superyo | fobia social 36% de las personas que padecen fobia social presentan síntomas durante 10 años o más antes de buscar ayuda, según datos de la Asociación Americana de Ansiedad y Depresión Fobia social Temor incontrolable Conocer gente nueva, mantener una conversación o dictar una conferencia puede resultar excesivamente angustiante y provocar desde rubor y sudoración profusa hasta taquicardia. La orientación profesional es clave para superar este trastorno de ansiedad / Javier Graterol García Mientras cantaba uno de sus temas más exitosos frente a miles de espectadores en el Central Park de Nueva York, en 1967, Barbra Streisand olvidó por completo la letra de la canción. El incidente le impidió realizar grandes conciertos durante años por miedo a quedar en ridículo ante el público. El diagnóstico: fobia social, también conocida como trastorno de ansiedad social. Definida como el miedo incontrolable, desmedido e intenso a ser evaluado y juzgado por los demás o a someterse a una situación de vergüenza o humillación pública, la fobia social forma parte de los llamados “trastornos de ansiedad” y afecta a alrededor de 2% de la población mundial. Si bien es normal sentirse nervioso ante ciertas circunstancias, la persona con fobia social es incapaz de controlar esa sensación y experimenta pánico frente a cualquier escenario en el que se vea expuesta o tenga que interactuar con desconocidos o poco conocidos. “La persona desarrolla una sensación que lo paraliza y le impide hacer cualquier cosa”, explica el psiquiatra Robert Lespinasse. Incluso, puede sentir ansiedad y angustia días antes de que suceda el evento e intenta evitarlo a toda costa, apunta el especialista. “Este trastorno deteriora la interrelación del individuo con sus semejantes: afecta considerablemente su situación laboral o sus estudios”, afirma Jesús Miguel Martínez, psiquiatra y psicoterapeuta. 56+SALUD Origen del trastorno Aunque es común que las primeras señales de la fobia social surjan en la juventud temprana (entre 18 y 21 años), pueden también revelarse antes de la adolescencia (entre 10 y 12 años). Si bien no está claro por qué se desarrolla, los especialistas advierten que ciertas situaciones previas pueden propiciar su aparición de manera abrupta. Quienes han sido criticados, ridiculizados o descalificados en la niñez son más propensos a presentar el trastorno. Lespinasse señala que, en ocasiones, la interacción con otros ha sido tan dolorosa o desagradable que tienen temor de quedar nuevamente en ridículo: eso va desarrollando una gran inseguridad y una gran dificultad para relacionarse con las demás personas. Por lo general, precisan los especialistas, se trata de individuos con una autoestima baja o sobreexigidos en su infancia. Suelen ser personas con padres muy estrictos que nunca se dan por satisfechos. Aunque no está demostrado, se cree que hay factores genéticos que favorecen la aparición de este trastorno de ansiedad: las familias en las que hay al menos un miembro con fobia social son más propensas a padecerla. Síntomas reveladores Frente a situaciones que le producen temor, la persona puede presentar algunos síntomas somáticos: sudoración fobia social | superyo El paciente con fobia social centra su atención en sus propios síntomas –especialmente en los físicos– y en las reacciones negativas de los otros excesiva, dificultad para respirar, rubor, escalofríos, cefalea, sensación de presión en el pecho, aumento de la frecuencia cardíaca, temblores, necesidad imperiosa de orinar o defecar, tensión muscular, náuseas, vómitos o mareos. “En los estados más intensos, el paciente puede tener la sensación de que se va a desmayar, a morir o a enloquecer. Es lo que ocurre cuando se ve enfrentado a una situación que le produce ansiedad”, indica Martínez. Para evitar estas reacciones, quienes padecen fobia social suelen aislarse. En ocasiones, el malestar es tan fuerte y notorio que la persona desarrolla “miedo al miedo”, describe el especialista: ya no solamente siente temor al hecho de verse en público, sino también a sentir nuevamente la angustia paralizante y que los demás lo noten. El paciente con fobia social centra la atención en sus propios síntomas –especialmente en los físicos– y en las reacciones negativas de los otros. A medida que las respuestas somáticas aumentan, tiende a experimentar también dificultad para pensar: siente confusión, le cuesta concentrarse y olvida palabras y hechos importantes. Escenarios al descubierto Sentir miedo cuando se debe dar una conferencia, quedarse sin palabras en medio de una exposición o negarse a participar en clase por temor a ser evaluado –comprometiendo su rendimiento académico– suelen ser algunos de los es- cenarios que disparan las alarmas. Muchas veces, afirma Martínez, “la fobia social no se diagnostica, simplemente porque la persona nunca se ha visto expuesta a ella”. Un cambio en el ámbito laboral, familiar o escolar puede obligarla a realizar actividades que nunca antes había tenido que hacer. Y al enfrentar esa situación por primera vez, aparecen los síntomas. Eventos activadores Si bien hay personas que solamente temen a una o dos situaciones específicas, otras presentan fobia social generalizada, pues la angustia aparece ante diversas circunstancias: • Hablar en público, opinar en reuniones de trabajo, dar conferencias o realizar exposiciones. • Iniciar o mantener conversaciones. • Conocer gente nueva, acudir a citas o asistir a fiestas. • Integrarse a una actividad o conversación ya iniciada. • Hablar de sí mismo, expresar amor, hacer cumplidos, relacionarse con el sexo opuesto o mantener relaciones íntimas. • Expresar su opinión o mostrar desacuerdo o disgusto en reuniones sociales. • Realizar o rechazar peticiones. • Comer, escribir o trabajar delante de otras personas. • Ser el centro de atención. 57+SALUD superyo | fobia social Alerta infantil Evaluar el comportamiento de los niños en su relación con otras personas es esencial para detectar actitudes propias de la fobia social. Es importante saber reconocer la timidez normal del pequeño, que lo lleva a esconderse detrás de los padres cuando debe saludar a un desconocido, y diferenciarla de actitudes extremas –llantos, berrinches o mutismo– en su interacción con compañeros de su edad o con adultos. “Cuando las situaciones sociales crean una crisis o desencajan al niño, hay que darle atención para evaluar cómo se le puede ayudar”, advierte el psiquiatra Robert Lespinasse. A la hora de realizar el diagnóstico, el especialista debe descartar otros trastornos de ansiedad y evaluar si el paciente tiene problemas con las drogas o el alcohol, pues alrededor de 20% de quienes presentan fobia social abusan del alcohol. En el caso de menores de 18 años, para que haya un diagnóstico certero los síntomas deben mantenerse por lo menos durante seis meses, dado que en la adolescencia son frecuentes las situaciones de vergüenza que no necesariamente se corresponden con un trastorno de ansiedad social. Esconder los síntomas Una serie de comportamientos buscan disimular ante los demás ciertas manifestaciones de ansiedad: • Rubor: maquillarse, broncearse, dejarse barba, bajar la cabeza durante una conversación, ponerse lentes de sol o colocarse pañuelos en el cuello. • Temblores: dejar las manos en los bolsillos, no agarrar objetos delante de otras personas o sujetar fuertemente las cosas con ambas manos. • Sudor: ubicarse en áreas ventiladas, usar ropa ligera, llevar un pañuelo, evitar alimentos calientes. • Nerviosismo: no hablar o hablar poco, contestar brevemente, evadir el contacto visual, controlar lo que se dice o hace durante la charla o concentrarse en causar buena impresión. 58+SALUD Orientación profesional Hay quienes se aíslan –sin buscar ayuda– porque desconocen la necesidad de recibir orientación profesional. Algunos estudios revelan que un evento de angustia muy intenso puede, incluso, provocar pérdida de neuronas. De allí que los especialistas insistan en la importancia de que las personas que sufren fobia social reciban tratamiento: Farmacológico. Está dirigido a controlar y reducir las crisis. Frecuentemente se indican antidepresivos o ansiolíticos, pues su efecto tranquilizante ayuda a disminuir la angustia. Psicoterapéutico. En grupo o individualmente, la terapia busca fortalecer los factores positivos del paciente, mejorar su autoestima y desarrollar sus habilidades sociales. Con el objetivo de que supere el miedo de forma paulatina, lo expone a situaciones de temor. Martínez afirma que, además, “se ha demostrado que la psicoterapia es un modelo de aprendizaje altamente especializado que modifica la liberación de neurotransmisores, aumenta la plasticidad cerebral e incide sobre la neurogénesis (producción de neuronas)”. Los especialistas coinciden en que el paciente debe estar consciente de su situación y reconocer que su miedo y ansiedad son excesivos e irracionales. Ése, aseguran, es el primer paso para aceptar la ayuda profesional, recibir un diagnóstico y comenzar el tratamiento. • F u e n t es c o n s u l t a d a s º Robert Lespinasse, psiquiatra. Presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría. º Jesús Miguel Martínez, psiquiatra y psicoterapeuta. º Fobia Social. Arturo Bados. Universidad de Barcelona (2009). º www.adaa.org / www.nimh.nih.gov.