EL TRATAMIENTO DE ALTEZA REAL EN LA ESPAÑA DE 2016 José Luis Sampedro Escolar Numerario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía Cierto personaje a quien la falta de reacción de muchos ha permitido autoerigirse en pontífice de las materias heráldico- genealógicas en algunos foros -no, por cierto, los más prestigiosos- difunde sus extravagantes y forzadas interpretaciones de algunas normas jurídicas referentes al Derecho ceremonial, protocolario, dinástico y nobiliario. Tal persona hace ostentación de composiciones que se atribuye como armas heráldicas propias donde aparece la insignia de la Orden de Carlos III correspondiente, según los usos heráldicos comúnmente admitidos, a un caballero Gran Cruz, cuando el interesado ostenta la condición de mero caballero; igualmente usa de manera pública y reiterada la corona de Grande de España, y dice ostentar esta dignidad1 sin que figure como tal ni en la Guía del Ministerio de Justicia, competente en la materia, ni ante la Diputación de la Grandeza. También dice tener autorizado en España el uso de un título de duque, sin que el Ministerio de Justicia, que ha de tramitar estos asuntos, haya culminado expediente alguno con ese resultado, lo cual ya da idea de la fiabilidad de los asertos de su pluma fértil, que va tocando ciertos temas que merecen mayor respeto por parte de los estudiosos. También está suspendido como miembro de la Orden de Malta y fue expulsado en 2003 de L'Académie Internationale d'Héraldique, una prestigiosa corporación de investigadores sometida al derecho internacional suizo 2. Últimamente3 ha formulado varias afirmaciones acerca del tratamiento de Alteza Real en la España de nuestros días, forzando la interpretación del Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre (Boletín Oficial del Estado de 12 de noviembre), sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes. No hemos siquiera intentado en esta ocasión refutar sus afirmaciones en la misma tribuna donde se han difundido, porque la experiencia repetida en casos anteriores nos ha demostrado la dificultad de que se admita en su seno la discusión a lo dicho por este personaje. En un excursus acerca de quien denomina equivocadamente como S.A.R. Don Luis Alfonso de Borbón y Franco, que, como todos sabemos, es Don Alfonso de Borbón y Martínez –Bordiú, afirma que dicho Don Luis Alfonso, en 1987, estaba en posesión legal del título de Duque de Cádiz que ostentaba simultáneamente su padre, lo cual no es más que una disparatada interpretación literal del confuso Decreto de 22 de noviembre de 1972, por el que se autorizaba a Don Alfonso de Borbón Dampierre a usar en España la mentada dignidad ducal que, en la práctica, nunca compartió con sus hijos ni, en contrapartida, nunca llegó a ostentar tampoco S.A.R. Don Luis Alfonso, ni tan siquiera tras el fallecimiento de su padre4. La prueba evidente de que Don Luis Alfonso no fue tenido por Duque de Cádiz es que jamás apareció como tal en documento alguno de la Casa de S.E.el Jefe del Estado (intérprete legítimo del Decreto de 1972, firmado por Francisco Franco) ni en las diferentes ediciones dela Guía de Grandezas y títulos editada 1 2 3 4 http://web.archive.org/web/20150122171307/http://www.ceballos-escalera.es/473.html http://archive.wikiwix.com/cache/?url=http%3A%2F%2Faih-1949.com%2Fcirculaires%2F154.pdf http://web.archive.org/web/20150122171307/http://www.ceballos-escalera.es/473.html Al margen queda su posición de Jefe de la Casa Real de Francia y el uso, por este motivo del ducado de Anjou. en aquellos años por el Ministerio de Justicia, en la que sí aparecía como titular de esa dignidad Don Alfonso de Borbón y Dampierre. Dice luego el autor comentado que varias personas que al promulgarse el Decreto de 1987 gozaban del tratamiento de Alteza Real, lo perdieron porque ninguna de ellas tenía reconocido simultáneamente el uso de un título de la Familia Real y el tratamiento de Alteza Real y cita entre ellas a las hijas de Alfonso XIII, Doña Beatriz y Doña Cristina, a Doña Alicia de Parma y a las hermanas de la anterior Condesa de Barcelona 5, Doña Dolores y Doña Esperanza, pero, a los efectos del Decreto de 1987, las dignidades de Príncipe de Asturias, Infante de España y otras, como la de Príncipe de la Casa de Borbón, son asimilables a los títulos de la Casa Real, y por ello el artículo tercero dice literalmente: 3. Fuera de lo previsto en el presente artículo y en el anterior, y a excepción de lo previsto en el artículo 5 para los miembros de la Regencia, ninguna persona podrá:a) Titularse Príncipe o Princesa de Asturias u ostentar cualquier otro de los títulos tradicionalmente vinculados al Sucesor de la Corona de España.b) Titularse Infante de España. A estos efectos, el Decreto parangona la condición de Infante con un título, pues, de no ser así, no diría titularse sino usar la dignidad de Infante de España. Por ello, es erróneo y equivocado decir que, por disponerlo así el repetido Decreto de 1987, perdieron el tratamiento de Alteza Real Doña Beatriz y Doña Cristina de Borbón y Battenberg, Infantas de España por nacimiento, y Doña Dolores y Doña Esperanza de Borbón y Orleáns, ambas Princesas de la Casa de Borbón, así reconocidas formalmente por Alfonso XIII. Pasemos ahora al caso de Doña Alicia de Parma, viuda del Infante Don Alfonso de Borbón Dos Sicilias. La práctica imperante en la Familia Real española antes del exilio de 1931 era que si un Infante, de Nacimineto o de Gracia, contraía matrimonio considerado igual dinásticamente su cónyuge se convertía en Infanta, y así ocurrió en el caso de Doña Luisa de Orleáns, segunda esposa del Infante Don Carlos6, desde 1908, por lo que Doña Alicia, nacida Princesa de Parma con tratamiento de Alteza Real, fue denominada Infanta, y así aparece, por ejemplo, en las listas oficiales de asistentes a la boda de Don Juan Carlos y Doña Sofía, en 1962. Si al erudito doctor le parece insuficiente reconocimiento por parte de la Jefatura de la Casa Real española se arrogaría facultades interpretativas en la materia más allá de lo decidido al respecto por el Conde de Barcelona. La disposición transitoria tercera del Real Decreto de 6 de noviembre de /1987, dispone que los miembros de la familia de Don Juan Carlos I que tuviesen reconocido el uso de un título de la Casa Real y el tratamiento de Alteza Real, podrán conservarlo con carácter vitalicio. Esta es la situación de Doña Alicia en 1987, y así se comprobó en la relación de invitados a la boda del entonces Príncipe Don Felipe, en 2004 (vid.: página web de la Casa de Su Majestad el Rey, Relaciones con los Medios de Comunicación). Critíquese la mala redacción de los decretos de 1972 y 1987, pero no se hagan torcidas interpretaciones para llegar a conclusiones prejuzgadas, cuales son la supuesta incapacidad para usar tratamientos regios en España por parte de los miembros de 5 La actual Condesa de Barcelona es S.M. la Reina Doña Letizia, a quien, curiosamente, el autor aquí comentado niega el tratamiento de Majestad y hasta el de Señora, según puede leerse en la página 62 del libro La Corte de Felipe VI, de Daniel Forcada y Alberto Lardiés, La Esfera de los Libros, Madrid, 2015. Muy curiosa forma de cumplir lo dispuestoen el decretode 1987por quien ostenta el cargode asesor heráldico de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. 6 Real Decreto de 18 de febrero de 1911, por el que Alfonso XIII concede la Gran Cruz de Beneficencia a S.A.R. la Serenísima Señora Infanta de España Doña Luisa Francisca de Orleáns. Dinastías ajenas a la española, sean cercanamente vinculadas a ella, como la de las Dos Sicilias y la de Parma, o más alejadas, como la de Bulgaria o Rusia. Doña Ana, la viuda de S.A.R. el Infante Don Carlos, nació con el tratamiento de Alteza Real como hija del Pretendiente orleanista al Trono galo, tenido como Jefe de la Casa Real francesa por Don Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona como Jefe de la Dinastía de España. Cuando esta señora casó, en 1965, con el Príncipe Don Carlos de las Dos Sicilias, Duque de Calabria ante el Jefe de la Casa de España, el antes mencionado Conde de Barcelona la tenía igualmente por Alteza Real, y como tal compareció en actos como el bautismo del actual Rey, en 1968, la Jura de Don Juan Carlos I ante las Cortes Españolas, el 22 de noviembre de 1975, o la Misa de Espíritu Santo con que se ianuguró el reinado una semana después. No le es de aplicación, por tanto, el Decreto de 1987, sino los usos que nuestra Casa Real guarde con los miembros de otras Dinastías. ¿Pretende el autor glosado que las comunicaciones del Rey Felipe VI con los monarcas extranjeros, reinantes o no, se rijan por el Decreto de 1987? Parece difícil que la Reina de Dinamarca, el monarca sueco, el Rey de los helenos o la Princesa Heredera de los Países Bajos se vean privados de su tratamiento por no estar mencionados en el dicho Real Decreto. Alfonso Ceballos-Escalera y Gila (izquierda de la imagen), junto a SS. AA.RR. el Infante Don Carlos y la Princesa Doña Ana, Duques de Calabria, en noviembre de 2010