Las cinco regiones del mundo. Ensayo de interpretación espacial1 Joaquín Roberto González Martínez Universidad Veracruzana. El concepto de altepetl Uno de los conceptos que últimamente han llamado la atención de los investigadores es el altepetl para designar las unidades poblacionales mesoamericanas. El agua, el cerro, este significativo difrasismo náhuatl nos muestra una multitud de símbolos codificados en este concepto. Espacialmente, los altepeme reunían las siguientes características:2 • • • • • • • Unidades territoriales simples compuestas de cuatro tlaxilacalli (denominadas barrios por los españoles), o bien de un número de secciones múltiplos de cuatro, esto aludiendo a los “cuatro lados del mundo”, más el quinto que era precisamente el centro. Un aspecto a determinar sería la correlación entre las cuatro partes del mundo y los cuatro soles era de la humanidad, más la quinta, o sea, el presente. Tales unidades eran en principio endogámicas, lo que no significaba que practicaran el incesto, ya que sus componentes, los calpolli, tendrían que ser exogámicos. Con el fin de mantener su unidad como parte del altepetl y consecuentemente la posesión de sus tierras, debían de rotar la elección de las parejas en cada una de las cuatro partes por cada generación, de tal forma que, el parentesco desapareciera a la quinta generación sucesiva de Ego, haciendo que el matrimonio con los hijos de un bisabuelo fuera factible, iniciando una nueva rotación al interior del altepetl. Tal rotación pudo darse también en los representantes políticos del altepetl en su conjunto. El tlatoani sería así un primus inter pares elegido de forma sucesiva y rotatoria entre los representantes de los linajes dominantes de cada sección (Cf. Zorita, 1942).3 Los altepeme podían tener un dominio vertical u horizontal de nichos ecológicos, lo que hacía que su producción fuera diversa y sus mercados tuvieran un carácter más bien ritual y de complemento que mercantilista propiamente dicho. La unidad altepetl tendría pues, sus deidades y tianguis propios. Las cuatro esquinas tenían sus atributos específicos en función de la cosmovisión mesoamericana. En los altepeme compuestos, las cuatro esquinas rituales estarían representadas en cada unidad específica, así, un altepetl situado, por ejemplo al occidente del centro del altepetl superior al que pertenecía, sería a su vez centro de su propia unidad con sus respectivos puntos cardinales. Una especie de cajas chinas en donde el concepto de los cuatro lados estuvieran localmente representados con sus respectivas atribuciones. Una división en mitades sobrepuesta a las cuatro partes del mundo. Tanto el sistema de mitades como las divisiones cuadrangulares responden a dos tipos de contextos, en principio, estrechamente relacionados entre sí. Por una parte deriva del concepto filosófico de la dualidad y sus diversas manifestaciones culturales y sociales y que la división de las cuatro partes bien pudo tener relación, al menos simbólica, con las cuatro edades del mundo. Por otra parte, una organización social de base cuatripartita no sólo implicaba la rotación de funciones, sino de parejas, lo que garantizaba un control sobre el territorio por un número determinado de linajes. En este trabajo voy a tratar de presentar las bases culturales del patrón prehispánico de poblamiento (manifiesto sobre todo en el citado atlepetl), analizando las “Cinco regiones del mundo” del Códice Borgia, en cuya iconografía podrían estar codificadas una serie de símbolos culturales característicos de los altepeme, que no fueron documentados en trabajos, al menos, ahora conocidos. Las cinco regiones del mundo En otro lugar (González Martínez 1992, 2008) describí otra serie de láminas del Códice Borgia, cuyos símbolos aparecían nítidamente yuxtapuestos en el ordenamiento tzeltaltzotzil altochiapaneco aun en la década de los 70 En esta ocasión me referiré a otra serie de láminas, las numeradas del 49 al 53 en la edición de Seler intituladas “Las cinco regiones del mundo”. La diferencia entre ambos conjuntos no sólo se refiere a los numerales (seis regiones en un caso y cinco en el otro) sino a que el primer conjunto representa lo que podríamos denominar las “regiones celestes” con respecto a las "terrestres", así como el Inframundo , en relación al cielo, mientas que el segundo se refiere más a las regiones terrestres propiamente dichas, en cuya parte superior se destacan los sostenes de otros tantos cielos no necesariamente coincidentes con la región terrestre respectiva, además de un “centro” que se yuxtapone al centro “interior” de la tierra y no sólo al punto “central” de cada una de las regiones correspondientes a cada uno de los puntos cardinales. La iconografía de los altepeme es múltiple. Para los tiempos prehispánicos, ponemos como ejemplo el mapa de Coatlichán, estudiado por Mohar, en donde no sólo se ilustra, sin aun mejor, se informa de lo que pudo ser la organización territorial de este altepetl en concreto. Esquema de barrios de Coatlichan Fuente: Mohar, (1994, 39) A1 = Tlacuchcalco, E3 = Mexicapan, C1= Tlalnahuac, F2 = Culhuacan Barrios: B1 (?), D1 = Ahuachtlan, E1 = Tlacateco, E2 = Nonohualco, F1 = Xicolanculhuacan Tanto Seler, como Andersen, Jansen y Reyes García le atribuyen a estas láminas un carácter espacial. Aquí me he propuesto intentar una interpretación muy aproximada de la relación espacio – tiempo ahí contenida. Como va dicho, intentaré esbozar algunas ideas que me permiten relacionar ciertos elementos rituales con la concepción del altepetl. Los elementos que aparecen en cada lámina son comunes por lo que cada representación puede tener relación con ciertas constantes de poblamiento. Tal es el caso del árbol o planta en el que se posa un ave, idea que aparece asociada al elemento fundador del altepetl Tenochtitlan. Por lo demás, ciertos elementos calendáricos y temporales pueden representar la sucesión de los “cuatro soles” o “cuatro edades de la tierra”. Veamos más de cerca estos aspectos. Como hemos visto, el número cuatro aparece asociado a diversas manifestaciones culturales mesoamericanas. Cuatro son los lados del mundo, cuatro las edades o soles de la tierra anteriores a la presente, la quinta, gobernada bajo el signo cuatro movimiento, fueron cuatro los que teomamas cargaron a Huitzilopochtli durante el peregrinar nahuatlaca. Según el Códice Aubin “los mexicanos emigraron de Aztlan. Su primer paso fue caminar en cuatro tribus o fracciones (nahucalpotin)”, o bien en múltiplos de cuatro: “… navegando ó en medio de las aguas. Así juntos venían en sus embarcaciones (acaltita) arrojando sus redes hasta que encontraron vado y allí desembarcaron, pero ya hecho ocho tribus o familias (chiumacalpotin)…” (Códice Aubin, 1979; 89) Si consideramos que los altepetl estaban organizados en calpolli en principio endogámicos y éstos a su vez en grupos de linajes, parecería que la cifra cuatro, en términos de organización social y territorial no sólo estaba asociada a un sistema de mitades, sino que dicha cuatripartición adquiría una mayor significación en la que los elementos “religiosos” y “civiles” se yuxtaponían en unidades coherentes y organizadas; que tal organización no sólo tenía cierta relación con las cuatro edades pasadas y la presente del mundo y, de manera muy particular, con la rotación de parejas en sistemas. a) Las cinco regiones terrestres del mundo Las láminas se conforman de una serie de elementos que guardan cierta relación entre sí. Los elementos centrales y más destacados a las cinco láminas consisten en un árbol o planta en cuya copa o parte superior se posa un ave así como arriba de éstos, un templo con su respectiva deidad. A nuestra derecha vemos, de arriba abajo, tres escenas, una violenta en la parte superior, una pareja tzimine cayendo en el centro y un sacador de fuego en la parte inferior. A nuestra izquierda, otras tres escenas: en la parte superior (atrás del templo de la parte central) otro árbol alimentado por la sangre de un ave así como una figura jugando con pelotas, una casa en cuyo interior hacen el amor una pareja de dioses y en la parte inferior un, según Seler, dios solar en la figura de Nanahuatzin con su respectivo numeral, un trono en cuyo asiento aparece un signo asociado a otro numeral. Finalmente, hay una serie de círculos, 48 para ser más exactos, 12 por cada lado Este, Norte, Oeste y Sur, a los que se anexarían los signos calendáricos (cuatro) en las partes inferiores de las láminas, lo que nuevamente nos da la cifra 52 equivalente al número de años del siglo prehispánico. Veamos brevemente cada uno de estos símbolos. Región del Este En la lámina 49 (región del Este) se destacan en la parte inferior un árbol de piedras preciosas que surge del pecho de Cihuacoatl, diosa de la tierra. En la copa del árbol se yergue un quetzaltotol (el quetzal, ave florida), mientras que en la parte superior aparece un templo solar ante el cual se presenta su deidad, Tonatiuh. Existen múltiples fuentes que dan fe del carácter sagrado de la región este, el tlalocan, por lo que no vamos a insistir en esto por ahora. Región del Norte En la lámina 50 correspondiente a la región del Norte, en su parte central se destaca una cactácea que surge también del pecho de Cihuacoatl, en su copa se posa un águila. En la parte superior de la escena central hay otro templo con el símbolo lunar, frente al cual aparece una deidad asociada a la luna (Meztli). Región del Oeste En la lámina 51, correspondiente al Oeste, el “árbol” está representado por una mata de maíz, en cuya parte superior se posa otra ave (según Seler un colibrí, por lo general asociado al sur). En el templo de la parte superior aparece Cinteotl, dios del maíz. Región del Sur La lámina 52 corresponde al sur, cuyo árbol brota de la diosa de la tierra, estando posado en su copa un perico. El templo de la parte superior aparece un búho (tecolotl), ave nocturna y frente a éste, Mictlantecuhtli, dios de la muerte. Región del Centro La región central (lámina) 53 la diosa de la tierra aparece recostada sobre un cipactli (lagarto). Del pecho de la diosa surge un árbol en el que se posa un quetzal a cuyos extremos sobresalen dos deidades, Quetzalcoatl a nuestra izquierda y Macuilxochitl, a la derecha. La diosa está rodeada de un círculo de agua que indica la unidad agua tierra anahuatl o, tal vez, altepetl. En suma, la región del Este tiene el atributo relacionado con la divinidad, la fertilidad y la riqueza, la del Oeste al maíz y las actividades agrícolas, la del Norte, a un cactus que nos evoca la aridez y un águila sinónimo sea de rapiña y quizás de carroña, lo que nos remite a la guerra y todo tipo de actividad contraria al sedentarismo agrícola y, finalmente el Sur, a la muerte más bien ritual, como ya ha sido sugerido en el capítulo primero de este trabajo. El centro mantiene una posición evidentemente neutral, aunque tal vez también un tanto ambivalente con relación no sólo al centro propiamente dicho, sino al interior de la tierra en cuanto tal. Los símbolos restantes de las cuatro regiones Este, Norte, Oeste y Sur se distribuyen, como va dicho, en dos columnas, a la izquierda y a la derecha de cada lámina, veamos cada una de esta serie: Región del Oriente. En el ángulo superior derecho se ve una escena violenta con la figura de un murciélago amenazando con cortar la cabeza a una deidad, debajo de esta imagen, un par de Tzitzimime descienden en dirección a un sacador de fuego, relacionado con la ceremonia del fuego nuevo (Motolinia, (2001:40), en este caso, correspondiente al país del Oriente. En la columna de la izquierda observamos, en el ángulo superior derecho (parte, a su vez, trasera del templo central) otro árbol que es alimentado por la sangre de un quetzal, a la izquierda, la figura de un mono (ozomotli) jugando con unas pelotas, lo que induce a Seler a suponer un juego de pelota,4 con sus atribuciones ya mencionadas con respecto al Norte y al Sur. Inmediatamente abajo se ve una casa en cuyo interior una pareja (Xochiquetzal y Tonatiuh) realizan el acto amoroso, finalmente, en la parte inferior izquierda, dos escenas, una que puede representar al dios Nanahuatzin (en tanto origen del dios solar) con el signo cinco hierba y a su derecha un símbolo lunar sobre un asiento con el signo cuatro fuego. Región del Norte. En la columna de la derecha, en la parte superior aparece una escena violenta entre un Mixcoatl y un ocelote, inmediatamente debajo las Tzitzimime descendiendo a la tierra y en la parte inferior el sacador de fuego correspondiente a esta región. En la columna de la izquierda, en la parte superior otro árbol, esta vez alimentado por la sangre del ave respectiva al norte (el águila) y a su lado un guajolote (chalchiuhtotolin) jugando también con pelotas (nuevamente la evocación del juego de pelota). Al centro, una casa en donde dos deidades lunares realizan también el acto amoroso, mientras que en la parte inferior, nuevamente el dios solar en la figura del Nanahuatzin se ve asociado al 5 viento (Macuhilehecatl) e inmediatamente sobre el asiento un símbolo del agua con el signo “cuatro conejo” (nahuitochtli). En la región del Oeste los conjuntos de la columna de la derecha son, en el extremo superior una figura de Tlahuizcapantecuhtli en actitud de golpear a la figura de un cipactli (lagarto) o bien ocipactli (pez espada), en todo caso una acción sobre la superficie terrestre. Nuevamente, las Tzitzimime descienden en dirección a la parte inferior en donde aparece el sacador de fuego de esta región. En la columna de la izquierda, en la parte superior el árbol recibe la sangre del cipactli, en cuya copa se nota un motivo solar, a la izquierda, otro cipactli juega a la pelota. En el interior de la casa Xochiquetzal y Tepeyollotl hacen el amor. En el extremo inferior el dios Nanahuatzin tiene el motivo 5 venado y, a la derecha, el asiento con el signo del fuego asociado al signo cuatro caña. Con respecto a la región del Sur aparecen casi los mismos motivos. En la columna de la derecha, en la parte superior aparece otra escena violenta entre un águila, una serpiente y un conejo. En la parte media descienden las Tzitzimime del Sur en dirección al sacador del fuego de esta dirección. En la columna de la izquierda, se nota un árbol cubierto por un bulto de ceniza, a su izquierda aparece Mictlantecuhtli jugando con unas pelotas; abajo también una casa en cuyo interior los dioses de la muerte hacen el amor y, finalmente, en la parte inferior izquierda vemos al Nanahuatzin con el signo “cinco soga” y a un Tonatiuh con el signo “cuatro piedra”. En esta breve caracterización me gustaría destacar varios hechos relacionados con la categoría tiempo: Por una parte, la existencia de un “sacador de fuego” escena que alude a la ceremonia del fuego nuevo, o sea, el final del siglo de 52 años; Por otra parte, la figura en la parte inferior izquierda de una deidad que Seler identifica como Nanahuatzin, el dios buboso que se inmola en el fuego para crear el ”quinto sol”. Este dios lleva la cifra cinco relacionada con un signo, así: Oriente; 5 movimiento, macuilollin ( Cf. signo caña / acatl) Norte; 5 viento, macuilehecatl (Cf. signo piedra / tecpatl) Poniente; 5 venado, macuilmazatl (Cf. signo casa / calli) Sur; 5 soga de hierba, macuilmalinalli (Cf. signo conejo / tochtli) Para Seler, los nombres de estos cuatro soles o Nanahuatzin pertenecen en este orden al primero, segundo, tercero y cuarto días del Tonalamatl dispuesto en columnas de cinco miembros, lo que corresponde al Oriente, Norte, Oeste y Sur, siendo además los últimos días de los años que empiezan con los signos ácatl, tecpatl, calli y tochtli, años correspondientes también al Oriente, Norte, Oeste y Sur. De esta manera la fecha 5 movimiento del cielo del Este representa “el último día de los años correspondientes al Este, o bien, valga la frase, las cenizas de las cuales surgirá el nuevo año, el año tecpal, el año del Norte: […] Macuiehecatl representa el numen que trae los años calli, o sea los años relacionados con el Oeste; que el Nanahuatzin llamado Macuilmazatl trae los años tochtli, o sea, los años correspondientes al Sur y que […] Macuilmalinalli es el traedor de los años acatl, es decir, los años vinculados con el Este” (Seler; 100101). Con base en lo anterior, no sólo se sugiere una representación de las cuatro regiones de la tierra, sino de cuatro periodos que se suceden uno a otro, de tal manera que el primero (de 13 años si de un tonalamatl se trata) corresponde a la región Este, la segunda trecena a la región Norte, la tercera a la región Poniente y la cuarta a la región Sur, en donde el sacador de fuego de la parte opuesta (lado inferior derecho) reforzaría la idea de una continuidad de cuatro periodos asociada a las cuatro partes de la tierra.5 Una segunda cuestión que se puede destacar es la conformación en sí de cada lámina. Hemos afirmado líneas arriba que los cuatro rumbos de la tierra en el concepto de altepetl bien pudieron estar representados en cada unidad espacial, de la mayor (si por ejemplo de un sistema complejo se trataba, como lo fueron los altepeme que conformaron la llamada Confederación de la “Triple Alianza”) hasta las unidades menores de altepeme simples. De esta manera, los atributos para cada una de las cuatro partes del mundo podían encontrarse codificados en cada una de las unidades espaciales. Así, los atributos del Este, Norte, Oeste y Sur los encontraríamos a cada escala espacial, en donde los respectivos “centros” cumplían con la función ritual correspondiente, una especie de “cajas chinas” en la que un gran cuadrado contenía subunidades en las cuales los atributos se repe- tían: un altepetl situado al Occidente de un centro ritual, tenía su propio “Este”, “Norte, “Oeste” y Sur”. En nuestras láminas de las cinco regiones del mundo podemos observar rasgos de tales atributos si hacemos una observación un poco más detenida de las mismas. Como toda representación espacial, las “cinco regiones del mundo” aparecen símbolos que tienen que ver con dichas orientaciones. Si suponemos que cada una de las regiones se desdoblaba en cuatro partes con su “centro” particular y que a su vez, cada uno de estos “centros” se orientaba a un Este, un Norte, un Poniente y un Sur, se puede sugerir que cada una de las láminas poseía en sí misma un atributo cuatripartita y a la vez dual. Si partimos del hecho que la región Oriente se dibujaba en la parte alta y la del Oeste en la parte baja de las representaciones espaciales, encontraríamos en nuestras láminas los siguientes atributos: Sacrificio vital (constructivo) =/= Lucha cósmica (destructiva) Dioses haciendo el amor (fecundidad) =/= Tzitizimine descendiendo (no fecundidad) Nanahuatzin (final del siglo) =/= Sacador del fuego (principio de siglo). En la parte inferior de las imágenes centrales vemos a la diosa de la tierra de la cual surge un árbol, un cactus, una mata de maíz y un árbol de fuego, elementos totalmente terrestres (Oeste) que se contraponen y a la vez complementan con la parte alta representada por un templo y una deidad frente a él (Oriente). Es posible pues observar una contraposición entre el mundo de lo alto (en este caso el Oriente) y el de lo bajo (el Poniente) para cada una de las láminas consideradas en sí mismas. Desde el punto de vista de los símbolos que aparecen a la derecha y a la izquierda se nota una relación recíproca e inversa, sobre todo en el Nanahuatzin de la izquierda en tanto “ceniza” del viejo siglo y el sacador de fuego en tanto ceremonia del “fuego nuevo”. Por lo demás, la relación entre los dioses haciendo el amor, símbolo indudable de fecundidad y reproducción se contrapone a la mala suerte que traen las Tzitzimime en su descenso a la tierra; finalmente, la lucha cósmica de la parte superior derecha bien puede tener una oposición con el sacrificio ritual y vivificador de la parte superior izquierda. En suma, parecería que la relación Este-Oeste se hace evidente en cada una de las láminas, aunque la Norte-Sur no parece clara, no obstante, la contraposición entre elementos rituales y materiales nos evocan la dualidad representada en el espacio y, consecuentemente, en la sociedad que lo habita. b) Los cuatro sostenes del cielo Como ha sido señalado, en la parte superior de estas láminas aparecen los cuatro sostenes o columnas del cielo referidos a los cuatro puntos cardinales y al centro. Las imágenes se dividen en dos cuadretes, en el de la izquierda se representa una deidad terrestre en tanto columna de la tierra (Seler) con sus símbolos y en el de la derecha una deidad celeste cargando al cielo respectivo. En la parte inferior de ambos cuadretes aparecen ciertos signos de los días y, en la parte superior a cada deidad celeste un signo también calendárico. Cielo del Oeste En la lámina 49 aparece en el cuadrete de la izquierda a XipeTotec, deidad representativa de las enfermedades, de la primavera y de la agricultura, así como del lado terrestre occidental, en la parte de abajo aparecen los signos buitre (cozcacuahutli), águila (cuahutli) y jaguar (ocelotl). En el cuadrete de la derecha vemos aTlahuizcalpantecuhtli sosteniendo el cielo occidental frente a los símbolos de la guerra y bajo el signo malinalli soga de hierba, debajo del dios aparece el signo caña. Escenas que, según Seler, representan la dualidad tierra y cielo del Oeste. Cielo del Sur Sobre la región del Norte de la lámina 50 aparecen, en el cuadrete de la izquierda una imagen de Mictlantecuhtli frente a un búho y una serpiente bajo los cuales aparecen los signos lagarto (cipactli), flor (xochitl) y lluvia (quiahuitl). En el cuadrete de la derecha Huitzilopochtli carga un cielo del sur sobre el cual aparece el signo ollín tonatiuh, debajo del dios aparece el signo pedernal (tecpal). La deidad está ante una olla tal vez de miel. En ambos casos tenemos la relación, según Seler, de la columna terrestre y el sostén del cielo ambos del punto cardinal Sur. Cielo del Este Sobre la región del Oeste aparecen otros dos cuadretes. En el de la izquierda está una figura de Xochipilli, (dios de nuestro sustento), bajo el cual aparecen los signos muerte (miquiztli), serpiente (coatl) y lagartija (cuetzpalin). En el cuadrete de la derecha Quetzalcoatl sostiene el cielo del Oriente bajo el signo viento (ehecatl), debajo de la deidad tenemos el signo casa (calli), representando el conjunto columna y sostén del cielo oriental. Cielo del Norte Finalmente, sobre la región del Sur el cuadrete de la izquierda corresponde a la columna terrestre del Norte y el de la derecha el sostén del cielo del Norte. En el primero aparece Cinteotl, dios del maíz, bajo el cual están los signos perro (izcuintli) y agua (atl). En el cuadrete de la derecha, Mictlan- tecuhtli sostiene al cielo bajo el signo del ciervo (mazatl). Debajo de esta deidad aparece el signo conejo (tochtli). Como vemos pues, en el análisis de Seler sobre la región del Oriente se encuentra el sostenedor del cielo del Oeste, sobre la región del Norte el sostenedor del cielo del Sur, sobre la región del Oeste, el sostenedor del cielo del Este y sobre la región del Sur el sostenedor del cielo del Norte. Nuevamente se destaca la lógica de las oposiciones, aunque aquí habría que hacer una observación con respecto al “colibrí” que se posa en el árbol de la región Oeste (y no en el del Sur donde en teoría debería de estar), sin embargo, ¿se trata en efecto de esta ave y no de un buitre? y el dios Cinteotl como columna terrestre del cielo del Norte, totalmente desubicado de los contextos agrícolas que caracterizan a este dios y que Seler supone como sustituto de alguna otra deidad, aunque no se especifica la razón de dicho cambio.6 En conjunto tenemos las siguientes relaciones derivadas de las cinco regiones del mundo: La secuencia en un plano cuadricular para las regiones sería pues contraria al movimiento de las manecillas del reloj: La secuencia para los cielos sería entonces la inversa: Finalmente, una rotación en forma diagonal la encontramos en la lámina 25 denominada las “Cuatro serpientes emplumadas” (Códice Borgia; 72) en donde volvemos a encontrar las orienta- ciones cardinales de la siguiente forma: En este esquema7 vemos repetida la secuencia de orientaciones contrarias pero esta vez en forma diagonal: el Sur con el Norte y el Este con el Oeste, en un sistema cuadrangular que evoca las posibilidades de rotación en un patrón de poblamiento cuadrangular. De esto se deducen ciertas posibilidades ya señaladas por Lokchart en los esquemas anteriores con respecto a la rotación social en las partes del un atlepetl compuesto de sólo cuatro secciones. En la medida en que se hiciera más complejo, las posibilidades de rotación eran mayores, sobre todo en lo que los intercambios de parejas en un sistema de parentesco extenso de trataba. Hemos señalado la conformación en calpolli de cada unidad atlepetl. Se ha dicho también que estos eran unidades endogámicas. Sin embargo, la endogamia no significa la práctica del incesto; de esta manera, una vez agotadas las posibilidades de alianzas matrimoniales entre parejas de una sección, se tenía que recurrir entonces a la búsqueda de pareja en una sección con la cual una persona no estuviera emparentada. Esta posibilidad la daba precisamente una organización de base cuatro, en la que la relación de parentesco se reconociera hasta una cuarta generación inclusive a la de Ego, así: Las flechas marcan la dirección de alianzas de parentesco: Este, Norte, Oeste, Sur. Supongamos un altepetl que consta de cuatro secciones en la que Ego se situaría en la sección A. Una vez agotadas las posibilidades de matrimonio en su propia sección (ya que, en principio, todos sus miembros tendrían que ser parientes), Ego buscaría pareja en la sección C, de tal forma que los hijos e hijas de Ego serían parientes tanto de los miembros de la sección A (por parte paterna o materna, dependiendo de un sistema patrilineal o matrilineal8) como de la sección C, por lo que, los nietos de Ego buscarían su pareja en la sección B.Así, estos nietos eran parientes tanto de la sección B (sus primos y agnados de la misma generación), de la sección C (al cual pertenecería uno de sus progenitores y los parientes del mismo) y de la sección A (perteneciente a los parientes del abuelo), por lo que se abriría la posibilidad de matrimonio con una pareja de la sección D. Los descendientes D de Ego (una cuarta generación descendente) estaría pues emparentada con los miembros de las secciones D, B y C, pero ya no con los de la sección del tatarabuelo (padre del Ego inicial A), abrién- dose la posibilidad de matrimonio de los miembros de la sección D con personas de la sección A, con lo cual se iniciaría un nuevo ciclo de rotación de parejas, garantizándose, a la vez, la endogamia dentro del altepetl considerado. Esto con respecto a la organización social, en especial la de parentesco. En otro orden de cosas surge la cuestión de si la sucesión Este, Norte, Oeste y Sur con sus respectivos Nanahuatzin, ¿estaría relacionada con los cuatro periodos de la la tierra? De esta suerte, el primer Sol estaría asociado al Oriente, el segundo al Norte, el tercero al Oeste, el cuarto al Sur y el quinto Sol que regía a la llegada de los europeos, de nuevo al Oriente, lado sagrado por excelencia, de tal forma que cada una de estas cuatro edades, los respectivos centros estarían orientados en una dirección específica.9 En suma, estas implicaciones de las cinco regiones (lados) del mundo y los cuatro periodos (más el quinto actual) tanto en lo que se refieren a una posible secuencia de parentesco y de intercambio y rotación de parejas, como con relación a las cuatro etapas sucesivas del mundo, podrían codificar símbolos socioculturales del Altepetl, lo que planteamos como una posibilidad a investigar en el caso mesoamericano. BIBLIOGRAFÍA Anders, Ferdinand y M. Jansen. Religión, costumbres e historia de los antiguos mexicanos. Libro explicativo del llamado Códice Vaticano A. Akademische Druck UndVerlagsanstalt – FCE. México. Códice Borgia. (1980). México FCE. 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México, UNAM, Imprenta Universitaria. 1 Este es el texto modificado de una conferencia impartida en el Seminario Permanente de iconografía del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dirigido por la Dra. Beatriz Ahuatzin Barba en mayo de 2007, a quien agradece- mos la oportunidad de discutir estos temas. El texto original de la conferencia fue divulgado en la serie Conferencias magistrales, núm. 41, 2007. 2 En esta caracterización nos hemos basado en García Martínez (1987), Lockhart (1999) y García Castro (2001). Un ensayo que caracteriza esta problemática se encuentra en Florescacano (http://www. Fractal. Com.mx/orígenes html. Quezada, Sergio. Pueblos y caciques yucatecos. 1550-1580. (1993). Un libro reciente sobre el tema ha aparecido en 2006 coordinado por Federico Fernández Christlieb y Ángel Julián García Zambrano (2006). 3 Esta hipótesis puede aludir a ciertos casos pero no puede ser una regla general. En otro trabajo, sobre los Altemepe (Inpuhetzi) otomianos delValle deToluca-Lerma, García Castro (1999) sostiene, con evidencias históricas, el carácter hereditario de los tlatoani de esta región, dominada por los aztecas, trabajo del que hacemos una reseña en este volumen. Las posibilidades interpretativas son tantas como regiones hubo en esa ápoca en Mesoamérica, por lo que estamos plenamente conscientes del campo de investigación (y debate) que tenemos por delante. 4 Esta figura y las similares que aparecen en las tres láminas siguientes son interpretadas por Andersen, Jansen y Reyes García como la “División de cuatro periodos de cinco días, empezando con Mono; luego Zopilote, Lagarto y Muerte. Los días aparecen en forma personificada y tiran las cosas”, simbolizando futuras desgracias, enredos y muerte. (A, J, y RG, 1993; 264). 5 Este es un tema muy importante que no es posible abordar por ahora, ya que nos alejaría del tema principal de esta conferencia, además de los problemas de espacio que implica. Esperemos pues la oportunidad de profundizar sobre estas relaciones espaciotiempo en el pensamiento mesoamericano. 6 Para Anders, Jansen y Reyes García los portadores del cielo y las deidades asociadas tienen el siguiente orden Región del Este Cielo del Este, (deidad Tlahuizcalpantecuhtli) Región del Norte Cielo del Norte (deidad dios del fuego), Región del Oeste Cielo del Oeste (deidad Quetzalcoatl) y Región del Sur Cielo del Sur (deidad Mictlantecuhtli). Curiosamente estos autores plantean una continuidad temporal similar a la que Seler hace para las regiones terres- tres, según los signos calendáricos que hay en el respectivo cielo y al calce de cada dios. Para Tlahuizcalpantecuhtli el portador del año es caña, llevando en la víspera el signo hierba. Para el dios del Fuego el portador es pedernal llevando en la víspera el signo ollín (movimiento). Para Quetzalcoatl el portador es casa y el de la víspera es viento, y para la deidad del Sur el portador es conejo llevando en la víspera el signo venado (280 a 283). Para el centro destacan el signo mono “deidad del hoyo de la tierra en que cae el hombre: un fin catastrófico” (284). 7 En este caso,Tlaloc (lluvia) tiene una relación con la del Oeste (Quetzalcoatl, viento) y que la del Norte,Tlazolteotl, diosa de las inmundicias, con la del Sur, Maculxochitl, deidad de la voluptuosidad. 8 Esta es una hipótesis. Independiente de si se trata de un Ego masculino o femenino, sea una posibilidad u otra, el resultado sería el mismo. 9 La primera edad con su “centro” y orientación sagrada en el Este, con su contraparte en el Oeste; la segunda en el Norte con su contraparte en el Sur; la tercera en el Sur con su contraparte en el Norte y la cuarta nuevamente en el Oriente con su contraparte en el Oeste.