EXPLICACIONES Y RESPUESTAS DE RAQUEL LÓPEZ MELERO EN ALF. Bloque III: Roma LISTA CANÓNICA Pregunta del día 03/02/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. Cuando se habla de monarquía canónica y fecha canónica ¿se debe de interpretar como "dudosa"? El término “canónico” se aplica a algo aceptado como norma, aunque no proceda de una fuente normativa sino de un determinado consenso. La lista “canónica” de los reyes de Roma es la que aparece en las fuentes romanas por tradición. Los historiadores modernos la llaman así precisamente porque sospechan, con buenas razones, que no se basa en documentación auténtica. Lo de “fecha canónica” de la fundación de Roma también significa que no nos la creemos; es la que manejaban convencionalmente los romanos, porque gozaba de la autoridad de la tradición. En ese sentido, es más que “dudosa”. ASAMBLEAS ROMANAS (Tema 7) Pregunta del día 01/02/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. ¿Cuándo desaparecen los concilia plebis? Otra cuestión que me tiene intrigada ¿cómo se efectuaban las votaciones de los comicios? Emitían un voto por cada tribu o centuria pero ¿después de ponerse de acuerdo entre ellos o tenían un representante en el que delegaban el voto? ¿Asistía mucha gente a las asambleas? porque si saco cuentas y en una centuria había como mínimo 100 personas y había 193 centurias si iban todos los que tenían derecho a voto sería algo caótico. Después de estudiar el sistema de asambleas me he sacado la conclusión de que al final siempre se las apañaban los mismos para tener la sartén por el mango... Los concilia plebis dejan de tener sentido en el 23 a.C., cuando Augusto consigue que la tribunicia potestas, el poder de los tribunos de la plebe, pueda asumirla el princeps sin desempeñar la correspondiente magistratura (como hijo adoptivo de Julio César. Augusto se convirtió en un patricio, y, por lo tanto, no podía ser tribuno de la plebe). No sólo eso: la tribunicia potestas se convierte en el instrumento institucional con el que Augusto ejerce, hasta su muerte (ya no vuelve a desempeñar el consulado) su poder dentro de Roma, mientras que fuera de Roma funciona con el imperium proconsulare. Tras el reinado de Tiberio, sucesor de Augusto, los concilia plebis desaparecen. Los detalles de las distintas votaciones son muy complicados, y los conocemos a partir de una buena serie de datos que hay que armonizar, y que no encajan del todo. Además, hubo muchos cambios a lo largo de la época republicana. Pero no: no delegaban el voto. Votaban todos los presentes de cada centuria o de cada tribu y se hacía el recuento; el resultado era el voto de la centuria o de la tribu. Está claro que los votantes eran objeto de coacción de muchas maneras. Y la votación también se podía cancelar si los augures veían algo en las aves que interpretaban como de mal agüero. Lo de la asistencia a las votaciones, parece que era muy variado; en casos candentes, podían acudir desde toda Italia, y, en las contiones, se armaban a veces unas broncas terribles. CLIENTE (Tema 7) Pregunta del día 19/12/2010 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. Mi duda es ¿era el cliente un esclavo? No: los clientes son personas de condición libre, y, normalmente, ciudadanos romanos. Si no, no pueden votar en las asambleas, y tampoco utilizar el derecho romano con la ayuda de sus patronos. Otra cosa es que fueran antiguos esclavos, manumitidos, es decir, convertidos no sólo en personas de condición libre sino en ciudadanos. De esos había muchos, en la medida en que la manumisión era una expectativa razonable de los esclavos. Pregunta del día 09/02/2011 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. Estudiando la estructura social en la República Romana tengo una duda sobre la procedencia de los clientes ¿no formaban parte de la Plebs? y si es así ¿en qué se diferencias del resto de los plebeyos? Sobre la composición de la plebe romana en la fase más antigua de la historia de Roma se ha discutido mucho, porque la documentación es muy escasa y muy problemática. Pero lo que parece más verosímil, desde distintos puntos de vista, es que los clientes no formaban parte de la plebe, aunque vivieran en unas condiciones económicas similares a las de la mayoría de las familias plebeyas. El origen de las clientelas (las familias de clientes), que luego tienen tanto las gentes (familias) patricias como las gentes plebeyas poderosas, parece estar en una fase primitiva de la historia de Roma en la que las familias patricias constituían el verdadero cuerpo de ciudadanos con todos los derechos y monopolizaban el poder político y las funciones judiciales. Esas familias habrían tenido la capacidad de integrar en la comunidad a familias de fuera, o ya de dentro, para que trabajaran sus propiedades, por lo que estarían asentadas en sus tierras. No serían esclavos de comprar y vender, pero sí personas totalmente dependientes de sus patronos, porque sólo habrían existido de cara a un estado todavía muy rudimentario como miembros de las familias de los patricios (naturalmente, como miembros de un estatus mucho más bajo), que tendrían toda la jurisdicción sobre ellos. Esas formas de dependencia afines a la esclavitud están documentadas en otros ámbitos del Mundo Antiguo, aunque la peculiaridad de Roma estaría en el carácter claramente paternalista de la relación. Y, por supuesto, la condición de cliente se habría transmitido de padres a hijos, lo que habría interesado, más o menos, a los propios clientes en la medida en que significaba seguir contando con un medio de vida y con una protección, aunque sólo se tratara del límite de la subsistencia. Cuando Roma ya es un estado parecido a las poleis, es decir (por lo que hoy entendemos), a partir de la fundación etrusca de la ciudad, existe en ella otra masa de individuos distinta de la que forman las gentes patricias con los clientes. Se trata de familias independientes de los patricios, en el sentido de que no reciben de ellos sus medios de vida y no forman parte de las gentes patricias como los clientes. Son artesanos y comerciantes, y familias que viven de los productos del campo fuera de las propiedades de los patricios. El desarrollo económico y la ampliación territorial que conoce Roma en la época de los reyes etruscos y en los comienzos de la República tiene como consecuencia un aumento muy grande del número de las familias que integran la plebe (ahí habrá habido también muchos individuos procedentes de las clientelas que se desvincularan del patrono para ganarse la vida por su cuenta). El resultado de todo eso es una especie de estado doble. Todos son ciudadanos, pero, por un lado están los patricios con sus clientelas y, por otro, los plebeyos, algunos de los cuales no sólo se hacen muy ricos sino que se convierten en terratenientes igual que los patricios. Las condiciones en las que se habían fijado las instituciones del estado en la Roma de los reyes reconocían a las familias patricias el privilegio de los derechos políticos, convirtiéndolas en la clase dirigente. Por eso, a comienzos del siglo IV a.C. (algo más de un siglo después de la transformación del estado en una república), se manifiesta de un modo tan drástico el conflicto entre los “dos estados”, entre los patricios y los plebeyos, que es una exigencia de los plebeyos en equiparación de derechos. La expansión territorial de Roma la pone, desde el siglo III, en condiciones de adquirir esclavos de fuera por distintas vías, lo que produce una tendencia a cultivar con esclavos las tierras de los terratenientes. En consonancia con ese proceso y con el desarrollo general de Roma, la condición de cliente se transforma. Por un lado, la antigua jurisdicción de los patricios ha sido asumida por los magistrados, que la ejercen sobre los clientes, que son ya ciudadanos de pleno derecho. Por otro lado, son cada vez menos los clientes que trabajan tierras de los patronos. Pero la relación patronocliente no sólo no desaparece sino que se potencia dentro del nuevo sistema. El patrono necesita el voto del cliente y su reconocimiento social para hacer carrera en la clase dirigente; y al cliente le viene muy bien contar con un protector frente a las instituciones del estado, y con un dispensador de favores varios. Desde mediados de la República y durante toda la época imperial, las clientelas funcionan como un capital socio-político de los patronos y como un sistema de prestaciones sociales (digámoslo así) para los clientes. SENADO (Tema 7) Pregunta del día 18/12/10 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. Estoy un poco confusa con las instituciones romanas, ¿quiénes forman parte del senado y de las magistraturas? ¿A dónde pertenecen los cónsules? 1.- En la época republicana, el número máximo de miembros del senado es de 300 hasta el 81 a.C., en que Sila (convertido en dictator legibus faciendis et reipublicae constituendae causa, “dictador para hacer leyes y dar forma constitucional a la república”, en virtud de un senadoconsulto ratificado por los comicios) lo eleva a 600. No sabemos cómo se elegían originariamente. Pero, a partir de la lex Ovinia (300 a.C. aprox.), se utiliza el procedimiento de la lectio senatus, la lectura protocolaria de los nombres de los miembros del senado: quien entraba en esa lista era senador; quien quedaba fuera no lo era. El procedimiento fue asignado a los censores, los dos magistrados encargados de hacer periódicamente el censo de los ciudadanos (con declaración formal de los bienes), así como de la cura morum (“cuidado de las costumbres”, es decir, vigilancia de los comportamientos individuales y colectivos). Desde el 339 a.C., uno de ellos era, necesariamente, plebeyo. A partir de Augusto, ese procedimiento lo asumen los emperadores, al igual que el censo, lo que significa que quitan y ponen senadores a su antojo. Cuando alguien a quien quieren convertir en miembro del senado no tiene el patrimonio mínimo exigido, lo completan con sus propios fondos. Hasta que se crean, en época imperial, los dos ordines (el colectivo de los senadores y el colectivo de los equites), la selección se hacía entre los equites (el colectivo de ciudadanos con mayor patrimonio), considerando la fortuna personal y otros aspectos que justificaban la condición de “los mejores ciudadanos” atribuida a los senadores. Esa condición correspondía de modo automático a los altos magistrados y a los sacerdotes más importantes por el hecho de haber desempeñado esos honores. En el caso de que no fueran ya senadores, tenían acceso al senado automáticamente, sin esperar a una nueva lectio senatus A consecuencia de la reforma de Sila, empezaron a entrar como miembros de pleno derecho a partir de la cuestura, que era la menor de las magistraturas importantes. Aunque lo del pleno derecho se debe entender en los términos en los que se describe el funcionamiento del senado en las pp. 197199 del texto básico. Por otro lado, parece obvio que ni los 600 puestos de Sila ni los 300 anteriores se podían mantener cubiertos solamente con quienes habían desempeñado honores; se supone que los censores incluían en la lista a otros ciudadanos “excelentes”. En principio, los senadores se entendían como vitalicios: no sólo podían ser incluidos en lectiones sucesivas sin ninguna restricción sino que la condición de “mejores ciudadanos” se esperaba que se perpetuara. Pero la pérdida del patrimonio mínimo y la descalificación por razones morales o políticas llevaban a ser borrado de la lista. Por eso, los procedimientos judiciales y las confiscaciones de propiedad permitieron purgar el senado frecuentemente desde la etapa final de la república. Así que los senadores eran en cada momento los 300 ciudadanos oficialmente “mejores” entre los más ricos; es decir, los más importantes, prestigiosos y poderosos. Era la nobilitas patricio-plebeya constituida en, y funcionando como, órgano político. La reforma de Sila pretende ampliar esa clase política gobernante, pero no funciona bien; mucho menos lo hace unas décadas más tarde el senado de 900 miembros que crea César para incluir en él a todos sus partidarios. En el siglo I a.C., la nobilitas estaba definitivamente restringida a los cónsules y descendientes de cónsules, a los cuales el funcionamiento interno del senado garantizaba de todos modos el protagonismo. La consecuencia de la primera ampliación, reforzada por la segunda, fue que se produjo una fisura entre ese grupo y los demás senadores; ello recrudeció la lucha política y contribuyó a que se considerara la república “esclavizada” por las facciones- como afirma Augusto en sus Res gestae (su memoria política). En época imperial el número de los senadores vuelve a ser de 300 más o menos. Pero ya no se trata de una nobilitas patricio-plebeya, sino de la capa más alta de los honesti procedente de toda la geografía del Imperio. La identificación de esos individuos como los mejores, de acuerdo con los valores de la elite socio-económica, es un signo de identidad de la sociedad romana, que permanece durante toda su historia. Eso es lo que explica que el senado siguiera existiendo y funcionando cuando los emperadores podían ejercer un poder personal absoluto. El senado era el referente de la estructura de la sociedad, de ese modelo piramidal tan estratificado, pero con estratos tan permeables. El poder del senado va decreciendo paulatinamente a lo largo del Alto Imperio, pero siempre conserva su prestigio. Se mantiene la idea de que la política del estado no se desarrolla en contra de la voluntad del senado. Por eso lo convocan los emperadores e intervienen en sus sesiones. La “monarquía militar” romana, donde los emperadores dependían de la adhesión de las tropas, utilizaba al senado como fuente de legitimación, aunque lo fuera, en realidad, del fait accompli (el hecho consumado). La Historia Augusta, que es fundamental para el conocimiento del Bajo Imperio, se refiere repetidamente al protocolo del senado con respecto al emperador, que incluía jaculatorias entonadas a coro, y repetidas hasta veinte veces, deseándole salud o recitando los elementos de su titulatura que recordaban sus proezas militares. Desde cierto punto de vista se trataba de un coro de marionetas; pero eso era compatible con el hecho de que constituyeran la excelencia del estado. El historiador Amiano Marcelino describe la impresión que produjo en el emperador Constancio II (317-361), el hijo de Constantino, su primera entrada en una sesión del senado romano, con unos senadores que parecían reyes. Y eso que ya conocía el senado de Constantinopla, creado por su padre al fundar la “segunda Roma”; pero, naturalmente, era de rango inferior, y, naturalmente, eso se notaba en los signos externos y en la puesta en escena. No se puede entender la antigua Roma sin saber lo que era el senado y cómo funcionaba. A pesar del importante cambio que supone el paso de la República al Imperio, y a pesar de que la historia del Imperio avanza en el sentido de una descapitalización política del senado, no se concibe a Roma sin ese cuerpo, que había existido siempre y que siguió existiendo mientras duró el Imperio Romano. Al senado no se le obedecía, y de hecho el emperador lo podía desobedecer sin consecuencias inmediatas, pero tener al senado en contra debilitaba la posición, y alimentaba las expectativas de otros senadores importantes. Tampoco se puede entender la sociedad romana, el comportamiento de las elites central y locales, y todo el engranaje de intercambio de bienes y servicios, sin ese senado que alimenta la dinámica social. Y la creación del ordo senatorial, el estrato situado por encima de los equites que integra a los senadores con asiento en el senado y a todos los descendientes, de ambos sexos, de quienes han tenido asiento en el senado, significa que, a diferencia de lo que ocurría en época republicana, los senadores constituyen una clase socioeconómica al mismo tiempo que funcionan como órgano político. Ésa es la eterna oligarquía romana en engranaje con la monarquía militar. Respuesta - aclaración de la profesora Raquel López Melero el 05/01/2011 A propósito de una pregunta que me han hecho, en la otra asignatura, sobre el senado, he vuelto a leer este mensaje y veo que tengo algo que rectificar. Al comienzo del párrafo octavo, donde dice que “en época imperial, el número de los senadores vuelve a ser 300”, debería decir “600”, porque se vuelve a la cifra de Sila, no a la anterior (error mecánico de prisas, lo siento); pero, como decía, eso no plantea los problemas de antes porque los senadores proceden, primero de toda Italia, y muy pronto de todo el Imperio. Por otro lado, al hacerse hereditaria la pertenencia al ordo senatorial, había, en muchos casos, un padre y un hijo al mismo tiempo como senadores, por lo que se estima que el número de familias, en todo el Imperio, de rango senatorial debía de ser inferior a las cuatrocientas. También hay que tener en cuenta la estratificación interna que tenía el ordo senatorial, en la medida en que creaba un incentivo para escalar: el objetivo era llegar a contarse entre los consulares, que, en cierto modo, eran los que tenían el mismo rango que el emperador (que, cuando no había sido previamente cónsul, desempeñaba enseguida el consulado). La expectativa del joven que iniciaba su carrera (cursus) con las magistraturas menores era alcanzar el rango de los quaestoricii con un puesto de cuestor (en las provincias) a los 25 años, luego el de los tribunicii o el de los aedilicii con un tribunado de la plebe o una edilidad, para llegar al de los praetorii al ser elegido pretor a los 30, y, finalmente, a la cima de los consulares con el desempeño de un consulado a los 40-45. Durante los años que pasaba como praetorius, podía ser gobernador de una provincia imperial (como legatus Augusti pro praetore, es decir, como legado del emperador, que era el verdadero gobernador de las provincias imperiales), o también legatus Augusti legionis (legado del emperador para el mando de una de las legiones); y también podía gobernar las provincias públicas (las gobernadas por el populus Romanus) de segundo rango. Las provincias públicas de primer rango las gobernaban consulares (ex cónsules). Por lo tanto, una buena parte de los senadores estaba siempre en un destino fuera de Roma. Sabemos que, durante la época imperial, la mitad, aproximadamente, de los senadores eran homines novi, es decir no hijos de senador (lo que se heredaba, en todo caso, era la pertenencia al ordo como potencialidad de carrera senatorial, no el puesto, ni el rango, que hubiera alcanzado el padre), sino individuos que habían recibido del emperador el ius honorum (el derecho a desempeñar cargos, que, por ejemplo, concedió el emperador Claudio, en el siglo I d.C. a las elites de las llamadas Tres Galias, la G.Aquitania, la G.Lugdunensis y la G. Bélgica, que constituían, precisamente, la parte menos romanizada de toda la Galia) o el latus clavus, la banda ancha de púrpura que indicaba la pertenencia al ordo senatorial. Debían cumplir con el mínimo de fortuna, pero, a partir de ahí, el emperador los introducía en el rango senatorial que creyera oportuno: si le interesaba poner a un determinado eques como gobernador de una de sus provincias, incluía su nombre entre los senadores del rango pretorio. Eso significa (como se comprueba por la documentación epigráfica) que muchas familias senatoriales se extinguían, o bien porque no tenían herederos (algunos dejaban una parte importante de su fortuna a alguien que asumiera, vía adopción, su nombre), o bien porque perdían la calificación patrimonial, o bien porque sucumbían todos sus miembros varones como víctimas políticas o militares; y también hay que contar con que algunos hijos de senadores desistieran de seguir la carrera y se quedaran en sus tierras disfrutando de su dinero, lo que significaría una pérdida del rango. Así que, por un lado, no era tanto el número de los candidatos a senador, procedentes de las familias senatoriales como para que los emperadores no tuvieran la posibilidad, al mismo tiempo, de cumplir con las expectativas de esas familias y de promocionar a nuevos valores; y, por otro lado, el hecho de que esa posibilidad de promoción existiera movía a las elites locales a invertir mucho dinero en la formación de sus hijos (no sólo debían saber muy bien latín sino también griego, que era la lengua de la otra mitad del Imperio, y, además, retórica y filosofía) y a ganarse directa e indirectamente el favor de los emperadores. Sin ese engranaje no se puede explicar, y, por lo tanto, entender, el fenómeno de la romanización: el hecho de que un territorio tan enorme, con tanta diversidad cultural y con una incorporación al dominio romano, por lo general, tan sangrienta y tan conflictiva, llegara a homologarse culturalmente hasta tal extremo en tan poco tiempo. El fenómeno del urbanismo, con sus manifestaciones plásticas y epigráficas, y la homogeneidad de los atuendos y de la cultura material nos puede inducir a considerar la romanización como una especie de globalización, similar a la actual. La latinización, es decir, el hecho de que la lengua de la parte occidental del Imperio pasara a ser el latín hasta el punto de borrar casi por completo las lenguas indígenas preexistentes, ya no se explica tan fácilmente, si consideramos que no fue el resultado de una política impositiva. Pero, cuando leemos que el emperador Trajano (siglo II d.C.), él mismo de origen hispano, estableció que cualquier candidato a senador procedente de las provincias debía transferir previamente un tercio de su fortuna a Italia, invirtiéndola allí en propiedad inmobiliaria, “porque no era de recibo tomarse a Roma y a Italia como una posada en lugar de considerarla como la patria”, eso ya suena de verdad a algo muy distinto. Los senadores debían convertirse en romanos en todos los aspectos, y las civitates provinciales debían sentir como máximo orgullo que la más importante de sus familias se fuera a vivir a Roma y la considerara como su patria; eso sólo puede significar que ese ideal de la patria Roma era compartido por las elites de todo el Imperio. Lo de tener que trasladarse a vivir a Roma y tener que desempeñar distintos cargos (si se seguía el cursus honorum, la carrera de los cargos, a partir de abajo) en lugares incómodos de la geografía del Imperio y con riesgo importante de perder la vida eran, evidentemente, gajes del oficio más deseable y más deseado. 2.- La constitución romana sigue el modelo básico de la constitución de la polis: el conjunto de los ciudadanos forma una especie de asamblea; hay un consejo de ciudadanos selectos que de alguna manera dirige/condiciona el funcionamiento de la asamblea; y hay unas magistraturas, que son cargos de duración limitada. La idea básica es que, tanto la asamblea como el consejo, se ocupan de todo, mientras los magistrados tienen atribuciones concretas. Las magistraturas son cargos personales, pero suelen ser colegiados, es decir, con más de un magistrado en la misma esfera de competencias. Los dos cónsules romanos son los dos magistrados más importantes, no solo por la naturaleza de sus poderes sino porque, dentro del senado, los consulares son quienes llevan la voz cantante. Son también los cónsules quienes dan nombre al año, lo que sirve para fechar los acontecimientos (“siendo cónsules fulano y mengano” es la fórmula usual). Les siguen, por un lado, los censores, con grandes atribuciones, pero sin el poder supremo militar y civil que se llama imperium. Les siguen, por otro, los pretores, que sí tienen imperium. Los dos cónsules son elegidos todos los años por los comicios, es decir, por el populus Romanus, pero podemos comprobar que sólo resultan elegidos individuos que ya tienen un importante poder social. Eso se explica por la ideología de la sociedad romana, en la que cada ciudadano tiene una ubicación concreta en la sociedad, que está determinada por toda una relación de dependencias. A las elecciones consulares concurren candidatos que ya tienen sus votos; entre otras cosas, por acuerdo de los poderosos en cómo manejar electoralmente, en cada caso, sus respectivas clientelas. Hasta las reformas de Sila (81 a.C.) los cónsules se dedican sobre todo a comandar el ejército fuera de Roma. Por eso, en la etapa media de la República, en que la actividad militar es tan importante, apenas tienen actividad los cónsules en la esfera civil. Pero, a partir del momento en que los gobernadores provinciales son procónsules o propretores, es decir, personas distintas de los cónsules, encontramos a muchos cónsules proponiendo leyes para su votación en los comicios. A esas leyes se suman los plebiscitos, propuestos por los tribunos de la plebe, que siguen siendo mucho más numerosos y que abarcan más materias. A cambio de eso, los cónsules tienen, gracias al imperium, un poder “ejecutivo” y una capacidad de imponer sanciones, de los que carecen por completo los tribunos. El máximo exponente de ese poder es el llamado senatus consultum ultimum (“senadoconsulto extremo”), un acuerdo del senado que se formula en abstracto con un videant consules res publica ne capiat detrimentum (“ocúpense los cónsules de que la república no sufra daño”). Eso faculta a los cónsules para hacer casi cualquier cosa, incluido, como sabemos, el linchamiento. Los cónsules se mantienen durante todo el Imperio Romano. Los propios emperadores ejercen de vez en cuando el consulado, normalmente sólo una parte del año, para dar paso luego a cónsules “supletorios” (suffecti). En el Bajo Imperio, el consulado es solamente un cargo honorífico, y precisamente para mantenerlo como el más alto de los honores suelen desempeñarlo los emperadores para abrir el año. En esa época, la representación convencional del cónsul es un individuo sentado, sujetando con el brazo izquierdo el cetro representativo del cargo y agitando con la derecha el pañuelo con el que se da la salida a las carreras de carros. PRETOR (Tema 7) Pregunta del día 23/01/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. ALGUIEN PUEDE EXPLICARME QUE FUNCION DESEMPEÑA EL PRETOR EXACTAMENTE O CON QUE FIGURA JURIDICA SE IDENTIFICA En la pág. 203 del texto básico se habla de los pretores. Es una de las dos magistraturas más importantes por debajo del consulado. Por un lado están los censores, que, como responsables de hacer cada cinco años el censo de los ciudadanos (lo que implica el reconocimiento como ciudadano en cada una de las clases, y, por tanto, también, el reconocimiento de los senadores como tales), tienen unas atribuciones fundamentales. Pero, por otro lado, están los praetores, especializados en la administración de justicia. Tienen, como los cónsules, el poder militar y civil, que se llama imperium, aunque su imperium no prevalece sobre el de los cónsules; y tienen iurisdictio, que es una capacidad de crear derecho. A parte de los que funcionaban en Roma, el estado romano utilizaba pretores como gobernadores provinciales, que tenían, consecuentemente, el poder supremo, en su provincia, tanto en la esfera militar como civil, y tanto sobre los ciudadanos romanos como sobre los peregrinos; y, naturalmente, asumían las funciones relacionadas con el derecho. Ese poder de los gobernadores les llevó a cometer grandes abusos. Desde mediados del s.II a.C. funcionaron tribunales especiales para juzgarlos, cuando se producían acusaciones contra ellos. Un siglo más tarde, las reformas constitucionales de Sila excluyeron a los senadores de esos tribunales, porque los pretores eran ellos mismos senadores. Pregunta del día 16/02/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. He estado leyendo en otra charla la explicación que da acerca de la figura del pretor. Mi duda es si la función del pretor es exclusiva para personas fuera de Roma o si también se aplica sobre los romanos. No sé si he formulado bien la pregunta, espero que me entienda, es que ando un poco liada con los datos. Hay pretores dentro y fuera de Roma. Los más antiguos son los de Roma, donde tienen funciones exclusivamente judiciales y ejecutivas. Pero, cuando se plantea la necesidad de tener gobernadores provinciales, se coloca en esos puestos a pretores: allí su imperium les sirve también para comandar las legiones, una función que se combina con la de controlar el pago de los tributos y ejercer la administración de justicia, tanto para los ciudadanos romanos (o latinos) que vivan en la provincia que tiene bajo su mandato como, por vía de apelación o de intervención “de oficio”, para las comunidades indígenas que siguen rigiéndose por su propio derecho. PED AUGUSTO (Tema 8) Pregunta del día 17/01/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. PED. Pregunta D2 Augusto, guerra civil + poder personal Por favor ¿Me puede aclarar si la guerra civil a la que se refiere la pregunta es la de Octavio contra Marco Antonio? Yo lo entiendo así ya que en la anterior no era Augusto todavía pero por si acaso. Sí: ésa es la guerra civil, pero no de Octavio. A raíz de la muerte de Julio César, Octavio se convierte en hijo adoptivo suyo (adopción testamentaria), por lo que pasa a llamarse Julio César igual que el difunto: Iulius es el nomen (el nombre de la gens) y Caesar es el cognomen (el nombre de la rama de la gens, que es el nombre por el que se conoce normalmente a los individuos). Los hijos adoptivos solían tomar un segundo cognomen formado a partir del nomen que habían perdido al producirse la adopción; en este caso, sería Octavianus, aunque el futuro Augusto no lo hizo, porque no quería que se recordara la oscuridad de su primer linaje. No tiene sentido llamar Octavio a ese personaje después de su adpción, en el 44 a.C., que es cuando comienza su vida política. Es como si alguien llamara por su apellido de soltera a una mujer casada, en los países en los que cambia el apellido de las mujeres cuando contraen matrimonio: resultaría irreconocible. Las fuentes romanas lo llaman Iulius Caesar Iunior (Julio César el Joven), pero los historiadores modernos lo llaman Octaviano, al menos hasta el 27 a.C., en que el senado le otorga el "título" de Augustus. TRANSMISIÓN CIUDADANÍA ROMANA (Tema 8) Pregunta del día 29/12/10 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. En la página 229 del texto básico se alude a la transmisión por vía materna de la ciudadanía romana. Sin embargo, al hacer referencia al hombre que pretendía transmitír la ciudadanía a sus descendientes se habla de que había de "casarse legalmente con una ciudadana romana o con una mujer que tuviera reconocido el derecho a contraer ese tipo de matrimonio", excepciones que igualmente se mencionan en el caso de la mujer. No acabo de ver clara la diferencia entre hombre y mujer a la hora de transmitir la ciudadanía, a no ser que se trate del matiz contenido en el concepto de "casarse legalmente (iuris nuptiae)" que según creo deducir del texto parece que se exige sólo al hombre, mientras que la mujer la transmite automáticamente, siempre que no se case ilegalmente. ¿Estoy en lo cierto? Le agradecería me aclare algo al respecto. Creo que está básicamente en lo cierto. La mujer que es ciudadana romana transmite ese derecho a sus hijos, a no ser que haya perdido esa capacidad por haber contraído un matrimonio técnicamente degradante. El hombre que es ciudadano romano necesita, para engendrar ciudadanos romanos, estar casado en iustae nuptiae (literalmente, “matrimonio de ius”, es decir, de ius civile, que es el derecho de los ciudadanos romanos), lo que sólo puede conseguir (a) si se casa con una ciudadana romana, o (b) si se casa con una mujer que tenga concedido el connubium (el ius connubii o “derecho a casarse”), que es uno de los derechos que integran la ciudadanía romana. Un ejemplo. Cuando se licenciaba con honor a los soldados que habían servido en las tropas auxiliares (y que, por lo tanto, no eran ciudadanos romanos), se les concedía a ellos la ciudadanía romana, y a sus parejas (por una sola vez) el connubium. De esa forma, podían casarse y engendrar ciudadanos romanos con la mujer que quisieran. MORALIDAD DE LAS CIUDADANAS ROMANAS (Tema 8) Pregunta del día 30/12/10 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. Desearía saber cuáles eran las disposiciones de Augusto sobre la moralidad de las ciudadanas para entender las denuncias a las que eran sometidas. 1.- A finales de la época republicana, se había instalado en los altos estratos de la sociedad un creciente “libertinaje”, en el ámbito de la moral sexual, que afectaba a la institución del matrimonio de modo preocupante. La gran independencia que habían alcanzado las mujeres facilitaba los divorcios, en las capas altas, y llevaba con frecuencia a que los cabezas de familia buscaran en una liberta el sustituto de la relación de “amistad” propia del matrimonio. Como resultado de todo eso, las familias de los senadores eran cada vez más estériles. Las medidas de Augusto pretendían potenciar el objetivo del matrimonio y la procreación, sobre todo en esos medios En virtud de la lex Iulia de adulteriis coercendis (“represión de los adulterios”), el adulterio, el estupro (“corrupción”, es decir, comercio sexual con una mujer soltera o viuda que hubiera vivido antes honestamente) y el proxenetismo se convirtieron en crímenes (los delitos más graves considerados como públicos, es decir, con daño a la comunidad), por lo que se podían llevar ante las quaestiones, los tribunales que juzgaban esos delitos. La pena era confiscación de una parte de la propiedad y destierro a una isla (relegatio in insulam). Poco después, la lex Iulia de maritandis ordinibus (“cómo deben casarse los ordines, es decir, los senadores y los equites), y la lex Papia Poppea, completaron la tenaza. Todos los hombres, entre los 25 y los 60 años, y todas las mujeres, entre los 20 y los 50, tenían que estar casados. Quien se divorciaba o enviudaba tenía que volver a casarse. Quien no asumía esas obligaciones no podía acudir al teatro (eso da una idea de la importancia social de los teatros, lo que también explica su suntuosidad, y el hecho de que los asientos estuvieran en consonancia con el rango social). La condición de caelebs (“célibe”) durante esas edades impedía a todo el mundo (incluidos viudos y viudas) recibir herencias o legados, fuera del círculo de los parientes de sangre, y hacer disposiciones testamentarias. 2.- Esas leyes han sido muy criticadas, tanto en la Antigüedad como modernamente. Y tuvieron poco efecto. Ni siquiera el círculo de Augusto, a no ser su yerno Agripa, respondía al modelo. El propio princeps sólo tuvo una hija, a la que, encima, tuvo que desterrar por su “mala vida”. Su gran amigo Mecenas no tuvo hijos, y sus poetas Virgilio y Horacio permanecieron solteros; como solteros eran también los dos cónsules del 9 d.C., que llevaron a los comicios la lex Papia Poppea. De todos modos, lo que singulariza las actuaciones de Augusto en ese terreno son las sanciones legales y su dureza. La ausencia de matrimonio y de hijos tenía, en la tradición republicana, una sanción social negativa asumida por los censores en su calificación de los ciudadanos, y el matrimonio se entendía liberorum creandorum causa (“para crear hijos”) Por otro lado, aunque Livia Drusilla (Livia Augusta más tarde) y Augusto no tuvieron hijos (el emperador Tiberio, hijo adoptivo y sucesor de Augusto, procedía del anterior matrimonio de Livia con un Claudius; de dónde lo de llamar Julio-Claudios a los cuatro emperadores de esa familia), protagonizaron un matrimonio ejemplar de acuerdo con la tradición romana, a la que dieron más tarde los jurisconsultos imperiales una formulación jurídica que ha hecho fortuna en Occidente, y que se encuentra, por ello incorporada, de un modo u otro, a la mayoría de los ordenamientos jurídicos modernos. 3.- La definición de matrimonio atribuida a Modestino (hacia 250 d.C.) en el Corpus Iuris Civilis (Digestos 23.2.1) de Justiniano (siglo VI d.C.) es la siguiente: “Nuptiae sunt coniunctio maris et feminae et consortium omnis vitae, divini et humani iuris communicatio.” (“Matrimonio es la unión de un varón y una hembra, y la suerte en común de todas las cosas de la vida; la comunidad de derecho divino y humano”). El derecho canónico, por un lado, y la recentísima legislación sobre matrimonios entre homosexuales, por otro, sólo han tenido que hacerle retoques; en el caso del derecho canónico, sustituir omnis vitae por totius vitae, que es lo que significa “toda la vida” en un sentido cronológico, excluyendo así el divorcio. Ese concepto del matrimonio romano era compatible, por tanto, con el divorcio; pero no lo era con el adulterio ni con otras relaciones sustitutorias. La definición complementaria que encontramos en las Instituciones (1.9.1) del Corpus Iuris Civilis indica que estaba implicada la convivencia: “Nuptiae autem sive matrimonium est viri et mulieris coniunctio, individuam consuetudinem vitae continens“ (“Matrimonio o casamiento es la unión de un hombre y una mujer que lleva consigo una convivencia inseparable”). Un último aspecto, pero de la mayor importancia para los romanos, tal y como se percibe en las representaciones figurativas y en los testimonios literarios es lo que llaman las fuentes jurídicas la affectio maritalis, causa del matrimonio y causa de su disolución. Quienes tienden a interpretar el matrimonio romano como un contrato la sitúan en el momento inicial, pero se ha impuesto la idea de que funcionaba como causa continua, es decir, como el elemento subjetivo que animaba permanentemente el consortium omnis vitae y la individua consuetudo vitae. 5.- Creo que este excursus por el terreno jurídico es imprescindible para entender las motivaciones de la legislación de Augusto sobre las costumbres, y en cierto modo también la sociedad romana. En mi modesta opinión, se le puede reprochar al princeps el haber tratado ese problema de un modo brutal- lo que también hizo con otros problemas; pero en lo que no se equivocaba era en su diagnóstico de que la perversión del modelo romano de matrimonio que se había puesto de moda en las altas esferas era uno de los aspectos de la res publica Romana que había que corregir. Al fin y al cabo, toda la construcción de la res publica restituta era una especie de fictio, pero una ficción que funcionó a su manera. Y también ocurrió eso en el ámbito del matrimonio, como prueba la documentación de los juristas. EVERGETISMO (Tema 8) Pregunta del día 17/02/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. Buenas días profesora, me ha surgido una duda al repasar el capítulo sobre evergetismo en la época imperial. En la pag. 237 del libro base dice "Las ciudades (...) se financiaban sobre todo, directa o indirectamente, a través de las aportaciones de los miembros de la clase dirigente. " Pero luego, en la pag. 239 dice "...los munera y las aportaciones obligtorias, por ley o por costumbre, a más de otros ingresos, constituían, seguramente, la parte fundamental de la capacidad edilicia" No me queda claro , por tanto, si la base de la financiación de las ciudades se debía al evergetismo o a las aportaciones obligatorias ciudadanas. Sobre eso, naturalmente se discute, porque no nos lo dicen los textos antiguos, sino que debemos sacarlo de una serie de datos. En general, parece que las ciudades tenían capacidad suficiente para cubrir sus necesidades con las distintas cargas exigibles a los distintos ciudadanos, unas fijadas por la ley, y otras por la costumbre. En un sentido estricto, el evergetismo quedaba fuera de esas prestaciones. Era una dádiva adicional, que aportaban los ricos, en su competencia por alcanzar los puestos más codiciados de la escala social, con el apoyo de las comunidades beneficiarias. Alguien costeaba algo, para salir al paso de una emergencia o para aportar una mejora, y con eso perpetuaba su nombre como benefactor, con efectos sobre sus descendientes. La cuestión está en saber hasta qué punto la capacidad edilicia, es decir, de realizar obras públicas, dependía del evergetismo: si es el evergetismo sobre todo, o las aportaciones obligatorias sobre todo (aunque procedieran mayoritariamente de los mismos individuos), lo que explica la magnificencia de las ciudades romanas en época imperial. IUGATIO-CAPITATIO (Tema 9) Me preguntan en el otro curso por los iuga (las unidades fiscales de la reforma de Diocleciano), y, al leer la frase, me doy cuenta de que no se entiende bien. Lo he sacado de otro texto mucho más largo que tenía escrito, donde se tratan las distintas interpretaciones, y, al final, ha quedado mal el corte, porque he hecho un salto de líneas. Lo siento. La interpretación de esa reforma es muy controvertida, porque los datos de las distintas zonas del Imperio no casan bien, probablemente porque había diferencias en la aplicación. Pero las líneas generales parecen haber sido las siguientes: (1) Se hizo un nuevo catastro de todas las tierras, distinguiendo los tipos y la productividad. Y se hizo un censo de todas las personas, distinguiendo los hombres de las mujeres, y de los animales. (2) Se creó una unidad de tributación abstracta llamada iugum (plural, iuga), por la cual habría que pagar (normalmente en especie) todos los años una cantidad variable, que fijaría el estado por períodos fiscales, en razón de lo que quisiera, necesitara y/o creyera que podía recaudar. (3) Se atribuyó un determinado número de iuga a cada provincia, territorio, ciudad, o unidad territorial que se considerara oportuno singularizar. Era como decir: esa ciudad, o ese gran dominio, tienen que producir tanto al año. Pero ese “tanto” no se fijaba en dinero o en grano sino en esas unidades fiscales abstractas, por las que habría que pagar una cantidad u otra, según los ejercicios fiscales. (4) La ventaja de ese sistema, para el estado, era que podía contar con unos determinados rendimientos con independencia de la voluntad y disponibilidad de explotación de los propietarios. La obligación fiscal implicaba una obligación de explotar las tierras. Para los contribuyentes, también era positivo conocer de antemano, si no la cantidad a pagar, sí, al menos, la cuota fiscal relativa. Espero que esto se entienda. CONSTANTINO Y LA RELIGIÓN CRISTIANA (Tema 9) Pregunta del día 04/02/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. En el libro de texto, en la página 264 cuando habla de cómo Constantino integra a la Iglesia, pone que otorga a los sacerdotes la autoridad de sancionar con su presencia la manumisión de los esclavos realizada en las iglesias. Las manumisiones, que son los procedimientos de convertir en libres (libertos) a los esclavos (a eso se alude en el tema 8), se hacían muchas veces, aunque no siempre, ante un magistrado, que las sancionaba con su autoridad. En la llamada manumisión in ecclesia, el sacerdote actúa como si fuera un magistrado. Es, por lo tanto, una especie de integración de la Iglesia en el estado. CONCILIO ECUMÉNICO (Tema 9) Pregunta del día 01/01/11 en el foro de dudas sobre los contenidos de Historia Antigua. En la página 265 del libro básico, menciona el Segundo Concilio Ecuménico del 381 d. C.; buscando información encuentro que ese Concilio de ese año el es primero y no el segundo, ¿me lo podría aclarar? El concilio del 381 d.C. es el segundo concilio ecuménico, porque el primero es el de Nicea del 325; pero, por otro lado, es el primer concilio de Constantinopla.