no autoriza la sucesión recíproca entre madre e hijos, a no ser en la segunda clase civil –proximus adgnatus–, y siempre que aquella estuviera bajo el manus de su marido. En el edicto pretorio tal sucesión es posible, pero en la clase de los cognati, que se ordena tras la de los agnados. Un remedio a tales limitaciones – ius angustiae– viene dado por Claudio, al conceder a la madre la herencia de sus hijos, salvo que el remedio tiene alcance particular: la concesión se hace ad solatium liberorum emissorum, para consolarla de la pérdida de los hijos.