MENSAJE I ESPIRITUALIDAD Las pruebas de nuestra vida: ¿Huir o permanecer? Enfrentados a callejones sin salida por situaciones doiorosas propias o de quienes amamos, ¿cómo reaccionamos? Este artículo que retoma ¡os puntos para una meditación personal dados por el P. Juan Díaz en un retiro, contrasta actitudes que se toman en dichas situaciones con fas de personajes del Antiguo Testamento y, especialmente, con la de Jesús sometido, en Getsemani, a una angustia de muerte. 178 uchas veces en la vida debemos enfrentarnos a pruebas: las nuestras y la de los seres que amamos. La experiencia personal nos dice que cuesta mucho sufrir solo y cuesta todavía más asistir impotente al lado del que sufre. Es Importante definir primero lo que es una prueba. Todos hemos vivido o estamos viviendo momentos dlficlles, pero no necesariamente son pruebas. La vida es diIIcil, lo sabemos. Conseguir algo que vale la pena exige sacrificios, renuncias y una cuota de dolor. Eso es verdad. Los dolores del parto exigen de una madre mucha entereza. Pero eso no es prueba. Es la cuota de dolor para algo maravilloso que sucede. Entendemos por prueba más bien una situación en la que un ser humano, colocado frente a un caso limite, se muestra verdaderamente tal como es. Es una situación difícil que, al enfrentarla o no. la persona se retrata en su entera realidad. Es una «provocación» de la vida, a la que con dolor uno debe responder con todo lo que se tiene y ama. Y donde están Involucradas muchas personas, especialmente las que uno más quiere. Una prueba es como una «flecha Incendiarla» que tiende a golpear nuestra Identidad de fe y penetra en lo más intimo de nosotros. Son percepciones doiorosas de que existe un abismo muy grande entre lo que esperábamos de Dios y lo que vivimos en realidad. Esa percepción nos vacía por dentro, nos priva de la paz y nos hace vacilar. ¿Qué puede producir esa situación? Surge de la pregunta: ¿por qué Dios no Interviene? ¿Por qué ocurre esto? ¿Acaso Dios no es un Padre bueno? Las pruebas son físicas o morales: agonías interminables de seres que amamos, muertes repentinas, situaciones en que Dios se esconde, Dios no viene a ayudar, permite que un ser se degrade en su sufrimiento, que se venga abajo con todo. Y comenzamos a considerar inoperante el Evangelio. La fe en Dios se diluye y comienza entonces a tomar más fuerza la violencia, el placer y especialmente la apatía. La prueba, Justamente por ser tal, tiene siempre algo de incomprensible y de absurdo. Este es el drama de la prueba. Evitarla no dependerá de nosotros, pero si cómo vivirla, cómo enfrentarla. A esto se agrega que normalmente cuanto más uno ama, cuanto más sirve y se hace disponible, tanto mayores son las pruebas. Si por el contrario, nos encerramos en nuestro propio ambiente, si somos misántropos o no salimos del egoísmo, experimentamos únicamente laprueba de la frustración personal. El libro del Eclesiástico dice: «SI te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón ....» (Ecl.2,1-3). En las pruebas, además, corremos el riesgo de la cavilación. Un hombre puede, en determinados casos, aceptar la prueba con grandeza de corazón. Pero luego sobreviene el momento de vuelta sobre uno mismo. Esta se produce cuando uno tiene que encarnar en lo cotidiano la primera aceptación. Después de una cierta cavilación experimentamos con frecuencia la dificultad de aceptar lo que con anterioridad habíamos admitido. Ahí comenzamos a sufrir la prueba verdadera. Un enfermo de cáncer puede aceptar el primer d¡asu realidad, pero luego viene el proceso de resistir día a dia las palabras de los amigos, familia o médiMENSAJE N» *13. JUNIO 1993 MENSAJE I ESPIRITUALIDAD Sentirse abandonado de Dios, de las propias segufidades. es una realidad que nos cuestiona eos. La prueba comienza dentro de la inteligencia del hombre; la verdadera tentación continúa y corremos el riesgo cié sucumbir, cíe perdemos en el terrible trabajo de la mente, del corazón o de la fantasía. querer, somos cansantes muchas veces de pruebas para los demás con nuestra actitud de sospecha y de hostilidad. Con nuestras amarguras le hacemos la vida más difícil a otros. Algunas pruebas del Antiguo Testamento Las pruebas ajenas y de la humanidad Así como hay pruebas personales, las hay de la humanidad entera. Uno se pregunta, por ejemplo, sobre el sentido de la vida de tantos hombres y mujeres que en extrema indigencia, viven una vida privada de toda perspectiva humana. Uno piensa en la gente pobre, en la multitud de personas que se encuentran en el limite de las posibilidades de vida y para quienes no existe un remedio inmediato. Los niños con sida, los que ya están enfermos, nünusválidos, impedidos desde el principio de su nacimiento. ¿No hubiera sido mejor que esa gente no hubiera nacido nunca? Es tanta la miseria, tantos los años que serán necesarios para dar a toda esta gente condiciones de vida mejores. El grito desesperado de Job es. pues, un grito que atraviesa tocto et mundo de hoy, es nuestro propio grito y por tanto la tentación radical de ansiar la muerte nos amenaza a todos, nadie queda excluido. Nosotros mismos, quizás sin MENSAJE N° 419. JUNIO 1993 Confrontemos lo anterior con algunos ejemplos de personales del AT que sufren pruebas terribles en su vida. Jeremías. El profeta exclama: «Maldito el día en que nací...» (Jer. 20. 1<1-18). Jeremías es un hombre ilustre y bien intencionado, dotado de una visión amplia del mundo a la luz cíe Dios y sin embargo, en un momento de su vida, llega a quejarse de su nacimiento y expresa ansias de moilr. Jonás. Este es un hombre que desilusionado de Dios cae en depresión y le pide a Dios que le quite la vida y se enoja con El porque se siente desautorizado. Su rabia es tan fuerte que llega también a desear la muerte: «Mejor me es la muerte que la vida» (Jon. 4. 1-3). Elias. Huye de la realidad porque se siente incapaz de enfrentarla y de lograr lo que quena, y se arranca de la reina Jezabel por temor a sus amenazas: en la huida llega a un lugar, deseándose la muerte: «No soy mejor que mis padres.. .»(1 Re 19.3-8) 179 MENSAJE I ESPIRITUALIDAD Job. Después de sufrir enfermedades y perder lo que tanto amaba, llega a decir : «¿Para qué dar la luz a un desdichado, la vida a los que tienen amargada el alma, a los que ansian la muerte que no llega?» (3, 20). Toda su situación se describe en el cap. 3 del libro de Job. La gran prueba de Jesús: Getsemaní Uno podría preguntarle a Jesús en el huerto de Getsemaní si vivió momentos en que todo le parecía extraño, sin sen Udo. en que no tenía ganas de nada, no encontraba estimulo alguno y se sentía envuelto por la Ironía y el sarcasmo de su gentey hasta sentía que la divinidad de su Padre se escondía. ¿Cómo vivió el Señor ese momento? Leemos en Me. 14, 32-35: «Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemani, y dice a sus discípulos: Siéntense aquí, mientras yo hago oración. Toma conslgoaPedro, San tiagoy Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: Mi alma está triste hasta el punto de morir: quédense aquí y velen. Yadelantándoseunpoco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora». En este texto tenemos la concrellzación típica de lo que la carta a los Hebreos dice de Jesús: «No tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compa- 180 decerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado^tHebreos 4, 15). «Probado en todo igual que nosotros...». En el miedo, en el disgusto, el aburrimiento, la repugnancia, la desmotivación. Son todos esos sentimientos de angustia «hasta la muerte», que conocemos cuando sufrimos por un hijo drogadlctoo por una persona querida que está enferma o ante tragedlas que la enfermedad psíquica provoca en las familias. Es el sentimiento de inutilidad, disgusto y abandono. ¿Cómo reacciona Jesús ante una situación cuya única salida para muchos es la huida, la retirada, el deseo de morirse? Reacciona permaneciendo. Les pide a sus discípulos que se queden, que no huyan, que no cambien la situación, sino que se enfrenten a la lucha. Después, andando un poco más adelante, cae a tierra y reza para que, si es posible, pase de él esa hora. Jesús afronta directamente el mal a partir de su propia debilidad y lo hace permaneciendo. La tentación que sufre Jesús en Getsemaní es la tristeza: «Mi alma está triste..» La experimenta porque tiene sobre sus espaldas cargas muy pesadas. Sin embargo Jesús elige su propia debilidad a pesar de que ya no puede más. No entra a explicarla. Qué habría sucedido si hubiese descendido de la cruz para explicarle a la gente la misteriosa debilidad de Dios. Con ello ciertamente habría desmentido la debilidad de Dios. Su lucha en Getsemani es una lucha con su Padre y El quiere a toda costa que triunfe la voluntad del Padre: >No sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú». El sabe que quiere otra cosa, que quiere que se aleje de él aquel cáliz, pero sus palabras son decisivas: «Lo que tú quieras». El consejo de Jesús es permanecer y rezar para no caer en tentación. Quien reza ha llegado a la mitad de su victoria. Es todo lo contrario de lo que hacen algunas personas que comienzan a Interpretar lo que les sucede como un destino horrible, como maldad de la genle, de la sociedad; y de eso es bastante difícil salir. Uno se entrampa y los discursos racionales no resuelven el problema. Si acepto la prueba entonces surge el grito : «Señor no permitas que caiga en tentación, MENSAJE N°<19, JUNIO 1993 MENSAJE hazme comprender que estoy viviendo un momento Importante de mi vida y que tú estás conmigo para probar mi fe y mi amor». La verdadera victoria es abandonarse al misterio sorprendente de Dios que tiene recursos más allá de cuanto podamos pensar y comprender. Nunca debemos creer que nos encontramos en un callejón sin salida, porque aunque tengamos esa impresión, Dios es siempre capaz de una acogida en el dolor. Por tanto, el callejón ciego en el que uno a veces se encuentra es superado por el abandono, acto supremo de libertad de un hombre, en el que la persona se hace mayor a si misma y se salva por la confianza total en Dios como Padre lleno de amor y misericordia. Convertir mi queja en un lamento ¿Qué dice San Ignacio sobre lo que I iny que hacer cuando uno debe soportar la prueba? Dice que quien está en tribulación piense que pronto será consolado. Que no hay que cambiar de decisiones, que en esos momentos quiere Dios mostrarnos cuánto valemos y cómo avanzamos sin tantas consolaciones y que. por tanto, nunca nos falta su gracia aunque no la sintamos. Pero quisiera agregar otro consejo: en los momentos de prueba hace bien lamentarse ante Dios. Quiero hablar de la oración de lamentación, distinguiendo primero la lamentación de la queja. No es lo mismo lamentarse que quejarse. Quejarse es lo que más hacemos. Es muy común, porque nos pasamos quejando un poco de todo y cada uno se queja de los otros. Es difícil que en nuestros ambientes no se oiga hablar mal de los demás. Las fuerzas de resistencia, Irritación y de rabia que se agitan dentro del alma, no encuentran desahogo natural y se desencadenan sobre los que nos rodean, personas osltuaclonesy forman la infelicidad de la vida, de la familia. de los grupos. La lamentación es otra cosa. No es resignación, Incapacidad de salir adelante, retirada sobre uno mismo. En la Biblia la lamentación está profundamente ligada a la oración, es súplica. llamada a Dios. Cuando uno se siente MENSAJE N° 419, JUNIO 1933 ESPIRITUALIDAD probado en la vida, lamentarse ante Dios es confrontarse en el dolor con Aquel que lo es todo para uno. Con mayor razón si uno se siente desilusionado de El mismo. Es luchar contra El como lo hizo Jacob con el ángel. La lamentación es oración que sacude al alma, haciendo salir el pus de las llagas más profundas de nuestra vida y es, por tanto, capaz incluso de liberarnos interiormente. Lamentarse es llorar ante Dios. Dios que es Padre es capaz de soportar los gritos y las rebellones de sus hijos. Precisamente la relación con un Dios bueno y fuerte es lo que nos permite pelear con El. Abrir el manantial de la lamentación es la forma más eficaz de cerrar las heridas de las quejas que entristecen el alma, que entristecen al mundo. Estoy seguro de que si en vez de quejas estériles, generadoras de nuevas llagas, las sustituimos por la lamentación profunda en la oración, encontraremos la solución de problemas nuestros o, al menos, habremos tomado el camino más expresivo y justo para denunciar nuestro dolor. La Biblia está llena de salmos de lamentación. Son los desahogos en forma de oración que el hombre hace a Dios, en que le cuenta su tristeza y su prueba. La verdadera victoria es abandonarse al misterio sorprendente de Dios que tiene recursos más allá de cuanto podamos pensar y comprender. «Han perseverado conmigo en mis pruebas»1 En Lucas 22. 28 Jesús dice: >Han perseverado». Esto significa que ustedes no se marcharon. Es una frase de alabanza: han sufrido tanto que hubieran podido marcharse y sin embargo no lo hicieron. Jesús verifica que hasta el último Instante los apóstoles permanecieron, perseveraron, no le abandonaron. Ojalá que el Señor nos dirija también a nosotros esta frase. Que a pesar de las tentaciones de volver atrás, huir «de puntillas», perder el ánimo, que uno tiene cuando sufre, podamos sin embargo permanecer. Permaneceres para Jesús el modo de oponerse a la prueba. «SI permanecen en mi y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán» (Jn. 15, 7). Que el amor que le tenemos al Señor nos haga permanecer siempre Junto a El. a ' Cario María Marlini. Habilt parseveredoccnmigoenmlt pruebas. Meditaciones sobre Job. Edlcep, 1990 181 I MENSAJE | | IGLESIA Juan Francisco Fresno: una eclesiología cordial Ante referencias injustas e injustificadas a quien fue nuestro Pastor y a quien mucho íe debemos, Mensaje nace suyas las siguientes reflexiones. n antiguo refrán católico dice que Teología se hace de rodillas. La Imagen alude a la única disposición que aprehende a Dios en su misterio o sacramento redentor, guien vive en la Iglesia, sabe que eclesiología no es mera cuestión libresca, sino circunstancia de la propia Inserción personal en Cristo vivo hoy. No se visualiza tanto en lecturas grandiosas, como en rasgos de la cabeza visible: el Pastor. Poco o nada entiende de la Iglesia quien no vivencia esa comunión receptiva con la Cabeza del cuerpo creyente. Esa circunstancia es ecleslologia real, vivida aquí-ahora, con la impronta del carísma unificador del Pastor. Hay múltiples carismas en la Iglesia. Y tantas eclesiologias vivas, cuantos Pastores fortalecen la catolicidad y custodian su Espíritu Vivificante. Otra ecleslologia se vivióen comunión con Pío XII, otra con Juan XXIII; otra en comunión con el Cardenal Caro que con el Cardenal Silva Henriquez. En la historia de la Iglesia, se perciben Pastores a quienes el Espíritu a través de los signos de su época, movió a fortalecer más las disposiciones institucionales: y otros, a quienes el mismo Espíritu movió a fortalecer más las disposiciones personales. En ambas vive la Iglesia peregrina en la Historia. Desde fuera de la fe, una conducción parece vacilante e Inmovillsta en lo Institucional: la otra, fría e impersonal. Pero ¿quién se atreve a Juzgar cómo conduce el Espíritu de Cristo al Pueblo de Dios? U Durante el gobierno eclesiástico del 182 Sr. Cardenal Juan Francisco Fresno, sentí lafuerza estimulante de su hondo caiisma religioso. Desconozco acaso Chile haya tenido un Pastor con más delicada y caballerosa solicitud por confirmar a sus sacerdotes en su tareaecleslal. Su actitud reflejó en forma asombrosa una versión chilena de la finura de espíritu característica de Paulo VI: como él, la elevada dignidad más parecía un cilicio y estímulo para visitar a cada sacerdote de su arquidlócesls y rezar Junto a él un Padre Nuestro, que un culmen de carrera. Como su propia felicidad en el servicio del Señor, quería la de sus fieles, y logró comunicarla con pequeños grandes gestos innumerables, olvidado de sí y de su 'dignidad'. Hizo sentir la calidez de una Iglesia viva, sencilla y entusiasta en el servicio de Cristo. Radiante de paz, Incluso al recibir ofensas en público y en priva do, testimonió con una certeza que sólo dael Evangelio, que nada hay tan tremendo que no borre del todo un Padre Nuestro rezado juntos. Su eclesíologia puso sólidos cimientos a la reconciliación puertas adentro, y fuera de la Iglesia. • MENSAJE IV° 419. JUNIO 1993