POLÍTICA DE DESARROLLO RURAL INTEGRAL ROCÍO LONDOÑO Por deformación académica tengo que hacer necesariamente una breve síntesis histórica y, en segundo lugar, voy a leer con el fin de evitar los excesos retóricos y porque creo que estos temas merecen mucha precisión, mucha exactitud sobre todo por lo que tiene que ver con la magnitud de los retos de las cifras que debe afrontar el desarrollo del acuerdo agrario entre el Gobierno y las FARC en caso de que se llegue al acuerdo de punto final. Este texto que voy a leer, su información está basada en una investigación del Centro de Memoria Histórica, actualmente coordinado por mí, que se llama “Tierras, organización social y territorio: 1990‐2012”, el cual está focalizado en Caquetá, Putumayo y Montes de María, municipios que son todavía zonas de conflicto armado. Toda la información que voy a compartir con ustedes hace parte del primer informe que entregamos un equipo conformado por 20 personas al Centro de Memoria Histórica. El Centro de Memoria Histórica tiene una línea que se llama “Tierras y Conflicto”, esa línea ha producido dos trabajos en particular que hacen referencia a las mujeres, a la relación de las mujeres con la tierra, los conflictos agrarios con el conflicto armado, etc. Son, en primer lugar, “La tierra en disputa: memorias de despojo y resistencia campesina en la Costa Caribe”, donde el equipo estuvo coordinado por Absalón Machado y Donny Meertens, los capítulos de género son elaborados principalmente por Donny Meertens; en segundo lugar, “Mujeres y guerra: víctimas y resistentes en el Caribe Colombiano”, un equipo donde hubo amplia participación de las mujeres coordinado por Maria Emma Wills. Nuestro proyecto, “Tierras, organización social y Territorio”, no asume un enfoque de género pero en la medida de lo posible contiene información diferenciada, según mujeres y hombres, migración, desplazamiento, empleo, salarios, ingresos, participación en organizaciones y gremios, acceso a la propiedad de la tierra, etc. Comienzo entonces por una muy breve síntesis histórica de los problemas recurrentes en la Colombia rural: “hay un relativo consenso entre los investigadores sobre los problemas que explicarían la crítica situación del sector rural y en particular de la población campesina, los pueblos indígenas y las comunidades de afrodescendientes, me permito hace una breve enumeración: lenta modernización de sector agropecuario, bajos índices de productividad de las actividades agropecuarias, tendencia recurrente a la concentración de la propiedad de la tierra en detrimento de las economías campesinas de las comunidades indígenas y afrocolombianas, persistencia de altos índices de pobreza y desigualdad entre los pobladores rurales, limitado alcance e impacto de las políticas agrarias estatales que, de un modo u otro, han buscado ampliar el acceso a la tierra por parte de las familias campesinas sin tierra o tierra insuficiente para su subsistencia. A estos problemas se suman los de finales del siglo XX y principios del XXI, todos ellos asociados a fenómenos de distinta índole aunque relacionados entre sí: 1. La expansión territorial de los cultivos de uso ilícito y de las economías del narcotráfico, que ha dado lugar a la formación de grupos mafiosos que protegen sus negocios mediante la creación de grupos armados de seguridad privada, que han cometido cualquier clase de atropellos contra la vida y los bienes de un indeterminado número de habitantes rurales y urbanos, tanto hombres como mujeres; 2. Los negativos efectos económicos y sociales que sobre el campesinado y las comunidades étnicas ha tenido el modelo de desarrollo rural imperante por estos años, que los autores del informe del PNUD 2011 explican así, “este modelo es el resultado de un enfoque que equipara crecimiento económico con progreso y bienestar, un balance entre Estado y mercado que privilegia el papel de este sobre aquel, una apuesta por el gran empresariado como el principal motor del desarrollo y una preferencia por los subsidios localizados antes que por la inversión en bienes públicos como herramienta de política pública; 3. La expansión territorial de organizaciones guerrilleras surgidas en el decenio del 60 especialmente las FARC y el ELN, las cuales han ejercido dominio sobre la población rural principalmente mediante la coacción no solo en antiguos territorios de colonización campesina sino también en áreas estratégicas del país y en zonas de frontera de reciente colonización como la Amazonia y Orinoquia; 4. La expansión territorial de grupos paramilitares en regiones de influencia o dominio compartido por grupos guerrilleros y narcotraficantes ha sido un soporte importante de la fuerza pública en algunas regiones para combatir la guerrilla, véase Plan Colombia, Plan Patriota y Plan de Consolidación; 5. La confrontación armada entre organizaciones guerrilleras y las fuerzas militares y policía por, por un lado, entre las guerrillas y los bloques paramilitares, por otro lado, se ha librado principalmente el regiones habitadas en su mayoría por campesinos, pueblos indígenas y comunidades afro, que entre sus consecuencias más dramáticas se cuentan cerca de 200.000 muertes violentas entre 1958 y 2012 según el informe recientemente publicado del Centro de Memoria Histórica, masacres, un indeterminado número de individuos, discapacitados, desaparición forzada, violencia sexual, desplazamiento forzado de cerca de 6 millones de pobladores rurales, abandono, despojo y apropiación fraudulenta o en apariencia legal de tierras y vivienda rurales y urbanas, pérdida de cultivos, ganado, herramientas de trabajo y otros bienes sobre lo cual también existen estimaciones cuantitativas muy disímiles; entre estas se calcula que de 6 a ocho millones de hectáreas han sido perdidas ya sea por abandono o despojo por parte de la población desplazada, desarraigo de los desplazados con la consecuente pérdida y debilitamiento de sus lazos familiares, sociales y culturales, dificultades de los desplazados que han migrado a las ciudades para satisfacer sus necesidades de subsistencia, ingresar a los mercados de trabajo en condiciones medianamente dignas, re hacer sus vínculos sociales y adaptarse a los ritmos y rutinas de la vida urbana. En el caso de la situación actual de los pobladores rurales de ambos sexos, uno de los hallazgos más importantes del informe de desarrollo humano de 2011 del PNUD es una nueva estimación de la proporción de habitantes rurales con relación a la población total cerca del 32 %, cifra que difiere bastante de la registrada en el censo de población efectuado por el DANE en 2005, según el cual la proporción de habitantes rurales era de 25.7% con relación a la población nacional. En 2005, en las cabeceras municipales había 3’931 mil habitantes pobres y 3’340 mil indigentes, y en las áreas rurales había 8’22 mil y 3’239 mil respectivamente en situación de pobreza e indigencia; en términos proporcionales es mucho mayor la proporción de personas en situación pobreza e indigencia en las áreas rurales que en las urbanas. Precariedad de empleo rural, jornadas superiores a 48 horas, ingresos inferiores al mínimo legal, cerca del 38.2% gana por debajo del salario mínimo legal; los trabajadores rurales por cuenta propia muestran mayores jornadas y menores ingresos. Las servidoras domésticas de las zonas rurales, están sometidas a jornadas laborales más elevadas que sus colegas de las ciudades y a ingresos monetarios y en especie mucho más bajos, 37.8 por debajo del mínimo vs 17% por debajo de las ciudades. Los ingresos laborales de las mujeres son en promedio 27.4% inferiores a los de los hombres, esta diferencia es aún mayor entre las trabajadoras por cuenta propia que en promedio perciben menos de la mitad de los ingresos de los hombres en esta condición laboral. Políticas agrarias, los analistas de las políticas agrarias del siglo XX y de la época actual coinciden en señalar el fracaso de los proyecto de reforma agraria en lo que respecta a la transformación de la estructura agraria y a la solución de los problemas sociales y económicos de la población rural. Sin embargo a lo largo del siglo XX y actualmente se observa cierta continuidad en la política de ubicación y titulación de baldíos en zonas de frontera, fenómeno que es notica de primer plano en los últimos meses, para resolver el viejo problema en la extremada desigualdad en la distinción de la tierra. La abundancia de baldíos ha sido uno de los argumentos centrales tanto de los gobiernos como de los grandes propietarios para no hacer una redistribución de la propiedad territorial, a esto se agrega la ilusión actual de que la confiscación de tierras a narcotraficantes, a paramilitares y a grupos guerrilleros, o la devolución de tierras despojadas por quienes se acogieron a la ley de justicia y paz “conformarían un fondo de tierras suficiente como para saldar la deuda histórica con el campesinado”, en palabras de presidente Santos. A juicio del Ministerio de Agricultura, la existencia de este fondo de tierras evitaría formulas costosas, tanto política como económicamente. Es muy difícil evaluar el acuerdo agrario sin algunos de los puntos que yo he puesto. Son, primero, acceso y uso de la tierra, tierras improductivas, formalización de la propiedad, frontera agrícola, protección de zonas de reserva; segundo, problemas de desarrollo con enfoque territorial; tercero, infraestructura y adecuación de tierras; cuarto, desarrollo social, salud, educación, vivienda, erradicación de la pobreza; quinto, estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria cooperativa, asistencia técnica, subsidios, crédito, generación de ingresos, mercadeo, formalización laboral, políticas alimentarias y multidimensionales. Yo había hecho una síntesis sobre el desarrollo del punto agrario pero inevitablemente me lo tengo que saltar, entonces voy a pasar a unas cifras importantes en términos del acceso a la propiedad de la tierra la información sobre las mujeres es muy escasa, la información del INCODER generaliza, es decir, trabaja sobre la categoría de familias, sin embargo, en la poca información que hay y que publica el informe de desarrollo humano, es indudable que en cuanto propiedad y posesión como en ocupante baldío como en ocupante de hecho y como heredero/a en todas esas categorías las cifras de las mujeres son bastante inferiores a los hombres. También me parece importante señalar que, por ejemplo, las cifras de abandono y despojo no están discriminadas por género pero si las solicitudes de restitución en la unidad de tierras; a febrero de 2013 esta situación entre hombres mujeres estaba: las mujeres han solicitado ser registradas en un 36% que representan 12.152 solicitudes que equivalen a 849.524 hectáreas, en tanto que el porcentaje de órdenes que ha reclamado el 64% del total con 20.424 solicitudes equivalente a un total de 1’496.981 hectáreas, esto refleja de cierto modo la desigualdad den el acceso a la tierra de hombres y mujeres. En cuanto a las propuestas para mejorar la vida de las mujeres en el campo hice unos enunciados. Para ustedes yo no soy especialista en temas de género pero a la luz del acuerdo agrario, sobre todo del desarrollo del acuerdo agrario en lo que se conoce hasta ahora, si me pareció interesante sugerir algunos puntos: 1. Examinar las cifras disponibles sobre distribución de la propiedad rural para establecer qué proporción de mujeres tienen propiedad sobre la tierra, dónde están localizadas y cuántas mujeres necesitarían realmente acceso a tierra; supongo que ello requiere un dispendioso trabajo con la información catastral y la información del INCODER sobre baldíos. 2. Sin condiciones adecuadas de vivienda, servicios domiciliarios, ingresos, educación, salud, buen trato por parte de los esposos o compañeros de familia o hijos, difícilmente se podrá detener la elevada migración femenina a las ciudades y a los cascos urbanos ya que es una tendencia histórica, migran más las mujeres, migran más las mujeres jóvenes. En el campo la mayor población es femenina, las mujeres que han sido desplazadas están sosteniendo desde los cascos urbanos y las mismas ciudades a los maridos, a los hijos, etc. 3. La restitución de tierras, vivienda y animales domésticos, o sea, hace mucho énfasis en tierras, la vivienda es un elemento fundamental en las mujeres; yo tengo siempre presente la muy interesante tesis del sociólogo alemán Georg Simmel, “la casa es la mayor creación cultural de las mujeres en el siglo XX”, el hogar es muy importante en los trabajos que hemos hecho de campo, vemos que el hábitat rural, la casa, el hogar, la economía doméstica tiene como saben ustedes un pilar fundamental de manera que hay que atender especialmente, no solo el acceso a la tierra, si no a la vivienda. Acceso a la tierra en igualdad de condiciones, condiciones laborales adecuadas para las mujeres asalariadas. Voy a plantear un problema: cómo resolver la problemática de que las mujeres que se dedican solamente a las labores domésticas y a la economía familiar no reciban ninguna remuneración; uno encuentra que mucha migración femenina que están cansadas de la violencia física, que además no reciben dinero y migran como trabajadoras domésticas y trabajadoras informales. Diseño adecuado de las viviendas, es decir, que tengan en cuenta las costumbres y las formas de vida de las familias de cada región, el rol central de las mujeres en el hogar y las economías domésticas; las viviendas que hemos visto, improvisadas, el plan de viviendas del gobierno anunciado con bombos y platillos, es un plan que homogeneiza e ignora las diferentes formas de habitación y de vivienda de la población, yo creo que las mujeres tenemos mucho que decir en lo que respecta a los planes de vivienda, de esto no nos hemos ocupado y le daría una importancia grande porque la condiciones de vivienda coinciden en la violencia intrafamiliar. Promover el acceso a la educación básica de niños, niñas y adolescentes, y a la educación técnica y universitaria a las jóvenes, también mecanismos de prevención de la violencia intrafamiliar. Razones para el optimismo: de acuerdo con el inventario de organizaciones rurales de nuestro proyecto, hemos puesto especial atención a las organizaciones de mujeres que hoy en día son más de 180 activas sin contar las juntas comunales, o sea, sin contar la participación de las mujeres en todas las organizaciones sociales rurales, por ejemplo, la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas de Colombia, Organización Gremial de Género y de Servicio Social integrada en la actualidad por más de 5.000 mujeres de todas las ideologías, credos, etnias y regiones del país, luego de tener presencia en 27 departamentos y tras sufrir los impactos del conflicto interno, entre los que se cuenta el asesinato de 35 de sus líderes en los últimos años y el exilio forzoso de dos de sus presidentas, Leonora Catanaño y Maria Emma Prada, la base social se ha reducido a 35 organizaciones de base en 22 departamentos, sin embargo es muy grande; su mayor presencia es en Boyacá, Huila, Cundinamarca, Chocó, Quindío, Arauca y Atlántico. Tanto los estudios que hacen énfasis en las mujeres como las plataformas de las organizaciones rurales, reconocen la notable incidencia que ha tenido la organización y movilización de las mujeres por sus derechos y sus aspiraciones individuales, sociales y políticas. Concluyo con una elocuente frase pronunciada por la presidente de la organización femenina Pocomacia Chocó, Fanny Rosmira Salas, en su intervención del 7 de diciembre de 2012 en un conversatorio sobre desarrollo rural y territorio con enfoque en derechos humanos para la construcción de la paz: “Si una es una mujer negra y no tiene tierra, no tiene nada que hace en la vida”, es decir, sintetiza muy bien el significado que para las mujeres del campo tiene no solamente la tierra sino los territorios, la relación con el territorio y dentro de esto insistiría yo en la importancia que para las mujeres sigue teniendo el hogar.