EL DEDO DEL DIABLO - Sr. Messner, ¿Qué se siente al ser el mejor escalador del mundo?preguntó uno de los periodistas. - Una enorme satisfacción, pero, por lo demás, soy una persona normal. Bien, pues con esto doy por terminada esta rueda de prensa- dijo el Sr. Messner. - ¡Espere!, ¡espere por favor!- dijo un periodista. -¡Una pregunta más!- Está bien, diga-. Contesto el Sr. Messner un poco irritado. - ¿Tiene prevista la ascensión al Dedo del Diablo?- Por ahora no, pero juro que no me jubilaré sin lograr llegar a la cumbre de esa montaña. Muchas gracias y adiós- dijo el Sr. Messner, dando por terminada aquella rueda de prensa. Reinhold Messner era una persona muy modesta, inteligente, con una valentía insuperable por ningún otro ser viviente y un personaje encantador. Vivía de la montaña, que era la pasión de su vida. Disponía de muchos bienes, muchos amigos, pero vivía sólo, ya que por el momento quería dedicarse únicamente a la montaña. Había una montaña que nadie había conseguido escalar. Los que se aventuraban nunca volvían, por eso la llamaban “El Dedo del Diablo”. En ella habían desaparecido más de trescientas personas. El reto de su vida era subir aquella infernal montaña de 7.953m de altitud. Los mejores escaladores del mundo lo habían intentado, pero ninguno regresó. Además, en esa montaña se perdía el contacto por radio a los 6000m, debido a la forma de la cordillera. Por lo que se sabe, el mundo jamás ha conocido a ningún escalador de alta montaña como el Sr. Messner. Reinhold era el fundador y director de la mejor escuela de alpinistas del mundo. A ella acudían los mejores guías de montaña con el fin de aprender de los conocimientos del Sr. Messner. El Sr. Messner tenía 31 años y gozaba de una buena vida social, tenía un montón de amigos y a donde quiera que fuera, alguien siempre lo reconocía y hacía 15 ó 20 amigos más. El día en que el Sr. Messner cumplía 32 años, dio una fiesta. Una fiesta en su gran casa que parecía un palacete, una fiesta con todas las personas que recordaba y de las que tenía sus teléfonos. Fue una macro-fiesta que duro toda la noche. Pero justo a las 12:00 de la noche, el Sr. Messner pidió que se le escuchara por unos minutos. Cuando los más de 150 invitados lograron callarse, éste les dijo: - Bueno, hoy os he reunido aquí a todos para anunciaros mi retirada del alpinismo-. Entonces se produjo un silencio aterrador en aquel gigantesco salón. La gente se miraba extrañada, intentando averiguar qué le había pasado a Reinhold para que, justo en la cumbre de su carrera, decidiera abandonar. Pasados unos segundos, el Sr. Messner dijo: - Pero no sin antes ascender a la cumbre del Dedo del Diablo-. Y al pronunciar la palabra “diablo”, se produjo tal eco en el salón, que estremeció al mismísimo Sr. Messner, hasta que de repente, este dijo tragando saliva: - Bueno, ¡pues que continúe la fiesta!-. Y la música empezó a sonar de nuevo y la gente volvió a reírse y a bailar como loca. Al cabo de un mes, cuando ya se habían terminado todos los preparativos de la expedición, lo que más sorprendió a la gente fue la decisión de subir a la montaña solo. Eso fue así porque los alpinistas a los que les pidió que lo acompañaran le dijeron que no estaban locos y que no pensaban subir a esa montaña jamás; y los que sí querían, al Sr. Messner no le parecía que tuvieran el nivel necesario para ascender a tan complicada montaña. Una vez establecido el campo base, empezó la ascensión acompañado de dos porteadores que le ayudaban a subir los víveres al campo 1. De allí no pasarían, y así fue. El Sr. Messner se sentía muy motivado para hacer la ascensión. Una vez llegado al campo 2, a 5.300m de altura, decidió bajar al campo base para mejorar su aclimatación. Después de un día de descanso, inició una ascensión que le conduciría a instalar el campo 3 a 6.100m. A la mañana siguiente al comprobar que pudo conciliar más de seis horas de sueño seguidas y encontrarse muy reconfortado, desmontó la tienda y se dirigió a montar el campo 4 a 6.900m. Una vez instalado el campo 4, bajó al campo 1, donde tenía provisiones. El día después, subió decidido al campo 4 con el objetivo de descansar y atacar la cumbre. Al atardecer llegó al campo 4. Allí, debido al excesivo cansancio no se despertó hasta la 6 de la mañana, y marchó a las 7, ya que tuvo que calentar hielo para meterlo en la cantimplora junto con polvos energéticos. Salió decidido ha hacer cumbre. Cuando divisó las primeras luces del alba, le entró una cierta preocupación porque desde ese momento la nieve se empezaría a calentar y aun le quedaba mucho camino por recorrer. Todo marchaba bien hasta que los compañeros que seguía su ascensión por satélite desde el campo base, divisaron una avalancha unos 900 metros por encima del Sr. Messner. Como ya he dicho el contacto por radio se cortaba a los 6000m, y no le pudieron avisar. Reinhold Messner fue arrollado por la avalancha. Y todos los que seguían su ascensión vía satélite, quedaron impresionados por el increíble y horripilante final que tuvo la vida de aquel emblemático montañero. Todos los alpinistas del mundo guardaron 5 minutos de silencio por la pérdida del mejor alpinista que se había conocido sobre la faz de la tierra. Mientras tanto, debajo de toneladas y toneladas de nieve, en algún lugar de aquella montaña, se encontraba el cuerpo de aquel alpinista. Por lo menos así lo creía todo el mundo. Pero no era cierto. Él se dio cuenta del alud unos segundos antes de que le alcanzara. El Sr. Messner divisó una grieta en la nieve a la que pudo llegar y refugiarse parcialmente de la gigantesca avalancha. Digo parcialmente, porque la caída a la grieta y la nieve que se coló, le produjeron muchas quemaduras, contusiones, la pérdida de los incisivos superiores y un gran corte en la cara producido por un piolet. Permaneció en la grieta, de unos 20m de profundidad, 3 días, subsistiendo a base de agua con sales y muchas chocolatinas. Cuando consiguió salir por un claro que se abrió en el techo al derretirse la nieve, su cara estaba tan desfigurada que no parecía él. El Sr. Messner siempre llevaba en su macuto una manta térmica. Lo que hizo con ella fue sentarse encima y tratar de bajar deslizándose, porque a él ya no le quedaban fuerzas para nada y, aun sabiendo el riesgo que aquello conllevaba, decidió hacerlo, ya que era el único modo de salir de aquella infernal creación del mismísimo diablo. Una vez llegado al campo 1, cuando empezó a buscar sus cosas, se dio cuenta de que no estaban. ¡Se lo habían robado todo!. Se quedó sin DNI, sin pasaporte, sin dinero y nada con lo que identificarse. En el campo base, cogió un helicóptero de otra expedición, que le aproximó a una población cercana. Allí fue a la primera comisaría que encontró. Los policías no entendían ni una sola palabra de lo que decía, sólo entendían ¡¡Reinhold Messner!! ¡¡Messner!! ¡¡Sr. Messner!!. Los Policías no le dejaron que siguiese gritando ese nombre, ya que éstos eran grandes aficionados a la montaña y sentían mucho la pérdida del Sr. Messner. Así que le echaron, y el pobre hombre tuvo que mendigar el resto de su vida, ya que no entendía el idioma y nadie quería escuchar a un mendigo con la cara desfigurada que vagaba por calles y caminos del Nepal. Así que el Sr. Reinhold Messner quedó en los libros, atlas y demás documentos como uno más que había osado tocar al Diablo.