Página 1 de 5 APROXIMACION Y DIFERENCIAS ENTRE LOS DELITOS DE ATENTADO Y RESISTENCIA Por FRANCISCO SOTO NIETO Doctor en Derecho. Ex Magistrado del Tribunal Supremo Diario La Ley, Nº 5812, Sección Columna, 27 Jun. 2003, Año XXIV , Ref. D-153, Editorial LA LEY LA LEY 1228/2003 Sobre los cauces delimitadores de ambas figuras delictivas, realiza un autor un completo estudio de los tipos penales en cuestión y de la doctrina jurisprudencial configuradora. Normativa comentada Jurisprudencia comentada Los delitos de atentado y resistencia son de frecuente atención por la jurisprudencia. Como en el primero de los tipos se menciona, entre otras figuras, la de resistencia grave, su delineación y diferenciación respecto del delito de resistencia simple o menos grave suele ofrecerse confusa en ocasiones. La sentencia del TS de 18 de febrero de 2003 (LA LEY 1790/2003)representa una más en el esfuerzo esclarecedor, apreciación nada desdeñable en cuanto actualiza una doctrina siempre sugerente, de acusado interés práctico. Cuando de precisar el bien jurídico protegido en estos delitos se trata, se ha venido aludiendo tradicionalmente a la necesidad del refuerzo de la autoridad, de protección de los agentes públicos, con vistas al logro del mejor acatamiento y cumplimiento de las funciones encomendadas. La función pública, el servicio público, han de merecer acatamiento y respeto, el principio de autoridad ha de prevalecer y hacerse sentir en aras de una convivencia en armonía y orden en el seno de una sociedad constituida. También se ha señalado como bien tutelado por estos delitos el orden público, nervio y sustentáculo del desenvolvimiento de la vida pública, salvaguarda de las relaciones nacidas y forjadas en su seno. No deja de aludirse a la dignidad de la función pública, pero no en el sentido de aureola o sobrepotencia sino de garantía de operatividad y eficacia, de conjuración de cualquier subversión o arbitrariedad. http://laleydigital.laley.es/Content/Documento.aspx?params=H4sIAAAAAAAEAO29... 26/05/2014 Página 2 de 5 Con indudable acierto y cumplida justificación se centra por PRATS CANUT la idea de bien jurídico protegido en el delito de atentado. Actualmente en el marco constitucional que supone la Constitución Española de 1978 --comenta-- deviene improbable seguir fundando la caracterización del bien jurídico en criterios de autoridad y jerarquía, y por contra debe de buscarse, justamente en las necesidades propias de la función pública, como servicio a los ciudadanos, cuya alteración redunda en perjuicio de éstos, los cuales tienen el derecho a reclamar que la función pública se ejerza conforme a derecho, tanto por parte de los agentes como por parte de terceros que se relacionan con éstos, y ahí es donde cabe buscar la fundamentación de estos delitos. Por tanto el atentado al bien jurídico debe de trascender a la mera relación interpersonal entre agresor y víctima, hacia la alteración o riesgo para la convivencia ciudadana, fuera de este ámbito estos delitos no merecerían un trato diferencial al del que se otorga a los delitos comunes. Según la sentencia de 13 de junio de 2001 (LA LEY 6049/2001), de naturaleza supraindividual, en el delito de atentado se ataca lo que se ha venido en llamar principio de autoridad. Realmente se castiga la lesión de la dignidad funcional en cuanto constituye una exigencia de la garantía del buen funcionamiento y ejercicio de las facultades inherentes al cargo que se desempeña, dada la trascendencia que para el cumplimiento de los fines del Estado tiene el respeto debido a sus órganos. Para las sentencias de 5 de junio de 2000 (LA LEY 9345/2000), 22 de diciembre de 2001 (LA LEY 3099/2002)y 18 de febrero de 2003 (LA LEY 1790/2003), hoy en día el bien jurídico protegido, más que el tradicional principio de autoridad, lo constituye la garantía del buen funcionamiento de los servicios y funciones públicas. En líneas generales, y como resulta de una jurisprudencia arraigada, la resistencia integrada en la figura de atentado del art. 550 del CP (LA LEY 3996/1995), al igual que las restantes modalidades que alternativamente se enumeran, suponen una conducta activa del agente infractor. En tanto que la resistencia, en su acepción típica normal, «simple» o «no cualificada» --cual la ha designado la jurisprudencia-- supone un comportamiento pasivo. El art. 556 (LA LEY 3996/1995), al referirse a la resistencia, equiparada a la desobediencia grave, no incluye la nota de «activa». Las sentencias de 7 de mayo de 1990 (LA LEY 1398-JF/0000)y 20 de mayo de 1994 (LA LEY 27356JF/0000)basan la resistencia más seria y significativa determinante del atentado en la oposición activa, violenta, abrupta y hasta clamorosa, mientras que dicha conducta se encasillará en el tipo de resistencia, cuando se trate de oposición meramente pasiva, inerte, renuente, e integre terca y tenaz porfía obstaculizadora u obstativa de la acción de los órganos o representantes del sector público. La sentencia que hoy resaltamos de 18 de febrero de 2003 (LA LEY 1790/2003)es síntesis actualizada de este sentir jurisprudencial. Para la misma, la distinción entre los delitos de atentado y resistencia, siendo residual el segundo (art. 556 (LA LEY 3996/1995)) respecto del primero (art. 550 (LA LEY 3996/1995)), se ha basado desde siempre (antiguos arts. 231.2 (LA LEY 1247/1973)y 237 (LA LEY 1247/1973)del CP de 1973) en el entendimiento de asignar al tipo de atentado una conducta activa en tanto que configura el tipo de resistencia no grave o simple en un comportamiento de pasividad, criterio que se refuerza desde la http://laleydigital.laley.es/Content/Documento.aspx?params=H4sIAAAAAAAEAO29... 26/05/2014 Página 3 de 5 publicación del CP de 1995 por cuanto el art. 550 (LA LEY 3996/1995)incorpora la expresión activa, predicándola de la resistencia grave que constituye una de las formas del delito de atentado, junto al acometimiento, empleo de fuerza o intimidación, frente a la autoridad, a sus agentes o funcionario públicos, mientras que el art. 556 (LA LEY 3996/1995), que no menciona a los funcionarios públicos entre los sujetos pasivos del delito, se limita a exigir la resistencia sin especial calificación a la autoridad o sus agentes, equiparándola a la desobediencia grave, todo ello siempre que aquéllos se encuentren en el ejercicio de sus funciones. Podemos, pues afirmar que, a tenor del dictado del art. 550 (LA LEY 3996/1995), del acervo jurisprudencial que sobre esta materia ha precedido a la promulgación del Código Penal de 1995 y la que ha subseguido a su vigencia, así como a la común apreciación de la doctrina científica, la resistencia-atentado ha de ofrecerse necesariamente activa. La conducta encaminada a levantar una barrera frente a la autoridad, agente o funcionario, ha de suponer la activación de una iniciativa actuacional dirigida a rechazar violentamente cualquier pretensión de aquéllos, forjamiento de un frente contrarrestador u obstructor capaz de imposibilitar u obstaculizar la ejecución de un mandato o requerimiento enmarcado en el área de sus funciones. La nota de gravedad en la resistencia «concurre en cuanto la acción de resistencia a la vista de los medios interpuestos y de los efectos en su caso producidos en la víctima, sea de considerable importancia» (CORDOBA RODA). Ello viene a representar la gravedad inherente a la resistencia incardinable en el delito de atentado. Al contrario, la no gravedad caracteriza a la resistencia propiamente dicha incardinada en el art. 556 (LA LEY 3996/1995). Puede entenderse como hecho frecuente y generalizado que la conducta resistente activa aparezca signada de gravedad, mientras que la resistencia caracterizada por su pasividad no merezca la calificación de grave. La sentencia de 4 de junio de 1993 (LA LEY 32248-JF/0000)comenta que la resistencia activa o grave se cifra en rechazo de la pretensión realizativa acompañada de una carga de acometividad. En la resistencia no grave o pasiva se acusarán conductas carentes de acometividad frente a los representantes de la función pública, pero no estricta y absolutamente omisivas; éstas, rayanas más en la desobediencia que en la resistencia. La resistencia que reviste la gravedad de atentado es claramente activa e implica el empleo de una oposición tenaz, resuelta, decidida, con utilización de fuerza real, frente a la actuación del agente o funcionario agredido, mientras que la resistencia menos grave ofrece un carácter más pasivo, simbolizado por un no hacer inequívoco y merma del principio de autoridad. Suponiendo, pues, la resistencia no grave no sólo una oposición al mandato o actuación de la autoridad, de sus agentes o de los funcionarios públicos, sino una traba u obstrucción a aquéllos, en persistente y declarada porfía, en tenaz y resuelta rebeldía, en actitud frecuentemente desafiante, de contrafuerza física o material contrarrestadora o debilitante, sin alcanzar la beligerante agresividad y la formal iniciativa violenta, patente en la hostilidad y relevante en sus consecuencias, característica de la resistencia grave. http://laleydigital.laley.es/Content/Documento.aspx?params=H4sIAAAAAAAEAO29... 26/05/2014 Página 4 de 5 Observemos que el art. 550 (LA LEY 3996/1995), al mencionar la resistencia como una de las alternativas de conducta constitutiva de atentado, alude a la concurrencia conjunta de las notas «activa» y «grave», la primera no mencionada en el art. 231 del Código precedente (LA LEY 1247/1973). Ello supone que con el nuevo orden penal no toda resistencia conceptuable como «activa» ha de reputarse necesariamente grave. Y que ante la ausencia de una de las constatadas condiciones quiebra la idea de resistencia-atentado. Si la resistencia es activa y no grave el hecho será subsumible en el art. 556 (LA LEY 3996/1995). Este es residual y acoge los hechos de resistencia no comprendidos en el art. 550 (LA LEY 3996/1995). Si la resistencia es grave pero no activa, llegaríamos a igual conclusión. El mismo argumento de «residualidad» jugará al efecto. Lo que sucede es que no es fácil concebir una resistencia conceptuable como grave que no lleve consigo un comportamiento activo. Según la sentencia de 8 de octubre de 2001 (LA LEY 1244/2002)puede admitirse que el Código Penal ha ensanchado el delito de resistencia en detrimento del atentado, pues en el Código derogado, la resistencia equiparada al atentado, debía ser calificada como grave, que según la jurisprudencia, para distinguirla de la leve, tenía que tratarse de resistencia activa. Ahora el legislador exige que la resistencia para que constituya atentado ha de ser activa y grave --art. 550 (LA LEY 3996/1995)--, con lo que ha de revestir un plus. La sentencia de 18 de marzo de 2000 (LA LEY 4990/2000), citada por la propia sentencia de 18 de febrero de 2003 (LA LEY 1790/2003), se refiere a la resistencia típica como aquélla consistente en el ejercicio de una fuerza eminentemente física, que supone el resultado exteriorizado de una oposición resuelta al cumplimiento de aquello que la autoridad y sus agentes conceptúan necesario, en cada caso, para el buen desempeño de sus funciones, de forma que si dicha resistencia se manifiesta activa y alcanza los caracteres de grave, entra la figura del art. 550 del CP (LA LEY 3996/1995). Por ello los elementos normativos a ponderar se refieren, por una parte, a la actividad o pasividad de la conducta del sujeto activo, y, por otra, a la mayor o menor gravedad de la oposición física del mismo sujeto al mandato emanado de la autoridad o sus agentes en el ejercicio legítimo de sus funciones. La sentencia de 21 de abril de 1999 (LA LEY 5638/1999)atiende al criterio delimitador básico y tradicional diciendo que en el art. 550 (LA LEY 3996/1995)se describe como uno de los modos del delito de atentado el de la resistencia activa grave; es decir, queda definido por la nota de la actividad y la nota de la gravedad, de donde el delito de resistencia, dada su condición residual en su actual deslinde con el delito de atentado, debe ir definido no solo por la nota de pasividad --criterio del anterior Código en la interpretación jurisprudencial--, sino también y principalmente por la nota de no gravedad aunque exista un comportamiento de oposición activo. Parece deducirse de anteriores resoluciones que para pasar de la resistencia-atentado a la resistencia básica o minorada, ha de detectarse la mitigación de las dos condiciones de la primera: actividad por pasividad y gravedad por no gravedad. Cierto que tal sería un supuesto paradigmático de perfecto acoplamiento a la normativa legal. Pero no puede soslayarse la cuestión suscitada por la ausencia de sólo una de las notas de indefectible concurrencia en la resistencia del art. 550 (LA LEY 3996/1995), que sea http://laleydigital.laley.es/Content/Documento.aspx?params=H4sIAAAAAAAEAO29... 26/05/2014 Página 5 de 5 «activa» y que sea «grave». Ya hemos anticipado nuestro criterio al respecto. El fallo de cualquiera de ellas impide la subsunción de la conducta en el tipo de atentado y, dada la subsidiariedad y eventual y residual función del art. 556 (LA LEY 3996/1995), habrá de quedar inserta en su seno. «No toda resistencia que merezca el calificativo de activa equivaldrá a una resistencia grave. Es posible que determinadas manifestaciones de resistencia activa, cuando no revistan gravedad, se sancionen como delito de resistencia del art. 556 (LA LEY 3996/1995), toda vez que este último no requiere necesariamente que se trate de una resistencia pasiva» (MIRANDA ESTRAMPES). ROSO CAÑADILLAS, en trabajo muy elaborado, se hace eco de ello. Reconoce ser parecer extendido el que la resistencia grave queda para conductas de carácter activo y la resistencia no grave para conductas pasivas u omisivas; pero, en su opinión, esto no debe ser tan tajante, pues se debe tener muy en cuenta las circunstancias del hecho -como la misma jurisprudencia apunta--, porque puede haber casos, en los que una conducta activa no implique tanto desvalor como para calificarla como resistencia grave y, al revés, podemos encontrarnos con conductas pasivas que entrañen mayor desvalor. Si repasamos la doctrina jurisprudencial anterior al Código de 1995 encontraremos casos en que no toda conducta activa se ha traducido en la apreciación de una resistencia grave. La resistencia simple no se ha visto alterada por conatos de violencia moderados de carácter más bien defensivo o neutralizador (forcejeos, ad exemplum). Atendiendo al precepto actual del art. 556 (LA LEY 3996/1995)observemos que el mismo no contiene mención a actitud «activa» o «pasiva», ni a «gravedad» o «no gravedad» de la resistencia. Sólo constata en su inicio, venir referido a «los que sin estar comprendidos en el art. 550 (LA LEY 3996/1995)». La sentencia anotada de 18 de febrero de 2003 (LA LEY 1790/2003), al igual que la de 5 de junio de 2000 (LA LEY 9345/2000), alude a la existencia de una corriente jurisprudencial (sentencias del TS de 3 de octubre de 1996 (LA LEY 9753/1996) y 11 de marzo de 1997 (LA LEY 4592/1997)) que, acogiendo ciertas críticas que acusaban una interpretación extensiva del tipo de atentado-resistencia, ha atenuado la radicalidad de tal criterio, dando entrada al tipo de resistencia no grave a comportamientos activos al lado del pasivo que no comportan «acometimiento» propiamente dicho. Habrá que colegir que, con frecuencia, la diferencia entre el atentado y la resistencia viene determinada, en definitiva, por las circunstancias concretas del caso (sentencias de 20 de junio de 1979, 4 de marzo de 1985 (LA LEY 9761-JF/0000), 18 de enero de 1988 (LA LEY 968-2/1988), 17 de octubre de 1989 (LA LEY 444-2/1989) y 23 de marzo de 1999 (LA LEY 3819/1999)). No olvidemos que, cual resalta la sentencia de 18 de febrero de 2003 (LA LEY 1790/2003), abundando en lo dicho por las de 5 de junio de 2000 (LA LEY 9345/2000)y 22 de diciembre de 2001 (LA LEY 3099/2002), los delitos de atentado y resistencia responden a una misma consideración, a una misma finalidad incriminatoria, al mismo ámbito y a la misma naturaleza jurídica. laleydigital.es http://laleydigital.laley.es/Content/Documento.aspx?params=H4sIAAAAAAAEAO29... 26/05/2014