Bizkai activa formación 04 Igandea, 2013ko ekainaren 2a PA R A T U REFLEXIÓN NUESTRO EXPERTO VICENTE GUTIÉRREZ TRATA HOY: LA FORMACIÓN EN PRÁCTICAS grupobentas@grupobentas.com L seré yo quien critique las partidas destinadas a ayudar a la creación del autoempleo pero lo que me parece desacertado es abandonar a los que emprendieron en su momento y a quienes mediante la falta de financiación y la sangría de impuestos estamos permitiendo que bajen la persiana de sus negocios aumentando así la cifra de parados. Es decir, nos gastamos “una pasta gansa” para que unos apuesten por montar sus negocios y creen empleo a costa de quitárselo a los que ya lo tienen montado, contri- AS únicas yemas que este invierno de cincos años de duración está impidiendo brotar son los chicos y chicas que estiran su periodo de formación en busca de un expediente cargado de cursos especializados, máster post-grado, doctorados, idiomas etc., con la esperanza de que la brillantez de su currículo les dé acceso al mercado laboral. Una gran parte de ellos, el trabajo lo encontrarán pero a miles de kilómetros, lo que no es ni bueno ni malo, simplemente es poco rentable. Otros se plantarán en la treintena sin un trabajo que les permita una autonomía digna pero que les garantizará una jubilación indignante. Dicho de otra manera, si consideramos los años exigidos de cotización para disfrutar el derecho a una pensión y la edad media a la que se accede a una remuneración estable, la conclusión es sencilla; allá por el año 2040, dentro de treinta, treinta y cinco años, a este país le está esperando toda una generación de jubilados indigentes. Las empresas están preocupadas y ocupadas en mantener la carga de trabajo de forma que les permita la supervivencia y así frenan la pérdida de puestos de trabajo. Crear nuevos puestos es casi una cuestión de héroes y cuando esto sucede, aun cuando sea excepcionalmente, ocurre que estos jóvenes con historiales académicos extensos carecen de experiencia para poder aportar valor con la rapidez que el mercado exige. El famoso, manido y recurrente concepto en tiempos de crisis que llaman emprendizaje, a mí me suena a “búscate la vida chaval”. No Los verdaderos brotes buyendo a que aumenten el paro. ¿Paradójico no? Como emprendedor contribuyente, cada vez me duele más pagar tantos impuestos porque cada vez tengo menos claro a dónde van destinados. Sin embargo, estaría encantado de apoquinar si una parte de los mismos fueran asignados a convenios de colaboración con los centros de formación a través de los cuales, esos chicos en vez de estirar hasta el infinito su educación teórica, pudieran adquirir experiencia en régimen de prácticas remu- neradas y cotizadas en la empresa. Me consta, porque lo conozco bien, que los centros de FP y universidades, más los primeros que los segundos, se afanan en acercar a sus titulados a las empresas, otra cosa es el marco que regula la actividad de los becarios y el régimen de las prácticas en empresas, que se me antoja como un cajón de sastre que puede dar lugar a, por un lado, una escaso aprovechamiento en términos de formación por falta de un seguimiento cercano basado en un buen plan de acogida y desarrollo En uno de nuestros estudios sobre comunicación y negociación interna en las organizaciones hemos llegado a demostrar que la falta de iniciativa puede ser fruto de una falta de feed-back. En principio pueden parecer dos temas desligados, sin embargo, ocurre demasiado a de las prácticas, y por otro lado y más preocupante aún, a un abuso de la precariedad de las condiciones de trabajo del joven incorporado a la vez que se camuflan puestos fijos necesarios. Unas prácticas en empresas bien reguladas, bajo las directrices de convenios financiados directamente con los impuestos que las propias empresas pagan, podrían contribuir a que los jóvenes adquirieran la experiencia que posteriormente se les va a exigir y adelantar su cotización a edades más tempranas. Prácticas en empresas bien reguladas permiten a los jóvenes adquirir la experiencia que luego se les va a exigir A las empresas nos toca arrimar el hombro, si no es con trabajo que sea compartiendo experiencia FOTO: INDARTEK La responsabilidad social de las organizaciones, pequeñas y grandes, nos debe obligar a colaborar con las instituciones académicas en el enriquecimiento formativo de los recién titulados. Para ello, se hace necesario un órgano vigilante que vele por el buen uso del modelo y proteja las condiciones contractuales de los chavales para evitar fraudes y, a su vez, extienda el acercamiento entre las empresas y la educación hasta conseguir establecer una cultura de colaboración estable, rigurosa y fructífera. Por tanto, a las empresas nos toca arrimar el hombro, si no es con trabajo que sea compartiendo experiencia; a educación tutelar que la formación práctica sea eficiente y eficaz; y a la administración, cuidar de que las condiciones sean honestas y dignas para los jóvenes que, nadie lo dude, tienen muchísimo que aportar, solo necesitan que les ofrezcamos la punta del hilo. ✎ ANA BLANCO Actívate con... El ‘feedback’, herramienta de liderazgo DEIA menudo que tras seleccionar al candidato que creemos adecuado para el puesto, y tras dos o tres años de desempeño, llegamos a la conclusión de que no es válido, que no está motivado, que perdió la chispa, que no aporta ni sugiere mejoras, que no toma la iniciativa y se queda esperando a que la organización le plantee la siguiente tarea a realizar... Este cambio, sin duda, es generado en muchas ocasiones por la falta de un feed back sistematizado y planificado como herra- mienta de desarrollo de los profesionales. Lo habitual es mantener una reunión de definición del puesto en cuanto a tareas, dependencias funcionales del organigrama y responsabilidades, entendido lo cual se abandona al profesional en su reducto y solo volvemos a conectar con él cuando una tarea requiere de comunicación o se produce un marrón que nos obliga a ello. La falta de retroalimentación en cuanto al desempeño y al día a día obliga a las perso- nas a crear sus propios indicadores y genera inacción por falta de autoestima y desorientación. La tan extendida ya “evaluación de desempeño” acaba siendo una tarea más a realizar una vez al año por los mandos, poniendo una puntuación a las personas que componen nuestros equipos, como si de un examen se tratara. La herramienta se convierte en fin, anulando toda utilidad que pudiera tener en un principio.